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Antecedentes
Durante el primer trimestre de 1997, PDVSA Occidente inició aplicaciones bajo el mismo
esquema utilizado en el CRP, basándose en el Mantenimiento Centrado en la Confiabilidad Plus
(MCC-Plus) con la asesoría de la firma The Woodhouse Partnership. Asimismo, en 1998 se
inició en el ámbito corporativo la aplicación del MCC utilizando la filosofía del grupo Aladon
bajo asesoría de la firma Strategic Tecnology INC (STI).
De esta manera, el trabajo descrito mostró las principales lecciones aprendidas y barreras
encontradas en cada una de las etapas del MCC. También se identificaron las fortalezas de cada
uno de los análisis completados y en progreso, así como los beneficios tangibles e intangibles
alcanzados. Se mostró la importancia de la asesoría directa para la validación progresiva del
análisis y se describieron los errores en la programación y cumplimiento de las reuniones de
trabajo.
Cabe destacar que, el universo sobre el cual se llevó a cabo el estudio fueron los equipos de
producción de la empresa MEGA, C.A., definiéndose la población como el conjunto de
individuos que llevan a cabo el mantenimiento preventivo de los referidos equipos; es decir, el
personal gerencial, administrativo y operarios de mantenimiento adscritos a la empresa, los
cuales totalizan 12 sujetos. Por otra parte, los datos se recopilaron mediante una encuesta tipo
cuestionario con preguntas abiertas, cerradas y selección múltiples.
Por otra parte, Berruta (2001), llevó a cabo el estudio denominado “Diseño de Políticas de
Mantenimiento para las Bombas de Pozos de Agua Aplicando el Mantenimiento Centrado en la
Confiabilidad”. El objetivo principal de este programa fue el control y coordinación de todas las
actividades planteadas de forma preventiva, utilizando el MCC, con el fin de reducir los costos y
aumentar la capacidad de operación de los equipos mecánicos y eléctricos de los pozos de agua,
lo cual hará posible el aumento de la vida útil de los mismos.
Cabe destacar que, en este trabajo se aplicó un método descriptivo, facilitando el análisis
para la elaboración de un programa de mantenimiento y determinando el registro de fallas de los
equipos. De igual modo, una alternativa para identificar las actividades de mantenimiento y
determinar sus características lo constituyó la implementación y aplicación del Mantenimiento
Centrado en la Confiabilidad (MCC).
Para este análisis se utilizó el análisis de modo y efectos de fallas, con el cual se estudió el
comportamiento y funciones de las bombas mediante reuniones con el equipo natural de trabajo,
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conformado por especialistas en el sistema estudiado. Luego se procedió a tabular dichos datos y
a determinar las tareas de mantenimiento, estableciéndose el intervalo de tiempo y el especialista
que ejecutará dicha actividad. Asimismo, se identificaron las tareas preventivas y predictivas que
a diferencia de las anteriores políticas establecían un mantenimiento netamente correctivo.
Asimismo, Stuard (2001), realizó el proyecto llamado “Propuesta para Optimizar los
Servicios a las Calderas de las Plantas de Vapor Tía Juana a través del Mantenimiento Centrado
en la Confiabilidad”. El objetivo de esta investigación fue proponer servicios de mantenimiento a
las calderas de las plantas de vapor. Se trató de una investigación descriptiva, ya que se
describieron y analizaron las condiciones de las calderas y su actual mantenimiento, y de campo,
debido a que los hechos fueron tomados del lugar de los acontecimientos. El diseño de la
investigación fue bibliográfico, ya que se utilizó un soporte documental para el desarrollo de la
investigación.
De igual modo, Borjas (2001), llevó a cabo el estudio “Análisis de las Tareas de
Mantenimiento de una Gabarra de tipo Cantiliver, bajo la Metodología y Herramientas de la
Confiabilidad Operacional”. El estudio evaluó los distintos taladros de la empresa Perforaciones
Delta, aplicando las técnicas de confiabilidad operacional. De esta manera, mediante una análisis
de criticidad se determinó la gabarra GP-28 como la unidad más crítica.
A partir del estudio se determinó que, la continuidad operacional de dicha gabarra está
asociada directamente al adecuado funcionamiento de cada uno de los sistemas con sus
respectivos equipos, entre los que se destacan el sistema de tratamiento y bombeo de lodo,
sistema de izamiento y sistema de generación de potencia. Éstos deben contar con un programa
de mantenimiento orientado a lograr la máxima disponibilidad y confiabilidad, garantizando los
índices de seguridad personal y ambiental.
