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CAPÍTULO 3

TAYLOR, PETER: "Geografía política" LA GEOGRAFÍA DE LOS IMPERIALISMOS

El auge de la(geografía como disciplina universi1.u·i~·a l111ales del si¡.:lo XIX es-
tuvo cst rcrluuucnre relacionado con el \~111pnialisin(1}(l ludson, 1977). En aqul'lla
{,poca se dcsurrullurun las ra111:1s l'Specializadas d(' la disciplina ---gl'ografía polí-
tica, gcogral"ía coml·rcial y geogralfa ..:olonial- ..:uros campos de l'Sludio l'l"all dc
utilidad para las personas comprometidas en actividades imperialistas, fueran po-
líticos, soldados, conu-rciuurcs o culouos. Al 111ar¡,l·11 dl' las uuivt-rsid.ulr-s, llml'-
cicrun suc icclnclcs geogr:íficas que íucrou una guía aniva para :1qul'ih,s que aspira-
ban a ser actores imperiales (McKay, 19lij). Los estudios de la época que querían
conocer el imperialismo contempor.ineo recurrieron a la ,t..:eografía en busca de
datos; Leniu, por ejemplo, utilizó la obra del gelÍgrafo alenuin A. S11pa11, U dl'.l,1-
rrollo territorial de /,,.r m/011i,1.r e11m¡1em. para obtener inform.uirin sobre e! grado de
la expansión europea a finales del siglo XIX. Geograffo e imperialismo estaban ín-
ti nuunentc I igados.
Del mismo modo que dcspu{-s de la Sl',t..:11nda gul·rr;1 uuuuliul st· ronsidnah,1
que la geopolítica suponía u11 estorbo para la ,t..:eogral"ía, una generaciún ames, tras
la ¡,rimern ¡;uerra mundial, se tenía la misma opini,ín sobre los lazos l(Ul' había tl'-
nido mu el imperialis1_1}9.,\-En el prr~mlo de entreguerras ( 1919-19.-,,9). seg1i11
Bowlc ( l 971i: 52,1), «la moda iurclecrual [era] csrur ckcididaml'llle en contra del
Imperio ... l.a desintegración de los imperios europeos a pan ir de J9:í5 ronfinnó
csru corriente dL· pensamiento; en consecuencia. se hizo clcsapurercr el imperia-
lismo de las agendas políticas y académicas por consiclrrar que era una cuestión
que tenía poca o nula relevancia contemporánea. El \111,ílisis dl' sistemas mu1_1_~liales
form:1 parte de una corriente innovadora que estri cambiando dicha agenda. El im-
perialismo es un nJ11Ct'l*> esencial en nuestra geografía polític:ü Como en'¡_;¡ rnso
de la geopolítica, no es que nos propongamos apoyar esta linm:tile política global,
sino que consideramos que es un objeto dl' estudio imprescindible para cnrcnder
el mundo actual.
El imperialismo, a pesar de tener características políticas)' ¡.:eogr,ífiras eviden-
tes, es un tema olvidado en la geognd'ía política anual. Sin embargo, éste no es
sólo un problema de la geografía política sino que esni. adcnuis, rcl.u ionudo con la
naturaleza <le la ciencia social moderna en su conjunto. Tiene que ver, sin lugar a
dudas, con lo que se denomina la pobreza de las disciplinas. El término «imperia-
lismo" es un concepto cl.isico dl' la economía polítira qul' no s1: ¡,uedl' dl'íinir adl'-
cuudurncnre en rérrninos exclusivamente políticos o cxrlusiv.uncntr l'l"tllllÍmicos
(Harr.ur lirown, l 971i: 19). El olvido 110 sólo ha alt-ctado a la l.!t'Ot..:rafía política
sino que ha ido mucho 111:ís lejos. Por cjcrnpl«, una de las crÍl"ira~ 11~:ís severas que
se pueden hacer a todas las escuelas de «modcruiz.uión- y «desarrollo" de la cieu-
cia social moderna es que pal'l'tl' que «olvidan", o por lo llll'IH>S «ignoran .. , la cou-
tribuci1\11 del irupcr iulixruu a la situaciún mundial anual.
')8 (:rn,i;r,~Ji;, J>o/í1i1·11 99

En la Fig .. \.1 St' l'lll'dl' ver la cxu-nsiún gmgr.íl1c.1 en la pt:rileria que lleg<Í a pt'rialismos se caracterizan por la relación de domin!o que se: esrablecc l.',ntrc: el
estar hajo control poli1 ico europeo. Esr.in sl'iialadas rodas las ,Íreas que estuvieron centro y la periferia, y lo tJUe los distingue es que el !nrmal supon<;_~ t)}ltmas de la
alguna vez comroladas por el centro, y se puede ver que ronsrituycn, pnirt ica- t'xplotaci<Ín eronrimiru, el control político del rcrrirorio Je la periferia.
nu-nrc, la toralida.l .i.. l.1 pt·rikria. China es la principal cxn·pcii'in, pt·ro incluso
allí los Es1.1dos del cenrro nuis inlluyenres dclimiruron su «estera de influencia».
Desde el punto de visea geogr.ífico, ese control político dio origl.'n a un mundo or-
ganiiado como si fut:r,1 una enorme región funcional para los Esrudos del cenero. l. LA HERENCIA REVOLUCIONARIA
Esta ha sido, y según nuescra tesis sigue siendo, la organización espacial que ha
predominado en el siglo XX; sin t·mhargo, hasca h.u.:t· poco este rema se conside- Uno de los problemas que se planrean a la hora de rrarar un concepto como el d_e
raba de tan poca irnporr.mcia que se dejó que los hisrorindnrcs lo analizaran al imperialismo es que su significado ha cambiado con el riem_po. _En este estudio un-
margen de las ciencias sociales. lizamos el rérmino en su .• ~ci.óru1_c_cual, que hace referencia a una relación de, do-
miniii' pero, al tener en cuenca la herencia analícica, hemos de acender, ademas, a

:~
anrig-l~ls significados. De hecho, la palabra im_perialismo, .ª difere_ncia de palabras
como «imperial» e "!!!)_perio» de las que se deriva, es de_ongen rec~e.nre. Cua.ndo se
usó por primera vez: era un término ofen~ivo para a.ludir a la pol1r_ica cxrenor del

y6
60 60 emperador francés LllÍS Napoleón, a n~edrndos del s1g_lo x1_x, f cen1~ u_na connota-
i \/~ ción de agresividad y remeridat\. Hacia el final del s1glo,1el 1mpenalis_mo se aso-
ciaba con la expansión agresiv,1c:fe los países del cenero, y ef;í"'un asunr? importante
40 40
para las políticas nncionalest] por ejemplo, en las campañas de las elecciones g:nera-
Cz~.c­ les de Gran Bretaña ven-id elecciones presidenciales de 1900 en EE UU, el irnpe-
rialisrno fue un rema sobresaliente. De aquel dcbnre destaca, por la repercusión que
- - ~~,~~1;3de Lv·
,., ...-.,_"\
o o tuvo durante mucho riempo, un argumento en particular; se trata del estudio sobre
O Territorio el imperialismo -que llevaba ese rículo- que J. A. Hobson (l 902) escribió t_rns la
controtado guerra imperial brir.inica en Sud.ífrica. Al ser una ¡~olémica contra el 1_mpenalismn,
lonnahnenle por
Estados europeos se iba a convertir en la fuente de la reorfu de Lenin, por In que analizaremos esos
40 en algún momenlo 40 sorprendentes lazos entre el liberalismo inglés y el marxismo r_uso cuando hable-
entre 1500 y 1950
mos de la teoría revolucionaria. Después, anees de entrar a considerar el desarrollo
120 60 o 60 120 de la nueva teoría que se ha convertido en parce del aruilisis de sistemas mundiales,
Figura .\.1 L, r.,·1,·11.,·i,í11 gc1•.~r,íf1,·,1 ,le/ m111rr.J ¡mlítim mru¡,ro c/r la /•crifiri,1. abordaremos el rema de cómo esca materia fue relegada a la historia.

En ¡·I an.ílisis de sisrcrnus mumliulcs es evidente que-el imperialismo es mucho l. 1 . A 11ge y decadencia de la teoría clásica
nuis que u11 problema hisrúric«. «Recupcrur la hisroria»-signific.:a volver a tratar el
tema del imperialismo. Una j;:· los logros del nuevo punro de visea neomarxisra ha El imperialismo renía un papel fundamental en las teorías de I~ ~~nernc}ón. de
sidn rl'.lt·srnhrir l.1 IH·n·1H"ia n·vol11rio11aria dl' los esrudins sohn- el imperialismo. marxistas posrer ior a Marx y En¡;els. A pe~ar tle que _Ma~x no mtl120 d_ rerm1no
Es evi,lt-nte <llll' no se h,1 olvidado el concepro sólo porque sea difícil encontrarle «imperialismo» ni estudió las consecuen~ias del _cap1rnlismo _en la per'.feria, en
un lugar en las disciplinas anuales de la ciencia política y la economía; se ha olvi- opinión de Lenin y sus col.tboradores el 1mper1~l1smo se hab1a conv.emdo en la
dado el esrud io del i mpcr iul ismo port¡ue forma parre dt una ceoría revolucionaria esencia del capitalismo de su época. Por e~re moc1vo, n~ando nos ref:nmos a la te-
cl.isica que la ciencia social anual csruha destinada a evitar, No podemos cnrender oría cl.ísica del imperialismo, no nos refenmos a la reona de 0arx, s~n.o a la ~le Le-
el imperialismo ni en el marco teórico de los sisrcmus mundiales ni en ningún nin. No obscanre, debemos evitar creer que el concepto marxista clas1co de impe-
orro, sin entender primero la herencia revolucionaria de sus primeros an,ílisis. La rialismo es el mismo que el concepto actual. El concepto clásico era más amplio Y
primera parre de este capitulo rrara de esa herencia y de la inrerprcrución subsi- m,ís· afín al de nuestra geopolírica de lo que se suele creer. De rodas formas,
guiente de hisroriudores que, sin rernor a equivocarse, pusieron a esrus cuestiones cuando hagamos un repaso de las disrincas reorías resultará más fácil comprender
l.1 eriquera de asuntos del pasado. los diversos si¡;nitJcaclos de este concepro.
Este capítulo es fundumcnr.rlmcnre descriptivo. El olvido del cenia del que nos
ocupamos implica que lo primero y m.is irnporrunre que tenemos que hacer, al co-
mcnzar nuestras invcsi igacioncs geogr.ífico-polícicas, es ordenar la información. El imperialismo como geopolítica
Para ello ut ilizarcmos el modelo din.ímico de hegemonía y rivalidad que prcst:nra-
mus en el capítulo 2. El capírnlo csr.i dividido en dos parres:'·r:i ·í,rimcrn erara el El cono,:iclo opC1sculo ele Lenin sobre el imperialismo fue escrir? durante ~a pri-
rema del imperialismo Ji,rmal y la s,·¡;unda del imperialismo informa!. Ambos im- mcr.t gut-rra mundial. Formaba p,irte del debate que se manren1a en los urculos
100 IIJI

marxistas sobre el significado de la guerra, era declaradamente polémico y popu- t:do, podemos estar o no de acundo ron las tesis di" l lohson }' l.cniu, pero ruut i-
lar, y constituye, más que una contribución innovadora, una posici1ín te,írica quc nuurnos «atrapados" por sus ideas, puesto que sigUl'II co11stit11yl'11do 1:I punto dl'
posteriormente se convirtió en la ortodoxia marxista sobre el temu (Brewcr, l 980: partida de los debates sobre el imperialismo.
c.5). Es decir, Lenin utiliza la obra de otros autores, reordena al,i;unas ideas, hace \Xfallrrstein ( l 980b) subraya los puntos de vista que compartcu l luhson }' Le-
mayor hincapié en los aspectos que .tpoyan sus tesis; pero no aporta casi nada. Las n in respecto al imperialismo. Y ello es impormnrc porque, gracias a esa asocia-
obras que más utilizó fueron la ele Hilferding, un marxista uusrr iaco, y la de Hob- ción, la teoría revolucionaria dc Len in ha gozado de una respetabilidad cu el pen-
son, escritor liberal inglés. samiento occidental que de otro modo 110 huhicrn rcnido. Pero, eviclcntemcntc,
Según Brewer (1980), I-lilferdi,_!F es el auténtico creador de la teoría marxista !li!)' diferencias fundamentales entre ambos, ya que, rn1110 buen liberal inglés, el
del imperialismo. Este autor uci izó el término «imperialismo» para referirse a la -· ',antiimperialismo de I Iobson apuntaba sulucioncs rctorrnistus que propugnaban el
rivalidad entre los Estados <le centro, que implicaba una relación de dominio con '1ibn.' comercio y el aumento del consumo nacional. mientras <fUl' la teoría del.e-
J,1.-¡Jeriferia aunque, en su opinión, ésta no constituía su característica princ~ l .':l'.~ pretendía conr rihnir a derribar el sistema capitalis"t:"ii Si Sl' comprcuclfu la fose
;1­!izo mayor hincapié en el auge del capital financiero en una nueva era de monopo:' a la que había lle¡;ado el capitalismo, las fuerzas rcvofü(i1111arias podrían aprove-
char la oportunidad que brindaba la guerra mundial para crear un sistema dilt--
110 en la que el capital financiero y el capital industrial se fusionaban en un solo sis-
tem~ Le impresionaba de un modo especial el poder de los bancos )' su relación con rente. No se trataha de una prnliccit'.11 sino '(lll" co11s1 i111ía 1111 principio 1nírin,
la ii~clustria y el Estado en la Alemania de anees de 1914. Llegcí a la conclusión de Iuudurnental de la estrategia y pnínirn rcvolur ion.uius. Al linal , la pnínirn s,ílo
que .el capital financiero necesitaba un gran apoyo estatal para obtener protección tuvo un éxito relativo que produjo el triunfó ele la Rcvulución exclusivamente 1·11
econornica, territorios para invertir y materias primas, e, igualml'llte, para disponn Rusia, pero los s i mpur izuntt-s co111i11t1aro11 refi11:111do }' ;11·111;11i1.a11tlo la l(·oría, y In~
de mercados para sus productos .. Pero el tema que le seguía interesando fundamen- conrrincanrcs cr it ic.iudulu y dcsaut oriz.indolu. Para lograr desecharla, lo mejor na
talmente no eran los efectos ele! «desbordamiento» en la periferia, sino el desarrollo hacer que desapareciera ele la agencia política, objetivo que se logní remitiendo el
interno de los países del centro. Esas ideas se plantean en la obra de Bujarin ( 1972) tema al campo de la historia, en donde la fose final dl"i capitalismo S(' convirtió en
El l111¡1erialip!!í/ y la ecouomia 1111111dial, que apareció en l 9 l 7, en la que se propone la la inocua «era del imperialismo».
idea de que~.!_Lmperialismo es la geopolítica de U!Jª de las foses del capitalismo (el
«capitalismo monopolista financiero» ele Bujarin). Le1ü1i lleva 111.ís lejos esa tesis
definiendo el imperialismo como una fose del (¡Ji1it;dis-;-¡10, la fose «culminante», de Remitir el impcrialism« a la historia
hecho. Con ello quería decir que el capitalismo cornpcririvo del que hablaba Marx
a mediados del siglo XIX había sido sustituido por un cnpiralisrn« muuopolisra. Esa DespuÍ's de la primera guerra muudiul l"Slas tl·orías d.ísicas cmpcz.rrou a utilizarse
era la última fase del capitalismo, porque las contradicciones del sistema s1· rellcja- como «i11gredi(·ntes" de los argumenws discu¡sivos en los clcbau-s sobre las musas
ban en la rivalidad interestatal que había provocado una g11e1Ta mundial, gul'rra de _1~1 conr icndu o el crecimiento de los imperios europeos. Fueron simplifirndas
que significó el principio de la Revolución. En opiuión de Lc11i11, la pr irucra tucrra calif1uíndolas de teorías {:;.le causa cínica» y den-rminisrnu ecomimiro, y rul'ron re-
mundial representaba los espasmos de muerte del capitalismo. futadas por minuciosas investigaciones hisrórirus académicas. Este proceso em-
pieza cuando Sdn1mpeter ( 195 l) afirma, en 1919, que el imperialismo, lejos de
/ ser la fase culminante ,ikl cupirulismo, e~ Iuud.uucnruluu-utc uur ioipitulistn )' un
El paradigma Hobs~n-Lcnin .. \ .. ·' , \ ' reflejo del militarisrno de la nobleza europea precapimlisru. Por tamo, Schumprt cr
desecha las motivaciones económicas y pone en primer lugar motivaciones políti-
La otra fuente principal de las ideas de Lenin era, como hemos dicho;cl ant iimpc- cas y sncinlcs. Posrcriorcs explicaciones históricas han hl"l'ho hincapié en motiva-
tialismo no marxista de Hobsorí. Según J-Jobson;0i «raíz principal clcl imperia- ciones políticas dl· miras estredws. Son las teorías dd «equilibrio di' podn» (Fue-
lismo» era el excedente de capifül generado en ei'centro, que buscaba mercados kcn, 1982), que 0.1!lsil!rra11 que el imperialismo es u11 medio utiliz,tdi, por la
para invertir en la perife§ Hobson reunió daros sobre las inversiones ultramari- diplomacia europea para actuar en la situaciún de r ivulid.ul de finaks del siglo XIX
nas, la extensión y población de las colonias, y las fechas de adquisición, llegando entre Alemania, Francia y Gran lheraiia. M• . .:!.i:,:,~r}:IJ (
191')) desarrolla ese argu-
a la conclusión ele que l 870 supuso un punto de inflexión en la historia europea. mento que representa la antítesis de la teoría rl,ísica, puesto que_!1acc hincapié en
Len in reprodujo esos datos en su opúsculo. por lo que ~llerstein ( l 980b) cree las decisiones de unos cuantos l_fr_le_r_e~_polítirns a expensas del proceso ecouómiro-
que tiene sentido hablar elel .. 1,:~.r-~~l_iy,111'1:..Lenin-Hobsc?n. f.' paradigma tiene tres político ¡.(l'ller.:I. Posrcriormcnre Erherington '( i 98··0 ha argurnc·nrado que ese
postulados básicos: (l) en los Estados los diferentes secroresdc capital tienen inte- «pscuclo-deharc» entre «rcvnlucionarius muertos e hisroriudorcs vivos» probable-
reses distintos; (2) estaba apareciendo un sector financiero y monopolista de caníc- mente haya siclo la menos fructífera de las inter,teciones l"IHJT la teoría marxista y
ter dominante, qu<" podía inducir al Estado a acometer empresas imperiales las sus críticos. Por suerte, 1·1 debate 110 rcrmiua en l'Sl'.f'lllllll.
cuales favorecían sus prupins intereses pero perjudicaban los intereses de los deuuis Desde la Sl'!-(Unda guerra mundial se ha producido una reatci,ín contra las i11-
sectores: )' 0), a pesar del gran respaldo popular que tenían, esas l'mpresas ib,1,1 en rerpreruriunes históricas limitadas. En una serie dr ,·s11,dios, Rohiusun y (;allal\-
contra de los auténticos intereses de las clases trabujudorus de esos país:~W.dlers- her han intentado hacer un_repla1Hea11_1i_~.nto,w1a! del dl'bate, }' (a crítica <¡;llº
tcin lo denomina «paradigma" por la influencia que tuvo en el tipo de agenda plantean tiene una especial rclcvuur iu para nuestro estudio por dos motivos. En
que se utilizó en codos los estudios posteriores sobre ei imperialismo. En t'Sle sen-
---- _..
pri,nn 111¡.:ar, cut·stion,111 !.1 _i_clca_dl' <¡lllº("XÍstier;1 «lllla na de i111¡,1·rialisnw .. ,1 Ii-
\..
111!

