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Libro: LA PAREJA INFIEL. UN ENFOQUE PSICOLÓGICO.
Cap. 2: Los tipos de matrimonio y la relación extramarital.
Pags: 113 – 121.

 Orgullo y prejuicio: La esposa sádica


El sadismo no es masculino ni femenino sino una forma de comportamiento utilizada por
ambos sexos para compensar sentimientos de vulnerabilidad y poca estimación propia.
Los hombres o mujeres que física o psicológicamente pegan a sus conyugues, se odian a sí
mismos, pero son incapaces de reconocerlo. Los sádicos están siempre intentando poner a
sus compañeros en la posición en que ellos mismos se encontraban cuando eran niños:
oprimidos, débiles, humillados y decepcionados. El sádico es una persona vengativa, que
constantemente intenta hacer que su compañera le diga: “eres superior, más poderoso y me
someto a tu juicio y decisión”. Este sujeto en realidad nunca ha perdonado a sus padres por
haberlo frustrado y en venganza está ocupado procurando frustrar a otros.
De niño, el individuo sádico vivió en una familia en que había poca ternura, interés o
empatía y escasa oportunidad de desarrollar un sentimiento de autonomía. Las relaciones
interpersonales se veían fuertemente contaminadas por elementos sadomasoquistas, por
intereses predominantes sobre dominio y sumisión y por constantes luchas por sujeción y
subyugación.
El tema central que gobierna las actividades del sádico es la venganza. Lo que le ocurrió a
él cuando era víctima pasiva desea ahora infligirlo activamente a otros. Por consiguiente,
pasa de víctima a vencedor, de objeto pasivo de la hostilidad y el poder de otros a director y
gobernante. En su vida imaginaria, quienes lo atormentaron son ahora sus víctimas. De niño
impotente, el sádico mentalmente se convierte en un dictador más poderoso que sus padres
lo fueron jamás. Por medio de su comportamiento hostil, este individuo básicamente
vulnerable se siente victorioso sobre aquellos que le hicieron sentir miserablemente.
Los esposos sádicos casi nunca seden ante sus conyugues: son sumamente obcecados. De
modo invariable hacen de estos figuras paternas y logran un sentido de poder sobre ellos al
no darles lo que desean. Al dar afecto es, a juicio del sádico perder la identidad y la
autonomía de uno. En consecuencia, continua obcecado y disfruta, ya sea consciente o
inconscientemente, atormentando a otros al dar rienda suelta a su furia.
Puesto que el sádico no puede amar de modo consciente, su matrimonio y sus aventuras se
transforman eventualmente en luchas. Para la persona sádica, el amar a alguien significa
pérdida de poder y, por lo tanto, se defiende contra los sentimientos amorosos intentando
someter al conyugue. Cuando el sádico es amado, se siente despreciativo hacia la persona
que esta amándolo.
A la persona sádica, una aventura le proporciona solo limitado consuelo. Puesto que no
puede tolerar el ser amado durante mucho tiempo, la aventura degenera en una serie de
peleas o francas batallas.
Una forma de comprender al individuo sádico es ver las características que proyecta sobre
la otra persona. Casi siempre resulta que él odia en los demás lo que esta tratando de
proteger de sí mismo.
Debido a que las respuestas sádicas y masoquistas son, en efecto, reacciones neuróticas a
un defectuoso adiestramiento para hacer las necesidades, con frecuencia, si es que no
siempre, encontramos ambos rasgos en la misma persona. El masoquista se siente tan
humillado por su pérdida de poder, que recurre ocasionalmente a la conducta sádica.
Cuando el sádico se da cuenta de lo poco adorable que es, puede, durante algún tiempo,
volverse sumiso y estar dispuesto a disculparse.

 El esposo ambivalente
Muchos adultos equiparan la descarga sexual con la anal o la urinaria y, en consecuencia,
tienden a considera la actividad sexual como algo “sucio”. La conciben como si estuvieran
orinando o defecando sobre sus compañeros o como si alguien se lo hiciera a ellos.
Cuando los pacientes analíticos a describir sus fantasías y actividades sexuales, con
frecuencia dicen: “la ropa sucia se lava en casa”.
Cuando una relación sexual se considera como un ritual de cuarto de baño, la persona a
menudo siente cierta renuencia a participar en él con un ser amado. Un medio de resolver el
conflicto es “amar y honrar” a la esposa con poca o ninguna relación sexual y descargar la
“materia sucia” con otra mujer, es decir, fuera del matrimonio. En general, el conflicto se
extiende tanto que todo lo que es placentero se satisface al margen de la relación conyugal
y todo lo que no lo es, queda dentro de ella. Este problema neurótico explica por qué
muchos hombres y mujeres disfrutan el sexo antes de casarse y, luego, pierden el interés en
el mismo cuando el compañero sexual se convierte en su conyugue.

Cuando el marido o la mujer atribuyen cualidades paternas a su conyugue, el sexo con este
es menos placentero. El defecar, en general solo puede gozarse extramaritalmente.
Algunas personas que cohabitan se resisten tanto a casarse que pueden lograr placer con un
compañero que no sea considerado como figura paterna. Lo mismo que adolescentes
rebeldes, estas parejas desafían las convenciones sociales, jugando en el lodo. Aunque esta
clase de arreglo es posible que sea gratificante y satisfactorio en muchas formas, expresan
el anhelo de un compañerismo no erótico y más tierno. A veces encuentran lo que están
buscando en una relación no sexual, en la que el compañerismo, la charla, el estudio y el ir
al teatro juntos se convierte en las principales actividades.
El esposo masoquista puede eventualmente cansarse de sufrir, y hallar en una aventura
extramarital alivio momentáneo. Sin embargo, la misma no se disfruta mucho tiempo,
porque él (o ella) debe ser castigado por tenerla. La persona sádica quizá exprese odio por
medio de una aventura, pero después se irrita con su amante si este ofrece calor y respeto:
signos de debilidad. Continua en el matrimonio por su necesidad de recibir castigo. Aun
cuando en principio busca una aventura porque desea encontrar ternura y aceptación que su
conyugue no puede expresar, eventualmente la relación se convierte en una liza en la que
dar rienda suelta a los reprimidos impulsos sádicos.

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