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La educación ha sido un factor de importancia excepcional para el progreso de los

pueblos en toda la historia de la humanidad, por eso debe ser el eje fundamental
del desarrollo económico, político y social de un país.

La educación crea el conocimiento, lo hace propio y lo difunde, transmite la ética,


la convivencia y la equidad, por eso las personas más educadas orientan mejor
sus actos y garantizan su propio crecimiento, contribuyendo al bienestar y
progreso de la sociedad en la que interactúan.

Los padres son los primeros e insustituibles educadores de sus hijos, ellos les
proporcionan los primeros elementos de vida de comunicación y gracias al
contacto inmediato y continúo con la niña o el niño logran conocer su sensibilidad
y los primeros anuncios del carácter que le han transmitido genéticamente, luego
los medios y el clima de amor en que se desarrollan estas relaciones se convierten
en elementos insustituibles y tan determinantes que ninguna otra sucesiva
intervención logrará ofrecerles, por eso debemos emplear y enseñarles los medios
que conduzcan al conocimiento de la verdad con la convicción y certeza de que la
primera formación es tarea que no puede ser delegada ni usurpada.

La educación debe contribuir a formar un nuevo ciudadano con las virtudes de la


prudencia, justicia, fortaleza y templanza; un ciudadano participativo y tolerante,
capaz de interpretar los códigos y secretos del dominio a sí mismo, que tenga
valores, entendido éstos como aquellos que aportan la dimensión a la vida porque
le dan carácter e identidad a las personas y con ellos un verdadero sentido a la
existencia; sin valores se puede fácilmente generar una visión inmoral y poco ética
porque son ellos los que rigen nuestra conducta.

Los padres son los primeros e insustituibles educadores de sus hijos, ellos les
proporcionan los primeros elementos de vida de comunicación y gracias al
contacto inmediato y continúo con la niña o el niño logran conocer su sensibilidad
y los primeros anuncios del carácter que le han transmitido genéticamente, luego
los medios y el clima de amor en que se desarrollan estas relaciones se convierten
en elementos insustituibles y tan determinantes que ninguna otra sucesiva
intervención logrará ofrecerles.

La educación entonces deberá apuntar más hacia un cambio de actitud de la


sociedad, debe con urgencia extenderse más allá de las aulas de clases, en la
búsqueda de diversas formas y oportunidades que permitan un desarrollo integral
de las personas, para lograr esto se requiere indubitablemente un cambio de
actitud de la sociedad ante el tema educativo.

Lo anterior se puede incluir en la producción del conocimiento pedagógico para no


seguir limitados a saberes operativos e instrumentales sino que además se debe
desarrollar modelos meramente estratégicos que sean válidos para el momento
actual y muestren su efectividad y eficacia en aspectos de bienestar a la sociedad
educando para la paz, la justicia y el respeto a los demás. Esto debe ser un
propósito nacional de mejoramiento a la educación mediante esfuerzo sostenido y
encaminados a transformar las instituciones educativas y con ello la calidad de la
educación para no seguir con este problema de tipo moral y ético que pone de
manifiesto el desconocimiento del comportamiento que deben observar nuestros
educandos ante el conglomerado social en el que interactúan.

Debemos entender que nuestra misión en la tierra es de compromiso social, la


vida es para disfrutarla, pero también para construir y mejorar este mundo que se
nos ha dado con toda la disposición de la naturaleza y con un Dios dispuesto a
guiarnos, enseñarnos y perdonarlo todo; por eso debemos tener disciplina social
entendida como aquella que nos conduce a la realización correcta de nuestra
labor cotidiana y el buen comportamiento ante los demás, ello nos llevará a ser
libres, solidarios y participativos en la construcción de la paz con justicia social
para ser profesionales más éticos; en efecto, la libertad es la opción que tenemos
de hacer o no hacer las cosas, de comprometernos o no, es como especie de una
moral decisiva interior; la solidaridad es hacer con nuestra ayuda que el esfuerzo
individual se convierta en colectivo; la participación abarca el trabajo en equipo
para alcanzar metas conjuntas; la paz es un estado de armonía con nosotros
mismos, con la naturaleza y con Dios; y la justicia es entendida desde Platón
como una virtud universal comprensiva de todas las demás virtudes, de la cual
deriva la prudencia y la sabiduría para el intelecto, la fortaleza para la voluntad y la
templanza para frenar los apetitos. Para el principio aristotélico la justicia consistió
en una medida de proporcionalidad de los actos que representa el medio
equidistante entre el exceso y el defecto; y para todos la justicia debe ser la virtud
que nos hace dar a cada uno lo que le corresponde.

Todos los aspectos anteriores deben conjugarse en los modelos pedagógicos de


aprendizaje de los estudiantes para el mejoramiento de la calidad de la educación
y así poder alcanzar la meta de un nivel educativo superior considerando además
que la universidad es el eje fundamental para la formación del capital humano
responsable, como se dijo antes, del desarrollo económico, político y social de un
país.

Las anteriores reflexiones las hago en uso de la pedagogía epistemológica que


plantea la posibilidad de un análisis crítico frente a la realidad del conocimiento
para el cambio.

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