Las políticas actuales de mantenimiento están basadas en las características de los equipos
de manera independiente, sin considerar las condiciones de operación, por lo que los equipos
altamente críticos y medianamente críticos son tratados de manera similar. En ese marco de ideas
se encontró que, una vía para identificar las actividades de mantenimiento óptimas y determinar
sus características lo constituye la aplicación del Mantenimiento Centrado en la Confiabilidad
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(MCC). Esta herramienta permite cambiar el esquema del mantenimiento actual, por un
mantenimiento enfocado a garantizar la continuidad de las funciones principales del proceso.
La confiabilidad de los datos se obtuvo mediante el cálculo Cronbach (0,91); por ende se
aceptó y se procedió al tratamiento estadístico de los datos mediante la técnica interferencial;
frecuencia absoluta y frecuencia relativa simple, las cuales facilitaron la interpretación de los
resultados. Entre las conclusiones se estuvo que en AVENRUT, CA el plan se ejerce de manera
discontinua y a largo plazo, las inspecciones no determinan el tipo de mantenimiento requerido
por las unidades pesadas, no se sugiere la forma de mantener y mejorar la capacidad del
transporte, no se ejerce el análisis técnico, entre otros.
BASES TEÓRICAS
De esta manera, el mantenimiento es asegurar que todo elemento físico desempeñe las
funciones deseadas. En ese sentido, el mantenimiento es el proceso de causar que continúe
entregando la capacidad incorporada (o fiabilidad inherente) ya que ésta no puede ser aumentada.
Históricamente, el mantenimiento ha evolucionado a través de tres (3) generaciones descritas por
Reliability-Centred Maintenance (1998).
Tercera generación: desde mediados de los años 70, el proceso de cambio en la industria ha
alcanzado altas velocidades. Al respecto, en la figura 2 se muestra como han evolucionado las
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Tipos de mantenimiento
Mantenimiento correctivo
Entre sus ventajas se encuentra el poco stock de repuestos; no obstante, sus desventajas
son numerosas, entre ellas las siguientes: mayor requerimiento de personal de reparación,
costos y tiempo de reparación mayores, disminución en la producción, el equipo puede sufrir
daños irreparables, entre otros.
Proactivos
Tribología/prolongación
Las actividades de este tipo están diseñadas para prolongar la vida útil del equipo. Incluye
la lubricación, el servicio, la pintura y los ajustes (como la rotación y el balanceo de un
neumático de un automóvil).
Predictivos
Preventivos
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En ese sentido, Marrow (1986, p. 56) declara que “el mantenimiento preventivo puede ser
definido como la conservación planificada de instalaciones y equipos, producto de inspección
periódicas que descubren condiciones defectuosas. Su finalidad es reducir al mínimo las
interrupciones y una depreciación excesiva”.
Entre sus ventajas están: disminución de tiempo de paros, menos desgastes de los recursos
físicos, mayor tiempo de duración de los equipos, disminución de inversiones, mejoras en las
siguientes áreas: calidad del producto, condiciones de seguridad, control de almacén de repuesto,
distribución de los equipos, entre otros.
De igual modo, presenta desventajas, tales como: no se emplean al máximo los repuestos si
los períodos de producción son muy cortos, se reduce el tiempo de producción y se gastan piezas
en buen estado, o si son muy largos se corre el riesgo de una falla inesperada con los daños que
ello conlleva.
A partir del análisis a las investigaciones de Huerta, López y Parra (1999), se afirma que el
Mantenimiento Clase Mundial surge con la finalidad de mejorar la rentabilidad de los procesos
productivos, dedicando enormes esfuerzos destinados a identificar, analizar, implantar y ejecutar
actividades para la solución de problemas y toma de decisiones efectivas y acertadas,
involucrando significativos impactos en las áreas de seguridad, ambiente, metas de producción,
calidad de productos, costos de operación y mantenimiento, garantizando una buena imagen de la
empresa y la satisfacción de sus clientes y de su personal.
De igual modo, puede decirse que el Mantenimiento Clase Mundial es el conjunto de las
mejores prácticas reuniendo elementos de distintos enfoques organizacionales con visión de
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negocio, para crear un todo armónico de alto valor práctico, las cuales aplicadas en forma
coherente generan ahorros sustanciales a las empresas (Aguiar, Huerta y Bermúdez, 1999). Lo
antes expuesto se puede considerar como el objetivo fundamental de la filosofía Clase Mundial,
focalizada en cuatro (4) grandes aspectos:
1. Excelencia en los procesos medulares: se parte del principio que el esfuerzo por alcanzar
y mantener un nivel de excelencia debe concentrarse en los procesos medulares de la empresa; es
decir, en su razón de ser.
