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TEMA 10: El proceso adaptativo

1. Introducción
Existen 2 formas básicas de reaccionar ante el estrés:

­ Una forma se orienta hacia el suceso estresante, con el fin de modificarlo, reducirlo o eliminarlo.

­ La otra forma se dirige hacia la persona, con el objeto de manejar el malestar emocional que la presencia de
dicho suceso le está ocasionando.

Respuesta adaptativa: cuando estos 2 tipos de actuaciones cumplen adecuadamente su función y generan consecuencias
positivas en el individuo.

La adaptación no se relaciona exclusivamente con los procesos de estrés y afrontamiento, sino que también implica
otros mecanismos de autorregulación.

2. El concepto de estrés
Estrés: estado que denota un cierto malestar interno o a la presencia de inconveniencias y dificultades de diferente
tipo que se acompañan de una serie de demandas y obligaciones. Puede ser algo puntual, produciéndose durante un
periodo relativamente breve en el tiempo o como un proceso más largo, que se mantienen durante un periodo de tiempo
prolongado, pudiendo convertirse en algo crónico si no se logra resolver adecuadamente.

Ante los acontecimientos estresantes, no todos reaccionamos ni de un modo similar, ni de una forma totalmente pasiva.

2.1. Perspectiva basada en la respuesta


Perspectiva basada en la respuesta (Selye): el foco de interés reside en la respuesta de estrés. El estrés equivale al
conjunto de reacciones corporales que se producen en éste cuando están presentes estímulos ambientales o psicológicos
dañinos. A estos estímulos se los denominó estresores.

El modelo de Selye es importante por un doble motivo:

­ Estableció la distinción entre el estresor y la respuesta de estrés.


­ Propuso el Síndrome General de Adaptación (SGA) para describir el proceso de estrés que se genera en un
organismo, como consecuencia del efecto prolongado de un estresor.

El SGA se caracteriza por 3 estadios (a lo largo de ellos el estrés está presente, pero se manifiesta de diferente modo):

­ Estadio de alarma: se produce una respuesta generalizada del Sistema Nervioso Autónomo, como reacción al
shock inicial que produce el estresor. Esta reacción, que puede durar en torno a unas 24 horas, se caracteriza por
una reducción en la actividad del Sistema Nervioso Simpático.
Si el estresor permanece, comienza la fase de lucha o huída en la cual se activa el sistema simpático-adrenal.
Como consecuencia de ello se liberan corticoides, adrenalina y noradrenalina. Se produce también un
incremento en la presión arterial, la frecuencia cardiaca, la coagulación sanguínea, y el aporte de sangre a
los distintos órganos originándose un estado de energía y activación.
­ Fase de resistencia: ante la persistencia del estresor, se reduce notablemente la respuesta de alarma. En este
momento el organismo recurre a mantener su funcionamiento interno por encima del nivel normal, con el fin de
poder adaptarse al estresor.
­ Fase de agotamiento: aparece si el organismo no es capaz de recuperar su equilibrio inicial o la presencia del
estresor sigue causando un efecto excesivo. En ella se produce un incremento en la actividad endocrina, y dado
el elevado nivel de corticoides que están en circulación y la disminución que sufren los recursos del organismo,
comienza a haber daños en el sistema cardiovascular, en el sistema digestivo y en el inmunológico. Los
recursos del organismo empiezan a disminuir y su deterioro se hace cada vez mayor hasta el punto de que puede
enfermar o llegar a morir.

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2.2. Perspectiva basada en el estímulo
Perspectiva basada en el estímulo: centra su atención en las características que posee el estímulo estresante.

Acontecimiento estresante o estresor: impone al individuo unas demandas excesivamente altas o bajas, sean estas de
tipo físico, social o psicológico y generándole una respuesta de estrés. Para que un acontecimiento sea considerado
estresante, tiene que tener la capacidad de alterar el equilibrio interno del individuo.

