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Actas del

V Congreso Internacional Celehis de Literatura

Argentina/ Española/ Latinoamericana

10, 11 y 12 de noviembre de 2014

Mar del Plata – Argentina


1
Actas del V Congreso CELEHIS de Literatura / Aymará Cora De Llano... [et.al.];
coordinado por Aymará Cora De Llano; edición literaria a cargo de María Pía Pasetti. -
1a ed. - Mar del Plata : Universidad Nacional de Mar del Plata, 2014.
E-Book.

ISBN 978-987-544-643-4

1. Estudios Literarios. 2. Actas de Congresos. I. De Llano, Aymará Cora II. De Llano,


Aymará Cora, coord. III. Pasetti, María Pía, ed. lit.
CDD 801.95

Fecha de catalogación: 27/04/2015

2
ÍNDICE

 ABEL, SANTIAGO 14-20


 AGUILAR, PAULA 21-26
 AGUILERA MARTÍNEZ, RAFAEL LEOPOLDO 27-32
 ALBRECHT, NOELIA KARINA 33-39
 ALDANA, NATALIA VANESA 40-50
 ALDAO, MARÍA INÉS 51-57
 ALLE, MARÍA FERNANDA 58-65
 AMATO, MARÍA BELÉN 66-71
 AMORIM, SUELEN MARCELLINO IZIDIO 72-77
 AMORÓS, FRANCO 78-83
 ARANA, MARTA 84-90
91-98
 AREN, FERNANDA BEATRIZ 99-106
 ARIAS, NADIA GISELE 107-118
 AROUGUETI, ELISABET 119-129
 ARRAIGADA, CANDELA AILÍN 130-136
 ARTOLA INTICHA, JAZMÍN 137-144
 AVILÉS, CLARA MARÍA 145-150
 AYALA, MAURO NAHUEL 151-155
 AZCUETA, IGNACIO MARTÍN 156-162
 BAIER, EVELIN ELIANA 163-169
 BARBEIRA, CANDELARIA 170-177
 BARBERO, MARIANA CELESTE 178-183
 BARISONE, JOSÉ ALBERTO 184-191
 BARRAL, MANUELA 192-198
 BELENGUER, NATALIA ILEANA 199-207

3
1724-1729
 ORTIZ RODRÍGUEZ, MAYRA 1730-1740
 PAGNOTTA, CARMEN JOSEFINA 1741-1748
 PANDOLFI, ANTONELA 1749-1755
 PAOLINI, DANIELA 1756-1763
 PASCUAL BATTISTA, ROSARIO 1764-1769
 PASETTI, MARÍA PÍA 1770-1778
 PAZO, LILIANA 1779-1785
 PEREIRA, FELIPE 1786-1792
 PÉREZ, EZEQUIEL 1793-1799
 PÉREZ CALARCO, MARTÍN 1800-1808
 PINO CORREA, JUAN CARLOS 1809-1815
 PIONETTI, MARINELA 1816-1826
 PISANO, JUAN IGNACIO 1827-1833
 POLISENA, ARACELI NOELIA 1834-1841
 PORTOS, ÁNGEL EDUARDO 1842-1849
 POZZI, RAYÉN DAIANA 1850-1857
 PRADA, LAURA MERCEDES 1858-1862
 PRÓSPERI, GERMÁN GUILLERMO 1863-1871
 QUINTANA, MARIEL SILVINA 1872-1882
 RANDAZZO, MARÍA BELÉN 1883-1889
 RAPOSO, CLAUDIA INÉS 1890-1898
 REDONDO, NILDA SUSANA 1899-1910
 REICHEL, MARÍA VIRGINIA 1911-1915
 REZENDE RIBEIRO, PATRICK 1916-1921
 RIGONI, MIRTHA LAURA 1922-1928
 RÍOS, MARINA CECILIA 1929-1937
 RIVADENEIRA, BLAS GABRIEL 1938-1946
 RIVAS, FLORENCIA 1947-1954
 ROCHE, MARIANA MARA 1955-1961
 RODRIGUES DA SILVA, MANOELA 1962-1965
 RODRÍGUEZ, MARÍA GABRIELA 1966-1972
10
Mirada en el tiempo: reflexiones en torno a la poética de Francisco Brines

Mariel Silvina Quintana

Universidad Nacional de Jujuy

“Se ha dicho de él que es un poeta


del tiempo, pero yo diría más bien
que el tiempo queda vencido en sus
poemas.”
Vicente Gallego

