Вы находитесь на странице: 1из 27

1

EL GÉNERO DEL CUENTO Y LA SICARESCA COMO INSTRUMENTOS PARA

CREAR EL HÁBITO A LA LECTURA ENTRE ADOLESCENTES.

(ESTE ENSAYO OBTUVO EL TERCER PUESTO EN EL CONCURSO DE

COMFENALCO Y EDITORIAL EDILUX SOBRE LA PROMOCIÓN DE

LECTURA. MEDELLÍN, MAYO DE 2007)

A quienes les he inyectado


el sagrado
hábito de la lectura.

Leyendo se termina sabiendo casi todo.


…que cada persona que lea sea,
ella, su propia orilla, y que sea suya
y sólo suya la orilla
a la que tendrá que llegar.

La Caverna, José Saramago p.99

Maestros, políticos, religiosos, bibliotecarios e intelectuales vienen diciendo desde hace

muchos años que la juventud no lee. Se afirma también que la lectura promedio por año de

libros en Colombia es de uno en el nivel medio de educación. Seguramente es cierto, pero


2
esta afirmación nunca la he encontrado seguida de cuál es el nivel de alfabetismo en

Colombia. Con respecto a la información sobre nuestros índices de lectura la editorial del

pasado mes de enero de la revista Arcadia es muy clara: “el 73% de los colombianos no

lee revistas; 68.5% no lee periódicos y 59% no lee libros”. Frente a este panorama de

lectura es claro, como lo explica también la misma revista: “bajamos de la lectura 2.4

libros por año a 1.6”. (Revista Arcadia. Editorial. Enero 2007. p.3)

Además, los cambios en el sistema educativo han determinado también este nivel de

lectura, pues agrega la editorial mencionada:

Convencidos de que el futuro son las competencias, y de que estudiar una carrera

profesional durante 5 años es inútil, las reformas educativas están apuntando a insistir en

manejar códigos para desempeñarse en oficios prácticos como en el caso de miles de

estudiantes que año tras año prefieren aprender el manejo de programas informáticos

antes que enfrentarse a otros retos para los que, quien lo duda, hay que saber leer.

(Arcadia. Enero 2007: 3)

Ante el panorama que plantea la revista, el estudiante actual de Educación media interpreta

determinados códigos que él llama lectura. Nuestro estudiante descifra códigos constantes

de su entorno, interpreta signos de la tecnología, decodifica la información en la que está

invadido y ahogado por los medios electrónicos. Pero, en el sentido de lo que pensamos de

lo que es la lectura como instrumento de comunicación, goce y aprendizaje, el estudiante y

el colombiano medio no lee.


3

Lo anterior lo demuestra también el informe de la Cámara colombiana del libro en

2006: ...el hábito a la lectura tiene sus puntos grises. Por ejemplo de cada 100 personas

mayores de 12 años, 23 compran por lo menos un libro al año, lo que significa que un gran

porcentaje de la población no leen ningún libro al año. Un caso claro es, en 13 áreas

metropolitanas de Medellín en la que consolidó la encuesta, se registró que el 19.6%

asistió en 2005 a una biblioteca. (El Colombiano. Jueves 22 de febrero 2007).

Aunque en Bogotá las condiciones parecen ser otras. En el escrito titulado El libro en su

capital, el autor afirma:

Las universidades también están dando que hablar con nuevas propuestas de sus centros

de consultas. Algunas tienen servicio de 24 horas y otras no cierran ni festivos. La

Nacional, los Andes y la Javeriana tienen en sus bibliotecas, en promedio, más de medio

millón de volúmenes. En el 2006, 5.339.737 personas visitaron las tres bibliotecas

mayores, las seis locales y las diez de barrio.

Los bogotanos, directos beneficiarios de los cuatro años de trabajo de la Red, han estado

a la altura de los novedosos servicios de los jóvenes centros de consulta. El año pasado

hicieron 10 millones de consultas y se llevaron 561.256 libros para su casa. Además,

40.629 visitantes se convirtieron en nuevos afiliados”.( El Tiempo; Leturas Fin de

Semana. Héctor Cañón Hurtado. Saábado 24 de febrero de 2007. p.4).


4
Ante este panorama es necesario comprender que el trabajo es arduo y parece una utopía

crear hábitos de lectura. Para enfrentar esta utopía es fundamental tener en cuenta factores,

instrumentos y propuestas claras de lo que es la lectura. Una de las dificultades que surgen

para crear este hábito entre adolescentes es la limitación académica por descubrir las clases

de textos que le creen la necesidad de leer. ¿Qué textos pueden crear el hábito de la lectura

entre adolescentes? Esta pregunta es la que determina la orientación de esta propuesta para

crear nuevos lectores.

Para empezar a desmadejar este ovillo de lo que es la lectura y cómo crear el hábito a la

lectura, de la creación de lectores, es necesario entender primero las condiciones objetivas

de nuestros jóvenes actuales en desarrollo académico. Los estudiantes leen pero no

comprenden lo que leen. Actualmente, y debido al auge de las comunicaciones, el

estudiante lee para informarse; no procesa el conocimiento.

Por otra parte, las condiciones y orientaciones académicas en colegios y universidades en

las cuales nos desenvolvemos en Colombia no tienen la lectura como centro de

aprendizaje. Además de lo anterior, están otras; las espaciales, el uso de las bibliotecas

escolares y públicas, el ambiente social y familiar en la que está inmersa nuestra mayoría

de jóvenes de estratos medio y bajo.