Los sucesos estresantes pueden clasificarse en las siguientes categorías:

­ Contrariedades: problemas diarios, los cuales son experimentados por la mayoría de las personas con un cierto
grado de malestar, frustración o irritación.
­ Sucesos vitales: son menos frecuentes que las contrariedades y poseen un mayor impacto. Su aparición está
clara y bien definida en el tiempo y requieren del individuo un mayor ajuste. Supone un cambio en el
funcionamiento normal de la persona para poder adaptarse a ellos.
­ Acontecimientos crónicos: suelen surgir de una forma menos definida que los sucesos vitales y presentan un
desarrollo más lento, pero continuamente problemático y se mantienen a lo largo de un periodo de tiempo
prolongado. Algunos rasgos que pueden presentar los acontecimientos crónicos son:
» La presencia continua de una amenaza.
» La incertidumbre.
» La presencia de exigencias excesivas, ante las que los recursos son limitados.
» Las restricciones estructurales que pueden impedir el acceso a los medios para alcanzar los objetivos.
» La falta sistemática de recompensa en tareas que requieren una alta inversión de esfuerzo.
» La complejidad, la cual puede venir dada por el contenido de las responsabilidades asociadas a los roles,
por el propio conflicto entre roles o por la inestabilidad de los acontecimientos.

­ Acontecimientos traumáticos: se caracterizan por ser inusuales dentro de la experiencia humana. Pueden
ocurrir de forma aislada, o como problemas crónicos de larga duración.

3. La adaptación al estrés

3.1. La teoría cognitivo-relacional del estrés


Teoría cognitivo-relacional (Lazarus y Folkman): consideración conjunta de la persona y el entorno, de forma que la
relación establecida entre ambos sistemas constituye la unidad de análisis.

Estrés psicológico: relación particular entre el individuo y el entorno, el cual es evaluado por aquel como amenazante o
desbordante para sus recursos, y que pone en peligro su bienestar. Representa un tipo de evaluación: la que establece la
persona con respecto a cada situación.

El estrés, así como los mecanismos de evaluación y afrontamiento que éste comporta, son procesos dinámicos porque:

­ Pueden variar conforme se modifique la relación que establece la persona con el entorno.

­ La relación entre el individuo y el entorno es bidireccional (la persona tiene capacidad para afectar al entorno, y
lo que ocurra en el entorno, a su vez, también va a influir sobre la persona).

La teoría de Lazarus y Folkman identifica 2 clases de procesos que permiten comprender por qué para unas personas
determinados acontecimientos resultan estresantes, mientras que para otros no:

­ La valoración cognitiva que se haga de dichos acontecimientos y de los recursos personales para hacerles frente.

­ Las estrategias de afrontamiento que se pongan en marcha para manejar esos sucesos.

Tanto la valoración cognitiva como las estrategias de afrontamiento actúan como factores mediadores en la relación
personas-situación, determinando el tipo de consecuencias que se deriven de esa interacción.

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3.1.1. La valoración cognitiva

Valoración o evaluación cognitiva: proceso a través del cual la persona percibe en qué medida un suceso o una situación
determinada es relevante o no para su bienestar. Dependiendo de qué significado le dé la persona a la situación se
relacionará con ella de forma estresante o no, reaccionando de diferente forma desde el punto de vista cognitivo,
emocional y conductual. Los procesos de valoración cognitiva pueden ser de 2 tipos:

­ Valoración primaria: el individuo evalúa si en la situación hay algo relevante para él que esté en juego. Tipos:
» La persona considera que la situación es irrelevante: estima que no hay nada en ella comprometedor e
importante. Aunque no posee un alto valor adaptativo, sí es importante el proceso cognitivo a través del cual
el individuo discrimina entre lo que es importante para su bienestar y aquello que no lo es.

» Evalúa la situación como beneficiosa: la situación le genera bienestar y puede proporcionarle consecuencias
favorables.

» Se evalúa la situación como estresante: cuando se les atribuye un significado de:

• Percepción de daño o pérdida: en relación con una situación se origina cuando el individuo ha sufrido
ya algún tipo de daño o consecuencia negativa.

