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Las condiciones laborales han ido evolucionando a lo largo de la historia de la

humanidad atendiendo a las diversas circunstancias tanto políticas como sociales;


recordemos que, en un inicio, los grupos humanos eran nómadas, y conforme el
intelecto del ser humano se fue desarrollando, comenzaron a desarrollar habilidades
para el cultivo y la ganadería, lo que permitió que se dieran los primeros
asentamientos humanos. Diversos autores han señalado que durante esta época la
división del trabajo tenía ciertas características que permiten atribuirle un nombre
específico a ese modo de producción, el cual fue «comunismo primitivo».

Este modo de producción se caracteriza por la no existencia de la propiedad


privada, esto se debía a que, por no ser tan amplio el número de personas de los
primeros asentamientos humanos, debían enfocar y combinar esfuerzos para
obtener recursos que ayudarían a la sobrevivencia del grupo. Como menciona José
Méndez:

«En esta sociedad de comunidad primitiva existía propiedad


colectiva de los medios de producción, por lo que la producción
también se realizaba en forma conjunta (trabajo comunitario) todo
esto trae como consecuencia la distribución comunitaria de los
bienes.»1

Esto sin duda permitía la igualdad entre los integrantes de dichos asentamientos,
ya que la distribución de los recursos se llevaba a cabo de forma equitativa y se
volvía de observancia grupal, con esto se evitaba el que alguien con más recursos
predominara en el grupo. Como señala José:

«Al no existir la propiedad privada de los medios de producción


tampoco existen las clases sociales, y, por tanto, las relaciones
sociales de producción de la comunidad primitiva son relaciones de
cooperación y ayuda mutua, relaciones armónicas; es decir, no
existe la explotación del hombre por el hombre.»2

Conforme se hizo más eficiente la producción, se comenzó a comerciar entre los


diversos asentamientos colindantes, esto permitió que dichos asentamientos se
hicieran cada vez más grandes hasta convertirse en civilizaciones.

1 MÉNDEZ Morales, José S. (1990) FUNDAMENTOS DE ECONOMÍA. México, p. 34


2 ídem.
Una vez llegados a este punto, se instauraron diversas formas de gobierno para
dirigir el desarrollo de estas civilizaciones. Con esto se fueron dando cambios de
paradigma que resultó en la creación del concepto de propiedad privada, por lo que
también surgió la desigualdad social entre las personas.

Aristóteles, en el libro de «La Política», retrata de manera fiel la forma en que eran
vistas estas relaciones sociales y laborales

«De modo que por naturaleza la mayoría de las cosas tienen


elementos regentes y elementos regidos. De diversa manera manda
el libre al esclavo, y el varón a la mujer, y el hombre al niño.… Esto
es más claro aún si lo examinamos por partes, pues se engañan a sí
mismos los que dicen en términos generales que la virtud es la buena
disposición del alma, o la rectitud de conducta, o algo semejante.»3

Aun cuando a nuestros ojos pudiese parecer un acto deplorable el que se tratase
de justificar la esclavitud, debemos atender al contexto histórico en que Aristóteles
escribe su obra; pues si bien, no estaba en contra de la esclavitud, entendía que
ésta mermaba el desarrollo de las virtudes del hombre, pero se efectuaba con la
finalidad de satisfacer no solo los intereses privados de los señores sino también de
la colectividad.

«…así también, las posesiones son un instrumento para la vida y la


propiedad es una multitud de instrumentos; también el esclavo es
una posesión animada, y todo subordinado es como un instrumento
previo a los otros instrumentos. Pues si cada uno de los instrumentos
pudiera cumplir por sí mismo su cometido obedeciendo órdenes o
anticipándose a ellas, si, como cuentan de las estatuas de Dédalo o
de los trípodes de Hefesto, de los que dice el poeta que entraban por
sí solos en la asamblea de los dioses, las lanzaderas tejieran solas y
los plectros tocaran la cítara, los constructores no necesitarían
ayudantes ni los amos esclavos.»4

Dicho lo anterior, no es de extrañarse que durante la antigüedad no hubiese una


regulación respecto de las condiciones laborales, en gran medida porque aquellos

3 Aristóteles. LA POLÍTICA. Madrid. pp. 82 y 83


4 Íbid. pp. 54 y 55
quienes tenían que trabajar en condiciones infrahumanas eran esclavos al servicio
de los «señores».

