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La recuperación alemana y el camino hacia la Segunda Guerra Mundial

El acuerdo firmado en Versalles, luego de la Primera Guerra, impuso severas sanciones a Alemania.
Pero, a pesar de ellas y de la destrucción que sufrió en la guerra, Alemania seguía ostentando una capacidad
productiva que se manifestará en los años siguientes, provocando una nueva guerra mundial.
La suma que Alemania debía pagar era de 132 millones de marcos oro. Rechazaron aceptar ese monto;
la necesidad de dinero para emprender la reconstrucción y saldar la deuda interna de la guerra, desencadenó
en un fuerte déficit presupuestario. Este déficit, junto al deterioro de la balanza de pagos, condujo a una
inflación creciente en la economía.
La crisis inflacionaria se desató en 1923. A la negativa de Francia de revisar el calendario de pago
previsto para las reparaciones, la imposibilidad de conseguir financiación externa y el asesinato del ministro
de Asuntos Exteriores, se sumó la ocupación de Francia y Bélgica de la cuenca minera del Ruhr. Esta ocupación,
significó la pérdida de recursos clave para la economía alemana y un nuevo aumento del déficit presupuestario.
La emisión desmedida de marcos por parte del gobierno alemán para financiar su política, terminó por desatar
la hiperinflación. La estabilización de la economía llegó de la mano del Plan Dawes, donde se renegociaron las
condiciones de pago de Alemania, y Estados Unidos aportó capitales para la recuperación y estabilización del
sistema financiero alemán.
Como sabemos, el crac de la Bolsa de Nueva York en octubre de 1929 fue el punto de arranque de una
profunda depresión económica que asoló a Estados Unidos y que rápidamente se extendió al mundo
capitalista. Esta rápida expansión de la crisis, se debió fundamentalmente, al rol de potencia hegemónica y
principal acreedora del mundo que ocupaba Estados Unidos. La Gran Depresión, implicó el fin del liberalismo
económico y la crisis del liberalismo político, con el ascenso de regímenes autoritarios y antidemocráticos en
Alemania y España, y la consolidación del fascismo en Italia.
Una de las consecuencias más graves de la crisis fue el desempleo, que rondaba en la mayoría de los
países entre el 20 y 30%. Los distintos Estados Nacionales desarrollaron una política cada vez más interventora
en la economía y en la mayoría de los países se instauraron mecanismos proteccionistas, políticas sustitutivas
de importaciones y el abandono del patrón oro.
Gran Bretaña optó por abandonar el patrón oro en 1931 e imponer medidas proteccionistas para hacer
frente a los desequilibrios económicos tanto internos como externos. La devaluación de la libra y la política de
abaratar el dinero fue exitosa en cuanto, incentivó el consumo interno, el aumento de la producción de
automóviles, la industria eléctrica, las industrias químicas y sobre todo en el área de la construcción de
viviendas. El Estado abandonó el librecambio y el multilateralismo. Aplicaron aranceles para proteger
determinados productos y otras medidas proteccionistas.
Francia tuvo más dificultades para recuperarse de la depresión económica; esto se debió a la
obstinación por mantener el patrón oro y la ortodoxia liberal. La falta de resultados de esta política y la
persistencia del estancamiento de la economía francesa, permitieron en 1936 la victoria de la izquierda, que
impulsó un programa de reactivación, teniendo como modelo el New Deal, que incluía el abandono del patrón
oro, la devaluación del franco, la inversión en obras públicas, aumentos salariales y reducción de horas de
trabajo, que impulsaron la reactivación.
En Italia, bajo el régimen fascista, se estableció por ley el Estado Corporativo, en el cual las demandas
y los intereses de los distintos sectores de la sociedad, se canalizaban a través de las corporaciones, con el
Estado como árbitro. Su moneda, la lira, no se devaluó, pero utilizaron medidas proteccionistas, como

