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Música,
memoria y
educación
Conferencias magistrales
Compilador:
Francisco condori
Música,
memoria y
educación
Conferencias magistrales
Carlos Falconí
Francisco Condori
Gonzalo Camacho
Jonathan Ritter
Julio Mendívil
Renzo Aroni
“Música,
Memoria y
Educación”
Libro de Ponencias
Compilador:
Dr. Francisco Condori
Responsable de Proyecto:
Prof. Dr. Joachim Schroeder
ISBN: 978-612-47944-0-7
Prohibida la reproducción total o parcial de este libro por cualquier medio, sin previa autorización.
PRESENTACIÓN
Los seis artículos presentados por expertos internacionales en este libro, dan
una visión general y complementada de la importancia y la relación existente
entre música, memoria y educación para seguir desarrollando investigaciones
en sociedades post conflicto como el Perú y diseñar propuestas de cambio.
En este estudio, el autor manifiesta que la música testimonial ofrece una forma
de demostración de todos los aspectos de la vida de las comunidades
ayacuchanas, a través de canciones como ―El Desaparecido‖, donde se
comenta abiertamente sobre la violencia. Así en este contexto, los procesos de
justicia transicional representan los caminos para analizar la diversidad de la
música testimonial actual. También se explican los desafíos que confronta una
investigación musical en un ambiente posconflicto, las formas en que se
representa la memoria y la recuperación de los años de conflicto en Ayacucho,
mediante la canción testimonial y el renacimiento de su vida ritual.
A manera de síntesis, quiero expresar que los mensajes que ofrecen los autores
en este texto, motivan a los lectores a trabajaren la incidencia a los decisores
políticos, para la implementación de políticas culturales y de memoria, donde
la educación sea el canal que promueva el conocimiento, respeto y ejercicio de
los derechos humanos, el dialogo intercultural y la cultura de paz, como
condición básica para fortalecer la democracia.
Pumpín por la
memoria: música y
Las políticas culturales
performance teatral en
y la necesidad de
la conmemoración de
fortalecer el arte en el
una masacre en Cayara
Perú
Renzo Aroni
Francisco Condori
Introducción 93
Introducción 39
Asesinato, desaparición y
¿Qué es la cultura? 41 96
encubrimiento en Cayara
El arte y la cultura como
44 Cantando se recuerdan y 100
derecho humano
piden justicia
Inversión cultural 48
Los emprendedores de la 104
Conformación de las 51 memoria
políticas culturales Escenificación del ataque al
Conclusiones 56 convoy militar y la masacre 107
de campesinos
Conclusiones 110
Sobre el huayno Música, educación y
ayacuchano cultura de la paz
Carlos Falconí Gonzalo Camacho
Introducción
19
miembro de las fuerzas del orden se emocione hasta las lágrimas con una
canción que criticaba su accionar?
1
Como demuestra James para el caso de Vietnam, la guerra afecta a los diferentes tipos de música
de manera diversa (1989: 126). En el presente artículo me concentro en el caso del huayno
ayacuchano, el cual, a diferencia de otras corrientes musicales como la cumbia y el vals, sí tematizó
los años de violencia que vivió el Perú a raíz del inicio de la lucha armada de Sendero Luminoso.
Para una panorámica histórica del huayno ayacuchano puede verse (Tucker 2013 y Huamán 2015),
para una visión del huayno testimonial ayacuchano véase, Huamán (2015: 147-198) y Mendívil
(2016). Para unas visiones sucintas sobre el conflicto de Sendero Luminoso véase Gorriti (1990),
Starn (1995) y (Taylor).
2
En agosto del 2017, el Lugar de la Memoria (LUM) pasó a ser motivo de polémica por la
exposición "Resistencia Visual 1992", de la artista peruana Susana Torres, que mostraba la
participación del gobierno de Alberto Fujimori en violaciones sistemáticas de derechos humanos
durante el conflicto armado. Entonces el diputado fujimorista Franscesco Petrozzi acusó al LUM de
dar una versión sesgada de la historia y hasta de ejercer apología del terrorismo. Si bien la muestra
no fue cerrada, el gobierno de Pedro Pablo Kuczynski se posicionó contra el LUM, obligando a su
director, el sociólogo Guillermo Nugent, a renunciar al cargo. En mayo del 2018, el general en
retiro y congresista por el partido Alianza Para el Progreso Edwin Donayre, haciéndose pasar por un
desplazado de guerra colombiano, grabó y manipuló declaraciones de la trabajadora del LUM
Gabriela Eguren para hacerla aparecer como apologeta del terrorismo. Al igual que en el caso
anterior, el LUM no recibió apoyo del gobierno y fue acusado de apoyar la subversión. Para una
visión ampliada de ambos hechos véase: https://cosas.pe/cultura/83149/polemica-en-el-lum-la-
batalla-de-la-memoria/ y asimismo https://elcomercio.pe/politica/edwin-donayre-efectos-visita-lum-
claves-noticia-520706.
20
En este artículo voy a concentrarme en tres temas: la memoria, el carácter
imaginario de la misma y las ambivalentes relaciones entre prácticas musicales
y memoria. En el primer caso, me interesa definir el concepto de memoria a fin
de hacerlo operativo para el análisis del repertorio vinculado al conflicto
armado. En el segundo caso, valiéndome del concepto de fantología
desarrollado por Jacques Derrida (1998) y, posteriormente, por Mark Fisher
(2016), quiero referirme a los viejos fantasmas que la violencia política vivida
sigue despertando en nosotros. Me propongo mostrar que es imposible pensar la
memoria independientemente de estos espectros, pues al igual que estos, la
memoria implica siempre la presencia de una ausencia. Finalmente y contrario
a lo que se suele afirmar, voy a sostener que no existe ningún vínculo directo
entre música, memoria e historia. Analizando las considerables
transformaciones de significado que han sufrido las canciones sobre la
violencia política a lo largo de los años, pretendo poner en tela de juicio la
relación causa/efecto que se suele construir en muchos textos sobre este
repertorio (Roldán 1990: 74; Huamán 2015: 165). Me interesa demostrar que,
justamente porque la música no es ningún depositario de la historia ni de la
memoria, es necesario construir relaciones entre ambas que parezcan
verosímiles. En ese sentido, creo que la memoria es un campo de lucha, en el
cual diversos actores construyen significados sociales, muchas veces
divergentes entre sí. Pero no vayamos tan aprisa. Antes de empezar a
reflexionar sobre ella, creo que será útil definir primero qué entiendo por
memoria.
La memoria
Tal vez San Agustín sea quien más ha contribuido a una reflexión filosófica
sobre la memoria. En sus Confesiones (1926), este le dedica sendos capítulos,
en los cuales especula sobre el papel que ella juega en la percepción del ente
divino. Si bien no es mi intención discutir aquí las elucubraciones teológicas del
filósofo, quiero detenerme en sus reflexiones un momento pues, considero que
pueden ser propicias para definir algunas propiedades de la memoria como
fenómeno. San Agustín describe la memoria como un espacio en el cual se
21
pueden almacenar fenómenos naturales, pensamientos, objetos, hechos pasados
e, incluso, experiencias sensoriales de la más diversa índole. La memoria
además, prosigue, también tiene la facultad de guardar lo que aprendemos a
través del conocimiento racional de las cosas: nuestro discernimiento sobre los
números, sobre la gramática o la retórica pueden ser guardados en la memoria,
por ejemplo, sin pasar por alguno de nuestros sentidos. La memoria, dice
finalmente, guarda nuestros sentimientos, aunque sin reproducirlos. Cito:
22
remite por naturaleza a una valoración subjetiva por parte de quien está
recordando (Bertaux&Bertaux-Wiame 1986: 151). Contrario a la vox populi
que afirma que recordar es volver a vivir, evocar el pasado, nos dice el santo de
Hipona es siempre echar a andar la imaginación.
…el recuerdo es, en gran medida, una reconstrucción del pasado con la
ayuda de datos tomados del presente, y preparado de hecho con otras
reconstrucciones realizadas en épocas anteriores, por las que la imagen del
pasado se ha visto ya muy alterada. […] Podemos denominar recuerdos a
muchas representaciones que se basan, al menos en parte, en testimonios y
razonamientos. Pero, en tal caso, la parte social o histórica que hay en la
memoria de nuestro propio pasado, es mucho más amplia de lo que
pensábamos. Ya que, desde la infancia y gracias al contacto con los adultos,
23
hemos adquirido muchos modos de reencontrar y precisar muchos recuerdos
que, de otro modo, habríamos olvidado total o parcialmente.‖ (Halbwachs
2009: 157-159)
4
No tengo espacio aquí para detenerme en las especificidades de cada caso, baste decir que Agüero
refiere su experiencia personal como hijo de dos combatientes de Sendero Luminoso asesinados por
las fuerzas del orden, interrogándose por las formas de perdón y las vías de reconciliación entre las
partes afectadas (véase Agüero 2016), mientras que Gavilán narra sus diferentes vidas como niño
guerrillero en Sendero Luminoso, soldado del ejército peruano y sacerdote en el Perú de los años
ochenta (Gavilan 2014). A mi juicio, lo que ambos libros ponen en evidencia es que omitir las
experiencias individuales permite construir visiones estereotipadas tanto de las víctimas como de
los perpetuadores de la violencia política.
24
Si la memoria no reproduce cosas reales sino crea imágenes de lo recordado,
quiero decir, si la representación de nuestros recuerdos difiere por naturaleza de
los sucesos que recordamos, entonces podríamos concluir que la memoria,
como la historia, evidencia un carácter espectral en cuanto es y, al mismo
tiempo, no es algo. Para explicar mejor esta idea, quiero introducir ahora el
concepto de fantología.
Fantología y memoria
En Espectros de Marx (1998), Derrida toma la imagen del fantasma para
reflexionar sobre la caída del bloque comunista a finales del siglo XX. Según el
filósofo francés, la muerte del socialismo realmente existente, contrario a lo
pregonara Francis Fukuyama (1992), echó a andar nuevamente los viejos
espectros que habían conjurado Marx y Engels en su Manifiesto de 1848, pues
un cadáver del marxismo en la arena política internacional implicaba al mismo
tiempo la interrogante sobre su futuro, sobre su posible retorno en un supuesto
mundo sin ideologías. Derrida describe al fantasma como una metáfora de lo
intermedio entre la vida y la muerte, entre el pasado y el presente, entre el ser y
no-ser. Efectivamente, el fantasma no está vivo, pero tampoco está muerto, se
muestra en nuestro mundo presente, pero solo como el pálido reflejo de algo
que ya no existe, pues el fantasma no es jamás la misma persona que fue en
vida, aunque al mismo tiempo sigue manteniendo su identidad más allá de la
muerte. Eso es al menos lo que queremos expresar cuando decimos que tal
aparición es el fantasma de tal o cual persona. En ese sentido, un fantasma es y
al mismo tiempo, no es alguien, o para usar una figura de Derrida, el fantasma
encarna la presencia de una ausencia. Para referirse a esta forma de no-ser o no-
estar, Derrida ha propuesto el concepto de fantología (1998: 24) como
contraparte al de ontología, que trata del ser y sus propiedades. La fantología,
por consiguiente, sería la rama de la filosofía que se ocupa del no-ser y el no-
estar.
Hablar sobre los años de violencia política en el Perú involucra despertar viejos
fantasmas en la sociedad peruana. Si bien la violencia contra la población civil
25
desatada por Sendero Luminoso y las Fuerzas del Orden que lo combatieron ha
cesado, las huellas de esa traumática experiencia siguen presentes en nuestra
memoria y en la producción de cultura musical de Ayacucho. Renzo
Aronirefiere, por ejemplo, que los grupos de residentes de fajardinos en Lima
tematizan aún hoy en sus canciones momentos traumáticos de los años de
conflicto como el asesinato de autoridades (Aroni 2013a: 543). Por su parte,
Ritter ha señalado que el repertorio político que surgió en los años ochenta
sigue siendo interpretado por grupos de músicos jóvenes, que no vivieron la
violencia política de manera tan directa como los músicos de generaciones
precedentes, o que es evocado en el repertorio posterior a través de relaciones
intertextuales (Ritter 2007: 189; 2012: 211-214). Ejercer la memoria en este
caso contiene un posicionamiento en dos direcciones: uno retroactivo y otro de
cara al futuro, porque aunque las fuerzas en conflicto ya no existan, estas siguen
ahí de alguna manera, amenazando el presente y, por consiguiente, acechando
el futuro. Por supuesto, en cuanto fantasmas, estas fuerzas no representan un
peligro real, sino uno de carácter virtual. En su libro Fantasmas de mi vida,
Mark Fisher propone entender la fantología precisamente como el análisis de lo
virtual, y al fantasma como aquello que actúa sin existir físicamente (2014: 43).
Traigo esta idea a colación porque creo que toda forma de memoria —sea esta
individual o colectiva— es fantológica debido justamente a su carácter virtual y
fantasmagórico, a su identidad intermedia entre el ser y el no-ser.
5
Según Carvalho las grabaciones ya no son performances, sino un collage de fragmentos de varias
performances (1996: 259). En ese sentido conforman una performance virtual. Las manipulaciones
tecnológicas para conseguir "autenticidades" virtuales son comunes en la música popular. Thomas
26
En términos de sonido —dice Fisher—, la fantología es una cuestión de oír
lo que no está más aquí, la voz grabada, la voz que ya no es más garantía de
la presencia [de alguien]. […] No es fonocentrismo, sino fonografía, el
sonido viniendo a ocupar el desplazamiento de la escritura. No hay nada aquí
sino grabaciones.‖ (2014: 200)
Pero hay otro aspecto que permite a Fisher relacionar la música con la
fantología: la tendencia ―retro‖ de las últimas décadas, que se concentra más en
repetir formas pasadas que en crear nuevos estilos. Fisher relaciona esta moda
―retro‖ en la música popular internacional con una aniquilación del futuro, no
del futuro como tiempo histórico, sino más bien como concepto, lo que permite
al sistema reproducirse automáticamente al instaurar el pasado como modelo
para los tiempos venideros. El carácter fantológico de la música popular, en ese
sentido, funciona en dos niveles diferentes: en función a lo que ya no es real,
pero sigue siendo efectivo como virtualidad ya que representa un pasado
determinado, y en función a lo que aún no ha pasado, pero que ya es efectivo en
su forma virtual, como proyección a lo que vendrá en tiempos venideros: la
repetición de lo establecido.