11ales del siglo XIX (G,dlagher y Rohioson, 1953). U)esrncan la rnminuidad dt: la Más all.í de Rohinson y Gallagher
polir iru ,1 lo largo de rudo el siglo XIX y no esnin de'iiú,erdo en <¡ue 1870 consri-
t11ya un momento decisivo fundamental de la hisroria moderna; al fin y al cabo, Wallerscein ( l 980b) sigue el ejemplo de Robinson y Gallagher y se aparca del pa-
la India -«la jo}'ª de la corona imperial brit.ínirn»- fue ad,111irida antes de la radigma l lohson-Lenin. Desde ti punto de visea del uruilisis de los sistemas mun-
era del imperialismo y conrinuó siendo, rnn dili:rt·n~. la posesión imperial nuis diales, este paradigma es el clásico ejemplo del error del desarrollisrno, ya que
importante a lo largo de esa ~fn segundo lugar,(se preguntaban si las causas··::, considera que los países son las unidades <le cambio, y señala las fases por las que
de la expansión europea podí.i,r residir exclusivurneñte en procesos -económi- ,..,, pasan.· Pero nuestros argumentos van más lejos que las tesis <le Robinson y Ga-
cos, políticos o Je ambos cipos- que ocurrían en el cenér~Robinson et"!., llagher p¡m¡ue superan las diccromías de continuidad-discontinuidad y cenero-pe-
1961 ). A medida que comenzaron a surgir en la periferia escllrtios sobre el impe- riferia que planteaban estos investigadores.
rialismo, se puso de manifiesto que el ritmo, ti cipo y la forma de las relaciones Consideramos que el debate sobre la concinuida<l o la discontinuidad se ha de
de dominio que se escal}leefan-tl1;pendían en muchos casos de las circunstancias contemplar a la luz de la propiedad cíclica de la economía-mundo: la actividad im-
locales de la periferia. Rohinson 1 l 973(1Ía elaborado una reorfa de la colubor.i- perialista variad según las oportunidades políticas que rengan los Estados durante
ción, en virtud de la l:-;mrcific.Ís elites Í1criféricas inreracruaron con los Estados el crecimiento desigual de la economía-mundo. Nuestro modelo de los pares de ci-
del cenero contribuyendo a que se produjera el imperialismo. Este hecho explica clos de Kon<lracieff, del que hablamos en el último aparcado, pone de manifiesto
cómo las potencias europeas fueron capaces de controlar una parce can extensa de cómo el imperialismo formal es parce de una lógica expansiva que interactúa con
la periferia utilizando recursos militares relativamente exigu~.iJ2,or ejemplo, es los períodos de hegemonía, en los que el imperialismo informal es un rasgo nota-
evidente que los brinínicos no hubieran podido controlar la India sin ayuda. Re- ble. El imperialismo es un cipo de relación que se ha producido a lo largo de la his-
sumiendo, el debate cl.isico era irremediablemente curocéntrico, y podemos afir- rnria de la economía-mundo, pero el hecho de que haya sido continuo no impide
mar que Robinson y· Gallagher reorientaron las coordenadas espacie-temporales señalar dercrminudas fases en las que predominaron distintas tácticas. Por canto, en
del problema en un senrido que nos permite utilizarlo en el marco teórico <1ue nuestro modelo se tiene en cuenta que existen aurénricas diferencias entre la hege-
hemos adoptado en este estudio. i> ''.··· monía británica de mediados del siglo XIX y la «era del imperialismo» de finales
del mismo siglo, pero sin dar a entender que son «fases» de una secuencia lineal.
En nuestro enfoque utilizaremos parce de la «teoría estructural del imperia-
1.2. L, i11te1J1rL'f,1cirí11 dd i111peri,tlú1111i 1·11 i:l ,111<ílisi.r t!e JÚ/e11111.r 111111uli11/eJ lismo .. de Johan Galrung ( 1971) para construir diversas subrelaciones en las que
se basa coda la relación de dominación del imperialismo. En la Fig. 3.2 hemos li-
Rohinson y Gallagher nos ayudan a romper con el paradigma de l lohson-Lenin, mitado el argumento a lo rn.is básico, con dos tipos de Estado exclusivamente: de
pero no esbozan 1111;1 teoría diferente, Al prolongar el dehace nuis ull.i de la «cr.i centro (C) y periférico (P); y dos clases sociales en cada Estado: la dominante (A) y
del imperialismo», dejan vía libre para que otros historiadores se comprometan la dominada (U). Así pues, hay cunero agrupamientos en la economía-mundo: Es-
con lo que hemos denominado el «miro de la ley universal .. , en virtud de la cual tado de cenero/clase dominante (CA), Estado periférico/clase dominante (PA), Es-
el imperialismo es un proceso político general que se apoya en motivaciones de cuelo de cenero/clase dominada (CB) y Estado periférico/clase dominada (PB). En
expansión y conquisru. Lichreirn ( l ')71 ), por ejemplo, unulizu t:I «irnpcriulismo .. este panorama podemos deducir que existen cuatro tipos de relaciones importan-
del Imperio romano y de ocros imperios-mundo jumo u>11 el imperialismo mo- tes: de colaboración, CA-PA, en la que las clases dominantes de las dos parces se
derno. En el marco teórico de los sistemas mundiales el límite rcr.iporal es muy unen para organizar una dominación conjunta de la periferia; de socialirnperia-
preciso: ti imperialismo es una relación de dominio propia de la cconomfa-rnundo lismo, CA-CB, en el que se «compra» a la clase dominada del centro, con políticas
)' por lillllO 1101·xis11· .1111,·s ,li·l SÍ)\lo XVI. Lis l'Xpa11sio11l'S políricas .uu crinrcs se ba- de bienestar, a cambio de paz social «en casa»; de represión, PA-PB, para mante-
san en procesos ccon,írnico-políricos h:ísirnmeme distintos y para referirse a ellos ner la exploración de la periferia por la fuerza si fuera necesario; y de división, CB-
es preciso utilizar otro término. PB para que haya una diferencia de intereses entre las clases dominadas, es decir,
Es evidente que si podemos aplicar las aseveraciones de Rohinson y Gallagher la chisica nícrica «divide y vencerás». Por canco, en nuestro enfoque la colabora-
sobre el siglo XIX a los orígenes de nuestro sistema, también podemos e raer el con- ción de Robinson (197 3) constituye sólo una de las subrelaciones dentro del con-
cepro de imperialismo al presente. Los historiadores no eran los únicos que toma- junco de relaciones del imperialismo.
ron buena noca de los nuevos estudios de la periferia realizados en el período pc,-
rcrior a la segunda guerra mundial; pues, corno señaláb.unns en el rnpítulo 1, la
teoría de la dependencia se desarrolló y amplió hasta convertirse en el enfoque ele La superación de la teoría marxista clásica
sistemas mundiales, Desde el punco de visea político, la descolonización volvió a
poner al imperialismo en el orden del día, con tcorfas como la de Kwame Nkru- f\l ir m.ís a!l.í que Robinson y Gallngher también hemos puesco de relieve una di-
mah, líder de Ghana, CU)'ª concepción del «neocoloninlisrno» es que consriruye ferencia clave enrre el an.ilisis de sistemas mundiales y las clásicas teorías marxis-
otra fose del capitalismo. 1 labía llegado la hora de que surgiera 110 segundo grupo tas del imperialismo, qt1e son teorías de cambio lineal (con estadios), mientras que
de teorías revolucionarias que informaran y orientaran a la periferia en sus relacio- Wailersccin concibe un cambio de cipo cíclico a largo plazo.
nes con el centro (Bluur , 1975). A conrinuacirin, describiremos brevemente cómo I hy otras dos diferencias fundumcnrales que hay que encender. La primera es
se considera la teorí.1 del imperialismo en el un.ílisis de los sistemas-mundiales. que· ti an:íli:;is de siseemos mundiales supone una nueva geografía de la Revolu-

¡,

1
I01 10)

\ aboración queño i::rupo de personas que esni impliuulo pcrsonuluu-uu- t·11 las empresas unpcrin-

cENTAo /" les. Como hemos visto, este tipo de argumento nos conduce a la noción de que d ca-
pital financiero o los grandt's monopolios dominan la eronumía, y a considerar t¡lll' el
imperialismo es una «fose». Pero el imperialismo formal hahía constituido u11 aspt'no
fundamenta!" de la cconomfa-rnundo durunre rmis de cuatrocientos aiios, empezando
A con las actividades de las compañías coloniales que actuaban con [iccnciu de los Esta-
dos. El inconveniente de esas inrcrprcmciones csrricrarncnn- económicas dd imperia-
social-
imperialismo lismo formal es que han hecho hincapié en el comercio y la búsqueda de mercados
nuevos para la pnxlucciún Je los países del centro. Pero? º}mo \"1allcrstein ( 19~.{: 38-
B 9) señala, esa explicación no concuerda con los datos históricos: «en gran medida era
el mundo rnp,talista el que iba en busca de los productos de la rC'gmn exterior}' no al
contrario». De hecho, las sociedades no capitalistas no necesitaban los productos de
los Esrndos tk·I centro y se tenían que errar esas «ncrrsidadcs» después de conquistar
t•I podl'r políriro. Es evidente qm· la húsqunl.i dt· 11w1-rados 110 p11_nl1· .l'Xpli1·,.1r l'.,s
enormes esfuerzos que hicieron los Estados del rcnuu a lo lar¡,;odl' vanos s1¡;los. Segun
Wallrrstein la búsqueda de mano de obra baratu constituye una explicaci1í11 mucho
división 111,ís plausible. Lo irnporumrc 110 es el intcrcumhio sino la ¡,ro,h1~Ti1í11, '..""'" lo dc-
muestra el hecho de que la incorporación ele nuevas zonas a la perrfr·na siempre daba
Figura 3.2 ÚIJ cuatro relaciones tjlle Je d,111 en el i111¡,erÍtl/i.111111 ( 1\ es lt1 clase d11111i11,r111,·. paso a procesos de producción nuevos basados en una mano de obra nuis _barata. E_11
B la clase dominada ). consecuencia, el principal objetivo de la expansión imperial es el de ampliar la divi-
sión del trabajo que define los límites Je la economía-mundo. El imperiatisrno, tanto
ciún, lo que se pone ele manifiesto hasta cierto punto en la difcrcnriu a la hora d<.' lonnul como informal, es el proceso que creó la perilcriu y que continúa recreáudola,
definir el imperialismo, puesto que en la teoría tradicional se t ieuen en cuenta 1

muchos más temas que las relaciones centro-periferia. Pero es mucho 111,ís que una
cuestión de definición. Brewer (1980) pone de manifiesto que no es casualidad . ... ·
que la teoría clásica haya olvidado hasta cierro punto a la periferia sino que es 1111
reflejo de la teoría ele la Revolución, que esperaba que las t runsforrnacioncs suce-
11. :El.. IMPERIALISMO FORMAL: LA CREACIÓN DE LOS ll\ll'ERIOS \
dieran en el centro (donde las fuerzas de producción, y por tanto las cont radiccio- Una de las características de la rconomía-munelo desde su rrear ión es el ejercicio dl'
ncs del capitalismo, estaban más desarrolladas). Efectivan1t:ntc, según el punto de un control político formal sobre zonas de la pNifi:ria. Desde los iniciales imperios
vista clásico era positivo que los países del centro se introdujeran en la pcr ilcriu, español y portugués hasta la tentativa de Italia en los años treinta de este_ siglo de
puesto que el capitalismo «progresista» liberaría a aquella zona ele las ataduras del forjar un Imperio en Africa, el imperialismo formal h,_1 _sido una cstraregrn que el
feudalismo, del mismo modo que lo había hecho en Europa. Como hemos visto, la centro ha utilizado habitualmente para dominar a la pcrilcria. Naturalmente, 110 hay
óptica neornarxisra sobre este hecho es completamente distinta, porque considera que confundir este proceso con el concepto ele imperio-mundo, entidad que tiene su
que el capitalismo nunca tiene un papel liberador progresista en la periferia, sino propia división del trabajo. Ni siquieru el Jrnp~·.i:.io_I;ri_t~ínj_rn, :" el c¡ue durante n~,ís
que desde el comienzo es regresivo; es lo que Frank llama el desarrollo del subde- ele un siglo nunca se ponía el sol, era un imperio-mundo, segun nuestra co11Ct·pc1011,
sarrollo. Por tanto, los elementos del capitalismo llamados progresivos se limitan sino un Estado próspero del centro con un gran apéndice colonial. En este apartado
geográficamente al paso del feudalismo al capitalismo en los países del centro. tratamos en cuacrú ·15úfrs el auge y );¡ decadeucia de esos «apéndices» en el mar:º ,
Desde el punto de vista del análisis de los sistemas mundiales esta situación tiene del modelo dinámico de la hegemonía y la rivalidad expuesto en el oipfrulo 2. En .··¡
como resultado una realineación geográfica de fuerzas revolucionarias, en la que el primer IL•_gar, analizamos el imperialismo a escala del sistema para esbozar el modelo .
centro se enfrenta con la periferia que se convierte en un foco importante ele futu- global del proceso. En segundo lugar, exarnumrnos la~ actividades 1rnpenal1stas ele ¿
ras sublevaciones y cambios. Ese es el argumento político de la escuela de la de- los Estados del centro que crearon el modelo global. En tercer lugar, acudimos a la.-:-"
pendencia radical, y se suele denominar «tercermundista» port1ue subraya la im- pcrifl'ria para examinar sucintamente las arena: políticas dondt' se impuso esa rclu- .. )
portancia de la geografía. Argumento que estri muy relacionado con Man Zcdong ciún ele dominio. Por último, analizamos ctÍmo t'ncajaba11 las dos parres de la rcla-
y con su teoría de la lucha de clases ¡;loba!. En el capítulo 2 lo represcnuunos cióu imperial estudiando el caso del Imperio brir.inico.
como el escenario geopolítico futuro de las «clases rnuncliulcs- (Fiµ. 2 .. 'lc).
La scgu1J<la diferencia que hay entre las teorías marxistas cl.isicas y el aruil isis de
sistemas mundiales tiene que ver con los argumentos sobre los motivos '-IL'e provoca-- ll. l. Los dos cides del i111/1eria/iJ11111 [anual
ron la expansión imperial. Muchos de los críticos no marxistas cid imperialismo,
Hobson por ejemplo, sostienen la tesis ele que el imperial isrno formal no henrficia Si queremos hablar del imperialismo formal. la primera pregunta que smg(' e·.,
ccunómicumenrc a los Estados del centro involucrados, y que sólo se beneficia el pe- cómo medirlo. Evidentemente, los índices ideales para han'f un seguimiento d('I
106 I07

imperialismo scrínn las_ cifras de población, ele exrensuin o de «riqueza .. , existen- U) 160
res cuando el cenrro CJcrda el control político, pero no siempre disponemos de ·c"'.
o
esos datos por tratarse de una época tan larga corno la que anal izamos. En su lu- o(.) 140
gar, s1g111cndoel ejemplo dl'Bt'rgcscn y Srhot·nhl'rg ( 1980), ur ilizurnos la presen- u
Q)

cia de un gobernador colonial romo señal de llUe un Estado del cenero ha im-
puesto su soberun íu a un territorio de la periferia. El nombre del cargo que "'
u 120
"'
:5
osrenruban estas personas. v'.1ría considerahlemenre (por ejemplo, «alto comisio- E 100
::,
na:lo .. , «comandanre» o «jele político residenre»), pero rodos tienen una jurisdic- (.)