• Percepción de amenaza: tiene que ver con la anticipación de dificultades o con la estimación de
pérdidas y consecuencias negativas futuras.

• Percepción de reto: implica la valoración de la situación como algo que puede ser manejado, dominado
o de la que se puede extraer algún tipo de beneficio, aunque en este proceso el individuo corra también el
riesgo de sufrir algún tipo de daño.

­ Valoración secundaria: el individuo sopesa qué puede hacer en relación con la situación que le resulta
estresante. Evalúa qué recursos de afrontamiento están a su disposición, cuáles va a usar y cómo lo va a hacer.
Destaca la dimensión de la percepción de control de persona: en qué medida la persona se ve capaz de llevar a
cabo las acciones necesarias para afrontar el suceso estresante (expectativa de autoeficacia) y en qué medida
cree que, con dichas acciones va a poder manejarlo adecuadamente (expectativa de resultados).
Cuando la persona estima que posee la capacidad necesaria para hacer frente a un suceso estresante, tienden a
valorar dicho suceso como un reto, lleva a cabo acciones de afrontamiento más eficaces y presenta un mejor
ajuste psicológico. Este tipo de valoración secundaria se ha asociado también con niveles más altos de
autoestima, optimismo, bienestar emocional y resiliencia.

3.1.2. Las estrategias de afrontamiento

3.1.2.1. Definición y función del afrontamiento

→ Lazarus y Folkman: conciben el afrontamiento como el esfuerzo cognitivo y conductual que lleva a cabo el individuo
para manejar el estrés psicológico, con independencia de que lo logren o no.

Estrategias de afrontamiento: conjunto de procesos que junto con la valoración cognitiva, actúan como factores
mediadores dentro de la relación de estrés entre la persona y la situación. Se destacan las siguientes características:

1. Representan lo que el individuo piensa, hace y siente con el objetivo de conseguir adaptarse. Es por ello que las
estrategias de afrontamiento suponen un esfuerzo deliberado.

2. Son acciones que no ocurren en el vacío, sino que se ponen en marcha ante las demandas que plantea cada situación.

3. Pueden variar conforme se va desarrollando la interacción estresante, o por cambios temporales. Al mismo tiempo las
estrategias también pueden transformar las valoraciones cognitivas.

4. La eficacia de las estrategias de afrontamiento va a depender de los efectos que éstas tengan a corto y a largo plazo.
En consecuencia, no puede hablarse de estrategias intrínsecamente eficaces o ineficaces. Cualquiera de ellas puede
funcionar mejor o peor dependiendo de la persona, el contexto y la interacción que se establezca entre ambos.

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Las estrategias de afrontamiento pueden desempeñar 2 funciones básicas:

1. Alterar la situación estresante para eliminarla o cambiarla (afrontamiento centrado en el problema). Incluye
estrategias como definir diferentes alternativas, planificar qué acciones se van a llevar a cabo, establecer prioridades…

2. Regular las respuestas emocionales que dicha situación esté provocando en el individuo (afrontamiento centrado
en la emoción) englobándose en él estrategias como culpabilizarse, imaginarse que el problema no existiera o buscar
un sentido positivo a la situación.

Afrontamiento centrado en el problema: se pone en marcha cuando se considera que existe la posibilidad de modificar
el acontecimiento estresante. No puede resultar efectivo si no se actúa también sobre la respuesta emocional.

Afrontamiento centrado en la emoción: es más probable que se use cuando se cree que no puede hacerse nada por
alterar el suceso estresante.

Ambas funciones NO deben ser consideradas como excluyentes ya que puede ocurrir que una misma estrategia esté
cumpliendo 2 funciones a la vez.

3.1.2.2. El afrontamiento como proceso o como estilo

La conceptualización del afrontamiento como un proceso presupone aceptar que existe variación intraindividual y
por tanto inconsistencia en la forma de afrontar las diferentes demandas que plantea cada situación estresante.

