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Una pasión
global
Fenómeno. En plena era tecnológica, La Ilíada y La Odisea son objeto de culto
masivo
Alejandra Folgarait
31 de enero de 2016
Heródoto señaló, 500 años antes de la era actual, que leer a Homero y Hesíodo
era lo que verdaderamente civilizaba a un ser humano. Sin embargo, en algún
momento, los clásicos griegos quedaron reservados para el círculo académico de
lingüistas y, acaso, para los herederos de Freud. Ahora, lo que alguna vez
constituyó un objeto de estudio elitista vuelve para atravesar la cultura de masas
sin pudor. Nunca como hoy se publicaron tantas versiones de La Ilíada, ni se
filmaron tantas películas con héroes griegos (Troya, Alejandro, 300, Furia de
titanes, Hércules), ni se debatieron tanto las figuras de Odiseo y Aquiles en aulas
y redes sociales.
Al borde de la fusión con las máquinas, los seres humanos se sumergen de nuevo
en los clásicos griegos. La Ilíada se convirtió en best seller gracias a nuevas
ediciones en todo el mundo. En agosto pasado, su lectura en continuado a lo largo
de 16 horas por parte de famosos actores ingleses fue un éxito, gracias a su
transmisión online desde un teatro londinense. O, más probablemente, debido a
su tuiteo en vivo y a la creación dehashtags lúdicos, como #teamAchilles y
#teamHector, que sumaron una dimensión participativa a la lectura
(https://storify.com/AlmeidaTheatre/the-iliad-live-at-the-british-museum-
almeida-theat).
En su famosa edición de Gredos, el clásico homérico llegó en septiembre pasado a
los kioscos argentinos en una versión económica. Para octubre, ya no quedaba ni
un ejemplar en la calle. No es un fenómeno local solamente. En España, donde la
primera traducción al castellano vio la luz en 1788, se publicaron en las últimas
dos décadas por lo menos seis versiones nuevas de La Ilíada. En América Latina,
La Odisea fue traducida nuevamente en 2013 por el lingüista boliviano Mario
Frías Infante. Penguin Random House anticipa que en febrero publicará en la
Argentina por primera vez La Ilíada y La Odisea en las traducciones del español
Fernando Gutiérrez. Otras clásicos griegos están siendo traducidos por Losada y
Colihue. Por su parte, en Estados Unidos se publicaron ocho nuevas traducciones
de La Ilíada en la última década, y van por más.
¿Por qué esta avalancha de textos que tienen miles de años y requieren un
enorme trabajo de traducción? No es que no hubiera excelentes versiones de las
15.000 líneas de La Ilíada, tanto en prosa como en verso. Ni la traducción del
novelista Simon Butler (1898) ni la del poeta Alexander Pope (1720) estaban en
discusión en el mundo anglosajón. Sin embargo, en 1990 apareció la traducción al
inglés de Robert Fagles, que lleva vendidas un millón de copias. Ahora, se
anuncia la de Caroline Alexander, que no sólo es la primera hecha por una mujer
sino también por una periodista (con gran formación clásica, eso sí). Según
Alexander, su intención fue devolver La Ilíada a la gente que no tiene estudios
académicos. Y subrayar cómo resuena la guerra de Troya hoy, contra los titulares
de guerra de los diarios y las atrocidades cometidas por ISIS.
Ni hablar del éxito de los cursos, los videos y los libros del filólogo húngaro
Gregory Nagy, quien desde la Universidad de Harvard encabeza hace décadas la
traducción de los antiguos textos griegos. Nagy celebra la traducción de
Alexander por ser fiel a la palabra viva del original griego. "Cuando leo los versos
de la nueva traducción de Alexander, puedo casi escuchar la música de la
performance homérica", dice Nagy. La poesía homérica, enfatiza, "es uno de los
más bellos y perfectos sistemas de comunicación que podemos encontrar en la
historia de la civilización".
Pero ¿hacen falta tantas nuevas traducciones? "Sí, definitivamente -afirma Peter
Struck, profesor de Estudios Clásicos en la Universidad de Pensilvania, en
Estados Unidos-. La traducción, incluso entre dos lenguas modernas, nunca es un
asunto simple. Si así lo fuera, el traductor de Google habría convertido en
obsoleta la enseñanza de idiomas extranjeros, y no lo ha hecho. El problema es
todavía más agudo cuando se traduce de una lengua tan antigua como el griego
homérico. Al no haber una fórmula única, los traductores deben tomar decisiones
para encontrar las palabras que encajen en el contexto, y esto significa
comprender las muchas capas que subyacen a un texto, de lo más general a lo
particular. Esto implica un trabajo en equipo".
