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Colloques | 2015
Espacios y actores de la actividad minera en América Latina. Siglos XVI al XIX – Coord. David
Navarrete G.
ROSSANA BARRAGÁN R.
¿Ladrones, pequeños
empresarios o trabajadores
independientes? K’ajchas,
trapiches y plata en el cerro
de Potosí en el siglo XVIII
[10/03/2015]
Résumés
EspañolEnglish
Este artículo busca contribuir a la historia de los k’ajchas y los trapiches que producían
del 15 al 35% de la plata en Potosí en el siglo XVIII. Después de recordar la
historiografía que los abordó, el trabajo sitúa la problemática de la constitución de la
propiedad y concesión de las minas porque los k’ajchas pusieron en cuestionamiento ese
dominio involucrándose no sólo en la explotación sino también en el beneficio de los
minerales. De ahí que se plantea el conjunto k’ajchas/trapiches como unidad de análisis.
Se sostiene que el conjunto k’ajchas/trapiches significó la emergencia de un circuito
cuasi-paralelo al del gremio de mineros azogueros. En este sentido fue un boquete al
monopolio de los mineros azogueros. Se concluye con algunas reflexiones sobre su
caracterización y cómo puede cambiar nuestra perspectiva sobre el conjunto de las
relaciones laborales en Potosí a fines del período colonial.
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Entrées d’index
Keywords : Labour history, History of mines and technology of production, Potosí,
agency of workers, silver production
Palabras claves : Historia laboral, Historia minera y tecnología de producción, Potosí,
agencia de los trabajadores, producción de plata
Texte intégral
Agradezco sinceramente los comentarios de Brígida Von Mentz a una versión
mucho más amplia de este trabajo.
1 Los trabajadores mineros asalariados son y han sido, en países como Bolivia,
un grupo muy importante pero numéricamente restringido incluso en las
mejores épocas de la minería. De ahí que la historia de los trabajadores puede
tener un sesgo centrado en las grandes empresas mientras que la historia de
hombres y mujeres que han trabajado fuera de los marcos más establecidos, es
más difícil. En este artículo nos interesa contribuir a esa historia centrándonos
en el origen de lo que se conocen hoy como cooperativistas mineros,1 claves en
la minería boliviana. En los documentos históricos los k’ajchas aparecen como
cacchas o capchas2 aunque el término no se encuentra en los diccionarios de
minería del siglo XVII3 lo que refuerza la idea de que fueron característicos del
siglo XVIII, cuando la minería volvió a repuntar.4
2 Los k’ajchas son parte importante de la historia minera andino-boliviana y
aunque no han pasado desapercibidos, tampoco han merecido una
investigación de largo aliento. El conocido Arzans de Orsúa y Vela, en Historia
de la Villa Imperial de Potosí (abarcando desde 1545 hasta 1736), relató las
aventuras del capitán de los k’ajchas, Agustín Quespi, un héroe popular
respetado y temido pero con un destino incierto. Para Arzans los k’ajchas
podían ser españoles, mestizos e indios.5 Otro autor que se refirió a ellos fue
Pedro Vicente Cañete en su Guía Historia física y política de Potosí escrita en
1787 (publicada en 1952 y 1954) y en el Código Carolino de 1794.
3 Lewis Hanke, en 1959, y Gunnar Mendoza, en 1965, fueron los autores que
nos hicieron conocer los testimonios que quedaron sobre los k’ajchas con las
características que se repetirían en las investigaciones futuras: el ingreso de los
trabajadores al cerro el fin de semana, el “robo” de minerales que realizaban y
los prejuicios que ocasionaban a las minas establecidas.
