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Breve historia de las bibliotecas desde los orígenes en la antigüedad

hasta el período renacentista. Evolución y relaciones con las


concepciones contemporáneas1

Héctor Francisco Peralta Puy2


hectorperaltapuy@gmail.com

(Tablilla de arcilla o barro)

1 Ponencia presentada en las Primeras Jornadas de Bibliotecas Populares de Santiago del Estero realizadas
en la Escuela de Innovación Educativa de la Universidad Nacional de Santiago del Estero durante
los días 1 y 2 de agosto de 2013.
2 Profesor en Historia (ISPP N° 1), Licenciado en Historia y Maestrando en Ciencias Sociales por la

Universidad Nacional de Santiago del Estero.

1
Palabras claves

Bibliotecas - evolución – Europa - sociedad – conocimiento - cultura

Resumen

En la presente ponencia analizaremos -de manera breve- la evolución de las


primeras bibliotecas conocidas por la humanidad a través de la historia y sus
relaciones con las funciones de los bibliotecarios modernos. Para ello, seguiremos
una línea cronológica desde las civilizaciones antiguas en el Oriente hasta la
expansión del pensamiento escrito producido por la invención de la imprenta y su
relación con la difusión del patrimonio de los libros y la extensión de las
bibliotecas como centros del saber durante el Renacimiento en la Europa occidental
y en los siglos siguientes en la América anglosajona y española.

Desarrollo

La palabra bibliofilia (proveniente de la etimología griega cuyo significado es


amor por los libros) se encuentra relacionada con aquellas personas que poseen el
deseo de adquirir determinados libros especiales y con las bibliotecas de acuerdo a
las diversas labores realizadas por quienes responden a las demandas y
necesidades cada vez más crecientes de los ávidos lectores, por lo que el amor por
los libros y el deseo de poseerlos se asemeja a la función de los bibliotecarios
modernos. Esto nos lleva a preguntarnos, ¿qué son las bibliotecas y cuáles son sus
funciones sociales?, ¿son instituciones dinámicas o estáticas?, ¿cuál es el grado de
relaciones que existe entre la compleja y creciente sociedad y las bibliotecas
modernas?, ¿cuándo nació la función de los bibliotecarios?

Muchas veces nuestro sentido común y la experiencia vivida en diferentes


ámbitos y circunstancias nos llevan hacia definiciones sencillas elaboradas de
acuerdo a nuestros conocimientos adquiridos, por lo que responderemos que son
colecciones públicas o privadas de libros, aunque también consideramos a los

2
manuscritos y a los documentos de hemeroteca y videoteca -y demás variados
formatos- como partes integrantes de las recopilaciones existentes en las bibliotecas
modernas. Las más importantes pertenecen a los ámbitos públicos cuya función
social es la difusión masiva (hacia los estudiantes-investigadores y lectores) de los
saberes culturales de un pueblo determinado o de la humanidad en general
(resguardando y organizando a los diferentes conocimientos desarrollados a lo
largo de la historia), siendo administradas estas instituciones por las dependencias
gubernamentales, lo que les otorga en muchas oportunidades un alto contenido de
interacción humana de acuerdo a las actividades culturales realizadas para la
sociedad en sus características variadas, mostrándose entonces como
establecimientos públicos con políticas dinámicas y abiertas. Dentro de este vasto
conjunto, también existen las bibliotecas populares, las cuales son administradas
por comisiones de vecinos interesados en resaltar la cultura de los pueblos a través
de la difusión bibliográfica como actividad complementaria de la comunidad. Los
administradores de estas instituciones culturales reciben las correspondientes
ayudas provenientes de la sociedad y en muchas ocasiones, de los gobiernos
locales.

Entonces, conociendo algunas definiciones, ¿cuándo y dónde nacieron las


bibliotecas?

