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Universidad de Chile 1
Consideraciones iniciales
Existe un grupo minoritario de jóvenes (18%), que presenta un nivel bajo en salud
mental.
Las dos causas principales que inciden en la presencia de niveles bajos de salud
mental son la falta de una red de soporte social adecuada y el riesgo de trastorno
emocional elevado.
Los grupos más afectados por los bajos niveles de salud mental son los jóvenes
pobres, por su carencia de soporte social y las jóvenes mujeres, por sus
relativamente elevados niveles de riesgo de trastorno emocional.
En este sentido, los jóvenes hacen una evaluación negativa de la oferta existente,
tanto a nivel cuantitativo (cantidad de recursos disponibles v/s demanda), como a
nivel cualitativo (calidad de la atención y pertinencia de los servicios entregados).
De acuerdo a los resultados del estudio, existe una distancia importante entre la
oferta y la demanda en salud mental juvenil. Si bien actualmente se verifica una
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El siguiente texto es el resumen de una investigaciónón, realizada por la Facultad de Ciencias Sociales de la
Universidad de Chile para el INJUV en marzo del 1999. Ver Notas metodológicas al final del texto
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baja demanda real y una baja o nula oferta real, aparece un desequilibrio entre las
necesidades declaradas por los jóvenes y la oferta real existente.
La vida social moderna se caracteriza por una reorganización radical del tiempo y
el espacio, lo que implica que las relaciones ya no están influidas sólo por lazos
locales cercanos, lo que genera que los valores comunitarios se diluyen, se
atomiza la comunidad, y se fortalece el individualismo.
Este proceso genera un tipo de personalidad cada vez más frágil y vulnerable, lo
que afecta principalmente a la juventud, que es la categoría social más privada de
referencias y anclaje social. Son los jóvenes quienes representan, en mayor
medida, la figura del individuo desinsertado y desestabilizado.
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de participación e integración social), y macrocontextuales (condiciones culturales,
sociales, políticas, económicas y ambientales del lugar en que vive el sujeto).
Otras perspectivas enfatizan los factores sociales, como el género, la clase social
y la situación laboral, en el desarrollo del concepto.
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El supuesto básico de este esquema establece que el nivel de salud mental de los
jóvenes está condicionado por sus estilos de vida, sus contextos de vida, sus
condiciones de vida, el soporte social-afectivo-instrumental con el que cuenta y la
oferta institucional de servicios existentes en sus espacios de vida.
Los estilos de vida expresan los modos en que un joven interactúa con su
ambiente social y material. Expresan sistemas de valores, individuales y
colectivos, y juegan un rol importante en la conformación de la identidad.
Estos estilos de vida están muy relacionados con los contextos de vida de los
jóvenes, que constituyen los espacios donde los jóvenes se desarrollan
cotidianamente. Incluyen un sistema de creencias, normas, valores y estilos de
vida compartidos con las otras personas insertas en ese espacio. El supuesto
básico es que la calidad de dicho contexto va a condicionar, en gran medida, el
nivel de salud mental de los jóvenes. Esta calidad está determinada por aspectos
como el clima que ofrece a sus miembros, la capacidad para promover el
desarrollo de potencialidades de los jóvenes, su capacidad preventiva y el nivel de
soporte socio-afectivo-instrumental que ofrece. En los contextos de vida hay que
destacar el contexto comunitario (que incluye el familiar y el comunitario
propiamente tal), y el institucional.
Este Capítulo contiene la parte cuantitativa del estudio, que incluyó el diseño y
aplicación de una encuesta a una muestra representativa a nivel nacional, en la
que se midieron variables definidas a partir del marco teórico.