Procesos.
Disponibilidad de equipos.
Producción.
Seguridad.
Calidad.
Rentabilidad.
Motivación y satisfacción laboral.
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Cabe destacar que, aquellas empresas que han logrado alcanzar los cuatros (4) estándares
expuestos pertenecen al privilegiado grupo de la categoría Clase Mundial y el aspecto que las
identifica es la aplicación de prácticas comunes denominadas Las Diez Mejores Prácticas del
Mantenimiento Clase Mundial, descritas a continuación:
1. Trabajo en equipo.
6. Mejoramiento continúo.
8. Integración de sistemas.
Entre sus características destacan la influencia positiva en áreas tales como: actualización
de prácticas operacionales, desarrollo del personal, integración de los diferentes entes
involucrados, uso de tecnología de punta, planificación disciplinada, detección de oportunidades
de mejoras, planificación y control cambios, repercutiendo así en tres (3) importantes ámbitos:
gente, procesos y tecnologías. Al respecto, a continuación el desglose de cada una de ellas:
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Confiabilidad Operacional
La confiabilidad operacional forma parte del mantenimiento clase mundial y se define como
la capacidad de un producto de realizar su función de la manera prevista. Además es la
probabilidad de que ese producto realice su función sin incidentes por un período de tiempo dado
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y bajo las condiciones indicadas (Méndez, 2003). Es importante puntualizar que en un programa
de optimización de Confiabilidad Operacional, es necesario, el análisis de cuatro (4) factores
habilitadores, mostrados en la figura 4:
Por otra parte, Palma, Newki y Rodríguez (2003), afirman que el MCC es un proceso
basado en equipos de trabajo que utiliza la medición de fallas y su retroalimentación para
determinar que debe hacerse, con el objeto de asegurar la funcionabilidad del activo físico y
modificar el programa de mantenimiento preventivo con el fin de eliminar las fallas de los
equipos.
El objetivo principal de MCC es reducir el costo del mantenimiento, para enfocarse en las
funciones más importantes de los sistemas, evitando o quitando acciones de mantenimiento que
no son estrictamente necesarias (Huerta, López y Parra, 1999).
1. MCC clásico: utiliza un equipo con diferentes áreas de experticia y entrenado por uno
externo, utiliza los siete (7) pasos tradicionales del MCC.
2. MCC 80-20: utiliza el concepto de pareto para definir las prioridades del análisis del
MCC.
Estas herramientas permiten determinar donde se inicia un análisis de MCC, priorizar las
fallas de los equipos y seleccionar las tareas y frecuencia de mantenimiento.
El MCC ha sido usado por una amplia variedad de industrias durante los últimos diez años.
Cuando se aplica correctamente produce los beneficios siguientes, según Reliability-Centred
Maintenance (1998):
6. Los productos obtenidos con un análisis de MCC son planes óptimos de mantenimiento,
basados en las consecuencias que produce cada modo de falla.
7. Provee criterios simples, precisos y fáciles de comprender para decidir (si hiciera falta)
qué tarea preventiva es técnicamente posible en cualquier contexto.
11. Larga vida útil de los equipos, debido al uso de técnicas de mantenimiento “por
condición”.
13. Claras estrategias para prevenir los modos de falla que puedan afectar la seguridad y las
acciones que deben tomarse si no se pueden definir tareas preventivas apropiadas.
15. Hace un diagnóstico más rápido mediante los modos de fallas relacionados con la
función y el análisis de sus efectos.
16. Menor daño secundario producto de fallas de poca importancia (como resultado de una
revisión extensa de los efectos de las fallas).
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17. Intervalos más largos entre las revisiones y en algunos casos la eliminación completa de
ellas.
18. Listas de trabajo de interrupción más cortas, que llevan a paradas más cortas, más fácil
de solucionar y menos costosas.
19. Eliminación de elementos superfluos y como consecuencia, las fallas inherentes a ellos.
24. Menor necesidad de usar personal experto costoso porque todo el personal tiene mejor
conocimiento de la planta.
27. Hace posible la adaptación a circunstancias cambiantes (tales como nuevos horarios de
turno o una nueva tecnología) sin tener que volver a considerar desde el principio todas las
políticas y programas de mantenimiento.
Es de hacer notar que, muchas empresas han encontrado que el MCC facilita más la
formación de equipos que los círculos de calidad. Todos estos factores forman parte de la
evolución de la gestión del mantenimiento. Lo importante del MCC es que provee un marco de
trabajo efectivo para hacer participar a todo el que tenga algo que ver con los procesos.