Francisco Brines (Valencia, 1932) es reconocido como uno de los poetas más

sobresalientes de la llamada Generación del 50 –junto a Jaime Gil de Biedma, Claudio

Rodríguez, José Ángel Valente, Ángel González, entre otros-. Aunque esa nominación y

la existencia del grupo generacional y sus poéticas son objeto constante de opiniones

diversas, lo cierto es que Brines se caracteriza por una trayectoria personalísima, que

media entre la generación del 27 y las corrientes esteticistas y culturalistas posteriores

(Cfr. Prieto, 2007: 62). Brines es un poeta vigente cuya sensibilidad creadora no

descansa; según Francisco Bautista, su poesía “ya no se identifica con una estética, sino

consigo misma” (Bautista, 2010: 17).

Tanto en su poesía completa, reunida en Ensayo de una despedida (1960-1997) -que

abarca sus libros desde Las brasas (1960) hasta La última costa (1995)- como en su

autopoética La certidumbre de la poesía (1995), Brines otorga a la mirada y las

imágenes que recrea un valor primordial. Numerosos poemas ilustran la fuerza vital,

semiótica y deseante de la mirada que, además de organizar la estructura del poema, se

1872
nombra y al hacerlo instala un cuerpo, tendiendo un pasaje de lo sensible al sentido.

Esta caracterización de la mirada y sus vinculaciones con el lenguaje de las artes

visuales han sido objeto de un trabajo anterior810. En esta ocasión, nos proponemos

reflexionar sobre esa mirada fundante puesta en el tiempo, en la que podemos distinguir

dos trayectorias: la mirada hacia el exterior, que se posa sobre el cuerpo -el propio y el

de otros- para ser testigo de las huellas de su paso inexorable; y la mirada interior que

convoca imágenes, recortes de un tiempo que habita en la memoria. En el presente

ensayo nos centraremos en esta última, en poemas de Palabras a la oscuridad (1960).

En La certidumbre de la Poesía el mismo Brines declara “En mi poesía es más vasta

y rica la temática temporal que la estrictamente amorosa. El tiempo es mi cuerpo y mi

enigma, y también el fracaso definitivo (…)” (Brines, 1995: 7), y ciertamente el tiempo

es una preocupación fundamental que atraviesa toda su producción poética, con

diferentes intensidades y matices.

Raúl Dorra concibe al tiempo como materia de la experiencia, subjetivo, y cuyo

espacio de acontecer es la memoria humana (Cfr. Dorra: 2008, 181). Un presente que,

en tanto unidad, involucra tres formas de percepción temporal: “el tiempo es vivido

como 'expectación' (del futuro), como 'visión' (del presente) y como 'memoria' (del

pasado) (…). Un presente que no es flujo sino duración” (Dorra: 2003, 208) y cuyos

límites son fijados por la conciencia.

La memoria, reducto y modo de existencia del presente-pasado, tiene un valor

primordial pues “constituye la trama subjetiva de la identidad, sostiene la imagen del

sujeto a lo largo de su tiempo vital” (Blanc Sereijido, 2006), y permite que “se

desprenda y reconozca su cuerpo, parte por parte, y así reconozca y reorganice el

mundo” (Dorra: 2005, 6). No podemos acceder al pasado como hecho objetivo si no a
810
Nos referimos a El ojo y la lente: La mirada poética de Francisco Brines, presentado en el XVIII
Congreso de la Asociación Internacional de Hispanistas, Buenos Aires, 2013.
1873
través del accionar de la memoria que conserva las huellas de ese tiempo ido, pero no

como algo estático sino en un continuo movimiento entre recuerdo y olvido, afectado

por las pasiones y deseos del sujeto.

El título del poemario, “palabras a la oscuridad”, sintetiza una preocupación central

en Brines: la palabra y su poder revelador de luces y de sombras se enfrenta al destino

de la muerte. Esas palabras lanzadas a la oscuridad -la palabra poética- son la única

posibilidad de salvación frente al poder destructor del paso del tiempo, del olvido.

El libro se organiza en siete secciones precedidas, cada una de ellas por un epígrafe

del poeta. Estos textos, a los que consideramos como pequeños poemas, dan cuenta del

itinerario de una voz y una mirada centradas en la meditación acerca de las experiencias

centrales en la vida de un individuo (Cfr. Andújar Almansa, 2003: 56). También

presentan la temática general de cada sección, pero no separan compartimentos

independientes, si no que dan cuenta de una trama vivencial, se vinculan entre sí,

dialogan con las distintas partes del poemario, y también cifran una meditación sobre el

tiempo.