Aunque actualmente en Medellín se funden nuevas bibliotecas en los barrios y se forme

una infraestructura en estos nuevos espacios, es bueno también reconocer que existen

todavía instituciones en las cuales no hay biblioteca. En otras, si existe este espacio, no
5
cumple la función para la cual fue creado. Es el lugar donde se depositan objetos que no

son propiamente libros. De esta manera, el libro, como objetos que nos acerca a la

disciplina de la lectura, no llega a la institución y mucho menos a las manos de quien será

el futuro lector. El panorama pues no es como lo miran muchos a través de cifras y

resultados que afirman otras cosas.

Desde la perspectiva de a quien formamos actualmente, el joven estudiante entre los

grados de sexto y once oscilan entre los 11 y los 17 años de edad. Tiempo propicio para

crear el hábito a la lectura. Es la edad en la cual tienen todos los impulsos adrenalínicos

para adquirir hábitos. Edad en la cual se plantea todas las posibilidades de proyección

mental, social, política, económica y vital. En esta edad proyecta su heroísmo, se mira a sí

mismo con todas las posibilidades de ser como es y de preguntarse cuál es el camino de sí

mismo y de su vida. Es la edad de las preguntas y la búsqueda de respuestas. Uno de los

aspectos que predominan durante esta época es la búsqueda de identidad, del encuentro

consigo mismo. Esta es la edad que aprovecha el consumismo y crea en los jóvenes la

necesidad de “comprar” y para ello idealiza a hombres y mujeres y los proyecta con otra

escala de valores. Ante este inconveniente viene además la tecnología que es la principal

difusora de esos valores; es más poderoso quien más dinero tenga, es mejor quien traicione

a sus amigos para obtener el premio, es más mujer quien tenga determinadas medidas y es

más hombre quien se proyecte en los valores de obtener ganancias en todos los aspectos.

De esta manera, quienes tratamos de proyectar y crear lectores de literatura y otro tipo de
6
textos tenemos que enfrentar la competencia no sólo contra la televisión sino también con

la tecnología.

Es bueno tener en cuenta entonces que las generaciones actuales son lectoras electrónicas y

no de textos impresos. Estos muchachos han pasado una niñez frente al televisor y la

adolescencia ante la pantalla electrónica. Entonces la universidad recibe un estudiante

carente de una experiencia lectora de textos impresos u con las mayores dificultades hasta

de identidad. Así, una propuesta se desvirtúa y rompe cualquier posibilidad para la

creación de lectores de textos impresos. Los jóvenes están inundados de “información” e

imágenes y tienen la capacidad de pasar horas ante las pantallas y ni siquiera media hora

ante las páginas de un libro. Lo que pasa es que con la tecnología estamos

convenciéndonos de algo errado; sólo es verdadero lo que vemos en la pantalla de la

televisión o del computador. Por eso es necesario reivindicar el valor del libro aunque esté

reflejado en una pantalla. Buscar la manera de proyectarle al estudiante actual la necesidad

de leer porque leer es buscarse a sí mismo en cada texto; una búsqueda que no termina

nunca. Además, es un acto tan íntimo como el amor. De ahí que es necesario enseñar a

amar la lectura y los libros porque los libros son el corazón de la sabiduría de un país.

Sabemos, quienes estamos en la tarea de formar lectores que no todo lo que produce la

televisión es bueno, así como no todo lo que está impreso tiene el mismo valor literario.

En este caso es necesario discernir qué es lo que debería escoger el estudiante para leer.

De esta manera, la televisión no es mala por ella misma sino porque el adolescente no está
7
en capacidad de diferenciar lo que sirve y lo que no. Si por el contrario, fueran lectores de

textos impresos estamos ente el mismo problema. No diferencia qué texto tiene calidad

literaria y cual no. Es en este cúmulo de carencias cuando las editoriales aprovechan para

difundir un tipo de literatura que, para mí, no tiene ningún valor; la literatura de

crecimiento personal. Además, reducen, -con ayuda de algunos profesores perezosos y

malos lectores- un tipo de lectura nefasto para la formación de lectores, los maravillosos

análisis críticos de las grandes obras de la literatura nacional o universal. Cuando el joven

acude a este tipo de textos se castra toda posibilidad de comunión y comunicación en su

formación lectora. Comprendo eso sí que este tipo de textos es necesario para el estudioso

del tema o de la obra que se analiza, pero no para un lector en formación. La visión que

adquiere de la obra es parcial y sesgada, pues este tipo de textos son una mirada de alguien

con cierta experiencia lectora que aplica su saber a lo que lee.

Como sugiero antes, los adolescentes en la búsqueda de respuestas en medio del caos

informático a que está sometido, a la desinformación tecnológica y la búsqueda de

identidad, toma los textos de crecimiento personal como instrumentos en los cuales

encuentra sus verdades. Unas verdades a medias con criterios moralistas de

comportamiento donde el cuerpo no es parte de esa búsqueda y el amor es un compromiso

de una eternidad más allá de lo divino, como si el amor no fuera una manifestación

humana en donde se cometen errores. Se deposita en este tipo de textos una infalibilidad

que rayana con lo divino. En este caso, considero que es necesario revaluar los criterios de

este tipo de literatura; no todos nacimos para ser santos. Estos textos son “narcóticos”

(Larrosa:1998. 108) que fomentan un tipo de actitud ante la vida, recetas de


8
comportamiento que llamo “amortiguadores cerebrales”. Los títulos mismos son dañinos,

pero las editoriales bien lo saben que son ganchos comerciales y posibilidades de

impresión de miles de tirajes que les garantizan buenas ganancias. Hay títulos y subtítulos

como: “Todo lo que debes saber sobre el hombre…la mujer”, “ Para vivir mejor…”,

“Acerca de cómo amar”, “Como superar…”. Estos “narcóticos” crean un tipo de lector

facilista, que no procesa; consume.

