OBSOLESCENCIA PROGRAMADA: ¿UN BIEN O UN MAL?

¿NECESARIO O
PRESCINDIBLE?

Es posible que luego de ver el documental Comprar, tirar, comprar, nos veamos
en la necesidad de cuestionarnos sobre el carácter positivo o negativo o de
prescindencia de la Obsolescencia Programada (OP) en nuestro mundo y la
economía. Para hacerlo, propongo que nos pongamos en los pies de ambos
interesados, consumidores y productores, tratando de divisar puntos a favor y en
contra según el caso.

Desde mi punto de vista como consumidor, la OP no tiene necesariamente que

ser un mal para nosotros, sobre todo si consideramos que la sociedad actual tiene
tendencias marcadas hacia considerar como “obsoletos” o “pasados de moda”
productos con mayor rapidez a las generaciones anteriores. En ese orden de ideas,
podríamos decir que de cierta forma el hecho de que el producto que adquirimos “se
dañe” tan pronto, justifica que queramos cambiarlo de la misma manera, lo que
sugiere a los fabricantes producir bienes y servicios novedosos y “relativamente
frágiles” y así sucesivamente. Ahora bien, tampoco me parece justo que se abuse de
tal herramienta, teniendo en cuenta que varios de esos bienes y servicios en realidad
no tienen tanta rotación como otros y que nosotros consideramos que, a diferencia de
lo que pasa generalmente con productos tecnológicos, queremos que duren.

Poniéndome en los zapatos del fabricante, entiendo que traten de cuidar su

bolsillo, después de todo, el esfuerzo en la producción es todo suyo, y concebir un
producto “eterno” es casi obligar al cliente a comprarles una sola vez y ya.

Por otro lado, lo verdaderamente malo de la OP no es otra cosa más que el

despilfarro de recursos y la creciente magnitud de desechos, al menos en la
actualidad. Antes, con una economía de menor crecimiento, lo mejor era optar
productos duraderos, pero las mejoras en los métodos de producción y los avances
tecnológicos han hecho posible que se “creen” productos mejores -al menos en el área
de dispositivos electrónicos-, con mucha rapidez. Ese hecho ha traído un paradigma
social, del que sufrimos la sociedad actual, como mencionaba anteriormente. Apenas
compramos un celular de 3gb de ram y cámara de 13MP, cuando al día siguiente sale
uno de 4gb de ram y cámara de 16MP, haciendo que desde ya vayamos pensando en
adquirirlo.
 Sin embargo, considero que el enfoque de los fabricantes es errado. No porque
no sea una forma efectiva de cuidar el bolsillo, sino porque es, según mi criterio,
demasiado desmesurada y destructora con el medio ambiente. Es cierto que, como
consumidores actuales, tenemos gustos muy cambiantes, pero a mi forma de ver las
cosas, es posible encontrar vías alternativas que la actual OP. Para los aparatos
tecnológicos podríamos pensar en un pago periódico después de compra, para que,
haciendo productos duraderos, el fabricante no deje de obtener ganancias en el largo
plazo. O por ejemplo, que se hicieran centros de reparación o de mantenimiento
periódico, de manera que la vida útil del dispositivo se extienda enormemente, pero el
fabricante siga obteniendo ganancias; se podrían hacer en esos centros
actualizaciones del dispositivo, mejoras, etc. La idea es que no sea necesario
desechar el producto, o al menos no en su totalidad.

De cualquier manera, actualmente la OP, tal cual está diseñada, tiene una
razón costo beneficio negativo, principalmente por sus impactos medioambientales, y
a pesar de que las generaciones anteriores no hayan considerado el hecho de la
existencia limitada de recursos cuando realizaron la propuesta, hoy día estamos
obligados a escoger entre (1) encontrar un método de reciclaje, reutilización, reducción
o de desecho más que eficiente que los actuales, alejados enormemente de la idea de
unos simples vertederos y botaderos de basura o, (2) un cambio pronto y radical en las
políticas de uso de dicha herramienta, pues de seguir así, que la economía siga
creciendo será lo de menos, cuando ya no tengamos ríos ni mares y la tierra esté tan
contaminada que no tengamos de dónde alimentarnos.

Andrés Felipe Sarmiento Patrón