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¿Ladrones, pequeños empresarios o trabajadores independientes? K’ajchas, trapiche...

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Nuevo Mundo Mundos


Nuevos
Nouveaux mondes mondes nouveaux - Novo Mundo Mundos Novos - New
world New worlds

Colloques | 2015
Espacios y actores de la actividad minera en América Latina. Siglos XVI al XIX – Coord. David
Navarrete G.

ROSSANA BARRAGÁN R.

¿Ladrones, pequeños
empresarios o trabajadores
independientes? K’ajchas,
trapiches y plata en el cerro
de Potosí en el siglo XVIII
[10/03/2015]

Résumés
EspañolEnglish
Este artículo busca contribuir a la historia de los k’ajchas y los trapiches que producían
del 15 al 35% de la plata en Potosí en el siglo XVIII. Después de recordar la
historiografía que los abordó, el trabajo sitúa la problemática de la constitución de la
propiedad y concesión de las minas porque los k’ajchas pusieron en cuestionamiento ese
dominio involucrándose no sólo en la explotación sino también en el beneficio de los
minerales. De ahí que se plantea el conjunto k’ajchas/trapiches como unidad de análisis.
Se sostiene que el conjunto k’ajchas/trapiches significó la emergencia de un circuito
cuasi-paralelo al del gremio de mineros azogueros. En este sentido fue un boquete al
monopolio de los mineros azogueros. Se concluye con algunas reflexiones sobre su
caracterización y cómo puede cambiar nuestra perspectiva sobre el conjunto de las
relaciones laborales en Potosí a fines del período colonial.

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This article is a contribution to the history of a group of self-employed workers that


produced 20 to 35% of Potosí’s silver in the 18th century. The paper begins remembering
the contribution of historiography to the study of the k’ajchas. The analysis is centered
then, in the property rights to the mines because these kajchas challenged the
ownership of the ores, appearing as “thieves”. The ores exploited by them were
transformed in silver in the trapiches or rudimentary mills. This is why the article focus
in the ensemble k’ajcha-trapiche that meant the emergence of a quasi-parallel economy
that burst into the scene with considerable energy. This is also an example on how
workers struggled to have their part in the new economy. In the conclusions there are
some thoughts about the problems when it comes to define them and the consequences
of the k’ajchas/trapiches for a new unsderstanding of the labour system in Potosi.

Entrées d’index
Keywords : Labour history, History of mines and technology of production, Potosí,
agency of workers, silver production
Palabras claves : Historia laboral, Historia minera y tecnología de producción, Potosí,
agencia de los trabajadores, producción de plata

Texte intégral
Agradezco sinceramente los comentarios de Brígida Von Mentz a una versión
mucho más amplia de este trabajo.

1 Los trabajadores mineros asalariados son y han sido, en países como Bolivia,
un grupo muy importante pero numéricamente restringido incluso en las
mejores épocas de la minería. De ahí que la historia de los trabajadores puede
tener un sesgo centrado en las grandes empresas mientras que la historia de
hombres y mujeres que han trabajado fuera de los marcos más establecidos, es
más difícil. En este artículo nos interesa contribuir a esa historia centrándonos
en el origen de lo que se conocen hoy como cooperativistas mineros,1 claves en
la minería boliviana. En los documentos históricos los k’ajchas aparecen como
cacchas o capchas2 aunque el término no se encuentra en los diccionarios de
minería del siglo XVII3 lo que refuerza la idea de que fueron característicos del
siglo XVIII, cuando la minería volvió a repuntar.4
2 Los k’ajchas son parte importante de la historia minera andino-boliviana y
aunque no han pasado desapercibidos, tampoco han merecido una
investigación de largo aliento. El conocido Arzans de Orsúa y Vela, en Historia
de la Villa Imperial de Potosí (abarcando desde 1545 hasta 1736), relató las
aventuras del capitán de los k’ajchas, Agustín Quespi, un héroe popular
respetado y temido pero con un destino incierto. Para Arzans los k’ajchas
podían ser españoles, mestizos e indios.5 Otro autor que se refirió a ellos fue
Pedro Vicente Cañete en su Guía Historia física y política de Potosí escrita en
1787 (publicada en 1952 y 1954) y en el Código Carolino de 1794.
3 Lewis Hanke, en 1959, y Gunnar Mendoza, en 1965, fueron los autores que
nos hicieron conocer los testimonios que quedaron sobre los k’ajchas con las
características que se repetirían en las investigaciones futuras: el ingreso de los
trabajadores al cerro el fin de semana, el “robo” de minerales que realizaban y
los prejuicios que ocasionaban a las minas establecidas.
4 A partir de los 80’s, diversos autores dedicaron algunos artículos a los
k’ajchas. En 1981, Enrique Tandeter publicó un trabajo clave sobre estos
“ladrones de mineral” o trabajadores de week-end planteando la existencia de
la producción minera como “actividad popular”.6 En 1989, Thomas

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Abercrombie presentó un importante trabajo en el Congreso de Etnohistoria


publicado en 1996. El autor enfatizó que el término Q’aqcha designaba la plebe,
una clase emergente de la esfera mestizo chola, un producto híbrido que
expresaba rechazo al orden y régimen colonial porque violaba la división del
trabajo por la que los españoles se enriquecían con el trabajo de los indios y de
los africanos.7 Un tercer trabajo corresponde a Gustavo Rodríguez quien
planteó que los k’ajchas estaban presentes en el siglo XIX no sólo los fines de
semana sino que trabajaban regularmente dividiendo la producción a medias
entre ellos y los propietarios de las minas.8
5 En su obra sobre Potosí de 1989, Rose Marie Buechler se refirió a los
trapiches donde se molían en pequeña escala los minerales robados por los
k’ajchas.9 Más tarde, en 1995, Anne Zulawski mostró que el robo de mineral
estaba bien establecido en las minas de Oruro, a fines del siglo XVII, con una
línea de separación muy difusa con la corpa (partido en México) o pedazo de
mineral que los trabajadores tomaban de las minas legalmente, práctica que la
relacionó también a la existencia de trapiches10 remarcada igualmente para un
período más tardío.11
6 Tristan Platt, en su artículo sobre Potosí durante la república temprana
publicó como apéndice un documento único y valioso: la propuesta que
hicieron los k’ajchas a los azogueros en 1837 pidiendo se les permitiera ingresar
a las minas los fines de semana a cambio de compartir el producto obtenido
con los azogueros12.
7 Este breve recorrido por la historiografía nos muestra, en primer lugar, que
los k’ajchas fueron considerados “ladrones de mineral” y así han sido tratados
por la historiografía. En segundo lugar, que ellos parecen convertirse en
“problema” cuando su número y lo que sustraían se hacía cada vez más
importante y perjudicial para los propietarios de minas. En tercer lugar, que en
el siglo XIX están compartiendo la producción con los propietarios mineros.
Un siglo después, en 1940’s, volverían a aparecer conformándose como
Cooperativas y desde entonces son conocidos como cooperativistas13.
8 En este artículo me interesa situar a los k’ajchas en la problemática de la
constitución de la propiedad y concesión de las minas porque para los
propietarios, ellos robaban mineral de sus posesiones. Considero, sin embargo
que es importante problematizar el epíteto de “ladrones”, perpetuado en la
historiografía, porque produce un encubrimiento triple del significado y rol que
tuvieron. En primer lugar porque se sacraliza la propiedad privada instaurada
por los españoles desconociendo el despojo que significa toda conquista y los
conflictos que seguramente emergieron sobre el acceso a las minas y las
maneras en que la población indígena de diferentes provincias se relacionaba
con la explotación de plata en Potosí. En segundo lugar porque se invisibiliza el
rol activo que tuvieron como productores de plata y no sólo como extractores
furtivos de mineral. En tercer lugar porque se desconoce la existencia de
procedimientos de explotación y de beneficio de la plata que existieron al
margen de los que imperaban en los ingenios desde fines del siglo XVI. Por ello
se debe hablar del conjunto k’ajchas/trapiches que permite tener una
aproximación distinta al sistema de trabajo, lo que conlleva una comprensión
diferente de la minería colonial tardía en Potosí.
9 El argumento central es que el conjunto k’ajchas/trapiches significó la
emergencia de un circuito cuasi-paralelo al del gremio de mineros azogueros
que se consolidó en Potosí a mediados del siglo XVIII al ser reconocido y
obtener su legitimidad de parte de las propias autoridades españolas. En este
sentido fue un boquete al monopolio de la propiedad o concesión y al beneficio