Para Larrosa no sólo es el narcótico sino también la función económica que crean este tipo

de textos:

Sin duda existen los libros narcótico. No podría ser de otra manera en una sociedad que

hace de cualquier espectáculo un escape de la cotidianidad y que convierte en mercancía

cualquier apariencia de vida que pudiera aliviar, siquiera por un momento esa ausencia

de vida que es la vida “real”. Pero el refugio que ofrecen los libros narcótico no es sino el

revés que se corresponde exactamente a una realidad vital alienada e igualmente

embrutecedora. (Larrosa: 1998. 108).

Por otra parte, algunos profesores de otras áreas consideran estos textos como los libros de

cabecera que todo ser debería leer. Además, otro de los errores en los que caen en esa

búsqueda con ese tipo de textos es encontrar las cápsulas de comportamiento y guías para

continuar su vida. Estoy convencido que nadie puede señalar cual es la línea recta para

formar la vida. En algunos textos que he leído de este tipo de literatura y que comparto
9
con otros lectores, encuentro que por los casos que presentan como ejemplos de problemas

a resolver, en cada uno de ellos siente un poco de sí mismo y lo afirman con este

comentario: “Este caso es como el mío”. No se cataliza la información porque aquellos

que se someten a esas lecturas no comprenden que el ser humano es uno y universal, lo que

siente un ser humano es igual en todos los seres del universo con la variantes de cada ser.

Pero volviendo al caso de la búsqueda de identidad como la etapa propicia para formar

lectores, es necesario comprender también que en esta etapa de sus vivencias el joven

busca confrontar su saber con la realidad. Empieza por preguntarse ante cada dificultad

durante el desarrollo de su conocimiento ¿Esto es verdad? Esta es la pregunta que

posibilita incrementar la lectura de su entorno. Es el punto que aprovecho para plantear mi

proyecto de lectura que he establecido como maestro durante muchos años. Recurro

entonces a la lectura de esa realidad de su entorno para formar lectores. Los más

importante para la formación de estos lectores es buscar que cada lectura tenga sentido

para el adolescente.

Por otra parte, si el estudiante, como dije más arriba, no demora más de media hora ante el

texto escrito, entonces utilizo el género del cuento como herramienta para la creación de

esos lectores. Ante la falta de experiencia lectora el estudiante siempre pregunta si el texto

es muy extenso. Entonces es el cuento el género por excelencia que posibilita la

concentración que no se ha logrado a través de tanto tiempo. El cuento, como género, es

un dardo que entra al cerebro y presiona el corazón. El cuento, sus características, su

versatilidad, las variantes de su estructura y la gama de cuentos que existe son la bomba de

tiempo entre los ojos y las manos. Es un género que por la dimensión y la concreción.
10
Permiten que el estudiante en medio de un mundo que corre y en donde la tecnología lo

tiene invadido de “información” veloz, que el estudiante se apropie de historias únicas

como las que narra el cuento. Además, este género tiene la particularidad de existir desde

antes de la escritura y en la mente de cada ser humano están desde antes de aprender a leer.

Es un género milenario que subyace en la memoria del hombre y la humanidad. A todos

nos gusta que nos cuenten historias, que sepamos de nosotros mismos desde antes de nacer.

La curiosidad de un niño no se sacia hasta que no le cuenten su historia desde antes de

nacer, de ser lo que es. Podrá acabarse la escritura, la podrá suplantar la pantalla

electrónica; pero jamás el cuento. De esta manera, la literatura lo conduce a reflexionar

sobre sus actitudes, pensamientos, sus maneras de sentir y pensar.

Es necesario entonces definir este género para orientar esta exposición. Para el escritor

argentino, Enrique Anderson Imbert, estudioso del género:

El cuento vendría a ser una narración breve en prosa que, por mucho que se apoye en un

suceder real, revela siempre la imaginación de un narrador individual. La acción –cuyos

agentes son hombres, animales humanizados o cosas animadas- consta de una serie de

acontecimientos entretejidos en una trama donde las tensiones y distensiones, graduadas

para mantener en suspenso el ánimo del lector, terminan por resolverse en un desenlace

estéticamente satisfactorio”.(Imbert. 1992:40)

Después de esta afirmación de Imbert es claro que esa concentración que se busca con el

nuevo lector, está en la creación de lectores de cuentos.


11

Además, es necesario tener en cuenta que el mundo actual no camina, vuela. La tecnología

nos ha ayudado a tener la sensación de no tener tiempo para nada. Así, los lectores

actuales no están en las mismas condiciones del lector de hace algunos años. Para muchos

intelectuales nacidos antes de los sesenta, no había tanta distracción tecnológica, tanta

información. Para ellos entonces, la opción para el goce, la búsqueda, el encuentro de sí

mismo era el libro, la biblioteca y la calle. Para el joven actual no es el libro impreso, es la

imagen digital.

Por otra parte, el adolescente por la propia condición de su edad está buscando la realidad.

Entonces las historias de la sicaresca son las apropiadas para que se unan búsqueda de

realidad e identidad.