c1011 que demuestra que el centro controla ciertas zonas de la periferia. u"' 80
~v1d~nctmente, el _camaño de esas jurisdicciones cerriroriales es muy variable u"'
~
en rerrrunos de población, extc'.lsión territorial y riqueza; pero la presencia de go- o"' 60
bern~dores proporciona una unidad de medida consranre durante rruis de quinien-
ros anos: ~omo reconocen Ber¡;esen y Schocnherg ( 1980: 2.'12), no hay « una forma 40
h_i~n delumla de n~ed1r el colonialismo». Pero esta medida directa del control po-
lirico consrrruye, s111 duda, 1111 índice sensible de la actividad del imperialismo for- 20
mal a escala mundial.
La Iuenre de los datos de Bergcsen y Schoenbcrg es un extensa lisra de gober- }}:
nadon:s coloniales compilada por Henige ( 1970). Este autor señala 412 jurisdic- 1500 1550 1600 1650 1700 1750 1800 1825 1850 1875 1900 1925 1950 1975
ciones coloniales y da una relación de los gobernadores de estos rerrirorios desde ~ A 8 A 8 A 8 A
su esrnblecirnienro hasra su descolonización. Basándose en esos daros, Bc:rgescn y A 8
Curvalogística Ciclos de Kondralieff
Schoenberg distinguen dos «ondas de expansión y contracción colonial» eviden-
tes. Utilizaremos los daros de otro modo para ordenarlos conforme a la métrica Figura 3.3 l.as t!o.r "'"las l,11~a.r de ex/1amió11 y rontraaián colonial.
rempnral (JUe l_ltili.zamos, y para identificar algo m,ÍS que la época de control colo-
nial de 11'.l rcrrtrorro. Por tanto, el an,ílisis que realizamos se distingue del de Ber- dcncia de los imperios europeos en el Nuevo Mundo americano. La segunda onda,
ges:n y Schucnberg en dos aspectos. En primer lugar, los datos se clnsifirun por ¡-, que va en ascenso a lo largo del siglo XIX hasta que alcanza su punto culminante al
perio(!ºs. temporales compatibles con la matriz espacio-rernpornl que utilizamos. final de la «era del imperialismo» y después desciende rápidamente hasta la mitad
La mernca que hemos empleado son series de cincuenta años desde 1500 hasta del siglo xx, comprendería en gran medida el auge y la decadencia de los imperios
180~_l, y seri\s de veinrit-i_nrn años desde 1800 hasta 1975. Esca división nos pro- europeos en el Viejo Mundo de Asia y África. Así pues, las dos ondas correspon-
poruc:na algun detalle mas que las. fases largas A y 13 de la onda logística original, den a dos foses del imperialismo geográficamente distintas. Este sencillo modelo
ade_mas de que nos adecuamos al ritmo de las fases A y B de los ciclos de Kondra- espacio-temporal nos proporciona la esrruccura en la que analizaremos el imperia-
c,_~ff poster1mes. ~n segundo lugar, no sólo registramos la fundación y desapari- lismo formal con mayor profundidad.
CIOll de U>lonaas,.SIOOque, h,1:S;Índonos en la lisrn de gobernadores, también pode-
mos ~e~~uhrir s1 se reorganizaron territorios que ya estaban colonizados, 0 se
trnnsfmo la soberanía de algún territorio de un Estado del Centro a ot ro, Ambos El cscablccimicnro de colonias: creación, reorganización y transferencia.
ripos dl' d.11os ro11s1 i1 ll)'l'll índirl's muy i'i1 iks pon¡ue l'Sl".Ín roncnados ron fá,scs de
es1a11cam1t·1110 (por lo que la rl'Organizari1í11 era imprescindible) y de rivalidad en Las '112 colonias de l lenige ( 1970) se han clasificado en los tres cipos que hemos
cl cenrro (que se rraduce en la conquista de colonias rivales). En deliniciva en los mencionado antes. En la Pig. 3.4 aparecen las rres clases, que estudiaremos por orden.
s1guic~tes an.ílisis nos encontramos con tres cipos de establecimiento de u;lonias: Hablamos de creación de colonias en aquellos territorios en los que se impone
creacion de la colonia, reorgan1z,1ncín del territorio y transferencia de la soberanía. un gobernador por primera vez. Al ser una estrategia política para lograr una rees-
tructuración en las fases de esrancarnienro económico, suponemos que la creación
de colonias estará asociada con las fases B de nuestras ondas. La Pig. 3.4 confirma
La cantidad acumulada de colonias en general la veracidad de esca hipótesis. Las actividades imperialistas de España y
Porrugal en la primera fase A de la naciente economía-mundo constituyen la prin-
Para empezar reproducirnos el estudio de Bergesen y Schoenberg. Sumando el nú- cipal excepción. Se produjeron rras el Tratado de Tordesillas --en virtud del cual
mero de colonias creadas y restando el número de descolonizaciones se obtiene la el Papa repartió el mundo no europeo entre estos dos Estados- que redujo la ri-
cunridad de actividad colonial que hubo en cada período. En la Pig. 3.3 se pueden validad que suele ir asociada con la creación de colonias; además, parece que la
ve~ los resultad<.>~ de esra opcrat:ión, los cuales reproducen las dos ondas de expan- economía-mundo no estaba suficienrernenre desarrollada para que el imperialismo
swn rcoutrarcron coloniul. Jlar una primera onda larga, ésta alcanza Sil punco informal pudiera funcionar fuera de Europa. Al comenzar la fase de estancamiento
rnlm.1na111ecuando coucluye la Jase B de la onda logística y decae en la fase A de del siglo XVII, aumentó la creación de colonias con la entrada de los países del no-
la prrmcru onda de Kn11dra1idf, <111e comprendería en gran parte el auge y la deca- roeste de Europa en la arena no europea. A partir de ese primer momento de auge
108 111•;

en la creación Je colonias el proceso se hace más lento, hasta que se produce un in- La dcscolonizncióu: el contagio geogrMico y la disparidad de ideologías
cremento de poca importancia durante el período de la rivalidad lranco-brir.inica
al final de la fase B de la onda logística. Durante los ciclos de Kondratieff la crea- El modelo Je descolonización es mucho nuis sencillo (Fig 3. 5). Ha habido dos pe-
ción Je colonias aumenta y disminuye con las Iases A y 13, pero lo m.is destacable ríodos importantes Je descolonización, que son claramente la causa de las dcprc-
es la «era del imperialismo» marcada ele forma inequívoca por el punto culmi- siones Je la Fiti· ."\.3 y de las dos ondas del modelo.
nante en la creación de colonias que se produjo a finales del siglo XIX. Puesto.que Aunque los dos puntos culminantes se producen en Gises 1\, 110 corresponden a
consideramos que la actividad colonial es un proceso cíclico, incluimos tanto los foses equivale1lll'S en nuestro modelo de los purcs dl' cirios dl' Kundr.u.icll: la se-
argumentos de continuidad como los Je discontinuidad. ,i.:unda fase /\-2 dl· hegemonía norrcamcr icana es un pníodo de descolonizaci,í11
importante, pero es evidente que la primera fose A-2 de heg('mo11ía br iuinir« 110
tuvo esa característica. El primer período de descolo11izaci<Ín se produjo antes, du-
:q 70
O Translerencia de soberanía . raure la fase A-l de hegemonía emergente. La mejor explicación que podemos dar
.,
"O
·¡;
de este hecho es atribuirlo al fin del capitalismo agrícola de la curva logístirn. La
:o C'E'a Reorganización del terrilorio
descolonización supuso la desaparición de las colonias españolas }' portuguesas de
~"' 60
[TI]Creación de colonia Latinoamérica; pero cuando tuvo lugar dicha descolo11izari,í11 haría tiempo qur las
file pllll'IKias colonizadoras ibéricas habían descendido a un csuuus sl'mipnifí:rico.
0
50
·~ Para las potencias del centro, en este período de incipiente hegemonía británica, la
<ÍÍ iibcració» de estas colonias anacróuicus su1,onía ventajas i11dudahks, al¡:<> que ( ;,._
"e'
.E 40 urge Canning , secretario del l'orá811 Ofjia', reconoció de lor ma expresa en una de-
"'.,
"O
clnración que hizo en l81t2 -que ha sido cirada en rcpet idus ocasiones-i-, afir-
"O
e., 30
E
-:,
z "'"'e 80
África,
20 o El Caribe,
o(J Sudeste de Asia,
Q) Islas del Océano
u 70
10 o Indico y Pacifico
ai
E
-:,
1500 1550 1600 1650 1700 1750 1800 1825 1850 1875 1900 1925
z 60
A B A B ,A
A B
Figura 3.4 El establecimiento de m/1111i,1J, 1500­/ ')25.

La reorganización del territorio debería ser especialmcurc sensible a los perío- Arabia,
40
dos de estancamiento. En esos períodos el Estado recibe presiones para que recorte India ·"t_· ~'
el gasto público, lo que en la escala temporal que utilizamos se traduce en procu-
rar que las colonias sean más «eficaces». Las reorganizaciones que se aprecian en la
Fig. 3.4. se asocian por lo general con las fases D. El punto culminante, en lo to- 30
cante a esta cuestión, se produce al final de la fase B de la onda logística, cuando
el incipiente declive ele España y Portugal supuso que sus colonias empezaran a
convertirse en cargas muy pesadas para las arcas públicas del Estado. 20
La trasferencia de soberanía es una medida de la rivalidad interestatal en la pe- Australia,
Africa
riferia. Es algo que caracteriza fundamentalmente a la fase l3 de la onda logística, del Sur
época en la que ese tipo de actividad era bastante corriente. Al comenzar los ciclos 10
de Kondratieff, esas «capturas» se producen muy csponidirnrm-nre, y se concen-
tran exclusivamente en dos períodos: las dos fases A, las cuales representan en rea-
lidad el reparto del botín colonial tras dos guerras globales. La primera se rela-
ciona con la derrota de Francia y la confirmación de la hegemonía brit.inirn, y la 1750 1800 1825 1850 1875 1900 1925 1950 1975
segunda con la derrota de Alemania y la confirmación de la hegemonía norteame- A B /\ B A B A
ricana. En ambos casos a las potencias perdedoras se les privó Je sus colonias. Figura .l. 5 /,,1 ,k.101/1111i:,r(Í,í11. 17 >{}­/ ()7 5.
1111
111

mando que si Sudamérica era libre sería «nuestra- (es decir, brir.inirn), Aquella

] lj_,_·,. ·;
desrnlonizarión se,mí las bases del «imperialismo informal» hriuiniro en Latinoa- Recién
lllt:rira a mediados del siRlo XIX, que analizaremos en el próximo aparrado. llegados
AIRo <]lle caracrcriza al proceso de descolonización es que se contagia geogr,í-
ficamente. La descolonización no es un proceso que ocurra de un modo aleatorio, Estados
sino que se produce por grupos espaciales en períodos diferentes. La descoloni- ~]~~~IBPE1111mlijjj11mi..-=:::=i._~~~~~- bálticos

zación de las Américas, por ejemplo, no ruvo ninguna repercusión en las colo-
nias del Viejo Mundo. Ese contagio espacial demuestra la imporrunr iu que tie-
241
nen para la descolonización los procesos de la periferia. La guerra de O Transferencias
de soberanía
independencia de Norteamérica fue 1111 ejemplo para Latinoamérica en la pri-
mera fose de descolonización; la independencia de la India abrió el camino al
resto de la periferia en la segunda fose de descolonización. A nivel regional, las c:::J Reorganización Gran
del territorio
Bretaña
concesiones políticas ororgadas a una colonia desencadenaban un número ele de-
mandas cada vez mayor en coda la región; así, la independencia concedida a la a creación
Ghana de Nkrumah en 195 7 provocó la descolonización de rodo el conrinenre, de colonia
del mismo modo que el alzamiento de Bol ívar en Venezuela (en 1820) abrió el oJ _
camino en Latinoamérica. 17
1inrerpretación.
Se puede añadir un último duro a esca La retórica que utiliza-
ban los líderes revolucionarios coloniales de las dos épocas era muy distinta. La
«libertad», a la que se aspiraba en Latinoamérica, era proclamada con una ideo- Francia
logía liberal a semejanza de la Revolución norteamericana; en tanto que un siglo
y medio después la idc:ología es socialista -modc:rada al principio en la India,
pero mucho más extrema en Ghana- y culmina en muchas guerras de libera-
ción nacional. Esca es la razón, sin duda, de que la primera descolonización (la
de Latinoamérica) se reajustara rn.is f,ícilmenrc en la economía-mundo bajo el li-
derazgo liberal. británico, que la segunda descolonización, la cual planreaba in-
numerables desafíos al liderazgo liberal norteamericano. Crono 1111Jdo se puede Países
decir que el primer período de descolonización es una Revolución liberal que se Bajos
produce al final del capitalismo agrícola, mientras que el segundo período ori-
gina revoluciones di: inspiración socialista que se producen al final del capita-
lismo industrial. Escas últimas han tenido un cur.icrcr mucho nnis «uuri-sis-
1n11a" que las primeras.
Portugal

11.1. -; ., .~rn.~1:1/i:, .!.­! i111/1Cri.t!i.11110 [ornut! 29

El imperialismo es una relación de dominación entre el cenero y la periferia. Hasta


ahora nos hemos limitado a analizar el tema a nivel del sistema y no hemos inves-
tigado en la geografía de esa relación, es decir «¿quién «dorninnbn .. a quién y
dónde'" A continuación respondemos a esru prew1nra, ocupándonos primero del
ccnr rn y después de la perili:ria. España