Estas instituciones surgieron en las civilizaciones orientales de la


antigüedad situadas en las tierras mesopotámicas entre los ríos Tigris y Éufrates,
(quizás con funciones más parecidas a las de un archivo por sus actividades de
preservación que a las de una biblioteca). Existieron en los pueblos asirios,
babilonios, hebreos y egipcios, entre otros, los cuales llegaron a recopilar
documentos relacionados a los aspectos religiosos, jurídicos, históricos o literarios
(aunque en menor proporción), entre otras temáticas.

3
La invención de la escritura3 se produjo en la civilización sumeria durante el
siglo III a.C. (actual territorio de Irak), realizándose la puesta en valor del
conocimiento a través de pequeños golpes realizados por punzones de caña sobre
tablillas de arcilla o barro4 guardadas y conservadas en los archivos a través de
diferentes cajas elaboradas con madera. Esta escritura se encontraba representaba
por variados objetos, como piezas de valor y actividades que constituían el
consumo diario del reino (cosechas o animales, es decir, transacciones comerciales).
Esto fue evolucionando hasta la utilización de ideogramas5 como fonogramas, o
sea, una sílaba en lugar de un objeto, aunque estos conocimientos y su resguardo
solamente se encontraban confiados a los sacerdotes del reino. Vemos en esta
civilización dos aspectos importantes: el primero de ellos es la invención de la
escritura antigua (lo que hoy denominamos como “lengua muerta”), lo que
relaciona el conocimiento escrito con las antiguas formas de recopilar los
pensamientos, y lo segundo, es el lugar en donde se albergaban las tablillas de
arcilla, por lo tanto, el surgimiento de los primeros archivos y de quienes se
encontraban a cargo de las funciones de preservación.

3 Desde el siglo I comenzó a utilizarse el pergamino (piel de oveja o ternero) o vitela (piel de cabra),
generalmente se utiliza el mismo término aunque son de composiciones diferentes. El uso del
pergamino o vitela se generalizó porque era más resistente, más fácil de preparar que el papiro, y
además en el mismo se podía utilizar ilustraciones. Con la Iglesia se evolucionó hasta llegar al libro
que conocemos actualmente, utilizándose la hoja de pergamino en sus dos caras para escribir y
cociéndose las hojas para recopilar más datos, muchos más que los que se podían hacer ingresar en
varios metros de rollos de papiro.
4 Este medio de escritura fue utilizado por los sumerios desde –aproximadamente- el cuarto

milenio a.C. Las tablillas de arcilla o barro de los sumerios, poseían caracteres cuneiformes
grabados a través de un estilete (puñal o punzó) para luego secar el material en el aire libre o en el
horno, constituyéndose entonces los primeros archivos-bibliotecas con aquellos contenidos que
fueron confeccionados por la arcilla o el barro. Debido al material, estos objetos llegaron
preservados hasta la actualidad en buenas condiciones.
5 Escritura basada en signos o gráficos que representan conceptos, alguna idea sintética o mensajes

de simple entendimiento.

4
(Escritura cuneiforme sumeria en tablilla de arcilla o barro)

El registro escrito de la lengua sumeria producido dentro de los templos


sagrados de la antigüedad fue reemplazado por la acadia de origen semita (1900
a.C.). La importancia o novedad de esta etapa reside en el descubrimiento de
catálogos de las tablillas de arcilla dentro de los archivos, lo que se podría
denominar como los primeros de sus características en cuanto a los inventarios o
reservorios realizados por los encargados, seguramente con las intenciones de
llevar un control de los conocimientos producidos por los sacerdotes de acuerdo a
las creencias religiosas profesadas en el reino.

En la ciudad antigua de Ebla, el archivo-biblioteca del palacio era utilizado


como una academia para la capacitación de los escribas, otra de las funciones
específicas que encontramos en las bibliotecas actuales y su relación con las
civilizaciones antiguas, además de la mencionada organización producida desde
los primeros catálogos realizados en la lengua acadia.