La voz que se construye en estos paratextos en las secciones I , II y IV da cuenta del

periplo vital, en tercera persona, de un 'otro'; mientras que en III, VI y VII se referirá a

los hombres en sentido genérico y con tono sentencioso. El epígrafe de la sección V no

hace referencia al hombre si no a un territorio fugitivo que, conforme a la temática que

tratan los poemas de ese segmento, sabemos es una metáfora -en principio- para el

amor, pero que también podría remitirnos al paso fugaz del tiempo811.

I
En aquel lugar miraron sus ojos, por vez pri-

811
Transcribimos el epígrafe:
V
¡Este sí es el más hermoso territorio…!
Pero esta tierra es fugitiva.
1874
mera, la hermosura del mundo y sintió amor.
No habrá olvido nunca para ese recuerdo.
(71) 812

Este epígrafe inicial presenta en un lugar indeterminado dos modalidades de la

mirada: la de “la vez primera” como la mirada inaugural en la que adviene el mundo

con el poema, la que aprehende su hermosura; y la mirada del recuerdo, de la imagen

convocada e inolvidable, no menos subjetiva que la primera. El yo observador sentencia

con énfasis, mediante una doble negación proyectada a un futuro: “no habrá olvido

nunca”, que es un recuerdo imborrable –hecho que desafía el funcionamiento de la

memoria que opera por recuerdo y olvido-. Desde el presente mira al pasado y se fragua

un futuro, lo predice. Si “los recuerdos están formados por las huellas de la memoria

modeladas por los deseos” (Blanc Sereijido: 2006, 46), estas huellas se postulan como

perdurables.

Ese espacio-tiempo sublime de “la hermosura del mundo”, de la primera mirada, es

la infancia, el paraíso perdido al que canta el poeta en la sección I de Palabras a la

oscuridad; “Después de la infancia” es uno de sus poemas emblemáticos. El mismo

título da cuenta del anclaje temporal de lo enunciado, ese “después” es un presente, que

es el momento en que el sujeto toma conciencia de su ser y es –siempre- el tiempo de la

evocación.

El poema presenta dos partes numeradas, en la primera el yo dirige su mirada a lo

que sería “el antes”, es decir la infancia añorada, de mirada pura, cuando “se turbaba el

pecho por la felicidad”:

………
El mundo estaba allí,

812
Las citas correspondientes a los epígrafes y poemas de Brines son de: 2011. Ensayo de una despedida.
Poesía completa. (1960-1997). Tusquets: Barcelona.
1875
en el aliento de la suave noche,
descansando en mis ojos
hasta que nos durmiéramos.
………
(76)

El sujeto en la segunda parte del poema se sitúa en un “hoy” y convoca –quiere traer-

la mirada del niño todopoderoso dueño del mundo, sin embargo esa mirada, su mirada,

es ya otra:

………
He querido sentir,
de nuevo, aquel misterio
de la emoción del mundo,
y en el mismo lugar
esperé a las tinieblas.
Altas aparecieron
las luces vacilantes de los astros,
y el pecho no tembló.
………
(76)

El recuerdo permite actualizar esas imágenes queridas –íntimas y únicas-, pero ya no

el temblor del pecho, la emoción, la pasión del instante evocado, pues:

………
El tiempo, en su tarea,
lleva el polvo a las cosas,
despoja de secretos a los hombres,
en el alma se queda
germinando.
………

1876
El accionar del tiempo es inexorable, crece, germina –lento- en lo profundo del ser,

el hombre no-niño es un extraño en ese mundo que era suyo, y el recordar, finalmente,

es un sufrimiento a causa del conocimiento de lo irrecuperable, lo que ya no podrá ser:

la mirada de la niñez; lo que siga será un generalizado “después”813.