Costos de mantenimiento.
Motivación laboral.
Trabajo en equipo.
Rendimientos operativos.
La ejecución del MCC tiene asociado tres (3) etapas, mostradas en la figura 5. A
continuación se describen cada una de ellas.
1. Análisis: bajo responsabilidad del equipo natural de trabajo, cuyo producto son las tareas
de mantenimiento, acciones de rediseño y recomendaciones a ejecutarse para el control de los
modos de fallas del sistema estudiado.
Figura 5. Flujograma de aplicación del MCC. Fuente: Huerta, López y Parra (1999).
Es importante destacar que, la metodología MCC se basa en siete (7) preguntas claves
descritas en la figura 6. De allí que, para garantizar el éxito en una aplicación o análisis de MCC,
es importante responder cada una de esas preguntas, en orden de aparición y de forma correcta,
sin omitir detalles, con hechos y no suposiciones.
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Figura 6. Las 7 preguntas del MCC. Fuente: Huerta, López y Parra (1999), con
adaptaciones de Antúnez y Salazar (2005).
1. AMEF: herramienta que permite identificar los efectos o consecuencias de los modos de
fallas de cada activo en su contexto operacional. A partir de esta técnica se obtienen las repuestas
a las preguntas de la 1 a la 5.
2. Árbol Lógico de Decisión: herramienta que permite seleccionar de forma óptima las
actividades de mantenimiento según la filosofía del MCC. A partir del árbol lógico de decisión se
obtienen las repuestas a las preguntas 6 y 7.
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En ese marco de ideas, la mejor manera de dar respuesta certera a cada una de las siete (7)
preguntas es a través del diagrama mostrado en la figura 7. Cada bloque tiene una razón de ser y
una función específica dentro del proceso de análisis del Mantenimiento Centrado en
Confiabilidad.
Figura 7. Flujograma de aplicación del MCC. Fuente: Huerta, López y Parra (1999),
con adaptaciones de Antúnez y Salazar (2005).
A continuación, se definen cada uno de los bloques indicados en la figura 7, según Huerta,
López y Parra (1999):
1. Contexto Operacional: define en forma precisa todos los elementos que serán
considerados en el análisis, desde las fronteras hasta los distintos activos a evaluar. Asimismo,
considera el equipo a analizar, ya sea en su totalidad o en secciones, describiendo el rol que tiene
dentro del contexto. Destaca además si hay otras fuentes de suministro de este producto o
servicio, capaces de reemplazarlo si éste falla, políticas de inventarios, posibilidades de producir
a través de otras líneas cuando ésta se encuentra en reparación, los costos por hora relacionados
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con el equipo fuera de servicio, entre otros. El contexto operacional se redacta en forma narrativa,
tomando en consideración los factores que se muestran en la figura 8 a continuación.
Figura 8. Aspectos del contexto operacional. Fuente: Huerta, López y Parra (1999),
con adaptaciones de Antúnez y Salazar (2005).
Por otra parte, para definir un adecuado contexto operacional que facilite las etapas del
MCC, es esencial incorporar los siguientes elementos técnicos:
ejecutada. Los productos de la salida son descritos más adelante. De esta manera, la figura 9
muestra una representación esquemática de un EPS.
3. Diagrama funcional: es un tipo de diagrama de flujo que vincula los diferentes procesos
que realiza el sistema. El diagrama funcional debe reducir la función global del sistema a sus
procesos más sencillos y directos, mejorando la comprensión y permitiendo la ejecución del
análisis de modos y efectos de fallas.
4. Análisis de Modo y Efectos de Fallas (AMEF): para definir los bloques restantes, es
conveniente definir el término “Análisis de Modos y Efectos de Falla (AMEF)”, el cual es un
proceso estructurado para el análisis de:
Funciones.
Fallas funcionales.
Modos de falla.
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Efectos de falla.
Funciones
Las funciones cuantificables son aquellas en las cuales el rendimiento de una función es
medible, ya que se puede determinar fácilmente cualquier desviación. Al respecto, se identifican
cuatro (4) tipos de funciones:
3. Desechos: se genera este tipo de productos, de los cuales habrá que deshacerse, por lo
que existirá una función para tal fin.
4. Controles y alarmas: proviene de un sistema, que por lo general pueden ser ignorados en
los que respecta al análisis del proceso y al análisis de modos y efectos de fallas.