La sicaresca es una escuela literaria que surgió en los años noventa. En las obras literarias

de esa época se narran las historias de un momento crítico de la sociedad antioqueña. Fue

una época del narcotráfico que trasgredió los valores éticos, religiosos, políticos y sociales

de una sociedad pacata como la nuestra. Fue una época nefasta para nuestra sociedad en la

cual surgieron héroes de barriada, de esquina y donde los hombres, dispuestos a hacer lo

que fuera por unos pesos, comandaron la vida de muchas familias antioqueñas. Los

hombres de barriada surgieron como salvadores económicos de muchos hogares y el matón

de esquina se convirtió en dueño económico de varias cuadras, en poseedor de las verdades

y hasta del comportamiento de muchos jóvenes. Los escritores entonces, como seres
12
comprometidos con un mundo cambiante y como visionarios de este fenómeno, se

dedicaron a contar esas historias que parecían aflorar y ser muchas veces hasta casi

increíbles de una realidad que algunas escondieron bajo la almohada. Sumado a lo

anterior, los cambios políticos del momento; una izquierda descompuesta, una derecha

conservadora, rezandera y politiquera fueron tierra abonada para que despertara esa tercera

clase social que surgió con el narcotráfico. Así pues las novelas y cuentos que narran esta

época son los instrumentos para atrapar lectores porque el adolescente actual, reflejo de esa

época, busca encontrarse con el mundo que lo rodea. Así pues, con héroes de barrio que

están descritos en el papel, y que actualmente percibe pero con sus variantes entre

narcotráfico, paramilitarismo y política, el joven accede a esa realidad que lo subyuga.

De esta manera, el joven actual puede leer algo que lo toca directamente en su entorno.

Siente identidad por lo que vive y ha sido su mundo. Encuentra en estas historias su ser

social y siente útil lo que lee. Entiende además, con ese cúmulo de historias, que su

universo es narrable, describible, contable y poetizable. De esta manera se vincula

historia, realidad y ficción como instrumentos para formarse como lector. Se une la

historia reciente con la de su generación anterior y adquiere elementos para crearse juicios

acerca del ser social que es. Aunque los temas sicarescos decayeron por el abuso del

lenguaje burdo y sin sentido. El tema cayó en las historias comunes que no es del caso

tratar en este texto, pues aquí se trata de cómo esta escuela es el puente para que el

adolescente trascienda en la lectura y busque otras posibilidades en su formación como

lector.
13
Cuatro textos; un documento histórico y tres novelas que narran las vivencias de los

jóvenes de las comunas medellinenses son las primeras herramientas para hacer de la

lectura un instrumento de conocimiento. “No nacimos pa´semilla” de Salazar es el primer

texto que toca el problema de las comunas paisas. Luego las historias que fueron las más

difundidas son “La virgen de los sicarios” de Fernando Vallejo, de cuya novela se hizo una

película, es la ficción de los hechos violentos en la ciudad creados por el narcotráfico de

los años ochenta. Es una manera de mirar la vida de la juventud actual. Además, de mirar

la ciudad con los ojos del hombre maduro que llega desde el exterior en la búsqueda de lo

que la nostalgia le ha dejado para encontrar un caos que nunca se imaginó. “Rosario

Tijeras” de Franco es la historia muy difundida también y de cuya obra se hizo una

película, es la mirada del mundo del hampa y el sicariato en manos de una mujer que para

mí, sufre unos cambios tan abruptos que no parece ser la mujer que se plantea al inicio de

la novela que no es del caso juzgar aquí.

Entonces ante la propuesta de lectura es bueno tener en cuenta otras escuelas y otros

ámbitos en los que se ha creado el cuento. “Necrónicas y Oración” de Oscar Castro son

una serie de cuentos donde los protagonistas son los muchachos de barrio; esos jóvenes en

busca de una oportunidad en la vida que la sociedad les ha negado.

Como proyecto entonces, están otros textos de la literatura que tienden el puente entre la

sicaresca y la literatura universal, son los cuentos y novelas en los cuales la protagonista es

la adolescencia como “Tropa Brava” y “El Atravesado” de Andrés Caicedo. Un cuento con

dos versiones. Diría que son las variaciones de un tema reescrito por el autor. Lo
14
maravilloso de dicho cuento es que es el primer cuento colombiano que narra las aventuras

de un grupo de jóvenes influenciados por el cine norteamericano de la época cuando se

narraban las historias de las galladas violentas de los años cincuenta y sesenta. Además, el

cuento se inicia en el ámbito del colegio durante los primeros años de secundaria. De esta

manera y como un solo ejemplo se inicia un salto de la sicaresca a otros ámbitos de la

formación de lectores. Dentro de este cúmulo de cuentos no sobra mencionar algunos que

sin ser sicarescos tratan el tema de la adolescencia como es el caso de los cuentos de

Evelio José Rosero en el libro titulado “Las esquinas más largas” en ellos el tema es la

vida escolar como el cuento “Ahora está en el tejado” donde confluyen historia de jóvenes,

el terror de la escuela y una caricaturización de Drácula. Así mismo sucede con el cuento

“Pelea en el parque” del mismo autor, es una historia que nace en la escuela y una pelea

que se desarrolla en el parque. De Rosero la novela “El Incendiado” donde se cuentan las

aventuras escolares, el descubrimiento del cuerpo, la división familiar y el amor como ejes

de la historia. Hay además, otros autores antioqueños, colombianos y universales cuyas

obras giran alrededor de la adolescencia como la novela de William holding, “El señor de

las moscas”. En ella se narra la aventura de un grupo de muchachos que después del

accidente del avión donde viajan quedan perdidos en una isla. La novela de Kesaburo Oé,

