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Ciudadana:
BELKIS ALVAREZ ARAUJO JUEZ DE PRIMERA INSTANCIA EN
FUNCIONES DE JUICIO NUMERO DOS DEL CIRCUITO JUDICIAL PENAL
DEL ESTADO TACHIRA
Su Despacho.-
CAPITULO I
CAPITULO II
DE LA SENTENCIA RECURRIDA
RECURSO DE APELACION
CAUSA PENAL Nº 2JU-1704-2010
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CAPITULO III
PREVIO
Señala el artículo 202 que los funcionarios encargados de colectar las evidencias
físicas deben cumplir con la cadena de custodia, entendiéndose esta, la garantía legal que
permite el manejo idóneo de las evidencias digitales, físicas o materiales, con el objeto de
evitar su modificación, alteración, o contaminación desde el momento de su ubicación en el
sitio del suceso o lugar de hallazgo, su trayectoria por las distintas dependencias de
investigaciones penales, criminalísticas y forenses la consignación de los resultados a la
autoridad competente hasta la culminación del proceso. La cadena de custodia comprende
el procedimiento empleado en la protección, fijación, colección, embalaje, rotulado,
etiquetado, preservación y traslados de evidencias a las respectivas dependencias de
investigación penales criminalísticas y ciencias forenses, u órganos jurisdiccionales.
Debiendo registrar las evidencias físicas colectadas en la planilla especialmente diseñada
para la preservación de esta cadena de custodia a fin de garantizar la integridad,
autenticidad, originalidad y seguridad del elemento probatorio desde su colección hasta la
culminación del proceso. La planilla de registro de evidencias físicas deberá contener la
indicación en cada una de sus partes, de los funcionarios o personas que intervinieron en el
resguardo, colección, embalaje, etiquetaje, traslado, preservación, análisis, almacenaje y
custodia de las evidencias, para evitar y detectar cualquier alteración, contaminación o
extravió de estos elementos probatorios.
CAPITULO IV
PRIMERO
1) SILVIO LUIS GONZALES ALDANA. Quien se contradijo frente a los otros dos
funcionarios que participaron en el procedimiento, al referirse este funcionario que la
persona que revisó el vehículo e incautó la sustancia fue El Cabo Ortega, mientras que los
otros dos funcionarios señalan que la persona que revisó el vehículo e incautó la sustancia
fue el funcionario Reinaldo Balbuena. Además Silvio Gonzales, manifestó que los pitillos
eran normales de color trasparente, con un polvo blanco, mientras que en la experticia
Química Botánica, la experto Eliana Thairy Velazco Mariño, manifiesta que se trataban de
pitillos de color amarillo.
2) OSMER JOSÉ ORTEGA MURILLO. Este funcionario manifestó que la persona que
revisó el vehículo y encontró la droga fue el Agente Balbuena, a diferencia de Silvio Gonzales,
quien señaló al Cabo Balbuena como el funcionario que encontró e incautó la droga. Por lo
que cabe preguntarse, a cuál de los dos se le cree? También introduce este ciudadano en su
declaración la existencia de un nuevo elemento, referido a la existencia de una bolsa
trasparente con unos rastros de cal supuestamente; por lo que cabe preguntarse si eso es
verdad donde esta esa bolsa con esos supuestos rastros de cal; La respuesta es simple, como
no se respeto la garantía del procedimiento que implica la cadena de custodia, no se puede
determinar qué fue lo que realmente sucedió, ni mucho menos donde esta esa supuesta bolsa,
ni tampoco experticia alguna que logre determinar y aclarar los hechos. Por lo que esta
versión proyecta la existencia de la siembra alegada por los testigos presenciales de los
hechos; quienes en forma conteste manifestaron que los funcionarios arrojaron dentro del
carro una bolsa para luego extorsionar a nuestro defendido.
Ahora bien, con tales contradicciones, repasando: entre sus propias declaraciones; entre sus
declaraciones y el acta levantada con ocasión a la inspección de personas y de vehículo; entre
sus declaraciones y las declaraciones de los testigos presenciales de los hechos; y entre sus
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declaraciones y las evidencias físicas y experticias que fueron incorporadas al proceso. No
queda otra consecuencia lógica y racional que desechar estas declaraciones y no darles
ninguna clase de valor probatorio. Más cuando el Tribunal Supremo de Justicia en forma
reiterada y pacifica ha sostenido el Criterio de que “…el solo dicho de los funcionarios
policiales no es suficiente para inculpar a los procesados, pues sólo constituye un indicio de
culpabilidad…”. Siendo que tales declaraciones se traducen en simples indicios de
culpabilidad, y siendo en contraste con las contradicciones expuestas, debió procederse a no
darle merito ni valor probatorio alguno.