La voz lírica de “Vísperas y memorias” –que desde su título anticipa la temática

temporal- se esfuerza en el recuerdo jubiloso de “una hermosa tierra para volver con la

memoria”. El sujeto se parte, su conciencia se separa del corazón que alienta, un

corazón que “está con fe de nuevo”, dispuesto a volver al ayer:

………
He querido volverlo a la memoria
de estaciones pasadas, y una tierra
de frutecidos y nupciales árboles
junto a la mar se rompe iluminada.
………

Y continúa con la evocación de esa Arcadia, pues el deseo de recordar sacia. El yo

persiste: “he querido”, reitera, pero no puede; paradójicamente, en el planteo de esa

imposibilidad, convoca al pasado, y finalmente se pregunta: “¿Para qué recordar?”, qué

sentido tiene si “(…) Todo pasa/ y esta ciudad se quedará remota/ en el lento recuerdo

de mi vida”. A pesar del aparente consuelo que proporciona el recuerdo814, ese presente-

pasado ya no está, y el presente –que se escapa- es capaz de proporcionar cierta

seguridad:

813
Sobre la cuestión del ver con ojos de niño, es interesante el poema “El mendigo” (206) que contrasta el
punto de vista del niño y el del hombre: “la borrada imagen”, atemorizante, de “el mendigo de mi niñez”,
su “mirada dura” -desde la perspectiva infantil-, con el terrible descubrimiento presente: “(…) un anciano/
me miraba con ojos inocentes”. Esa conciencia acerca de las distintas miradas del sujeto, toma cuerpo en
el recuerdo y reconocimiento de otra mirada, la del mendigo.
814
En otros poemas, por ejemplo, la acción de recordar es: “procurar vida” -“La mano del poeta
(Cernuda)”- o “es traer algún calor al pecho” -“Isla de piedras”-
1877
………
¿Para qué recordar?, si hay aquí paz
para los ojos, y alegría breve
para el cansado corazón que aliento.”

En el epígrafe de la sección III, el yo que organiza la materia poética apela a un tú:

III
¿Pero qué les ocurre a las cabezas de los
hombres? Las mueven extrañamente. Observa
cómo miran, con desconcierto, el camino
que ya tienen borrado y mírales enseguida
escrutando, lívidos, la niebla que habrán de
cruzar. Realmente están llenos de ignorancia.
(117)

“Observa” nos dice, invita a la contemplación y a la reflexión a partir de un juicio

sobre el modo que tienen los hombres de mirar el camino de la vida, es decir el paso del

tiempo. ¿Qué es lo que ignoran los hombres? ¿su destino inexorable? ¿de qué se

sorprenden? El tiempo es el instante presente, hacia atrás: borradura; hacia delante:

niebla. El hombre en su afán de inmortalidad olvida la evanescencia, la fugacidad de un

presente sin retorno que camina hacia la muerte. Un tiempo que es atención, memoria y

expectación.

Los epígrafes IV y VI, más breves y concisos, dan cuenta abiertamente de los

estragos del tiempo que pasa y su culminación en la muerte:

IV
Allí donde se detuvo a vivir vio las mismas
cosas derruidas

1878
(131)
VI
Con qué fidelidad el hombre camina, ama,
desaparece.
(185)

En estas secciones del poemario se hacen carne esas certezas del vivir, las pequeñas

ruinas de lo cotidiano frente al accionar del tiempo.

El poema “Mere Road” 815 narra el recuerdo de una vivencia y puede leerse como la

puesta en escena de la dinámica de la memoria. El texto presenta dos momentos: en

primera instancia la evocación de una imagen vívida y recurrente que puebla la

memoria del sujeto y se actualiza en el presente del poema: “Todos los días pasan/ y yo

los reconozco”. Seguidamente, el yo reflexiona sobre la proyección futura de ese

recuerdo que se recrea en una nueva imagen.

El yo que contempla desde el deseo, se refiere a un grupo de jóvenes que pasan en

bicicleta por la calle y él los mira desde la ventana:

………
Y ellos llenan mis ojos con su fugacidad
y un día y otro cavan en mi memoria este recuerdo.
………

La imagen que se repite, a medida que sucede, se construye como recuerdo, ya que el

frágil presente desaparece, pero encuentra otra posibilidad de existencia, la memoria:

“Yo los reconozco” dice el sujeto, para luego deslindar la responsabilidad de su

recuerdo en los jóvenes: “ellos cavan en mi memoria”.

815
Hemos abordado este texto en el trabajo citado de 2013, en relación a los contactos entre la mirada y
los lenguajes audiovisuales en la poética de Brines, por lo que retomamos algunas ideas vertidas en ese
análisis y nos abocamos, en esta oportunidad, al tratamiento del tiempo y la memoria.
1879
La fugacidad de los ciclistas es la de su paso frente a esa ventana, y es también la

fugacidad de la juventud, que se corresponde con otra: “la fugacidad de la madera y de

la piedra” de la casa que ven construir, elementos también vulnerables al paso del

tiempo.