Turino, por ejemplo, ha propuesto, no sin ironía, la expresión "alta fidelidad" para referirse a las
grabaciones de estudio que sugieren una performance en vivo. Como advierte el etnomusicólogo
estadounidense, alcanzar un sonido en vivo en un estudio requiere una buena dosis de
intervenciones tecnológicas, pero —en aras de la "autenticidad"—es indispensable hacer "invisible"
dicha tecnología (2008: 68). La música popular toda, como indica Fisher, es virtual, en cuanto como
algo que en verdad no existe como performance.
27
vincular la música sobre la violencia política con la fantología es la plena
convicción de que el repertorio canónico de la década de los ochenta está
estrechamente ligado a los espectros que nos ha dejado la guerra. ¿Qué dicen
estas canciones que se remiten a los años de conflicto como un ejercicio de
memoria? Como bien lo demuestran los textos de Aroni (2013a, 2013b, 2015a,
2015b, 2006) y Ritter (2002, 2007, 2012, 2014), estas canciones también se
mueven en dos direcciones: por un lado, se remiten a un pasado virtual al
evocar un tiempo ya pretérito —que por naturaleza difiere del pasado real que
vivimos en los ochenta—, y por el otro —si se me permite continuar con la
metáfora—, a un futuro fantasmagórico referido a la violencia política como
posible amenaza. Si estoy en lo cierto, entonces, dicho repertorio se coloca
como un corpus intermedio entre el pasado, el presente y el futuro, entre el ser y
no-ser de la violencia que vivimos unas décadas atrás, y asimismo, se presenta
como una advertencia de lo que podría alcanzarnos nuevamente. Mas, en
cuanto este espacio contiene nuevamente recuerdos personales y lecturas
colectivas, en el que se crean tensiones entre los diversos actores sociales.6
Pero hay otras razones para unir esta música que nos ocupa con la fantología y
es justamente su manera de vincularse con la memoria. Ya he dicho que la
memoria presenta un carácter fantasmagórico: en ella confluyen dos tiempos
disímiles —pasado y presente— y establece un punto intermedio entre lo
efímero y lo sostenible, al crear una ficción actual sobre el pasado. En cuanto
ella vuelve al presente las imágenes de objetos, experiencias o sentimientos de
tiempos anteriormente acaecidos, la memoria es virtual y jamás nos devuelve el
pasado en su forma pura, sino apenas como representación de lo que
recordamos haber vivido. Una música popular que quiere ser memoria, por
consiguiente, sería doblemente fantasmagórica, como música y como memoria,
pues ambas se mueven en el terreno de lo virtual.
6
He mostrado en otro contexto cómo intérpretes mayores justifican que el interés en el repertorio
sobre la violencia política haya decaído entre músicos ayacuchanos más jóvenes, aduciendo que las
vivencias de los últimos bajo la dictadura de Alberto Fujimori han sido otras (Mendívil 2016: 57-
58). Aunque de manera implícita, esta interpretación sugiere que la memoria de la nueva generación
de intérpretes ayacuchanos es otra y que por tanto no es tan válida como la propia.
28
Decía Friedrich Nietzsche que toda acción requiere del olvido y que, por
consiguiente, la escritura de la historia exigía del hombre no solamente la
facultad de recordar, sino asimismo la de olvidar (Nietzsche 2009: 10-11). La
música que recuerda la violencia política posee similares cualidades. Ella
también corresponde a elecciones subjetivas sobre la realidad, y como en el
caso de los testimonios de Agüero y Gavilán que he mencionado, siempre está
expuesta a negociaciones con otras memorias que recuerdan —y por tanto
olvidan— también selectivamente. De esto se desprende que no hay una
memoria única sobre el pasado, y no habiendo una memoria única, no puede
haber un vínculo directo entre música y memoria, pues recordar es conjurar
fantasmas, despertarlos e intentar domesticarlos desde la propia perspectiva.
29
domesticación individual del significado social. Los consumidores de música
popular refieren a menudo que sus adquisiciones se fundan en un vínculo
privado o afectivo con el producto. Son pues los recuerdos o las asociaciones
personales las que ocasionan los valores subjetivos que producen los oyentes al
integrar un repertorio dado a las propias biografías (DeNora 2000: 66). Me he
referido finalmente a cómo la biografía social o personalizada de las canciones
está estrechamente ligada a su historicidad y cómo el transcurso del tiempo
modifica las significaciones colectivas o individuales que pueda tener una
canción (véase Mendívil 2013: 10-13). Voy a ejemplificar esto discutiendo —
brevemente— la biografía del huayno ―Flor de retama‖.
―Flor de retama‖ fue compuesta en el año 1969 por Ricardo Dolorier como
protesta contra una masacre de estudiantes ocurrida durante la dictadura militar
del general Velasco Alvarado en Huanta. Como todos sabemos, el gobierno
envió tropas especiales, a los llamados sinchis, para reprimir la toma de
colegios (Degregori 2014: 55-68). El huayno fue grabado por primera vez en el
año 1971 por el Trío Huanta, sin llegar a alcanzar mayor difusión. La versión
grabada por la intérprete Martina Portocarrero, en cambio, logró alcanzar una
enorme popularidad en todo el país, especialmente durante los años de
violencia política, llegando a convertirse en un himno contra la represión
policial y militar (Tucker 2013: 62) y, en algunas ocasiones, a expresar una
cierta simpatía por las acciones de Sendero Luminoso (Riveros 2005: s/p; Ritter
2006: 15,16). El éxito de ―Flor de retama‖ ha sido comúnmente relacionado al
contenido de sus letras, las cuales expresarían cabalmente el sentimiento del
pueblo ayacuchano durante los años de violencia:
En sus letras —dice Carlos Huamán, por ejemplo—, "Flor de retama" invita
al oyente [sic] atestiguar un acontecimiento no explícito en su primera
estrofa. La plazuela de Huanta, el centro de la ciudad, será escenario del
amarillear de la flor de la retama que, en su segunda estrofa, logrará amarrar
su sentido poético: la retama florece. El estribillo ‗amarillito amarilleando/
flor de retama‘, ubica al oyente en dos situaciones distintas: en la vida y en la
muerte. En la vida, porque el color amarillo representa la maduración de los
frutos, el oro, la miel, el color del sol, la claridad; en la muerte, ya que es el
color a donde viaja la vida. Todo muerto tiene ese color. […] Su tercera
30
estrofa refiere al espacio y a sus protagonistas: cinco esquinas, los sinchis,
los huantinos, estudiantes, campesinos. El emisor (omnisciente) conoce el
futuro que alude a la muerte como consecuencia del accionar de los sinchis
(fuerzas especiales contrainsurgentes). No se explicitan razones políticas o
ideológicas. La presentación de los sinchis, opuestos a los estudiantes y los
campesinos, le es suficiente al autor para denunciar el autoritarismo del
Estado […] La fuga del wayno alude al perfume de diversas flores: jazmines,
violetas, geranios y margaritas, a esa diversidad sociocultural que configura
al Perú, que, en este caso, está enfrentada al poder, como los estudiantes y
campesinos de Huanta. (2015: 167-168)
31
Si todas estas experiencias de vida con relación a ―Flor de retama‖ son válidas,
cabe preguntarse ¿cómo es posible que esta canción represente una memoria?
¿No sería mejor entenderla como la expresión de varias memorias, todas ellas
auténticas a su modo?
Conclusiones
Llegado a este punto, quiero ahora resumir un poco todo lo que venido
exponiendo para extraer algunas conclusiones.
32
¿De qué memoria hablamos cuando hablamos de memoria de la violencia
política? ¿Qué experiencias, de las muchas que tuvieron lugar, incluimos en la
memoria que construimos cuando usamos la música como una forma de
mantener el recuerdo? ¿Quién habla en las memorias que construimos sobre los
años de la violencia? ¿Los campesinos? ¿Los soldados? ¿Los sectores urbanos?
¿Los periodistas que enfrentaban la espeluznante realidad de la guerra
cotidianamente? ¿La población civil en su conjunto? Y si así fuera, ¿quiénes
conforman esa población civil? ¿Cómo hacer de este conglomerado de gente un
conjunto que sea algo más que una abstracción sin contenido concreto?
33
Es por eso que considero imprescindible que trabajos como los que vienen
realizando Renzo Aroni (2013a, 2013b, 2015a, 2015b, y 2016) y Jonathan
Ritter (2002, 2007, 2012, 2014), que recogen la memoria de quienes sufrieron
la violencia senderista y militar en sus diversas formas y cuya experiencia,
debido a las estructuras de poder existentes en Perú, suelen ser invisibilizadas,
sean complementados con trabajos de recopilación de la memoria y del dolor
del otro, de quienes combatieron, como una forma de conjurar nuestros
fantasmas y nuestros temores.9 ¿Qué memorias nos ofrecerían ellos? Quiero
terminar recordando una interrogante planteada por Jacques Derrida en su libro
Espectros de Marx. Dice el filósofo francés: ―¿no puede aspirarse a una justicia
que, un día, un día que ya no pertenecería a la historia, un día casi mesiánico, se
encontraría por fin sustraída a la fatalidad de la venganza? (Derrida 1998: 35).‖
Estoy convencido de que aceptar la pluralidad de memorias sobre el conflicto
es un paso importante para alcanzar dicha meta.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Agüero, José Carlos. (2016). Los rendidos. Sobre el don de perdonar. Lima:
Instituto de Estudios Peruanos.
nacional en el cual lo ayacuchano permanece siempre como subalterno. ¿Qué hacer frente a este
dilema? No tengo respuesta.
9
El libro Lurgio Gavilán representa un primer esfuerzo en ese sentido, pues recoge repertorios
aprendidos en su etapa senderista y en su etapa de soldado (57-99 y 103-128).
34
——. (2013b). Sentimiento de pumpín: Música, migración y memoria en
Lima, Perú. (Maestría), Universidad Nacional Autónoma de México,
México.
35
Fisher, Mark. (2014). Ghost of my Life. Writings on Depression, Haunt logy
and Lost Futures. Winchester & Washington: Cero Books.
James, David. (1989). The Vietnam War and American Music. Social Text,
23, 122-143.
Mendívil, Julio. (2013). The song remains the same? Sobre las biografías
sociales y personalizadas de las canciones. El OídoPensante, 1(2).
Nietzsche, Friedrich. (2009). Vom Nutzen und Nachteil der Historiefür das
Leben. Stuttgart: Reclam.
Ritter, Jonathan. (2002). Siren Songs: Ritual and Revolution in the Peruvian
Andes. British Journal of Ethnomusicology, 11(1), 9-42.
doi:10.2307/4149884
36
——. (2012). Discourses of Truth and Memory. The Peruvian Truth
Commission and the Cancion Social Ayacuchana. In Susan Fast & Kip
Pegley (Ed.) Music, Politics and Violence, (pp. 211-214). Middletown,
Connecticut: Wesleyan University Press.
37
38
Las políticas culturales y la
necesidad de fortalecer el
arte en el Perú
Francisco Condori
Introducción
39
¿Podemos decir que, en un contexto determinado del Perú, un barrio, un
distrito, una comunidad, hay un solo referente cultural? Lima es un
conglomerado de culturas. Ayacucho ¿no lo es? ¿El centro de Ayacucho es
acaso igual que la periferia? La Semana Santa, los carnavales, las fiestas en
general ¿son iguales en sus formas en las comunidades?¿En el centro o en la
periferia? No. Las formas de la cultura son diversas dentro de un mismo
contexto geográfico. Claro que podemos manifestar que existe una similitud,
que existen aspectos referenciales o referentes culturales que se ven
representados en una región. Pero estos referentes podrían también ser
referentes por ejemplo andinos.
40
Si acceder a la cultura es un derecho. Ello conlleva de un lado a que se
generen nuevas y buenas políticas culturales y que estas se hagan evidentes en
la vida social. ¿Qué políticas culturales son evidentes al pueblo? En un país en
el que la piratería de música, películas, libros, etc., es una práctica ilegal pero
evidente, que nos puede hacer entender la forma subversiva en que se
construye y transmite la cultura. Para algunos, estás ilegales prácticas de
piratería son la causa de varios de los graves problemas para la difusión
cultural. Eso puede ser correcto. Lo que no es correcto es que un país donde
hay una buena parte de población que gana un promedio de 150 euros, una
persona tenga pagar por un CD 20 euros, algo que está realmente lejos de sus
posibilidades económicas. Cuando el arte se convierte en una posibilidad
económica generamos el arte para las élites. Seleccionamos el arte que
debemos consumir y si deseamos consumirla pero no podemos pagar su
precio, entonces debemos hacer de este proceso una actividad ilegal.
Luego, en las estrategias prácticas de las políticas culturales están los lugares
donde se produce el arte. Cabe preguntarse: ¿Cuántas de ellas se desarrollan
en los contextos que no son de una ciudad? Luego, cuántas manifestaciones
culturales son promovidas por organizaciones que no reciben apoyo de los
gobiernos. En todo el Perú que existen grupos que se organizan para hacer
música, hacer danza, hacer teatro y más formas que sostienen la vida cultural
de sus pueblos y la mayoría de ellos sin ningún tipo de apoyo.
¿Qué es la cultura?
Definir el entendimiento de la cultura puede resultar complejo ya que toda
definición se establece sobre un conjunto de creencias y fines. Sobre los
41
aportes que mejor definen el concepto de cultura en el Perú tomo el de
Chalena Vásquez, connotada etnomusicóloga peruana. (Vásquez 2005: 50)
La Cultura incluye todas las formas del quehacer humano: las maneras de
ver e interpretar el mundo, la manera de pensar, los sistemas de ideas o
ideología, las formas de relacionarse socialmente para la producción,
distribución y consumo de bienes que satisfacen necesidades humanas para
reproducir la vida.