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de los metales en manos de los mineros azogueros. En los hechos supuso


reconocer que otras personas, “los trabajadores”, podían usufructuar minerales
del cerro sin ser concesionarios reconocidos legalmente. Su existencia
contribuyó notoriamente a impedir el desarrollo de un sistema de relaciones
salariales con una mano de obra cada vez más dependiente de la venta de su
fuerza de trabajo como se dio en otras partes.14 El k’ajcha no fue nunca un
trabajador asalariado y proletario pero tampoco un dueño o concesionario de
las minas legalmente reconocido hasta muy tardíamente (mediados del siglo
XX). De ahí también la discusión sobre su situación: si fueron pequeños
empresarios o fueron más bien trabajadores independientes.

El dominio y posesión en
cuestionamiento
10 El derecho legal al acceso y a la explotación de las minas determina la
legitimidad de una propiedad o concesión definiendo un universo de
propietarios o, en el lenguaje de la época, “señores de minas”. La legislación en
América mantuvo el dominio real sobre el subsuelo dejando su explotación a
particulares a cambio de un impuesto sobre la producción. Las Ordenanzas de
La Gasca de 1550 en Potosí sancionadas por la Audiencia de Lima, las
Ordenanzas de Polo de Ondegardo de 1562 y las de Toledo de 1574 ratificaron
esos principios.15 De manera más específica, las ordenanzas para Potosí y Porco
de 1574 establecieron los derechos realengos, principio a partir del cual el Rey
podía otorgar y conceder sus derechos a sus vasallos y súbditos16 cualquiera
fuera su condición. Lo anterior implicó que los indios podían recibir estas
concesiones como vasallos del rey y así se explicitó en las Leyes de Indias.17 Sin
embargo sabemos poco sobre las concesiones legales otorgadas efectivamente a
indígenas o, de manera más precisa aún, cuán frecuentes, en qué proporción y
en qué regiones y minas.18 El análisis de la información proporcionada por Luis
Capoche en la Relación General de la Villa Imperial de Potosí (1585) permite
afirmar, por ejemplo, que entre más de 500 mineros registrados como
concesionarios, existían por lo menos 23 indios aunque no sabemos qué pasó
con ellos posteriormente.
11 Es preciso relacionar este acceso legal de parte de los indígenas a las vetas
del cerro con la mejor posición que parecen haber tenido en la primera época
del auge potosino cuando el proceso de extracción, fundición y venta en los
mercados locales estuvo en gran parte en sus manos recurriendo a la tecnología
tradicional tanto para la trituración de los metales como para la fundición.19
12 Los cambios introducidos por el Virrey Francisco de Toledo cambiarían la
situación. El proceso de amalgamación introducido requería el
aprovisionamiento de mercurio, de agua y de mano de obra. Se consolidó
también el modelo de empresa que unió las etapas de extracción y beneficio del
mineral de tal manera que los dueños de ingenios eran los mismos de las
minas20 que organizados en el Gremio de los Azogueros se convirtieron en los
beneficiarios del sistema. Este conjunto de transformaciones ocasionaron una
“concentración casi absoluta de los medios de producción en el grupo español”
tanto en el proceso de extracción como en el del refinamiento.21
13 Sempat Assadourian, retomando el escrito de Capoche del siglo XVI, planteó
que los indígenas sufrieron una degradación porque se los subordinó a un
sistema de salario. Capoche escribió que “la invención del azogue les dio gran

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pena… pues los privaba de sus granjerías, y... no tenían otro remedio para
sustentarse… si no era por vía de jornal, habiendo poseído toda la riqueza
pasada”.22 Esto significa que fue emergiendo y se fue consolidando la figura del
“trabajador” en estrecha relación, obviamente, a la del propietario
concesionario de minas y azoguero.
14 Es en este contexto que deben situarse dos fenómenos importantes: la
permisividad que recibieron los trabajadores para explotar los minerales los
fines de semana para su propio beneficio, una práctica presente en muchas
minas; y la merced otorgada por el Virrey Toledo a las autoridades indígenas,
de 60 varas para los caciques y para las parcialidades, con el fin de “que posean
en común” y se destinen al pago de la mita y el tributo, otorgándose otro tanto
para el cacique (de 80 varas) y sus herederos.23 En otras palabras, estas
medidas parecen constituir una compensación al acceso más libre que se fue
restringiendo a medida que los derechos de propiedad se iban consolidando.
15 Lastimosamente no se conoce qué sucedió con estas propiedades en manos
indígenas. Lo que sí sabemos es que las personas que ingresaban al cerro a
explotar metales los fines de semana se conocieron un siglo después bajo el
nombre de k’ajchas.

