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Cansado de fallar, Luis estaba acostado y sollozando, recordaba su último fracaso, ésta vez

había perdido todo su dinero, ya no le quedaba más; Sus ganas de emprender se habían
disipado como aquella tenue luz del cebo de su vela, un poco aletargado y somnoliento se
puso en pie y se miró al espejo, estaba harto, un sinfín de errores habían sido los
protagonistas de los últimos años de su vida y de sus proyectos.

A raíz de los fracasos y la necesidad decidió emprender una última vez y para ello tenía una
gran idea, el problema es que necesitaba capital financiero y sus recursos ya se habían
agotado sin contar que los bancos le habían cerrado todas las puertas.
Para inicios del año Luis presentó su idea en una feria de emprendimiento y allí conoció a
Susana, una empresaria proveniente de París. Susana al estudiar la idea y su viabilidad
decidió financiar el proyecto de Luis y apalancar el negocio de forma que le generará
rentabilidad con Luis al mando.

Si bien Luis logró financiar el proyecto no lo hubiese logrado sin la ayuda de su compañero
Sergio, su amigo de infancia y quien había emprendido con él en negocios anteriores. Sergio
es un vendedor por excelencia y su capacidad de convencimiento es muy superior a la que
tiene Luis; y es por ello que fue Sergio el encargado de relacionarse y buscar inversión para
el proyecto y brindar las capacitaciones al personal que entraría a colaborar en el negocio.
El mercado se complicó cuando entró en competencia la empresa creada por Camila, quien
evidenció una necesidad de ahorro en tiempo y desplazamiento para la compra de los
productos que vendían, por ejemplo, empresas como la de Luis. Camila desarrolló una
aplicación virtual para hacer las compras más prácticas. Ante esta situación, Luis decidió
fusionar su empresa con la de Verónica, una economista de la Universidad de Antioquia
experta en brindar soluciones empresariales y Andrés, creador de nuevos modelos de
negocios, con una amplia trayectoria en el sector privado

En el mercado habían pequeños emprendedores como Mauricio, quien por el azar y


casualidad comenzó a emprender, él junto con su hija Mariana, una joven emprendedora
quien confiaba en su intuición cuando de tomar decisiones se tratase, llevaban las riendas de
su proyecto, la combinación de ambos les daba una visión particular del mercado y la misma
hacía que su empresa fuese atractiva para los consumidores

Aunque esta competencia entre emprendedores generó una repartición en los segmentos de
mercado todos los competidores entendieron la situación como una oportunidad para mejorar
en sus procesos y crear valor agregado que pudiera diferenciarlos de los demás para sostener
sus ideas de negocio. Además, esto representó para ellos la posibilidad de buscar otros
segmentos mediante nuevos emprendimientos que le diversificaran el riesgo.

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