4 A partir de los 80’s, diversos autores dedicaron algunos artículos a los
k’ajchas. En 1981, Enrique Tandeter publicó un trabajo clave sobre estos
“ladrones de mineral” o trabajadores de week-end planteando la existencia de
la producción minera como “actividad popular”.6 En 1989, Thomas
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El dominio y posesión en
cuestionamiento
10 El derecho legal al acceso y a la explotación de las minas determina la
legitimidad de una propiedad o concesión definiendo un universo de
propietarios o, en el lenguaje de la época, “señores de minas”. La legislación en
América mantuvo el dominio real sobre el subsuelo dejando su explotación a
particulares a cambio de un impuesto sobre la producción. Las Ordenanzas de
La Gasca de 1550 en Potosí sancionadas por la Audiencia de Lima, las
Ordenanzas de Polo de Ondegardo de 1562 y las de Toledo de 1574 ratificaron
esos principios.15 De manera más específica, las ordenanzas para Potosí y Porco
de 1574 establecieron los derechos realengos, principio a partir del cual el Rey
podía otorgar y conceder sus derechos a sus vasallos y súbditos16 cualquiera
fuera su condición. Lo anterior implicó que los indios podían recibir estas
concesiones como vasallos del rey y así se explicitó en las Leyes de Indias.17 Sin
embargo sabemos poco sobre las concesiones legales otorgadas efectivamente a
indígenas o, de manera más precisa aún, cuán frecuentes, en qué proporción y
en qué regiones y minas.18 El análisis de la información proporcionada por Luis
Capoche en la Relación General de la Villa Imperial de Potosí (1585) permite
afirmar, por ejemplo, que entre más de 500 mineros registrados como
concesionarios, existían por lo menos 23 indios aunque no sabemos qué pasó
con ellos posteriormente.
11 Es preciso relacionar este acceso legal de parte de los indígenas a las vetas
del cerro con la mejor posición que parecen haber tenido en la primera época
del auge potosino cuando el proceso de extracción, fundición y venta en los
mercados locales estuvo en gran parte en sus manos recurriendo a la tecnología
tradicional tanto para la trituración de los metales como para la fundición.19
12 Los cambios introducidos por el Virrey Francisco de Toledo cambiarían la
situación. El proceso de amalgamación introducido requería el
aprovisionamiento de mercurio, de agua y de mano de obra. Se consolidó
también el modelo de empresa que unió las etapas de extracción y beneficio del
mineral de tal manera que los dueños de ingenios eran los mismos de las
minas20 que organizados en el Gremio de los Azogueros se convirtieron en los
beneficiarios del sistema. Este conjunto de transformaciones ocasionaron una
“concentración casi absoluta de los medios de producción en el grupo español”
tanto en el proceso de extracción como en el del refinamiento.21
13 Sempat Assadourian, retomando el escrito de Capoche del siglo XVI, planteó
que los indígenas sufrieron una degradación porque se los subordinó a un
sistema de salario. Capoche escribió que “la invención del azogue les dio gran
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pena… pues los privaba de sus granjerías, y... no tenían otro remedio para
sustentarse… si no era por vía de jornal, habiendo poseído toda la riqueza
pasada”.22 Esto significa que fue emergiendo y se fue consolidando la figura del
“trabajador” en estrecha relación, obviamente, a la del propietario
concesionario de minas y azoguero.
14 Es en este contexto que deben situarse dos fenómenos importantes: la
permisividad que recibieron los trabajadores para explotar los minerales los
fines de semana para su propio beneficio, una práctica presente en muchas
minas; y la merced otorgada por el Virrey Toledo a las autoridades indígenas,
de 60 varas para los caciques y para las parcialidades, con el fin de “que posean
en común” y se destinen al pago de la mita y el tributo, otorgándose otro tanto
para el cacique (de 80 varas) y sus herederos.23 En otras palabras, estas
medidas parecen constituir una compensación al acceso más libre que se fue
restringiendo a medida que los derechos de propiedad se iban consolidando.
15 Lastimosamente no se conoce qué sucedió con estas propiedades en manos
indígenas. Lo que sí sabemos es que las personas que ingresaban al cerro a
explotar metales los fines de semana se conocieron un siglo después bajo el
nombre de k’ajchas.
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26 El autor comparó también los trapiches con los antiguos molinos de aceituna
(posiblemente los “trapetum” en Grecia38) como con las tahonas o molinos de
harina (Ver Imágenes 1). La referencia que tiene a los marayes39 como medias
luna recuerda también la figura 21 de Di Nigris (ver Imágenes 2).
27 Mucho más tarde, a mediados del siglo XVIII, una descripción anónima
utilizó casi las mismas palabras de Barba. Eran ingenios menores que
consistían en una piedra solera sobre la que se acomodaba otra, llamada
voladora. De manera más precisa informaba que la “piedra solera de alas de
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mosca” tenía “desde una vara hasta dos de diámetro”. Se pondría 1 @ de metal
sobre la solera y uno o dos mas peones la moverían con gran velocidad
moliendo semanalmente 20 cajones de metal que se bajan del cerro a los
trapiches y corresponden 2 qqs. o menos a cada molienda.40 Otros autores se
refieren a que en los trapiches se utilizaban molinos de quimbaletes.41
28 En síntesis, aunque hay acuerdo en que el sistema consiste en una molienda
que recurre a dos piedras, hay muchas posibilidades como se observa en las
imágenes, y es posible que el término trapiche sea genérico albergando en su
seno diferenciaciones sutiles o importantes (ver también Imagen 4). En todo
caso, con esta tecnología se obtenía una harina generalmente más gruesa que la
de los grandes ingenios.