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Fallas funcionales
Se presentan cuando una función no se cumple, incluso cuando se pierde cualquiera de los
estándares de desempeño. Para definir una falla funcional sólo se requiere escribir la función en
sentido negativo; es decir, negar la función. Por otra parte, Huggets (1998) afirma que “la falla
funcional es el estado donde el rendimiento diseñado o seleccionado de un equipo, ya no se puede
realizar” (p. 3). De igual modo, Reliability-Centred Maintenance (1998), afirma que “una falla
funcional es la incapacidad de un elemento o componente de un equipo para satisfacer un
estándar de funcionamiento deseado” (p. 4).
1. Graduales, son fallas potenciales que pueden llegar a ser funcionales, ya que presentan
señales tempranas; por ejemplo, el deterioro en el estado del equipo.
Algunos elementos de un equipo están expuestos a fallas funcionales de los dos tipos,
graduales e inesperadas. En ese sentido está el caso de un eje que puede fallar debido a una
rajadura de fatiga que demore varios meses desde su inicio hasta que se produce la falla del eje en
el momento en que se rompe. Sin embargo, un exceso de torsión inesperada podría romper el eje
si no hay protección adecuada contra la sobrecarga.
Otro ejemplo sería la falla de equipos eléctricos causada por el desarrollo de áreas calientes
debido a una inadecuada conexión eléctrica, o un daño inesperado producido por un interruptor,
un rayo o un cambio de fase eléctrica en la red de suministro. Las fallas inesperadas casi siempre
resultan en la pérdida inmediata de la función, con éstas no hay aviso alguno como lo hay con las
fallas potenciales, en las cuales se pueden detectar señales de la falla antes de que ocurra la falla
funcional.
Vinculado con lo expuesto, se tiene que, las fallas potenciales o fallas graduales hacen
posible un programa de mantenimiento predictivo. Si el equipo presenta señales tempranas de
una falla y el deterioro en su estado se identifica o detecta, la falla funcional puede ser prevista y
prevenida.
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Fallas potenciales
La falla potencial es la señal temprana de una falla que podría volverse falla funcional. La
curva, una vez iniciada la falla potencial tiene tendencia a subir en forma de arco a la medida que
el deterioro empeora progresivamente. Cabe destacar que, en la figura 10 el parámetro
deteriorado puede ser la vibración, la temperatura, las partículas, entre otras.
P= falla potencial, punto más temprano posible para la identificación del inicio de una falla.
Para diferentes condiciones de operación o causas de fallas, el índice en el cual una falla
funcional ocurre no es siempre constante. Por ejemplo, un cojinete dañado por una falla aleatoria
tiende a deteriorarse más rápidamente que un cojinete deteriorado por la edad.
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Según Huggett (1998), existen tres (3) tipos de fallas en función del tiempo:
3. Fallas por la edad: donde un componente debe ser restaurado o reemplazado porque ha
fallado debido a la edad: por el desgaste, la herrumbre, la fatiga, entre otros.
En la práctica, los componentes pueden exhibir uno, dos o todos los tipos de falla; por
ejemplo, los neumáticos de los automóviles generalmente sufren fallas por edad (el desgaste), con
menos frecuencia exhiben fallas aleatorias: un daño causado por objetos punzantes y con aún
menos frecuencia es necesario reemplazar un neumático nuevo defectuoso por otro (fallas en la
infancia).
Ciclo de vida
El análisis del ciclo de vida del equipo supone que éste tiene una vida finita, tal como los
seres vivos. El ciclo de vida comienza con su fabricación y termina con su retiro; por tanto, el
ciclo de vida es el proceso mediante el cual los equipos atraviesan una serie de etapas que van
desde su concepción hasta su desaparición por otros más actualizados y más adecuados desde la
perspectiva de la rentabilidad del negocio. Cuando se monitorea el ciclo de vida de equipos,
productos y servicios, se descubre que el patrón que sigue la curva Ciclo de Vida es:
introducción, crecimiento, madurez y declinación, desaparición y retiro. La figura 11 ilustra este
fenómeno.
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Modos de fallas
Una vez identificadas las funciones de los equipos y los tipos de fallas a las cuales están
expuestos, se necesita identificar los modos asociados directamente con las causas de fallas,
considerando las tareas de mantenimiento más apropiadas. El modo significa la manera en que
falló el equipo; mientras que la causa es lo que inicia el modo de falla. Cada uno de los modos de
fallas puede tener más de una causa raíz. La opción de la tarea preventiva será más apropiada
cuando mejor esté identificada la causa raíz.