Boom traductor
¿Qué hay detrás de toda esta movida homérica, que se extiende a los libros
juveniles, con la saga de Percy Jackson, a las películas y series que recrean la
mitología griega (¿alguien se acuerda aún de Xena, la princesa guerrera?), e
incluso a la moda femenina, con sus largos vestidos de inspiración helénica (ver a
Lily James en el premio Golden Globe)?
En principio, hay que decir que los clásicos ejercen una inevitable atracción sobre
cualquiera que haya sumergido los pies en sus aguas. Todo -pero todo- está en La
Ilíada y La Odisea. Pueden pasar décadas entre una primera y una segunda
lectura, pero quien vuelve a Homero ya no deja de releer con fervor lo que los
valientes Aquiles y Héctor enseñan sobre la gloria y la muerte; o lo que el
ingenioso Ulises tiene de humano en su nostálgico peregrinar para volver a casa.
"Para cualquiera que se dedique a las letras, los textos épicos griegos son
imprescindibles", apunta Gustavo Daujotas, secretario académico del
Departamento de Lengua y Literatura Clásicas de la Facultad de Filosofía y Letras
de la UBA. "Hay una suerte de demanda histórica para leer a los clásicos y la
mitología griega -por ejemplo, por parte de psicoanalistas- que la academia antes
no atendía. Esto está cambiando."
¿Por qué se traduce más hoy? "Existen muchas traducciones que han quedado
obsoletas. Y también las editoriales se dan cuenta de que se venden bien y
encargan traducciones, no siempre a los mejores expertos." ¿Cuál es la mejor
traducción para acercarse a La Ilíada por primera vez? Para Daujotas, cualquiera
que sea en prosa y no en verso, "porque difícilmente se pueda reflejar en español
los hexámetros homéricos". Daujotas se inclina, personalmente, por la versión de
la editorial Cátedra.
En cambio, para María José Coscolla, profesora asociada de Lengua y Cultura
Griegas de la UBA, la versión más recomendable es la de Gredos, traducida por
Emilio Crespo Güemes, que tiene la ventaja de tener los versos marcados. De
todos modos -aclara la especialista argentina- una cosa es una edición crítica;
otra, una traducción anotada, y otra, una simple traducción basada en una
edición de base. La cuestión no es nueva. En "Las versiones homéricas" (1932),
Borges se interroga sobre ese punto. "¿Cuál de esas muchas traducciones es fiel?,
querrá saber tal vez mi lector. Repito que ninguna o que todas. Si la fidelidad
tiene que ser a las imaginaciones de Homero, a los irrecuperables hombres y días
que él se representó, ninguna puede serlo para nosotros; todas, para un griego del
siglo X."
Desde Estados Unidos, la clasicista Claudia Filos agrega: "Mi impresión es que la
tradición homérica continúa siendo poderosa porque valida nuestras preguntas
sobre lo que significa sufrir, triunfar, y enfrentar nuestra propia muerte y la de los
que queremos". "Y por sobre todo -dice la coordinadora del curso The Ancient
Greek Hero por el que pasan miles de personas de 170 países-, porque ofrece una
experiencia de conexión poderosa con otros que se han hecho preguntas
similares."
"¿No es quizá La Odisea el mito de todo viaje?", escribió Calvino. Es cierto, pero
nada supera La Ilíada cuando se trata de comprender la vida. Basta pisar las
murallas de la antigua Troya, en Turquía, y observar la llanura que se extiende
ante el Helesponto, para entender por qué Homero sigue vivo. Como hace cuatro
milenios, el viento troyano sacude levemente las hojas y una lechuza guarda el
templo de Atenea en ruinas. Allí, es nuevamente Aquiles quien nos habla y dice:
"? dos destinos me conducen a la muerte. Si me quedo y combato al pie de la
ciudad de los troyanos, no volveré jamás a mis dominios; pero mi gloria será
imperecedera. Si retorno a mi hogar, en la muy amada tierra de mi patria,
perderé toda gloria; pero llegaré a viejo".
Homero nos enseña que la condición humana consiste en elegir entre dos
caminos, que confluyen en el mismo punto final. Sólo los héroes -y los sabios
poetas- pueden aspirar a la inmortalidad.