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Libro: LA PAREJA INFIEL. UN ENFOQUE PSICOLÓGICO.
Cap. 2: Los tipos de matrimonio y la relación extramarital.
Pags: 113 – 121.
El esposo ambivalente
Muchos adultos equiparan la descarga sexual con la anal o la urinaria y, en consecuencia,
tienden a considera la actividad sexual como algo “sucio”. La conciben como si estuvieran
orinando o defecando sobre sus compañeros o como si alguien se lo hiciera a ellos.
Cuando los pacientes analíticos a describir sus fantasías y actividades sexuales, con
frecuencia dicen: “la ropa sucia se lava en casa”.
Cuando una relación sexual se considera como un ritual de cuarto de baño, la persona a
menudo siente cierta renuencia a participar en él con un ser amado. Un medio de resolver el
conflicto es “amar y honrar” a la esposa con poca o ninguna relación sexual y descargar la
“materia sucia” con otra mujer, es decir, fuera del matrimonio. En general, el conflicto se
extiende tanto que todo lo que es placentero se satisface al margen de la relación conyugal
y todo lo que no lo es, queda dentro de ella. Este problema neurótico explica por qué
muchos hombres y mujeres disfrutan el sexo antes de casarse y, luego, pierden el interés en
el mismo cuando el compañero sexual se convierte en su conyugue.
Cuando el marido o la mujer atribuyen cualidades paternas a su conyugue, el sexo con este
es menos placentero. El defecar, en general solo puede gozarse extramaritalmente.
Algunas personas que cohabitan se resisten tanto a casarse que pueden lograr placer con un
compañero que no sea considerado como figura paterna. Lo mismo que adolescentes
rebeldes, estas parejas desafían las convenciones sociales, jugando en el lodo. Aunque esta
clase de arreglo es posible que sea gratificante y satisfactorio en muchas formas, expresan
el anhelo de un compañerismo no erótico y más tierno. A veces encuentran lo que están
buscando en una relación no sexual, en la que el compañerismo, la charla, el estudio y el ir
al teatro juntos se convierte en las principales actividades.
El esposo masoquista puede eventualmente cansarse de sufrir, y hallar en una aventura
extramarital alivio momentáneo. Sin embargo, la misma no se disfruta mucho tiempo,
porque él (o ella) debe ser castigado por tenerla. La persona sádica quizá exprese odio por
medio de una aventura, pero después se irrita con su amante si este ofrece calor y respeto:
signos de debilidad. Continua en el matrimonio por su necesidad de recibir castigo. Aun
cuando en principio busca una aventura porque desea encontrar ternura y aceptación que su
conyugue no puede expresar, eventualmente la relación se convierte en una liza en la que
dar rienda suelta a los reprimidos impulsos sádicos.