Así mismo la ciudadana Juez no valoró la declaración del ciudadano NELSON EDUARDO
PEÑALOZA PABON, quien igualmente narra la forma como nuestro defendido fue
interceptado, sembrado y extorsionado, y aun a pesar que su declaración es diáfana,
coherente y coincidente con la de su pariente, esta no es valorada por la respetable Juez de
Juicio por cuanto consideró que, tratan a través de una versión de ayudar al ciudadano Jorge
Añez, no considerando lógico que interviniera, ya que es su socio en la venta de empanadas
y pasteles; teniendo tiempo para ver y escuchar lo que decían pero no para prestarles ayuda;
sin embargo considera esta defensa la misma circunstancia alegana para el caso anterior, es
decir, difícilmente podían brindarle ayuda, si un grupo de funcionarios lo está sembrando y
lo está extorsionando,; lo que obviamente consideraron más prudente fue participarle lo más
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rápido a sus familiares quienes realmente son sus verdaderos dolientes. Y sin embargo,
consideran tanto su inocencia, que efectivamente declararon en el presente Juicio las
circunstancias de modo, tiempo y lugar que observaron, cuando ocurrieron los hechos.
CARLOS ALBERTO MARINEZ, sigue señalando la ciudadana Juez, que no le dio valor
probatorio porque no parece lógico que no le haya prestado auxilio a nuestro defendido en
el momento en que ocurrieron los hechos; aun cando manifestó que es amigo de Añez.
Motivo por el cual denuncio la infracción del artículo 22 del COPP, al incurrir en violación
de la ley por errónea aplicación de la norma allí contenida (452 numeral 4) y en consecuencia
se ordene la realización de un nuevo Juicio Oral y Público sobre los hechos, por exigencia de
la inmediación y la contradicción, ante un Juez distinto al a quo (457 primer aparte).
SEGUNDO
Al evento desde ya negado por esta defensa, que la Honorable Corte de Apelaciones considere
improcedente la primera denuncia formulada y contenida en el presente escrito; paso a
realizar esta segunda denuncia con fundamento en los siguientes alegatos:
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La respetable Juez de Primera Instancia en Funciones de Juicio número 02, una vez hecho
un concienzudo análisis de los medios de prueba recepcionados y valorados individualmente
y en su conjunto, efectuando un estudio de las circunstancias en que ocurrieron los hechos,
determinó y estableció los siguientes hechos:
De esta manera la respetable Juez determinó y estableció los hechos referidos apoyándose
en fundamentalmente en los siguientes medios de prueba:
De la propia determinación del hecho punible establecida por el Tribunal de Juicio, así como
de los medios de prueba debidamente recepcionados, valorados y concatenados en su
conjunto por el Tribunal, se desprende, que mi defendido el ciudadano Jorge Enrique
Chacón Añez no se encontraba traficando o trasportando ni distribuyendo ningún tipo de
sustancia estupefaciente o sicotrópica, sino que el mismo poseía una cantidad aproximada
de veintiún gramos y medio de cannabis sativa la cual utiliza para su consumo personal; tal
circunstancia es corroborada con la experticia toxicológica realizada por la funcionaria
farmacéutica Eliana Thairy Velazco Mariño y su propia declaración, quien habiendo tomado
previamente las muestras del raspado de dedos y de orina del prenombrado ciudadano, y
conforme al análisis realizado, determinó que en la muestra de orina se encontraron
metabolitos de marihuana, y en la muestra de raspado de dedos, se encontró resina de
marihuana; lo que indica que mi defendido si manipuló, y se consumía su dosis personal de
marihuana; por tanto la misma no es utilizada ni para su distribución ni para el trasporte,
sino para su consumo personal.
“(…) Tráfico de drogas. Distingue entre tráfico en estricto sentido y tráfico en amplio sentido.