En las ruinas del palacio real en Nínive (antigua capital asiria), luego de
varios días de excavaciones realizadas por los arqueólogos, se descubrieron más de

5
29.000 tablillas de arcilla que por años formaron parte de la sagrada colección del
rey Asurbanipal (668 a 627 a.C.), constituyéndose como la primera biblioteca
organizada de acuerdo a la distribución que poseían los contenidos, lo cual
benefició al conocimiento de las lenguas antiguas debido a que las investigaciones
lograron el entendimiento de la escritura cuneiforme6. Se encontraron entre las
variadas tabillas el famoso Colofón (el cual especifica la organización y distribución
del contenido de la biblioteca de acuerdo al mandato del rey Asurbanipal en
cuanto a los datos y al título de la obra) y el Poema de Gilgamesh referido al gran
diluvio.

Estas antiguas bibliotecas se encontraban en todas las ciudades asirias,


comenzándose sus esplendores durante el reinado de Sargón II (721 a 705 a.C.) y
continuando los mismos con el mencionado Asurbanipal. Esta civilización posee
un destacado legado cultural, el cual fue transmitido a la posteridad a través de
una gran colección de rituales, oráculos, predicciones, textos mágicos,
matemáticas, astrología, historia, cartas, ventas de tierras, ganados y esclavos,
listas de reyes y crónicas de los reinos, etc. Los reyes comenzaron a encargar las
realizaciones de las copias de aquellas tablillas que se encontraban en las
posesiones de los sabios, comenzándose de esta manera un intercambio de
información desde las bibliotecas o archivos privados hacia aquellas pertenecientes
al reino.

Existen pocas evidencias acerca del material contenido en los archivos


egipcios debido a la composición por la cual estaban realizados los soportes
escritos para expresar los conocimientos producidos en el reino (el papiro7 en
reemplazo de la arcilla utilizada en Oriente, lo que se debía a las distintas
naturalezas); sin embargo, en el sagrado templo de Horus, los arqueólogos

6 Es la forma de escritura más antigua elaborada por el hombre y se encuentra representada por
signos rectos casi triangulares.
7 Es una planta acuática que se encuentra de manera abundante durante el verano alrededor del río

Nilo, con la cual se elaboraba una fina lámina de características flexibles en donde se podían
escribían los aconteceres diarios del reino.

6
encontraron evidencia referida a la existencia de una biblioteca, conclusiones que
llegaron debido a una inscripción que detallaba una cantidad de 37 obras
obsequiadas por el faraón.

Los egipcios poseían las llamadas Casas de los Libros (archivos


administrativos) y Casas de la Vida (lugar en donde los escribas se capacitaban en
sus funciones de copistas), instituciones en donde se destacaban la escritura
jeroglífica realizada en hojas compuestas de papiro. La interpretación de la historia
egipcia fue realizada mayormente por los grabados compuestos en las paredes de
las tumbas y monumentos.

(Papiro egipcio)

Por otra parte, los libros sagrados israelitas constituyen parte de la Biblia,
aunque gran parte del componente de la colección que se albergaba en los templos
judíos fue perdido por las acciones del hombre y del tiempo. Algunos ejemplares
con los que no contamos en la actualidad son El Libro de las guerras del Señor y El
Libro del Justo, siendo mencionados ambos en determinados pasajes la Biblia. Los
rollos se encontraban escritos sobre pieles de animales y preservados -
probablemente- en vasijas de barro.

7
Destacamos como una característica singular de las civilizaciones antiguas
del Oriente a la cultura religiosa e incluso de los pueblos que se encontraba
confiada a los conocimientos de los sagrados sacerdotes. Por otro lado, la griega –
en contraposición-, tuvo un sentido laico y filosófico de acuerdo a los sabios y las
obras realizadas en las escuelas, constituyéndose entonces una manera similar a las
bibliotecas actuales de acuerdo a sus funciones y composiciones de actividades
generales.

