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Desigualdad económica

GRUPO 2

Es uno de los grandes problemas de los sistemas económicos, el cual se puede


definir así:

“La desigualdad económica es la diferencia en cómo se distribuyen los


activos, el bienestar o los ingresos entre la población (OECD, 2015b), es
decir, es la dispersión que existe en la distribución de ingreso, consumo o
algún otro indicador de bienestar” (Litchfield, 1999).

“No debe confundirse a la desigualdad con la pobreza. La desigualdad hace


referencia a la variación de los estándares de vida de la población,
independientemente de si dicha población está o no en pobreza, de hecho,
puede existir desigualdad sin pobreza, y pobreza sin desigualdad” (McKay,
2002).

Causas de la desigualdad económica:

1. Sistemas fiscales injustos: La desigualdad aumentará si los que menos ingresos


tienen siguen pagando más impuestos que los ricos. Google, Amazon o
Starbucks pagan 10% únicamente sobre sus beneficios.
2. Corrupción y flujo ilícito de capitales:
3. Distribución injusta de la inversión y el gasto público: Se ocasiona cuando
determinados grupos se benefician a mayores niveles del gasto público que el
resto.
4. Distribución injusta de la tierra: El acaparamiento de tierras por inversiones
extranjeras y en manos de los más poderosos, lo cual genera perdida de tierra
por cultivar.
5. Falta de conciencia y de acciones por aquellas personas con los recursos
necesarios para mejorar el sistema deficiente de economía.
6. Acceso desigual a capital, conocimiento y trabajo: nuestras posibilidades de
progresar y aumentar la calidad de vida con puestos de trabajo de calidad se
disminuyen si nos vemos restringidos o con pocas posibilidades de acceso a
factores como el capital, el conocimiento o la tecnología.
7. Privatización: cuando se produce la privatización de servicios públicos
fundamentales, se recae en la exclusión del acceso a ellos por parte de los
ciudadanos que no tienen la posibilidad de pagar los precios requeridos, el
gobierno es responsable de no permitir esta falta a los derechos humanos
fundamentales.
8. Exclusión a los espacios de toma de decisiones: Este problema genera déficit
democrático y es responsable de ellos la falta de transparencia en el desarrollo
de las consultas de elección popular, donde solo un grupo de poderosos toman
el sistema político en beneficio propio.
9. Desigualdad de género: Se viven en pleno siglo XXI y es debido a creencias
todavía existentes entre la sociedad. Un ejemplo de ello son los problemas
tratados anteriormente que afectan mucho más a las mujeres.
10. Impunidad de los sistemas judiciales: La impunidad en delitos cometidos contra
los intereses políticos y económicos de la población genera irremediables
fracturas en la economía de una nación.
11. Los conflictos: Los conflictos armados no solo traen pobreza, también son una
herramienta que sirve para perpetuar en el poder a un grupo de personas y
estos actúan en contra del gran grupo restante, esto debido a que en ocasiones
el poder político, económico y militar actuando en conjunto de forma maligna son
los culpables del desangramiento fiscal de un país.

Consecuencias:

La desigualdad, además de repercutir en el crecimiento económico genera un


empobrecimiento social. Además, la concentración de riqueza facilita el secuestro de
las políticas públicas y la corrupción ya que las leyes favorecen a los más poderosos y
por tanto se desvanece la igualdad de oportunidades, que es paralo que vela o debería
velar el Estado.

Puede ayudar al progreso y al crecimiento económico, hay que considerar que


una vez superado tal grado de desigualdad necesaria se produce un efecto negativo
sobre el crecimiento que se refleja en la estratificación social y en la captura de las
instituciones democráticas por parte de una pequeña élite de la población.

Las consecuencias más marcadas y notorias es que dificulta la lucha contra la


desigualdad de género, genera condiciones de vida menos dignas, lo que lleva consigo
es convertir a la desigualdad en un obstáculo para que los colectivos vulnerables
puedan contrarrestar los efectos del cambio climático. Por otra parte, impide la lucha
contra la pobreza y por último, pero no menos importante, afecta a los más indefensos,
los niños y las niñas.

Caso Real:

En 2017 aumentó el abismo entre millonarios y pobres

“El 82% de la riqueza creada en el mundo el año pasado fue para el 1% más rico
de la población.” (Neira, 2018)

Cada año, por esta época, lo más selecto de la élite política y económica
mundial reunida en el Foro Económico de Davos recibe un documento de menos de
100 páginas que provoca un estruendo en la apacible ciudad alpina.