La cultura está en las formas de vida de las personas, cada quién está inmerso
en un contexto o ambiente condicionado desde un foco intrínseco por los
gustos, hábitos y experiencias que provee el entorno geográfico. La cultura se
modifica en un mundo cada vez más globalizado y de cambios constantes con
el movimiento de personas de un lugar a otro y las interacciones que proveen
las actuales Tecnologías de la Información y Comunicación. Del mismo
modo, las personas con características similares independientemente del lugar
donde se encuentren representan a grupos, y estos a su vez a las culturas. La
cultura es diversa, plural y diferente de un lugar a otro y puede estar dentro de
un mismo lugar, que puede incluir múltiples formas de concepción y no como
se ha estereotipado en Cultura Culta, Cultura Popular y Cultura Tradicional.
42
comprenderse las recientes relaciones que se forman con el transcurrir del
tiempo, de las relaciones interculturales y del impacto de los medios.
43
formas de pensar, las formas de educar, de formar normas y valores en las
personas, etc. (Vásquez 2005: 24)
La vivencia cultural como transmisión, como actuar cotidiano, como
transferencias no conscientes pero permanentes, nos dan una idea de todo el
cúmulo de simbologías, representaciones y conceptos que se manejan a través
de la transmisión oral.
44
regulada o encapsulada como un conjunto de características que definen un
único tipo de cultura. La cultura popular abarca de un lugar a otro, diversas
formas de expresión, y las personas deciden sobre esta pluralidad cultural,
cuáles manifestaciones adoptar o practicar.
45
Además, valerse del derecho a la cultura no solo debe usarse como argumento
para las expresiones políticas de los grupos que en un momento u otro
detentan el poder, sino que debe tomarse explícitamente como una constante
que debe garantizarse en la vida de las personas y más si ―la condición
humana es la condición de un ser natural/cultural.‖ (Vásquez 2005: 7)
46
las necesidades de cada región ¿Cuánto deben invertir los Estados en
cultura?Estudios sobre el impacto de la cultura para el desarrollo económico
de los países de América Latina y el Caribe, exponen
que aún falta mucho camino por recorrer para que todos los países lleguen a
destinar al menos el 1 % de su presupuesto a la inversión cultural, tal como
se aprobó en la Conferencia de Ministros de Cultura celebrada en Chile, en
julio de 2007. (OEI y CEPAL 2014: 13)
Es decir, a pesar del compromiso adquirido por muchos países para lograr esta
meta de desarrollo regional, los resultados de los esfuerzos realizados con el
objetivo de brindar mayor respaldo financiero a las iniciativas propias de
actividades culturales reflejan una inversión deficiente.
Ello supone, que aún hay habitantes de América Latina que no disponen de un
libre acceso al disfrute de la literatura, la música, la danza, las artes plásticas,
las artes escénicas, las artes visuales y audiovisuales, siendo más crítica la
situación cuando se ponen bajo la lupa las realidades de comunidades
indígenas, a quienes no se les facilitan medios de difusión y aprendizaje de su
propio idioma. En Perú el sistema educativo ha tenido y tiene todavía en sus
lineamientos, la enseñanza únicamente en el idioma español, relegándose el
uso de las lenguas nativas como una forma de discriminación. Este ejemplo de
vulneración del derecho humano cultural de usar libremente la lengua materna
se evidencia como una especie de réplica en otros contextos latinoamericanos.
47
por ello deben considerar procesos de consulta para su construcción y
concreción.
Inversión cultural
No tiene que resultar complicado determinar estadísticamente las
implicaciones de invertir en cultura para lograr impactos sociales que
contribuyan al desarrollo de un país. Si a través de la cultura se transmiten
valores y se educa tanto en tradiciones como en conocimientos, llevar a cabo
programas que reorienten la participación de jóvenes que poseen el riesgo de
caer en los índices de problemáticas sociales como lo es la violencia,
contrarrestaría estos aspectos desfavorables para el desarrollo social y
económico a través de la promoción de la tolerancia, el trabajo en equipo, la
integración, la innovación y la creatividad, como características para elevar el
nivel de vida de las comunidades.
48
la inversión per cápita por habitante del Perú está muy por debajo en US$
0.75, frente a otros miembros de la comunidad internacional como
Colombia, que alcanza los US$ 2.55, o los US$ 11.03 de México, o los US$
36.56 que logra Francia. Ante ello señaló que es clave que las empresas
privadas participen activamente en el sector cultura para cerrar esta brecha.
(Nieto 2016: 1)
La participación de organizaciones no necesariamente de carácter público se
presenta como una alternativa para llegar a la meta de inversión del 1% del
PIB que los Estados deben realizar en cultura. Por el contrario, en vez de
facilitarse a las empresas privadas proveer servicios culturales bajo la premisa
de proteger los legados culturales con ciertas normativas, se abusa de las
regulaciones que pudiesen establecerse y se excluyen las opciones de
inversión privada que pudieran conseguir desahogar al Estado
financieramente.
49
Los comerciantes ven en la cultura opciones para reproducir conceptos,
objetos e ideologías, únicamente con fines económicos. Otro riesgo de este
tipo de políticas está en que no se reproducen formas culturales que
representen a todos los grupos, sino la cultura de la masa que caracteriza a la
mayoría. Por lo tanto las propuestas para el desarrollo de la cultura que
implican a los comerciantes no llegan a todos los lugares.
50
Conformación de las políticas culturales
La cultura puede definirse y entenderse desde variados enfoques, es decir; no
puede definirse una sola cultura, por un lado es un vehículo de comunicación
que sucede como una forma de manifestación y de relaciones sociales de
grupos de personas. Al ser la cultura diversa se le ha atribuido una tipología
clasista. No se puede obviar cuando hablamos de la cultura, existen niveles
que se perciben al hablarse de la cultura clásica, dejando de hablarse de la
cultura tradicional y la cultura popular. A su vez la cultura es parte de la vida
cotidiana y como ella no es ajena a ninguna persona se convierte en un objeto
de derecho.
Uno de los agentes principales que debe garantizar el desarrollo social con
miras a mejorar los niveles de vida de las comunidades, es el Estado; a través
de políticas dirigidas a los espacios públicos, donde la cultura se emplea como
medio de reconocimiento y divulgación. Se entiende en consecuencia, que lo
público pretende dirigirse a grandes cantidades de personas, sin distinción de
sus posibilidades económicas, características sociales y prácticas culturales, es
decir; lo público es para todos, implicando la inclusión e integración en la
esfera social.
Tanto la política como las políticas públicas tienen que ver con el poder
social, pero mientras la política es un concepto amplio, relativo al poder, en
general las políticas públicas corresponden a soluciones específicas de
cómo manejar asuntos públicos. (Lahera, 2006: 75)
La cultura como asunto público debe merecer especial atención de parte de
quienes gestionan los recursos y las decisiones de poder, ya que la cultura es
un elemento ineludible en las relaciones y comunicaciones sociales, ya sea
para transmitir ideas, conocimientos, esparcimiento, goce e inquietudes de la
humanidad.
51
Estado además debe considerar en la administración cultural, la adecuación de
las Políticas Culturales, que en muchos casos de América Latina son una
réplica de iniciativas y programas culturales de otros contextos, con
características sociales y culturales diferentes. Ello significa que las acciones
de las organizaciones que atienden las necesidades culturales no son
representativas ni aplicables efectivamente a todas las realidades.
52
conjunto con las naciones registran el desempeño de las políticas culturales,
las cuales son recogidas partiendo de las estructuras de la administración de la
cultura. A grandes rasgos, en los países de América Latina como Colombia,
México, Argentina, Brasil y Perú, existe un organismo rector de la cultura que
toma la figura de Ministerio o Instituto de Cultura, bajo la que funcionan
ciertas dependencias que gestionan diversos ámbitos como las Secretarías
Generales y de Planificación; estas a su vez distribuyen su campo de acción,
respectivo a cada tipo genérico de manifestación cultural, en dependencias
respectivas del Patrimonio Cultural (en principio solamente material y
posteriormente el inmaterial); de las Comunicaciones y difusión sobre la
cultura y de las Bellas Artes en relación a la música, el teatro, la danza, y
otros.
53
mayoría de los pueblos de América Latina, tiene causas profundas,
íntimamente asociadas con la forma como se llevó a cabo la conquista‖ (Ruíz
y Marulanda 1976: 11), y además determina las diferencias en las formas de
relaciones sociales, económicas y culturales de los pobladores a partir de las
concepciones de superioridad intelectual traídas desde una tradición
occidental.
54
El problema del nivel de atención a la cultura dentro de las políticas públicas y
privadas en América Latina puede tener su origen en las funciones de la
cultura para las sociedades, por un lado estudios ―revelan que la expansión de
la TV, el vídeo y otras ‗máquinas culturales‘ ha cambiado los hábitos
estéticos, así como la estructura del campo cultural‖ (García y otros 1987: 56),
por lo tanto podrían tener un papel protagónico en el cambio de los valores de
quienes se familiarizan con el consumo tecnológico cultural. Una
consecuencia de esta generalización promovida por el uso de la comunicación
de masas como medio de difusión cultural, está en la uniformidad ficticia de
gustos y costumbres ―a pesar de la diversidad sociocultural y a pesar de la
multiplicidad de sus manifestaciones folklóricas o simplemente populares‖
(Ruíz y Marulanda 1976: 57)
Sin embargo, si se considera desde una perspectiva positiva el rol ―de las
diversidades culturales en el crecimiento económico, a la solidaridad étnica o
religiosa como recurso de cohesión social, y a las técnicas de producción y
los hábitos de consumo tradicionales como base de formas alternativas de
desarrollo‖ (García y otros 1987: 23) y se anteponen las funciones que puede
tener la cultura en relación a diversas problemáticas sociales relacionadas al
consenso político y a la memoria nacional, esta representa un medio para
manifestar y registrar libremente el sentir ante situaciones que atenten contra
la democracia y los derechos humanos.
55
Conclusiones
Son variados los factores que definen como se han llevado las Políticas
Culturales en Latinoamérica, sobre todo en Ayacucho, Perú. Es común ver
copiados en los contextos de los países, las estructuras y formas
administrativas de otras realidades y junto a ello también se copian y generan
problemáticas como consecuencia de la desadecuación y falta de análisis que
contribuyan en formular Políticas Culturales efectivas para todos los grupos
culturales.
56
comuna, constituyen, en la práctica distintas y complementarias
dimensiones de la cultura nacional. La cultura, así concebida, se convierte
en el tejido interno de la vida cotidiana y nada de lo que en ella ocurre es
ajeno. (Instituto Nacional de Cultura 1977: 11)
Esta concepción de la cultura presenta una gran variedad de enfoques y
métodos sobre cómo en el Perú se abordarían las Políticas Culturales. Se
asume la cultura como parte del espacio, de los quehaceres, las relaciones
sociales y de los valores de las personas. Con las vivencias del Conflicto
Armado Interno desde el año 1980 al 2000, la organización de las Políticas
Culturales se interrumpió, olvidándose entonces lo multicultural y lo
pluricultural. Fue en Ayacucho donde la violencia ejercida entre peruanos
reprimió y estigmatizó las manifestaciones artísticas creadas en la cultura de
protesta, las expresiones de dolor ante las atrocidades vividas para este
período de violencia y otras representaciones culturales propias del gentilicio
Peruano.
Este proceso tuvo costos muy altos para el país, que vio progresivamente
abandonada su infraestructura productiva, empobrecidas sus tierras y
menguada su población. Su cultura pasó a formar parte de la marginalidad
del proyecto colonial y una nueva cultura, dominada por la imitación y
reproducción - no siempre feliz - de los logros foráneos, fue invadiendo la
manera de ser, sentir, pensar y actuar de los peruanos. (Consejo Nacional de
Cultura 2002: 4)
En consecuencia, se repiten las acostumbradas prácticas de las acciones de la
administración pública, donde se relega doblemente a un segundo plano las
necesidades y las Políticas Culturales del Perú. Existe una primera desatención
cultural cuando en la evolución de la cultura de los grupos sociales del Perú,
estos se desapropian de sus costumbres para adoptar las costumbres foráneas.
Y la segunda desatención, cuando en esta continua práctica de apropiarse de lo
57
extranjero, se desprecian las diferentes manifestaciones culturales y se usa el
período de violencia para marginar las culturas diferentes de la mayoría.
También en esta segunda desatención de la cultura está el papel del Estado,
que no considera a la cultura como medio integrador y además prioriza los
asuntos bélicos en vez de utilizar la cultura como promotora de la diversidad,
la tolerancia y la paz. Esta disrupción en las políticas culturales del Perú,
pertenece a las costumbres históricas de las políticas de América Latina, pues
―realizando comparaciones diacrónicas se arribó a la conclusión de que las
políticas culturales de la región no tienen continuidad en el tiempo‖
(Sanguinetti 2012: 335).
Por otro lado si los partidos políticos de turno en la administración pública del
Perú dan continuidad y hacen seguimiento a los programas culturales, los
58
resultados pueden ser otros. Primero debe existir un verdadero reconocimiento
de los logros y resultados exitosos de las políticas culturales que se
encuentren. Segundo, tomarse como base la realización de análisis objetivos
sobre el estado de estas políticas culturales para mejorar los programas ya
existentes. Y tercero, resultaría provechoso tomar las recomendaciones de los
responsables de trabajar en la administración de la cultura como también de
las personas que deben beneficiarse de las políticas culturales. Por último,
recordar que la cultura está representada en diversos aspectos de la vida de las
personas para vincular las políticas culturales con las iniciativas de otros
programas públicos y privados que tengan relación con las prácticas culturales
de estas personas.
59
vista financiero, de capacidades de la infraestructura, equipo tecnológico y del
recurso humano.
En otros casos, los objetivos que se supone deben ser comunes a los diversos
grupos manifestantes de la cultura, se plantean desde los círculos
administrativos más altos, sin considerarse las verdaderas necesidades de los
grupos que dependen de esta cadena de gestión. También es común que los
objetivos que no toman en consideración las verdaderas problemáticas
culturales, se construyan de manera forzada; por lo tanto las personas
encargadas de llevarlos a término, no se sienten comprometidas con los
mismos y sus esfuerzos para realizar trabajos con altos niveles de calidad son
minimizados.
