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El respeto - Sennett

Cap 3: Desigualdad de talento.


Las competiciones musicales pueden exhibir desigualdades de talento de una manera tal
que inhiba el desarrollo de la expresión; puede que esas desigualdades desafíen la confianza
en sí mismos de todos los músicos concursantes salvo uno. La respuesta a estos indudables
defectos sería abordar el talento de manera menos competitiva, tratarlo como una diferencia
entre muchas otras y pensar que, cada una a su manera, todas las personas están dotadas de
talento.

El respeto debido al talento


Al comienzo del siglo XVIII, se llamaba “virtuoso” a alguien con intereses diversos,
igualmente atraído por la pintura, el progreso de la agricultura y la innovación en materia de
pelucas, esto es un, un hombre o una mujer de muchas habilidades, un aficionado. Pero a
comienzos del siglo XIX, el término “virtuoso” se refería a alguien con una habilidad
especializada que exhibía en el escenario ante un público deslumbrado.
Este nuevo tipo de virtuosismo ensanchaba la distancia entre intérprete y público. El
aficionado jamás podría esperar que llegara a tocar el instrumento como el artista; el público
jamás podía esperar entender cómo lograba el virtuoso sus proezas. En la vida profesional,
esto se convirtió en ​una fuente de dominación.
La sociedad moderna ha desarrollado fórmulas burocráticas para premiar a los dotados, para
dar talento lo que le es debido. En la sociedad contemporánea, el enigma del talento ha
experimentado un segundo giro, aparentemente en sentido opuesto al de la habilidad
especializada.

La habilidad potencial
Uno de los términos que se usar para nombrar la capacidad potencial es la horrible palabra
“aptitud”, pero esta palabra es también un invento revelador. Pasa por alto, a favor de la
“actitud”, el hecho de ser bueno o apto para algo. Las políticas de discriminación positiva
giran por completo en torno a la aptitud así entendida.
La sociedad moderna aprendió poco a poco a construir instituciones que enmarcan el talento.
Pero los talentos así enmarcados eran cada vez más misteriosos. El especialista ejerce sobre
los otros poderes que éstos no entienden; el énfasis en la aptitud y el potencial ha empujado a
etapas cada vez más tempranas del ciclo vital el juicio acerca de la recompensa que debía
otorgarse a los individuos por su talento
En términos más amplios, la desigualdad de talentos sólo puede ser un elemento limitado en
la determinación de las prácticas de respeto.

Dos tipos de carácter


El oficio tiene que ver con la capacidad de hacer bien algo; el dominio, con la
demostración a los demás de lo bien que algo está hecho.
El sentido del oficio requiere la inversión del trabajo personal en el objeto como fin en sí
mismo. La exhibición de dominio requiere en parte la aprobación de los otros, pero también
es una satisfacción consciente, la satisfacción de tener razón.
El trabajo artesanal (el oficio) es lento: se va acumulando paso a paso, requiere práctica.
Mientras que la exhibición del dominio personal puede llevar solo un par de minutos.
Esto parecería que el trabajo artesanal es más importante que el dominio, sin embargo, el
dominio cae en el terreno del honor social. Si la exhibición de las capacidades personales ante
los otros no fuera otra cosa que un mero esfuerzo por dominar o ser elogiado, esa exhibición
sería puramente para conseguir prestigio.
Estas exhibiciones también pueden estar motivadas por el esfuerzo de enseñar a los otros,
servirles como modelo. La persona espectadora que trata de imitar puede ser víctima de una
corrosiva comparación por la que se sienta denigrada.
Tal vez esa necesidad aparezca precisamente porque nuestra sociedad celebra la iniciativa
individual; negar o esconder la influencia de aquellos a quienes se ha emulado da a las
fuerzas y habilidades propias la apariencia de ser productos puramente personales.

Las seduccion es de la desigualdad:​


La imitación invoca la dinámica de la seducción.
La comparación denigrante no nos haría daño si no quisiéramos ser otra persona que la que
somos. La envia es una manera de expresar el deseo de convertirse en otro. La sociedad
moderna nos invita a la envidia; en un mundo proclive a la destrucción de la tradición y el
sitio heredado, proclive a la afirmación de la posibilidad de hacer algo de nosotros mismos
únicamente por nuestros méritos. Todo lo que tenemos que hacer es imitar al tipo de persona
que queramos ser.
Rousseau: adquirimos amor propio mediante el ejercicio de trabajos artesanales con los que
nos ganamos la vida. Sin embargo también sentimos deseo de ser superior a los otros y
también por ellos estimado.
estas son algunas de las complicaciones que la desigualdad produce en la experiencia del
resto, complicaciones engendradas en particular por la desigualdad de los talentos.
El talento propiamente dicho tiene una relación ambigua con el caracter, caracter que
relaciona a uno mismo con los otros. El oficio que produce respeto por uno mismo puede
negar esa conexión con la obsesión interior o la fijación al objeto. La exhibición del dominio
puede en principio proporcionar una conexión más vigorosa con el suministro de modelos de
orientación e imitación.
La exhibición de dominio puede desencadenar una dinámica de seducción en la que los
débiles solo ratifican la desigualdad a través de la envidia.

La baja autoestima​:
Las comparaciones denigrantes son realizadas por la persona herida. Estas conducen a una
baja autoestima.
Lo mejor que puede proteger los males de la comparación denigrante es la experiencia de la
artesanía. El oficio no elimina la comparación denigrante con el trabajo ajeno; pero vuelve a
centrar las energías de una persona en la realización de un acto bueno en sí mismo. ​El
artesano puede sostener el respeto por sí mismo en un mundo desigual.

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