Se trata del informe de Oxfam, confederación internacional de 20 organizaciones


que trabaja en 90 países, y cuyo propósito es “hacer campaña por un futuro más justo”.
En Colombia trabaja desde hace más de 30 años con víctimas del conflicto, mujeres
indígenas, campesinas y afrodescendientes tanto en áreas rurales como en barrios
populares.
Precisamente, Oxfam publica su informe sobre desigualdad en el marco de la
cumbre en Suiza “para garantizar que las personas más poderosas del mundo
escuchen nuestro mensaje: que deben actuar para acabar con la desigualdad
extrema”, dice desde República Dominicana Rosa Cañete, responsable del programa
de lucha contra la desigualdad y la captura del Estado en América Latina y el Caribe.
“Las personas que participan en Davos son parte del problema y deben ser parte de la
solución”, argumenta ella.

En esta ocasión, el informe se tituló ‘Premiar el trabajo, no la riqueza’. ¿Por qué?


La principal conclusión “muestra cómo la economía mundial posibilita que los más ricos
sigan acumulando vastas fortunas, mientras que cientos de millones de personas
luchan cada día para sobrevivir con salarios de pobreza”, se lee en este.

Los resultados son abrumadores. Revela, por ejemplo, que el 82 por ciento de la
riqueza mundial generada durante 2017 fue a los bolsillos del 1 por ciento más rico de
la población, mientras el 50 por ciento más pobre –3.700 millones de personas– no
recibió nada de dicho crecimiento. Por eso, Oxfam hizo “un llamamiento a los gobiernos
para que garanticen que nuestras economías funcionen para todas las personas y no
solo para una afortunada minoría”.

“Colombia es el segundo país más desigual en la distribución del ingreso


en la región. El 1 por ciento más rico de la población concentra el 20 por
ciento del ingreso”

¿Se podrá revertir este panorama? César Rodríguez Garavito, director del centro
de pensamiento De Justicia, pone la lupa en los líderes políticos actuales, en particular
los de las economías más fuertes. De entrada, dice que no les ve intenciones de
cambio. Al contrario, “decisiones recientes como las del presidente de Estados Unidos,
Donald Trump, de dar beneficios fiscales aún mayores a las personas más ricas van en
la dirección de aumentar los niveles de desigualdad que acaba de mostrar Oxfam”.
Pero si en el mundo llueve, en el país no escampa. “La desigualdad en Colombia
es superior a la de la mayoría de los países en la región. Según los últimos datos
publicadas por la Cepal, es el segundo país más desigual en la distribución del ingreso
en la región. El 1 por ciento más rico de la población concentra el 20 por ciento del
ingreso”.

En esta ocasión, se dio la circunstancia de que Winnie Byanyima, directora


ejecutiva de Oxfam, presentó el informe en el foro en el que participó el presidente
Juan Manuel Santos. “Esperamos conversar también con los candidatos en esta
campaña”, dice Cañete. La intención es entregárselo a quien gane las elecciones.

En esta parte del continente, la escena también es desoladora. El 1 por ciento


más rico de América Latina y el Caribe concentra el 37 por ciento de la riqueza,
mientras el 50 por ciento más pobre solo accede al 3,5 por ciento de la riqueza total de
la región. Hay más. De la riqueza que se generó aquí en 2017, el 95 por ciento se la
embolsó el 10 por ciento más rico de la población. Mientras, los 300 millones de
personas más pobres perdieron 22.000 millones de activos durante el mismo periodo
de tiempo.

Entre los vecinos, Colombia ocupa el primer lugar en el porcentaje de tierra


concentrada en el 1 por ciento de las fincas. “Esto perpetúa la pobreza y la exclusión
de los habitantes del campo”, sostiene el escrito.

Ante este panorama, Jorge Iván González, Ph. D. en Economía de la


Universidad de Lovaina, se muestra escéptico sobre los tiempos por venir. “Como
vamos, la situación va a empeorar”, pronostica. Para él, con cada informe anual de
Oxfam queda claro que el mundo es más injusto. “Como dice Thomas Piketty, vivimos
tiempos en que los ingresos de quienes tienen capital y activos crecen
exponencialmente”, agrega.

¿Es posible buscar la raíz del problema? Al examinar en qué sectores están los
más ricos, se ve que un tercio de la riqueza global de los multimillonarios que recoge
‘Forbes’ es “heredada” y otro tercio se produce en sectores o monopolios como las
telecomunicaciones y la minería o en sectores que dependen fuertemente de contratos
públicos, como la construcción o las farmacéuticas. “Es evidente que la familia donde
se nazca y las relaciones primarias y clientelares entre élites políticas y empresariales
son determinantes en la acumulación de riqueza. Muy al contrario de lo que nos
enseñaron, el trabajo duro y el esfuerzo no están siendo premiados por el sistema”,
sentencia el informe.