El centro: los Estados imperiales

¿Cu:ílcs eran los Estados colonizadores? El hecho es que, sorprendcnremenre, han


sido muy pocos¡ en coda la hisrnria de la economía-mundo sólo ha habido doce Es- O 1500 1550 1600 1650 1700 1750
tados que han ejercido el imperialismo form,11, y sólo cinco de ellos pueden consi- ~ A B A B A
derarse Estados colonizadores de importancia. En la Pig. 3.6 se puede ver la activi- A B
dad colonial de dichos Esrudos en gr.íficos que tienen el mismo formato que los de Figura 3.6 El e11ableri111ie1110 tle colonias Í""· ,m/{I Estado imperia], 1500­1925.
112 11.\

l.1 fig. 3.4. Hay siete gráficos: cinco separados, para España, Portuuul, los Países tabaco al centro. Dr importancia Sl'Cllltdaria eran lns colonias del Nurtt·amúica,
Bajos, Francia y Gran Bretaña/Inglaterra; y dos combinados, para los Estados colo- que no se dedicaron al cultivo ele artículos básicos y lograron evitar convenirse en
nizadores de menor importancia de la primera época (Dinamarca, Suecia y 13rnn- una zona periférica. Naturalmente, allí es donde se iba a prndut:ir el primer alza-
denburgo/Prusia) y del «último momento» (!3élgica, Alemania, Italia, Jap<Ín y Es- miento importante ele la periferia. El otro escenario importante de este período lo
tados Unidos). En los gráficos se pueden ver las pautas individuales de la actividad constituían los puertos africanos, que formaban el último vértice dd J,1moso co-
colonial de los Estados, que conformaron el panorama global c¡ue hemos exami- mercio triangul.ir. Este comercio y la plusvalía que generaba cruu el soporte de 1:,
nado antes. compcr ición colonial de <:Sta época. Los dus i."1hi111c>s escenarios tt·nían mucha me-
En la fase A de la onda logística, antes de 1600, España y Portugal fundaron nos importancia y tenían que ver con el comercio de las Indias, sobre el qut· \'Va-
todas las colonias. Al empezar la fase B los Países Bajos, Francia, 11¡.¡:J;¡¡c~rn y los llerstcin duda de que formara parte de la economfu-mundo ames de 17'50.
Estados bálticos saltan a la palestra, a la vez q,~1e disminuye clr.isr iramenrc el nú-
mero de colonias que crean Portugal y España: ~J.gc;1fuació.n del.centro.de la eco-
nom ía-mundqse . había trasladado al norte, como. lo .dernuesrrn claramente la V)
30
nueva acti·~-icÍ;cl .cqlo_njal. A medida que la fase B avanza todos esos Estados prosi- 'e"' Transferencia
o
guen sus acriYid~des coloniales, pero en menor esenia, con la excepción de lntlatc- ou de soberanla
rra/Gran Bretaña, Estado para eI que apoderarse de colonias era tun importante o a, 20
1J Reorqanización
más-ciüe la creación de colonias. A-1Í1edida que entramos en los ciclos de Konclrn- eQ> del territorio
tie'rf, los Pa{séi/ Bijos <léf;-n¿Íefondar colonias casi por completo, de modo que a E 10
·:,
me~jad_.21.s!S!J..J.iglo.~lX codaslas col_o'.1}:'ls son creadas por Gran ~3~etaíi.i o por Fran- z Creación de
cíiC En la «era del imperialismo» clásica a estos dos «perros vrcjos» se suman los colonia
"ciñco últimos en llegar. o
La Fig. 3.6 nos permite distinguir cuatro períodos en las actividades rnlonialcs II Gran Caribe
de los Estados imperiales: . .
l. La primera época no competitiva se produce en la fase /\ d<: la onda lotístírn,
cuando los únicos Estados imperiales eran Portugal y Espaíia.
2. La primera época competitiva se produce en 1.'-.;fo~e. B de la onda logís1 ica
cuando ocho Estados se afanan por ampliar su Imperio.
3. La segunda época no competitiva de mediados del siglo XIX rnincid<: rnn el
auge y la consolidación de la hegemonía briuinicu. En este período sólo dos 111 Norleamérica
Estados están implicados en la !lxpansión imperial: Gran Brctuñu y Francia.
4. La segunda época competitiva es la «era del imperialis11:o» Y_ coincide con el
declive de la hegemonía británica. En este período hay siete Estados implica-
dos en la expansión imperialista. IV Puertos africanos
Cuando analicemos los escenarios periféricos milizarcmos esta división (en pe-
ríodos) de las actividades coloniales de los Estados del centro.
V Puertos indios

La periferia: los escenarios políticos VI Indias orientales

Se pueden distinguir quince escenarios distintos en la periferia en los que se rcali- ,,,.- -·
zaron actividades coloniales. El primero lo podemos denominar Iberoamér icaj' -1 )
~=
comprende las posesiones españolas y portuguesas adquiridas en la primera época\..__/
no competitiva. En las Figs. 3.7, 3.8 y 3.9 figuran el resto de los catorce escena- 1500 1550 1600 1650 1700 1750 1800 1825 1850 1875 1900 1925
rios que ocupan los otros tres períodos de actividades coloniales. Hnn sido asigna- A B A B A
A B
dos a los distintos períodos utilizando el criterio de <:11 qué época era mayor su
atractivo para los Estados imperiales. Pasaremos revista uno a uno a los períodos y Figura _\.7 E/ 01,1hlcci111il'11lo dr rnl,mir1J: t".((c'll,trio.1 de l., ¡11·i1110,1 t/w1.1 dt" rh·,tlid,,d.
a sus escenarios.
La zona principal ele la primera época competitiva era el Carilx: {Fig. 3.7). Al En la st'g1111d,1 Í'porn 110 cornpcru rvu hubo mucha nunos actividad colonial,
principio se debía a su posición geogr.ifica, que permitía saquear el Imperio espu- pero hubo cuatro escenarios activos a mediados del siglo XIX (Fig. f8). C:01110 no
iíol, pero después la importancia del Gran Caribe (desde Maryland hasta el noro- había competencia entre los Estados dd centro por estas H)~iones, Francia y <,ran
este de Brasil) residía en la agricultura ele plantación, que suministraba azúcar y Bretaña se las reparr icron. /\ pesar de no contar con l., Bula l'ªl'ªI que hahía dado
11 i Gmgril}i;, l'ulítiflt 115

legitimidad al reparrn hispano-portugués, Gran Bretaña y Francia lograron conti- : 30


nuar sus ac.:tividades coloniales resperundo sus ambiciones mutuas. Gran Bretaña
eo Transferencia
«udruirió» ~1ue las islas del Océano lndirn (incluida Madagascar) e Indochina eran oo de soberanía
4l 20
escenarios lrunccses, y Fr.rnciu dcjó que Gran Breruñu se quedara con la India y 'O Reorganización
Ausrrnlia. ~ del territorio
.§ 10
z Creación de
V>
30
e"'o
colonia
Transferencia o
oo de soberanía
4l 20 XV Interior de África
'O Reorganización
e
4l del territorio
E 10
.::,
z Creación de
colonia
o
VII Islas del Océano Indico ,..
XI El Mediterráneo
MW E @Q·'
VIII Australasia

= x__1v_1_s_1a_s_d_e_1_o_c_é_an_o_P_a_c1-·fi_c_º _.111P111P1111,... ... .__ __ _. ...... a____ ~

IX Interior de la India '.


XII Puertos chinos
twi
X Indochina
iiii __ XIII Arabia

~-----~-.,__,_
1500
A
1550 1600 __ 1650
~~-----'
B
1700 1750 1800
A
1825
B
1850
A
1875
B
1900
A
1925
~1_5_0_0~1-5_5_0__,_1_6L00~_1_65~º~~17~º~º~~1750 1800 1825 1850 1875 1900 1925
A B A B A B A
Fi¡;ura 3.9 F./ e.o,1hl,·.­i111i,·11/1J de colonias: etceuanos de /11 wg1111l/11 ipom de ri,,11/id,"/.
En el sig11it·111t· pl'ríodo Sl' hizo pedazos este ;Kut·rdo pacífic.:o debido a una serie
de «peleas». Las m.is conocidas se ccnrraron en África, aunque se produjeron recla- nado esre debate, la mayor parre de los arnilisis realizados han girado en corno a la
maciones parecidas -afirmando el derecho preferente de: alguna de: las poten- «era del imperialismo» del segundo ciclo, lo cual ha provocado una discusión in-
cias- en el Medircrr.ínco, las islas del Pacífico y en los puercos chinos (Fig. :1.9). necesaria en la que se oponían las causas económicas y las políticas. Foeken
Cuando el Imperio mom,1110 se derrumbó, después de la primera guerrn mundial, (} 982), después de revisar ambos argumentos en relación con la partición de
se produjo un último reparen: el de Arabia, cuya captura -aunque por poco Africa, pone de manifiesto que no es razonable desechar ninguno de los dos cipos
riempo- cornpleru el parr<Ín del conrrol formal de la periferia por parre del cen- de causas. fü preciso enjuiciar la situación desde el punto de visea de la economía
tro, tal y como se ilustraba en la Fig. :).1. polírica, conjugando aspectos complernenrarios de diversas teorías para obtener
una imagen m.is amplia (Foeken, 1982: 140). De este modo, el análisis del se-
gundo ciclo seguiría la misma línea de rnzonarnienro que el del primer ciclo, res-
I I. 3. {_,¡¡ eco1101111í1 del i111¡1erit1!iJ11111 [orma! pecto al que nunca se ha puesto en duda que la economía y la política se: mezcla-
ron en la era del mercantilismo.
Ya hemos dejado clara la configuración del imperialismo formal. En dos ciclos Como hemos visco, en el uruílisis de sistemas mundiales el imperialismo formal
principales, <1ue duran más tic cuarrocienros años, un puñado de Estados del cen- es un método polírico para crear nuevas zonas de producción económica en la eco-
tro se hizo con el control polírico en quince escenarios distintos qrn: abarcaban nomía-mundo. Desde la producción de lingotes de oro o placa de las colonias es-
casi coda la periferia. ¿ Por qué? Dado que ei paradigma Hobson-Lenin ha dorni- pañoles del siglo XVI hasta la producción de uranio en Namibia, que no accedió a
116 117

la independencia hasta 1990, el imperialismo formal ha constituido la forma prin- bía pasado ya a formar una parte intt·gral de la nueva divisióu dl'i trabajo 'que se
cipal de asegurar la integración de regiones exteriores en la división de trabajo de produjo e11 la fose B ele la unda logística. Si11 embarg«, corno l'ª li,r111aha parte de la
la economía-mundo. Utilizaremos como ejemplos de este proceso los dos irnpcrra- ccouomía-mundo. seguir utilizando aquella zona s,ílo para obuucr esclavos huhieru
lismos «clásicos» de las dos épocas competitivas del colo11ialis1110, que son respec- sido, en cierto modo, desaprovecharla. l'or eso, no hay duda de que, cuando e11
tivamente el Caribe y África. 1807 Gran Llretaíía abolió el comercio de esclavos, tras la cucst ióu moral se ocul-
taba un tgoísmo económico a largo plazo. En la na del imperialismo la famosa «pe-
lea pnr África» aceleró el proceso gradl,al de perik-rializaci,'111 que había experimcn-
Las islas azucareras del Caribe tado A frica occidental a lo largo dl'I siglo XIX (Fig. :'\.')): l'II <:I ulr imo cuarto del
siglo en Áfrirn se creaban colonias a razón de una al aiio, por lo que el cunrineruc Sl'
Cuando España colonizó América se desentendió de la mayoría de las islas de las integní complctumcntc l'll la economía-111u11do en c;ilidad dl' nueva peril~ria.
Indias occidentales. Algunas de las islas de mayor tamaíío Iucrou fortificadas, pero La estructura espacial de: este proceso efü muy simple)' Sl' compo11í,1 de tres zonas
se utilizaban exclusivamente para proteger el comercio que procedía del conri- principales (\Xfallerstcin, l 976b): aquellas cuyos productos iban destinados al mcr-
nenre. Como se puede apreciar en la f'ig. 3.7, el panorama cambió en la fose ll de rndo mundial, las que producían para mrrcudos locales )', por C1lti1110, a<Jllellas qur
la onda logística. Entre 1620 y 1670 los Países Bajos, Francia e lnglan:rr.'. crearon s,ílo «proclucfun» 111:111<> de ohm. 'li,das las rolonius 11·11Í;111 1111a o 111,is zo11;1s d!' la pri-
veinticinco colonias en el «Gran» Caribe. Además, Inglaterra se apodero de tres mera clase, )' los administradores coloniales se aseguraban dc crear 1111a nueva inlru-
colonias espuñolas, y los Países Bajos de eres colonias portuguesas. Después de esta estructura, con puertos y líneas ferroviarias, para focilitar el rrunsporu- de los pro-
«pelea», la zona comprendida entre el sudeste de Norteamérica y el nordeste de ductos al mercado mundial. Así se generó un ¡,arn·,11 espacial qu« los ,i..:1·,ígr:ili,s
Brasil se convirtió en la «América de las plantaciones», que producía tabaco y, so- ecouúmiros han denominado "islas de desarrollo .. , las cuales eran d!' tres tipos. ( 1)
bre toJo, azúcar. Estos dos cultivos constituían «sabores» nuevos para los consu- En África occidental la agricultura cumpcsina era la act ivid,«] productiva m.is co-
midores del centro, por lo que tenían un mercado boyante incluso en la época Je rricnte, la reQión de Asanre dedicada al cultivo de rnrno constituye un buen ejem-
estancamiento (Wallerstein, l 980a). plo. (2) En Alricn central lo que más abundaba eran las concesiones a compuñias
La producción de azúcar requería mucha mano de obra )' era perjudicial para el para la obtención de productos forestales o mineros, como las que se realizaron en el
medio ambiente. Al agotarse el sucio cultivable, la producción se había ido despla- Congo, cuyos receptores arrasaron la zona actuando de fomrn 11n1i• parl'cida a como
zando, a finales del siglo XVI, desde las islas cid Mcdircrr.inco hacia el oeste, a las lo harían unos saqueadores. O) En el este y el sur dt· África la pnxlucciúu uunhiéu se
islas del Atkintico y al nordeste de Brasil. Desde allí, los holandeses lo introdujeron basaba en la presencia de colonos blancos. En los tres casos la producción se ajustaba
en Barbados, los ingleses cn .Jamaica y los franceses ('11 S:11110 Domingo. A finales a u11 número reducido de productos para t·I consumo c11 los países del centro.
del siglo XVII ya era la actividad principal dl' las islas c1riheíías, s'.ihn-¡,:1sa11do en Alrededor de las «ish,s de clcsarrollo .. había una zona de producción ¡,ara el
importancia al contrabando. La demanda de 111:1110 de ohrn lut· ,s1q,l1da con 1r:1ha1a- mcrrudo lornl. Se trataba, Iund.unentulmenre , dc áreas de cultivo que producían
dores contratados, pero en l 700 los esclavos al iuanos se lial>1a11 rouvcrt ido l'II la ul imcntus para la 111a110 de obra de la primera zona.
principal fuente de mano de obra. El azúcar del Carihl', basado l'Hcl tralia10,de.es- El resto de África se convirr ió en una gran zona-)' lo sigue siendo- de agri-
clavos africanos, se convirtió en el principal producto del comenro del Arhint ico. cultura de subsistencia, que forma parte de la economía-mundo dado que exporta
La producción de azúcar generaba tal cantidad de bencft~ios que ;dfl111os Estados mano dl' obra a la primera zona (Fig .. '1.1 O). Uno de los principales procesos,
semiperiféricus se sumaron al negocio en el siglo XVII: Dinurnurcu, Suecia )' Bran- puesto en marcha por los administradores coloniulcs, [uc aplicar una política de
denburgo-Prusia se hicieron con islas azucareras. A veces se ha crefdo que las plan- impuestos que r11 muchos casos obligaba a los agricultores residentes fuera de las
taciones de azúcar fueron las precursoras del sistema fabril caractcrístirn <le la «Re- dos zonas de mercado a convertirse en trabajadores a sueldo, debido a que ahora
volución industrial» del centro, debido a que había una considerable organización necesitaban dinero para pagar los impuestos. En la anualidad continúan las mi-
en la producción que se basaba en una mano de obra barata. Es evidente que el pro- grariones lalioralcs: enormes masas de trabajadorl's van desde el Salid a la costa de
ceso de la incorporación del Caribe a la periferia provocó un aumento ei1 la l;roduc- Africa occidenral, y desde el centro de África al África austral. 'l odas las islas de
cióu total de la economía-mundo. Las personas interesadas en un estudio mas deta- desarrollo tienen su parrón particular en 'lo que se: rdit·rl' a li.ientcs de mano de
llado de la relación de la región caribeña con la economía-mundo capitalista a lo obra O'ig. 3.1 O). Este tipo de emigración internacional ofreu: al capital todas las
largo de toda su historia pueden consultar a Richard son ( 1992). ventajas de la mano de obra extranjera: es barata, tiene pocos derechos, el coste de
reproducción se halla en otra parte, y es facil deshacerse de ella en épocas de rece-
sión, L1 tercera zona, la zona que proporciona mano de obra, est.i justo e11 los már-
Las «islas <le desarrollo» <le África gcncs de la cconurnfu-munclo: es la periferia de la pcrilcri«. Es la zoua m.ls vulne-
rable de la cconomfn-mundo, y durante la fosl' ll del ciclo dl' Kondrat id( .. ~en
Al otro extremo del comercio de esclavos, los Estados europeos se apoderaron de que actualmente: nos hallamos- se ha rnrarterizado por la 111is!'ria )' el luunhn-.
«estaciones» exclusivamente en la costa occidental africana (Fig .. \.7), desde do11dl' Aunque 110 rousr ituya una sorprl'sa, part'lT mrur iru <[lll' rl',t..:i1111t·~ l'llllT,1, tic
exportaban los esclavos que les suministraban los Est_ados qu_r r11 esta zona. ~e dedi- 0frirn se hayan limitado a producir mano de ohra har,11a ,,.,r,, la l'C1>110111ía-nn111do.
caban a la trata. Al principio, éste era sólo un comcrcro de lujo ;"º11 una reg1011 exte- Este ha sido el modo de integraci<Ín de Ál'rica en la cruuomfa-mundo )', a 1wsar de
rior a la economía-mundo; pero, según Wallerstein, en l 700 Alrirn occidental ha- que el estatus kgal de ese tipo de trabajo ha cambiado, es d 111is1110 proct·s" íun-
I IH
119

del siglo XIX el Imperio británico era considerado no sólo el Estado más poderoso
del mundo, sino también el mayor Imperio que el mundo había conocido .. Y.na_
~-~_1':!!_r_.~.parrc ~le l~s rcrrirori~!~ y di; la población ~lc:I mu0t~o eran controlados for-
malmente: desde Lontfres (hg. 3.1 1 ). El Imperio alcanzo su extension maxima
&s'fities\le la primera guerra mundial. cuando se adueñó <le las antiguas colonias
alemanas y de los territorios otomanos en calidad de «mandaros» de la Sociedad
de Naciones. Pero sólo eran botines <le guerra de última hora, pues el Imperio ha-
bía alcanzado su uurénrico cénir al final del reinado de Victoria. Como «reina-ern-
perarriz» era el símbolo de Gran Bretaña «conquistando el siglo XIX», y se suele
considerar que su sepruagésimoquinro cumpleaños, que en 1897 llenó las calles de
Londres de pompa imperial, fue el hito que marcó el momento cumbre del impe-
rialismo británico (Morris, 1968). Dos años después, Gran Bretaña se veía en-
vuelca en la guerra de los bóer y la confianza británica en el derecho que les asisría
a gobernar una parce can extensa del mundo empezó un largo declive.