Cada persona posee un estilo de afrontamiento determinado, de forma que ante las diferentes situaciones de estrés, las
estrategias empleadas tenderán a ser muy similares.

El instrumento diseñado para medir el afrontamiento como proceso es el WCQ. Contiene un listado de estrategias que se
emplean ante las situaciones de estrés. El WCQ contiene 66 ítems, los cuales han sido agrupados en 8 subescalas:

­ 2 subescalas centradas en la solución del problema:

» El afrontamiento confrontativo (intento agresivo para cambiar la situación).


» La planificación y solución del problema.

­ 6 subescalas que se centran en el manejo de la emoción:

» El distanciamiento (desvincularse de la situación o considerarla con una cierta perspectiva).


» El autocontrol (controlar la conducta o la expresión de los sentimientos).
» La aceptación de la responsabilidad.
» El escape-evitación (huir o desear que desaparezca el acontecimiento negativo).
» La revaluación positiva (construir un significado positivo sobre el acontecimiento).
» La búsqueda de apoyo social (buscar en los demás apoyo emocional, instrumental o informacional)

Si se plantea el afrontamiento como un estilo, uno de los instrumentos que permiten evaluarlo es el COPE. Las
subescalas que comprende son:

1. Afrontamiento activo: hacer y mantener el esfuerzo para intentar solucionar el problema.


2. Planificación: pensar qué opciones y respuestas son las más adecuadas y cuáles se pueden llevar a cabo.
3. Supresión de actividades interferentes: posponer otros asuntos y evitar ser distraído.
4. Autocontrol: evitar actuar de prematuramente, esperando a que se dé la situación para enfrentarse al estresor.
5. Búsqueda de apoyo social instrumental: consiste en buscar consejo, información o ayuda en los demás.
6. Búsqueda de apoyo social emocional.
7. Reinterpretación positiva: construir un significado positivo a partir del estresor.
8. Aceptación: tolerar la existencia del acontecimiento estresante sin evitarlo.
9. Uso de la religión.
10. Ventilación de las emociones: darse cuenta y expresar el malestar emocional asociado con el estresor.

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11. Negación: intentar actuar como si el estresor no estuviera presente o negar su existencia.
12. Desvinculación conductual: reducir el esfuerzo por continuar afrontando el estresor.
13. Desvinculación mental: se refiere a evitar pensar en el estresor.
14. Uso de drogas y alcohol.

3.2. Afrontamiento y adaptación

3.2.1. Funciones y consecuencias del afrontamiento

Ambos tipos de afrontamiento, el orientado a la aproximación y el dirigido al distanciamiento o a la desvinculación,


pueden llegar a actuar en la secuencia del proceso de estrés como procesos complementarios, capaces de amplificar
mutuamente sus efectos positivos.

Cuando el acontecimiento al que se enfrentar resulta controlable, las estrategias de afrontamiento centradas en el
problema resultan más efectivas que las centradas en la emoción. Por el contrario, cuando el acontecimiento estresante
se percibe como no controlable, el uso de estrategias orientadas al manejo de la emoción es más conveniente.

Bondad de ajuste: grado de ajuste que se establece entre la valoración de control que hace el individuo con respecto a la
situación de estrés y el tipo de afrontamiento que en consecuencia pone en marcha.

No existe un criterio único y universalmente válido con el que definir el afrontamiento adaptativo o efectivo, sí se
observa que algunas características han sido propuestas con bastante frecuencia para referirse al afrontamiento:

­ Resolución del conflicto: el afrontamiento debe cumplir, siempre que sea posible, una función instrumental, en
el sentido de poder eliminar o amortiguar la situación estresante.

­ Reducción de las respuestas fisiológicas: el afrontamiento adecuado permite reducir el nivel de activación del
individuo, esto es, su frecuencia cardiaca, tensión arterial y nivel de sudoración.