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aranceles cuotas y subsidios para evitar la deflación interna. Se organizó la financiación y la planificación de la
producción industrial.
El caso de Alemania después de la crisis del 30 es, en particular, interesante de analizar por la rápida y
contundente recuperación que experimentó, cuando había sido uno de los países más afectados por la
depresión económica mundial. En un primer momento, las políticas deflacionistas del gobierno conservador
no hicieron nada para paliar los efectos negativos de la crisis y así la caída de la producción, la falta de dinero
circulante, el paro forzoso de más de un tercio de la población, la crisis financiera, no sólo continuaban sin
resolverse, sino que se agravaban cada vez más. La resistencia a tomar medidas fuera de la ortodoxia liberal
fue vencida cuando el nacionalsocialismo, de la mano de Hitler que, como dijimos, llegó al gobierno en 1933, y
las políticas económicas y sociales que desarrolló fueron demostrativas del cambio de rumbo.
Dichas políticas perseguían el resurgimiento de Alemania como potencia mundial bajo el Tercer Reich,
con claras aspiraciones de expansión territorial y una política racial de explotación y exterminio, basada en la
creencia de la inferioridad de ciertos pueblos. Asimismo, el proyecto del nacionalsocialismo era una suerte de
revancha ultranacionalista por la humillación que significó para gran parte del pueblo alemán el Tratado de
Versalles, pero también una forma de evitar el ascenso del comunismo, al que podía conducir la desesperada
situación de millones de desocupados y nuevos pobres, que pululaban como consecuencia de la depresión
económica. Por lo tanto, una de las principales preocupaciones del gobierno nazi fue la de disminuir la tasa de
desempleo y expandir el consumo. Al igual que en el New Deal, las obras públicas fueron clave en este sentido
dado el gran insumo de mano de obra que requieren. Asimismo, se buscó atacar el desempleo mediante la
sanción del servicio militar obligatorio, la conformación de cuerpos especiales dc combate y de asalto para
custodiar al régimen (como las SA y las SS) y la creación del Servicio Nacional del Trabajo con el objetivo de
emplear desocupados que debían llevar adelante trabajos en la agricultura, en la construcción de carreteras,
en la restauración de monumentos y en los establecimientos militares. Todas estas medidas fueron exitosas,
ya que para febrero de 1937 la cifra del desempleo había disminuido de 6 millones en octubre de 1933 a 1,2
millones (Kindleberger: 1985: 283).
Cuadro
Sin embargo, los costos humanos del nazismo fueron enormes, y al cercenamiento de las libertades
individuales y la política del terror se fueron incrementando a medida que el régimen se consolidaba en el
poder. La política dc control y planificación se hizo visible en todos los ámbitos. En el laboral, los sindicatos
fueron intervenidos por las SS, sus propiedades confiscadas y sus líderes apresados. En su reemplazo se creó
un Frente Alemán del Trabajo controlado por el partido nazi que incluía a los empresarios y a los obreros y las
negociaciones salariales y las condiciones de trabajo contaban con un intermediario del Estado. Se crearon
diversos mecanismos de control y decisión sobre el trabajo y la recreación de los obreros. “En 1938, por
decreto de trabajo obligatorio, se estableció que cualquier habitante del Reich debía aceptar cualquier trabajo
o entrenamiento profesional que le fuese asignado por el Frente Alemán del Trabajo" (Rindleberger: 1985:
283). En el sector industrial se establecieron oficinas de control regionales, que regulaban la producción y las
importaciones. Estas últimas fueron luego controladas por el Reichsbank (banco oficial de Alemania) a través
del control de cambios. Para reactivar al sector agrícola, se creó un Fondo Alimentario que controlaba los
precios y la producción.
El Estado adquirió un rol central, planificando, interviniendo, regulando la actividad económica. La
particularidad del modelo alemán fue la importancia que tuvieron los grandes capitales privados y los enormes
beneficios que obtuvieron en este período. El carácter de socios que se estableció entre el Estado y el capital

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para salvar el régimen capitalista y aplastar al movimiento obrero y sus inclinaciones hacia el comunismo, se
encuadra dentro lo que se conoce tomo capitalismo monopolista de Estado y que necesariamente conlleva
una política imperialista para poder sostenerse. Es por ello que la planificación para la guerra fue importante
para el nazismo y una vez que se dejó atrás el problema del desempleo, a partir dc 1934 la recuperación giró
en torno al aumento del gasto público en el rearme. La guerra como política, en palabras de Alan Milward, se
hizo más visible a partir dc 1936, con un aumento considerable del gasto en la industria armamentista y la
promoción de industrias de insumos básicos (como el caucho sintético y el petróleo). Uno de los principios
subyacentes de esta política guardaba relación con la idea de que Alemania contara con un “espacio vital”
(Lebensraun) para desarrollarse y sostenerse como potencia mundial. Esta idea se tradujo en hechos
concretos a partir de 1938, con la anexión de Austria, de vastas regiones de Checoslovaquia y por último la
invasión a Polonia. Esto desencadenó la guerra ya que, para ese entonces, Francia y Gran Bretaña no pudieron
obviar más las reales intenciones del nazismo y los partidarios de la política de “apaciguamiento” tuvieron que
retirarse de la escena. La idea de Hitler era desarrollar una “guerra relámpago” (Blitzkrieg) ya que Alemania
no contaba con los recursos suficientes como para hacer frente a una guerra de larga duración, pero el fracaso
de la invasión a la Unión Soviética en el invierno de 1941-1942 frustró estas expectativas y obligó a Alemania a
orientar su economía hacia la guerra con magros resultados finales.
Durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), el poder del Estado aumentó aún más en todos los
países y el control y planificación estatal alcanzó niveles nunca antes vistos. Recién después del final de Ia
guerra, se sentarían las bases para un crecimiento sostenido en las principales potencias de Occidente bajo un
sistema económico ampliamente regulado, con un vasto programa de seguridad e inclusión social, que se
conoció como Estado de Bienestar keynesiano. Fueron los años dorados del capitalismo, como Hobsbawm
dcnominó de manera muy elocuente a este período. A nivel internacional, esta vez la recuperación de Europa
y su reconstrucción estuvieron primeras en la agenda de los aliados y de Estados Unidos, potencia hegemónica
consolidada en Occidente. Se buscaron acuerdos en pos de hacer viables la estabilidad y el crecimiento
continuo a nivel internacional. Y, sobre todo, ahuyentar el peligro del comunismo, en el marco de una “guerra
fría” con la Unión Soviética, quc fue el telón de fondo de todo este período. La crisis sobrevino en 1973 y los
ideólogos de la vuelta de un capitalismo “auténtico”, sin intervenciones “artificiales” del Esrado, estaban a la
vuelta de la esquina, y no tardaron mucho en imponer de manera hegemónica el neoliberalismo, con
pretensiones de erigirse en un pensamiento único.

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