60
parte de las principales problemáticas de las políticas culturales en Perú. Son
variadas y muy ricas las manifestaciones culturales inmateriales de los
diferentes grupos sociales peruanos. Esta diversidad cultural que coexiste en
contra de la discriminación y exclusión se proyecta al mundo como una
fortaleza del gentilicio peruano, muy a pesar de las diferentes problemáticas
que dificultan su desarrollo fluido. Las políticas culturales requieren un
esfuerzo de los responsables de llevarlas a cabo y de sus benefactores directos,
para reconocer el potencial que pueden desarrollar en pro de aportar al
crecimiento del país.
61
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
García, N., Bonfil, G., Brunner, J., Franco, J., Landi, O. y Miceli, S. (1987).
Políticas Culturales en América Latina. Argentina: Grijalbo.
62
https://www.cultura.gob.pe/sites/default/files/pagbasica/tablaarchivos/11/lin
eamientomc.pdf [Consulta: 2018, mayo 13].
63
Vásquez, C. (2005). El arte: un derecho humano. [Documento en línea].
Recuperado de:
http://www.chalenavasquez.com/almacen/ponencias/elarteunderechohuman
o2.pdf [Consulta: 2018, mayo 22].
64
65
La música testimonial
ayacuchana: de la memoria a
la sobrevivencia
Jonathan Ritter
Introducción
66
Urqunqasanllanmimaskamullachkayki Por el cerro y abra te estoy buscando
Qasanqasanllanmimaskamullachkayki Por todas las abras te voy buscando
Kuyaywawallaytamaskamullachkani A mi hija amada estoy buscando
Kuyaychurillaytamaskamullachkani A mi hijo amado estoy buscando
FUGA
Infiernillutapasmaskarqamuniñam He buscado en el Infiernillo
Purakutitapasqawarqamuniñam Fui también a ver en Purakuti
Manama tarinichukuyaywawallayta Pero no encuentro a mi querida hija
Manama tarinichukuyaychurillayta Pero no encuentro a mi querido hijo
67
asociados con cualquier tipo de reunión pública en esa época, los colquinos
también recordaban que esto había sido uno de los pocos momentos de placer
y alegría para los residentes locales en aquellos años difíciles, cuando el
peligro físico era una amenaza constante. Escuchando en el año 2001 los
miembros del conjuntotambién se dieron cuenta que la falta de familiaridad
sonora de esta actuación reflejaba la popularidad de la grabación comercial
que habían hecho posteriormente en 1992, en la cual se eleva el ritmo y el
registro vocal considerablemente, así como en su producción más tarde en
VCD. Esas grabaciones han mantenido la canción, y su mensaje de protesta
contra las desapariciones forzadas, en circulación en la provincia por más de
25 años. Como un portal sónico a la experiencia pasada, sin embargo, el acto
de escuchar esta grabación, mucho más allá del contenido de sus letras—
aunque pueden ser potentes—activó la memoria colectiva en formas muy
específicas ese día.
68
violencia. Para llegar a un análisis de este mundo amplio de música
testimonial actual y lo que puede ofrecer al proceso de justicia transicional,
empiezo con un recorrido a los desafíos que confrontan la investigación
musical en un ambiente posconflicto, antes de pasar a un análisis etnográfico
de las formas en que se representa la memoria y la recuperación de los años de
conflicto en Ayacucho, no solo a través de la canción testimonial, sino
también del renacimiento de su vida ritual a raíz de la violencia.
69
estudios sobre la música y el conflicto armado. Las pocas excepciones, como
los librosChayraq!(1998) y Ranulfo, El Hombre (1990) de la etnomusicóloga
Chalena Vásquez y el antropólogo Abilio Vergara—aunque escrito
admirablemente en condiciones peligrosas en plena guerra—se enfocaron más
en la colección y análisis de melodías o descripciones de bailes y disfraces,
que en los lazos entre la música y la violencia.
70
modelo posible, sería lo que yo llamo el modelo de ―espejo,‖ es muy común
en gran parte de la literatura sobre la música y la violencia. Este postulaque la
música, como un espejo,simplemente ―refleja‖ su entorno sociopolítico.
Siguiendo esta lógica, se puede, literalmente, leer o construir la historia de un
conflicto a través de un análisis de las letras de sus canciones. En el caso de
Perú, muchos trabajos excelentes sobre los años de la violencia, escritos por
periodistas, antropólogos, historiadores y otros, han adoptado implícitamente
este modelo, utilizando las letras de canciones para ilustrar diversas etapas del
conflicto y las perspectivas de diferentes sectores. Así pues, tenemos
canciones de y sobre senderistas, soldados, campesinos, ronderos, y otros,
según las diferentes fases del conflicto.
Este tipo de ―mapa musical‖ del conflicto funciona bien hasta cierto punto, y
de hecho la mayor parte de mis investigaciones al principio se dedicaban a
recolectar y clasificar los textos de las canciones y grabaciones con este
propósito. El problema con el modelo, sin embargo, está cuando me fije, tan
pronto empecé a hacer las entrevistas en Ayacucho, es que no resulta
suficiente para explicar o entender estas canciones y los múltiplespapeles que
desempeñaron en el conflicto armado. En primer lugar, el modelo supone un
nivel de transparencia en letras de las canciones que no suele ser el caso en la
práctica: ¿qué pretenden los compositores? ¿Qué transmiten los intérpretes? Y
¿qué comprende el público cuando se escuchan tales canciones? Las
respuestas pueden variar considerablemente para la misma canción,
especialmente cuando se consideran factores como el tiempo y lugar. Los
sociólogos RobRosenthal y Richard Flacks llaman a esto la ―falacia de letras
= mensaje recibido por el público,‖ notando que tanto el mensajecomo su
recepción y la definición del ―público‖ varían constantemente en la vida social
de una música (2012: 7-9, 26-30). Hay un sin fin de ejemplos de mal
entendimiento o de reinterpretación intencional de las letras de una canción,
pero la historia del wayno ayacuchano ―Flor de retama‖ es un caso llamativo
en el punto de los límites de este enfoque: escrito por Ricardo Dolorier sobre
una masacre en 1969 de estudiantes y campesinos en Huanta, la canción fue
usada por los estudiantes y activistas sindicales en la década de 1970, como
una oda a la resistencia contra la dictadura militar. A continuación, se percibe
71
como un himno guerrillero de Sendero Luminoso en la década de 1980, y es
ahora comúnmente cantado como un símbolo de la identidad ayacuchana
contemporánea (véase Huamán 2015: 163-175; Ritter 2012; Vich 2015).
¡Todo con la misma letra! El contexto de su interpretación en tiempo y el
espacio es definitivamente crucial para la comprensión de su significado.
10
Con la importanteexcepción de variostrabajossobre el uso de la músicapor Sendero con fines de
propaganda encontextosparticulares (véase Acevedo 2003; Greene 2016; Ritter 2018; Sánchez
Huaringa 2013; Torres 2010).
72
testimoniales no tanto ―reflejan‖ un proceso existente de la memoria y la
conmemoración, sino que proporcionan el vehículo y el marco social en el que
se produce el recuerdo. Es decir, la música testimonial no solamente refleja la
memoria —a veces construye y es la única expresión de la memoria—.
73
Testimonio mediado: de la memoria a la posmemoria
Sonido, contexto, audiencia, letras, y afecto son, entonces, piezas
fundamentales de un modelo más amplio y más útil para la investigación
etnomusicológica de la música y la violencia. Para ofrecer un ejemplo potente
y traer estas consideraciones volviendo al tema de la música y la memoria en
el Perú, considere las conmemoraciones anuales de la Comisión de la Verdad
y Reconciliación. Como en cada año, en el décimo aniversario de la
publicación del Informe final, en agosto de 2013, uno de los grandes actos
públicos fue un concierto, ―Encuentro por la Memoria,‖ celebrada en el centro
de Lima, en la Plaza San Martín. El concierto contó con artistas consagradas
del folclore peruano, y específicamente ayacuchano, incluyendo el
charanguista querido Jaime Guardia, y el guitarrista y compositor Manuelcha
Prado, el reconocido grupo de teatro Yuyachkani, así como nuevas figuras de
la cultura popular del país como la cantante y actriz Magaly Solier.
Vinculándose con la historia fuerte de música testimonial en Ayacucho, Solier
presentó canciones de su flamante LP Warmi (2009), un disco temático que
narra las historias de cinco mujeres sobrevivientes de la violencia política
quienes siguen luchando no sólo contra la pobreza y los efectos de la guerra,
pero también contra la violencia doméstica y la discriminación de género.
Mientras un análisis textual de las canciones en este disco revelaría temas
importantes sobre los legados de la violencia, una mirada más amplia de este
momento, su música, y la trayectoria de Solier como artista revela mucho más.
Nacida en la región ayacuchana de Huanta en 1986, Solier es una
sobreviviente de la violencia y un miembro de la generación más joven de
Ayacuchanas que ahora tienen que enfrentar y llevar el legado de una guerra
que muchos sólo recuerdan vagamente, o a veces ni lo recuerdan
personalmente. El lenguaje musical de Solier en su disco Warmi es llamativo:
los referentes panandinos de charango y zampoñas en el estilo modernista y
cosmopolita de la música popular ayacuchana que surgió en la década de
1990, junto con un texto en el idioma quechua. En la primera pista, ―Citaray,‖
Soliernarra la historia de una de las figuras arquetípicas del conflicto, la
warmisapa, la viuda de guerra cuyo hijo en este caso es desaparecido y que
deambula en busca de él o de su cuerpo.
74
Wakwarmiqamaytataqrillachkan? ¿A dónde va esa mujer?
Wawantachuchtarirqunwarmiqa? ¿Acaso ya encontró a su hijo?
Watantintampubrillamaskarqa Pobre mujer, año tras año ha buscado a su hijo
Tapuykusunmaytataqrillachkan Vamos a preguntarle a dónde está yendo ahora
75
es donde se nos presenta a la protagonista de la película, Fausta (Solier), y su
madre moribunda. A través de su canción improvisada, con base
melódicamente en el estilo de un harawi indígena, que rebotó antifonalmente
entre la madre y la hija, nos enteramos de la historia de la violación de la
madre durante los años del conflicto armado, una violación brutal que tuvo
lugar mientras la madre estaba embarazada de Fausta. Los detalles
impactantes y casi increíblemente crueles de este acto sirven para explicar la
retirada de Fausta del mundo, que se entiende para su familia el sufrir de
mancharisqa ñuñu, la ―teta asustada,‖ un trastorno de salud mental en la sierra
ayacuchana que surgió en el contexto de la violencia, en la que se cree que el
miedo y el terror de la madre han pasado a su hija a través de la leche materna,
en este caso, a Fausta cuando era un bebé. El resto de la película narra la lucha
de Fausta para devolver el cuerpo de su madre a la aldea donde ella deseaba
ser enterrada, y el viaje figurativo de la hija de vuelta a una participación más
plena y productiva con el mundo a su alrededor.
76
que las mujeres, especialmente las warmisapas estaban facultadas para hablar
por sí mismas, Theidon destaca el canto de harawis, improvisado como uno de
esos ámbitos. Una forma ritual de expresión vocal, basada en motivos
repetitivos y tritónicos, los harawis son cantados por las mujeres mayores para
prácticamente todos los grandes acontecimientos de la vida de las
comunidades indígenas en el norte de Ayacucho, incluyendo bodas, funerales,
trabajo agrícola, y más (Theidon 2004: 132-34). Curiosamente, también son
una de las formas musicales más antiguas en los Andes, con una existencia
documentada que se remonta por lo menos al período Inca, cuando era el
género predominante para narrar la poesía épica y la historia del Imperio, así
como utilizado para las ceremonias agrícolas y para cantar canciones seculares
de amor (Gruszcznska-Ziólkowska 1995: 89-99). Dada su alta tesitura y la
práctica de cantar durante el trabajo agrícola, Theidon señala—y mi trabajo de
campo en el centro-sur de Ayacucho también ha confirmado—que se
utilizaron harawis durante el conflicto armado como una alarma, con las
mujeres cantando para llamar la atención de otros a la llegada de las guerrillas
o los militares. En varios sentidos, entonces, los harawis fueron ―una forma de
historizarlos eventos mientras están ocurriendo‖ (Theidon2004: 133), y una
referencia a múltiples y simultáneas experiencias de organización y
solidaridad femeninafrente al peligro.
Esta historia ofrece una versión extrema de la relación que Marianne Hirschha
definido como posmemoria, que describe la relación que la generación
posterior a
77
los que fueron testigos de trauma cultural o colectivo tiene con las
experiencias de los que vinieron antes, las experiencias que ―recuerdan‖
solamente a través de las historias, imágenes y conductas entre las que
crecieron. Pero estas experiencias se transmitieron a ellos tan
profundamente y afectivamente como para parecer constituir recuerdos en
su propio derecho. La conexión de posmemoria al pasado es así en realidad
no mediada por recordar sino por inversión imaginativa, proyección, y la
creación. Para crecer con esos abrumadoresrecuerdos heredados,para ser
dominados por las narraciones que precedieron a su nacimiento o de la
conciencia de uno, es arriesgarse a que las propias historias y experiencias
sean desplazadas, incluso evacuadas, por las de una generación anterior. Es
ser formado, sin embargo, indirectamente, por eventos traumáticos que
todavía desafían la reconstrucción narrativa y exceden la comprensión.
Estos hechos ocurrieron en el pasado, pero sus efectos continúan hasta el
presente (2008: 106-7; traducción del autor).
