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TEMA 17

LA IGLESIA DE CRISTO

17.1 Cristo, fundamento y Fundador de la Iglesia.


17.2 Reino de Dios e Iglesia en la predicación de Jesús.
17.3 Aspectos del misterio de la Iglesia.
17.4 Notas de la Iglesia.
17.5 La Iglesia, Pueblo de Dios y Cuerpo Místico de Cristo.
17.6 Misión de la Iglesia.

17.1 Cristo, fundamento y Fundador de la Iglesia


La Iglesia es una obra ad extra de la Trinidad. Su primer origen está en el libérrimo y arcano
decreto del Padre eterno que decide elevar a los hombres a la participación de su vida divina
(LG 2). Así, Cristo junto con el Padre, envió el Espíritu Santo para que santificara su Iglesia y
la impulsara a su propia expansión (AG 4). De este modo la Iglesia aparece como un pueblo
reunido en virtud de la unidad del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

Cristo no sólo es el fundador sino el fundamento “Pues del costado de Cristo dormido en la
Cruz nació el sacramento admirable de toda la Iglesia” (SC 5) y es el fundamento constante
de su Iglesia. La fundación de la Iglesia no se puede ver en un acto exclusivo de Jesús. No
hay que pensar en un acto solemne mediante el cual la Iglesia hubiera sido proclamada, pues,
no existe tal acto formal. La Iglesia creció a lo largo de la vida de Jesús conforme a su voluntad
creadora y a su voluntad de extender el amor del Padre, que comparte con el Espíritu Santo,
a todo el mundo. Pero ciertas acciones particulares de Jesús tienen especial significación, ya
que revelan de modo especial su voluntad de fundar la Iglesia. Estos actos de Jesús se pueden
clasificar de la siguiente manera (Actos preparatorios):

Cristo inauguró el Reino de los cielos en la tierra. La Iglesia es el Reino de Cristo "presente ya
en misterio" (LG 3). "Este Reino se manifiesta a los hombres en las palabras, en las obras y
en la presencia de Cristo" (LG 5). El germen y el comienzo del Reino son el "pequeño rebaño"
(Lc 12, 32) de los que Jesús ha venido a convocar en torno suyo y de los que él mismo es el
pastor (cf. Mt 10, 16; 26, 31; Jn 10, 1-21. CEC 764).

Elección y misión de los “Doce”. “El Señor Jesús dotó a su comunidad de una estructura que
permanecerá hasta la plena consumación del Reino. Al representar, estos Doce, a las doce
tribus de Israel, ellos son los cimientos de la nueva Jerusalén. Los Doce y los otros discípulos
participan en la misión de Cristo, en su poder, y también en su suerte” (CEC 765).

Vocación y misión de Pedro. Existe una voluntad explícita de Cristo que entre ellos haya uno
que sea la Roca que dé consistencia y que debe confirmar a sus hermanos. Tras la confesión
de Pedro aparece la promesa de que Cristo edificará su Iglesia sobre la persona de Pedro y
también sobre la Fe en que él es el Mesías.

La Última Cena es el acto fundacional. La Nueva Iglesia surge por la entrega de Cristo y la
participación de los creyentes en ese “tomar el cuerpo” que es anticipada en la Última Cena.
Se presenta al pueblo como la Nueva Alianza con el encargo de hacerlo en su
conmemoración.

Encargos de Jesús a sus discípulos.


 Manda, con todo el poder del Cielo, perdonar los pecados como fruto de la Cruz.

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 Primado a Pedro y encargo apacentar sus ovejas como potestad de Cristo; la
potestad no es delegada, sino la misma potestad de Cristo hecha presente porque
representa a Cristo como pastor.
 Los apóstoles como representantes de Cristo, quienes lo harán a partir de un acto
sacramental.
 Misión universal de predicar, santificar y gobernar. Todo esto cuando les manda
perdonar los pecados atar y desatar y predicar su Evangelio por todo el mundo.

17.2 Reino de Dios e Iglesia en la predicación de Jesús


El Señor Jesús comenzó su Iglesia con el anuncio de la Buena Noticia, es decir, de la llegada
del Reino de Dios prometido desde hacía siglos en las Escrituras. Para cumplir la voluntad del
Padre, Cristo inauguró el Reino de los cielos en la tierra. La Iglesia es el Reino de Cristo
presente ya en misterio (CEC 763). Las características del Reino predicado por Jesús son:

 Que es escatológico; está en crecimiento.


 Es religioso, no es político; es universal.
 Es de misericordia no de castigo.
 Se accede al Reino por la conversión (metanoia).
 El Reino de Dios es el Reino de Cristo, implica una conversión a Jesús, reconocer que
Él es el Hijo de Dios.