“Arrancad la semilla, matad a los niños”, cuya trama gira alrededor de un grupo de jóvenes

que sobreviven a la guerra y les corresponde superar situaciones de desamparo, violación y

horror. Además, como una manera de acercarlos a la realidad antioqueña, “Historias de la

cárcel de Bellavista” de Libardo Porras, historias enmarcadas en la vida de los presos y la

situación de hacinamiento, tragedia y dolor de estar detenido. No sobra mencionar los

cuentos de “Los Jefes” de Vargas Llosa o el cuento “Cosas de Hombres” de Jairo Mercado,
15
el cuento “La Venganza” de Manuel Mejía Vallejo. La historia de un joven gallero

buscando a su padre para matarlo. Además, cuentos de la literatura colombiana en los

cuales la música es la conexión entre lo narrado y las vivencias de la juventud. Hay pues,

dentro de este cúmulo de cuentos, muchos más que sería tedioso nombrar aquí. Así, desde

un mundo y una lectura de la “realidad” se tiende el puente entre lo actual y lo clásico.

Pues aquel estudiante que se logra unir al hábito lector ira, por medio de su lectura, a

descubrir el origen de la narrativa.

Por otra parte, es necesario identificar aspectos que se desarrollan y aplican en el ámbito

escolar. Es verdad que los estudiantes actuales están invadidos de imágenes y dos

instrumentos que incrementan esta formación audiovisual entre los jóvenes son el cine y la

televisión. Sin contar las oportunidades visuales que ha creado la tecnología, el portátil, el

celular, la Internet, los Ipod y otros instrumentos más que utilizan los jóvenes. Junto con

estos instrumentos existe el criterio desordenado de que el cine es el instrumento que aleja

lectores. En este sentido creo totalmente lo contrario. Para Víctor Gaviria, por ejemplo, la

intención de las adaptaciones literarias tiene un sentido que es necesario reconocer: “Hay

que entender que adaptar un texto literario es buscar una nueva forma, es crear una que le

permita sobrevivir a partir de otro arte” (Agenda Cultural. U.de A. Nº.98. abril 2004:11)

De esta manera es necesario comprender los dos lenguajes, el cinematográfico y el

literario. Víctor Gaviria agrega: “Cuando uno hace una adaptación de una obra literaria es

una invitación indirecta para que la gente vuelva a leer el texto original y mostrar que esa

adaptación es una lectura especial en donde se destacaron algunos elementos y otros

desaparecieron”. (Agenda cultural. 2004:11). Pero lastimosamente, en nuestro medio, las


16
cosas no son comprendidas de esa manera. No hemos comprendido que esas adaptaciones

son un tipo de lectura.

Un estudiante puede ver la película que ha sido hecha basada en la narración literaria. El

sentido para que el estudiante reconozca los dos lenguajes depende de quien los orienta en

la comprensión del lenguaje cinematográfico. Una estrategia posible para que el

estudiante confronte los dos lenguajes es leer primero la historia y luego ver la película.

Con la primera el estudiante adquiere sus propios criterios sobre la historia, tiene su propia

visión y desarrolla la imaginación al crearse mentalmente los elementos que tiene la

historia. Al ver la película confronta el lenguaje literario con el cinematográfico y de esta

manera se crea a un lector crítico tanto de la obra literaria como la cinematográfica.

Entre esta lucha de lo visual y lo impreso no encuentro mejor definición que la que hace

Italo Calvino en su texto Visibilidad:

Podemos distinguir dos tipos de procesos imaginativos: el que parte de la palabra y llega

a la imagen visual, y el que parte de la imagen visual y llega a la expresión verbal, el

primer proceso es el que se opera normalmente en la lectura: leemos, por ejemplo, una

escena de novela o un reportaje sobre un acontecimiento en el periódico, y, según la

mayor o menor eficacia del texto llegamos a ver la escena como si se desarrollase delante

de nuestros ojos, o por lo menos fragmentos y detalles de la escena que emergen en lo

indistinto.
17
Agrega Calvino:

En el cine la imagen que vemos en la pantalla ha pasado también a través de un texto

escrito, después fue “vista” mentalmente por el director, después se reconstruyó en su

materialidad física en el estudio para quedar definitivamente fijada en los fotogramas de

la película. Una película es, pues, el resultado de una sucesión de fases, inmateriales y

materiales, en las cuales las imágenes cobran forma; en este proceso el “cine mental” de

la imaginación tiene una función de las fases de realización efectiva de las secuencias tal

como las registrará la cámara y se montarán después en la moviola. Este “cine mental”

funciona continuamente en todos nosotros –siempre ha funcionado, aun antes de la

invención del cine- y no cesa nunca de proyectar imágenes en nuestra visión interior”.

P.98.)

Por otra parte, para William Ospina este inconveniente entre la imagen y lo impreso se

sintetiza de otra manera: “Yo diría que la principal diferencia entre el cine y la lectura

radica en que el cine es fundamentalmente un arte de la percepción, y la lectura es un arte

de la imaginación”. (Ospina. 2006:9).

Si comprendiéramos las cosas como nos las plantean estos escritores, creo que esa lucha

entre palabra impresa e imagen estaría salvada.