Tráfico en estricto sentido, se entiende la operación ilícita específica de comerciar o negociar
con las sustancias estupefacientes o psicotrópicas o de químicos esenciales, desviados para
producir estas sustancias con ánimo de lucro. Es la fase última de las actividades ilícitas de
la industria transnacional del tráfico ilícito de drogas. Se considera un delito de peligro
concreto, de mera acción o acción anticipada. Tráfico en amplio sentido, se entienden todas
las conductas delictivas interrelacionadas que integran la cadena de producción, dirigida y
controlada por miembros de la industria trasnacional del tráfico de drogas previstas en esta
Ley, en los artículos 31, 32 y 33, como fases de una relación mercantil ilícita regida por los
mismos principios que dirigen el espíritu empresarial del mercado legítimo: la necesidad de
mantener y ampliar la cuota de mercado ilícito que posee esta asociación de delincuencia
organizada a base del concepto insumo-producto-resultado (…)” Resaltado y subrayado son
propios.
Aun cuando la ley especial, vigente para el momento en que ocurrieron los hechos, considera
que bajo ninguna circunstancia, a los efectos de determinar el delito de posesión, podrán
tomarse en cuenta aquellas cantidades que se detenten como pretexto de previsión o
provisión que sobrepasen lo que podría ser teóricamente una dosis personal, y señalando
que en el caso de cannabis sativa tal cantidad no podrá exceder de 20 gramos de dicha
sustancia; no es menos cierto, que tampoco podemos enmarcar la conducta de un
consumidor con dosis de aprovisionamiento dentro del delito que perpetra un
narcotraficante o un distribuidor de drogas; ya que habida cuenta estas personas buscan la
comercialización de dichas sustancias para obtener un lucro personal, en perjuicio de la
sociedad, mientras que el consumidor, aún cuando detente una cantidad que ínfimamente
sobrepasa la dosis de consumo personal, sigue siendo un enfermo, que debe ser tratado como
tal, que no se lucra mediante la venta de dichas sustancias ya que no las comercializa sino
que las compra para consumirlas, es decir, causa un daño a su patrimonio y no al patrimonio
de las demás personas, y de igual manera el daño fisco recae sobre su propia persona y no va
dirigida su acción a dañar a personas indeterminadas que integran el conglomerado social.
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La Ley Orgánica Contra el Tráfico Ilícito y el Consumo de Sustancias Estupefacientes y
Psicotrópicas (2006), contempla una serie de delitos como consecuencia de la actividad
ilícita de las sustancias prohibidas en esa ley; entre los cuales quiero destacar algunos de
ellos:
3) La distribución de una cantidad menor a las previstas (es decir menos de cien gramos
de cocaína o menos de mil gramos de marihuana) o de aquéllos que transportan estas
sustancias dentro de su cuerpo, la pena será de cuatro a seis años de prisión.
6) Quien dirija o financie las operaciones antes mencionadas, con las sustancias, sus
materias primas, precursores, solventes o productos químicos esenciales desviados, a que se
refiere esta Ley, aun en la modalidad de desecho, para la producción de sustancias
estupefacientes y psicotrópicos, será penado con prisión de quince a veinte años.
Aun cuando existe esta prohibición sobre la dosis de aprovisionamiento en la ley especial
vigente para el momento en que ocurrieron los hechos, la misma no prevé ninguna
consecuencia jurídica que imponga alguna pena a la persona que incurra en esta conducta.
Lo que implicó que a la representación fiscal le fuere más fácil solicitar el enjuiciamiento de
mi defendido por la presunta comisión del delito de tráfico en la modalidad de trasporte por
la cantidad de veintiún gramos y medio de marihuana, que ponerse a enmarcar la conducta
en un tipo penal que realmente no existe.
