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Inmanuel Kant; La ilustración

La ilustración

La ilustración es la salida del hombre de la “minoría de edad”. La minoría de edad es un estado en el que el hombre es incapaz
de pensar por sí mismo, por lo que su pensamiento depende de tutores. Los tutores son aquellos que le impone pensamientos
al hombre. Por ejemplo, en la época medieval, la iglesia fungía como tutor de los pueblos, y aquellos que no le obedeciesen,
eran duramente castigados.

Hay dos causas por la que el hombre no se atreve a salir de la “minoría de edad”. La primera es por pereza, ya que es mucho
más cómodo dejar que alguien piense por mí (un pastor, un doctor, el autor de un libro) que ser independiente de pensamiento.
La segunda es la cobardía, como en el caso de la iglesia medieval, a la que los hombres temían. Sin embargo, el hombre se
ilustra a sí mismo inevitablemente cuando está en libertad, por lo que ambas causas se deben a la existencia del tutor. Un
hombre en libertad es aquel que puede hacer uso público de la razón.

El uso público de la razón se refiere a la capacidad del hombre de expresarse y de manifestarse. Mientras que el uso privado de
la razón se refiere a la necesidad del hombre de obedecer para no echar abajo a la sociedad. Por ejemplo, cuando un soldado
recibe una orden de su superior no debe argumentar en voz alta acerca de la utilidad de esa orden, debe obedecer (uso privado
de la razón), pero, tiene todo el derecho a hacer observaciones acerca de los defectos del servicio militar y presentarlas al juicio
público.

Una revolución puede parecer una buena idea para deshacerse de los tutores, pero esta simplemente está afectando al uso
privado de la razón, pero no va a cambiar el modo de pensar de las personas, seguirán igual de sometidas ante el nuevo
gobierno. La esperanza está en que el control de pensamiento no es eterno, una época no puede colocar a la siguiente en una
situación en la que sea imposible alcanzar la ilustración, pues el ser humano tiende a progresar, a rechazar leyes autoritarias, a
tratar de alcanzar la libertad. Así que, contrario a la revolución, se debe buscar la creación de una ley mejor que permita a la
gente expresarse, poder tener un concepto propio modificado de la religión, sin impedir que los que quieran seguir fieles a la
antigua religión lo hagan.

Así que, en conclusión, al estado le concierne mantener un orden ante el uso privado de la razón, y crear las condiciones
necesarias para que los hombres puedan desarrollar el uso público de la razón, y así alcanzar la ilustración. Inmanuel Kant
habla del príncipe Federico II de Prusia que precisamente buscaba esto, y que, según él, fue el primero que instauró libertad en
materia de religión en aquella época. Federico persiguió la idea de un estado libre: “razonad tanto como queráis y sobre lo que
queráis, pero obedeced!”, refiriéndose a cómo debe ser el uso público y privado de la razón.

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