Una de las estrategias que desarrollo para establecer la unión entre texto impreso e imagen

es el contacto directo con el libro. El estudiante, después de leer el cuento que le

corresponde, elabora el diseño de una posible portada de un libro elaborado por él mismo a
18
partir de las imágenes que le suscitó el texto. Además, puede construir una serie de

imágenes secuenciales del cuento que leyó. De esta manera, se unen imagen mental,

tecnología y texto impreso.

Desde la perspectiva de la Educación Media y en cuanto a la labor de los maestros como

promotores de lectura, es bueno tener en cuenta la tecnología. Como dije antes,

actualmente los jóvenes pueden pasar más de dos horas ante la pantalla y no son capaces

de pasar media hora ante un texto impreso. En ese sentido es necesario reconocer que no

es rechazar totalmente la tecnología sino cambiar los criterios de formación de estudiantes

lectores. Si el maestro se opone totalmente a la tecnología, éste tenderá a desaparecer,

pues el caso es cambiar con el tiempo y utilizar las herramientas tecnológicas en beneficio

de la creación de lectores. Los maestros que tenemos más de treinta años de edad somos

lectores de textos impresos, el estudiante actual es un lector y escritor electrónico. Para los

jóvenes actuales la pantalla les ofrece otras oportunidades que no brinda el texto impreso.

La pantalla es un juego de luces y colores, de elementos en movimiento, de acciones y

reacciones que no tiene el texto impreso. Además, el estudiante actual no ha sido formado

para que encuentre en el texto impreso la imagen porque espera que la imagen ya esté

creada como en los videos y el cine. De esta manera, el joven actual ha perdido autonomía

de crearse sus propios personajes, sus propios seres que subyacen en el texto literario.
19
En relación con la tecnología el semiólogo Umberto Eco, afirma que la computadora

brinda unas posibilidades a las que es necesario acomodarse y frente a la lectura arguye

que para utilizarla es necesario ser alfabetizado:

“…una computadora es un instrumento con el cual se pueden producir y editar imágenes;

y las instrucciones, ciertamente, se imparten mediante íconos; pero es igualmente cierto

que la computadora se ha convertido en un instrumento alfabético antes que otra cosa.

Por la pantalla de una computadora desfilan palabras y líneas, y para utilizarla hay que

saber leer y escribir” p.19. El Malpensante Discurso Alexandrino.

Hoy las computadoras no son lineales; ofrecen una estructura hipertextual. …el

rendimiento de la máquina ya no es lineal: es una explosión de proyectiles semióticos. P.

20.

Por otra parte, la formación del joven actual está basada en imágenes en movimiento, el

adulto fue formado con el texto fijo. Por eso la herramienta es necesario utilizarla de otra

manera, buscar las estrategias posibles para que el joven adquiera la capacidad de

seleccionar lo que va a leer. Además, hay páginas web dedicadas a la buena literatura y al

género del cuento. Es entonces la intervención del maestro quien determina la selección de

lectura. Aunque no sobra reconocer el peligro que existe con determinadas páginas en las

cuales puede intervenir el estudiante o la persona que las consulta. En este tipo de páginas

se corre el peligro de encontrar una mezcla de distintas versiones que alteran el texto.
20

Por otra parte, cuando se capta algún lector de literatura entre los jóvenes nos puede

esgrimir que como lector electrónico le resulta más económico leer en pantalla que adquirir

el texto impreso, pues actualmente los precios de los libros impresos no permiten que un

gran número de personas tengan acceso a ellos. Es de todo conocido que hay bibliotecas

electrónicas que ofrecen libros a precios jamás imaginados. Además, los instrumentos de

comunicación nos plantean hacer todo desde un solo sitio; sin salir de casa. Así, la

biblioteca, para los jóvenes actuales, puede pasar a otro plano y empezar a cumplir otras

funciones que no se planteaban antes; sitio de encuentro entre cibernautas, el lugar de la

lúdica y los conversatorios, el lugar de juegos colectivos o encuentros culturales. Además

combinar su ejercicio con los lectores y bibliotecas virtuales. No será únicamente el lugar

de los libros.

Aunque se han planteado muchas discusiones de si el problema de la falta de lectura está

en la adquisición de libros, en la orientación académica de los colegio, en las funciones de

las bibliotecas de los colegios o entre las bibliotecas públicas, creo que es necesario mirar

las cosas desde otra perspectiva. El problema actual con el libro no es la falta de difusión.

En Medellín y Antioquia se han hecho campañas para difundir el libro. Pero en un país

poco alfabetizado las campañas decaen. Además, parece que algunas editoriales lanzan sus

programas con la difusión de determinados textos que no llegan al gran público. No es

sólo el índice de ventas quien debe señalar cómo es la lectura en Medellín y Antioquia sino

que es necesario crear redes triangulares para la difusión del libro: Familia-bibliotecas-

escuela.
21

Para crear esta red es necesario tener en cuenta que nuestro nivel económico no permite

siquiera la adquisición de libros. No niego que ha habido campañas en las cuales los libros

son económicos, pero de ¿qué sirve el lanzamiento de colecciones, autores y temas con

libros de baja calidad editora? En algunos casos las impresiones son de malísima calidad,

empastados pésimos que no llenan las expectativas para adquirir un objeto de calidad que

se deje manipular. Se suma a esto la carencia de programas eficaces que creen realmente

la necesidad de leer. No sirve de nada imprimir miles de clásicos de la literatura cuando ni

siquiera hay contacto con la literatura actual. Es bien sabido, o al menos, esa es mi

propuesta, leer lo actual para llegar a lo clásico.