Los integrantes del pueblo griego recibieron las instrucciones básicas


impartidas por parte de los sabios, por ejemplo Aristóteles, quien tuvo una de las
primeras grandes bibliotecas en Grecia, la cual era utilizada para conceder las
clases a los estudiantes al aire libre mientras disfrutaban de las bondades de la
naturaleza (fue el gran Alejandro de Macedonia uno de los alumnos del sabio
filósofo mencionado). Según la tradición, al pasar los años, la biblioteca “…fue
dividida…entre las dos principales bibliotecas de la época: la de Alejandría y la de
Pérgamo”.

Alejandro, luego de ser coronado como rey en Macedonia, se convirtió en


un gran conquistador debido a la extensión –no solo militar y política- que hizo de
la cultura griega en gran parte del mundo conocido (europeo, africano y oriental),
llevando el helenismo a través del desarrollo de la fuerza y utilizando en muchas
ocasiones la diplomacia, por lo que se fundaron -durante su existencia y luego de
su muerte- numerosas ciudades llamadas Alejandrías -cada una con sus propias
bibliotecas-, siendo la más importante aquella que se encontraba ubicada en la
costa mediterránea egipcia (fundada en el siglo III a.C. por el general de Alejandro,
Ptolomeo I, aunque para esa fecha ya existía el museo). En este lugar fueron
cultivadas las artes y las ciencias conjuntamente con la política y la filosofía, entre
otras ramas del conocimiento.

En la biblioteca se recopilaron los saberes helénicos pero también los


egipcios, persas, asirios, hebreos y babilonios (es decir, la concepción de cultura y

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de saberes, no solamente estaba reservada para la civilización griega), teniendo
como otra característica principal, la compra o adquisición de rollos con fondos
propios y la realización de copias de las obras originales. Luego de estas acciones,
se dejaba una reproducción para los autores y se confeccionaban los catálogos de
las mismas8, el cual se cree que pudo haber contenido datos de alrededor de 90.000
obras.

El cargo de bibliotecario era designado por el propio rey y debía ser


ocupado por un hombre de gran conocimiento en cuanto a los saberes generales de
las civilizaciones. Esta biblioteca fue cuidada y protegida por los reyes de la
dinastía Ptolomeo, desde su fundador Ptolomeo I hasta el VIII, época en donde
comenzaron las persecuciones hacia los sabios que la mantenían. Gran parte de la
biblioteca fue destruida en el año 48 a.C. (aproximadamente) por las intromisiones
romanas, aunque desde hacía tiempo sus integrantes más importantes se fueron
dirigiendo de manera paulatina hacia el nuevo centro del saber ubicado en el
naciente imperio, Roma (algunos voluntariamente y otros obligados).

(Biblioteca de Alejandría)

8
Observamos varias funciones que son desempeñadas por las bibliotecas actuales, como el catálogo y la
compra de libros.

9
Paralelamente, se destacaba –gracias a la protección de los sabios reyes- la
biblioteca de Pérgamo9 (la misma, al igual que la situada en Alejandría, tuvieron la
función de contener todo el conocimiento humano de la época antigua), la cual
poseía estantes de madera y más de 200.000 ejemplares en rollos con contenidos
homéricos, geométricos y literarios, entre otros saberes, siendo los mismos
catalogados por sus propios autores (poseían los escritos de Aristóteles –al igual
que en Alejandría-, los cuales fueron a Roma por pedido de Cicerón para
reproducirlos).
El comienzo del fin de la segunda gran biblioteca de la antigüedad fue
iniciado cuando Marco Antonio obsequió parte de la misma a Cleopatra como una
forma de reparación por aquella que había sido destruida en Alejandría.
Efectivamente, durante los tiempos de la conquista romana, estas bibliotecas
“…sufrieron incendios y expoliaciones…”, aunque luego de los robos producidos,
“…fueron a enriquecer las primeras bibliotecas romanas, que, sobre todo, eran frutos de
botines” (tales fueron las consecuencias de las luchas desarrolladas en el Asia
Menor).