La lucha para revertir ese desplazamiento por Fausta,con la finalidad de tener
su propia historia que contar, para encontrar su voz y cantar su propia canción,
es el tema central de esta película. Al mismo tiempo, el papel que la música
desempeña en la historia pone en relieve algunas de las contradicciones y
dificultades de este movimiento emancipador. Si la vida de Fausta es sobre-
determinada por las experiencias de su madre, por un mandato generacional
para continuar los traumas del pasado, su creciente independencia tiene un
precio: en la obtención de su propia voz, ella pierde otra. La propia alteridad
de su identidad como mujer, quechuahablante, indígena, víctima de la guerra,
lo que se identifica como un sujeto simpático en el discurso del Perú post-
Sendero y post-CVR, es también lo que ella pierde lentamente con el fin de
vivir como un miembro plenamente presente e integrada en la sociedad
peruana.
78
memoria en el Perú; y dirigirme a mi propio trabajo etnográfico para dilucidar
maneras en que algunos peruanos, y las mujeres en particular, están narrando
su propia historia.
79
longevidad de esta canción en el repertorio colquino y para comprender el tipo
de trabajo de memoria que se lleva a cabo hoy, es su mensaje de que el Perú
moderno debe su existencia a la voluntad de su mayoría indígena,
campesinado, de las tierras altas—una perspectiva que hasta hace muy poco
ha sido excluida del discurso histórico oficial en el país. Su presencia aquí
registra un tipo de resistencia al olvido, una reinscripción de la ingenuidad
indígena y una reinvención de la nacionalidad desde una perspectiva local.
Como un acto de recuerdo, sus referencias son explícitas, su modo heroico;
según Alejandro, la canción está basada en un hecho verdadero en la historia
colquina, cuando el propio Cáceres pasó por el pueblo durante la guerra,
reclutando soldados. No he encontrado ninguna evidencia externa para apoyar
la afirmación de que Cáceres pasó por aquí durante la guerra, pero Alejandro
insiste que su abuela recordaba del mariscal hasta detalles como una cicatriz
que tenía en la mejilla.
80
desplazadas por la guerra) vuelven durante los eventos rituales como carnaval
y las fiestas patronales para conectar con sus familias y con la comunidad.
Este año, Alejandro y Rogelia tienen casi una docena de visitantes por su
ñawinapay, incluyendo familiares de edad avanzada y un nieto de cuatro años,
quienes desaceleraron nuestro progreso hasta la montaña considerablemente.
Nuestro ritmo fue más lento, sin embargo, facilitó una práctica conmemorativa
distinta en esta peregrinación, en la que los miembros más antiguos de nuestro
grupo se detuvieron para recordar lugares y eventos–una antigua disputa de
tierras sobre esta valla, los tiempos en que dormían en ese campo mientras
pastoreaba cabras como niño–llenando lentamente la cartografía, y
(re)ordenando el paisaje para todos nosotros a través del ensayo de sus propios
recuerdos. También se detuvo a cantar y bailar periódicamente, añadiendo
nuestras propias interpretaciones a la sedimentación de significados y
recuerdos que se depositan en este ritual en años y narraciones futuras.
Alejandro sigue adelante, y cuando por fin llegamos a la base del promontorio
rocoso donde comienza su tierra, ya ha hecho la ofrenda. Bajamos nuestras
bolsas, mantas y guitarras, y comemos. Cuando terminemos, las mujeres se
reúnen para cantar un harawi. Es un acto inesperado; anteriormente los
harawis no formaban parte de este ritual, y nunca se ha mencionado en
asociación con cualquier aspecto del rito. Sin embargo, su actuación en este
momento era de otra manera muy similar a otras que yo había visto antes:
dirigidas por una cantante mayor, el grupo de mujeres primero ensayaba la
canción en voz baja antes de lanzar el penetrante coro alto, a plena garganta,
con sus características glissandos al final de cada frase.
81
dedica el ñawinapay. Pero hay otras asociaciones con este lugar también,
asociaciones que sugieren otros recuerdos y, con estos, explicaciones posibles
para su inclusión esta vez. Como señala el antropólogo Keith Basso en su obra
sobre la narrativa apache, los topónimos tienen la capacidad ―para traer a la
luz una enorme gama de asociaciones—asociaciones mentales e emocionales
del tiempo y el espacio, de la historia y sus acontecimientos, de las personas y
las actividades sociales, de uno mismo y las etapas en la vida de uno‖—,
observando además que los ―[p]oetas y los compositores han entendido desde
hace mucho tiempo que la economía de la expresión puede mejorar la calidad
y la fuerza del discurso estético, y los nombres de lugar están listos para ser
explotados para este fin‖ (Basso 1988: 103, citado en Feld 1995: 102). En
Colca, canciones como ―Tinkaqasa‖—sin duda marcada por una ―economía de
la expresión‖—pueden ser interpretadas como una forma de ―colocación‖
cantada por sus audiencias dentro de un paisaje íntimamente conocido y
habitado, uno que está lleno de recuerdos personales y compartidas entre los
que han pasado su vida allí.
Mientras que tales referencias son comunes en los textos de los harawis,
también son una característica regular de la música testimonial, escrita durante
y después del conflicto, añadiendo otra capa a la sedimentación de los
significados asignados a dichos nombres de lugar hoy en día. Con respecto a
este tema en particular, las cuevas y las alturas del cerro Tinka eran un refugio
frecuente para los senderistas, así como para las familias locales quienes
temíanataques nocturnos en el pueblo, por lo que la montaña tiene una
presencia enorme en los recuerdos de la guerra.
82
motivaciones mencionadas cuando les pregunté por qué se había realizado el
harawi. En ese sentido, el harawiencarnaba el ideal de regeneración del ritual
que se practica hoy en día, que Alejandro y otros me explicaron como una
petición para el ganado sano y, al mismo tiempo, un símbolo de la renovación
y el renacimiento de las tradiciones y modos de vida colquinos después de la
violencia.
Este harawi, y por extensión todo el día ritual, no era entonces un portador de
la memoria acerca de los años de violencia en una forma explícita o textual—
no cantaban ni siquiera una canción testimonial sobre el conflicto, aunque
había varios miembros del grupo que las habían compuesto—pero los
significados atribuidos al ritual y el harawi, igual que las canciones
warmallaycantadas en la mañana, fueron profundamente afectando por ese
período. La sedimentación de significados adicionales a los nombres de
lugares geográficos mencionados en las canciones ofrece un ejemplo
importante, así como la sensación de renovación y de haber vuelto a la
normalidad que el desempeño de este género musical ahora transmite. Junto
con el énfasis en el carácter ―antiguo‖ e inmutable del harawi y el rito del
ñawinapay, ayuda a comunicar un mensaje de supervivencia cultural que
resuena profundamente a raíz del conflicto.
83
de mantenerse en el plano individual o familiar y que también requieren ser
reconocidas y facilitadas‖ (Cánepa 2009: 27). Con el harawiese día, escala y
lenguaje poético trabajan en conjunto para satisfacer las necesidades locales y
los deseos de recordar, o de no recordar. Si, como los etnomusicólogos Steven
Feld y Aaron Fox han señalado, ―actos performativos de recordar se oponen el
horror imaginado del olvido,‖ lo hacen de manera que ―simultáneamente
renuevan y potencialmente amplifican tanto la sociabilidad y la solidaridad
forjada por la participación, y el cansancio emocional, la enemistad y antipatía
forjada por contemplar la pérdida‖ (Feld y Fox 1994: 40). Harawis de
celebración y supervivencia, en lugar de conmemoración y memoria de la
pérdida, funcionan aquí para restablecer el anterior y reducir al mínimo los
peligros del último.
84
la memoria en el Perú. Y volviendo a los temas anteriores de este ensayo,
reconocer a estos últimos como actos de memoria requerirá un enfoque más
amplio de cómo definimos el género testimonial en sí.
Conclusiones
Para concluir, ofrezco un ejemplo etnográfico final que une algunos de los
temas que hemos explorado en este ensayo. En julio de 2012, asistí a una misa
conmemorativa celebrada al aire libre en La Hoyada, un campo polvoriento en
las afueras de la ciudad de Huamanga. Organizado por una coalición de
organizaciones de derechos humanos, junto con la Asociación Nacional de
Detenidos y Desaparecidos Familiares de Perú (ANFASEP), la misa
conmemoró el primer aniversario de una cruz grande y blanca que ANFASEP
había construido como un monumento a aquellos que fueron asesinados y
desaparecidos durante la violencia. Aunque ANFASEP tiene su propio Museo
de la Memoria en la ciudad, la ubicación de este monumento es significativa.
La Hoyada se encuentra en la parte inferior de un pequeño cañón, bordeada
por la prisión Yanamilla y la base militar Los Cabitos, donde fueron
encarcelados cientos de personas, torturadas, asesinadas y desaparecidas
durante el conflicto. La Hoyada era una fosa masiva donde sus cuerpos fueron
arrojados en tumbas poco profundas, o en algunos casos, incinerados en un
horno crudo. El trabajo forense y la exhumación de cuerpos sigue, y
ANFASEP ha estado presionando al gobierno porvarios años a declarar el
sitio un ―parque de la paz‖ y un sitio oficial de la memoria. Fue así de notable
que ningún funcionario del gobierno estaba presente en el evento.
85
años. Las madres se pusieron en pie, hombro a hombro y frente a la cruz, y
comenzaron a cantar en voces estridentes una melodía que se parecía a la
música responsorial católica que acababan de cantar. Varios de sus hijos se
unieron a ellas en el coro, y un joven las acompañó con una guitarra. Aunque
todos los miembros de ANFASEP son quechuahablantes, su himno es en
español, preguntando ―¿hasta cuándo, hijo perdido, hasta cuándo silencio?‖,
melodía y verso dirigiendo su mensaje a un público de trabajadores de
derechos humanos, antropólogos, ONGs, y últimamente, al propio gobierno.
11
La importancia de ―Hasta cuando…‖ esreconocida, porejemplo, en la grabación de las mujeres de
ANFASEP cantandola que introduce visitantes al segundopiso del ―Lugar de la Memoria, la Tolerancia, y la
Inclusión Social‖ en Lima, donde se muestra la permanentegira a la reacción de la sociedad civil peruana a la
violencia.
86
comunidades ayacuchanas que tienen un papel importante en la recuperación
cultural de la región después de la violencia. Para llevar a cabo este trabajo,
necesitamos modelos nuevos y más expansivos para comprender cómo dichas
prácticas musicales vinculan el pasado con el presente, y cómo se ayuda a lo
que Theidon ha denominado las ―micropolíticas de la reconciliación‖ (2004),
que sigue siendo una tarea crucial para las comunidades que aún están
recuperándose de la guerra. Como he sugerido, el texto, el contexto, el sonido,
la audiencia y el afecto son todos aspectos necesarios de esos nuevos modelos
si queremos ir más allá del análisis que se centrasolamente en el texto—y por
lo tanto, un análisis potencialmente engañoso—que ha marcado gran parte de
los estudios sobre la música testimonial ayacuchana hasta el momento.
87
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
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Nativa.
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Vich, Víctor. 2015. Poéticas del duelo: Ensayos sobre arte, memoria, y
violencia política en el Perú. Lima: IEP.
91
92
Pumpín por la memoria:
música y performance
teatral en la conmemoración
de una masacre en Cayara
Renzo Aroni
Introducción
93
La masacre, ejecutada por el Ejército peruano, causó alrededor 35 víctimas,
entre ellas, el padre y hermano de Malú, David CcayoCahuaymi y Solano
Ccayo Noa, respectivamente; quienes fueron ejecutados extrajudicialmente y
luego desaparecidos durante el primer gobierno de Alan García Pérez (1985-
1990). Como familiar de víctimas, Malú no sólo es una activista y dirigente,
sino también cantautora de la música de Pumpín. Ella compuso algunas
canciones que rememoran el trágico evento del 14 de mayo, que narran el
impacto de la masacre en el pueblo y la búsqueda de justicia durante 30 años.
Como primera vocalista del conjunto musical de tres cantantes y tres
guitarristas, Malú invitó a bailar a los familiares y otros participantes en la
vigilia, siendo su primer repertorio musical ―CayaraLlaqta‖, canción que hace
un homenaje a su pueblo y el largo camino a seguir para alcanzar la justicia.
Fuga Fuga
Cayarallayllaqtasumaqllaqtaskanki Pueblo de Cayara, pueblo hermoso
Cayarallayllaqtakuyayllaqtaskanki Pueblo de Cayara, pueblo querido
Qampasutiykiwanwawachurillayki En tu nombre, tus hijos
94
Llapa quñuychallapuririchkaniku Todos unidos estamos caminando
Qampasutiykiwanwawachurillayki En tu nombre, tus hijos
Honorllaykitaqadefiendillasaqku Estamos defendiendo tu honor
A través de esta canción, los cayarinos piden justicia para las víctimas de la
masacre. Exigen unidad entre cayarinos que viven como desplazados,
principalmente en Lima y en la región de Ica. Además de ASFAVITADEG,
está la ―Asociación de Cayarinos Afectados por la Violencia Política, 1980-
2000, Residentes en Lima y Callao‖, con sede en el distrito de Villa El
Salvador. Ambas organizaciones participan tenazmente en los juicios orales
contra los autores de la masacre, que después de tres décadas de espera, inició
el 26 de enero de 2018. También existe otra organización en el mismo pueblo,
la ―Asociación de Víctimas de la Violencia Política en Cayara‖, sin embargo,
dado el costo que implica movilizarse hasta Lima, sus miembros no pueden
asistir a los juicios. La tarde antes de la vigilia, los familiares agrupados en
Pisco y en Villa El Salvador asistieron a la novena audiencia del juicio oral.
Previo al juicio se concentraron frente a la Sala Penal Nacional donde se lleva
el juicio, portando banderolas y fotografías de sus desaparecidos. Allí estaban
también los músicos, cada uno con su guitarra de doce cuerdas, y las cantantes
con sus vestimentas tradicionales que caracterizan al pueblo de Cayara. Al
salir del juicio volvieron a reunirse para compartir una cena y caminar hacia el
Palacio de Justicia. ―Estamos caminando con nuestras canciones, buscando
justicia, para nuestro pueblo‖, dijo Francisco Suárez, uno de los músicos.
