Вы находитесь на странице: 1из 5

Fundación Canaria Orotava de Historia de la Ciencia

¿Quiénes somos? Inicio (/) / Actividades (/actividades/) / Seminario Montesinos (/actividades/seminario-montesinos/)


/ Aristóteles y los Saberes (/actividades/seminario-montesinos/aristoteles-y-los-saberes/) / Aristóteles y las matemáticas

Aristóteles y las matemáticas


La matemática griega del siglo IV a. C. era abstracta y teórica, estrechamente ligada a la José Luis Montesinos Sirera
(/quienes-somos/)
Glosofía y a la rigurosa necesidad de “convencer”. Platón, el gran pensador de ese periodo, Fundoro: Director de 1999 a 2007
Calendario
hace numerosas referencias a las matemáticas en sus Diálogos. Así, en la República, Profesor de matemáticas
desarrolla su teoría de las formas-ideas entre las cuales la idea del Bien es la de más difícil
acceso, pero necesaria para conducirse sabiamente en la vida privada y pública. De entre Fecha: Septiembre de 2016
todas las disciplinas que preparan a los jóvenes a este conocimiento, Platón destaca a las
Matemáticas, ese largo y obligado camino que abre la puerta a la Dialéctica con la cual es
posible sin el uso de los engañosos sentidos elevarse hasta aprehender lo que es el Bien, en
(/calendario/) una completa contemplación de lo inteligible.
Biblioteca
Platón consideraba que la formación matemática era imprescindible para la clase dirigente -y
con ello no hacía más que extender a la política las doctrinas pitagóricas según las cuales
todo lo natural estaría en estrecha relación con los números- y la Aritmética y el Cálculo
serían fundamentales, pero no solo con miras a las compras y a las ventas como en el caso
de comerciantes y tenderos, sino con vistas a la guerra y para facilitar a la propia alma la
posibilidad de volverse de lo sensible a la verdad y a la esencia. Así mismo, la Geometría era
(/biblioteca/) una disciplina que había que enseñar a los ciudadanos de un estado perfecto porque “hay
Portal digital una enorme diferencia entre quien sabe de geometría y quien la desconoce”, incluso para
mejor comprender las otras disciplinas del saber.

Para Platón los objetos matemáticos existen en el mundo de las ideas, un mundo exterior a
la naturaleza y pre-existente a la ordenación del Universo. El Demiurgo, ese ser que en la
cosmogonía platónica ordena el Mundo, se inspira en los entes y modelos matemáticos para
(http://fundacionorotava.es/portal/)
conseguir la armonía de lo natural. Esta idea Gltrada más adelante por los pensadores
cristianos daría lugar a un Dios Geómetra, que habría creado tanto el mundo de las ideas
como el mundo sensible, que se regiría por leyes matemáticas, esencia de la divinidad.
También el valor formativo de las matemáticas - para estructurar mentes bien formadas-,
alejado de prosaicas aplicaciones prácticas para resolver problemas de la vida cotidiana, ha
tenido una gran inYuencia en la enseñanza de las matemáticas a lo largo de la Historia.

Y en esto, que llegó Aristóteles de Estagira, el más destacado de los discípulos de Platón. Y
hay que decir desde un primer momento que Aristóteles no consideraba a la matemática
como una disciplina adecuada para el estudio de los fenómenos naturales y se opuso al uso
desmedido de la numerología pitagórica y platónica. Aristóteles advierte y aprecia la belleza
de la geometría del triángulo y de las matemáticas en general, pero rechaza que los números
y los entes geométricos constituyan la intimidad de las cosas y de los seres. Aristóteles es el
creador de la Lógica, el arte del correcto razonar y advierte y previene a los matemáticos de
los peligros lógicos en los razonamientos; uno de ellos, el de usar –muchas veces
inadvertidamente- como hipótesis lo que se quiere demostrar.