Cuando los romanos conquistaron Grecia en el año 168 a.C. en la batalla de


Pidna, los generales vencedores escogieron como recompensa de guerra a las valiosas
bibliotecas de los reyes griegos derrotados (el primer caso conocido fue el Lucio
Emilio Paulo, quien obsequió a sus hijos la biblioteca del rey macedonio Perseo),
por lo que las mansiones romanas comenzaron a obtener ejemplares de orígenes
helénicos (aunque luego se difundieron las obras en latín). Fueron conformándose
de esta manera las primeras grandes bibliotecas privadas en Roma, siendo aquella
que poseía el sabio Séneca una de las más famosas existentes durante esa época.

9
El pergamino fue un invento forzoso por parte de los reyes de Pérgamo debido a la negativa de los
Ptolomeos de enviar rollos nuevos de papiro hacia la biblioteca, según narra el escritor Gayo Plinio Segundo
(conocido como Plinio el Viejo). Las causas de esta negativa se debieron quizás a los celos existentes por el
crecimiento de la biblioteca de Pérgamo.

10
La difusión general de la cultura y del conocimiento en Roma comenzó
cuando fue construido el Tabularium o archivo en el 79 a.C. Pocos años después
fue conformada la primera biblioteca pública por obra del sabio, historiador y
poeta (entre otras facetas) Gayo Asinio Polión, existiendo luego las bibliotecas
públicas de Julio César y Augusto (Octaviana y Palatina). Quienes continuaron con
estas obras fueron los emperadores Vespasiano, Trajano y Adriano, entre otros,
sirviendo las mismas también como salas de conferencias, llegando a contar la
ciudad -en la época imperial- con 28 bibliotecas (una de las más importantes la
denominada Ulpiana, la cual se encontraba ubicada en el Foro de Trajano). Estas
instituciones contaban con edificios destacados, como por ejemplo, los grandes
templos de las ciudades más importantes del imperio.

**********

En la Alta Edad Media, la capital del Imperio Romano de Oriente, Bizancio,


concentró durante años la herencia cultural romana –gracias a las bibliotecas
públicas-, complementándola con las características de los distintos pueblos que
habitaban en el resto de Europa, tratándose de esta manera de unir a las distintas
civilizaciones a través de la difusión de los libros, aunque los mismos eran difíciles
de conseguir debido a los costos que representaban por la escasez de los materiales
(razón por la cual existieron pocas bibliotecas privadas).

Los intercambios culturales se produjeron entre las civilizaciones latinas y


árabes debido a que estos últimos construyeron un gran imperio que comprendía
África Central y Norte, Asia Menor, la India y España. Dio comienzo entonces la
adaptación cultural a través de las ciencias y letras, especialmente en España, en
donde influyeron notablemente a través de la dominación de varios reinos.

Las bibliotecas de las ciudades romanas-bárbaras pasaron a formar parte de


los grandes monasterios católicos alrededor de Europa (conocidas como bibliotecas
monásticas), lugares en donde los monjes cristianos se hacían de los textos para

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resguardarlos y estudiarlos mientras practicaban el culto, destacándose también el
surgimiento del “….scriptorium, auténtico taller de librería, a cuya actividad está unida
la historia de las bibliotecas medievales”. De esta manera, las bibliotecas de
características públicas con contenidos laicos, políticos y filosóficos, dieron lugar a
aquellas con sentido religioso-privado, reservándose los monasterios los saberes,
los cuales se encontraban por fuera y alejados de la sociedad campesina medieval,
por lo que las antiguas funciones del bibliotecario recayeron exclusivamente en los
monjes (quienes comenzaron a monopolizar el saber y los conocimientos
direccionándolos y enclaustrándolos hacia las tradiciones cristianas de la Europa
occidental).

Una biblioteca monacal podía estar compuesta por varios centenares de


libros, siendo el principal para la lectura la Sagrada Biblia, además de aquellos
confeccionados por los denominados Padres de la Iglesia y de los utilizados durante
el culto. También -aunque en los talleres-, los monjes elaboraban las
transcripciones de los textos que consideraban paganos y cuyas autorías
correspondían a los sabios latinos y griegos de la época clásica, lo cual era
realizado principalmente para la conservación de las lenguas antiguas.