­ Disminución del malestar psicológico: cuando el afrontamiento es efectivo, el individuo es más capaz de
mantener las cogniciones y los estados emocionales negativos dentro de unos límites que le resultan manejables.

­ Adecuación en el funcionamiento social: el afrontamiento adaptativo facilita un funcionamiento ajustado de la


persona dentro de su entorno social, adaptándose a sus preferencias y al respeto por las normas sociales.

­ Promoción del bienestar: el afrontamiento adaptativo promueve el bienestar de la persona y el de aquellos otros
que hayan podido verse afectados por la situación de estrés.

­ Mantenimiento de una autoestima positiva: la autoestima negativa constituye un indicador de mal ajuste
psicológico y una fuente interna de estrés.

­ Retorno, si es posible, a las actividades previas a la situación de estrés: el afrontamiento adaptativo debe
hacer posible que la persona vuelva a un estado de normalidad, en el sentido de retomar aquellas actividades de
su vida rutinaria que hubieran podido verse interrumpidas o dañadas por el acontecimiento estresante.

­ Percepción subjetiva de la efectividad del afrontamiento: la valoración que se haga acerca de los beneficios
que le hayan podido reportar cada estrategia de afrontamiento, representa un criterio de efectividad de la misma.

3.2.2. La flexibilidad en el afrontamiento

Un empleo rígido y frecuente de estrategias de afrontamiento que pueden llegar a ser dañinas para uno mismo (la
responsabilidad, la rumiación o el aislamiento social) o para los demás (la oposición sistemática, la culpabilidad hacia los
otros o la coerción) aumenta el nivel de vulnerabilidad psicológica. Estas acciones reducen la sensación de control.

La disposición de un perfil de afrontamiento más flexible y organizado permite al individuo:


­ Implicarse de forma constructiva en la situación estresante mediante acciones como la negociación, la
planificación o la resolución del problema.
­ Disminuir el posible impacto negativo de la situación a través de estrategias como la revaluación positiva, la
búsqueda de apoyo social o el distanciamiento de los aspectos que no resulten controlables.

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Flexibilidad en el afrontamiento: capacidad y disponibilidad para usar una variedad de estrategias de afrontamiento,
con el fin de manejar las diferentes demandas que se plantean en las situaciones de estrés. La flexibilidad comporta:

­ Ser capaz de valorar las diferencias entre las circunstancias de estrés.


­ Poseer una combinación versátil de estrategias y saber usarlas.
­ Tratar de conseguir un buen ajuste entre las estrategias y los requerimientos situacionales.

Las personas con mayor flexibilidad en el uso del afrontamiento se caracterizan por:

­ Estilo de pensamiento abierto y dialéctico.


­ Ser más capaces de percibir los cambios y las contradicciones que presenta la realidad, interpretándolos desde
diferentes puntos de vista.
­ Presentan una mayor facilidad discriminativa (mecanismo cognitivo), en el sentido de que evalúan las
particularidades de cada situación y eligen las distintas opciones de respuesta.

Codificación del suceso estresante: si se hace en términos globales y abstractos el afrontamiento que se ponga en
marcha será más inefectivo, rígido y desorganizado. Si se lleva a cabo en función de las contingencias situación-
conducta se promoverá un uso más ponderado de los diferentes tipos de estrategias de afrontamiento.

En enfermedades crónicas, el empleo de estrategias activas parece ser más indicadas en las fases iniciales de la
enfermedad. En las etapas más avanzadas de la enfermedad, sin embargo, pueden resultar más efectivas algunas
estrategias orientadas a la emoción.

Tres elementos que facilitan un manejo efectivo del estrés son:

­ Evaluación: lo más realista posible, de los acontecimientos y los recursos personales disponibles.
­ Flexibilidad: para generar planes alternativos de afrontamiento y poner en marcha diferentes respuestas de
afrontamiento.
­ Posibilidad de anticipar qué consecuencias a corto, medio y largo plazo pueden derivarse de las estrategias de
afrontamiento usadas.