Quiero ilustrar mi posición con una hipótesis referencial, concebida en los siguientes
términos: (Caso hipotético). Luego de que el ciudadano Jorge Enrique Añez Chacón, compró
su dosis de consumo personal (21,5 grms.), se monta y enciende su vehículo dispuesto
arrancar, pero es interceptado por una comisión policial, mientras que al mismo tiempo, y
por otra parte, otros efectivos de la misma comisión irrumpen en el local donde se distribuye
la sustancia estupefaciente, y efectivamente consiguen al ciudadano Pedro Malacara, con los
instrumentos utilizados para distribuir drogas, (balanza, pitillos, dinero, hilos, tijeras, entre
otras), adicionalmente consiguen una panela de droga (cannabis sativa) con un peso de
novecientos setenta y ocho (978) gramos; y ambos son procesados penalmente. A Jorge
Enrique Añez Chacón, le es practicada experticia toxicológica y efectivamente se demuestra
que es consumidor, ya que se evidencia que manipuló y consumió cannabis sativa siendo el
resultado de los exámenes de orina y raspado de dedos; mientras que el examen toxicológico
de Pedro Malacara, solo generó positivo para el raspado de dedos, lo que evidenció que
manipulaba cannabis sativa pero no la consumía (distribuidor). Por lo que, la representación
fiscal, al momento de presentarlos por ante el órgano jurisdiccional, a Jorge Enrique Añez
Chacón por encontrarle la sustancia en el puesto de atrás del vehículo, la fiscalía
normalmente le imputa el delito de tráfico en la modalidad de trasporte de 21 gramos y medio
de marihuana por cuanto la sustancia se encontraba trasportándose dentro de un vehículo,
pidiendo una pena que oscila entre seis (06) a ocho (08) años de prisión (como lo es el caso
de marras); mientras que al hipotético Pedro Malacara normalmente le imputarían el delito
de distribuidor de cantidades menores, cuya pena oscila entre cuatro (04) a seis (06) años
de prisión; siendo que Jorge Enrique Añez Chacón es un consumidor enfermo, que se hace
daño físico así mismo, que causa disminución patrimonial de su propio peculio, que se
empobrece y no se enriquece; mientras que el hipotético Pedro Malacara es una persona que
comercializa dicha sustancia, se lucra ilegalmente, le hace daño a la sociedad, se enriquece a
consta de los demás, comete delito de lesa humanidad, pero que sin embargo,
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paradójicamente su pena media se encuentra dos años menos que la pena media de Jorge
Enrique Añez Chacón quien solo es un consumidor.
Casos como el hipotético narrado, se observan muy a menudo en nuestro Circuito Judicial
Penal, en los que, a los consumidores con dosis de aprovisionamiento se les trata como narco
traficantes de drogas, mientras que los distribuidores de cantidades menores de drogas, se
les impone una pena mucho menor, en la que generalmente, pueden optar a medidas
cautelares sustitutivas, y que adicionalmente, si admiten los hechos su pena nunca excederá
de dos años; pero acá tenemos a un consumidor CONDENADO A LA PENA DE SIETE AÑOS.
Y sin embargo la norma adjetiva penal le exige al juez que al momento de tomar sus
decisiones, tenga en cuenta la LÓGICA, las máximas experiencias y la ciencia.
En la presente causa, aun cuando al ciudadano Jorge Enrique Añez Chacón, lo detuvieron
con presuntamente veintiún gramos y medio de marihuana, el mismo no es ningún narco
traficante, ni en la modalidad de trasporte, ni en la modalidad de ocultamiento, ni en
ninguna modalidad. NO PODEMOS OBVIAR ESTA REALIDAD FACTICA, PARA
COMPLACER CAPRICHOS FISCALES, MAL PUEDE EL JUEZ APLICAR UN PRECEPTO
LEGAL A SABIENDAS QUE VIOLA PRINCIPIOS PROPIOS DEL DERECHO; NO PUEDE
CONCEBIRSE UNA DECISIÓN AJUSTADA A DERECHO CUANDO LA MISMA VIOLA LA
JUSTICIA, PUES LOS PRINCIPIOS Y VALORES TAMBIEN FORMAN PARTE DEL
SISTEMA PENAL. Y siendo, que quedó demostrado que mi defendido es solo un consumidor
no se le puede agravar de ninguna manera su situación procesal, aplicándole una norma que
lo desfavorece mucho más mas allá, que las normas que se le aplican a personas que dedican
su actividad a distribuir drogas en cantidades menores con ánimo de obtener lucros de esta
actividad, generando un verdadero daño social y un estado de peligrosidad que derrumba los
pilares fundamentales de la colectividad.