95
les estaba ocasionando la guerra. Por lo tanto, las experiencias traumáticas
fueron reveladas con más confianza a través de la memoria cultural y corporal,
como formas locales de memorialización y búsqueda de justicia. Como refiere
los trabajos reunidos por Cynthia Milton (2018), muchas de las atrocidades del
pasado que cuesta decir en palabras son representadas mediante el ―lenguaje
artístico‖, especialmente en un contexto de post-violencia.
96
desapariciones en las comunidades campesinas de Ayacucho, la región más
afectada por el conflicto durante la década de 1980. Por su parte, Sendero
Luminoso inspirado en la guerra popular maoísta del campo a la ciudad
pretendió una guerra campesina contra el Estado, sin embargo en la práctica
ejecutó brutalmente a muchos campesinos líderes como al gobernador del
distrito de Cayara , Zenón Palomino Suárez , el 14 de julio de 1982. La
maquinaria de la violencia senderista y contrainsurgencia estatal pronto
llegaron a equipararse en formas de quién era más el cruel con sus víctimas al
arrasar poblaciones enteras como en Lucanamarca (1983) por Sendero
Luminoso o en Acccomarca (1985) y Cayara (1988) por el Ejército.
97
El Informe Final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación (IF-CVR,
2003, tomo VII) señala que en la operación ―Persecución‖ participaron
alrededor de 200 efectivos militares. El día después del ataque subversivo en
Erusco, presagiando lo que podría ocurrir, los pobladores decidieron salir muy
temprano hacia sus chacras. La mayoría de ellos estaban trabajando en la
quebrada de Ccehua, aproximadamente 30 minutos bajando de Cayara.
El mismo día del 14 de mayo, los militares detuvieron a otras personas en sus
respectivos domicilios, entre ellos a Marcial Crisóstomo de la Cruz, a quien
destinaron como guía para dirigirse a la quebrada de Ccechua, donde estaba la
mayor parte de la población. En el trayecto detuvieron a otras personas,
quienes fueron conducidos a Ccechua. Al llegar a la quebrada, en el lugar
denominado Ccachuaypampa, los militares reunieron a los pobladores,
responsabilizándoles de haber participado en el ataque al convoy y
exigiéndoles que devuelvan las armas que habían sustraído. Seleccionaron
aproximadamente 20 varones, entre jóvenes y adultos, mientras las mujeres
fueron obligadas a retirarse de la zona. Los hombres fueron torturados física y
sicológicamente a fin de que acepten o reconozcan haber participado en el
ataque subversivo. Según los testigos, los militares empezaron a caminar por
la espalda de los detenidos, a quienes previamente les habían puesto pencas de
tunas. Posteriormente, los detenidos fueron conducidos a una zona abrupta,
bajo un árbol de molle cercano, donde fueron disparados sin piedad por los
militares y algunos rematados con armas blancas. En los días siguientes,
98
venciendo el miedo y la vigilancia de los militares, los testigos/familiares
acudieron al lugar y encontraron el cadáver de los detenidos para luego
enterrarlos. Estos hechos fueron confirmados por el Fiscal Superior
Comisionado de Ayacucho, Carlos Escobar Pineda, encargado de la
investigación del caso Cayara. Su informe fue entregado el 18 de octubre 1988
y una de sus conclusiones indica:
Que entre las 2:00 y 3:00 de la tarde del citado diá [14 de mayo de 1988],
los efectivos del Ejército en un número aproximado de 80 a 100 descienden
con destino a Ccechua , en donde en Cachuaypampa proceden a reunir a
todos los comuneros que retornaban de realizar sus cosechas ; que luego
proceden a separar hombres de mujeres , haciendo sentar a estas con los
niños hacia un lado y a los varones los obligan a echarse al suelo boca abajo
para luego ponerles pencas de tunas en la espalda, pencas que cortan de un
tunal cercano; que soldados armados de hachas, segadoras, machetes y otros
proceden a dar muerte a los comuneros uno por uno bajo un á rbol de molle
cercano, mientras que otros soldados hacen correr a las mujeres y niños
para que abandonen el lugar , no permitiéndoles a éstas retornar hasta el diá
16 de mayo último , en que dichos familiares empiezan a enterrar sus
cadáveres, habiéndose matado en este lugar a 20 personas. (Citado en el IF-
CVR, 2003, tomo VII: 284).
Al igual que en los casos anteriores, los cadáveres de estas personas también
desaparecieron. La CVR, sostienen que los militares desenterraron los cuerpos
de las víctimas y luego los desaparecieron con el propósito de evitar que el
fiscal Escobar procediera a desenterrar los cuerpos. En los días y meses
siguientes, los efectivos del Ejército hicieron lo mismo con los testigos. El 18
de mayo de 1988, ejecutaron a Samuel García, Alejandro EcheccayaGarciá y
Jovita GarcíaSuárez y desaparecieron sus restos aduciendo que eran
terroristas. El 29 de junio de 1988, los militares que ya se habían instalado en
la Escuela de Cayara desaparecieron a Gregorio Ipurre Ramos , Guzmán
Palomino Bautista, Humberto Ipurre, Benigna Palomino de Ipurre y Catalina ,
Ramos Palomino. Estos pobladores habían denunciado ante el Presidente Alan
García los ―excesos‖ perpetrados en la quebrada de Ccechua . El 14 de
diciembre de 1988, fueron asesinados Justiniano Tinco García , Fernandina
Palomino Quispe y Antonio FelixGarcíaTipe, mientras viajaban en un camión
99
con destino a la ciudad de Ayacucho. Ellos fueron interceptados por personas
encapuchadas, seleccionadas de un grupo de 15 personas y posteriormente
asesinados. Por último , el 18 de septiembre de 1989, en la ciudad de
Ayacucho, fue asesinado la testigo Martha CrisóstomoGarcía por efectivos
militares encapuchados.
100
por canciones testimoniales que protestaban contra la brutalidad del Ejército, y
los concursos se convirtieron en el espacio principal para la conmemoración y
la memoria social de los fajardinos durante y después de finalizar los años de
la violencia‖ (2013: 146). Justamente, un caso que ilustra lo dicho por Ritter
es la masacre en Cayara, el 14 de mayo de 1988. Varios conjuntos de música
de pumpín denunciaban en sus composiciones las atrocidades cometidas por
los militares. Como testimonio musical, algunas canciones fueron presentadas
en el concurso de pumpín en Waswantu, mientras otras fueron grabadas en
casetes y otros formatos fonográficos. Una vez culminada la guerra, estas
canciones siguen siendo cantadas por los cayarinos ya sean en su propia tierra
o en las ciudades de refugio como un homenaje a las víctimas de la matanza.
Una de estas canciones fue compuesta por los integrantes del Conjunto Hijos
de Cayara, pocos años después de la masacre del 14 de mayo. La canción
―Tragedia de Cayara‖ describe el sangriento hecho en el pueblo y su impacto
en los hijos que deambulan buscando a sus padres. Las casas derruidas y
perros aullando por la ausencia de sus dueños. Ante el masivo asesinato, ya no
hay quién toque las campanas. El panteón no cede la masiva muerte de
inocentes. El pavor se apodera de la vida cotidiana. Las montañas que rodean
al pueblo son los testigos tácitos de la matanza.
101
Panteón punkullas mana kichakun Hasta el panteón ya no abre su puerta
Mana quchayuq runa wañuptin Cuando los inocentes mueren
Tuta puchawsiallquawllakun Noche y día, los perros aúllan
Kuyaydueñunta mana tarispa Al no hallar a su querido dueño
Fuga Fuga
KuyasqayCayara, hatunsunqullaqta Querido Cayara, pueblo de gran corazón
KuyasqayCayara, qatunsunqullaqta Querido Cayara, pueblo de gran corazón
Kimsaurqukunam, qampatestiguyki Son tres montañas, tus testigos
Wamaqu, Uchunqay, Chipipataurqu Wamaqu, Uchunqay y Chipipata
12
Entrevista con Marcelino Palomino Esquivel (72). Ayacucho, 19 de agosto de 2015.
13
Entrevista con Reina Isidora Tinco Ramírez (50). Huancapi, 26 de julio de 2015.
102
En ―Matanza de Cayara‖, el conjunto contradice el discurso de moralización
del Presidente Alan García expuesto en su mensaje inicial de su gobierno que
enfatizaba la moralización de las fuerzas armadas y policiales, muy
corrompidas y desprestigiadas por delitos cometidos en ejercicio de su cargo.14
Una paradoja entre su retórica y la realidad , pues mientras el presidente
predicaba la moralización , dice un fragmento de la canción :
―Cayarallayllaqtallapiqawañuchikuysimismirillachkan/
Iglesiallaywasillapipaswañuchikuyqasusigallanchu (En el pueblo de Cayara, la
muerte está rondando/ Aun en la iglesia, la muerte no cesa)‖. Asimismo, los
militares están ultimando a sus víctimas, sembrando fosas comunes y
ocupando la escuela, como dice otro fragmento de la canción :
―Munayniyuqmilitarkunasllaqtarunatatukurullachkanña/
Escuelallaywasillapascuartelmantassirvikullachkan/ Fosa
comunuchkukunapaspanteonmantassirvikullachkan (Militares iracundos están
exterminando la gente del pueblo/ La escuela está sirviendo como cuartel/ Las
fosas comunes sirven como cementerio)‖. Finalmente, hablando en el
intermedio instrumental, Reyna dedican la canción a los huérfanos y viudas de
la matanza, experiencia que ella misma ha vivido como madre enlutada cuyos
hijos no han conocido a su padre.
José Rodríguez Olizondo, ―Alan García Más allá del cambio‖, El País, 22 de setiembre de 1985
14
103
estrofa de la canción: ―Catorcellay mayu killatas/
Qamkallaqinabalallatuqyasqa/ Allqullañasaullakullasqa/ Yawar mayuta,
puriqllatarikuspa (En el día catorce del mes de mayo/ La bala sonaba como el
eco del maíz tostado/ Sólo los perros aullaban/ Al ver un río de sangre)‖. En la
siguiente estrofa, refiere a la pobreza de los padres que no cuentan con la
suficiente solvencia económica para pagar un abogado y tal vez eventualmente
hacer la justicia por la muerte y desaparición de su hijo:
―Mamamayllaysitaytallaysiwiqiñawintin/ Abogadutamaskachkan/
Qullqillansi, qurillansimanañakanchu/ Chaysidejarqullawan (Mi madre y
padre con las lágrimas en sus ojos/ Está buscando un abogado/ Su plata, su
oro, ya no alcanza/ Por eso me dejó)‖. Finalmente, como anuncia el
presentador hablando en la entrada y salida del canto, este es un homenaje a
―los mártires del 14 de mayo de 1988‖, porque ―recordar es volver a vivir‖,
con lo que la memoria de aquella tragedia sigue viajando vivamente por los
sonidos y voces de la música de pumpín, reclamando verdad y justicia para la
víctimas.
104
Multisectorial de Alto Nivel (CMAN) para el seguimiento de las
recomendaciones de la CVR , se organizó una caravana por la memoria desde
Lima —pasando por Huamanga— hasta Cayara. Además de una vigilia , misa
e izamiento de una bandera a media asta con la participación del congresista
José Urquizo y el viceministro de justi cia, Ernesto Lechuga, en la ceremonia
se hizo un reconocimiento de Ccachuaypampa como un lugar de memoria
bajo el título ―Kuyasqanchikunayuyanapaq‖ (para recordar a nuestros seres
queridos) y una representación teatral de la masacre por los estudiantes del
colegio Ricardo Palma.15
15
Entrevista con David Ccayo (40). Cayara, 16 de agosto de 2015.
105
extremo vértice, junto a las tunas y molles, se erige una enorme cruz de color
blanco.
106
participantes recordaron en conjunto el horror humano y el deseo de no
olvidar.
16
Véase La República, 12 de enero de 2015 (https://larepublica.pe/sociedad/847935-daniel-urresti-
sobre-la-cautiva-dircote-tiene-derecho-a-hacer-las-investigaciones-que-quiera).
107
Por otro lado, el director del colegio temía que podrían acusarlo también de
apología al terrorismo por promover en el colegio la escenificación de un
crimen perpetrado por el Ejército. Sin embargo, los profesores a cargo de
montar la escenificación con sus estudiantes, más bien vieron en La
Cautivauna fuente de inspiración para elaborar el libreto y representar la
violencia de ambos actores armados (Sendero Luminoso y el Ejército). En una
entrevista con los profesores, dijeron que aunque ellos eran del vecino pueblo
de Huancapi, conocían lo que había ocurrido en Cayara a través del reporte de
la CVR y el relato de algunos cayarinos. El profesor de literatura empezó a
indagar el tema con las autoridades y pobladores. Asimismo, encargó a sus
estudiantes que averiguarán el caso preguntando a sus padres y abuelos,
quienes con seguridad recordaban la tragedia. Luego de este ejercicio, los
estudiantes contaron en el aula con cierta tristeza la secuencia de los hechos,
incluso los abuelos o tíos de algunos de ellos habían fallecido en la matanza.
Asimismo, la presidenta de la organización de víctimas en Cayara, Florencia
Apari, colaboró con los profesores y alumnos brindando su testimonio a cerca
de los hechos que presenció cuando aún era adolescente. Los relatos
recopilados por los estudiantes coincidían tanto con el testimonio del alcalde y
la presidente de la asociación de víctimas como la lectura de los profesores del
informe de la CVR sobre el caso Cayara. Con esta documentación oral y
escrita, los maestros improvisaron un libreto que empezaba con el atentado
senderista al convoy militar, seguido por la masacre en la iglesia, luego con la
detención, tortura y asesinato de campesinos en Cchachuaypampa, y
finalmente con el entierro y duelo de los familiares.17
17
Entrevista con Victoriano (40) de la Cruz y Isaac Montes (33). Cayara, 24 de julio de 2015.
108
ensayaron arduamente la representación de la masacre y otros hechos.