3.3. Autorregulación, afrontamiento y adaptación

3.3.1. Los procesos de asimilación y acomodación

Autorregulación asociada con un ajuste óptimo: aquella lo suficientemente flexible como para permitir que la persona
elija sus metas, se comprometa con ellas y se esfuerce por conseguirlas, y al mismo tiempo, facilite que pueda
desvincularse de aquellas otras que estén bloqueadas, porque dadas sus características no sea posible su alcance.

Teoría de Brandtstädter: se fundamenta en la discrepancia que surge entre los resultados que desea alcanzar la
persona, y los que realmente puede conseguir, a lo largo de su trayectoria vital.

Con el fin de eliminar o minimizar esta discrepancia, la persona puede poner en funcionamiento 2 tipos de procesos:

­ Asimilación: proceso a través del cual la persona se esfuerza en intentar alterar e influenciar la situación actual,
incluyendo la propia conducta y de conseguir un mayor ajuste entre las metas personales y el entorno.
Dentro de la asimilación un tipo de actividad que puede llevarse a cabo es la optimización. Mediante ella la
persona usa los medios y las estrategias que estando a su alcance, son más efectivos para alterar la situación y
poder conseguir sus metas.

Cuando los medios y recursos disponibles no son suficientes o resultan inapropiados se puede optar por otra
actividad asimilativa que es la compensación. A través de la compensación el individuo trata de seleccionar y
usar medios alternativos para evitar posibles pérdidas relacionadas con su objetivo.

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­ Acomodación: a través de ella el individuo puede cambiar sus metas, sus preferencias y su nivel de aspiración,
con la finalidad de adaptarlos a las características reales de la situación y a los recursos de que disponga. Entra en
funcionamiento cuando:
» Los recursos y medios necesarios para lograr un objetivo se reducen, teniendo el empleo de otras vías
alternativas un coste demasiado alto.
» El nivel de dificultad y las demandas que plantea la situación se incrementan hasta un punto en el cual los
inconvenientes de seguir persiguiendo el objetivo son superiores a los beneficios que éste pueda reportar.

Acciones propias de la acomodación: disminución de las expectativas, desvinculación de las metas, relaciones o
intereses bloqueados y evaluación positiva de los obstáculos y las pérdidas que hayan ocurrido.
A diferencia de lo que ocurre en el proceso de asimilación, se procesa la información de una forma más abierta y
menos focalizada.
Se vuelve más predominante conforme la persona va envejeciendo.

Tanto la asimilación como la acomodación NO son procesos totalmente intencionales y deliberados, sino que implican
además otro tipo de mecanismos sobre los que la persona no puede ejercer un control directo. Estos componentes más
automáticos son los que hacen posible el paso de un proceso de afrontamiento a otro.

La acomodación y la asimilación pueden actuar simultáneamente en aquellas circunstancias en las que puede haber una
variedad de objetivos planteados, los cuales comportan múltiples tareas, roles o responsabilidades.

En el ámbito de la salud la tendencia a llevar a cabo acciones tanto asimilativas como acomodativas, se ha relacionado
también con consecuencias positivas.

El estado depresivo y los pensamientos rumiativos pueden surgir cuando entran en conflicto las tendencias
asimilativas y acomodativas.

3.3.2. El afrontamiento proactivo

Afrontamiento proactivo (Aspinwall y Taylor): esfuerzos que se realizan ante un potencial estresor para prevenirlo o
modificar su forma antes de que ocurra. Implica la construcción de una serie de recursos y la disponibilidad de un
conjunto de habilidades que permiten la identificación de acontecimientos que pueden ser fuentes potenciales de estrés.

Este afrontamiento ejerce una función preventiva. Con él la persona puede disminuir o incluso anular, la probabilidad
de que estos potenciales estresores ocurran o en el caso de que estos se produzcan permite reducir su severidad.

Acciones de afrontamiento proactivo: provisión de ciertos recursos personales y profesionales o la creación y


mantenimiento de una red social capaz de suministrar diferentes tipos de apoyo (instrumental, emocional, informal…) en
situaciones de estrés.