Sir Thomas Heath (1861-1940), el preclaro autor de A History of Greek Mathematics, sintió la
necesidad, un año antes de morir, de escribir un libro en el que volcar todos sus apuntes y
conocimientos sobre las Matemáticas Griegas en relación con Aristóteles. Heath había
nacido el mismo año que Alfred N. Whitehead y, como él, fue un destacado profesor del
Trinity College en Cambridge. Es muy posible que las intenciones de Heath fuesen las de
dulciBcar las tensas y a veces enconadas relaciones entre “aristotelismo” y “matematismo
que se habían ido sucediendo a lo largo de la Historia”. Fue su mujer, Ada Mary Heath quien
publicó en 1948 la obra incompleta de su marido. Para ello contó con la inapreciable ayuda
de Sir David Ross (1877-1971), el gran experto en la Física y en la Metafísica de Aristóteles.
En Mathematics in Aristotle, la obra de Heath, están citadas y comentadas casi 300
referencias a las Matemáticas que recorren toda la obra de Aristóteles.

Tres eran para el gran pensador griego las ciencias teóricas, la Matemática, la Física o
Filosofía de la Naturaleza y la Teología o Filosofía Primera, siendo esta última la más noble
de ellas. Aristóteles conoció con precisión toda la matemática elemental de su época, la que
poco tiempo después recopilaría Euclides en sus Elementos, y esta le sirve para ilustrar las
abundante observaciones sobre la Lógica o método de razonamiento que hace en sus libros.
En la Metafísica, seguramente la obra más importante de Aristóteles, en la que se habla de la
Realidad, en la que se trata de entender lo que es real, hay abundantes referencias a las
matemáticas. Los entes matemáticos no son entidades reales de por sí, ni tampoco son
irreales. Subsisten en las cosas sensibles y nuestra mente las separa mediante la
abstracción.

Aristóteles fue el principal impulsor del método axiomático deductivo -el que usaría Euclides-
en el que a partir de unos postulados y axiomas, hechos evidentes y que son admitidos por
consenso, se deducen proposiciones y teoremas con las reglas del buen razonar. Hay que
resaltar que Aristóteles señala la existencia en la geometría griega de tendencias no-
euclídeas. En particular cuando habla de lo que será el quinto postulado euclídeo, como
objeto de libre elección (y por tanto no demostrable), o cuando habla de la suma de los
ángulos de un triángulo no sólo como suma de dos rectos sino superior o inferior. El
historiador de las matemáticas húngaro Imre Toth ha señalado hasta veinte pasos en el
Corpus Aristotelicum que contienen indicios de geometrías no euclídeas.

Pero veamos el resultado matemático que -creemos- más impresionó a Aristóteles: los
matemáticos griegos del siglo V a.C. hicieron un admirable y sorprendente descubrimiento: la
diagonal y el lado de cualquier cuadrado son inconmensurables, esto es, no existe un
segmento que esté contenido un número exacto de veces tanto en el lado como en la
diagonal de un cuadrado. Descubrimiento admirable, porque llegaron a él con la fuerza del
razonamiento, ya que se trata de un hecho que trasciende cualquier posibilidad de medida o
experimentación. Y ello fue un hecho demoledor para la “ingenua” teoría corpuscular y para
los intentos de aritmetizar la geometría. Ello obligaba además a aceptar la inBnita
divisibilidad de un segmento, con las consecuencias que eso tendría en la confección de las
aporías de Zenón.

Aristóteles habló en sus obras con frecuencia sobre la inconmensurabilidad del lado y la
diagonal del cuadrado. Concretamente en sus Primeros Analíticos, se encuentra la famosa
demostración en la que de suponer conmensurables el lado y la diagonal de un cuadrado,
se llega por reducción al absurdo a la consecuencia de que un mismo número es par e
impar a la vez.

[[image|254]]

Llamamos a al lado del cuadrado y d a su diagonal. Queremos demostrar que no existe


ninguna fracción de números naturales p/q que sea igual a la relación entre el lado y la
diagonal d/a

Supongamos que sí existe: fracción ésta que suponemos simpliGcada, es decir que p y q no
tienen divisores comunes. Eso impide que p y q sean los dos pares.

Aplicando el teorema de Pitágoras : a2 a2= d2, es decir, 2 a2= d2

[[image|255]] pero esto signiGca que y por lo tanto p2= 2q2, es decir, el número p2 es par
luego también lo es p. Pero eso signiGca que p es el doble de otro número: p=2m, por lo
tanto, p2=4m2

Luego, 2q2= 4m2, de donde obtenemos que q2=2m2 por lo que q2 es par y en consecuencia,
también lo es q. Pero habíamos dicho que p y q no pueden ser ambos pares, por lo tanto
hemos llegado a una contradicción, lo que demuestra la imposibilidad de la hipótesis.