60

40
·•+"Entrada de mano de obra"
o 'Islas de desarrollo" principales
-+-- "Salida de mercancías"
-9-l!,
o
-~~:-'-~·-
Figura .\.10 Áji·i,;, a] .,11r dd s.,h,m,: '" estrnctara C(/i/llÍll!Ífrl

d.uncnrul ,¡ue relega a l.1 mayoría de Afrirn al úlrimo lugar del orden mundial.
Esta situación no ha cambiado, a pesar de l¡t independencia concedida a casi todo
i111/1<rial.

o 60
01
120
40

1·1 co111 i111·111c ,·11 la 1:poca pos11·ri11r a la s1·g11111la guerra mundial. l.a ,·migraci<Ín no
ha cesado, aunque ahora se produzca entre Estados independientes en lugar de en- Figura 3.11 i Ji/ /111/>erio brildnim e11 /897 y e,; 1933.
rre colonias. Puede que el imperialismo formal haya es cado en el origen de esca si-
tuación pero es evidente que no es necesario para que continúe: el imperialismo ha Aunque no hay nada que distinga al imperialismo británico de otros imperia-
mueren, ¡Viva el imperialismo! El otro imperialismo, el informal, es el tema de la lismos, en este aparcado lo urihznrnos como un estudio de caso del imperialismo
úlr ima parre de este cupirul»: pero, antes ele que desvelemos las complejidades de formal por su gran contribución a la creación del mundo actual. Abordaremos eres
esre «imperialismo oculro», es preciso examinar de qué forma encajan en un ejem- remas: la relación del Imperio con la hegemonía británica, los códigos geopolíti-
plo concreto de Imperio los an.ilisis que hemos realizado prcvinmenrc sobre los Es- cos que se crearon para el Imperio, y la ideología que incenrnba mantener unida a
rudos del cenero y los rcrrirorios de la periferia, y sobre la geografía y la ew1H1111ía roda l.1 estructura.
del imperialismo.

Hegemonía e Imperio
JI .4. ', Donde 111111c"a se ¡,onía el sol
La hegemonía supone una economía-mundo abierta; el Imperio supone excluir a ,f·i:.'
Aunque haya habido cinco Esrudos imperialistas de imporruucia en el sistema los rivales de parre de la economía-mundo. Como hemos visco la expansión impe-
mundial moderno, uno de ellos dcsruca sobre los derruis (Fig .. ,.6): hacia finales rial no se asocia con las estrategias de dominación hegemónicas. Pero, sin duda,
120 121

Gran Breraña no renunció a su Imperio cuando obtuvo la hegemonía y el hc:chu es virtió en una unidad política viable. Se consideraba qul' los buques a vapor y el
que: continuó nmpliñndolo, aunque a un ritmo más lento (Fig. 3.6). La lndi;t luc la servicio postal imperial l'nui· los clcmcutos materiales que a,i.:luti1wha11 rl Imperio,
gran excepción en la política exterior británica de mediados del siglo xTx.i)orque cuyas partes llegaron a quedar conectadas rnsi i11sra11t:í11eame111c en la cifrada <le
allí no disminuyeron las severas restricciones mercunt ilistus dd siglo XVIII. Como los noventa del siglo pasado gracias a un medio iécnico 111:ís l'Spcctacular incluso
Hobsbuwrn (1987: 148) ha observado, la India era que los anteriores: el telégrafo eléctrico. Gran l3rc:taiia había tendido miles de mi-
llas de cables submarinos a finales del siglo XIX, por lo que en 1897 el nu-nsujc del
la única parte del Imperio brit:ínico donde nunca se puso en pr:íctica el laisscz aniversario ele la reina Victoria tardó sólo unos st:gundos en llq;ar a todos los rin-
[aire .... Y el Imperio británico «formal» se amplió en la Iucliu incluso en mo- cones del Imperio por telégrafo. En aquel mundo nuevo parecía q11e Gran llretai"ia
mentos en que no se amplió en ninguna otra parte. Los motivos económicos que estaba creando una nueva clase de: Estado mundial. En vez del «anticuado" /,1i.1.H'Z-
impulsaban a adoptar esta actitud eran irresistibles. [aire. instituciones <le nueva creación como la l/ll/1erial l'cdm1ti,111 1,,..,s11c )' la Unil<'J
l.!/ll/1ire Trade LMg1te, apoyadas por_gi;_<í¿;_r:~!5>.scomo l\lar,.Jü.itle.f, estaban elaborando
La India importaba el 50 por ciento de las telas de algodón de Lmcashire y sumi- y fomentando planes para crear un EstaJ1i i,í'ij,ei{íi fr·dnado brit.ínico. Dado que
nistraba el 50 por ciento de las importaciones chinas en forma de: opio; con los aharrnría todas las zonas del mundo, la «cosecha imperial» sería continua, por lo
gastos del Estado y el interés de la deuda, el 40 por ciento dd dél1cit cxtcriur bri- que la nutosufiricncin rra 1111 ohjeriv« pr;ín in, Eirt ihlt· q111· 1a111hic'.11 podía lll'gar a
ninico se cubría con pagos procedentes de la India. ¡No es de cxrruñur que la lla- ser uccrsario si la rivalidad iutcrcsuuul auuu-utulur. l't1l'lk que l;ra11 llrt'l:t11a hu-
maran la « joya de la corona»! biera perdido la superioridad que le otorgaba la hi:gemonía; pc:ro, precisamente
-' Por tanto, a pesar de la posición hegemónica de que disfrutaba, Gran Bretaña por ese motivo, tenía la oportunidad de crear otra forma dt' muntcnrr 1·1 dumini»
era In principal potencia imperial del mundo anees de que el imperialismo se ge- del mundo. No obstante, para los políticos imperiales br iuiuirus había una
neralizara a finales del siglo XIX; lo que, <le hecho, marcó el inicio de la decadencia enorme nube negra en el horizonte del mundo nuevo: los problemas estratégicos
de su hegemonía. Como~.Q911 Ore1,úi.,t,sigui<Í siendo desde el punto de vista polí- que planteaba la derc:nsa de: un Estado mundial fragmentado eran enormes. Esta
tico el Estado con más poder del mundo, también fue el Esta~!<,¿ que más se benefi- era la principal preocupación de Mackinder, como hernus visto. Era imprescindi-
ció del «nuevo imperialismo» creando el gigantesco Imperio que tan lujosamente ble que los ciídigos geopolíticos imperiales dii:nin scnriclo a este problrma.:__~J
festejaron en 1897.
Pero, ¿qué era esta creación imperial? Los grandes imperios del pasado habían
sido por lo general imperios terrestres compactos, 110 territorios inconexos rep~ir.ri- Los códigos geopolíticos imperiales
dos por todoel mundo. Realmente nunca hubo Llll pTiiñiili1,érii·trgc11eral ~juc hi-
Je
c1efü'uñ"clisefiéi conjunro de las tierras que acabaron pintadas de rosa en el ma- La creación casual de un Imperio por parte de Gran Bretaña requiri1í roda una se-
pamundi. Ese es el motivo por el que la gente decía, e11 hnuua , que se había rie de rrídigos gl'opolíticos locales. En todos los escenarios imperiales los funciona-
adquirido el Imperio «en un ataque de locura» (Morris, 1968: .'J7). Pero, natural- rios brininicos locales (civiles y militares) tenían que competir con otros Esrados
mente, había muchas más razonesLX1111que uo hubiera una coordinación ccuuul , europeos y lll'gar a acuerdos con las poblaciones locales. Tras derrotar o acordar
el Imperio se fue creando a lo largo <le cuatrocientos años en tomo a una serie de convenios con los primeros, era preciso hacer planes de control para los últimos, lo
conflictos de mayor o menor importancia con otras potencias europeas y cci11 los que suponía buscar colaboradores. La estrategia fundamental de los británicos era
pueblos que habitaban aquellas zonas. Su fragmentación se debía a que reflejaba, «divide y vencerás». Fue en esta época cuand;, los gobernadores británicos de todo
en la misma medida, lo que sucedía en la periferia y lo que sucedía en el n·11tr1í'.1 el mundo reconocieron «oficialmente» a los diversos grupos culturales para que se
,.,,- Los problemas que conllevaba la fragmentación geo,i;ráfica fueron exacerhatlos enfrentaran los unos contra los otros. La design:a:i<ín oficial en documentos de la
por el carácter ad boc de la administración del Imperio. El Colonia! Offire adminis- Administración como el censo, por ejemplo, hizo que estos grupos se esrrarifica-
traba directamente las colonias de la Corona. Otras colonias se autogobernaban ran políticamente y compitieran por los favores del Imperio. El Imperio brit.inicu
(los territorios donde habitaban colonos blancos). Gran parte del Imperio consistía fue literalmente el gran creador de: «pueblos» en todo el mundo. El legado de esta
en protectorados, que técnicamente seguían siendo países extranjeros controlados política sigue estando presente actualmente en las rivalidades políticas de: los hin-
por el Foreíg11 Oflíce, el cual también dirigía el Gobierno egipcio, aunque dicho dúes, musulmanes y sikhs en la India; de los tamiles y los ci11¡;aleses en Sri Lanka;
país nunca fuera oficialmente británico. La India volvía a ser la excepción, puesto de los griegos y los turcos en Chipre; de indios)' nativos de Fiji en Fiji; de judíos
gue tenía su propio departamento de Estado (el lndia Oflhe). Es normal que Mo- y palestinos en Israel/Palestina; de chinos y malayos en Malasia: udcm.is <le numc-
rris (l 968: 212) haya llegado a la conclusión de que: « Todo eran retales. No había rosas rivalidades étnicas en las antiguas colonias brininirus de A frica.
un sistema». Es posible que: el lema «divide y vencerás» rout rihuyrnt a mantener las riendas
En opinión de los políticos imperialistas de Londres se podía superar la frag- de determinadas colonias o protectorados, pero no aponaba nada a la estratl'gia
mentación geográfica gracias a las nuevas tecnologías que ali:ctahan a los viajes y global necesaria para delcndcr la totalidad dl'I lmperi«, Al posrrr un Imperio mn-
comunicaciones. Los ge6grafos de la época hacían hinGtpié en que la distancia ya rítimo, los brit:ínicos basaban en su armada su tstrat<·,i.:ia. Por ello, en d siglo XIX
110 era un obsniculo y descubrieron el concepto de «distancia en tiempo" (til11c­tliJ­ la pollricu del Gobicruo se regía por la norma del dos a uno, según la cual el nú-
tance} que sustituyó al de la distancia meramente física (Rohcrtson, 1900). En los mero de navíos <le la Ruya! N,1t')' tenía que duplicar siempre la suma de la Ilota <ll'
análisis nuevos, el mul'l_~l!'-~E:i.r:ada vez más pequeño y el extenso l~1perio se con- sus dos rivales nuis importantes. Adcm:ís, la 1?11y<1/ Ndr')' era la única armada que
12.\