De manera paralela, en el Imperio Romano de Oriente, se hacía cada vez


más importante la biblioteca de Constantinopla, una de las más grandes existentes
hasta esos momentos en el mundo conocido.

Cuando dio inicio el período conocido como la Baja Edad Media, la sociedad
comenzó lentamente a cambiar en los aspectos económicos, poblacionales y
culturales, existiendo un movimiento que se direccionaba desde los monasterios
del campo hasta las ciudades, las cuales se encontraban cada vez más pobladas. En
reemplazo de las bibliotecas monásticas fueron surgiendo nuevas bibliotecas
alrededor de Europa que se encontraban dentro de las llamadas escuelas
catedralicias (igualmente bajo la mirada de la iglesia), las cuales contaban con

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números importantes de alumnos, siendo una de las más importantes la ubicada
en la ciudad de York, Inglaterra.

A medida que fueron transcurriendo los años, durante el siglo XIIII,


nacieron las primeras universidades10 -por fuera de los preceptos religiosos- como
herencia de las escuelas catedralicias y dentro de ellas, las bibliotecas
especializadas en leyes y ciencias (como características de los nuevos pensamientos
que comenzaron a desarrollarse en los años anteriores). Además, en el siglo XIII,
fue destacada la biblioteca privada del rey Alfonso X, El Sabio, quien fue el autor de
una gran obra jurídica conocida como Las Siete Partidas.

El movimiento humanista (complementando los pensamientos protestantes


de la reforma y afianzando el proceso de los saberes laicos en lugar del religioso, es
decir, el antropocentrismo en reemplazo del teocentrismo), acentuó el uso de las
bibliotecas universitarias establecidas con contenidos por fuera de los saberes
monásticos, desarrollándose de esta manera el inicio de las bibliotecas modernas.

La invención de la imprenta por parte del alemán Johannes Gutenberg en


144011, aceleró el proceso de difusión de las bibliotecas modernas y del
conocimiento durante el período renacentista, convirtiéndose el libro en un
instrumento de utilidad pública.

Desde esos momentos surgieron las bibliotecas nacionales en diversas


ciudades de Italia, Inglaterra, Alemania y España, entre otros países, ampliándose
el patrimonio escrito de la humanidad dentro de las bibliotecas y organizándose
las mismas con nuevos criterios. Entonces, en los tiempos modernos, la vasta
difusión de la cultura motivó la creación más rápida del libro y por lo tanto, de los
repositorios públicos.

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La más antigua universidad es la de Bolonia, mientras que son contemporáneas aquellas situadas en
Toulouse, Sorbona, Cambridge, Oxford, Palencia, Valladolid y Salamanca.
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La evolución de los soportes para la escritura fue mutando desde las tablillas de arcilla (Sumeria, Siria,
Babilonia, Elba y Nínive) y el papiro (Egipto, Israel y Grecia) hasta llegar al pergamino y vitela (Grecia,
Roma y la Edad Media).

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Durante este período histórico surgió la concepción de bibliófilos, siendo
denominadas de esta manera aquellas personas que comenzaron a sentirse atraídas
por los libros con características especiales y únicas –incunables- (un ejemplo de
ello es la familia Médici de Florencia).

Las bibliotecas de los jefes espirituales de la Iglesia Católica también fueron


destacadas, como es el caso del Papa Nicolás V, quien fundó la biblioteca Vaticana
en 1448 con documentos griegos, latinos y hebreos, siendo reunidos algunos de
ellos desde la biblioteca de la ciudad de Constantinopla, aunque sufrieron en 1527
el saqueo de Roma llevado a cabo por los soldados de Carlos V.

**********

En América, las rudimentarias imprentas fueron parte de las propiedades de


la iglesia, siendo introducidas en el Nuevo Mundo para difundir la palabra que se
consideraba necesaria para proveer la evangelización de los pueblos conquistados.