Esquema de Trapetum
http://es.wikipedia.org/wiki/Trapiche
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29 Una vez triturados los minerales se mezclaba “la harina” así obtenida con sal
y azogue. Mira señala que se distribuían anualmente entre 1.000 a 2.000
quintales de azogue por cabeza de ingenio mientras que los trapicheros
recibían 300 libras de azogue y los capchas que no solicitaban más de 100
libras debían comprarla al contado.42 El precio de la plata comprada distinguía
también su origen: en el período del corregidor Santelices era de 7 pesos y 5
reales para los azogueros; 7 pesos y 3 reales para los trapicheros y 7 pesos 1 real
para los Capchas.43 Trapicheros y k’ajchas tenían además la posibilidad de
llevarla al Banco como piñones porque en el patio había un hornillo para que
pudieran requemarla ahí para purificar la plata.44
30 Trapicheros y k’ajchas fueron por tanto reconocidos como sujetos
productores y vendedores de plata. Por ello mismo generaron la oposición de
otros grupos. En 1751, por ejemplo, el Alcalde Mayor de Minas aconsejó
demoler los 300 trapiches evitando los prejuicios que causaban pero también la
disponibilidad de tener más gente para trabajar en las minas e ingenios de los
azogueros45.
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de 4 marcos de plata pura por cajón de 50 qqs. mientras que los trapiches
producían 60 marcos de plata pura por cajón! Quisiera subrayar esta
información porque ello significaría que los k’ajchas se estaban apropiando del
mineral más rico. De manera global se estima que los k’ajchas producían
50.000 marcos lo que significaría que los k’ajchas podían ser responsables de
la producción de hasta un 38%.48
33 Los libros de los marcos vendidos al Banco de San Carlos en 1762 presentan
cifras mucho menores a las señaladas por Tandeter pero aun así significativas
tanto por el número de gente involucrada como por el monto vendido. Los
k’ajchas y trapicheros que figuran en estos libros ascienden a más 500 para este
año, vendiendo 28.000 marcos de plata en más de 1.500 transacciones por un
monto total de casi 200.000 pesos, representando el 16% en relación a los
azogueros.
Marcos % Pesos %
Foto de la autora
Foto 2
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Foto de la autora
Trapiches No.
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Total 218
Total
Mes No.Transacciones % Marcos Onzas % Reales
pesos
Fuente: Banco de San Carlos BSC 313, Libro donde se sientan los marcos que se traen al rescate
de los trapicheros de esta rivera, 1761-1764, fol. 155, Archivo Histórico de Potosí.
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38 En general, una gran parte de los trapicheros, es decir 327 personas o el 67%,
realizaba una sola transacción por lo que suponemos que se trataba
fundamentalmente de trabajadores que de manera puntual lograban
incrementar sus salarios o generar un ingreso económico adicional. Gran parte
también, es decir 389 personas o el 75% (Cuadro 4), vendía por valores
inferiores a 200 pesos y en conjunto tenían en sus manos apenas el 12% del
total de la plata. Algunos ejemplos son interesantes. El indígena Joseph Arenas
vendía montos muy pequeños, de 7 a 30 pesos, obteniendo en las seis
transacciones que realizó un total de 103 pesos; la indígena Christina Cupi
vendió metales de Enero a Marzo en 15 transacciones por montos que variaban
de 11 a 58 pesos y en total vendió 473 pesos. Recordemos que el monto del
tributo era de 9 o 10 pesos anuales, por lo que 500 pesos resulta importante en
términos comparativos.
39 En el otro extremo, 25 trapicheros/as vendieron un poco más del 60% de
toda la plata. Entre éstos se encuentra Francisco Chamoso y Diego Iporre. El
primero era español y vendió un total de 18.556 pesos en 55 transacciones
mientras que el segundo vendió por 22.249 pesos en 57 transacciones.