Concluye su escrito recursivo la defensa alegando la violación de la ley por errónea aplicación del
precepto jurídico, conforme a lo establecido en el numeral 4 del artículo 452 del Código Orgánico Procesal
Penal, debido a que se aplicó a su defendido la figura del tráfico de sustancias estupefacientes y
psicotrópicas, tipificado en el artículo 31 de la derogada Ley Orgánica contra el Tráfico Ilícito y el
Consumo de Sustancias Estupefacientes y Psicotrópicas, agravado con la circunstancia contenida en el
artículo 46 eiusdem, siendo que los hechos demostrados en el debate oral permiten subsumir la conducta
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desplegada por su defendido en el delito de posesión ilícita de sustancias estupefacientes y psicotrópicas,
tipificado en el artículo 34 del citado texto sustantivo penal vigente.
Sobre el citado punto estima la Sala que le asiste parcialmente la razón por cuanto el Juzgado II de Juicio
de este Circuito Judicial Penal al acreditar los hechos que efectivamente se dieron por probados en el
debate oral, adecuó erróneamente la conducta a la calificación contenida en el artículo 31 de la Ley
Orgánica contra el Tráfico Ilícito y el Consumo de Sustancias Estupefacientes y Psicotrópicas en lo
atinente al Transporte Ilícito de Sustancias Estupefacientes y Psicotrópicas, atendiendo únicamente a la
significación gramatical de la palabra transportar, sin establecer la vinculación real del citado término al
espíritu, propósito y razón de política criminal de la derogada Ley Orgánica contra el Tráfico Ilícito y el
Consumo de Sustancias Estupefacientes y Psicotrópicas, obviando la correcta argumentación de los
medios de prueba de forma individual y luego relacionados entre sí, para emitir el pronunciamiento de
derecho del cual se colige la adecuación típica de la conducta aparentemente asumida por el justiciable
el día 05/06/10, además de ello observa esta instancia judicial, que tal situación se hace extensiva a la
presunta concurrencia de las circunstancias agravantes específicas de la responsabilidad criminal
contenidas en los numerales 5 y 8 del artículo 46 de la Ley Orgánica contra el Tráfico Ilícito y el Consumo
de Sustancias Estupefacientes y Psicotrópicas, las cuales además no son establecidas en el dispositivo
del fallo con lo que se observa la incongruencia de la decisión recurrida.
Observa la sala que la decisión sometida a conocimiento a través del recurso de apelación de sentencia
definitiva, no puede analizarse para verificar la violación de la ley por errónea aplicación del precepto
jurídico invocada por la defensa, ya que la recurrida omitió el análisis y valoración de los medios
probatorios producidos en el debate para el establecimiento de los fundamentos de hecho y de derecho
que motivan su decisión de condena por el delito de Transporte de Sustancias Estupefacientes y
Psicotrópicas, presentándose además la ambigüedad en cuanto a la concurrencia de la agravante de la
responsabilidad criminal ya destacada en esta decisión, con lo que el vicio que la afecta es el referido al
numeral 2 del artículo 452 del Código Orgánico Procesal Penal por ausencia de expresión de tales
elementos que permitan el correcto ejercicio del derecho a la defensa y el conocimiento que le
corresponde a todos los involucrados de cuál es la conducta que se considera como delictiva y bajo qué
supuestos se configuró.
Atisba la Corte de Apelaciones que la sentencia recurrida no contiene la determinación precisa y
circunstanciada de los hechos que el Tribunal estimó como acreditados el acusado, constitutivos del
hecho imputado por el Ministerio Público en su acto conclusivo, por cuanto realizó la transcripción del
capítulo de la acusación fiscal atinente a ese punto, al dicho de los testigos y expertos que comparecieron
al juicio, así como a la incorporación de las pruebas de naturaleza documental al proceso por su lectura,
amparado en una interpretación netamente gramatical de la palabra transporte, sin realizar una labor de
redacción concreta para exponer cuál fue la convicción surgida de tales medios probatorios para cada
circunstancia probada, sino que por el contrario tenemos una amplia y monótona sentencia que no
efectúa el proceso de subsunción de la norma penal, violentando de esta forma la seguridad jurídica y
uno de los modos de garantizar el derecho a la defensa, habida cuenta la imposibilidad de entendimiento
de la misma que no amerita la transcripción de los dichos de los testigos ni la formación de un tratado de
Derecho Penal.