“La familia donde se nazca y las relaciones clientelares entre élites


políticas y empresariales son determinantes en la acumulación de riqueza.
El trabajo duro y el esfuerzo no están siendo premiados”

En sus 90 páginas se lee también que “esta extrema concentración de la riqueza


es posible gracias a un sistema que no está premiando el trabajo o el esfuerzo, un
sistema que no está funcionando para la mayoría sino solo para unos pocos”.

Entre lo malo, si se busca, siempre se hallará algo peor. Es la lamentable


situación de las mujeres. En los países distantes, o a la vuelta de la esquina. Las
mujeres campesinas que viven en Colombia, para citar un caso, según el informe, en
promedio obtienen apenas dos dólares diarios de ganancias; y eso cuando les va bien.

Este abismo de los ingresos menores para las mujeres en comparación con los
de los hombres, en el mismo oficio, no solo se da monte adentro, sino en todas las
bulliciosas urbes de planeta. Aunque distintos gobiernos han hecho esfuerzos por
buscar un equilibrio, los resultados hasta ahora “son insuficientes”. De hecho, al actual
ritmo de cambios, llevará 217 años cerrar la brecha salarial y de oportunidades
laborales entre hombres y mujeres a nivel global. ¡Esto es para dentro de dos siglos!

Para José Guillermo García, quien entre 2012 y 2016 fue decano de la Facultad
de Economía de la Universidad Nacional, se llegó hasta aquí porque la teoría que más
influye en el desarrollo institucional “promueve el mercado un poco a ultranza”. Pero,
argumenta García, esa teoría falla en la comprensión de los efectos del mercado sobre
la distribución de la riqueza en las sociedades modernas.
“El mercado, como lo sugirió Prebisch hace varias décadas, es bueno para
impulsar el crecimiento, pero esto no sirve para disminuir la desigualdad. Esto es aún
más cierto con las instituciones actuales que favorecen y facilitan los mecanismos que
inducen a una mayor concentración de la propiedad de los activos y la riqueza”.

Pero, entonces, ¿qué hay que hacer? García dice que “al igual que la violencia
se doméstica, también el mercado debería ser domesticado al servicio del conjunto de
la sociedad”. ¿Y si no? “De no ser así, es probable que el mercado acabe con el
ambiente, con la misma sociedad y con el propio mercado”, concluye.

Por: Armando Neira 27 de enero 2018, 10:43 p.m.

Publicado por: EL TIEMPO

Solución al caso:

Más allá de ser una o más posibles soluciones, partimos del echo de justicia que
según Ulpiano es “La justicia es la constante y perpetua voluntad de dar a cada uno su
propio derecho“, así pues, consideramos que a la par de poseer más recursos se debe
ser consciente de la responsabilidad que se adquiere con ellos, responsabilidad con su
congéneres que necesitan ayudan.

Lo anterior dado porque por más impuestos que ese 1% de la población que retiene el
37% de la riqueza mundial pague estos, si no se le da una correcta administración
priorizando en el bienestar de todos por encima de los propios que lo ejecutan esa
admiración, se convierte en un ciclo repetitivo de errores donde en alguna situación el
problema es uno pero en otro uno diferente.

Entonces, la real solución está en una conciencia digna, enfocada e incorruptible.

Preguntas:

1. ¿Cree usted que la desigualdad puede ser positiva para el desarrollo económico
de un país?
2. ¿Considera que una de las soluciones más efectivas para desaparecer la
desigual, es que los de mayor poder económico paguen mayores impuestos y
los de menores ingresos se les sea disminuido su pago de los mismos?
3. ¿Podemos relacionar la aparición de la desigual con la aparente falta de sentido
común y conciencia?

Referencias

Maldonado, J., (2014), Efectos de la desigualdad económica, Badajoz,


RegiónDigital.com, tomado el 27 de agosto de 2018 de
https://www.regiondigital.com/blogs/43-el-blog-de-juan-jose-maldonado/1008-
efectos-de-la-desigualdad-economica.html.

Neira, A., (2018), En 2017 aumentó el abismo entre millonarios y pobres, Bogotá D.C.,
EL TIEMPO.

EL PAIS (2014). Las diez causas de la desigualdad económica, recuperado el 23 de


Agosto del 2018, Disponible en
https://elpais.com/elpais/2014/11/03/3500_millones/1414994400_141499.html.

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