reulmcnre se: exrendía por rudo t·I mundo a hase de poseer estaciones carboneras en Al crearse nuevas zonas de producción para el mercado mundial h'.1bo trn~l:u~os
islas y puerros clave si ruados a intervalos de: tres mil millas, o menos. en rodas las masivos de personas '!lit consciruian la nueva ~le mano de o_brn. Chrn,.1s e indios
rut as mar ir imas prinrip,1lt-s. crun rransporrados, paril las plantuciones tr<!p1calcs.' a tra~cs de medio mu.ndo,
l.a r)lla <Jlll' 11,·vaha a la lndi,t era la «calll' mayor» del lmperio. Al principio bor- desde Fiji a Trinidad. En las parces del Imperio de clima mas te~1phiJo la. en~1gra-
deaba Africa vía El Cabo; pero, después de la apertura del Canal dl' Suez en 1871, la ción europea const iruía ocro cipo Je mano de obra que se organizaba en ~rnd1cacos
nueva ruca hacia la India se convirtió en el centro de la estrategia imperiul brir.inicn, y cuyo salario eru relarivamenre airo. Estos «problemas laborales» podían «solu-
de modo que el Medirernineo y el Mar Rojo adquirieron una gran importancia para cionarse» utilizando mano <le obra Je color conrrarada, en lugar de mano Je ~brn
los intereses británicos. Por este motivo, se extendió la idea de que el Canal era la blanca cara. En las colonias que se aucogobernaban la m~no de obra b~an~a tenia el
«yugular» del Imperio, por lo que era preciso expulsar a Francia de Egipro y hacerse poder suficiente para que aquello no ocurriera '. Per.o,. ~r codos los súbditos de la
con el control del Gobierno de ese país. Pero nuis imporrunre incluso que la rivali- reina eran iguales ante la ley, ¿cómo es que se 1mp1d1~ I~ e~rrada a esa mano de
dad con Francia en el Mediterráneo era la umenaza rusa al noroeste ele la India. obra barata en Australia, Canadá, Nueva Zelanda y Sudafnca. .
A la vez que Gran Bretaña ampliaba sus dominios en la India, Rusia había am- A. este problema político se enfrentaban los pri~,eros min~srros ~e las colo~1as
pliado su Imperio terrestre en Asia central, lo que provocó un inevitable choque que se aurogobernahan. Con motivo de la ~elebraclO.n del .anrversano Je la rema,
de intereses curre las dos potencias. La consecuencia fue el «gran juego» del siglo es ros poi ícicos se reunieron en Londres bajo la pr~s,1dencia de Joseph Charnber-
XIX, que consistía en l., existencia de inrrigas y amenazas entre Rusia y Gran Bre- lain el secretario del Colonia! O/fice, que les aconsejo que adoptaran lo que se ha-
taña en una :wna que se extendía desde Turquía hasta Afganisc:ín y la frontera no- bía Ílegado a conocer con el nombre de la «fórmula Natal» (Hurrenback, 1976:
roeste de la India, pasando por Irán. Esca «guerra fría» victoriana, como Iidwardcs 141 ). En virtud de esca norma se utilizaba una prueba de conoc1~1e?cos de una
( 1975) la llamó, raramente esralló en «guerra caliente»; pero era un problema que lengua europea .para evitar la entrada en una colonia: codos los 1~m1gra?te~ ~e-
debía rener en cuenta el código geopolítico imperial global de Gran Bretaña. Las nían que superar fa misma prueba, con lo que se preservaba.el pr.1mer pr.rnc1.r1?,
pautas de este «gran juego .. fueron transmutadas en una escala mayor por Mue- de igualdad, a la vez que se ponía en práctica el segundo P.rrn~rp10, de discrirni-
kinder hasta convertirlo en la teoría del corazón conrincnrul, lJUl' al final heredó nación racial. I-Iurrenback ( 1976: 194) lo resume de la srguienre manera: «La
Esrados Unidos en forma de cunrenciún en la «verdadera» guerra fría. "formula Natal" era sencillamente una forma <le impedir la entrada en una colo-
nia de inmigrantes no deseados utilizando un mec.tn!smo le_gislativo apa~ence-
mente inocuo». En suma, suponía una capa de decencia para oculr~r el. ~ac1smo.
La ideología imperialista Un año después, las colonias australianas empezaron a aplicar la legislación nece-
saria para llevar a cabo una polírica de «Australia blanca» a la vez que se manre-
Por último, hay que clcsracar ,¡11c la supuesra unidad del Imperio hrir.ínirn no re- nían los «principios del Imperio». . ., ,
nía una base cxclusivumcnre material, como las estaciones carboneras y las oficinas La pretensión imperialista de que su rnorrvacron era de caracce~ m?ral -la
de telégrafos. El imperialismo no era un término peyorativo a finales del siglo «misión civilizadora» europea- y la reputación británica de jugar limpio fueron
XIX; al contrario, era una ideología oficial y popular. Aunque es posible que este- puesras en rela de juicio y desenmascaradas, con razó?, en el siglo XX .. Fue funda-
mos de acuerdo con Morris ( 1968: 99) en que «un objetivo imperial cm la hase de mcnrnlmenre Gandhi en la India, quien puso de manifiesto las conrrad1ccr.ones ~el
rndos los d,·m,ís: los lw11<"1icios» y c¡ue siempr« Sl' rraraha de «hl'neficios para unos Imperio y ganó la batalla para el antiimperi~lismo en e! ~erreno r1;oral. ~I rmpena-
cuantos», muchos podían comparrir la gloria de pertenecer a un Imperio. Todos lismo pasó de moda y fue condenado. La libert~d poi.me! .rndav1a cenia que con-
los brininicos, rnnro los de clase alrn como los de clase baja, podían esrur orgullo- quisrarse --en muchas colonias medianre la resm~ncm f1s1ca-; pero, tras 1945,
sos dl' p,·rr,·11,-n·r a 1111 país <Jlll' posl'Ía el mayor l111pt·rio de todos los t icmpos; eran ninguna potencia europea, ni siquiera Gran Bretaña, pudo ,detener la ~area cre-
1111 «pueblo imperial» con la «misión de civilizar» al mundo. En este punro pode- ciente de independencia. En el mundo nuevo <le la hegemonía norc~ame~r~a~a Y de
mos encontrar la conrrudicción clcfiniriva del imperialismo formal, <JUl' iba a seña- la guerm fría no había lugar para algo can anacrónico como el Imperio briránico.
lar su final un par de generaciones después de su apogeo.
Ante todo, la ideología impl'ri:d hrir.inic» rnntenía dos principios inrornpur i-
bles, Primero, estaba la «l1losoffa imperial de la igualdad» (llurrenhurk, 1976:
2 J ), también conocida como el «elevado concepto victoriano e.leí juego limpio» fil. EL IMPERIALISMO INFORMAL: DOMINACIÓN SIN IMPERIO
(Morris, 1 \){18: 516), por l.1 que, en reoría, rodos los pueblos dc las colonias eran
súlxliros de la reina y por runto estaban amparados por la justicia de la reina sin En su obra La geogmfí,.·1 del Imperio Keirh 13uchanan (197~) no trnca el tema. d.e los
imporrar su credo o su color: «el imperio de la ley era el únic« factor unificador imperialismos formales del pasado, sino que erara exclus_rvamente del dom_1~10 de
couvincenre en los asuntos imperiales" (Morris, 1968: 195). Pero, junro con este Estados Unidos en la economía-mundo de nuestros d1as. Con la expres1.on '.'.'ª
principio, había otm principio de superioridad racial: el «proyecto visionario .. de nueva fotm:1 del imperialismo» señala que, aunque el proceso de descolon1zac1on
Ccci] Rhodes de la «supremacía mundial de los pueblos anglosajones" (Bowle, hay:i supue~ro que las colonias se han independiz,~do for~1alme.nte de un Es.cado,
197-l: .159). Estos principios chocab:m m:ís claramenre cuando la mano de o lira de no ha supuesw que se hayan independizado del s1sre?1.ª.1mpe~rnl en su con1.unco
color inmigrnnce entraba en conracro con la mano de obrn blanca en las colonias . (Buchanan, 1972: 5 7). Desde el pu neo de visea del analts1s de. sistemas munt.liales,
de asentamiento. lo que ocurre es que los países del cenero cambian de escracegm pasando del rmpe-

f.
12·1

rialismo formal al informal, lo cual no es un Íenómenu nuevo. En nuestro modelo En esta cuuccpciúu ortodoxa hay dos paradojas que t·st.í11 relacionadas entre sí.
de hegemonías y rivalidades los períodos de hegemonía se asociaban con el impe- La primera es que en la pr,íctica la idea 110 fuucionn. En los tres casos que hemos
rialismo informal, por lo que es de esperar que cada vez que surge una nueva po- calificado de imperialismo informal los Estados ¡wrif{,ricos no se lwm·ficiaron al
tencia hegemónica se produzca un período de imperialismo informal parecido al abrir sus ec11110111ías nacionales: Europa oricuuil sigue rezagada respecto a Europa
que describe Buchanan en el caso de la hegemonía norteamericana. Y, de hecho, occidcntul , Lat inoamériru sigue siendo u11 conjunto dl' listudos ¡wrilú·icos o semi-
eso es exactamente lo que vemos que ocurre: sólo ha habido tres potencias hege- periféricos, y Aírica y Asia forman parte de la periferia dd «Sur» e11 doud« la po-
mónicas en la historia de la economía-mundo y cada una de ellas se asocia con uno breza de: la mayoría i:st:í aumentando en la época de recesi,ín e11 la qul' nos <:11u,11-
de los tres ejemplos clásicos <le imperialismo informal. En primer lugar, a media- t ramos. Como veremos, los Estados q11l' han «salido adela111e» han utilizado
dos del siglo XVII la hegemonía holandesa se basaba, en gran parte, en el comercio políticas de muy diverso orden, lo cual nos lleva a la Sl',1.!Ulllla paradoja d<:I libn-
con el Báltico, de modo que Europa oriental seguía siendo independiente política- comercio: la rnuyorfu Je los políticos de la mayoría de los países la mayoría de las
mente a la vez que era reducida a la periferia; es decir, los comerciantes holandeses veces se han dado cuenta de que no Iuncionn. Aunque 110 siempre hayan dispuesto
dominaban el comercio pero no había ningún tipo de control polfrico de dicha el.e argumentos teóricos que respaldaran su t'Co110111ía poco ortodoxa, la mayoría dl'
área por parte de Holanda. En segundo lugar, a mediados del siglo XIX Gran Brc- los políticos huu descubierto q11(' sirven lll<'jm a los iurercses d(' los ¡:rupos 'Jll<" re-
taña hizo uso del «imperialismo del libre comercio» cuando Latinoamérica llcg<Í a ¡,1Tst·111an si l'jnn·n al,t.:1in tipo dl' i11fl11<·11t ia ¡,olí1 ic1 vn d n111u·n-io 1·11 vo ,11" d<--
ser conocida con el nombre del «imperio informal» de Gran Bn:taiia. Por último, jar que la 111.um oculta» del mercado sen la que se ocupe de todo. Supongo que se:
0

a mediados del siglo XX se ha asociado a la hegemonía norteamericana con la des- podría preguntar "(quién tiene razón: los «teóricos de la economía» o los «políti-
colonización, que fue sustituida por el neocolonialismo: la independencia política cos de hccho»?» La respuesta es t¡lll' los dos ... a veces: rodo depende de: en qué
de fa periferiacontrarrestada porla dependencia económica. parte de la cconornfu-mundo esté ubicado el país en cuestión. En la 'fobia :',. I st·
El imperialismo informal constituye una estrategia mucho más sutil que el relacionan disr inras políticas comerciales con distintas zonas dl' la cconunun-
imperialismo formal. Por este motivo se presta mucho menos a una catalogación mundo a lo largo dl' los tres ciclos hcgemóuicos de los que hablamos en el capí-
descriptiva como la que hemos utilizado en el apartado anterior. 13uchanan tulo 2. A cnnt inuación trazamos las líneas generales de estas políticas en cada una
(l 972) incluye en su obra muchos mapas interesantes sobre cuestiones corno el de las zonas.
apoyo de Estados Unidos a la policía y los ejércitos indígenas para que manten-
gan controlados a sus compatriotas -íenómeno que denomina «vier narniza-
ción»-, pero es incapaz de captar el mecanismo Iuudamcntnl del imperialismo .El libre comercio)' el Estado hcgemúnico
formal utilizando ese enfoque empírico. Vamos a exponer nuestro argumento en
<los etapas. Para empezar, demostraremos que el imperialismo informal no deja La defensa que hace la economía ortodoxa del libre comerrio puede explrrursc
de ser «político» a pesar <le la importancia que concede a los procesos «económi- como un reflejo de las ventajas estructurales qul' tienen las potencias del centro en
cos», lo que supone considerar las políticas comerciales no corno si formaran la economía-mundo, sobre todo las potencias hcgernónirns. Sería de esperar que
parte <le la teoría económica sino como si fueran políticas de Estado distintas en esas ideas se rcmourarun a épocas anteriores a la de Ada111 Smirh, al menos hasta el
diferentes sectores <le la economía-mundo. Pero la intervención política en el primer período hegemcínico holandés. Por eso no es ninguna sorpresa que el pri-
mercado mundial no puede alterar los determinantes estructurales de la econo- mer gran Estado comercial del sistema mundial moderno se preocupara por la li-
mía-mundo, por lo que en la última parte del capítulo nos ocupamos del meca- bertad de los mares, tal y romo se expresa en la ohra -que: se couvirt ió en un ale-
nismo fundamental de intercambio <lesigual que origina y hace que se mantenga gato cl:ísico dentro del derecho internacional- del holandés Grotius ¡)!,,re
el desarrollo desigual en el mundo Liher11111, escrita en 1609, que justiíirnba las exigencias holandesas de navegar por
dondC'<¡lliera que hubiera poxihilicludcsdc comcrciur,
Al ser los productores 111,ís eficaces. los Estados hege111<ínirns del centro lonu-n-
111.1. L:t1 relaciones internacionales del i111¡,eriali.r1110 informal tan la «libertad económica», sabiendo que sus productores pueden derrotar a otros
productores en una competencia abierta: el mercado fovorece a los productores di-
La corriente principal del pensamiento económico se remonta a la obra/,,¡ riqueza caces, los cuales se runcenrrun, por drlinici,ín, vn rl Es1ado hl'gl'1rnínico. En este
de la.r naciones escrita en 1776 por Adam Smith. En esta obra se criticaba la polí- contexto, a la naciente potencia hegemónica le interesa presentar el libre comercio
tica del mercantilismo, que se practicaba en aquella época, y se abogaba por el como algo «narurulv y el control político como una «imnrl'rl'ncia». Desde Grn-
Iuissez [aire. Desde la obra de Smith el libre comercio ha sido un principio funda- t ius, pasando por Ada111 Smirh, hasta la economía rnodnna si.· ha presentado l.1 li-
mental de la economía ortodoxa. A principios del siglo XIX Ricardo añadió a la te- bertad económica como una reorfa univcrsnluu-nu- v.ilid«, vumnscar.un]o el l'go-
oría la idea de que existía la ventaja comparativa. Esta idea afirrnubu que, si cacla ísmo de los 111,ís ricos ('láihla .">.'I ). Pero, evidentemente, l'I comercio libre: el
Estado se especializaba en lo que podía producir mejor r más f.ícilmeme. el libre mercado mundial o cualquier otra institución construida sucinlmcute, no tiene
comercio crearía un equilibrio comercial internacional que beneficinrfa a todos. nada de natural. «Toda organizacicín es parcial" es el argumento de Schattscluu-i-
Por tanto. el libre comercio sería la mejor política que podían aplicar todos los Es- dl'r ( 1960), como vimos en el capítulo 1, y la t-conomía ortodoxa es 1111 caso rl,ísico
tados. y las injerencias políticas en la circulación· <le los productos dentro o fuera de intento de eliminar los intereses no hl·gemlÍnico~ dr la agrnda política. No obs-
de un país no interesaban ni al ¡,aís ni al conjunto dd sistema. t nnt e, la prl'~unra que nos hacemos respecto dl' cualquier inxr irurión es «;cúmo se
12(,
127
r· .
1,thla .\.1 i /.,1.1 ¡1¡¡/fli,,1.1 m111rrá.il,·.r ,, /¡¡ /,11;~0 d,· [os tres .­ido.r ln•¡:,,·111ú11ia11,J dt: Adam Smirh (Frunk , 1978: 98), pero se dio cuenca dr: que el libre comercio no
era una política que beneficiara a las incipientes industrias de su país, Alemania.
Centro: Semiperiícria: Periferia:
C:ido • ÚI estaba a favor de la unión aduanera -la famosa Zoilterein­s­ que impusiera un
teoría -universul» csrratcgiapolítica dilema>' conflicto urunccl a la entrada de mercancías en los Estados alemanes liderados por Prusia.
l lolandés El 11111re lib.­r11111 lnghuerr«:
Lisr racionalizó su postura poco ortodoxa con el argumento de que hay eres etapas
Europa Orienral:
dl' Grocio. el mercanrilismn rerrureuienres frente
de desarrollo, cada una de las cuales requiere la aplicación de políticas distintas.
de Mun, a burgueses. Para los países menos desarrollados el libre comercio era una medida sensata para
Francia: fomencar la agriculrura. Sin embargo, en cierro momento, esa política debe dar
el rnlhcrrismo. paso al proteccionismo para fomentar la industria. Por último, cuando el protec-
1 cionismo haya logrado que el país progrese hasta alcanzar «la riqueza y el poder»,
llrit:ínico El l,úmz­f,úr, Alemania: América Larina: el libre comercio es imprescindible para mantener la supremacía (Isaacs, 1948).
de Smirh. el prorcccionismo el «purrido eur(>peo» Desde el punto de vista de los sistemas mundiales, las políticas que se proponen
L1 vcnruja de Lisr, frente al «partido en la teoría de Lisr pueden rrnducirse como las políticas adecuadas para los países
comparativa EE UU: umcricauo».
de Ricardo. de la periferia, de la semi periferia y del centro, respectivamente. Dado que la Ale-
la polírirn
arancelaria mania de su época era semiperiférica, él abogaba por el proteccionismo. De hecho
republicana. se puede decir que el proteccionismo o, de un modo más general, el mercanti-
lismo es la estrategia propia ele la semi periferia. Los dos principales abanderados
Norreamericauo Ortodoxia de la libre IJRSS: Áfrirn y Asia: del libre comercio (Gran Bretaña y Estados Unidos) estaban claramente a favor de
empresa de la el «socialismo «capirulisrno» frente polícicas mercunt ilisras anees de que comenzara su período hegemónico: Inglaterra
cconom ía moderna. en un sólo p;-1Ísu ;\ «socialismo». contra J Jolanda, Estados Unidos contra Gran Bretaña (Tabla 3.1). De hecho, la
de Scalin. primera octavilla clásica en defensa del mercantilismo que data Je 1623 fue obra
Japón: de un inglés, Tlwmas Mun, partidario de adoptar medidas mercantilistas que pro-
el «proreccionismn
tegieran a Inglaterra de la superioridad de la economía holandesa (Wilson, 1958).
encuhierro».
Del mismo modo, el famoso /11/orme sobre /,1 111a1m/ar111ra del secretario de Estado
norteamericano Alexander Harnilton, de 1791, sigue siendo un alegato clásico so-
bre la necesidad de llevar a cabo una estrategia serniperiférica como la que hemos
organiza la parcialidad en esru insritución?» (13acharnch y Bururz, 1962: 952). En definido (Frank, 1978: 98-9); aunque esca política no fuese aplicada de un modo
el caso del mercado mundial esni claro que hay una parcialidad a favor de los Esta- firme hasra que el Partido Republicano, que estaba a favor de los aranceles, llegó a
dos del cenero y, en especial, a favor de los hegemónicos. La hisroria encera de la la presidencia en 1861 con Abraham Lincoln. Más recientemente la autarquía de
economía-mundo es prueba de ello. El propósito de la política inreresraral es o la URSS -«el socialismo en un solo país»- y el consiguiente control del comer-
bien mantener este sesgo o bien inrenrar modificarlo. En el primer caso, la esrrare- cio pueden explicarse mejor como una estrategia de desarrollo ancicenrro, como
¡.:ia política ucilizadu es la del libre comercio, la cual se asocia con el imperialismo señalábamos en el capítulo 2. Y, natural menee, el «proteccionismo encubierto» de
inlormal , y que no es ni nuís «política» ni menos que ti proteccionismo, el mer- Japón en la época posterior a la segunda guerra mundial continúa siendo hoy una
canrilismo o el imperialismo formal, todos los cuales son csrrurcg ias que inrcnrun rncsrión c¡ue es objeto de controversia con Estados Unidos.
cambiar t·I J/t1!11 q1111. La dili.·rc-1Kia es lJllC el primero l'S 1111 ejemplo de eludir la
adopri1ín de decisiones políticas, y los últimos implican la adoprilÍn de decisiones
políticas desde el punw de visea de Barhrach y Bararz ( 1962). Es evidente que la El dilema de la periferia
política es mucho rn.is sencilla cuando el sistema está de tu parre.
Fricdr ich List defendía el libre comercio como la polírica arancelaria adecuada
para l:1 perili:ria, pero el hecho es que los países periféricos han discutido y conri-
El proreccionismo y la scmipcrifcria núan discutiendo sobre cuál es la mejor política a seguir. Gunder Frank ha des-
crico esrc debate en Latinoamérica, ,1 mediados del siglo XIX, como una disputa
Los políticos prácticos que por lo general no han logrado adherirse a las recetas or- entre el bando «americano» y el bando «europeo». El primero quería proteger la
rodoxas con respecto al comercio también han tenido sus economistas preferidos, producción local y representaba a los industriales locales. El segundo estaba inte-
narurulmcnre. El más famoso es el economista ulenuín de mediados del siglo XIX, grado por liberales que eran partidarios del libre comercio, a los que apoyaban los
Friedr ich Lisr. El enfoque de los sistemas mundiales tiene muchos nuís puntos en rerrurenienres que querían exportar sus productos al cenero y recibir a cambio pro-
común con su rcoría que con la de Adam Smich. Según Lisr no existía una política ductos industriales mejores y rmis baratos que los que se producían en sus locali-
comercinl que fuera mejor «por naturaleza», sino que los aranceles eran una cues- dades. A grandes rasgos el «bando europeo» ganó la batalla política, por lo que
tión de «la época, el lugar y el grado de desarrollo» (Isaacs, 1948: 307). Lisr llegó triunfó el libre comercio. A eso se refiere Frank cuando dice que el capital local,
a rr:conocer.que, si él hubiese sido inglés, no hubiera puesto en duda los principios en connivencia con el capirnl metropolicaoo, produjo el subdesarrollo de sus pro-
128