La irrupción de los k’ajchas: ¿qué


hacer con ellos?
16 La visibilidad de los k’ajchas y su conversión en “problema” para los
mineros-azogueros y para las autoridades de Potosí tiene que ver con lo que
consideramos fue su empoderamiento en el siglo XVIII que se expresa en tres
hechos. En primer lugar, en el conflicto e intensas discusiones que se
generaron a partir de 1751 entre los diferentes actores en Potosí. En segundo
lugar, en el reconocimiento de parte del Banco (de Rescates transformado
luego en Banco San Carlos), del origen de la plata comprada: la proveniente de
los azogueros, de los trapicheros y de los k’ajchas. En las cuentas generales
aparecen además, desde 1754, dos ingresos: la plata que provenía del Gremio
de Azogueros y la de los Trapicheros, K’ajchas y provincias de afuera.24
Finalmente, en la existencia de una serie de informes y visitas sobre ellos a
partir, fundamentalmente, de 1740.
17 Dos momentos claves que posiblemente marcaron un antes y un después fue
lo que sucedió en 1735 y en 1751 cuando los k’ajchas se enfrentaron a los
propietarios de minas y a las autoridades.
18 En 1735, Arzans Orsúa y Vela relató el ingreso de los “ccachas” a una mina de
ricos metales. El Alcalde de minas decidió convocar a varias autoridades
apresando hasta 6 ccachas, entre los que se encontraba el famoso capitán
Agustín Quespi. Cuando los llevaban hasta la cárcel, los indios de las
parroquias indígenas salieron con sus hondas, arrebataron a los presos y
ahuyentaron a las autoridades. Se habría determinado, entonces, la demolición
de los trapiches para que los “ccachas” que hurtasen el mineral no tuvieran
donde beneficiarlo. Sin embargo, en junta realizada con los azogueros,
decidieron no hacerlo “porque aunque a ellos les hacían daño… sería destruir la
república porque aquellos trapiches en gran parte la mantenían con los piñones
que… acrecentaban los… quintos”.25 Este relato concuerda y recuerda el
conflicto, “ruido” o “sublevación” en febrero de 1751. Este importante hecho ha
sido abordado por Tandeter y Abercrombie.26 Por tanto resumiré muy

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brevemente lo que sucedió centrándome en las discusiones que generaron


entre las propias autoridades, subrayando la oposición que hicieron los
k’ajchas.27
19 Abercrombie se ha referido a los rumores de una posible sublevación
invasión y asalto de los k’ajchas a la ciudad de Potosí a los gritos de Viva el Rey
y muera el mal gobierno (1996, p. 65 y 68). Lo cierto es que ese jueves 4 de
febrero de carnaval se celebraba la fiesta de la Caccha Cruz cuando se llevaba la
Cruz de la Capilla de los K’ajchas28 a una de las parroquias indígenas de la Villa
para celebrar allí una misa (Ibid., p. 90-91). Esta fiesta era auspiciada por “los
trapicheros” que eran alfereces y priostes lo que es indicativo de su poder
económico. La música, banderas y “bulla” asociada a esta fiesta fue identificada
por algunas personas como una sublevación aunque fue minimizada por otros
al denominarla “un simple ruido”. En realidad había miedo porque en enero de
1751 un joven k’ajcha había sido muerto y otros tres resultaron heridos en
manos de unos guardas.
20 Los documentos relacionados a estos sucesos revelan varios conflictos y
diversas posiciones en pugna. Mientras algunos empresarios mineros
azogueros y algunas autoridades locales abogaron por la destrucción de los
trapiches y la prohibición de las actividades de los k’ajchas, las autoridades
jerárquicamente superiores como los Gobernadores-Corregidores, autoridades
de Real Hacienda, Virrey y Consejo de Indias tuvieron una posición firme pero
tolerante porque recibían beneficios de comprar la plata.
21 Los mineros involucrados y las autoridades locales insistieron en la
belicosidad de los k’ajchas y apresaron a varios29 incluyendo a uno de los
principales capitanes de los k’ajchas, Patapata30 en junio de 1752, el que fue
ejecutado, y “Vicente Santtiesteuan nombrado y conosido por el equeqho uno
de los principales cagchas.31 El ekeko es dios de la abundancia remitiendo a la
representación de este personaje cargado con todos sus instrumentos y bienes,
pero también a la abundancia a la que podía asociarse un personaje como
Vicente o como Agustín Quespi.
22 La política del Corregidor Santelices tuvo que sujetarse también a la que
venía de Lima. En Marzo de 1752, el Virrey (Conde de Superunda) decía que se
debía gobernar con “el mayor rigor” conteniendo a “los foragidos… ladrones
públicos… de aquellas minas”. Sin embargo expresó, al mismo tiempo, que los
k’ajchas podían trabajar algunas minas despobladas pero no sacar metales
como delincuentes. Finalmente expresó que “si se intentase de golpe embarasar
aquella costumbre, se exponia la villa a una ruina, y… es necesario proceder
con mucha prudencia…, separando los que hacen caveza a los excesos… y que
su castigo sirba de freno”.32
23 Algunos años después, en 1762, el gobernador de Potosí recordaba, con cierta
añoranza, la época en que los k’ajchas “hacían sus robos llenos de miedo” lo
que cambió durante el gobierno de Santelices que les dio legitimidad porque
entregaban marcos a la Corona por su actividad. Para él, todos los relacionados
a la minería eran k’ajchas, lo que ponía en peligro al gremio de Azogueros.33
Este testimonio es muy importante porque afirma que los diferentes
trabajadores eran k’ajchas lo que demuestra la porosidad de las categorías de
mitayos o mingas. En todo caso lo que más preocupaba al Gobernador eran los
4.000 k’ajchas y los 235 trapiches levantados por “los Curacas, y Capitanes…de
mita” favorecidos por su antecesor.

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Rompiendo el monopolio de los


ingenios: el proceso de beneficio de
la plata en los trapiches
24 Recordemos que los cambios realizados por el Virrey Toledo en 1573-1574
ocasionaron cambios trascendentales en el proceso de extracción y en el
refinamiento cuyo resultado fue la pérdida del importante rol y participación
que habían tenido los indígenas. El ingenio que articuló la explotación y el
beneficio en manos españolas se convirtió en la unidad básica y privilegiada de
tal manera que identificamos la historia de la producción de plata con la
historia de los ingenios y de los azogueros. Hemos olvidado, sin embargo, que
su predominio no significó que las tecnologías que hasta entonces se utilizaron
hubieran desaparecido y que no hubiera innovaciones en el siglo XVII y
XVIII.34 Hemos olvidado también, que centenares de personas estaban
produciendo la tercera parte de la plata “fuera de los ingenios”, como mostró
Tandeter, aunque este hecho no ha sido suficientemente subrayado ni siquiera
por él. El trabajo de Van Buren del 2010 mostró, precisamente, cómo la
población indígena utilizó en el período colonial una tecnología apropiada y
accesible para procesar cantidades pequeñas de mineral introduciendo también
su propia creatividad.35
25 La importancia que adquirieron los trapiches a mediados del siglo XVIII
revela, por tanto, la existencia de procedimientos metalúrgicos que coexistieron
con los ingenios. Un trapiche designaba para Bakewell las instalaciones que
permitían un proceso de molienda en seco,36 en contraposición a los ingenios
con molinos hidráulicos, aunque el agua era también necesaria para la mezcla,
pero obviamente no en la magnitud de los molinos. Barba dibujó en su obra un
trapiche señalando:

