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El 25 de Mayo y el sentido de Patria

Que este nuevo aniversario del 25 de mayo de 1810 nos haga recuperar el significado profundo de la palabra
Patria.
En momentos críticos como los que hoy está viviendo la Argentina, y los argentinos, la celebración de su
fecha magna debería servir como motivo de reflexión, e incluso de inspiración, para rescatar y valorar en su
auténtico significado el vocablo Patria, que muchas veces se desvaloriza, se lo olvida o se lo considera algo
más propio del pasado que del presente.
La Patria es el hogar donde una comunidad reconoce la fraternidad entre sus distintos miembros, no sólo
por la vida compartida, sino por la identidad cultural que proviene de una historia común.
Pero la Patria no sólo son los “compatriotas” que viven, sino todos aquellos que contribuyeron a construirla
desde sus mismos orígenes y las generaciones que se fueron sucediendo de allí en más.
Los padres fundadores de la Nación argentina vivieron su bautismo patriótico en las jornadas de mayo de
1810, cuando estalló la Revolución de voluntades, aspiraciones e ideas que finalizaría con la Independencia
nacional pocos años después.
En sus conductas y actitudes debemos reflejar las nuestras, hoy, mañana y siempre, porque bajo su sello
indeleble nos identificamos todos de manera permanente.
Los héroes de Mayo, que provenían de los más diversos orígenes, entendieron que la unidad interna era la
base esencial para poder asumir los desafíos externos, que a partir de la decisión de liberarse serían cada
día más colosales, como se verificaría en los años que se sucederían hasta 1816. Y que proseguirían sin
solución de continuidad cuando el General San Martín comprendió que la única manera de asegurar nuestra
naciente independencia nacional era contribuir a la independencia de los países hermanos.
He aquí, entonces, los dos grandes legados de Mayo que hoy más que nunca necesitamos incorporar a
nuestras conductas cotidianas: la de la unidad entre los argentinos y la de la construcción de la Patria Grande
latinoamericana como continuidad indisoluble de las naciones liberadas del yugo extranjero opresor.
Pero, lamentablemente, a pesar de esa gesta fundadora tan plena de grandes actitudes, la evolución de la
Nación argentina no abundó en conductas similares, sino que, por el contrario, desde muy pronto hizo de la
división entre hermanos una constante histórica que aún hoy no se ha apagado y que, a la postre, fue la que
nos sigue impidiendo encontrar el destino de grandeza que con tanto empuje soñaron nuestros padres
fundadores, hasta entregar la vida.
Y esta división interna fue, a la vez, acompañada por la continental, tanto que aún hoy no somos capaces
de construir un mercado común o una comunidad económica que realmente abra las fronteras y nos integre
en una unidad superior, en esa mentada Patria Grande de la cual ya se hablaba en los tiempos iniciales de
la revolución independentista.
Porque así como la forja de nuestra historia gestó una nación que dio sus primeros pasos a la luz de las
mejores promesas, con héroes pletóricos de energía libertaria y de sueños de grandeza, sin embargo, al
poco tiempo, casi todos ellos acabaron sus vidas de las peores maneras cuando las pasiones facciosas
arrasaron con la unidad patriótica.
Entonces, hoy, en pleno siglo XXI, meditar sobre la gesta de Mayo es tratar de acabar con nuestras grietas
y divisiones presentes recuperando las unidades fundantes, el proyecto estratégico de una nación
compartida, pensada para los hijos y los hijos de los hijos de aquellos forjadores de ilusiones concretadas
con su sangre y su pasión.
En síntesis, en este nuevo aniversario del supremo 25 de Mayo de 1810 necesitamos mirarnos como en un
espejo, cada uno de nosotros por dentro y todos juntos con tolerancia y compromiso para que el sentido de
Patria vuelva a reinar en nuestros corazones y nuevamente nos convoque a las más grandes empresas.

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