píos países. Esa es la relación de colaboración del imperialismo informal, personi- unos cuantos renacuajos sobrevivan y st· runvicrtuu en ranas adultas, la mayoría
ficada por los liberales latinoamericanos del siglo pasado. En cambio, en Estados morir.in, no por sus limitaciones individuales sino porque son parte de un sistcm«
Unidos ganó el «bando americano» (principalmente los republicanos proarancclu- ecológico qui.' pone límites al número total di.' runas. Del mismo modo, aunque
rios) por lo que el país no se subdesarrolló. todos los pulses adopten políticas «pl'rl<--ctas" para progn:sar cronómicamcun-, 110
El tipo de opciones políticas que señala Frank en la Latinoamérica de huce _un todos ascender.in a la categoría de país,\ dl'I centro. Para qur haya centro es pre-
siglo se encuentran también en los otros dos casos cliisicos del imperialismo infor- ciso qul' haya per iler ia y si no existen las dos no habría economía-mull{lo. En este
mal (Tabla 3.1), aunque evidentemente la terminología que utiliza ha d~jado de estado de cosas es m.ís liícil mantenerse: en la categoría del centro que usccnder de
ser adecuada: rebautizaremos las poswras con el nombre de estrategia periférica (el tatl'~<JrÍa.
bando europeo) y estrategia semi periférica (el band1'. americano). 1 lernos sdi,'.lado Pero, ;ni:íl es el mecanismo que nuuuicu« la csrruci ura <Tlllr<>-perili:riaJ 1:1
antcriorrnenre que en Europa oriental la Contrurrcforma representa el triunfo de proceso h;; variado a lo largo dl' la historia de la ccunuuuu-uunulo: ahora vamos a
los intereses de los terratenientes católicos sobre los intereses de la burguesía local; centramos en el período del capitalismo industrial. Nuestro arguml'nto Sl' basa en
o lo que es lo mismo, en nuestra terminología, los intereses de los terratenientes una inrerprcuu ión libre del concepto de inr ercumhio dl'sigual de Ernrn.uuu-l
de Europa oriental adoptaron una estrategia periférica y abrieron su economía a ( 197 2), e11 la cual vamos a hacer hinrnpi{, ,·11 el ¡,rnn·s,1 poi Íl irn. El t rnbajo de lun-
Holanda. 111a11ucl U>IISI it U)'l' llll inu-nu. dl' l'Xpl irur las cuuru n:s dt"sigualdadl'S '[lll' l'XÍSll'll
El patrón actual del imperialismo informal ofrece b.isicurnen«: las mismas op- actualmente en la economía-mundo. Aurcs de mediados del siglo XIX 110 había
ciones a los líderes políticos de la periferia. En cualquier país, la estrategia tiue se una gran diíncncia, entre los distintos sectores dl' la 1·conomía-n11111<lo. rl'sp1·n11 a
adopte variará dependiendo del equilibrio interno de las fuerzas políticas y de su los salarios dt· los productores direC111.,, 111i1:1Hras que aC111alrn,·111e la difrrc11,ia es
relación con los intereses del centro. Sin embargo, este hecho es ocultado en cunsidt-rable (Fig. ',. l 2). ¿A qué se dd,e que se haya agrandado el abismo que se-
cierto modo por la misma fachada ideológica que actuaba a modo de señuelo en para al centro de la periferia? La respuesta a esta pregunta nos indica cu.íl es el
la geopolítica de la guerra fría, que hemos descrito en el ~apículo ·2. E_n Áfric~, mecanismo básico del imperialismo informal.
por ejemplo, Young ( 1982) distingue entre Estados considerando la idcologfu
que se atribuyen sus gobiernos, siendo los dos tipos más corrientes el «socialismo
populista» y el «capitalismo africano». En nuestro marco teórico equivalen a es- El auge del socialimperiulismo
trategias propias de la semiperiferia y la periferia, respectivamente. Ghana es un
buenejemplo de país en donde se han utilizado las dos opciones. La política de El argumento de Ernmunuel parte del conn·pto de mercado laboral. La aparici,ín
desarrollo de Nkrumah, que empleaba los ingresos de las exportaciones de cacao de la ccunnmfa-mund« tuvo, al principio, como cousccucnria una ulilwración,, dr
en la creación de un sector urbano-industrial, es un enfoque típicamente semi pe- la mano de obra en los países del centro. por la que los horuhrcs y las mujeres po-
riférico, que sólo hacia el final del régimen se convirriú en «socialista» oficial- dían trabajar para quien quisieran. Pero csru lillt'nad no servía de mucho cuando
mente. En cambio, Busia, el gran rival de Nkrumah, lidení un Gobierno que no había suficiente trabajo o cuando los patronos cst ahlcoinu la cuantía di.' los sala-
adoptó una política comercial liberal que favorecía los intereses de los rcrrarc- rios. En realidad, los trabajadores «libres» no estaban en mejores condiciones qul'
nienres exportadores de cacao; es decir, adoptó lo que podríamos llamar una _110lí- sus predecesores de la Europa feudal, y la insesuridad que padecían podría signili-
tica periférica. El derrocamiento de Nkrumah no fue una derrota del socialismo, car que su situación había empeorado. El mercado laboral, al principio, funcio-
ni el derrocamiento de Busia una derrota del capitalismo; desde el punto de vista naba sobre la base de relaciones entre individuos, ¡ior lo que la parte qut' tt'nÍa rn.is
del análisis de sistemas mundiales, en el caso de Ghana tanto la estrategia semi- poder en los acuerdos -el patrono- podía imponer los sularios m.is bajos a los
periférica como la estrategia periférica fracasaron política y t·cotHímica,mente. El trabajadores. En l'Sla situuciún prnlik-raban los salarios de subsistencia y, 1·11 gl'nt'-
éxito en la economía-mundo no depende exr lus iv.uueutc de los poltttcos, por ral, el nivel de los salarios era reflejo del precio del pan qul' runst in1ía la mitad dt'I
muy carismáticos que sean. gasto de una casa. El objetivo de los salarios era que los trabajadores se rnanruvie-
ran y rcprodujerun, y nada más. En la economía clásica los salarios de subsistencia
eran tan «naturales» como el libre comercio pero, a diferencia de éste, esta parte
111.2. El i111/1eri(l/is1110 informal como relaciáu c.rtmct11ral de nuestro ll'gado eronómiro no ha seguido siendo ortodoxa. al nu-nos en los paí-
ses del centro. Lo único que ocurrió fue que los economistas 110 pudieron excluir a
Se puede resumir el argumento anterior diciendo que los Estados del centro, espe- los salarios del orden del día político.
cialmente los Estados hegemónicos, tienen una ventaja estructural en la econo- Los salarios podían subir por cmimu del nivel dl' subsistencia en determinadas
mía-mundo. Al llamarla «estructural» queremos decir qur es una ventaja que circunstancias. Por ejemplo, si liahía escasez n-lar ivu dt· ma1111 de obra en las 11ego-
fiinna parte del cnrram.ulo glohal drl luuriomuniento de la errnw111ía-mu11tlo. Es ciario11t·s, la balanza st· intlinaha a fúor del trahaj;1dor. Así. a nH'diados dl'I siglo
;tlg11111;Ís qui· 1111a Vl'lltaja urumul.u iva: l'I sistema st· hasa rn la d1·sig11ald:1d purqul' pasado los salarios 111.ís ultus 110 se t•11co11trali.111 en los paísrs europeos del centro
\'S partl' dl' s11 forma dl' luuriuuur. E11 la 1To111>111Ía-11n111tlo 110 hay solu_r1om·s ¡,ara sino t'II las nuevas colonias de poblamiento -1·sptTialm,·1t11· Australia- debido a
n:mt·,liar la dl'si~ualdad que existe ,·n t:I mundo, sino que hay t·stratl'¡.:tas esr.ualcs la escasez de 111a110 de obra. Murx tumhiéu aludía a un «elemento moral e hist1Í-
qut· pueden nyudar a un Estado a expensas de los derruis. \'valkrstein _(_1979) uti- r ir o» que sobrepasaba el .irnhiro del mercado; con ello hada referencia a nmus
liza la filosofía del renacuajo dt' Tuwney como ejemplo de esta s1l1tac1011: aunque como las diferencias 1·11 el elima y en los h.ihit os dl' ronsum« que originaban una
150 l.ll