40 La actividad de los k’ajchas y el beneficio en los trapiches podía generar, en
algunos casos, enriquecimientos que fácilmente sobresalían como los
anteriores. El caso de Agustín Quespi de Arzans y el de Vicente Santiesteban
conocido como el Ekeko, son otros ejemplos destacados.
41 La importancia adquirida por los k’ajchas explica que Cañete los incluyera en
su Código pero para registrarlos y controlarlos bajo determinadas reglas
después de demoler y desarmar los que no tuvieren agua y no tuvieren las
piedras adecuadas para la molienda.52 Quería que los que quedaran dieran
fianzas, que no se armaran nuevos trapiches y quimbaletes, que los trapicheros
registraran a las personas que llevaban metales, etc. Todo esto debían entregar
al Banco cada 6 meses para el “buen uso del azogue” y la entrega de la plata
para quintar.53 Los k’ajchas debían estar controlados además por Capitanes y
Alcaldes que debían ser “españoles o mestizos de honrados procedimientos”.
Es sumamente interesante que Cañete planteó un sistema de trabajo a partir a
medias con el dueño:
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Conclusiones
42 El “robo” implica propiedad y la propiedad no nos remite a sólo derechos en
las relaciones laborales sino, más importante aún, a los derechos de
explotación y acceso a los recursos minerales. Lo que se dio, por tanto, en los
primeros años de la explotación del cerro, es la definición de estos derechos. El
“robo” o plus salarial que se ha enfatizado también en la historiografía, debería
ser visto, por tanto, como el resultado de una “compensación” de pérdida de
derechos de parte de la población indígena. Esta pérdida se buscó minimizar
con las propiedades que Toledo otorgó a los caciques y sus sujetos en las minas
y con el derecho a explotar el cerro los fines de semana.
43 Por otro lado, la importancia que adquirieron los k’ajchas en la explotación y
transformación de los minerales en los trapiches constituye un claro ejemplo
de la agencia de los trabajadores que es importante subrayar. Ellos expresan
una lucha en términos económicos, continua y silenciosa, por lo que
consideraban eran sus derechos a los recursos que se habían ido perdiendo en
el tiempo o por derechos a los que ellos también querían tener acceso,
principalmente derecho a explotar y derecho a beneficiar los minerales. Fueron
acciones que implicaban participar en la nueva economía bajo sus propios
términos y sobre todo para un beneficio mayor que el que podían tener como
asalariados. La actividad de los k’ajchas, que pudo estar presente bajo otros
nombres y en menor escala durante el siglo XVII, se hizo evidente con su
organización y su enfrentamiento en 1751. Claramente emergió como un grupo
empoderado que logró dividir a las autoridades y logró también tener
legitimidad al ser reconocidos como vendedores de plata junto con los
trapicheros. Sin embargo es evidente también que su situación era totalmente
precaria.
44 La emergencia de los k’ajchas nos ayuda a comprender de distinta manera el
conjunto de las relaciones laborales en Potosí donde coexistió el trabajo
coactivo de la mita con el trabajo libre de los mingas o jornaleros. La pregunta
que nunca pudo responderse satisfactoriamente es por qué no se impuso el
trabajo y el salario libre por encima del de la mita. Si se toman en cuenta a los
k’ajchas en este escenario, nuestra comprensión de las relaciones laborales
toma una nueva dimensión. Su irrupción y su consolidación implica que no
podía desarrollarse un trabajo libre y proletario porque los k’ajchas podían
usufructuar mucho más que un salario y fueron, en parte, los propios mitayos y
mingas. Esto significa que para comprender el sistema laboral existente en
Potosí se deben tomar en cuenta simultáneamente las distintas formas de
trabajo que estarían profundamente articuladas y que permiten entender
mejor, en su conjunto y en su imbricación, la evolución de la mano de obra en
Potosí.
45 Finalmente, debemos considerar la propuesta de Tandeter que planteó, al
hablar de los k’ajchas, de una actividad popular de fin de semana. Es preciso ir
más allá para dar cuenta de la magnitud del proceso y de su significado para
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Notes
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1 Absi, Pascale: Los ministros del Diablo. El trabajo y sus representaciones en las minas
de Potosí, La Paz, 2005, p. 24.