Existieron importantes bibliotecas privadas de los jesuitas en las distintas


ciudades del Río de la Plata, aunque se destacaba principalmente la que se
encontraba en la ciudad de Córdoba. En Buenos Aires, “…el obispo Azamor y
Ramírez donó su valiosa biblioteca al cabildo eclesiástico con el laudable objeto de que,
tomándola por base, se formara una biblioteca pública. Este deseo se realizó en el año 1810”.

En la ciudad de Santiago del Estero también existió una valiosa biblioteca de


los jesuitas, destacándose entre sus estantes los libros del doctrinario español y
jesuita Francisco Suárez, como por ejemplo Teología Moral y Comentarios Eclesiásticos
y Defensio Fidei de 1613, en donde se contrariaban las ideas absolutistas de Jacobo I
de Inglaterra a través de la tesis del origen del poder político del rey emanado
desde la población. También se encontraban obras como Filosofía Natural (P.
Antonio Rubio), Política Indiana (Juan de Solórzano Pereyra), Idea de un príncipe
cristiano (Saavedra Fajardo), Arte de Gramática (Nebrija), Matemáticas (P. Vicente
Tosco), Arte de la lengua Lule (P. Machioni), Geometría (P. Tamburini), Descripción

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Gráfica (P. Pedro Lozano) y Cronología Astronómica (Mateo Rodeti), entre otros. La
diversidad de autores y temáticas se evidenciaba a través de la filosofía cristiana de
Santo Tomás y San Agustín, los estudios de historia natural del padre Nieremberg,
el derecho de las Leyes de la Corte de Toro de Abendaño, la historia de los jesuitas
de Lozano, los estudios de las lenguas indígenas del P. Barzana y la religiosidad de
Santa Teresa y fray Luís de Granada. Los ejemplares que se encontraban en la
biblioteca principal de los jesuitas santiagueños, en los claustros para uso
individual y en otros sitios del Colegio de Santiago, sobrepasaban el millón de
libros, los cuales componían “…una lista elocuente de los mejores autores de la
enseñanza teológica, jurídica y política hispana de la libertad, que fue la más avanzada del
mundo y anterior a los filósofos enciclopedistas liberales”. Los libros poseían tapas en
pergamino y pasta española, los cuales complementaban las actividades culturales
de la enseñanza de la gramática y las primeras letras conjuntamente con la música
que enseñaban y practicaban los jesuitas a través del arpa, los violines y otros
instrumentos (Alen Lascano: 1992). Fueron creciendo de manera paralela el resto
de las órdenes religiosas, las cuales tuvieron también sus propias bibliotecas y las
utilizaron como elementos fundamentales dentro de las formaciones espirituales y
humanas, por lo que hicieron funcionar dentro de los conventos las primeras
escuelas de nivel inicial conocidas en Santiago del Estero.

Fue la civilización anglosajona la primera en advertir la necesidad de fundar


bibliotecas para la difusión de la cultura, tomando a la biblioteca popular como un
“…organismo que nace con el dinero de la colectividad. Tanto en Inglaterra como en
América estas bibliotecas, mantenidas por las autoridades locales, fueron desde un principio
concebidas como organismos independientes de la iniciativa estatal...”. Al respecto, las
bibliotecas populares comenzaron a nacer en “…Carolina del Sur, donde…fue
promulgada la ley de tutela más antigua sobre las bibliotecas. Benjamin Franklin fundó la
Philadelphia Library Company, a la que corresponde el mérito de haber instituido la
primera biblioteca pública de Boston; el sistema adoptado, era el de la libre inscripción que
daba a los socios el derecho de leer los libros”.

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Conclusiones

Esta simple y breve recopilación de datos e historia acerca del nacimiento y


evolución de los archivos y bibliotecas, puede ser visto como una cronología de las
instituciones culturales bibliográficas y como una revalorización de la función del
bibliotecario como agente articulador entre la sociedad y el conocimiento,
destacándose el mismo con las funciones adherentes a la dinámica cultural y
siendo partícipe principal en la construcción del conocimiento humano en las
bibliotecas modernas. La labor primigenia del bibliotecario-conservador de
documentos, comenzó a desarrollarse de manera lejana en las antiguas bibliotecas
orientales representadas por los sacerdotes, aunque esta tarea fue evolucionando
hasta llegar a funciones más parecidas a las actuales con las bibliotecas griegas.