Pero, no sólo es la escogencia del libro lo importante dentro de mi proyecto sino también el

acercamiento real al texto impreso. Aunque la juventud actual está invadida de imágenes a

través de lo electrónico, es importante llegar a ellos con la lectura oral. La importancia des

este tipo de lectura radica en que el estudiante se apropia de una manera de leer, acentuar,

respirar, puntualizar para poder entonar ese sonido que tiene cada texto impreso. La

entonación frente a cada una de las situaciones que presenta el texto posibilita que el

estudiante cree las imágenes mentales que no ha podido formarse con su lectura individual.

Asé, se establece un diálogo entre el estudiante y el maestro a través del libro. Se erige

una comunión entre maestro-lectura-estudiante.

Una adecuada puntuación y respiración le ayudan a entender los signos de puntuación

porque son ellos quienes crean ese ritmo que tiene cada texto. Así, el estudiante escucha la
22
palpitación que tiene un texto literario; la voz del texto. Al respecto dice Piedad Bonnett:

“Para hacer de la lectura un goce hay que saber leer” (Bonnett. 2002:22).

En mi proyecto actual, por ejemplo, y como forma de integrar actividades públicas con los

desarrollos académicos institucionales, el colegio donde trabajo, debido además a que el

2007 se ha declarado el “Año de la Lectura”, el programa de lectura oral está orientado así:

Los profesores de Castellano deben leer durante los últimos diez minutos de cada clase una

de las obras de García Márquez. Además, el Congreso de la Lengua en marzo y la

celebración de los 40 años de la publicación de “Cien años de Soledad”, los ochenta de

nacimiento del autor y los 25 de haber recibido el Premio Nobel han sido la pauta para

orientar nuestro trabajo de lectura oral. Es también una manera de apoyar ese criterio de

nuestra oralidad como origen de la literatura. Lo afirma Pennac: “…el hombre que lee en

voz alta nos eleva a la altura del libro. ¡Verdaderamente da de leer!”. (Pennac. 1999:124).

Nuestro programa académico es así: En primaria hasta sexto se leen cuentos infantiles de

otros autores. En séptimo, cuentos de García Márquez; Octavo, Relatos de un náufrago;

Noveno, Del amor y otros demonios; Décimo, El amor en los tiempos del cólera, y

Undécimo, Cien años de soledad. No sobra agregar que los criterios de selección se han

hecho teniendo en cuenta el grado de complejidad de la obra y la edad de los jóvenes a

quienes se les lee. Como complementación del proyecto se inculcado a los profesores de

idioma extranjero lean párrafos de las mismas obras en Inglés.

Ante este panorama de actividades, criterios, análisis y propuestas no se puede dejar de

lado observar el problema del acceso al libro impreso. No sobra anotar que el libro no está
23
considerado como parte de la canasta familiar. El público en general prefiere el gasto en la

revista de farándula que le puede costar lo mismo que el libro que hay en la estantería.

Pero es el clásico de la literatura colombiana o universal que ya tiene en la casa, que no lee

porque lo “obligaron” a leer en el colegio y a lo mejor lo conserva en una edición pirata

que ya se descuadernó. Lastimosamente las ediciones que difunden en promociones son,

muchas veces, tan malas que entre el libro pirata y la edición de promoción no hay ninguna

diferencia y también, riesgosamente, se le puede descuadernar. Reconozco que hay

ediciones maravillosas de algunos clásicos de la literatura, pero para un estudiante o un

lector en formación el texto solo, sin ninguna orientación, no le dice nada. Sin demeritar el

valor literario de algunos clásicos es de anotar que una obra clásica como “María” de Jorge

Isaac no le dicen nada a un estudiante actual de secundaria. Porque además de sus

condiciones y las vivencias actuales no son las suyas y no se parecen en nada a la forma

como percibe hoy el amor o las relaciones interpersonales. No es pues imprimiendo

clásicos de la literatura que llega al nuevo lector.

Pero el problema de la adquisición del libro no queda ahí. Parto del siguiente criterio: todo

maestro debería poseer su biblioteca personal actualizada y leída- pero un maestro de

secundaria, en promedio, tiene un salario de 800.00.ºº pesos. El 70% de éste se va en

vivienda, servicios públicos y alimentación. ¿Cuándo podrá adquirir un texto de literatura

actual cuando su precio oscila entre los 36.000 y 40.000 pesos?. Se podrá argüir que para

eso está la biblioteca; para el maestro. Considero que el maestro debe impartir su

conocimiento a partir de lo que lee y posee en su biblioteca. Además, en Colombia la

circulación del libro no es tan amplia como creen algunos, no llega hasta donde nos
24
imaginamos que puede llegar: “El 70% del mercado del libro está en Bogotá; 20% en

Medellín y Cali, el 10% en el resto del país”. (Arcadia. Enero 2007:3).

Desde la perspectiva de la función que cumple la escuela en la formación de lectores, es

necesario comprender factores que se mueven en este ámbito. No encuentra razón para

justificar algunos criterios que se tienen sobre la lectura en la escuela. Primero, muchos

alegan que la lectura debería ser una actividad libre, sin ningunas condiciones y

delimitaciones. Es bien sabido que nuestros estudiantes y, en especial los adolescentes, no

tienen disciplina. ¿Cuáles son los criterios de selección de lectura sino ha tenido

orientación para hacerlo? El criterio de creer que la lectura es libre no tiene fundamento.