En la segunda parte del poema, el yo pasa de narrar la contemplación de “Todos los

días” (un presente-memoria que se construye) a una reflexión centrada en un presente-

expectación (presente futuro) ubicado en un día incierto:

Cuando la vida, un día, derribe en el olvido sus jóvenes edades,


podrá alguno volver a recordar, con emoción, este suceso mínimo
………
Y de nuevo la casa se estará construyendo, y esperará el jardín a que se
acaben estos muros
para poder ser flor, aroma, primavera,
………

Así, el poeta pone en juego el funcionamiento de la memoria en la que se “cava” el

recuerdo, a partir de una mirada deseante y, a su vez, reflexiona sobre una hipotética

construcción futura de esa evocación: la vivencia del recorrido en bicicleta, en otro

sujeto –recuerdo que nunca será el mismo pues no vendrá de la misma mirada ni el

mismo deseo-, pero que revela una naturaleza cíclica en la memoria, donde “de nuevo”

se construye la casa.

En “Mere Road” la vuelta a ese territorio del presente-pasado se profundiza y se

prolonga en otros seres como un antídoto frente al olvido destructor del tiempo, el

“suceso mínimo” retorna y deja un atisbo de felicidad por aquello que fue. Sin embargo

se hermana al sinsentido del recordar con que concluía “Vísperas y memorias”, pues lo

que perdura es la soledad del presente.

1880
………
y ha sentido tan fría soledad
que ha llevado la mano hasta su pecho,
hacia el hueco profundo de una sombra.

El paratexto que acompaña al último segmento del poemario, continúa la línea

reflexiva que se refiere al hombre como la humanidad toda, y profundiza, sin

nombrarlo, la meditación sobre el tiempo.

VII
Al hombre algunas veces, le duele esa sombra
que desconoce, y que está dentro de él. Sabe
entonces cuan ruin sustentador es el cuerpo.
Ama esa carne y su sombra, porque es eso a
lo que llama vida. Y ama también el soplo que
habrá de deshacerle para siempre, porque no
existe otro destino.
(193)

El cuerpo, “ruin sustentador”, soporta esa sombra inteligible de la conciencia del ser

–su memoria, sus deseos- y soporta el paso del tiempo. El hombre “ama esa carne y su

sombra” dice el poeta, y también su destino mortal: el soplo, es decir, el tiempo que lo

deshace. Es este poeta elegiaco quien ama la expectación futura de un destino

irreversible, y el canto de aquello que se ha perdido: la niñez, la juventud, pues el

hombre es una “débil trama de tiempo” (Brines: 1995, 19).

El presente es la única realidad consistente, es donde el sujeto toma conciencia de sí,

y se hace efectiva la acción de la memoria y su entramado de imágenes, jirones de

realidades vividas y por ende perdidas, imaginación y deseos que sostienen la identidad

1881
del sujeto. Su función es menguar el dolor por lo perdido, que en esta poesía exige su

salvación por la palabra.

En cada poema de Brines podemos encontrar diseminada con mayor o menor

profundidad la temática del tiempo, ésta sólo ha sido una aproximación a ciertos

poemas que centran la mirada en el tiempo perdido, la acción de la memoria y la

necesidad del recuerdo.

BIBLIOGRAFÍA

Andujar Almansa, José. 2003. La palabra y la rosa. Alianza: Madrid.


Blanc Sereijido, Fanny. 2006. “La memoria en el diván” en AA.VV. Acta poética Nº 27.
UNAM: México.
Brines, Francisco 1995. Selección propia. Cátedra: Madrid.
______________ 2010 Para quemar la noche. Introducción, edición y selección de Francisco
Bautista. Ediciones Universidad de Salamanca: Salamanca.
______________ 2011. Ensayo de una despedida. Poesía completa. (1960-1997). Tusquets:
Barcelona.
Dorra, Raúl 2003. “El tiempo en el texto” en Con el afán de la página. Alción: Córdoba.
__________ 2005. La casa y el caracol: para una semiótica del cuerpo. Benemérita
Universidad de Puebla- Plaza y Valdez editores: México.
Gallego, Vicente 2011. “Francisco Brines: poeta y mago”, en Revista Ínsula Nº 775- 776:
Madrid.
Prieto, Angel – Langa, Mar, 2007. Manual de Literatura Española Actual. Castalia: Madrid.
Rubio, Fanny-Falco, José Luis, 1991. Poesía Española contemporánea 1939-1980. Alhambra:
Madrid.

1882

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