Aunado con lo expuesto, los modos de fallas son las razones físicas que dan origen a las
fallas funcionales, son las condiciones que se presentan, fractura, pérdida de calibración,
suciedad, entre otros; es decir, es lo que hace que la planta, sistema o activo no realice la función
deseada. Cada falla funcional puede ser originada por más de un modo de falla. Cada modo de
falla tendrá asociado ciertos efectos, que son básicamente las consecuencias de que dicha falla
ocurra. Ejemplo de modos de fallas: desgaste de rodamientos, falta de lubricación, falla de sellos,
falta de alimentación eléctrica, atascamiento de cojinetes, entre otras.
Los modos de fallas pueden ser registrados en cualquier nivel de la jerarquía del equipo. El
nivel seleccionado debería ser siempre el más alto posible, pero ello reduce al mínimo el proceso
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de análisis. Por ejemplo, si se trata de un sistema, los posibles niveles en los cuales podrían
registrase los modos de fallas son: grupo de equipo, elemento de equipo, componente de equipos.
Es difícil decidir el nivel en el cual ha de registrarse la falla, pero la regla estipula registrar el
nivel más específico en el cual pueda determinarse un efecto de falla. Esto se debe a que el nivel
seleccionado determinará la tarea de mantenimiento que se ejecutará contra la causa de la falla.
Efectos de fallas
Después de hacer las descripciones de cada modo de fallas, discernirlas y obviar los modos
de fallas poco probables, el siguiente paso es hacer una descripción de los efectos de las fallas
que resultan de sus modos correspondientes (en otras palabras, que pasaría si ocurriera). En ese
sentido, el efecto de falla es el resultado, o resultados probables de la falla, es lo que puede
observarse si se presenta una causa de falla en particular. Para Aguiar, Huerta y Bermúdez
(1999), “el efecto de fallas es la información de los eventos secuenciales que ocurren cuando se
da un modo de falla” (p. 28). Este paso permite decidir la importancia de cada falla y por lo tanto,
qué nivel de mantenimiento preventivo sería necesario.
Para llevar un registro completo de los efectos de falla, deben ser descritos de tal forma que
contribuyan a la selección de la tarea de mantenimiento correspondiente:
1. Cómo se desarrolla la falla, sobre todo si se desarrolla con el transcurso del tiempo con
indicaciones observables de falla inminentes; por ejemplo, primero se forman grietas antes que
una separación completa.
1. Daños secundarios: el costo del reparo, incluyendo los daños potenciales a otros
elementos del equipo. Ejemplo: un cojinete que falle causando la destrucción de un motor.
Con base al Reliability-Centred Maintenance (1998), una vez que se han determinado las
funciones, las fallas funcionales, los modos de falla y los efectos de los mismos en cada elemento
significativo, el próximo paso en el proceso del MCC es preguntar cómo y cuánto importa cada
falla. La razón de esto es porque las consecuencias de cada falla dicen si se necesita tratar de
prevenirlas. Si la respuesta es positiva, también sugiere con qué esfuerzo se debe tratar de
encontrarlas. En definitiva, Aguiar, Huerta y Bermúdez (1999) establecen que “las consecuencias
de fallas son los impactos que produce cada modo de falla en el negocio” (p.32).
Se pueden otorgar valores a las consecuencias pertinentes, lo cual sería conveniente para
asignar prioridades al programa de mantenimiento respectivo; sin embargo, existen
consecuencias de las fallas que no son evidentes durante la operación del equipo. Una falla oculta
bajo condiciones normales debe separarse de las fallas evidentes, ya que necesitará un manejo
distinto. Cabe destacar que, hasta ahora se han tratado fallas evidentes (funcionales) que están
visibles bajo condiciones operativas normales.
Como está descrito arriba, las fallas ocultas están en su mayoría asociadas con equipos
auxiliares que no son a toda prueba. La consecuencia de una falla oculta es el riesgo de una falla
múltiple. Entre las preguntas que el experto en mantenimiento debe hacerse para descubrir una
falla oculta, se encuentra: ¿Resultaría este modo de falla en la pérdida de una función que no
sería evidente a los operadores del equipo bajo condiciones operativas normales?
Cabe destacar que, las consecuencias de las fallas que no son evidentes no tienen impacto
directo, pero exponen al equipo a otras fallas con consecuencias, a menudo catastróficas. Un
punto fuerte del MCC es la forma como trata las fallas que no son evidentes, primero
reconociéndolas como tales, en segundo lugar otorgándoles una prioridad alta y finalmente
adoptando un acceso simple, práctico y coherente con relación a su mantenimiento.