2 Así aparecen en los documentos y en la historiografía. Una de las grafías aceptadas
hoy es k’ajcha. Sobre su significado relacionado al sonido de la honda ver Anónimo,
Descripción histórica de Potosí, 1759, p. 256. Mendoza planteó que en quechua
significaba “brioso, atrevido, atemorizador” (Lewis Hanke y Gunnar Mendoza, eds.,
“Arzans Bartolomé de Orsúa y Vela: su vida y obra”, Historia de la Villa Imperial de
Potosí, 3 Tomos, Brown University Press, Providence. Ed. Facsimilar de Plural, Casa
Nacional de Moneda y Fundación Cultural del Banco Central de Bolivia, 1965-2012, T.
II, p. 477) estando relacionado con el trueno o rayo en el idioma aymara (Mendoza,
Gunnar, “Terminología y tecnología minera en el área andina de Charcas: García de
Llanos, un precursor [1598-1611]”, Diccionario y maneras de hablar que se usan en las
minas y sus labores en los ingenios y beneficios de los metales [1609]. La Paz: Museo
Nacional de Etnografía y Folklore, p. xli, 1983).
3 García de Llanos, Diccionario…, La Paz, 1609-1983. Enrique Tandeter encontró el
término por primera vez en un documento de 1709. Ver Coacción y Mercado. La minería
de la plata en el Potosí colonial 1692-1826, Centro de Estudios regionales andinos
“Bartolomé de las Casas”, Cusco, 1992, p. 128.
4 Potosí tuvo un período de crecimiento, (1549-1605), declive (1606-1723), recuperación
(1724-1783) y descenso (1784-1810). Cf. Richard Garner, “Long-Term Silver Mining
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Historical Review, 1988, Vol. 93, No. 4, Oct. 1988, p. 910-11.
5 Hanke, Lewis y Mendoza Gunnar, “Arzans Bartolomé de Orsúa y Vela”, en Historia de
la Villa Imperial de Potosí, Tomo III, p. 203 y 382 respectivamente.
6 Coacción y Mercado, 1992 y “La producción como actividad popular: ladrones de
minas en Potosí”, Nova Americana, Vol 4, 1981, Torino, p. 43-65.
7 “Q’aqchas and La Plebe in rebellion: Carnival vs. Lent in 18th century Potosi”, Journal
of Latin American Anthropology , 1996, (2) 1: 62-111, p. 63, 65 y 72.
8 Rodríguez, Gustavo, “Kajchas, trapicheros y ladrones de mineral en Bolivia (1824-
1900), Siglo XIX, Revista de Historia. Monterrey, , 1989, Año IV, No. 8, p. 125-139.
9 Gobierno, Minería y Sociedad. Potosí y el “Renacimiento” Borbónico, 1776-1810, 2
vols., La Paz, 1989, vol. II, p. 297.
10 Zulawski, Anne, They eat from their labor. Work and Social Change in Colonial
Bolivia, Pittsburgh, 1995, p. 108. Habría que señalar sin embargo que en México se
diferenciaba entre el partido, legalmente reconocido, y las prácticas de robo realizadas
por personas que no eran necesariamente trabajadores. Agradezco la puntualización
que me hizo David Navarrete.
11 Gavira Marquez, María Concepción, Historia de una crisis: la minería en Oruro a
fines del periodo colonial, IEB, La Paz, 2005.
12 “Producción, tecnología y trabajo en la Rivera de Potosí durante la República
temprana”, en Barragán, Qayum y Soux (Comps.), El siglo XIX: Bolivia y América
Latina, Travaux de l'IFEA 102, La Paz, 1997.
13 Absi, Pascale: Los ministros del Diablo. El trabajo y sus representaciones en las
minas de Potosí, La Paz, 2005.
14 Recordar también que gran parte de la mano de obra no perdió el acceso a la tierra
como principal medio de producción.
15 Molina Martínez, Miguel “Legislación minera colonial en tiempos de Felipe II”, en
Francisco Morales Padrón (Coord.). XIII Coloquio de Historia Canario-Americana; VIII
Congreso Internacional de Historia de América (AEA) (1998), 2000, p. 1014-15.
16 Toledo, Francisco, Disposiciones Gubernativas para el Virreinato del Perú, 1569-
1574, Escuela de Estudios Hispanoamericanos CSIC, Sevilla, 1986, p. 305.
17 Recopilación de Leyes de los Reynos de las Indias, Tomo Segundo, Quarta Impresión,
Madrid, Libro III, Título XVIII, Ley xiiij, 1551, 1563 y 1575; 1741, p. 71 y 68.