“muy sabidos y usados dos modos de reducirlos a haberlos harina con


piedras, llaman al uno Trapiche, y Alaray (maray?) al otro. Consta… de
dos piedras grandes y duras, llana la de abaxo, que llaman solera,
asentada a nivel sobre el plan de la tierra, en forma de rueda, o queso
entero la de arriba, en los trapiches que mueven cavalgaduras como en
las Atahonas, o Molinos de aceytunas. La de los Marayes es como media
luna, mas ancha por la parte circular de abaxo, que por la llana de arriba,
a que está atado fuertemente un palo de suficientemente largueza, para
que dos trabajadores asidos a sus extremos de una vanda y otra, la alcen
y baxen acia los lados sin mucha fatiga, y con su peso y golpe se
desmenuza el metal. Fáciles y sabidas son sus fábricas… Entra agua por
un estrecho caño por lo más alto de la solera, en lo baxo estará el azogue
necesario, y se irá echando el metal que hubiere de molerse. Lo
machacado se mezclará con el azogue: lo demás convertido en sutil lama,
saldrá por otro caño con el agua, y se recogerá y beneficiará como queda
dicho”.37

26 El autor comparó también los trapiches con los antiguos molinos de aceituna
(posiblemente los “trapetum” en Grecia38) como con las tahonas o molinos de
harina (Ver Imágenes 1). La referencia que tiene a los marayes39 como medias
luna recuerda también la figura 21 de Di Nigris (ver Imágenes 2).
27 Mucho más tarde, a mediados del siglo XVIII, una descripción anónima
utilizó casi las mismas palabras de Barba. Eran ingenios menores que
consistían en una piedra solera sobre la que se acomodaba otra, llamada
voladora. De manera más precisa informaba que la “piedra solera de alas de

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mosca” tenía “desde una vara hasta dos de diámetro”. Se pondría 1 @ de metal
sobre la solera y uno o dos mas peones la moverían con gran velocidad
moliendo semanalmente 20 cajones de metal que se bajan del cerro a los
trapiches y corresponden 2 qqs. o menos a cada molienda.40 Otros autores se
refieren a que en los trapiches se utilizaban molinos de quimbaletes.41
28 En síntesis, aunque hay acuerdo en que el sistema consiste en una molienda
que recurre a dos piedras, hay muchas posibilidades como se observa en las
imágenes, y es posible que el término trapiche sea genérico albergando en su
seno diferenciaciones sutiles o importantes (ver también Imagen 4). En todo
caso, con esta tecnología se obtenía una harina generalmente más gruesa que la
de los grandes ingenios.

Imágenes 1 – Diversas modalidades de molienda

Esquema de Trapetum
http://es.wikipedia.org/wiki/Trapiche

Trapiche minero. Fotografía de José Lugo.


http://es.wikipedia.org/wiki/Trapiche

Imágenes 2: Tipo de Molinos según De Nigris (2012)

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Período Precolombino: (7) maray, (9) quimbalete;


Período Colonial: (11) trapiche b (13) quimbalete colonial, (14) quimbalete colonial
Período Republicano: (21) quimbalete etnográfico (Bolivia), (23) trapiche moderno (Chile, Bolivia,
Colombia, Perú, Ecuador).

29 Una vez triturados los minerales se mezclaba “la harina” así obtenida con sal
y azogue. Mira señala que se distribuían anualmente entre 1.000 a 2.000
quintales de azogue por cabeza de ingenio mientras que los trapicheros
recibían 300 libras de azogue y los capchas que no solicitaban más de 100
libras debían comprarla al contado.42 El precio de la plata comprada distinguía
también su origen: en el período del corregidor Santelices era de 7 pesos y 5
reales para los azogueros; 7 pesos y 3 reales para los trapicheros y 7 pesos 1 real
para los Capchas.43 Trapicheros y k’ajchas tenían además la posibilidad de
llevarla al Banco como piñones porque en el patio había un hornillo para que
pudieran requemarla ahí para purificar la plata.44
30 Trapicheros y k’ajchas fueron por tanto reconocidos como sujetos
productores y vendedores de plata. Por ello mismo generaron la oposición de
otros grupos. En 1751, por ejemplo, el Alcalde Mayor de Minas aconsejó
demoler los 300 trapiches evitando los prejuicios que causaban pero también la
disponibilidad de tener más gente para trabajar en las minas e ingenios de los
azogueros45.

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El conjunto Trapiches y K’ajchas


Imagen 3 – Trapiche (B) y Cochas (D)

Grabado de Jean-Baptiste Scotin en la Biblioteca Nacional de Francia46

31 Trapicheros y k’ajchas estuvieron íntimamente relacionados porque los


trapiches recibían el mineral que los k’ajchas les entregaban, porque los
k’ajchas podían ser dueños de trapiches o podían arrendarlos y porque había
arreglos entre ellos.47 Analizar su magnitud, tanto en términos de su
producción como de la población involucrada permite encarar de diferente
manera la información que sobre ellos tenemos.
32 Hacia 1725 existían 20 trapiches y alrededor de 60 en 1730. A partir de 1750,
las fuentes revelan la magnitud y fuerza del grupo de los k’ajchas. En 1751, el
Alcalde Mayor de Minas informó que, antiguamente, la condición para tener
trapiche era la de poseer una mina con licencia ratificada por el Superior
Gobierno. Hoy, decía, era suficiente poner trapiche “sin mas fundamento ni
mina que la esperanza de comprar a los cacchas el metal que hurtan”. En 1759,
se estimaba que los k’ajchas estaban procesando 20 cajones de 150 qqs. por
semana mientras que los ingenios procesaban 580 cajones por semana. Pero,
como señaló Tandeter, los empresarios debían contentarse con un rendimiento

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de 4 marcos de plata pura por cajón de 50 qqs. mientras que los trapiches
producían 60 marcos de plata pura por cajón! Quisiera subrayar esta
información porque ello significaría que los k’ajchas se estaban apropiando del
mineral más rico. De manera global se estima que los k’ajchas producían
50.000 marcos lo que significaría que los k’ajchas podían ser responsables de
la producción de hasta un 38%.48
33 Los libros de los marcos vendidos al Banco de San Carlos en 1762 presentan
cifras mucho menores a las señaladas por Tandeter pero aun así significativas
tanto por el número de gente involucrada como por el monto vendido. Los
k’ajchas y trapicheros que figuran en estos libros ascienden a más 500 para este
año, vendiendo 28.000 marcos de plata en más de 1.500 transacciones por un
monto total de casi 200.000 pesos, representando el 16% en relación a los
azogueros.