La pregunta sobre la relación entre el Reino e Iglesia ha tenido varias contraposiciones: En el


siglo XIX, con el protestantismo liberal, surgió un debate concretamente a raíz de la afirmación
de Loisy: “Jesús anunciaba el Reino y vino la Iglesia”, observando así una ruptura entre el
Reino e Iglesia. Otro grupo de autores como Bultmann, H. Küng y Schweitzer se enmarcaron
en la escuela escatologista, la cual afirmaba que: “el Reino sólo se dará en la Parusía”.
También se mantuvo la línea de la ilustración protestante de corte racionalista, autores como
Harnack y Schleiermacher, decían: “Cristo predicó el Reino de Dios, pero era meramente
espiritual, la Iglesia surgió después; de esta manera, no existe relación entre Iglesia y Reino,
el cristianismo es una ética, una realidad basada en el amor, que no afecta al hombre sino al
espíritu” (Fernandez).

Todas estas doctrinas fueron condenadas en el Decreto Lamentabili y en la encíclica Pascendi


de San Pío X. Más recientemente el Concilio Vaticano II, al hablar de la relación entre Iglesia
y Reino, afirma que la Iglesia recibe la misión de anunciar el Reino, y la misión de instaurarlo
en todos los pueblos siendo ella misma “el germen y el comienzo de este Reino en la tierra”.
Por tanto, se puede decir: que la Iglesia es un agente al servicio del Reino, con misión de
anunciarlo en el futuro e instaurarlo en el presente; la Iglesia es presencia germinal del Reino;
la Iglesia vive en tensión escatológica hacia la consumación del Reino; el Reino y la Iglesia en
parte se identifican y en parte se diferencian; y la Iglesia ha sido fundada por Cristo, el mismo
que ha predicado el Reino de Dios (LG 5).

17.3 Aspectos del misterio de la Iglesia


Siguiendo las enseñanzas del Catecismo de la Iglesia Católica, podemos sacar algunos
puntos clave:

La Iglesia es a la vez humana y divina: Sociedad dotada de órganos jerárquicos y el Cuerpo


Místico de Cristo, hay un grupo visible y una comunidad espiritual; está la Iglesia de la tierra y
la Iglesia del cielo. Estas dimensiones juntas constituyen una realidad compleja, en la que
están unidos el elemento divino y el humano (CEC 771).

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La Iglesia es Misterio de Comunión: En la Iglesia es donde Cristo realiza y revela su propio
misterio como la finalidad del designio de Dios: “Recapitular todo en Él”. San Pablo llama gran
misterio al desposorio de Cristo y de la Iglesia. Porque la Iglesia se une a Cristo como a su
esposo, por eso se convierte a su vez en Misterio. Contemplando en ella el Misterio, San Pablo
escribe: “El misterio es Cristo en vosotros, la esperanza de la gloria” (CEC 772). Esta
comunión de los hombres con Dios por la caridad que no pasará jamás, es la finalidad que
ordena todo lo que en ella es medio sacramental ligado a este mundo que pasa (CEC 773).

La Iglesia es sacramento universal de salvación: La Iglesia es en Cristo como un sacramento


o signo e instrumento de la unión íntima con Dios y de la unidad de todo el género humano.
Ser el sacramento de la unión íntima de los hombres con Dios es el primer fin de la Iglesia.
Como la comunión de los hombres radica en la unión con Dios, la Iglesia es también el
sacramento de la unidad del género humano (CEC 775).

Como sacramento, la Iglesia es instrumento de Cristo: Ella es asumida por Cristo como
instrumento de redención universal, sacramento universal de salvación, por medio del cual
Cristo manifiesta y realiza al mismo tiempo el misterio del amor de Dios al hombre. Ella es el
proyecto visible del amor de Dios hacia la humanidad que quiere que todo el género humano
forme un único Pueblo de Dios con la ayuda del Espíritu Santo (CEC 776).

17.4 Notas de la Iglesia


Entendemos por notas, ciertas propiedades esenciales de la Iglesia que la hacen
exteriormente reconocible. Estas notas constituyen a la Iglesia en su ser, y son consecuencia
de su naturaleza sacramental y de su misión:

Una: Tiene un solo Señor, confiesa una sola fe, nace de un solo Bautismo, no forma más que
un solo Cuerpo, vivificado por un solo Espíritu, orientado a una única esperanza (cf Ef 4, 3-
5).