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cuales están operacionalizados por dos indicadores. En el caso de la salud mental
positiva se definieron los indicadores de “bienestar subjetivo” y “soporte social”, y
en el de salud mental negativa los indicadores de “probabilidad de trastornos
emocionales” y “sucesos vitales estresantes”. Las definiciones de estos
indicadores son:
A partir de ellos se establece una escala de siete tramos que expresa el nivel de
salud mental de los sujetos o grupos. Dado que el modelo conceptualiza y
operacionaliza la salud mental como una “capacidad”, estos niveles se refieren a
niveles de capacidad y van desde un nivel mínimo de salud mental hasta un nivel
máximo de ésta.
Los resultados obtenidos muestran que la gran mayoría de los jóvenes (82%),
presentan un nivel aceptable de salud mental, es decir, poseen una adecuada
capacidad para promover el desarrollo de sus potencialidades psicológicas
(cognitivas, afectivas y relacionales), y para enfrentar situaciones problemáticas.
Esta baja en la dimensión soporte social resulta importante pues muestra que los
jóvenes que carecen de una red social estable carecen de protección, tanto
emocional como instrumental, frente a sucesos vitales estresantes o trastornos
emocionales. Esta carencia de soporte social estable es particularmente
perceptible en los jóvenes de menores ingresos (un tercio de ellos carece de estas
redes).
Si bien ellas presentan mejores niveles de soporte social que los hombres, es
decir, están mejor dotadas que los hombres de redes de apoyo que operan
eficientemente en la resolución de sus problemas, muestran claramente un mayor
riesgo de sufrir trastornos emocionales.
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Esta situación debería ser un primer dato a tener en cuenta para la focalización de
políticas sociales; las adolescentes mujeres deben constituir un grupo prioritario
para la asignación de recursos destinados a mejorar sus condiciones de vida.
El bajo nivel de salud mental de este grupo de jóvenes se debe a las bajas
puntuaciones en las dimensiones soporte social y probabilidad de trastornos
emocionales. Los jóvenes de sectores medios cuentan con un nivel de soporte
social más alto que los jóvenes de sectores bajos, lo que implica que cuentan con
mejores redes afectivas, sociales e institucionales para enfrentar su desarrollo
personal. En general los jóvenes de estratos medios aparecen más apoyados por
miembros de su red familiar, fundamentalmente los padres, razón por la que se
puede pensar que la familia es el soporte más importante de estos jóvenes.
Por otro lado, los jóvenes de estrato bajo presentan un mayor riesgo de desarrollar
trastornos emocionales que los jóvenes de estrato medio (33% y 29%
respectivamente).
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Se puede plantear que el indicador soporte social está influido por el tipo de
estatus adscrito a los más jóvenes, ya que nuestra sociedad se caracteriza por la
dependencia económica y afectiva del núcleo familiar. Los jóvenes mayores, en
cambio, estarían asumiendo roles de pareja o bien se encontrarían en la etapa de
moratoria propiamente.
La dimensión de soporte social muestra el valor más bajo entre las dimensiones
usadas para construir el índice de salud mental juvenil. Existe evidencia empírica
sobre el efecto protector que tiene una red social estable frente a eventuales
dificultades, por lo tanto, la carencia o ineficiencia de ésta afecta negativamente la
salud mental.
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- Los niveles de bienestar subjetivo y la experiencia de sucesos vitales
estresantes presentan niveles relativamente homogéneos entre las distintas
categorías de la población joven analizada (sexo, nivel socioeconómico y
edad).
- El soporte social y el riesgo de trastornos emocionales constituyen las dos
principales dimensiones que explican la baja en el índice de salud mental.
- Estas dos últimas dimensiones señaladas constituyen las dos principales
dimensiones a considerar en un esfuerzo focalizador dirigido a los segmentos
juveniles que presentan ugeneralizado, sino más bien puntual a algunos casos
donde se llega a la adicción. El carrete permite romper la rutina y disminuir la
presión de un entorno familiar y escolar muy exigente.
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- Respecto del contexto familiar, señalan que los problemas demental, la
construcción del instrumento y la elaboración del sistema de indicadores. En
un segundo niibida como muy distante respecto de las necesidades reales de
los jóvenes