Algunos hacían el papel de senderistas o militares, otros la de víctimas o
sobrevivientes. Por ejemplo, Basilisa Palomino hizo ―el papel de una madre
que tenía su esposo e hijos‖. Ella dice, ―mi papel era defender a mis hijos y
llorar por mi esposo que lo han matado‖. En la escenificación, ―estábamos
trabajando en el campo hasta que llegaron los soldados a lastimarme, diciendo
que soy una terruca, que estuve en complicidad con ellos‖, ―porque había
ocurrido así en mi pueblo‖. Entonces, ―nos hemos basado en lo que nos ha
contado nuestros padres, cómo fue, escena por escena, lo que hemos
entendido‖.18
109
―¡Alto, Carajo!‖ y detienen a los pobladores apuntando con unas maderas
pintadas de negro y recortadas en forma de metralletas. Diciendo ―Ahora van
a morir como perros‖, los golpea con la culata de sus armas. El jefe del
batallón dio la orden de aniquilar a los detenidos. Ellos también se retiraron
dando vivas al Perú y al presidente Alan García. La siguiente escena
corresponde a los que hacen el papel de los familiares que recogen el cadáver
de sus deudos regados en la puerta de la iglesia y la plaza, mientras los hijos
preguntan por sus padres. Finalmente, un grupo de mujeres en luto sueltan
palomas que simbolizan la Paz.
Conclusiones
110
camuflaje. De alguna forma, la representación encubierta de los senderistas,
casi negando su identidad, probablemente tiene que ver con la dificultad que
tenemos como país de incorporar su existencia en la historia reciente peruana.
Nombrar a Sendero Luminoso puede evocar tanto la brutalidad de sus
acciones, como la sospecha de ser acusado como senderista, frente a una clase
política que niega su existencia en la esfera pública mediante leyes de
―apología al terrorismo‖. Por ello, en estas narrativas de la guerra, Sendero
Luminoso aparece como un actor casi ajeno, externo a la comunidad, fuera de
la historia, y eso nos quita la posibilidad de entender la dimensión de
compromisos y vínculos que pudieron haber existido entre la población
campesina y Sendero Luminoso.
Por otro lado, tanto las Fuerzas Armadas como Sendero Luminoso nunca
reconocieron sus crímenes y mucho menos pidieron perdón a sus víctimas. A
pesar de que el primero ganó la guerra sobre el segundo, toda referencia al
pasado violento está sujeta a censura y sanción por parte de los vencedores y
la fuerza política que los respalda como el aprismo y el fujimorismo. Por ello,
toda representación de la guerra como La Cautiva o el Lugar de la Memoria,
la Tolerancia y la Inclusión Social (LUM) es motivo de permanente ataque,
porque les duele reconocerse en ese pasado y por consiguiente niegan sus
acciones como en la matanza de Cayara. Este negacionismo busca eliminar
toda responsabilidad de las Fuerzas Armadas durante la violencia política y
culpar todo al terrorismo de Sendero Luminoso como el enemigo permanente
que amenaza la democracia y la seguridad nacional. Otro ejemplo de aquella
negación del pasado reciente es el intento de eliminar de los textos escolares
toda mención a los casos de violación a los derechos humanos cometidos por
agentes del Estado durante la violencia política. En este escenario, profesores
como del colegio Ricardo Palma de Cayara que pretenden incorporar la
enseñanza del pasado reciente en sus aulas, pueden estar expuestos a ser
acusados por el delito de apología del terrorismo. Asimismo, las generaciones
jóvenes como los estudiantes que participaron en la escenificación de la
masacre de Cayara, corren el riesgo de sospecha en su pretensión de conocer
el pasado reciente que sufrieron sus padres. Felizmente, esto no ha ocurrido
todavía con los profesores y estudiantes de Cayara. Por el contrario, ellos han
111
demostrado a través del performance teatral la posibilidad de re-escenificar de
forma viva y en diálogo intergeneracional con el presente un evento trágico
del pasado reciente.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
112
Crisóstomo, Manuel. Cayara en mi canto. Ayacucho: Instituto Superior
Pedagógico ―Nuestra Señora de Lourdes‖, 2008.
Taylor, Diana. The Archive and the Repertoire: Performing Cultural Memory
in the Americas. Durham, NC: Duke UniversityPress, 2003.
113
114
Sobre el huayno ayacuchano
Carlos Falconí
Introducción
19
Zapata et al. 2008: Historia y cultura de Ayacucho. UNICEF-IEP. Ver Capítulo 2: El período
prehispánico.
115
comerciales se aligera el compás para hacerlo bailable; pero hay cambios que
revitalizan el huayno, como cuando se abandona la temática señorial para
aludir a temas o aspectos populares.
Sobre esta base inicial, planteo algunas breves tesis sobre el huayno
ayacuchano.
116
La difusión del huayno ayacuchano refleja la importancia de
Ayacucho como centro de arte y cultura
Es conocida la situación privilegiada de Ayacucho durante el período colonial,
cuando sus territorios correspondían al corregimiento (posteriormente,
intendencia) de Huamanga. Durante los siglos XVI-XVII, el corregimiento,
localizado en un punto estratégico de la ruta entre Lima, las minas de mercurio
de Huancavelica y las minas de plata de Potosí, fue un gran centro productivo
de bienes de consumo y suntuarios para los centros mineros, a través de
telares, curtiembres, panaderías y otras manufacturas.
117
De la música señorial, el huayno ayacuchano tomó el cultivo de poesía de alta
calidad en las letras de sus creaciones; de la música popular, la discusión de la
problemática nacional. Ayacucho es un lugar en el que se ha hecho historia
continuamente: desde las guerrillas cangallinas de resistencia al dominio
colonial, pasando por la decisiva batalla que dio su nombre actual a la región y
a la ciudad, la resistencia huantina a la invasión chilena, el Centro Cultural
―Ayacucho‖ y la revista ―Huamanga‖, las grandes migraciones a la Costa, la
reapertura de la Universidad, los 20 años de conflicto armado interno y la
posguerra… Prácticamente no hay etapa de la historia peruana en la que
Ayacucho y su pueblo no hayan tenido participación directa y decisiva.
118
Jesucristo‖, compuesta por el criollo fray Jerónimo de Oré, hijo de un
poderoso minero radicado en Huamanga; hasta hoy se sigue cantando en las
iglesias de Ayacucho, especialmente en Semana Santa, así como en
numerosos velorios y entierros:
Imaraqmikuyakuyllaykit
Taytallay, churillayquipaq
Auqasunqurunaraykum
Cruz qawanmanchurakunki…20
20
Zapata et al. 2008: Historia y cultura de Ayacucho. UNICEF-IEP. Ver Capítulo III: La era
colonial.
119
El huayno ayacuchano tuvo un importante rol de denuncia social
antes y durante el Conflicto Armado Interno
Está documentado que ya a fines del siglo XIX se cantaban huaynos
tímidamente reivindicativos durante el alzamiento de la sal en Huanta (1896-
1897). En ellos se denunciaba al Regimiento N° 9, el destacamento militar que
envió el gobierno para sofocar la rebelión campesina, y a los hacendados de
San Miguel.
Esta vertiente de denuncia se hizo más notoria en el siglo XX, con los
movimientos políticos posteriores. A fines de la década de 1960, el alzamiento
del MIR, la lucha por la gratuidad de la enseñanza, la influencia mundial de la
canción de protesta y, a un nivel más próximo, de la nueva canción
latinoamericana, aportaron, si no nuevos temas, nuevos recursos musicales y
literarios al huayno ayacuchano.
120
Manachukutirichimuaq
ñawichallampasqawaykunaypaq.
Manachukutirichimuaq
simichallampasmuchaykunaypaq.
Ñawsamasillay
Muchuqsunqullay
Yarqaymasillay
Waqaqmasillay
Qapipakuspa
Aysanakusun
Kikinchikmanta
Wiñarikusun
121
huayno representativo de estos años (―El Hombre‖, de Ranulfo Fuentes)no se
habla de verdad ni de justicia; tal vez era el presentimiento de que días peores
estaban por llegar.
Munaymanqawayrakaytam
Llaqtanllaqtanpurimuyta,
Usuchiqninchikquqarispay
Qaqakunamanchamqaykuyta
Yarqachiqninchikqapiruspay
Qatunqaqamanchamqaruyta…
La ternura de las notas del huayno ayacuchano era el abrigo de los desvalidos,
la oración que musitaban los seres que habían perdido a los suyos, la
esperanza de que, aunque se hubiera perdido todo, no todo estaba perdido. Era
una canción en la que se expresaban el dolor de los huérfanos y las viudas, los
familiares de los desaparecidos, las mujeres violadas. A diferencia de la
canción de propaganda senderista, la canción de denuncia si logró calar en el
122
sentimiento popular: actualmente se cantan un centenar de canciones
compuestas durante la violencia política, como esta, ―Lamentos de una viuda‖
recopilada por Renzo Aroni en Huamanquiquia21:
¿Sabían ustedes que una canción puede ser remedio? Cuando un alma afligida
se deshace en llanto, si una voz entona una canción de recuerdo, cesa de llorar
y se abraza a la canción.
21
Renzo Aroni (2009): Campesinado y violencia política en Víctor Fajardo (Ayacucho), 1980-
1993. Tesis de Licenciatura, Universidad Nacional Mayor de San Marcos.
123
ejemplo, en Colca, provincia de Fajardo, donde se practica el pumpín,
fácilmente encontramos canciones que aluden a la guerra con Chile, a las
masacres de Sendero Luminoso o problemas limítrofes; el quehacer cultural se
convierte en un elemento primordial de la historiografía.
Demos una mirada a lo que pasaba en nuestra tierra en los aciagos años 80.
Huérfanos, viudas, desaparecidos, población humilde que, sin saber por qué,
moría con balas asesinas. Los habitantes de las cumbres altas no habían
tenido la suerte de conocer qué era el Perú. ¿Cómo podían cantar ellos ―Adiós
pueblo de Ayacucho‖ en estas circunstancias?
124
iniquidad. Se hizo escuchar en los últimos confines del mundo, narrando
acontecimientos que se van impregnando en el alma de quien escucha, de
quien acude para prestar ayuda. Esta es la contribución de la música; así se
hace la historia.
125
126
Música, educación y cultura
de la paz
Gonzalo Camacho
Introducción
Hubo una vez, hace mucho tiempo, un sueño que anhelaba ser realidad. El
sueño deseaba inundar el mundo de música y que la música de todo el mundo
fuera eso, la música de todo el mundo. La historia comienza de una manera
inaudita. Por azares del destino, el sueño se encuentra con la música y ésta le
enseña a escuchar y sentir el mundo. Le muestra el riesgo de verlo y captarlo
únicamente desde el pensar, de fragmentarlo para su estudio y nunca más
volverlo a unir. La música lo sabe porque ha sentido en carne propia la
fragmentación y la descalificación. Junto con la poesía, la danza, y todas las
demás prácticas artísticas, ha sido denostada por un pensamiento denominado
racional. De hecho, varios siglos atrás, los poetas fueron escindidos del
proyecto racionalista occidental, por considerar que las emociones, la
imaginación, la subjetividad, eran un obstáculo para este paradigma de
pensamiento (Havelock 1994). A través de los años, este proyecto delineó una
forma de relación social entre los hombres. Construyó diferencias entre los
grupos humanos, los dividió y separó. Generó una escisión de éstos con su
entorno natural. Expatrió los sentimientos por considerar que debilitaban la
capacidad racional. En otras palabras, se construyó un modo de ver el mundo
y un modelo de sociedad acorde con esta perspectiva. Todo tendría que ser
mirado bajo esta óptica de lo racional y adecuarse a este canon. La
subjetividad fue excluida, la emoción ignorada, la imaginación se convirtió en
127
la loca de la casa. Los poetas fueron desterrados y constreñidos a vivir en los
márgenes de la sociedad.
128
El progreso sigue siendo la bandera, amarrada a una filosa punta de lanza, con
la cual los grandes empresarios se apropian de los recursos naturales del
planeta para beneficio económico de ellos. Se explotan los recursos naturales
para lucro y derroche de los grandes capitalistas, para las migas de los
políticos al servicio de estos intereses mezquinos. Son actos de despojo y
vandalismo que atentan contra la naturaleza y la vida misma. En la actualidad,
numerosos científicos cuestionan este paradigma de modernidad-racionalidad.
Se impugna porque atenta contra los principios éticos básicos de generar una
ciencia dirigida a acabar con la pobreza, la injusticia, la desigualdad social.
Los científicos, apelando a la ética profesional, denunciaron este abuso que se
ha hecho de la ciencia para justificar una pretendida superioridad y la
colonialidad impuesta sobre los pueblos del mundo. Se le denominó ―razón
instrumental‖ a esta manipulación de la ciencia realizada por los grandes
empresarios, en complicidad con ciertos científicos, con la finalidad de
mantener el poder económico, político y cultural del mundo. De esta manera,
se aseguran de mantener sus ganancias al alta y reproducir el mismo sistema
social (Horkheimer 1973; Habermas 1990; Díaz y Márquez-Fernández 2007).
129
sociedad con el poder económico, social y bélico, para erguirse como el único
proyecto de sociedad viable, impacta en los proyectos educativos de los
distintos países y comunidades del mundo. En otras palabras, los proyectos de
educación básica excluyen a estas prácticas creativas vinculadas a la
producción de emociones y a fortalecer la afectividad; las marginan, les
niegan el valor primordial que tienen de mantener y fortalecer el sentido
humanitario de la sociedad. En las escuelas se alimenta el pensar y se deja
morir de hambre a los sentimientos.
130
robotización de la humanidad, al consumismo, individualismo, egoísmo y al
desprecio por el otro cuya cultura y fenotipo es diferente. La tecnología se
presenta como un valor primordial en sí mismo porque permite la obtención
de grandes ganancias, además de ser una estrategia para asegurar el poder y
control de la sociedad por parte de una élite. La tecnología está muy lejos de
estar al servicio de la humanidad. Está secuestrada por el interés empresarial y
por el monopolio del poder. Aquí cabe la pregunta ¿Qué pasa con la música
bajo esta óptica empresarial? Ya regresaré a este punto.