Para que el afrontamiento proactivo se lleve a cabo es preciso distinguir una serie de fases cuyo funcionamiento es
bidireccional y en las cuales es necesario que la persona aplique una serie de habilidades. Estas fases son:

1. Fase de acumulación de recursos: generar de forma planificada una reserva de recursos sociales, materiales y
económicos y aprender nuevas habilidades.

2. Fase de atención y reconocimiento: en este momento la persona dirige su atención hacia posibles estresores o
hacia algún tipo de información que esté relacionada con ellos. Esta información puede provenir de fuentes
externas al individuo, o puede generarla él mismo de forma reflexiva.

3. Fase de evaluación inicial: interpretar qué significado tienen esos estímulos o situaciones que en principio
aparecen bajo una apariencia ambigua, pero que a medio o largo plazo pueden llegar a representar amenazas
potenciales. En esta fase la persona puede recurrir a buscar apoyo social.

4. Esfuerzos iniciales de afrontamiento: en función de la evaluación que haya realizado previamente, genera de
una forma más elaborada planes alternativos de actuación, graduando la dificultad y el esfuerzo que requieren
su realización. A continuación debe comenzar a poner en marcha las acciones inicialmente decididas, con el fin
de impedir o prevenir la ocurrencia del posible estresor.

5. Recepción de feedback y revisión del afrontamiento proactivo: el individuo ha de valorar si el esfuerzo inicial
para manejar el estresor ha sido apropiado o por el contrario debe mejorarse.

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Modelo de afrontamiento proactivo: incluye procesos y acciones mediante los cuales es posible manejar o minimizar
los efectos de un potencial estresor, y mecanismos de autorregulación, los cuales permiten a la persona actuar de forma
proactiva mediante el planteamiento de objetivos y del control y dirección de sus respuestas internas y su
comportamiento.

Afrontamiento proactivo-positivo: esfuerzo realizado por un individuo para generar, acumular y saber usar una
variedad de recursos y habilidades, con los que poder planificar y promover cambios positivos en sí mismo y en el entorno.
Se dirige al logro de metas constructivas, tanto a nivel individual como colectivo. Hace especial hincapié en la percepción
de autoeficacia, el optimismo y el apoyo social

Existen algunas diferencias entre ambos tipos de afrontamiento:

­ El afrontamiento proactivo-positivo permite valorar los riesgos, las demandas y las oportunidades de las
situaciones futuras de una forma más constructiva y estimulante, percibiéndolas como retos potenciales.
­ El afrontamiento proactivo-preventivo se centra en la evaluación de potenciales riesgos y amenazas y
comporta un relativo grado de preocupación.

PCI: instrumento para medir el afrontamiento proactivo que evalúa a través de 6 subescalas diferentes:

­ Subescala de afrontamiento proactivo: planteamiento autónomo de objetivos, así como a los pensamientos y
conductas que facilitan el logro de dichos objetivos.
­ Subescala de afrontamiento reflexivo: mide la capacidad para contemplar y diseñar mentalmente planes
alternativos de actuación.
­ Subescala de planificación estratégica: establecimiento de prioridades y a la habilidad para dividir las tareas en
componentes más asequibles.
­ Subescala de afrontamiento preventivo: evalúa la capacidad para anticipar y prepararse ante potenciales
estresores.
­ Subescala de apoyo instrumental: búsqueda de contacto social para obtener consejo, opinión o información.
­ Subescala de apoyo emocional: mide la búsqueda de contacto social, con el fin de compartir emociones y
sentimientos, fomentar la empatía y sentirse acompañado.

En el marco de los Cinco Factores de la Personalidad, se ha encontrado una asociación positiva de los 2 tipos de
afrontamiento proactivo con los rasgos de afabilidad y tesón, si bien el afrontamiento proactivo-positivo también se ha
asociado con una mayor extraversión y un menor neuroticismo.

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