Cuadro 1 – Producción de plata en marcos y en pesos por Azogueros y


Trapicheros en 176249

Marcos % Pesos %

Azogueros 134.398 82,60 1.003.023 83,63

Trapicheros 28.309 17,40 196.286 16,37

Total 162.707 100,00 1.199.309 100,00

Foto 1 – Libro de rescates

Foto de la autora

Foto 2

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Foto de la autora

34 En la visita a los trapiches de 1761-1762, cada uno de los 220 trapiches se


encuentra listado bajo el nombre de su propietario, con el número de piedras
disponibles (quimbalate), si trabajaban con permiso o no, si era un trapiche
arrendado o no, y si tenían minas o no.50 Esta información muestra que los
trapiches estaban viviendo un boom: más de 40 habían sido establecidos en los
dos últimos años (entre 1759 y 1761) mientras que sólo 22 tenían más de 50
años. La mayoría, 99 trapiches (42%), habría comenzado a funcionar entre
1742 y 1758. Del total de trapiches listados, solo 64 estaban claramente
trabajando con licencia o permiso.
35 Uno de los aspectos más interesantes de la visita de 1761-1762 es que 58
trapiches (Cuadro 2) estaban en manos de los españoles y 160 trapiches (73%)
en manos de la población indígena en los 10 curatos o parroquias del barrio
indígena (La Ranchería). Algunos de estos trapiches eran propiedad también
de mestizos y mulatos.

Cuadro 2 – Distribución de Trapiches in las parroquias de Potosí

Trapiches No.

Trapiches de los Españoles (hombres y mujeres) 58

Trapiches del Curato de San Cristóbal 33

Trapiches del Curato de San Francisco el Chico 18

Trapiches del Curato de San Pedro 21

Trapiches del Curato de Copacabana 21

Trapiches del Curato de Concepción 19

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Trapiches del Curato de San Juan 3

Trapiches del Curato de Sebastián 5

Trapiches del Curato de San Pablo 17

Trapiches del Curato de Santa Barbara 4

Trapiches del Curato de Santhiago 19

Total 218

Fuente: AGI Charcas 481 No. 19, 1763-1769

36 A cada una de estas parroquias llegaban las personas de diferentes lugares y


grupos étnicos sujetos a la mita minera, bajo la autoridad de sus caciques y
curacas.51 La adscripción de los trapiches a estas parroquias implica, por
consiguiente, que su acceso pudo beneficiar a las comunidades y ayllus de
manera colectiva pero era también individual.
37 Las ventas de los trapiches y k’ajchas tenían claramente un patrón estacional
que coincide con el período de lluvias: entre Enero y Marzo se concentraban
casi el 60% de las transacciones (en Enero 37%, en Febrero 19% y en Marzo
casi 10%). En términos del monto en pesos, se vendía en tres meses el 36% del
total (en Enero 16%, en Febrero 10% y en Marzo 10%). En otras palabras, los
trapicheros aprovechaban sobre todo los meses de lluvias porque el agua era
fundamental para la mezcla de la harina con el azogue.

Cuadro 3 – Transacciones de los trapicheros y k’ajchas en la ciudad de Potosí en


1762

Total
Mes No.Transacciones % Marcos Onzas % Reales
pesos

Enero 595 37,03 4157 2058 31559 16,08 1989

Febrero 311 19,35 3107 1269 19943 10,16 1034

Marzo 157 9,77 2845 545 20281 10,33 547

Abril 61 3,80 2031 224 14340 7,31 209

Mayo 55 3,42 1699 190 12010 6,12 193

Junio 54 3,36 1884 311 14752 7,52 179

Julio 52 3,24 1469 203 10307 5,25 157

Agosto 67 4,17 2026 226 14373 7,32 214

Septiembre 71 4,42 1846 284 12995 6,62 259

Octubre 78 4,85 2567 416 17571 8,95 261

Noviembre 56 3,48 2796 220 15026 7,66 195

Diciembre 50 3,11 1882 268 13129 6,69 171

Total 1607 100,00 28309 6214 196286 100,00 5408

Fuente: Banco de San Carlos BSC 313, Libro donde se sientan los marcos que se traen al rescate
de los trapicheros de esta rivera, 1761-1764, fol. 155, Archivo Histórico de Potosí.

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38 En general, una gran parte de los trapicheros, es decir 327 personas o el 67%,
realizaba una sola transacción por lo que suponemos que se trataba
fundamentalmente de trabajadores que de manera puntual lograban
incrementar sus salarios o generar un ingreso económico adicional. Gran parte
también, es decir 389 personas o el 75% (Cuadro 4), vendía por valores
inferiores a 200 pesos y en conjunto tenían en sus manos apenas el 12% del
total de la plata. Algunos ejemplos son interesantes. El indígena Joseph Arenas
vendía montos muy pequeños, de 7 a 30 pesos, obteniendo en las seis
transacciones que realizó un total de 103 pesos; la indígena Christina Cupi
vendió metales de Enero a Marzo en 15 transacciones por montos que variaban
de 11 a 58 pesos y en total vendió 473 pesos. Recordemos que el monto del
tributo era de 9 o 10 pesos anuales, por lo que 500 pesos resulta importante en
términos comparativos.
39 En el otro extremo, 25 trapicheros/as vendieron un poco más del 60% de
toda la plata. Entre éstos se encuentra Francisco Chamoso y Diego Iporre. El
primero era español y vendió un total de 18.556 pesos en 55 transacciones
mientras que el segundo vendió por 22.249 pesos en 57 transacciones.
40 La actividad de los k’ajchas y el beneficio en los trapiches podía generar, en
algunos casos, enriquecimientos que fácilmente sobresalían como los
anteriores. El caso de Agustín Quespi de Arzans y el de Vicente Santiesteban
conocido como el Ekeko, son otros ejemplos destacados.

