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Sobrevivir al suicidio de mi madre

26/8/2019 | por Rav Shraga Simmons

Shanee Markovitz, trabaja para vencer el estigma de las enfermedades mentales.

Hace dos años, cuando Shanee Markovitz tenía 17 años, se despertó una calurosa
mañana de verano y descubrió que su madre, Sharón, se había suicidado.

Parada descalza y en pijama frente a su casa en Florida, Shanee enfrentó una


cantidad de autos de policía y una confusión masiva. En los momentos siguientes,
un Rabino, un psicólogo y dos amigos del a familia llevaron a un costado a Shanee
y a su padre y les dijeron: “Cualquier cosa que digan ahora, no podrán volverse
atrás. Quizás es mejor decirle a todo el mundo que fue una muerte súbita o un
ataque cardíaco”.

Shanee y su padre se miraron a los ojos y declararon: “No, no lo haremos”. Ellos


sabían que era un problema de salud y que mentir no beneficiaría a nadie.

Shanee le dijo a Aishlatino.com: “Ellos querían protegernos del estigma y de la


curiosidad pública. En el peor día de mi vida, me ofrecieron el silencio. Sin embargo
el silencio era precisamente lo que había llevado a que llegara ese espantoso
momento”.

Shanee (a la izquierda) y su familia

Arrojada bajo la luz de los


reflectores, Shanee (articulada, firme
y con una madurez superior a sus
19 años), tomó el rol de ser un
vocero contra el estigma y la
vergüenza de la enfermedad
mental. Sus publicaciones en
Facebook, su editorial en The
Forwardy su discurso en Ieshiva
University titulado “Vencer el
estigma”, se volvieron virales.
Shanee fue elegida por el New York Jewish Week como una de las personalidades
jóvenes más destacadas de los Estados Unidos.

En el peor día de mi vida, me ofrecieron el silencio.

Compartir las luchas


El tema del suicidio se vuelve cada vez más grave. Durante las últimas dos décadas
la tasa de suicidio en los Estados Unidos se incrementó en un 25%. Los suicidios de
personas famosas (Robin Williams, Kate Spade, Anthony Bourdain) sacaron el tema
a la luz. Pero el estigma social perdura, también en la comunidad judía.

“Siempre supe que la enfermedad mental es un tema tabú, pero no entendí hasta
qué grado”, afirma Shanee. La realidad quedó clara cuando se sentaron
en shivá por su madre. “Literalmente decenas de personas abrieron sus corazones y
me dijeron: ‘Esto también ocurrió en mi familia, pero no hablamos de eso’, o ‘No
puedo contarte cómo falleció mi abuelo, pero nuestra historia es muy similar’”.

Desde ese momento, Shanee se convirtió en un rostro confiable del movimiento


para quebrar el tabú de la enfermedad mental. “Cientos de personas se acercaron a
compartir sus secretos más ocultos y oscuros”, dice Shanee, quien en varias
ocasiones guio a personas con tendencias suicidas a recibir ayuda.

¿Qué pasa cuando la persona comparte su sufrimeinto, pero se niega a recibir


ayuda? ¿Debes traicionar su confianza?

Cuando tienes una vida en tus manos, no importa que los sentimientos de alguien
resulten lastimados.
“Creo que se debe trazar una línea. Si alguien no constituye una amenaza para sí
mismo o para los demás, entonces quizás no debemos erigirnos en jueces morales.
Pero en situaciones donde existe peligro de daño personal o amenazas de vida,
nunca se debe prometer mantenerlo en secreto. Cuando tienes una vida en tus
manos, no importa que los sentimientos de alguien resulten lastimados. Eso es
algo con lo que no se juega”.

Shanee cuenta que una vez tuvo que actuar a espaldas de alguien para lograr que
lo ayudaran. “Al final, lo agradecieron. Siempre es mejor estar seguro que
lamentarse. En el judaísmo no hay casi nada que no se deba hacer para salvar una
vida”.

Luego del suicidio de su madre, Shanee sufrió un completo trastorno de estrés


postraumático, que se manifestó como ansiedad extrema, temblores incontrolables
y sensación de asfixia. Durante meses apenas logró dormir; tenía pesadillas
recurrentes que la dejaban temblando y con la sensación de que le faltaba el aire.
“Al principio ni siquiera me podía quedar sola en una habitación. Lloraba mucho en
público y no soportaba los lugares donde había mucha gente. Me encerraba en mi
misma y focalizaba toda mi energía sólo en existir”.