Santa: Porque su fundador es Santo; Cristo, su Esposo, se entregó por ella para santificarla;
el Espíritu de santidad la vivifica. Es “inmaculada aunque compuesta de pecadores”, o más
bien, “necesitada de conversión”, dirá la nueva evangelización. En los santos brilla su santidad
(CEC 867).

Católica: Anuncia la totalidad de la fe; lleva en sí y administra la plenitud de los medios de


salvación; es enviada a todos los pueblos; se dirige a todos los hombres; abarca todos los
tiempos; es, por su propia naturaleza, misionera (CEC 868).

Apostólica: Está edificada sobre sólidos cimientos: “los doce apóstoles del Cordero” (Ap 21,
14); es indestructible; se mantiene infaliblemente en la verdad: Cristo la gobierna por medio
de Pedro y los demás apóstoles, el Papa y el colegio de los obispos (CEC 869).

17.5 La Iglesia, Pueblo de Dios y Cuerpo Místico de Cristo


Cuerpo Místico: La comparación de la Iglesia con el cuerpo arroja un rayo de luz sobre la
relación íntima entre la Iglesia y Cristo. No está solamente reunida en torno a El: siempre está
unificada en El, en su Cuerpo (CEC 789). En esta imagen se destacan los siguientes puntos:

 La unión indisoluble entre Cristo y la Iglesia.


 La unión vital entre Cristo y la Iglesia, de tal manera que la Iglesia existe como un
misterio de comunión con Cristo.
 El carácter mistérico o sobrenatural de la Iglesia: Misterio sobrenatural y espiritual, no
espiritualista.

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 La relación entre los sacramentos y la comunidad de gracia. La Iglesia tiene una
estructura sacramental, de tal manera que dentro de los sacramentos hay un
sacramento que hace la Iglesia: la Eucaristía.
 Hay una implicación de los servicios o ministerios que se dan en la Iglesia y que la
presentan como un organismo.
 En este cuerpo, el principio vital o de unidad es el Espíritu Santo.

Pueblo de Dios: Se destacan los siguientes puntos.

 Esta noción une el AT con el NT, así el Nuevo Pueblo de Dios se entenderá como la
continuación del ‫( קהל‬qahal), ἐκκλησία; la cual no tiene distinción de raza y cultura.
 Hay continuidad en las ideas de vocación y elección. Todos han sido llamados y
convocados a formar este pueblo, esta vocación resume la antropología de la Iglesia.
Se comprende que en la Iglesia lo fundamental es el ser cristiano.
 Implica también la idea de Alianza. Se requiere una respuesta de fe, obediencia y
fidelidad. La Iglesia es portadora de la Alianza y sacramento de salvación.
 La Iglesia tiene como finalidad la alabanza y la gloria de Dios al igual que el “qahal
Yahveh” del AT. Esta alabanza está ligada al desarrollo del sacerdocio de Cristo en la
Iglesia: testimoniar las maravillas de Dios.
 Se pone de relieve el sentido escatológico de la Iglesia.

17.6 Misión de la Iglesia


El mandato misionero que la Iglesia ha recibido de Dios consiste en que ha sido enviada para
ser sacramento universal de salvación, obedeciendo al mandato de su Fundador, se esfuerza
por anunciar el Evangelio a todos los hombres (AG 1; cf Mt 28, 19-20; cf CEC 849).

El origen de la misión de la Iglesia tiene su fuente última en el amor eterno de la Santísima


Trinidad (AG 2); y el fin último de la misión no es otro que hacer participar a los hombres en la
comunión que existe entre el Padre y el Hijo en su Espíritu de amor (Rm 23; CEC 850).

Del amor de Dios por todos los hombres, la Iglesia ha sacado (en todo tiempo) la obligación,
la fuerza y el motivo de su impulso misionero: “porque el amor de Cristo nos apremia” (2 Co
5, 14). En efecto, “Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento
pleno de la verdad” y por amor Dios entregó su Hijo al mundo (1 Tm 2, 4; cf CEC 851).

El Espíritu Santo es en verdad el protagonista de toda la misión eclesial (Rm 21). Él es quien
conduce la Iglesia por los caminos de la misión, los mismos que recorrió Cristo; esto es, el
camino de la pobreza, la obediencia, el servicio y la inmolación de sí mismo hasta la muerte,
de la que surgió victorioso por su resurrección (cf AG 5; cf CEC 852).

Por último, algunas características concretas, propuestas por el Concilio Vaticano II, que debe
tener el camino que la Iglesia debe recorrer en el cumplimiento de su misión, son: Ser camino
de conversión y renovación; ser camino de paciencia, de esfuerzo hacia la unidad de los
cristianos; y de manera especial, ser diálogo respetuoso con los que todavía no aceptan el
Evangelio.

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