Cuadro 4 – Transacciones según grupos por transacciones realizadas en 1762

41 La importancia adquirida por los k’ajchas explica que Cañete los incluyera en
su Código pero para registrarlos y controlarlos bajo determinadas reglas
después de demoler y desarmar los que no tuvieren agua y no tuvieren las
piedras adecuadas para la molienda.52 Quería que los que quedaran dieran
fianzas, que no se armaran nuevos trapiches y quimbaletes, que los trapicheros
registraran a las personas que llevaban metales, etc. Todo esto debían entregar
al Banco cada 6 meses para el “buen uso del azogue” y la entrega de la plata
para quintar.53 Los k’ajchas debían estar controlados además por Capitanes y
Alcaldes que debían ser “españoles o mestizos de honrados procedimientos”.
Es sumamente interesante que Cañete planteó un sistema de trabajo a partir a
medias con el dueño:

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“Mientras no se pudiere evitar que los indios cacchas trabajen en el Cerro


Rico los domingos y … fiestas en que los dueños desamparan sus
labores….no se les ha de impedir el que entren libremente y saquen
metal de las minas que quisieren…Pero para igualar la compensación del
trabajo con los derechos del dominio han de estar obligados a partir a
medias con el dueño…el domingo y lunes por la mañana todo el metal
que hubieren sacado de cada pertenencia…”54

Conclusiones
42 El “robo” implica propiedad y la propiedad no nos remite a sólo derechos en
las relaciones laborales sino, más importante aún, a los derechos de
explotación y acceso a los recursos minerales. Lo que se dio, por tanto, en los
primeros años de la explotación del cerro, es la definición de estos derechos. El
“robo” o plus salarial que se ha enfatizado también en la historiografía, debería
ser visto, por tanto, como el resultado de una “compensación” de pérdida de
derechos de parte de la población indígena. Esta pérdida se buscó minimizar
con las propiedades que Toledo otorgó a los caciques y sus sujetos en las minas
y con el derecho a explotar el cerro los fines de semana.
43 Por otro lado, la importancia que adquirieron los k’ajchas en la explotación y
transformación de los minerales en los trapiches constituye un claro ejemplo
de la agencia de los trabajadores que es importante subrayar. Ellos expresan
una lucha en términos económicos, continua y silenciosa, por lo que
consideraban eran sus derechos a los recursos que se habían ido perdiendo en
el tiempo o por derechos a los que ellos también querían tener acceso,
principalmente derecho a explotar y derecho a beneficiar los minerales. Fueron
acciones que implicaban participar en la nueva economía bajo sus propios
términos y sobre todo para un beneficio mayor que el que podían tener como
asalariados. La actividad de los k’ajchas, que pudo estar presente bajo otros
nombres y en menor escala durante el siglo XVII, se hizo evidente con su
organización y su enfrentamiento en 1751. Claramente emergió como un grupo
empoderado que logró dividir a las autoridades y logró también tener
legitimidad al ser reconocidos como vendedores de plata junto con los
trapicheros. Sin embargo es evidente también que su situación era totalmente
precaria.
44 La emergencia de los k’ajchas nos ayuda a comprender de distinta manera el
conjunto de las relaciones laborales en Potosí donde coexistió el trabajo
coactivo de la mita con el trabajo libre de los mingas o jornaleros. La pregunta
que nunca pudo responderse satisfactoriamente es por qué no se impuso el
trabajo y el salario libre por encima del de la mita. Si se toman en cuenta a los
k’ajchas en este escenario, nuestra comprensión de las relaciones laborales
toma una nueva dimensión. Su irrupción y su consolidación implica que no
podía desarrollarse un trabajo libre y proletario porque los k’ajchas podían
usufructuar mucho más que un salario y fueron, en parte, los propios mitayos y
mingas. Esto significa que para comprender el sistema laboral existente en
Potosí se deben tomar en cuenta simultáneamente las distintas formas de
trabajo que estarían profundamente articuladas y que permiten entender
mejor, en su conjunto y en su imbricación, la evolución de la mano de obra en
Potosí.
45 Finalmente, debemos considerar la propuesta de Tandeter que planteó, al
hablar de los k’ajchas, de una actividad popular de fin de semana. Es preciso ir
más allá para dar cuenta de la magnitud del proceso y de su significado para

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toda la economía minera. Por ellos proponemos la existencia de una “economía


popular” por su magnitud, tanto por la cantidad de gente involucrada, por los
montos que obtenían y por la variedad de personas incluyendo mitayos,
mulatos, mestizos y pobres españoles. Popular porque no estuvo en manos de
los azogueros tradicionales sino en manos generalmente de los trabajadores.
Popular también porque fue el resultado de un campo de fuerzas. Sin embargo
es claro también que su unidad se ha construido y se construyó en relación y
oposición a los azogueros, apoyados por la Corona Española porque detrás de
su unidad emerge también un grupo sumamente desigual. De ahí también que
hayan suscitado tanto debate en 1938: unos los veían como pequeños patrones
y pequeños empresarios mientras que otros los caracterizaban como
trabajadores y otros no dudaban en verlos más pobres que cualquier obrero
minero.55 Desde la perspectiva descriptiva taxonómica desarrollada en el
Instituto Internacional de Historia Social,56 unos podrían ser trabajadores
independientes (self-employed) mientras que otros serían pequeños
empresarios. Su unidad no significa por tanto ninguna homogeneidad ni en
términos laborales ni en ingresos generados. Su unidad, que se encuentra en la
historia y en su conformación como algo separado de los mineros-azogueros,
encubre claramente una gran heterogeneidad.

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Notes

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¿Ladrones, pequeños empresarios o trabajadores independientes? K’ajchas, trapic... Página 18 de 21