La evolución de los archivos-bibliotecas se produjo desde la elaboración de


los catálogos acadios y sus representaciones antiguas de los archivos e inventarios
hasta pasar por las capacitaciones en Ebla y las bibliotecas asirias difundidas en
todas las ciudades del reino (destacándose la clasificación del conocimiento
desarrollado en la historia de los reyes y en las copias de las tablillas privadas);
llegándose a diferenciarse estas civilizaciones orientales con las instituciones
griegas con características laicas y filosóficas en una nueva etapa de la historia
humana. Desde allí tomaron forma las bibliotecas asentadas en las Alejandrías y
Pérgamo hasta su ocaso durante el inicio de la época romana, naciendo luego las
bibliotecas cristianas enclaustradas y más adelante las universidades y la difusión
masiva de los libros desde el siglo XV.

El resguardo del saber humano fue evolucionando desde aquellos lejanos


mausoleos de libros en la antigüedad hasta llegar convertirse en un agente activo
en los diferentes niveles de la sociedad. Actualmente, estas instituciones culturales
se encuentran al servicio de quien desea conocer y cultivar el conocimiento propio
y ajeno, llegando a complementarse esta actividad con la labor educativa en todos
los ámbitos del saber.

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En las bibliotecas hay tres personajes principales: el libro, el lector y el
bibliotecario, quien actúa como mediador en el proceso de apropiación del
conocimiento, aunque también infiere en esta composición tripartita la sociedad en
su conjunto como un componente generalizado y su articulación esencial entre las
diversas instituciones (en este caso las bibliotecas públicas y populares), lo que nos
proyecta a la definición de la CONABIP acerca de la importancia de la
participación de los vecinos como un pilar fundamental del conocimiento humano,
proyectando el mismo hacia la construcción del futuro mediante la dinámica
cultural existente entre las instituciones y la sociedad, posibilitada la misma por la
articulación social y la flexibilidad (las cuales son características de las bibliotecas
populares actuales).

La incorporación de los sectores sociales son partes fundamentales de los


reservorios del saber, incluyendo la igualdad como partícipe esencial de las
funciones de las bibliotecas, de manera que el contenido y las actividades que se
realicen en las mismas, lleguen a todos los estratos sociales, representando la
equidad en el presente, lo que lograría un futuro albergando y propiciando las
oportunidades recíprocas en la sociedad. Por lo tanto, estos reservorios de la
cultura dejaron de ser hace mucho tiempo simples habitaciones en donde se
recopilaban libros y se guardaban los registros de los autores, siendo actualmente
lugares de difusión cultural en donde participan activamente la ciudadanía y los
grupos culturales difusores de la palabra.

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Repositorios

-Biblioteca 9 de Julio;

-Biblioteca Sarmiento;

-Biblioteca Jorge Washington Ábalos;

-Biblioteca Pedro Firmo Únzaga;

-Biblioteca Bernardino Rivadavia de la ciudad de La Banda.

Bibliografía de consulta

-Albani, J.; Finó, J.F. y otros (1958), Manual de bibliotecología para bibliotecas populares,
Editorial Kapeluz, Buenos Aires;

-Álvarez, Luís María (2006), Manual para bibliotecas pequeñas, Barco Ediciones, Serie
Aula Ideal, Santiago del Estero;

-Lerner, Fred (1999), Historia de las bibliotecas del mundo. Desde la invención de la
escritura hasta la era de la computación, Editorial Troquel, Buenos Aires;

-Monitor (1966), Enciclopedia Salvat para todos, Volumen 2 (astro-cali), Salvat


Editores Argentina, Buenos Aires.

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