Shanee de bebé, con su madre Sharón

Shanee pasó por un proceso


intensivo de terapia,
específicamente de EMDR
(desensibilización y reprocesamiento
a través del movimiento ocular),
reconocido como el principal
tratamiento para el síndrome de
estrés postraumático. “La terapia no
se trata sólo de hablar mucho. Hay
que comprometerse a efectuar
cambios de comportamiento y en
las relaciones. Es reconstruir la manera en que funciona tu cerebro”.

La comunidad judía
Shanee nació en Eilat, Israel, de padres israelíes. En el 2005, la familia se mudó a los
Estados Unidos en busca de oportunidades de negocios. Durante años, ocultando
una depresión nunca tratada, la madre de Shanee mantuvo una fachada. “Incluso
en nuestros peores momentos, ella se presentaba con una sonrisa, perfectamente
normal y feliz”, asegura Shanee. “Lo externo era una máscara que ocultaba lo
interno. Ella pensó que nos estaba protegiendo de la tristeza. Mientras tanto, su
enfermedad permaneció sin ser diagnosticada”.

Se estima que un 20 por ciento de la población de los Estados Unidos sufre alguna
forma de enfermedad mental, y más de la mitad no reciben tratamiento. La
depresión no tratada es la primera causa de suicidio. Globalmente, cada año se
suicidan más de 800.000 personas, la segunda causa de muerte entre los 15 y los
29 años de edad.

¿Por qué los temas de salud mental se consideran de una forma tan diferente que
lo que tiene que ver con las enfermedades físicas, como diabetes o cáncer?
Shani dice: “Es algo que asusta, porque está en la cabeza de la persona, a diferencia
de una discapacidad física en la cual se puede ver lo que ocurre. Sin una
comunidad con la cual uno pueda conectarse de forma abierta, uno no sabe que
hay otras personas que experimentan lo mismo. Por eso es mucho más solitario y
aislante”.

Shanee asegura que si bien el estilo de vida judío tiene beneficios para la salud
mental, esta ventaja puede verse reducida por la reluctancia a sacar a la luz estos
temas. Especialmente en la comunidad judía, donde se protege con fuerza la
reputación de la familia, es posible que la gente no reciba la ayuda que necesita.

Shanee tiene esperanzas de


lograr eliminar este tabú. “Hace
algunos años, también había
algunas enfermedades físicas
que eran tabú. Pero hemos
crecido como sociedad y
llegamos a aceptar la realidad.
Yo creo que también en lo que
respecta a la enfermedad
mental estamos moviéndonos
en la dirección correcta”.

“Desde el comienzo mi padre


me apoyó por completo. Él no
habla en público, pero me da
sugerencias y le gusta verme
hablar. Él se siente alentado por el impacto positivo que tuvieron mis discursos”.

Shanee alienta a todos a quebrar este tabú, ya sea hablando con un amigo o
escribiendo sobre el mismo de forma anónima. “Abrirse con otra persona, ya sea
pidiendo u ofreciendo ayuda tiene mucha fuerza. Literalmente puede salvar vidas.
Cada uno debe evaluar sus propias habilidades y sus oportunidades dentro el
esquema general. Todos compartimos la responsabilidad”.

Herramientas para ayudar


Shanee afirma que aprendió de Marc Fein, director y defensor de salud mental de
la NCSY, cuatro palabras importantes que pueden salvar una vida:

 Desde la perspectiva de un amigo, las palabras claves son: “¿Estás bien?”


 Desde la perspectiva de la persona deprimida, las palabras claves son:
“Necesito ayuda”.

Casi todo el mundo pasa por períodos de tristeza, incluso de depresión. ¿Cómo
podemos identificar cuando se cruzó la línea y se trata de algo que requiere
intervención?

No ignores las señales rojas. Efectúa una revisión: “¿Estás bien?”