1 Absi, Pascale: Los ministros del Diablo. El trabajo y sus representaciones en las minas
de Potosí, La Paz, 2005, p. 24.
2 Así aparecen en los documentos y en la historiografía. Una de las grafías aceptadas
hoy es k’ajcha. Sobre su significado relacionado al sonido de la honda ver Anónimo,
Descripción histórica de Potosí, 1759, p. 256. Mendoza planteó que en quechua
significaba “brioso, atrevido, atemorizador” (Lewis Hanke y Gunnar Mendoza, eds.,
“Arzans Bartolomé de Orsúa y Vela: su vida y obra”, Historia de la Villa Imperial de
Potosí, 3 Tomos, Brown University Press, Providence. Ed. Facsimilar de Plural, Casa
Nacional de Moneda y Fundación Cultural del Banco Central de Bolivia, 1965-2012, T.
II, p. 477) estando relacionado con el trueno o rayo en el idioma aymara (Mendoza,
Gunnar, “Terminología y tecnología minera en el área andina de Charcas: García de
Llanos, un precursor [1598-1611]”, Diccionario y maneras de hablar que se usan en las
minas y sus labores en los ingenios y beneficios de los metales [1609]. La Paz: Museo
Nacional de Etnografía y Folklore, p. xli, 1983).
3 García de Llanos, Diccionario…, La Paz, 1609-1983. Enrique Tandeter encontró el
término por primera vez en un documento de 1709. Ver Coacción y Mercado. La minería
de la plata en el Potosí colonial 1692-1826, Centro de Estudios regionales andinos
“Bartolomé de las Casas”, Cusco, 1992, p. 128.
4 Potosí tuvo un período de crecimiento, (1549-1605), declive (1606-1723), recuperación
(1724-1783) y descenso (1784-1810). Cf. Richard Garner, “Long-Term Silver Mining
Trends in Spanish America: a Comparative Analysis of Peru and Mexico,” The American
Historical Review, 1988, Vol. 93, No. 4, Oct. 1988, p. 910-11.
5 Hanke, Lewis y Mendoza Gunnar, “Arzans Bartolomé de Orsúa y Vela”, en Historia de
la Villa Imperial de Potosí, Tomo III, p. 203 y 382 respectivamente.
6 Coacción y Mercado, 1992 y “La producción como actividad popular: ladrones de
minas en Potosí”, Nova Americana, Vol 4, 1981, Torino, p. 43-65.
7 “Q’aqchas and La Plebe in rebellion: Carnival vs. Lent in 18th century Potosi”, Journal
of Latin American Anthropology , 1996, (2) 1: 62-111, p. 63, 65 y 72.
8 Rodríguez, Gustavo, “Kajchas, trapicheros y ladrones de mineral en Bolivia (1824-
1900), Siglo XIX, Revista de Historia. Monterrey, , 1989, Año IV, No. 8, p. 125-139.
9 Gobierno, Minería y Sociedad. Potosí y el “Renacimiento” Borbónico, 1776-1810, 2
vols., La Paz, 1989, vol. II, p. 297.
10 Zulawski, Anne, They eat from their labor. Work and Social Change in Colonial
Bolivia, Pittsburgh, 1995, p. 108. Habría que señalar sin embargo que en México se
diferenciaba entre el partido, legalmente reconocido, y las prácticas de robo realizadas
por personas que no eran necesariamente trabajadores. Agradezco la puntualización
que me hizo David Navarrete.
11 Gavira Marquez, María Concepción, Historia de una crisis: la minería en Oruro a
fines del periodo colonial, IEB, La Paz, 2005.
12 “Producción, tecnología y trabajo en la Rivera de Potosí durante la República
temprana”, en Barragán, Qayum y Soux (Comps.), El siglo XIX: Bolivia y América
Latina, Travaux de l'IFEA 102, La Paz, 1997.
13 Absi, Pascale: Los ministros del Diablo. El trabajo y sus representaciones en las
minas de Potosí, La Paz, 2005.
14 Recordar también que gran parte de la mano de obra no perdió el acceso a la tierra
como principal medio de producción.
15 Molina Martínez, Miguel “Legislación minera colonial en tiempos de Felipe II”, en
Francisco Morales Padrón (Coord.). XIII Coloquio de Historia Canario-Americana; VIII
Congreso Internacional de Historia de América (AEA) (1998), 2000, p. 1014-15.
16 Toledo, Francisco, Disposiciones Gubernativas para el Virreinato del Perú, 1569-
1574, Escuela de Estudios Hispanoamericanos CSIC, Sevilla, 1986, p. 305.
17 Recopilación de Leyes de los Reynos de las Indias, Tomo Segundo, Quarta Impresión,
Madrid, Libro III, Título XVIII, Ley xiiij, 1551, 1563 y 1575; 1741, p. 71 y 68.
18 En Oruro las propiedades pertenecían a españoles, criollos y peninsulares aunque
Gavira señala que en lugares pequeños y/o alejados podían ser propiedad de los indios
originarios (Historia de una crisis, 2005: 92 y 219).
19 Sempat Assadourian, Carlos, El Sistema de la Economía Colonial. Mercado Interno,
Regiones y Espacio Económico, IEP, Lima, 1982, p. 22 y 295; ver situación de los
llamados indios varas, Peter Bakewell, Miners of the Red Mountain. Indian Labor in

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Potosi, 1545-1650, Albuquerque: University of New Mexico Press, 1984, p. 51; Salazar
Soler, Carmen, “Minería y moneda en la época colonial temprana”. Compendio de
historia económica del Perú II: Economía del período colonial temprano, en Carlos
Contreras, ed.; BCRP; IEP, Lima, 2009, p. 118, 123 y 128.
20 Tandeter, Coacción y Mercado, Cusco, 1992, p. 166.
21 Sempat Assadourian, Carlos, “La producción de la Mercancía Dinero en la formación
del Mercado interno colonial”, en Revista Economía, 1978, vol. I, 02, Revista de la
Universidad Católica de Lima, p. 9-56, 32.
22 Ibid, p. 29.
23 Toledo, Francisco de Disposiciones Gubernativas para el Virreinato del Perú, 1569-
1574,1986, Título I Ordenanza V, p. 307.
24 Buechler, Gobierno, Minería y Sociedad, Ver Anexos, Tomo 2, p. 473.
25 Arzans Orsúa y Vela, en Lewis Hanke y Gunnar Mendoza, eds., Historia de la Villa
Imperial de Potosí, 1965, T. III, p. 382.
26 Ambos autores utilizaron el documento proveniente del Archivo de Indias: AGI Lima
807.
27 Nosotros utilizamos AGI 481 (utilizado también por Abercrombie, “Q’aqchas and La
Plebe in rebellion”, 1996), AGI Charcas 435 y dos documentos provenientes del ABNB:
ALP Minas 25 13 y ALP 28/1.
28 La Capilla de los Cacchas ya existía según Arzans en 1725 así como el festejo a la
santa cruz (Arzans Orsúa y Vela, en Hanke y Mendoza, eds., Historia de la Villa Imperial
de Potosí, 1965: Tomo III: 201).
29 Tandeter, Coacción y Mercado, Cusco, 1992, p. 137.
30 Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia, ABNB (de aquí en adelante), Minas 25 13,
f. 420-421v.
31 ABNB ALP Minas 25 13 f. 402, 18 de Julio de 1752.; ver también Tandeter, Coacción y
Mercado, Cusco, 1992, p. 140-2.
32 Archivo General de Indias, AGI (de aquí en adelante) Charcas, 435, f.1, 2-2v y 3.
33 Que “tolerando que leuanten trapiches los curacas y capitanes enteradores de mita, a
crecido el numero y el descaro … que los indios, mitayos, barreteros, pongos y apiris que
trauajan en las minas son caplchas”. Y que “como les produce mas lucro que el que
tienen en el trabajo y cultivo de la tierra, cuando acaban sus tandas no vuelven a ellas y
se quedan ocultos para continuar su ejercicio de caglchas y asi se han minorado las
mitas”. s.n. (AGI Sevilla 481 No. 19. 1761) Potosí Mayo 1 de 1762. San Just.
34 Ver para el siglo XVII, las importantes contribuciones de Carmen Salazar Soler,
“Ingenieros sin fronteras, tratadistas y geniales inventores: ciencia y técnica en el Potosí
del siglo XVII”, en Mónica Quijada y Jesús Bustamante, Elites intelectuales y modelos
colectivos, Mundo Ibérico (Siglos XVI-XIX). CSIC, Madrid, 2002.
35 Van Buren, Mary y Cohen Claire, “Technological Change in Silver Production after
the Spanish Conquest in Porco, Bolivia”, Boletín del Museo Chileno de Arte
Precolombino, Vol. 15, No. 2, 29-46. Santiago, 2010, 44.
36 En Potosí los molinos utilizaron inicialmente energía humana, luego tracción animal
(mulas y caballos), finalmente máquinas empujadas por ruedas verticales que utilizaban
la energía hidráulica (Bakewell, 1984, Miners of the Red Mountain,1984,19-20).
37 Barba, Alonso, Arte de los metales: en que se enseña el verdadero beneficio de los de
oro y plata por azogue: el modo de fundirlos todos, y como se han de refinar y apartar
unos de otros. Imprenta de los Huérfonos. Lima. 1637-1817, p. 152-153.
38 Se trata de un molino formado por dos piedras o molas semiesfércias (orbis)
suspendidas sobre un basamento de piedra con forma de mortero (mortarium). Ver las
imágenes.
39 Los marays eran los molinos indígenas manuales. Joaquín Fernández Pérez afirma
que consistían en una “piedra solera inmóvil y en otra movida a mano por dos o cuatro
hombres”, ver “La amalgamación de los minerales de plata”, en El Oro y la plata de las
Indias en la época de los Austrias, Fundación ICO, España, 1999, p. 143.
40 Anónimo, Descripción histórica de Potosí, Manuscrito de la British Library existente
en el ABNB, Sucre, 1759: 278v.