18 En Oruro las propiedades pertenecían a españoles, criollos y peninsulares aunque
Gavira señala que en lugares pequeños y/o alejados podían ser propiedad de los indios
originarios (Historia de una crisis, 2005: 92 y 219).
19 Sempat Assadourian, Carlos, El Sistema de la Economía Colonial. Mercado Interno,
Regiones y Espacio Económico, IEP, Lima, 1982, p. 22 y 295; ver situación de los
llamados indios varas, Peter Bakewell, Miners of the Red Mountain. Indian Labor in
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Potosi, 1545-1650, Albuquerque: University of New Mexico Press, 1984, p. 51; Salazar
Soler, Carmen, “Minería y moneda en la época colonial temprana”. Compendio de
historia económica del Perú II: Economía del período colonial temprano, en Carlos
Contreras, ed.; BCRP; IEP, Lima, 2009, p. 118, 123 y 128.
20 Tandeter, Coacción y Mercado, Cusco, 1992, p. 166.
21 Sempat Assadourian, Carlos, “La producción de la Mercancía Dinero en la formación
del Mercado interno colonial”, en Revista Economía, 1978, vol. I, 02, Revista de la
Universidad Católica de Lima, p. 9-56, 32.
22 Ibid, p. 29.
23 Toledo, Francisco de Disposiciones Gubernativas para el Virreinato del Perú, 1569-
1574,1986, Título I Ordenanza V, p. 307.
24 Buechler, Gobierno, Minería y Sociedad, Ver Anexos, Tomo 2, p. 473.
25 Arzans Orsúa y Vela, en Lewis Hanke y Gunnar Mendoza, eds., Historia de la Villa
Imperial de Potosí, 1965, T. III, p. 382.
26 Ambos autores utilizaron el documento proveniente del Archivo de Indias: AGI Lima
807.
27 Nosotros utilizamos AGI 481 (utilizado también por Abercrombie, “Q’aqchas and La
Plebe in rebellion”, 1996), AGI Charcas 435 y dos documentos provenientes del ABNB:
ALP Minas 25 13 y ALP 28/1.
28 La Capilla de los Cacchas ya existía según Arzans en 1725 así como el festejo a la
santa cruz (Arzans Orsúa y Vela, en Hanke y Mendoza, eds., Historia de la Villa Imperial
de Potosí, 1965: Tomo III: 201).
29 Tandeter, Coacción y Mercado, Cusco, 1992, p. 137.
30 Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia, ABNB (de aquí en adelante), Minas 25 13,
f. 420-421v.
31 ABNB ALP Minas 25 13 f. 402, 18 de Julio de 1752.; ver también Tandeter, Coacción y
Mercado, Cusco, 1992, p. 140-2.
32 Archivo General de Indias, AGI (de aquí en adelante) Charcas, 435, f.1, 2-2v y 3.
33 Que “tolerando que leuanten trapiches los curacas y capitanes enteradores de mita, a
crecido el numero y el descaro … que los indios, mitayos, barreteros, pongos y apiris que
trauajan en las minas son caplchas”. Y que “como les produce mas lucro que el que
tienen en el trabajo y cultivo de la tierra, cuando acaban sus tandas no vuelven a ellas y
se quedan ocultos para continuar su ejercicio de caglchas y asi se han minorado las
mitas”. s.n. (AGI Sevilla 481 No. 19. 1761) Potosí Mayo 1 de 1762. San Just.
34 Ver para el siglo XVII, las importantes contribuciones de Carmen Salazar Soler,
“Ingenieros sin fronteras, tratadistas y geniales inventores: ciencia y técnica en el Potosí
del siglo XVII”, en Mónica Quijada y Jesús Bustamante, Elites intelectuales y modelos
colectivos, Mundo Ibérico (Siglos XVI-XIX). CSIC, Madrid, 2002.
35 Van Buren, Mary y Cohen Claire, “Technological Change in Silver Production after
the Spanish Conquest in Porco, Bolivia”, Boletín del Museo Chileno de Arte
Precolombino, Vol. 15, No. 2, 29-46. Santiago, 2010, 44.
36 En Potosí los molinos utilizaron inicialmente energía humana, luego tracción animal
(mulas y caballos), finalmente máquinas empujadas por ruedas verticales que utilizaban
la energía hidráulica (Bakewell, 1984, Miners of the Red Mountain,1984,19-20).
