El crecimiento global sigue siendo moderado. Desde el informe de abril dePerspectivas de
la economía mundial (WEO), Estados Unidos aumentó aún más los aranceles sobre ciertas importaciones chinas y China tomó represalias al aumentar los aranceles en un subconjunto de importaciones estadounidenses. Se evitó una escalada adicional después de la cumbre del G20 de junio. Las cadenas mundiales de suministro de tecnología se vieron amenazadas por la posibilidad de sanciones estadounidenses, la incertidumbre relacionada con el Brexit continuó y las crecientes tensiones geopolíticas afectaron los precios de la energía. En este contexto, se pronostica un crecimiento global de 3.2 por ciento en 2019, aumentando hasta 3.5 por ciento en 2020 (0.1 puntos porcentuales menos que en las proyecciones WEO de abril para ambos años). Las liberaciones del PIB en lo que va del año, junto con una inflación generalmente más débil, apuntan a una actividad global más débil de lo previsto. La inversión y la demanda de bienes de consumo duraderos se han reducido en las economías de mercado avanzadas y emergentes a medida que las empresas y los hogares continúan frenando el gasto a largo plazo. En consecuencia, el comercio mundial, que es intensivo en maquinaria y bienes de consumo duradero, sigue siendo lento. La recuperación prevista del crecimiento en 2020 es precaria, presumiendo la estabilización en los mercados emergentes y las economías en desarrollo actualmente estresadas y el progreso hacia la resolución de las diferencias en las políticas comerciales. Los riesgos para el pronóstico son principalmente a la baja. Incluyen nuevas tensiones comerciales y tecnológicas que debilitan el sentimiento y ralentizan la inversión; un aumento prolongado en la aversión al riesgo que expone las vulnerabilidades financieras que continúan acumulándose después de años de bajas tasas de interés; y crecientes presiones desinflacionarias que aumentan las dificultades del servicio de la deuda, limitan el espacio de la política monetaria para contrarrestar las recesiones y hacen que las perturbaciones adversas sean más persistentes de lo normal. Las acciones políticas multilaterales y nacionales son vitales para colocar el crecimiento global sobre una base más sólida. Las necesidades apremiantes incluyen reducir las tensiones comerciales y tecnológicas y resolver rápidamente la incertidumbre sobre los acuerdos comerciales (incluso entre el Reino Unido y la Unión Europea y el área de libre comercio que abarca Canadá, México y los Estados Unidos). Específicamente, los países no deberían usar aranceles para alcanzar balances comerciales bilaterales o como un sustituto del diálogo para presionar a otros para que hagan reformas. Con una demanda final moderada y una inflación moderada, la política monetaria acomodaticia es apropiada en las economías avanzadas y en los mercados emergentes y las economías en desarrollo donde las expectativas están ancladas. La política fiscal debe equilibrar múltiples objetivos: suavizar la demanda según sea necesario, proteger a los vulnerables, Reforzar el potencial de crecimiento con un gasto que respalde reformas estructurales y garantizar finanzas públicas sostenibles en el mediano plazo. Si el crecimiento se debilita en relación con la línea de base, las políticas macroeconómicas deberán volverse más acomodaticias, dependiendo de las circunstancias del país. Las prioridades en todas las economías son mejorar la inclusión, fortalecer la resiliencia y abordar las restricciones sobre el crecimiento potencial de la producción.