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41 Bakewell, Miners of the Red Mountain, 198. “It seems that this stone was like the
native and Inca practice of grinding ores that the Spanish called quimbalate, a boulder
described as having a “half-moon shape…to the upper, flat, edge of which is lashed a
beam. The projecting ends of the beam are alternately pushed down by a worker on each
side. The boulder rocks to and fro, crushing the ore placed beneath it.”
42 Mira, 1997: 290, 333 y 336.
43 Mira, 1997, p. 290.
44 AGI Buenos Aires 440. Real Cédula de Incorporación de el Banco de Potosí a la Real
Hacienda y ordenanzas para su régimen y gobierno. Madrid, 1795. Del Rescate Ord. No.
IV y X.
45 ABNB ALP Min. 28/1, 1753: f.107v- f.108.
46 Salazar Soler, “Minería y moneda en la época colonial temprana”. Compendio de
historia económica del Perú II: Economía del período colonial temprano, 2009, p. 113.
47 AGI CHARCAS 700 Testimonio de la Visita de Cerro Yngenios y Trapiches del Cerro
Rico y Ribera de la Imperial Villa de Potosi. 22 de febrero de 1790. En F. 123v.: No. 35
(Trapiche) “Su trapiche propio; tiene 2 quimbaletes, 3 cochas, travajan los capchas toda
espesie de metal y presentan al Banco semanalmente 70 marcos por mas o menos se les
paga a 7 (f. 123v) pesos un real y a veses segun la calidad de las platas; no puede dar
razon del veneficio que consume del azogue por ser del resorte de los ynteresados…”. En
f. 124 No. 36: “travajan los capchas metales ricos y polborillas y en el veneficio es el
mismo de los antecedentes…” (f. 124).
48 Tandeter, Coacción y Mercado, 1992, p. 123-124.
49 Para 1761-1762, ver AHP Banco de San Carlos BSC 313, Libro donde se sientan los
marcos que se traen al rescate de los trapicheros de esta rivera, 1761-1764. Para los
azogueros, AHP Libro donde se asientan los marcos de plata que los señores Azogueros
de esta Villa …, 1759-1762, BSC-360, AHP.
50 AGI Charcas 481, No. 19. 1763-1769.
51 Ver la lista de Cañete en 1794, Ord. VI, Código Carolino, 1794, en Martiré, Eduardo,
El Código Carolino de ordenanzas reales de las minas de Potosí y demás provincias del
Río de la Plata [1794], Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires, 1973-1974,178.
52 ver Martiré, Eduardo, El Código Carolino de ordenanzas reales de las minas de
Potosí, Buenos Aires, 1973-1974, Tit. VII De los Trapichero y cacchas de Potosí, Ord. I,
p. 234-235.
53 Martiré, Op. Cit. Ord. II, III, IV, p. 264-66.
54 Martiré, Op. Cit. Ord. XII,Tit. VII. Ibid, p. 268.
55 Barragán, Rossana, “Ciudadanía y elecciones, Convenciones y Debates”, en Regiones
y poder constituyente en Bolivia. Una historia de pactos y disputas, Cuaderno de Futuro
n° 21, La Paz: PNUD, 2005, p. 427, 428.
56 Pequeños empresarios si contrataban por lo menos a 2 personas. Ver Taxonomy in
http://socialhistory.org/en/projects/history-labour-relations-1500-2000.

Table des illustrations

Titre Imágenes 1 – Diversas modalidades de molienda


Légende Esquema de Trapetum
Crédits http://es.wikipedia.org/wiki/Trapiche
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Légende Trapiche minero. Fotografía de José Lugo.
Crédits http://es.wikipedia.org/wiki/Trapiche
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Titre Imágenes 2: Tipo de Molinos según De Nigris (2012)
Légende

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Período Precolombino: (7) maray, (9) quimbalete; Período Colonial: (11)


trapiche b (13) quimbalete colonial, (14) quimbalete colonialPeríodo
Republicano: (21) quimbalete etnográfico (Bolivia), (23) trapiche moderno
(Chile, Bolivia, Colombia, Perú, Ecuador).
URL http://journals.openedition.org/nuevomundo/docannexe/image/67938/img-3.png
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Titre Imagen 3 – Trapiche (B) y Cochas (D)
Légende Grabado de Jean-Baptiste Scotin en la Biblioteca Nacional de Francia46
URL http://journals.openedition.org/nuevomundo/docannexe/image/67938/img-4.jpg
Fichier image/jpeg, 176k
Titre Foto 1 – Libro de rescates
Crédits Foto de la autora
URL http://journals.openedition.org/nuevomundo/docannexe/image/67938/img-5.png
Fichier image/png, 725k
Titre Foto 2
Crédits Foto de la autora
URL http://journals.openedition.org/nuevomundo/docannexe/image/67938/img-6.png
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Titre Cuadro 4 – Transacciones según grupos por transacciones realizadas en 1762
URL http://journals.openedition.org/nuevomundo/docannexe/image/67938/img-7.png
Fichier image/png, 75k

Pour citer cet article


Référence électronique
Rossana Barragán R., « ¿Ladrones, pequeños empresarios o trabajadores
independientes? K’ajchas, trapiches y plata en el cerro de Potosí en el siglo XVIII »,
Nuevo Mundo Mundos Nuevos [En ligne], Colloques, mis en ligne le 10 mars 2015,
consulté le 24 août 2019. URL : http://journals.openedition.org/nuevomundo/67938 ;
DOI : 10.4000/nuevomundo.67938

Auteur
Rossana Barragán R.
Instituto de Historia Social – Amsterdam
rba@iisg.nl

Droits d’auteur

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