En la Metafísica (983 a, 12-20) dice Aristóteles:

“Todos comienzan, de hecho, maravillándose de que una cosa pueda


ser en un cierto modo, como los trucos de un malabarista, o sobre los
movimientos del Sol, o sobre la inconmensurabilidad de la diagonal
respecto al lado en un cuadrado. Maravilloso resulta, ciertamente, que
no exista algo pequeñísimo como unidad de medida común, pero
cuando se ha entendido, lo que realmente maravillaría a un matemático
es que la diagonal fuese conmensurable con el lado”.

Aristóteles y el infinito
En la historia del inGnito, aquella que Jorge Luis Borges (1899-1982) esperaba que se
escribiera algún día, en el capítulo dedicado a la cultura griega, los protagonistas
fundamentales son Zenón de Elea y Aristóteles de Estagira. Es alrededor del año 450 a. C.
cuando Zenón desarrolla sus célebres argumentos contra el movimiento, estrechamente
ligados a las matemáticas y al concepto de inGnito. El movimiento es algo relativo al mundo
natural y cuyo estudio pertenece al reino de la Física, en el que –según Aristóteles- se
inmiscuye la matemática, ciencia teórica y con ella el concepto de inGnito “… que conlleva
una diGcultad, pues tanto al aGrmar que no lo hay como al aGrmar que lo hay resultan
muchos imposibles” (Física, 203b, 30-32).

Los argumentos de Zenón de Elea


a) La dicotomía “Tú no puedes llegar a la extremidad del estadio. No puedes franquear en un
tiempo Gnito un número inGnito de puntos. Obligadamente tienes que franquear la mitad de
una cualquier distancia dada antes de franquear al todo y la mitad de esta mitad antes de
franquear ésta. Y así sucesivamente ad inBnitum…”

b) El “Aquiles” “Aquiles no se adelantará nunca a la tortuga. Primero tiene que llegar al sitio
de que partió la tortuga. Durante ese tiempo la tortuga hará un cierto avance. Aquiles debe
ganarlo, y la tortuga se aprovechará para hacer un nuevo trecho de camino. Siempre se
acercará a ella, pero sin alcanzarla jamás.

Pero Aquiles, piensa Aristóteles, no está enfrentado a realizar algo lógicamente imposible. La
pretensión de tal cosa se crea por confundir el número Gnito de actos reales que el corredor
tiene que hacer con la serie inGnita de números con la cual describimos lo que hace.

La Yecha no está en ningún punto de su trayecto. Todo lo más cabría decir que podría estar
ahí y que le estaría permitido detenerse ahí.

El modelo matemático que aplicamos no describe adecuadamente el espacio, el tiempo, el


movimiento.

En relación a Aristóteles y el inGnito matemático hay que citar fundamentalmente tres textos:
la Física (cap. 4-8 del libro III), De Caelo (cap. 5-7 del libro I) y la Metafísica (cap. 10 del libro
XI).

Para Aristóteles, el problema del inGnito es eminentemente físico: “Parece que el movimiento
es algo continuo y lo inGnito aparece primero en lo continuo. Por esto ocurre que los que
deGnen lo continuo a menudo necesitan el concepto de inGnito”.

El inGnito es pues un asunto de la física, dice Aristóteles, no obstante admite que sea
también un tema propio de los matemáticos; y ello por dos motivos: a) la serie de los
números naturales no tiene Gn y b) la inGnita divisibilidad de un segmento.

La sucesión creciente de números enteros naturales no tiene Gn, es ilimitada, porque Gjado
un número natural por grande que sea, siempre es posible encontrar un número mayor que él.
Pues bien, la deGnición de “inGnito potencial” para una sucesión de elementos es esta: la
posibilidad de proceder siempre más allá, sin que exista un último elemento. La imposibilidad
de pensar un Gnal para el espacio, una barrera tras de la cual no exista más espacio, es otra
de las vías naturales que conducen al concepto de inGnito potencial. La inGnidad potencial es
así característica de nuestro modo normal (el del sentido común) de concebir el espacio y el
tiempo, respectivamente, como un cubo que crece ininterrumpidamente o como un
segmento que es prolongable indeGnidamente.