37 Barba, Alonso, Arte de los metales: en que se enseña el verdadero beneficio de los de
oro y plata por azogue: el modo de fundirlos todos, y como se han de refinar y apartar
unos de otros. Imprenta de los Huérfonos. Lima. 1637-1817, p. 152-153.
38 Se trata de un molino formado por dos piedras o molas semiesfércias (orbis)
suspendidas sobre un basamento de piedra con forma de mortero (mortarium). Ver las
imágenes.
39 Los marays eran los molinos indígenas manuales. Joaquín Fernández Pérez afirma
que consistían en una “piedra solera inmóvil y en otra movida a mano por dos o cuatro
hombres”, ver “La amalgamación de los minerales de plata”, en El Oro y la plata de las
Indias en la época de los Austrias, Fundación ICO, España, 1999, p. 143.
40 Anónimo, Descripción histórica de Potosí, Manuscrito de la British Library existente
en el ABNB, Sucre, 1759: 278v.
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41 Bakewell, Miners of the Red Mountain, 198. “It seems that this stone was like the
native and Inca practice of grinding ores that the Spanish called quimbalate, a boulder
described as having a “half-moon shape…to the upper, flat, edge of which is lashed a
beam. The projecting ends of the beam are alternately pushed down by a worker on each
side. The boulder rocks to and fro, crushing the ore placed beneath it.”
42 Mira, 1997: 290, 333 y 336.
43 Mira, 1997, p. 290.
44 AGI Buenos Aires 440. Real Cédula de Incorporación de el Banco de Potosí a la Real
Hacienda y ordenanzas para su régimen y gobierno. Madrid, 1795. Del Rescate Ord. No.
IV y X.
45 ABNB ALP Min. 28/1, 1753: f.107v- f.108.
46 Salazar Soler, “Minería y moneda en la época colonial temprana”. Compendio de
historia económica del Perú II: Economía del período colonial temprano, 2009, p. 113.
47 AGI CHARCAS 700 Testimonio de la Visita de Cerro Yngenios y Trapiches del Cerro
Rico y Ribera de la Imperial Villa de Potosi. 22 de febrero de 1790. En F. 123v.: No. 35
(Trapiche) “Su trapiche propio; tiene 2 quimbaletes, 3 cochas, travajan los capchas toda
espesie de metal y presentan al Banco semanalmente 70 marcos por mas o menos se les
paga a 7 (f. 123v) pesos un real y a veses segun la calidad de las platas; no puede dar
razon del veneficio que consume del azogue por ser del resorte de los ynteresados…”. En
f. 124 No. 36: “travajan los capchas metales ricos y polborillas y en el veneficio es el
mismo de los antecedentes…” (f. 124).
48 Tandeter, Coacción y Mercado, 1992, p. 123-124.
49 Para 1761-1762, ver AHP Banco de San Carlos BSC 313, Libro donde se sientan los
marcos que se traen al rescate de los trapicheros de esta rivera, 1761-1764. Para los
azogueros, AHP Libro donde se asientan los marcos de plata que los señores Azogueros
de esta Villa …, 1759-1762, BSC-360, AHP.
50 AGI Charcas 481, No. 19. 1763-1769.
51 Ver la lista de Cañete en 1794, Ord. VI, Código Carolino, 1794, en Martiré, Eduardo,
El Código Carolino de ordenanzas reales de las minas de Potosí y demás provincias del
Río de la Plata [1794], Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires, 1973-1974,178.
52 ver Martiré, Eduardo, El Código Carolino de ordenanzas reales de las minas de
Potosí, Buenos Aires, 1973-1974, Tit. VII De los Trapichero y cacchas de Potosí, Ord. I,
p. 234-235.
53 Martiré, Op. Cit. Ord. II, III, IV, p. 264-66.
54 Martiré, Op. Cit. Ord. XII,Tit. VII. Ibid, p. 268.
55 Barragán, Rossana, “Ciudadanía y elecciones, Convenciones y Debates”, en Regiones
y poder constituyente en Bolivia. Una historia de pactos y disputas, Cuaderno de Futuro
n° 21, La Paz: PNUD, 2005, p. 427, 428.
56 Pequeños empresarios si contrataban por lo menos a 2 personas. Ver Taxonomy in
http://socialhistory.org/en/projects/history-labour-relations-1500-2000.
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Auteur
Rossana Barragán R.
Instituto de Historia Social – Amsterdam
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