“Cada uno conoce a sus amigos y a su familia, por lo que frecuentemente podemos
saber cuando algo no está bien. A menudo ignoramos las señales rojas. Presta
atención a los cambios de comportamiento, a las alusiones crípticas o a las bromas
respecto a lastimarse a uno mismo, o simplemente el hecho de disminuirse a sí
mismo. Quizás sienten una gran carga sobre sus hombros y eso puede afectar su
rendimiento en la escuela, el trabajo, las relaciones y las actividades favoritas. No te
limites a reírte y a quitarle importancia pensando que “tiene un mal día”. En
cualquier situación de duda, siempre es mejor revisar lo que ocurre y preguntar:
“¿Estás bien?”.

Parece ser tan simple. ¿Por qué la gente no lo pregunta más a menudo?

“Muchas veces tememos escuchar la respuesta. Nos sentimos incómodos al abrir y


sacar a la luz el dolor de su dificultad. Y no nos sentimos equipados para ‘resolver’
su problema”.

Shanee asegura que la respuesta es simplemente dirigirlos hacia la fuente


apropiada. “De esa forma nuestra incomodidad puede dividirse y podemos
focalizarnos más en obtener la ayuda necesaria”.

Shanee describe lo que se debe hacer cuando alguien revela su dolor privado.

“En primer lugar mantente callado y escucha. Aliéntalo a abrirse: ‘Eres importante
para mí’. Sin embargo, debes tener cuidado respecto a dónde presionar y dónde
no. Deja eso para profesionales certificados.

“En segundo lugar, asegúrale a la persona: ‘Te ayudaré a encontrar ayuda, y te


acompañaré a lo largo del proceso’ Déjala saber que te preocupas por ella. Sigue
siendo su amigo, incluso cuando es difícil.

“En tercer lugar, asegúrale que hay otras personas en la misma situación. Dile: ‘No
estás solo, y vi que otras personas se recuperaron. También tú puedes lograrlo’. A
menudo esta es la pieza clave que muchos nunca escucharon y que brinda mucho
alivio”.

Mirar hacia adelante


Shanee (D) con sus hermanos

Shanee acaba de completar su


primer año en Stern College en
Nueva York, donde estudia ciencias
políticas. “Consideré la posibilidad de
estudiar psicología, pero decidí que
no era para mí. Mi fuerza es mi
historia personal. Hablar sobre salud
mental es parte de mi camino de
curación y seguirá siendo una gran
parte de mi vida, no sólo como una
‘carrera’”.

Poco después de comenzar a hablar en público, Shanee se conectó con Refuat


Hanefesh, una organización sin fines de lucro dedicada a despertar conciencia
sobre los problemas de salud mental en la comunidad judía. Refuat
Hanefesh también brinda un espacio seguro donde la gente puede recibir ayuda de
forma anónima, sin temer ser juzgada, por parte de personas que entienden los
matices culturales y religiosos del judaísmo.

En su discurso en Ieshiva University, Shanee declaró:

“Mientras haya quienes teman perder sus trabajos, perder la posibilidad de que
alguien los ame y se case con ellos, ser dejados de lado por las instituciones, las
amistades y las comunidades, eso quiere decir que no estamos haciendo lo
suficiente. Hay demasiadas personas que se sienten solas. Demasiados sienten que
la oscuridad sobrepasa a la luz. Podemos hacer más y debemos hacerlo. No
debemos aceptar un mundo en el que una madre esté demasiado asustada como
para decirle a alguien que no desea vivir, por miedo a que la vayan a despreciar”.

Respecto a su futuro, Shanee está escribiendo varios trabajos sobre salud mental y
espera seguir compartiendo su historia en universidades y sinagogas. “Todos
necesitamos recordar que somos valiosos y dignos. A pesar de mis desafíos, yo no
estoy dispuesta a ceder a mi funcionalidad, a mi confianza en las personas que
amo ni a mi capacidad de llegar a ser en el futuro una madre afectuosa y capaz”,
dice con determinación.

“Debemos quebrar este silencio que aturde, este velo que obliga a la gente a
ocultar sus dificultades y a no buscar ayuda. Con nuestras voces y nuestra empatía,
podemos vencer este estigma”.

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Sobre el Autor

Rav Shraga Simmons


Más de este Autor >
Rav Shraga Simmons pasó su infancia haciendo 'trekking' en la nieve de Buffalo, Nueva
York. Ha trabajado en las áreas de periodismo y relaciones públicas, y actualmente es el
Co-Editor de Aish.com en Jerusalem.

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