En relación con la inGnita divisibilidad de un segmento de recta, Aristóteles se enfrentó al


siguiente dilema: ¿un segmento continuo es solo divisible en un número de partes tan grande
como se quiera mediante un proceso de sucesivas divisiones y, por tanto, es inGnito en el
sentido potencial, o bien puede concebirse como inGnito en acto, como colección inGnita
exhaustivamente dada de todos sus puntos?

Pues bien, la respuesta de Aristóteles a este problema consiste en negar la existencia del
inBnito actual tanto físico como mental: en el capítulo 5 del libro III de la Física, Aristóteles
demuestra que no existe un cuerpo físico inGnito en acto. Pero Aristóteles niega además la
posibilidad del inBnito actual mental o matemático (y aquí se aprecia la inYuencia de los
argumentos de Zenón). Sin embargo esta “prohibición” no impide a los matemáticos realizar
sus razonamientos:

Este nuestro discurso no pretende suprimir las investigaciones de los


matemáticos por el hecho de excluir que el inGnito por adición pueda
recorrerse en acto. En realidad, ellos (los matemáticos), en el estado
presente, no sienten la necesidad del inGnito, y en realidad no se sirven
de él, sino solamente de una cantidad tan grande como se quiera,
aunque siempre Gnita.
En esa Historia del InGnito deseada por Jorge Luis Borges, un capítulo central, según él,
habría que dedicarlo al cardenal Nicolás de Cusa (1401-1462), ya en pleno dominio cultural
del cristianismo. Pero mi maestro, Lucio Lombardo Radice (1916-1982), allá por los años 70
del siglo pasado, matemático y gran intelectual, admirador de Borges, aGrmaba que era
Agustín de Hipona (354-430), San Agustín, la personalidad del cristianismo que más había
inYuido en la progresiva “domesticación” del inGnito actual, atreviéndose a contradecir la
imposibilidad de pensar el inGnito en acto. Si bien el ente dotado de tal facultad era
excepcional, el Dios cristiano.

Todo número está caracterizado por su propiedad, así que dos


cualesquiera son distintos. Por tanto los números son distintos, y
tomados singularmente son Gnitos, y tomados todos juntos son
inGnitos. Dios, entonces, a causa de su inGnitud los conoce todos.
¿Cómo sería posible que la ciencia de Dios conociese unos números e
ignorase otros? ¿El que sostuviese esto no sería un demente?

El inGnito actual “in mente Dei”.Pero decía, Lombardo Radice, miembro del comité central del
partido comunista italiano de aquella época, lo que se le ocurre a Dios, tarde o temprano se le
ocurre al ser humano, su criatura preferida. Habría que esperar a Georg Cantor (1845-1918),
devoto cristiano, a Gnales del siglo XIX, para que se dotase de pleno rigor al uso del inGnito
actual en Matemáticas.

Alfred N. Whitehead (1861-1947), en 1925, en el capítulo II de_ Science and the Modern
World_, se dedicó a hacer un análisis del papel que las matemáticas habían jugado en la
historia del pensamiento occidental. Distinguía allí dos periodos de dos siglos cada uno que
han sido fundamentales para la cimentación y desarrollo del pensamiento occidental y que
tienen a las matemáticas como pilares básicos. El primero de esos periodos correspondía al
tiempo de los griegos, el transcurrido entre Pitágoras y Platón; el segundo, en estrecha
relación con el anterior, sería el comprendido por los siglos XVII y XVIII, teniendo a Galileo,
Descartes y Newton, en el siglo XVII, y a los matemáticos franceses en el siglo XVIII, como
personajes determinantes en el mismo. En el largo intervalo entre ambos periodos, señala
Whitehead, el aristotelismo habría evitado la matematización de la Naturaleza. Llega el siglo
XIX, y a pesar de que el avance de la matemática pura es inmenso, no se constituye, sin
embargo, en protagonista del avance cientíGco, sino que es la biología, el organicismo la
evolución, y por tanto un cierto aristotelismo, quien va a erigirse en la avanzadilla del
progreso cientíGco a comienzos del siglo XX.