Conforme se va dando la caída del imperio romano, comienza a surgir lo que


conocemos como la «Edad Media», en este periodo de la historia es donde se
empiezan a darlas primeras asociaciones de trabajadores; artesanos, carpinteros,
peleteros, entre otros más, fueron los primeros en agruparse para la defensa de sus
intereses en lo que se conoció como «gremios». Sin embargo, esto solo resultaba
en la protección de pequeños sectores de trabajadores y no así para la gran
vastedad de obreros al servicio del señor feudal, quienes empleaban sus fuerzas
para satisfacer las necesidades de esta figura de poder, a cambio de que éste les
permitiera habitar en su feudo y les permitiera llevar alimento a sus hogares.

Poco a poco, los siervos, inconformes con el actuar de los gobernantes, comienzan
con la ruptura del sistema de producción feudal y se comienza a mutar hacia un
sistema de competencias en donde el acaparamiento de los medios de producción
garantizaba, no solo estabilidad económica, sino también cierto prestigio y un lugar
entre la cúpula de los llamados «burgueses». La nueva clase adinerada comenzó a
emplear, en diversos centros de producción, a los siervos que poco a poco iban
aceptando más este nuevo sistema de producción en donde podían disponer del
fruto de su trabajo utilizando monedas y ya no solo limitarse a trabajar a cambio de
resguardo y alimento.

Sin embargo, este nuevo sistema no estuvo exento de cometer abusos, de hecho,
la historia ha demostrado que este sistema (que prevalece hasta nuestros días), ha
sido la encargada de causar detrimento en las relaciones sociales debido a las
diversas capacidades de consumo que tienen los distintos estratos sociales. Así,
conforme aparecen las nuevas tecnologías gracias a la revolución industrial surgida
en Inglaterra, la situación laboral del proletariado no hizo más que empeorar, esto
debido a la explotación laboral de la que eran victimas los obreros, pues en las
fábricas se sometía a los trabajadores a jornadas laborales extensas y con una paga
ínfima. Estos abusos efectuados a la clase trabajadora se fueron acrecentando
conforme las técnicas de producción se perfeccionaban y con los avances
tecnológicos que permitían una producción mayor con un menor costo.

El descontento generalizado de la población, sumado al pensamiento ilustrado de


la época, provocó diversas luchas sociales por toda Europa, donde una de las más
destacadas, por no decir la más, fue la Revolución Francesa, cuyo documento
fundamental fue La declaración de los derechos del hombre y del ciudadano de
1789 en donde se contemplaba la idea de mantener un régimen de convivencia
igualitario para evitar la superposición de los adinerados a la clase obrera.

Esta lucha incesante por el reconocimiento de derechos laborales para los


trabajadores de aquella época se vio en varias ocasiones fuertemente golpeada,
pues a través del derecho positivo se comenzaron a prohibir las asociaciones
sindicales en algunos lugares de Europa, razón por la cual se siguió luchando por
dichos derechos.

Posteriormente, con la aparición de nuevos pensadores, como Karl Marx y Frederic


Engels, la lucha por el respeto de los derechos de la clase obrera fue cobrando
mucha más fuerza, logrando ganar sus primeras batallas estableciendo jornadas de
trabajo y salario mínimo.

En México, después de pasar por un proceso de independización y posteriormente


diversas reformas políticas que fueron moldeando la realidad del país, por fin
comenzó una verdadera lucha contra los abusos de los hacendados, puesto que a
los peones se les solía pagar poco y se les cobraba prácticamente por todo, esto
sumado a la existencia de las tiendas de raya en el país, hacían que aquella ínfima
retribución resultara insuficiente para las familias de la clase baja.

Es así como después de una serie de luchas sociales se comienza a gestar el


proyecto de redacción del artículo 123 de nuestra constitución, el cual es tomado
por varios autores como la primera etapa laboral en nuestro país. Posteriormente,
se habla de una segunda etapa que surge con la creación de la Ley Federal del
trabajo de 1931.

Posteriormente, es publicada en el D.O.F. una nueva Ley Federal del trabajo en


1971, que es la que sigue vigente hasta el momento, con sus respectivas
modificaciones.

En ambas leyes se contempla por fin la existencia de jornadas laborales, salario


mínimo, seguridad social, derecho de huelga, entre otros más que resultaron un
gran avance para la situación laboral de México.
Bibliografía.

 MÉNDEZ Morales, José S. (1990) FUNDAMENTOS DE


ECONOMÍA. México. 2ª edición, McGraw-Hill.

 Aristóteles. (1988) LA POLÍTICA. España. Gredos.

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