300- 1111 coche alenuin, en el precio se incluyen los elevados salarios alemanes. No se
trata exclusivamente de diferencias de tecnología, aunque se entremezclen en el
proceso del intercambio desigual; la diferencia fundamental depende del tipo de
relaciones sociales imperantes en cada lugar, o dicho de otro modo, de la fuerza re-
200 Norte
lativa del trabajador alernñn en comparación con la del trabajador de Ghana. En
1966, por ejemplo, se ha calculado que el comercio de los países periféricos valo-
Media mundial rado en 35.000 millones de dólares hubiera «valido» 57.000 millones si hubiera
100 - - -
sido producido con salarios elevados (Frank, 1978: 107). La diferencia de 22.000
millones es consecuencia del intercambio desigual, y ni que decir tiene que esca
cantidad supera con creces a rodas los programas de ayuda juntos. Es la diferencia
0,___~~~~--'~~~--'---~~----'~~L-~...L.--l~S--uL·¡_-~---_-.L__J__1_..1-
entre el socialimperialismo y los salarios de subsistencia.
mo 1600 1830 1860 1880 1900 1913 1928 1938 1950 1960 19701971
Hemos llegado al q11id de la cuestión. En el proceso del intercambio desigual,
figura .\.12 /.,1 lm·rha onicute « N,m,·­S11r•: uirclcs ,d,,tit•o.r ¡/,: salarios, 17 51J­J ')77. se combina la lucha de clases, a escala estatal, con la lucha centro-periferia, a es-
cala global, para producir el desarrollo desequilibrado can caracrerísrico de nuestro
diversidad de sularios de subsistencia. Emrnanuel desarrolla esta idea y le añade mundo. ¡ Y lo mejor de todo es que continua día tras día sin que nadie se dé
una dimensión polírica: la unión de los trabajadores, qut, cuando se produce, les cuenta! A diferencia del libre comercio y de los salarios de subsistencia, cuyos
permite negociar desde una posición de fuerza en el mercado laboral y obtener efectos han sido conrrurresrados por la acción política, el mercado mundial conti-
algo más que salarios de subsisrcncia. Los políticos lo sabían, evidentemente, y le- núa estando al margen de la agenda polírica. Es lógico que sea así en un mundo
gislaban en contra de los sindicaros, de lo que son buena muestra las Co1J1bi11a1io11 dividido en muchos Estados cada uno de los cuales cuenta con su propia política.
t\c/J promulgadas en Inglaterra a principios del siglo XIX. Thompson ( 1968) ar- En el intercambio desigual se mezclan cuestiones inreresrarales e inrraesrarales de
guye que, a parcir de 18.'>2, surgió en Inglaterra una polícica de la clase obrera que las que la política .inrernacional convencional no puede ocuparse. Parece que el
desafiaba al Estado, y, aunque al principio no logrcí sus propósitos, en el período mercado mundial se basa en las fuerzas impersonales de la oferta y la demanda que
de crccimicnro cronómir« de mediados de siglo los sindicaros rnnsolidaron su po- determinan los precios, de modo que los únicos remas que se plantean son las con-
sicii\n y conquisrurun mejor,,s económicas para sus miembros. Los salarios de sub- diciones del comercio o ele la balanza de precios entre productos del cenero y de la
sistencia dejaron de ser «naturales», y el rema de la cuantía de los salarios pasó a periferia. Se olvida oporrnnamente el hecho de que estas condiciones no reflejan la
ser ncgociable. A1111<1ue al principio el sindicalismo estaba restringido a los rraba- mano oculta del mercado, sino que son determinadas por siglos de imperialismos
j,1dores l'SJJl·cialiiados -la aristocracia de los trabajadores de Lenin-, posterior- que provocan disparidades globales en el coste de la mano de obra. Esca forma de
mente se lue extendiendo poco a poco a orros embajadores. Con la extensión del eludir la adopción de decisiones es el principal logro político de los intereses do-
derecho de voto los gobiernos cmpe:.taron a hacer rruís concesiones a los trabajado- minanres en la economía-mundo moderna.
res, que culminaron con el Estado dc:I bienestar a mediados del siglo xx, En orros
países este proceso ramhién csrubu ocurriendo de disrinras maneras, pno h.isicu-
nu-nre L'll el mismo sen! ido, aun,¡uc bien <.:s cieno <¡11e sólo en países el centro. l.a l II. 3. El i111¡1eri,1/ir1110 informa! de hoy en día
presión polírica para <1uc aumentara el bienestar de la clase dominada sólo ruvo
éxito en los países d<.:I centro y en algunos países de la semipcrifcria. En consc- Conor Cruise O'Hrien ( 1971) ha planteado el inrerroganre de si el imperialismo
l'lllºIICia, en el n·111 ro los salarios son altos y en la perift-ri,1 los salarios son bajos, lo sigue siendo una denominación útil en una era en la que han desaparecido todos
<JUe refleja cuestiones como el «socialirnpcriulismo .. y las relaciones de «división .. los imperios. Espero que hayamos podido demostrar que, a pesar de que el pro-
entre clases de las que hablamos unreriormenrc (Fig. 3.2). ceso sea menos manifiesto que en el pasado, el imperialismo, en cuanto relación
global ele dominio, sigue siendo relevante para comprender el mundo actual. No
obstante, debemos tener cuidado al emplear este término porque, como ha seña-
m mecanismo clave: el inrcrcnmbio desigual lado O'Brien ( 1971 ), últimamente ha sido ut ilizado más frecuentemenre con mo-
tivos propagandísricos que como concepto teórico: en la guerra fría tanto EE UU
Las enormes desigualdades rnarcriales que existen acmalrncnre a escala mundial como la URRS se acusaron mutuarnenre de «imperialistas». En el caso-de la uti-
indican que la clase dominada dt:I cenrro ha ejercido una presión política con lización occidental del término, O'Brien 0971) desechaba la idea de un imperia-
cierro éxito, lo que no ha ocurrido en la perili:ria. Pero, ;de qué manera contri- lismo soviético considenindolo sólo una «argucia intelectual», una etiqueta inge-
buye esru diferencia a munrcncr la estructura actual de: centro y p~rifcria? Aquí es niosa que los propagandistas anticomunistas le colocaban a la UH.SS. La
donde interviene el intercambio desigual. En rodas las transacciones realizadas en- urilizucidn del término que hacían los soviéticos para referirse a las actividades
tre el cenrro y la perilé.-ria los precios son los del mercado mundial, que se basa en norteamericanas tenía la ventaja de la continuidad con el antiguo imperialismo;
la desi¡.:u,1ldad: los urr ículns de la periferi:i son «baratos» y los artículos del centro por ejemplo, la inrervención de EE UU en Vietnam suponía continuar en ese país
son «euros». Cuando un consumidor alem:ín compra cacao de Ghana, en el precio las actividades ele Francia, la anterior porencia imperial. Sin embargo, ambos
se incluyen los bajos salarios ele Ghana. Cuando un consumidor de Ghana compra usos de! imperialismo eran reduccionisras porque hacían hincapié en las acrivida-
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des políticas, y como hemos explicado antes, esui claro que vl imperialismo des- vecn a la unidad doml\tirn dl' todos los hil'IIL'S l'XllTIIOS lll'LTSarios. Por tanto, s11
pués Je la descolonización que siguió a la segunda guerra mundial es primordial- papel como jclcs de la casa es predecible y casi parece «n.rrural ».
mente un imperialismo informal. Vamos a pasar por alto la batalla propagandís- Esta forma de unidad doméstica se t·xte11di<í durante la ht·¡icmonía nort c.uneri-
tica y a concentrarnos en las relaciones económicas que cousriruycn el meollo de cuna. En 1 <J,i7 el convenio Iinuudo entre la Uni<ín de Trahajadorl'S del 1\utom<i,·il
la activiJad imperialista ahora y en los últimos tiempos. En reluriún con el de- (1\1110­\\'lorkci­.. U11im1) y la Geucr«! 1\l11t11r.,· mare<Í un hito, porque la mulriuucional
bate propio de la guerra fría, lo único que podemos destacar es que al ser EE U U pagaba salarios elevados para sostener la nueva unidad domést icu proletaria. Para
el país hegemónico es el Estado que ha ejercido el imperialismo de un modo rmls los productores directos había nacido el modo de vida en las zonas rcsidcnciak«. y
activo desde l 9tl5. Sin embargo, como decíamos en el capitulo 2, la URSS en su Jol111 Galbraith ( 1957) .uiuució que habíamos cmrado c:11 un tipo distinto de so-
papel <le Estado semiperiférico contribuyó a este imperialismo informal. Aclenuis, ciedad, nada menos que la «sociedad de la opulencia». C:011 la llegada a Europa de
Har<ling (1971) ha señalado que, dudo que los precios mundiales se utilizaban la expansirin cíclica a partir de 1950, también llrg<í la socil'dad de la opulenr ia y
como r;ferencia en el comercio que llevaban a cabo entre sí los países comunistas, el consumismo que comportaba. Pern esto es s<Ílo la primera parte de la mitad de
el mecanismo del intercambio desigual provocaba autormiricnmcnte la explota- la historia.
ción económica. El imperialismo informal ha impregnado y conr inúu imprcg- Micnrrus tanto, c11 la pl'rifl'ria los cambios l'C011<Ímicos hadan qnt· Sl' reafinnara
nando el sistema mundial moderno. un tipo de unidad drnnC,s1 irn muy dilc.·1Tn1e. dl'111>111i11ada svmiprnirturiu porqul'
Los principales agentes del imperialismo <le nuestros días son las «multinacio- los salarios s1ílo constituyen una parte minorirariu de los ingresos de la unidad do-
nales» que producen y comercian en varios Estados. 1-lan constituido el r,1sgo eco- méstica. En esta zona ele salarios bajos 110 es posible que haya una úniru persona
nómico más característico Je la hegemonía norreamericanu y el declive dt' esa he- «que gane el pan .. , por lo que otros miembros dl' la 11niclacl domC,stica t icru-n <jlll'
gemonía se ha caracterizado por el auge consiguiente de las transnacionales contribuir con diversos tipos de in,l(resos para sobrevivir. Con un l'jl·mplo se en-
europeas y japonesas. La relación entre esas empresas y los Estados en los que ope- tenderá mejor la situación: en la división del trabajo en Ál'rirn -que ya hemos ex-
ran es un tema muy importante del que nos ocuparemos m:ís detalladamente en el plicado (Fig. :).10)- las unidades domésticas se encuentran «con los pies apoya-
capítulo 4. Ahora vamos a centrar nuestra atención en la forma en que el imperia- dos» en diferentes zonas gcognífirns. dando origen a una llamativa división sexual
lismo informal opera a un escala inferior a la del Estado y las multinacionales. del trabajo, ya que las diversas zonas ofrecl'n o¡,11nnnidades muy dist inrus para
Puesto que los individuos organizan sus vidas en unidades domésrirus. se plantea hombres y mujeres. En las «islas de desarrollo», que producen artículos para la
la cuestión de cómo se relaciona esa institución con el imperialismo informal. Lo economía-mundo, gran parte del trabajo es realizado por hombres que han emi-
cierto es que las unidades domésticas son parte integrante en la operación del in- grado de la zona dl' subsistencia: t·stos productores direnos ,1portan el principal
tercambio desigual. romponcutc salarial a los ingresos de una unidad dom¡:stira, mientras que los de-
Para que se produzca el intercambio desigual se necesitan dos zonas en las que nuis miembros de la unidad permanecen en la zona de subsistencia, donde la ma-
los productores directos obtengan distintas remuneruc ioucs ¡,ur su trabajo. Ante- yor pane del trabajo lo realizan las mujeres sin recibir un salario a cambio. Este
riormente hemos visto cuál es el origen de las zouus cun salarios altos y c.:011 sala- modo de patriarcado es aparentemente similar al de la unidnd doméstica proleta-
rios bajos, pero ¿por qué siguen existiendo' ,;Cu,íles son los mcrunisuu», qut' ha- ria, dehido a que el hombre es el que controla el dinero; pero en este caso el dinL·ro
cen posible que el centro y la periferia se reproduzcan en las actividades cotidianas es mucho menos importante para la unidad doméstica. Se necesita el dinero de los
de los individuos? La respuesta es que se han creado en cada zona distintos tipos emigrantes para pagar los impuestos y compr;1r algunas cosas en el mercado, pero
de unidades domésticas que se acomodan a la cantidad de recursos de que dispo- la mayoría de lo que se necesita cotidianamente se i,roduce en el seno de la propia
nen. De esta forma las unidades domésticas se convierten en parte integrante de la unidad doméstica. Es esta actividad de subsistencia la que hace posible que a los
estructura a través Je la cual continúa actuando el imperialismo. hombres emigrantes se les pague unos salarios tan bajos: de 1110<10 que, electiva-
\Vallerstein (1983) ha introducido los conceptos de unidad doméstica proleta- mente, las mujeres dl' la zona de suhsisrcnri» esnin subvcucionando el trabajo que
ria y semiproletaria para referirse a las diferencias entre estas instituciones 1.:11 el los hombres realizan en las zonas de producción para la rconornla-rnuudo.
centro y en la periferia. Las unidades domésticas proletarias obtienen la mayoría Esas unidades domésticas, basadas en el trabajo de emigrantes, son un hecho
de sus ingresos del trabajo asalariado; nacieron con el socialimperialismo y el Es- común en la periferia: pero constituyen sólo uno dl' los muchos t ipns de unidades
tado del bienestar c¡ue se desarrollaron en los países del centro en la primera mitad domésticas scmiprolcmrius. La característica que tienen e11 común es que scparun
del siglo xx. A medida que los productores directos ganaban salarios más altos, se los costes de reproducción de los costes de producción para el mercado mundial.
creó una nueva forma de unidad doméstica que J.liraba en torno a la familia nu- Las actividades necesarias, como criar hijos para que exista una próxima g!:'1wra-
clear. Las antiguas formas Je unidades domésticas que incluían familias extensas riún de trabajadores o el cuidado de la auu-rior gennacicin de trahajadort's al tér-
más numerosas fueron sustituidas cuando un único salario llc.:gó a ser suficiente mino de su vida laboral, no se reflejan en el precio de los artículos producidos l'll
para poder mantener a la familia más cercana del asalariado. En la forma ideal de la periferia e11 la misma medida que en los artículos producidos e11 <:I centro. Los
esta nueva unidad doméstica el marido se convierte en el único «que gana el p:in», que compran e11 la perilc.-ria productos del centro paga11 u11 ('ITcio <¡Ul' ronrribuy«
la mujer se convierte en el «ama de casa» y los niños son estudiantes a tiempo al hil'nestar dl' los productores dirl·rtos del n·111ro, en 1a111c1 que los que con1pra11
completo. Esta situación da lugar a un patriarcado en el que se relega a la mujer a e11 el centro productos ele la pniláia no contribuyen en la misma llll'dida al hil'-
la esfera privada del hogar, por lo que no recibe un salario por su trabajo, el cual ncstur dl' los productores directos d..: la perilc.·ria: el patriarcado ha sido moldeado
pasa casi totalmente desapercibido. Los hombres con sus salarios son los que pro- en contextos dift·rentt·s para generar el intnt'amhio dt'Si,1'ual.
1.>l CAPÍTULO 4
l la habido c.unhios import.uucs en los últimos uños que han modificado este
LOS ESTADOS TERRITORIALES
modelo simple de estructuras dt unidades domésticas que acabamos de definir. En
el cenero, el enorme incremento de las mujeres trabajadoras ha supuesto que la
unidad doméstica prolcruriu «ide.,I» haya perdido gran parce de su fuerza. Las
ideas desarrolladas por el movimiento feminista desde finales de los años cin-
cuenra en adelante han ido destruyendo poco a poco el patriarcado representado
por la idea del «sostén de la familia» masculino. Al mismo tiempo la generaliza-
ción de las técnicas de producción en masa hizo que se necesitasen rruis rrabajaclo-
res, funciones que podían desempeñar las mujeres. Las unidades domésticas prole-
tarias del cenero han pasado a ser aún rnás «proletarias», porque suelen contar con
más de un salario para mantener su nivel de vida. Esrn silllacitÍn ha llevado a nive-
les de .consumo aún más altos en las unidades dornésricus del centro, lo que ha El apogeo de la geografía polírica se produjo en los años de enrreguerras, entre
concribuido a que se mantengan las grandes diferencias mnreriules entre el cenero 1918 y 1939. Los geógrafos actuaron como consejeros en la Conferencia de Paz de
y la periferia. ¡Nunca ponga en duda el lector que los omnipresentes ceneros co- Versalles de 1919; y, en los años que siguieron, Mackinder, Haushofer, Bowrnan y
merciales de las afueras de las ciudades de los países ricos son símbolos políricos otros llegaron a ser figuras políricas irnporranres más allá del ámbito de la geogra-
de la victoria continua del cenero en la economía-mundo! fía académica. Como hemos visco, a partir de 1945 esa geopolítica desapareció ra-
Mientras, en algunas partes de la periferia también se han producido nuevos dicnlrnenre de la geografía. En general, la geopolítica fue relegada al olvido en la
acontecimientos que han convenido a más mujeres en trabajadoras asnlnriadus. geografía política, y la geografía política fue relegada al olvido en la geografía. Se
Desde los años sesenta ha habido un crecimiento considerable de la producción in- puede uprecir muy claramente este cambio de énfasis a partir de la escala de análi-
dustrial fuera dr:I cenero, lo que se ha denominado a veces la nueva división inter- sis que se utilizó -en el capítulo dedicado a la «geografía polírica»- en la pu-
nacional dtl trabajo. En el sudeste asi.irico, por ejemplo, ha crecido una enorme blicación t irujndn Geogrt1[ít1 americana: inrenrario y /JerJpertiwu, realizada con oca-
indusrria electrónica que da empleo a un gran número de mujeres. Este creci- sión del cincuenrcuar io de la Asociación de Geógrafos Americanos. En ese
miento industrial ha sido mal interpretado, porque popularmente se ha partido de capículo, l lurrshorne ( 1954) se lamentaba ·-Jo que ahora resulta familiar- del
la hase de que la industria es propiedad de los países del cenero, quedando la pro- «subdesarrollo» de la geografía políricn en el conrexco general de la disciplina. El
d11n:ión agrírnl.t y l.1s m.ucrias primas para la perili:ria. Si se ;1rep1a csrc xupuesr», .uuil isis que hacía de los métodos en geogrnfía política es rruis esclarecedor: los
la nueva división internacional del trabajo rnnsrituye un auréurico proceso de des- grandes remas internacionales en sentido amplio eran dejados de lado y se ponía el
periferializ,tCión. Pero en el capículo I ya dcsecluíbamos el arg11mtnco de que in- énfasis en los «estudios de área», las «divisiones políticas del mundo» y, sobre
dusrriu es igual a cenero; en el nn.ilisis de sistemas mundiales los procesos de pro- codo, la «región política». Este enfoque no era ninguna novedad; Harrshorne
ducci.ón del centro suponen salarios re lut ivnmenre altos y actividades de pudo haberse inspirado en varios estudios, anteriores y de su época, pero sancionó
recnologfu avanzada, indcpendienrcmcnre de lo que se produzca. Mientras duró la una perspectiva de la geografía política en la que las ideas sobre estrategia mun-
hegemonía norreamericana y después, EE UU ha sido el mayor exporrador de pro- dial brillaban por su ausencia.
ducros al\rkolas, por ejemplo. l.o impnrrunu: es nímo se organiw la producción La región polícirn casi siempre se reducía al Estado territorial, es decir, a una de
-las relaciones. sociales de producción-, no lo que se produce. Los procesos de las unidades soberanas que componen el mapa político mundial. La geografía polí-
producción de la periferia son compatibles rnn la actividad industrial, siempre rica quedó encerrada en una escala geográfica determinada. Claval (1984) cree que
que: los salarios Sl',111 h.,jos y la 1t·rnología porn avanzada. La producción de compo- este enfoque estrecho es can culpable del declive de la subdisciplina en la época an-
nentes elccrróniros puede ser de tipo centro o de tipo periferia dependiendo de las rerior a l 970, como lo son los excesos de la geopolítica. Sin embargo, esa geografía
relaciones sociales de producción. En el sudeste asi,írico se elubornn los componen- polírica del Estado dio lugar a inceresanres modelos de los aspectos espaciales Je las
res en un proceso de producción periférica que utiliza el purriarcaclo de la zona de esrrucruras estatales. Predominaron dos enfoques en parcicular: la evolución espa-
una manera nueva: se ha creado una mano de obra de mujeres jóvenes cuya suhor- cial de los Estados, y su inregración espacial. Esto ha originado dos herencias teóri-
dinucidn . de género se ha rraducido en trabajadores «dóciles, serviles y baratos» cas relevantes para nuestro estudio de los Estados territoriales, el desarrollismo y el
(Mornsen y Townsend, 1987: 79). El aumcnro de la prolerariznción de las unida- funcionalismo, de las que nos ocuparemos en la primera parce esre capítulo, 'i·
des dornésricas no esr.í produciendo incrementos apreciables en el nivel de vida. En la segunda parre recurriremos a diversos remas ya rrarados por escas co-
Los salarios bajos aseguran que, a pesar de la indusrrialización de la periferia, ti rrientes de pensamiento y los reordenaremos para ilustrar la creación del mapa
intercambio desiguul siga siendo el mismo. mundial. Empezaremos explorando los orígenes de los Estados modernos urili-
zando para ello un simple modelo topológico del Estado, lo que nos proporciona
el marco adecuado para integrar remas de la geografía política tradicional en nues-
rro análisis particular del sistema inreresraral, Es importante porque tratamos con
un mundo de múltiples Estados: dense cuenta de que el nombre del capítulo no
esni en singular sino en plural. No obsrnnre, encender la creación del mapa polí-
rico mundial es un paso previo para analizar, desde nuestra perspectiva de sistemas

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