Un estudiante que no ha tenido orientación en las lecturas, es un estudiante que no pasa de

leer en los periódicos el horóscopo y las noticias deportivas que no son más que lo dicho

por la radio, mostrado en la televisión y hasta visto directamente por él mismo un domingo

de fútbol y estadio.

Para mí, el criterio de la “libertad” de la lectura es el de aquellos que consideran que la

lectura no es trabajo. Consideran que la lectura es una actividad lúdica y de goce. Como

afirma Jorge Larrosa: la experiencia de la literatura no puede ser una experiencia “salvaje”,

“libre”…Hay que expurgar y ordenar la biblioteca” (Larrosa. Enero. 1998:63) Es verdad

que debería ser una actividad lúdica, de placer, pero ¿qué criterios de selección tiene un

estudiante de 14 años para saber qué lee? En este sentido planteo la discusión sobre la

disciplina con otras áreas del saber. Es bien sabido que en nuestro medio al estudiante de

secundaria y universidad es necesario inyectarle las actividades académicas como una


25
obligación. Pero la pregunta que planteo es ¿Por qué ni hasta el padre de familia se queja

de los 40 ó 50 ejercicios de Química, Física o Matemáticas que los alumnos deben

desarrollar un fin de semana? ¿Por qué hasta el sacerdote de la parroquia se altera al saber

que un estudiante debe leer 30 páginas? ¿Por qué no se expresa ningún disgusto cuando un

estudiante debe hacer abdominales durante media hora o trotar bajo un sol canicular

durante 50 minutos? Está demostrado que sin la obligatoriedad de los primeros años de

escuela, el joven no adquiere disciplina del área que sea. Además, porque la idea que

todavía perdura entre algunos adultos y profesores es que la lectura no es trabajo como

digo antes, porque aún se considera entre la gran población que la lectura no es parte de la

disciplina de aprendizaje. Así pues, la lectura no es un acto “salvaje”, es un acto

disciplinario cotidiano.

Hay otro escollo que es necesario mirar. El hábito a la lectura es un acto individual,

personal. Hasta la enseñanza de la lectura oral en cualquiera de los niveles es un acto

individual, aun en los grados superiores es necesario escuchar al estudiante para

comprender cómo lee, cómo hace pausas y entonaciones, es vital saber cómo palpita el

texto para él. Es bien sabido que actualmente se habla de planes de cobertura académica.

Me pregunto: ¿La lectura individual podrá ser posible cuando un maestro de secundaria

trabaja diario con 300 estudiantes? ¿Será posible la formación de lectores en aulas de 50

estudiantes cada 60 minutos de clase. Ante este panorama, lo que logra la escuela es

apenas un grano de arena entre un mar de incertidumbres. En este caso la escuela masifica

y es uno de los grandes problemas para captar lectores. Es bien sabido que el trabajo para
26
crear el hábito a la lectura es un proceso individual, personal, es un ritmo que palpita en

cada uno. Para Saramago la escuela actual dificulta esta posibilidad.

¿Cómo se enseña a leer? Las campañas no sirven de mucho, ayudan, pero eso es un

punto aparte, pues para ser lector se necesita también vocación. Y como la sociedad no

incide en la escuela, ni viceversa, pues nos encontramos ante una situación mundial en

donde nadie lee. Los sujetos deberían alimentarse unos a otros y eso no está ocurriendo.

Es

decir, ¿cuál es el papel de la escuela? Hoy tener cincuenta estudiantes a los que es

imposible enseñar algo, pues el peor error de toda enseñanza es la masificación. Antes,

las pequeñas clases garantizaban algo. Hoy comunicar, solamente comunicar es

imposible. (Saramago. Soy un melancólico. 2001:1f, 3 f).

Segundo, este sí grave y lamentable; aún hay profesores que asignan lecturas que ni ellos

mismos han hecho. La función del maestro es tener su biblioteca y leerla para mantener

viva la biblioteca como espacio de formación. En este sentido es necesario tener en cuenta

que la lectura no es una labor únicamente del maestro de Castellano como área académica.

Además, es necesario crear conciencia en el maestro y en el futuro profesional, en

cualquiera de las áreas, de ser profesionales de la lectura, de mantener una actualización

constante, y elaborar un programa de lectura constante para ser más reflexivos y críticos.

La lectura es una necesidad de todos los maestros de todas las áreas. Además, la Lengua

Materna debe ser una asignatura transversal en todos los niveles de formación académica;
27
desde el jardín infantil hasta la universidad. Como afirma Larrosa: “si el profesor se limita

a mostrar el código está convirtiendo el texto en una cosa que hay que analizar y no en una

voz que hay que escuchar” (Larrosa.1998:32) porque es necesario considerar que la

lectura es una experiencia viva y que como tal el maestro tiene que comunicar para que en

el estudiante se avive esa experiencia de la lectura como acto de comunicación.

Por consiguiente, la lectura no es un acto de libre albedrío. También es bueno tener en

cuenta que este acto único y solitario no se desarrolla igual en cada persona. Si

entendemos que los adolescentes tienen toda esa carga de información que trae la

tecnología y ellos no procesan, es bueno plantear el uso adecuado de la tecnología para su

propio beneficio y ante la falta de lectores impresos, buenos lectores orales; ante lectores

de imágenes, lectores de textos impresos y críticos de los dos lenguajes. Siempre las

utopías empujarán nuestro conocimiento, pues quien no lee siquiera la literatura de su

tierra está condenado a morir en la oscuridad de su ignorancia.

Вам также может понравиться