4. Consecuencias no operacionales: las fallas evidentes que caen dentro de esta categoría
no afectan ni a la seguridad, ni a la producción, por lo que el único gasto directo es el de
reparación. Si las consecuencias no son significativas, entonces no merece la pena hacer
cualquier tipo de mantenimiento preventivo que no sea el de las rutinas básicas de lubricación y
servicio. Por el contrario, si una falla tiene consecuencias significativas en los términos de
cualquiera de estas categorías, es importante tratar de prevenirlas.
Los efectos o consecuencias de las fallas son posteriormente evaluados para determinar
acciones de prevención. El proceso es conceptualmente simple y sistemático en su aplicación y su
ventaja es la capacidad que aporta para considerar las posibilidades de fallas que no se han
presentado en la práctica, para así poder establecer medidas preventivas, gerenciando políticas
que mitiguen o eviten las consecuencias de las fallas.
Plan de mantenimiento
Tareas preventivas
Sin embargo, los equipos en general son mucho más complicados de lo que eran hace 15
años. Esto ha llevado a cambios sorprendentes en los modelos de fallas. Este gráfico evidencia la
probabilidad condicional de falla contra la vida útil para una gran variedad de elementos
eléctricos y mecánicos.
El modelo D muestra una baja probabilidad de falla cuando la pieza o equipo es nuevo,
luego un aumento rápido a un nivel constante.
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El modelo E muestra una probabilidad constante de falla en todas las edades (falla
aleatoria).
El modelo F comienza con una mortalidad infantil muy alta, que desciende finalmente a
una probabilidad de falla que aumenta muy despacio o que es constante.
En general, los modelos de las fallas dependen de la complejidad de los elementos. Cuanto
más complejos son, es más fácil que estén de acuerdo con los modelos E y F. Esos hallazgos
contradicen la creencia de que siempre existe una conexión entre la fiabilidad y la edad
operacional. Fue esta creencia la que llevó a la idea de que cuanto más a menudo se revisaba una
pieza, menor era la probabilidad de falla. Hoy en día, esto es raramente verdad.
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A no ser que haya un modo de falla dominante, los límites de edad no hacen nada o muy
poco para mejorar la fiabilidad de un equipo complejo. De hecho, las revisiones programadas
pueden aumentar las frecuencias de las fallas en general por medio de la introducción de la
mortalidad infantil dentro de sistemas que de otra forma serían estables.
El MCC reconoce cada una de las categorías más importantes de tareas preventivas, tal
como como Reliability-Centred Maintenance (1998) declara:
Figura 15. Tipos de tareas de mantenimiento. Fuente: Aguiar, Huerta y Bermúdez (1999).
Acciones de Mantenimiento
Según Huerta, López y Parra (1999), luego de analizar las funciones, fallas funcionales,
modos de fallas y sus consecuencias, el siguiente paso consiste en seleccionar las actividades de
mantenimiento. Para establecer las acciones de mantenimiento requeridas, se utiliza el árbol de
decisiones, en el cual, dependiendo del tipo de consecuencia que ocasiona cada falla se deberá
ejecutar una acción: predictiva, preventiva, predictivas, un rediseño, o simplemente dejar fallar.
De acuerdo con Huerta, López y Parra (1999), el plan debe incluir los siguientes aspectos:
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Cuál es la tarea.
Qué estándares han de aplicarse. De ser posible, han de especificarse los estándares que
deben seguirse a la hora de ejecutar las tareas, a fin de evitar desviaciones en cuanto a los
métodos adecuados para la actividad a emprender.
Además se recomienda:
Garantizar que haya consistencia entre las tareas ejecutadas a distintos intervalos sobre
el mismo elemento de la planta.
Evitar la falta de especificación importante en las tareas, esto indica que jamás deben
redactarse tareas que prescriban la ejecución de una acción “si es necesario”. Ello implica una
falta de especificación de los estándares, lo cual genera descontrol.
Definir la frecuencia para una determinada tarea habrá sido estipulada en las hojas de
tareas de MCC a partir de reglas estándar, el intervalo PF para el monitoreo de condición, el
mejor estimado de la vida útil para tareas relacionadas con la edad del equipo.
Cuando se realizan tareas técnicamente más avanzadas con altas frecuencias (intervalos
semanales), la mejor práctica consiste en suministrar una orden de trabajo o lista de tarea que
pueda ser utilizadas para definir la tarea por referencia a estándares e indicar la acción y el día de
ejecución de la misma en un documento. El documento en cuestión puede incluir un programa de
todas las tareas de un área.