131
las diferencias culturales y luchar por la igualdad y justicia social. Las
sociedades humanas son diversas y detrás de esa diversidad está la unidad del
ser humano con el mismo derecho a no ser explotado por otro. Asimismo, hay
que construir la unidad armónica entre la ciencia y las humanidades. La danza,
la poesía, la música, las artes visuales, deben ocupar un lugar primordial
dentro de la educación si queremos forjar una sociedad verdaderamente
humana. La sociedad, la educación y la música van de la mano, son una
estrategia poderosa para transformar nuestra realidad (Small 2010). Trabajar
en la construcción de lo humano implican el establecimiento de un diálogo
entre razón y emoción, pensar y sentir. Somos un sistema complejo que nos
hace ser lo que somos. Es asumir una postura epistémica dirigida a cuestionar
la dualidad cartesiana entre cuerpo y mente (Damasio 2010). En este contexto
surge la siguiente pregunta: ¿Cómo se expande la capacidad de emocionar,
sentir, imaginar, amar? La música tiene mucho que decirnos al respecto.
132
La música de cualquier cultura musical tiene por vocación generar humanidad.
Forja seres humanos sensibles, necesarios para la construcción del buen vivir,
SumakKausay (Acosta 2008 y 2013), LekilKuxlejal (Santana 2015). Sensibles
a la vida, al sufrimiento de cualquier ser vivo, a las injusticias sociales. Los
sentimientos son una forma de interacción humana que ayuda al
reconocimiento del yo en el otro y del otro en el yo. Somos parte de un mismo
proceso de auto-reconocimiento. Gracias al otro se hace conciencia de sí
mismo. El otro deja de ser ajeno, en tanto que yo también soy el otro (Ricoeur
2003). Siguiendo en este orden de ideas, el cuidado de sí mismo es el cuidado
del otro y el cuidado del otro es el cuidado de sí. Los afectos construidos en
este proceso de reconocimiento y cuidado mutuo van perfilando otras formas
de interacción social, en donde el otro no me es ajeno y yo dejo de ser ajeno al
otro porque compartimos sentimientos mutuos. El reconocimiento e
identificación con el otro, desde los afectos construidos en las relaciones cara
a cara, en el vivir cotidiano, en el cuidado del otro y en el cuidado de sí,
refuerza la confianza en las relaciones sociales desde una dimensión
emocional.
133
planteamientos de Maturana y Verden-Zöller (2003) sobre la importancia del
jugar para pensar la música como un juego:
El sentido de jugar que tienen las palabras en inglés (play) y francés (jeu),
para referirse al hacer música, es un dato significativo de lo que subyace en
esta práctica. Refieren a un sentido primordial: el jugar. […]. Lo anterior
nos lleva a reconsiderar a la música como un jugar, un con-vivir. Lo
importante es el juego mismo, el juego con uno mismo, así como el
involucramiento de todos los participantes en el hacer colectivo, el juego
que prescinde de ganadores o perdedores. Más aún, es juego en tanto que la
atención se coloca en el proceso suscitado, dejando de lado los propósitos
ulteriores, los resultados obtenidos, las intensiones previas vinculadas a ir
más allá del juego mismo, sabiendo que al final, al término del evento, sólo
queda la satisfacción de haber jugueteado. (Camacho 2017: 248)
134
los sentidos participan y se refuerzan mutuamente. En ese entramado de
sentidos se forja un ambiente multisensorial, una situación sinestésica
colectiva, si se me permite usar esta metáfora. Las divinidades se hacen
presentes a través de la emoción generada en este entramado multisensorial.
No se ven, pero se sienten en lo más profundo del ser. Desde ese locus
emocional los hombres se encuentran y dialogan con sus divinidades. La
emocionalidad desplegada es una evidencia rotunda y concluyente de su
existencia. La experiencia emocional, en tanto experiencia colectiva, es una
energía que recorre los intersticios de las relaciones sociales. Es un cemento
que une a los individuos al generar la percepción de dejar en suspenso su
propia individualidad. En pocas palabras, la música, en tanto práctica
colectiva con el potencial para generar estados altamente emocionales,
construye y refuerza el sentido de comunalidad. ¿Pero, qué pasa en la sociedad
capitalista con la música?
135
pieza de piano para concentrarse o meditar, para ello se genera un loop que
dura 2 horas.
Por otra parte, la música ha sido utilizada para construir diferencias sociales a
partir de los diferentes gustos musicales. Se instaura un único canon de la
música dentro de una amplia gama de culturas musicales. Este se erige como
―música de arte‖ y es designado único representante del espíritu humano. En
consecuencia, se descalifica a las prácticas musicales alejadas del mismo.
Dicho canon impone sus criterios y gustos a la sociedad y a los diferentes
grupos humanos. El gusto de unos, avalado por la academia o por cualquier
otra instancia legitimadora, se vuelven el gusto legitimado a través del cual se
deslegitiman los gustos de los demás (Bourdieu, 1998). El gusto legitimado es
el criterio a partir del cual se vilipendia y difama a las personas por sus gustos
musicales. Al considerar que algunos individuos poseen malos gustos o gustos
vulgares, automáticamente y de manera irreflexiva se les descalifica como
personas; se les estigmatiza y rebaja socialmente. El resultado de este proceso
de legitimación/ deslegitimación es la construcción de una diferencia social a
partir de las diferencias en los gustos musicales. En consecuencia, la
diversidad musical se concibe como una pirámide social jerarquizada. Hay
prácticas musicales localizadas en la cúspide de esta jerarquía mientras que
otras se encuentran en los escalones inferiores. Hay gustos legítimos y otros
ilegítimos porque hay seres humanos superiores e inferiores. En esta
construcción social hegemónica, la ―inferioridad‖ de las personas se hace
evidente por sus gustos musicales, entre otros malos gustos que las
caracterizan. En estos casos, los diferentes gustos musicales, pensados como
buenos y malos gustos a partir de un solo referente, tomando en consideración
un solo canon, favorecen la fragmentación de la sociedad y de los grupos
humanos. Se genera una división ilusoria entre la comunidad. El fantasma de
la desconfianza, del recelo y de la duda, comienza a recorrer todos los
intersticios de la vida cotidiana. Se pierde la confianza en el otro para realizar
acciones conjuntas y consensadas. Al mismo tiempo, se oculta la
segmentación y jerarquización de la sociedad debida a la división de clases
sociales y a la consecuente desigualdad económica y social.
136
Los dos ejemplos anteriores muestran dos procesos tendientes a violentar la
vocación de la música como generadora de fuerzas cohesionadoras de las
relaciones humanas. Uno es a través de fetichizar las prácticas musicales y
otra a partir de deslegitimar los gustos musicales de determinados grupos
humanos. Ambos mecanismos actúan de manera sinérgica y se articulan a
otros mecanismos de control social. Instituyen un complejo de fuerzas
desintegradoras de la confianza en el otro y de la disposición al trabajo
colectivo. La industria cultural diversifica la oferta musical y al mismo tiempo
se denuesta el gusto de la mayoría de la población. Por un lado, las empresas
ganan y por otro la élite continúa legitimándose. No obstante, la sociedad
subvierte estas tendencias de diferentes maneras. Por el momento, por razones
de tiempo y espacio, sólo abordaré tres estrategias que confrontan a esta visión
capitalista. Tres posibilidades de mantener la vocación humanitaria y la
esperanza. Tres luceros en la noche obscura.
137
interacción de los participantes en esas otras prácticas musicales, es una fuerza
alterna, superpuesta, que une, identifica y da unidad.
138
utilizadas como ―cantos de protesta‖. Se aprovechó que muchos de los
mexicanos conocían la melodía de las canciones.
139
fiesta, la jarana, el fandango y la bohemia. En el dar mañanitas a los santos
patronos, en las serenatas a los seres queridos. El aprendizaje se realiza como
una acción comunitaria, en el hacer-aprender-participar-compartir. Es un saber
colectivizado, resultado de una interacción social, en donde el individuo
interioriza los diferentes códigos de ese hacer-saber colectivo y después los
derrama sobre la comunidad.
140
elementos del pasado y del presente, con los mitos ancestrales y con las
esperanzas del porvenir. Todo vuelto un presente de cara al futuro por caminar
y a la utopía por seguir. Los músicos están llamados a ser los portavoces del
sentir de la comunidad. Su voz está hecha de las voces de su pueblo, de su
comunidad. El músico es el trovador, el juglar y el historiador de los pequeños
grandes aconteceres, la voz que se alza y denuncia. Atahualpa Yupanqui lo
señala de manera contundente: …si se calla el cantor, calla la vida.
La educación musical
La educación musical es otra de las vías esperanzadoras para luchar en contra
de la marginación de las prácticas musicales y de la colonialidad subyacente
en este proceso de marginalidad social. Traigo a colación el término esperanza
como un concepto pedagógico fundamental, desdeñado por considerarse
subjetivo. Paulo Freire, en su Pedagogía de la esperanza, subraya su
importancia como punto de partida de todo proceso pedagógico. La pedagogía
es una acción transformadora de la realidad social y, en consecuencia, es una
reyerta contra un sistema social generador de violencia, desigualdad e
injusticia. El autor señala: ―Sin un mínimo de esperanza no podemos ni
siquiera comenzar el debate, pero sin el embate la esperanza, como necesidad
ontológica, se desordena, se tuerce y se convierte en desesperanza‖ (Freire
2015: 25). Desde esta perspectiva, la educación musical debe plantearse la
posibilidad esperanzadora de transformar el mundo desde su hacer-saber y
desde su praxis social. Tener la esperanza y trabajar conjuntamente con la
finalidad de derribar los pilares y los muros de las estructuras reproductoras
del poder de este sistema irracional depredador de la naturaleza y generador de
violencia y muerte.
141
como está planteada en los actuales planes y programas de estudio? ¿Los
perfiles, las metas y los objetivos de la educación musical, contemplan el
conocimiento de todas las expresiones musicales del mundo como igualmente
válidas? ¿Qué prácticas musicales se legitiman y cuáles se descalifican? Una
pedagogía musical crítica nos llevaría a pensar sobre los discursos, como
tecnología de poder, que se conforma a través del currículum formal y del
currículum oculto. Así se señala que, ―Dentro de las escuelas, el discurso
produce y legitima configuraciones de tiempo, espacio y narrativa, y ubica en
una perspectiva de privilegio a determinadas versiones de la ideología, el
comportamiento y la representación de la vida cotidiana‖ (Giroux2003: 176).
Los discursos construyen un ideal y fomentan ciertas actitudes que se reflejan
en el trabajo cotidiano. Son estructuras de poder (Foucault, 2006). Por
ejemplo, en muchas escuelas de música sigue prevaleciendo el discurso
decimonónico del artista desvinculado de su sociedad. Cuya genialidad lo
justifica para vivir apartado de todo y de todos. Su vida sólo está dedicada al
arte y a nada más, no hay lugar para la política ni para pensar sobre su propio
hacer. Mucho menos por los problemas de los marginados y excluidos
económica y socialmente. Esta perspectiva lleva a los músicos a quedar
atrapados en las redes de la vanidad, deslumbrados por los reflectores de los
escenarios legitimados y de las cámaras de televisión.
142
como parte de una práctica pedagógica necesaria para alcanzar su añorado
ideal, su deseo largamente alimentado de ser músico. Se construye una
situación favorecedora del maltrato hacia los estudiantes. La violencia de
género, el racismo y la discriminación, campean libremente por los pasillos y
aulas de las escuelas, facultades y conservatorios de música.
143
vulnerados. La educación musical debería forjar músicos con la
responsabilidad de lograr que la sociedad tome conciencia de la importancia
de la música como estrategia contra el proceso de deshumanización que se
vive en el mundo. La educación musical debe tener el objetivo de sensibilizar
a los individuos a partir de las diferentes expresiones musicales de las
diferentes culturas del mundo. Se requiere ampliar las capacidades de
percepción y de disfrute. La educación musical implica construir audiencias,
lograr la apertura del oído y trabajar en pro de una escucha democrática. Para
ello se requiere hacer extensiva la enseñanza de la música a toda la población.
Llevar la enseñanza de la música a todos los rincones posibles y favorecer el
conocimiento de todas las músicas del mundo. La diversidad musical es una
media para construir lazos afectivos con otros grupos humanos, con otras
sociedades y con otras culturas. La música es una estrategia de interacción
humana desde la emoción. Compartir la música es compartir el corazón. El
principal objetivo de la educación debería ser construir personas sensibles a la
música, al dolor humano, a la injusticia social y con el oído dispuesto a
escuchar las voces que claman justicia. Con la cabeza y el corazón dispuestos
a construir una cultura de la paz con justicia y dignidad para todos.
144
sociedad que entierre de una vez y para siempre esta sociedad de guerra,
egoísmo, violencia y muerte.
145
sociedad basada en el principio de todos trabajamos para todos. Un mundo en
donde quepan todos los mundos con respeto a sus diferencias y sus gustos
musicales. Una cultura basada en el cuidado del otro como de sí mismo. En
ese imaginar, imaginaron a la ciencia y las humanidades al servicio del buen
vivir de todos y no sólo de una élite. Todas las políticas eran políticas del buen
vivir para todos en el mandar obedeciendo.
146
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Sloboda, John (2012) La mente musical: La psicología cognitiva de la música,
Madrid: Machado.
150
151
música,
Memoria y
Educación
Los artículos que se hallan en este libro son una compilación de textos
de las conferencias presentadas en el Ier Congreso titulado con el
mismo nombre “Música, Memoria y Educación”. Estos contienen
reflexiones sobre las relaciones entre las vivencias de los Ayacuchanos
vinculadas al Conflicto Armado Interno, con las manifestaciones
culturales y musicales practicadas en la sociedad peruana hasta la
actualidad; de donde se extraen fenómenos sociales que son analizados
a la luz de los fundamentos conceptuales de la fantología, la
etnomusicología, las políticas culturales y el enfoque racionalista, ello
en la búsqueda de la comprensión sobre las necesidades y las
características de la evolución de la cultura peruana.
Música, Memoria y Educación nos invita a reflexionar sobre la
situación sociopolítica vivida en el Perú durante los años del conflicto,
acerca del ambiente que se vive en el contexto posconflicto y referente
a los retos planteados para el futuro desde la educación y el arte.
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