Pongamos por último, algún ejemplo sacado de la ciencia y Glosofía moderna que apoya la
tesis aristotélica de la inadecuación de las matemáticas para abordar en profundidad el
estudio de la Realidad:

El naturalista Georges Louis Buffon (1707-1788), hacia 1750, en su De la manière de traiter


l’Histoire Naturel, reivindicaba a Aristóteles en sus opiniones sobre la validez de las
matemáticas en las ciencias de la naturaleza:

Hay varias especies de verdades, y se acostumbra a poner en el primer


orden las verdades matemáticas; sin embargo, no son más que
verdades de deGniciones; estas deGniciones se reGeren a suposiciones
sencillas, pero abstractas; y todas las verdades de este género no son
más que consecuencias compuestas, pero siempre abstractas de esas
deGniciones. Nosotros hemos hecho suposiciones, las hemos
combinado de todas las maneras; ese cuerpo de combinaciones es la
ciencia matemática; no hay, por tanto, en esa ciencia nada más que lo
que nosotros hemos puesto en ella…Las verdades físicas, por le
contrario, no son en modo alguno arbitrarias y no dependen de
nosotros; en lugar de estar fundadas en suposiciones, no se apoyan
más que en hechos…En matemáticas se supone; en física se aGrma y
se establece. Allí son deGniciones, aquí son hechos. Se va de
deGniciones en deGniciones en las ciencias abstractas; se marcha de
observaciones en observaciones en las ciencias reales. En las primeras
de llega a la evidencia; en las últimas, a la certeza.

Gilles Deleuze (1925-1995) en la introducción a Différence et répétition, escribe:


[…] si la repetición es posible es más bien debido al milagro que a la ley.
La repetición está contra la ley: está contra la forma semejante y el
contenido equivalente de la ley […] En todos los aspectos, la repetición
es la transgresión. Pone en cuestión a la ley […] No obstante, parece
difícil negar, desde el punto de vista de la propia experimentación
cientíGca, toda relación de la repetición con la ley. Debemos
preguntarnos en qué condiciones la experimentación asegura una
repetición. Los fenómenos de la naturaleza se producen al aire libre,
toda inferencia es posible en vastos ciclos de semejanza: en este
sentido todo reacciona sobre todo, y todo se parece a todo (semejanza
de lo diverso consigo mismo). Sin embargo la experimentación
constituye medios relativamente cerrados, en los cuales deGnimos un
fenómeno en función de un pequeño número de factores seleccionados
(como mínimo dos, por ejemplo, el espacio y el tiempo cuando se trata
del movimiento de un cuerpo en el vacío). Desde ese momento no hay
motivo para interrogarse sobre la aplicación de las matemáticas a la
física: la física es inmediatamente matemática.
El error estoico radica en esperar la repetición de la ley de la naturaleza.
El sabio debe convertirse en virtuoso; el sueño por encontrar una ley
que haga posible la repetición pasa cerca de la ley moral.
La ley reúne el cambio de las aguas en la permanencia del río

Bibliografía
MATHEMATICS IN ARISTOTE, Thomas Heath. Thoemmes Press. Bristol,1996.
ARISTOTELE E LA MATEMATICA, Silvio Maracchia. En Historia de la Geometría Griega.
Seminario Orotava de Historia de la Ciencia. La Orotava, 1992.
EL CONTINUO Y EL INFINITO EN LA MATEMÁTICA GRIEGA, José L. Montesinos. En
Historia de la Geometría Griega. Seminario Orotava de Historia de la Ciencia. La
Orotava, 1992.
HISTORIA DE LA MATEMÁTICA EN LA ENSEÑANZA SECUNDARIA, José L. Montesinos.
Editorial Síntesis. Madrid, 2000.

© Fundación Canaria Orotava de Historia de la Ciencia, 2018

! (https://www.facebook.com/orotavahistoriadelaciencia) " (http://twitter.com/Fundoro) # (http://www.youtube.com/user/fundacionorotava/videos) $


(http://es.scribd.com/fundoro) %

Contacta con nosotros (/quienes-somos/contacto/)

Вам также может понравиться