Reportar las fallas potenciales tan pronto como sean identificadas, con el fin de poder
poner en práctica los mejores planes. Ocurre con mucha frecuencia que, debido al retardo en
reportar los primeros síntomas, se deben tomar acciones inmediatas, generando mayores niveles
de interrupción de los planes de producción.
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Para responder a esta pregunta, el MCC combina las evaluaciones de las consecuencias con
la selección de la tarea en un proceso único de decisión, basado en los principios siguientes:
1. Una acción para prevenir la falla de una función no evidente sólo merecerá la pena
hacerla si reduce el riesgo múltiple asociado con esa función a un nivel bajo aceptable. Si no se
puede encontrar una acción preventiva apropiada se deberán comprobar las funciones no
evidentes de forma periódica para determinar si ya han fallado. Si no se puede encontrar las
acciones de mantenimiento, entonces la acción sería el rediseño de la pieza.
2. Una acción que signifique prevenir una falla con consecuencias en la seguridad o el
medio ambiente merece la pena hacerla si reduce el riesgo a un nivel realmente bajo o si lo
suprime por completo. Si no se puede encontrar las acciones de mantenimiento, la pieza debe
rediseñarse.
Figura 16. Equipos de trabajo del MCC. Fuente: Aguiar, Huerta y Bermúdez (1999),
con adaptaciones de Antúnez y Salazar (2005).
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Metodología Costo/Beneficio
Esta metodología estima una relación costo beneficio de las alternativas planteadas en un
proyecto; comparando los costos asociados con el mantenimiento del equipo y los beneficios
esperados. La misma abarca las siguientes etapas:
Consiste en realizar un listado previo con los beneficios tangibles e intangibles. Como
beneficio se considera cualquier bien producido. El beneficio también puede representar los
costos recuperados (o ganancia adicional) que el plan de mantenimiento le produce a la empresa.
Para el análisis del problema planteado se llevan a cabo los siguientes pasos.
1. Descripción de los Síntomas del Problema: en este caso los inconvenientes generados
por el equipo.
2. Estimación del Valor de la Solución (V): consiste en estimar la ganancia que se obtendría
si el problema se elimina o se mejora.
Generación de soluciones
Estimación del Costo de las Soluciones (C): Cuando se tienen varias alternativas de
solución, para cada una debe estimarse el Costo de la Solución (C), el cual es la cantidad
requerida para resolver o reducir el problema. De acuerdo con el concepto mencionado
anteriormente, el costo (C) corresponde a la estimación del costo de la solución propuesta. La
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Beneficio Neto (V-C): Sí se gasta una cierta cantidad (C) en instalar la solución propuesta,
esa solución le dará a la empresa una cantidad que antes no recibía (V), lo cual significa que la
empresa tiene un beneficio neto que es lo que recibió menos lo que gastó.
TÉRMINOS BÁSICOS
Activo: la planta, el sistema, el equipo o la parte que cumple una función o varias funciones
en un contexto operacional determinado.
Disponibilidad: función que permite calcular el porcentaje de tiempo total en que se puede
esperar que un equipo esté disponible para cumplir la función para la cual fue destinado. La
disponibilidad de un item no implica necesariamente que esté funcionando, sino que se encuentra
en condiciones de funcionar.
Funciones primarias: constituye la razón de ser del activo y está asociado con la salida
principal del sistema: bombear, comprimir, calentar, entre otras.
Fallas ocultas: fallas no evidentes, no tienen impacto directo por sí mismas, pero exponen a
la planta a otras fallas con consecuencias graves y catastróficas. Ocurren en equipos de seguridad,
reserva y control. Son fallas de alto impacto.
Fallas que afectan la seguridad: fallas evidentes que afectan la vida humana: riesgos
humanos, fallas de altos impacto. El riesgo de ocurrencia de este tipo de modos de fallas debe ser
eliminado totalmente.
Modo de falla: causa raíz más probable de cada falla funcional. En otras palabras el modo
de falla busca el origen de cada falla funcional que provoca la pérdida de la función total o
parcial de un sistema o activo en su contexto operacional. Cada falla funcional puede tener más
de un modo de falla.
Orden de trabajo: instrucción detallada y escrita que define el trabajo que debe realizarse
por la organización de mantenimiento en la planta.
Programa de mantenimiento: todas las acciones emprendidas por una disciplina en algún
lugar, a una frecuencia dada.
Tiempo promedio entre fallas: intervalo de tiempo más probable entre un arranque y la
aparición de una falla; mientras mayor sea su valor, mayor es la confiabilidad del componente o
equipo.