Esta Sala ha sostenido en reiteradas oportunidades que la motivación de la sentencia se refiere a la
exposición concisa de los fundamentos de hecho y de derecho, con mención de las normas legales
aplicadas en el caso concreto, consistiendo para el Juez en el establecimiento de las circunstancias
fácticas del caso para realizar la subsunción de los hechos en las condiciones de aplicación del enunciado
normativo identificado para la resolución jurídica, siendo éste requisito contemplado en el numeral 4 del
artículo 365 del Código Orgánico Procesal Penal, el cual es de obligatorio cumplimiento para los
Tribunales de Juicio, con lo que el Juez está obligado a elaborar sus fallos, mediante un razonamiento
jurídico hilado y congruente que resulte de la evaluación del suceso sometido a su conocimiento.
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La norma señalada exige la determinación precisa y circunstanciada de los hechos que el Tribunal estima
acreditados y la exposición concisa de los fundamentos de hecho y de derecho en que se basa para
dictar sentencia, debiendo el Juez efectuar un resumen de las pruebas relevantes del proceso que lo
llevaron a obtener el convencimiento explanado en el dispositivo del fallo, señalando además los motivos
por los que desecha un medio probatorio para lograr la apreciación de los hechos propios del debate, por
ende tal requisito no puede quedar satisfecho con su mera mención, sin expresar su contenido.
El Tribunal Supremo de Justicia en Sala de Casación Penal, ha señalado en sentencia N° 186 de fecha
04-05-2006 que el proceso de motivación de sentencia encierra la expresión de las razones de hecho y
de derecho en que se funda la decisión dictada, la subordinación de éstas a las previsiones de la ley
adjetiva y sustantiva penal, que la motivación del fallo no sea una enumeración material e incongruente
de la pruebas producidas en el debate y que el proceso de decantación, se transforme por medio de
razonamientos y juicios, la diversidad de hechos, detalles o circunstancias a veces inverosímiles y
contradictorios en la unidad o conformidad de la verdad procesal.
El Tribunal Supremo de Justicia ha sido reiterativo respecto a la obligación que tienen los Jueces de
analizar las pruebas existentes en autos, de compararlas entre sí y de establecer los hechos que de ellas
se derivan, porque sólo de ese modo queda expresado en el fallo las razones de Hecho y Derecho para
llegar a la verdad procesal, puesto que la legalidad de la condenatoria o de la absolución del acusado,
debe resultar con absoluta claridad y precisión del examen metódico y exhaustivo de los elementos
probatorios en la parte fundamental de la sentencia, lo cual no se verifica en el presente asunto, motivo
por el cual no es procedente el vicio alegado por la defensa contenido en el numeral 4 del artículo 452
del Código Orgánico Procesal Penal, sino el establecido en el numeral 2 del citado texto legal por evidente
ausencia de motivación del fallo en orden al establecimiento del delito por el cual se dictó sentencia de
condena en este asunto, en atención a lo cual se acogen parcialmente los alegatos explanados por la
defensa en su escrito recursivo. Así se decide.
Con base a las razones antes expuestas, es forzoso concluir que la Sentencia publicada en fecha
27/10/2010 por el Juzgado II de Juicio de este Circuito Judicial Penal, mediante la cual absolvió al
ciudadano J.E.A.C., por la comisión del delito de Tráfico en la Modalidad de Transporte de Sustancias
Estupefacientes y Psicotrópicas, previsto y sancionado en el artículo 31 de la derogada Ley Orgánica
contra el Tráfico Ilícito y el Consumo de Sustancias Estupefacientes y Psicotrópicas, se encuentra
afectada por el vicio de falta de motivación, al no haberse efectuado por parte de la recurrida la total
valoración de los medios de prueba incorporados al debate oral, relacionados con los fundamentos de
derecho que determinaron la adecuación del hecho de la vida real al tipo penal y que generó sentencia
condenatoria, anulándose la precitada decisión judicial en atención a lo cual se ordena la realización de
nuevo Juicio Oral y Público ante un Juez distinto de aquél que la pronunció. Así se decide.-
DECISIÓN
Por los razonamientos de hecho y de derecho precedentemente expuestos, esta Corte de Apelaciones
del Circuito Judicial Penal del Estado Táchira, administrando justicia en nombre de la República
Bolivariana de Venezuela y por autoridad de la Ley, declara: