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INSTITULO LAS AMERICAS DE NAYARIT

Materia: Psicoterapia individual.

Trabajo: “ENFOQUE HUMANISTA CENTRADO EN LA PERSONA”

Alumno: Brenda Carolina Cruz Especiano.

Cuatrimestre: 5º ”A”

Maestra: María Alma Rodríguez Valdez.

Viernes, 22 de marzo del 2019.


TÉCNICAS DE INTERVENCIÓN DE LA TERAPIA CENTRADA EN EL CLIENTE

La no directividad es planteada por Rogers como una técnica y no es su idea


fundamental. La no–directividad es un enfoque de la vida humana y de la actividad
clínica. Lo importante no es la ausencia de directivas sino la presencia del
terapeuta de ciertas actitudes respecto al cliente.

Se ha confundido el término “permisivo” con el de “no directivo” y son muy diferentes.


La no dirección es una actitud incondicional mente positiva mientras que la
permisividad se reduce a la indiferencia e incluso a una tolerancia parecida al
desprecio.

1.1. Técnicas

Existe solo una técnica por la que los rogerianos son conocidos: El reflejo o
reexpresión. El reflejo es resumir, interpretar o acentuar la comunicación
manifiesta o implícita del cliente. Modifica la figura (lo explicito) a partir del interior.
Es parafrasear la comunicación del otro El reflejo es la imagen de la comunicación
Emocional.
Las respuestas reflejo comienzan con frases como las siguientes:
“Así, usted considera...”
“Usted quiere decir que...”
“En otros términos...”
“En su opinión por consiguiente...”

Si el paciente dice “¡me siento como un excremento!”, El terapeuta puede reflejar esto
de vuelta diciéndole algo como: “Ya. La vida le trata mal, ¿no?” Al hacer esto, el
terapeuta le está comunicando al paciente que de hecho está escuchando y se está
preocupando lo suficiente como para comprenderle.
También el terapeuta está permitiendo que el cliente sé de cuenta de lo que
él mismo está comunicando. Usualmente, las personas que sufren dicen cosas
que no quieren decir, por el hecho de que el sacarlas hacen sentir mejor. Por
ejemplo, una vez una mujer entró en mi consulta y dijo “¡Odio a los hombres!” Le
reflejé diciéndole: “¿Odia a todos los hombres?” Ella contestó: “Bueno, quizás no a
todos” Ella no odiaba a su padre, ni a su hermano y por continuidad, ni a mí.
Incluso con esos hombres a los que “odiaba”, se dio cuenta luego que en la gran
mayoría de ellos no sentía hasta el punto de lo que la palabra “odio” implica. De
hecho, mucho más adelante se percató de que lo que sentía era desconfianza
hacia los hombres y de que tenía miedo de que le trataran como lo hizo un hombre
en particular.
De todas formas, el reflejo debe usarse cuidadosamente. Muchos terapeutas novatos
lo usan sin sentirlo o sin pensarlo, repitiendo como loros las frases que salen de la
boca de sus pacientes. Luego creen que el cliente no se da cuenta cuando de hecho
se ha vuelto el estereotipo de la terapia rogeriana. El reflejo debe surgir del corazón
(genuino, congruente).
El enfoque plantea más bien que el terapeuta debe ayudar a clarificar las emociones
del cliente, ser un facilitador en el proceso de hacerlas conscientes, y por ello
manejables y no patológicas. Pero no asumiendo un rol de omnisapiente y
todopoderoso, que lleva al cliente de la mano diciéndole "Yo te acepto" y
devolviéndole "masticadito" el material que éste le proporciona.

Si hay respeto sincero y absoluto, procurará más bien que sea el cliente quien dirija el
proceso. En este caso las intervenciones del terapeuta se plantearán como
posibilidades, casi como ecos del material expuesto, y no como juicios de valor,
afirmaciones o interpretaciones.
La imagen del eco puede servir para comprender el fenómeno: un eco es una
reproducción amplificada y modulada (que implica una adecuada percepción y una
buena dosis de empatía frente a lo reproducido), algo que suena igual y diferente
al mismo tiempo, y que permite al emisor una recaptación novedosa y más
completa del mensaje emitido (ahora es a la vez emisor y receptor de sí mismo, y
ya no sólo emisor) Además, el eco supone un "algo" en comunidad con nosotros,
otra persona (un alter-ego) que nos escucha y reproduce y/o re-formula nuestros
mensajes en un ambiente de aceptación.
En este diálogo con el terapeuta (que es en esencia un diálogo conmigo mismo)
empiezo a sentirme aceptado, puesto que diga lo que diga, haga lo que haga, sólo
recibo como eco empatía y calidez, en lugar de consejos, diagnósticos o
interpretaciones; así, me doy cuenta paulatinamente que no soy tan malo, tan raro
o diferente como creía, y empiezo a permitir que mi capacidad de crecer se vaya
abriendo paso.
El reflejo tiene tres clases:
.Reflejo reiterativo:
Es el contenido estrictamente manifiesto, resume o pone de manifiesto lo importante
o reproduce las últimas palabras para facilitar la continuación del relato.
Establece una atmósfera de acogida necesaria para activar las fuerzas de
crecimiento.
Ejemplo:
Cliente: “Estoy completamente desanimado...”
Terapeuta: “Siente que ha llegado al límite...”
C: “Si y no puedo mas...”
T: “Usted no puede más y es eso lo que siente en este momento”
C: No es una cuestión del momento presente, no se trata de un sentimiento pasajero”
T: “Usted considera que no se trata de un mal momento, sino de algo mas profundo”

1. De sentimiento:
Amplia la “figura”, la diferencia o la desplaza en otros elementos del sentimiento en el
aquí y el ahora, da un paso mas que el anterior.
Consiste en recoger el componente emocional presente de un modo más o menos
explicito en la comunicación del cliente y en proponérsela a él en una
verbalización clara. Se considera sentimiento las posturas que revelan el aspecto
subjetivo por el cual la experiencia es vivida.
Una norma sugerida es :”recoger solo un sentimiento”, el dominante en el contexto
de l a comunicación y esto parte del principio que el impacto en el mundo interior
es mucho mas intenso cuanto mas se focalice la atención en un único y especifico
punto.

2. Elucidatorio:
Capta y cristaliza ciertos elementos que sin formar claramente parte del campo lo
impregnan. Es mas interpretativo y confrontativo por que puede ser amenazante
algunas veces para su si mismo y aumentar la angustia momentáneamente. La
elucidación es de hecho una deducción y se caracteriza por cierta agudeza
intelectual que no tienen las otras variedades del reflejo. La elucidación en este
sentido puede ejercer una atractivo mas fuerte sobretodo para los que empiezan a
atender los clientes ya que tienen un gran deseo de afirmar su inteligencia
Usa los siguientes enganches: “No se si me equivoco...””supongo que “

1.2. Cualidades del terapeuta con enfoque Rogeriano:

Para ser un terapeuta con condiciones centrado en el cliente y ser efectivo, un terapeuta
debe tener cuatro cualidades especiales:

Congruencia. Ser genuino; Ser honesto con el paciente. Es la armonía entre lo que se
piensa, siente, dice y hace.
Empatía. La habilidad de sentir lo que siente el paciente. La capacidad de colocarse en
el marco interno de referencia del otro sin ser el otro, es un “como si”.
Aceptación incondicional. Es la capacidad del terapeuta para aceptar el ser del cliente
y no necesariamente el hacer del cliente.

Autenticidad. Es llamada también transparencia y se manifiesta por medio de la


congruencia de la persona. Es cuando no se actúa a partir de roles falsificados sino a
partir del modelo de si mismo.

Rogers dice que estas cualidades son “necesarias y suficientes”: Si el terapeuta


muestra estas cuatro cualidades, el paciente mejorará, incluso si no se usan “técnicas
especiales”. Si el terapeuta no muestra estas cualidades, la mejoría será mínima, sin
importar la cantidad de técnicas que se utilicen. Ahora bien, ¡esto es mucho pedir a un
terapeuta! Simplemente son humanos, y con frecuencia bastante más “humanos” que
otros. Es como ser más humanos dentro de la consulta que lo que normalmente
somos. Estas características deben dejarse ver en la relación terapéutica.

Algunas de las investigaciones sugieren que las técnicas no son tan importantes
como la personalidad del terapeuta, y que, al menos hasta cierto punto, los
terapeutas “nacen” , no se “hacen”.

El enfoque terapéutico de Rogers excede los límites convencionales en


psicoterapia y modifica el papel asignado al terapeuta, el cual ya no tiene la
función de “curar-a-alguien-enfermo”, sino que de “comprender al otro”, de ser el
espejo de la totalidad de la vida del cliente, lo que lo convierte más bien en su
asesor. Esta nueva forma de relación elimina actitudes directivas frecuentemente
sometedoras por parte del terapeuta. Este método otorga especial importancia a
la relación entre el terapeuta y el paciente: la personalidad del terapeuta participa
de forma activa en el acontecer psíquico del paciente, situación contraria al
psicoanálisis clásico, y puede ser utilizada de modo deliberado para conseguir
determinados objetivos terapéuticos que deben conducir al crecimiento psíquico y
a la independencia. Los llamados grupos de Rogers se interesan por la vivencia
global de las situaciones de grupo a través de la acción y las emociones.

Las características personales que Rogers considera necesarias en todo buen


terapeuta que intente instrumentalizar su enfoque son las siguientes: a) Capacidad
empática; b) Autenticidad; c) Consideración positiva incondicional.
Ello induce a pensar que el terapeuta centrado en el cliente no puede ser una
persona común y corriente, sino alguien especial, que cuenta con la tranquilidad y la
coherencia internas propias de la persona autorrealizada, autorrealización que
intentará contagiar al cliente. Sin embargo, no debe verse al terapeuta como una
persona superior; es alguien que sencillamente ha logrado dar libre paso a su
capacidad de actualización, y que por lo mismo puede manejar con más eficacia y
productividad su campo experiencial y ayudar a que los otros también lo hagan.

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