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La ciudad puede ser perfectamente un tema literario, escogido por el interés o la necesidad de
un autor determinado. Ahora pululan escritores que se autodenominan o son señalados por
alguna “crítica” como escritores urbanos. No obstante, considero que muchos de ellos tan
sólo se acercan de manera superficial a ese calificativo y lo hacen equívocamente al pretender
referirse a la ciudad a través de una mera nominación de calles, de bares en esas calles, de
personajes en esos bares de esas calles, como si la descripción más o menos pormenorizada
de esas pequeñas geografías nos develara una ciudad en toda su complejidad.
La ciudad es, en sí misma, un tema literario. Además, es el escenario donde transcurren y han
transcurrido miles y miles de historias de hombres y mujeres. La ciudad es la materia prima
de los sueños y las pesadillas del hombre moderno, el paisaje en el cual se han formado
sentimental e intelectualmente muchas generaciones de narradores en todo el mundo.
Esa condición de escenario ambulante y permanente hace que la ciudad sea casi un
imperativo temático o, mejor, el espacio natural de la imaginación narrativa contemporánea.
Por supuesto que existen otros temas y otros imaginarios, distintos a los urbanos; pero quiero
señalar de forma especial la impresionante presencia de lo citadino en la literatura y, en este
caso, primordialmente en la cuentística universal del presente siglo.
Frente a la pregunta de qué es lo urbano en literatura, habría que contestar que urbano no es
necesariamente lo que sucede o acontece dentro de la urbe. Una narración puede ubicarse
legítimamente en la ciudad pero estar refiriéndose a una forma de pensar, actuar y expresarse
"rural” o ajena al universo comprendido por lo urbano. Esto último, lo urbano, posee sus
maneras específicas de manifestarse, sus lenguajes, sus problemáticas singulares: en
definitiva, un universo particular. En consecuencia se podría afirmar que la narrativa urbana
es aquella que trata sobre los temas y los comportamientos que ha generado el desarrollo de lo
urbano, y siempre a través de unos lenguajes peculiares.
Esta definición no pretende ser exhaustiva ni excluyente, pero es útil para delimitar ese
universo esquivo y manoseado de lo urbano.
Fuente: Tamayo, S., Guido L. (1999). Prólogo al texto cuentos urbanos. Colección el pozo y
el péndulo. Bogotá, Colombia: Panamericana.
Me parece que no es preciso demostrar que la novela policial es popular, porque esa
popularidad es tan flagrante que no requiere demostración. Para explicarla - aquellos que
niegan al género su significación artística - se fundan en la evidencia de que la novela
policial ha sido y es uno de los productos predilectos de la llamada “cultura de masas”,
propia de la moderna sociedad capitalista.
La popularidad de la novela policial sería, entonces, sólo un resultado de la
manipulación del gusto, sólo el fruto de su homogeneización mediante la reiteración de
esquemas seudoartísticos, fácilmente asimilables, y desprovistos, claro, de verdadera
significación gnoseológica y estética; sazonados, además, con un puñado de ingredientes
de mala ley: violencia, morbo, pornografía, etcétera, productos que se cargan, casi
siempre, de mixtificaciones y perversiones ideológicas, tendientes a la afirmación del
estatus burgués y a combatir las ideas revolucionarias y progresistas del modo más burdo
e impúdico.
Pero hay que decir que ello constituye no sólo una manipulación del gusto en general,
sino también una manipulación de la propia novela policial, de sus válidas y legítimas
manifestaciones, una prostitución de sus mecanismos expresivos y sus temas. Los
auténticos conformadores del género policial (no hay que olvidarlo) fueron artistas de la
talla de Edgar Allan Poe y Wilkie Collins. Y desde sus orígenes hasta nuestros días, el
género ha producido una buena porción de obras maestras.
Carlos Coriolano Amador. En 1899 el hombre más rico de Antioquia trajo de Francia el
primer carro que rodó en Colombia.
El carro desembarcó en Puerto Colombia. Llegó en cajas desde París y tomó el rumbo
del río Magdalena hasta Puerto Berrío. De allí siguió a Medellín a lomo de mula, pero en
Barbosa la recua no pudo seguir y el final del recorrido tuvo que hacerse en andas.
Años después, cuando el auto no era ninguna rareza, gracias a que varios habían sido
importados ya, se inició algo parecido a una fiebre de automovilismo. Las carreras se
efectuaban en un descampado llamado el "Frontón del Jai Alai". Para 1916, había unos
13 automóviles registrados en Medellín, frente a 60 coches tirados por caballos. En
1909, 13 pudientes ciudadanos de la naciente villa juntaron tres mil dólares para traer de
los Estados Unidos el primer Pullman que pisó suelo colombiano.
En el primer párrafo del texto Llegó el automóvil, paralelamente al relato del itinerario
seguido por el carro, se hace una descripción de la condición de las rutas de la época
para:
Respuestas: A.
Mostrar los avances de la industria automotriz.
B.
Disminuir la importancia del transporte fluvial.
C.
Señalar la dificultad de la empresa de Amador.
D.
Comparar a Medellín con la capital francesa.
Pregunta 6
3,33333 de 3,33333 puntos
Texto: Continuo (ensayo).
Competencia evaluada: Comprender cómo se articulan las partes de un texto para darle un
sentido global (Nivel literal e inferencial).
RESPONDA LA SIGUIENTE PREGUNTA DE ACUERDO CON LA SIGUIENTE
INFORMACIÓN
Me parece que no es preciso demostrar que la novela policial es popular, porque esa
popularidad es tan flagrante que no requiere demostración. Para explicarla - aquellos que
niegan al género su significación artística - se fundan en la evidencia de que la novela policial
ha sido y es uno de los productos predilectos de la llamada “cultura de masas”, propia de la
moderna sociedad capitalista.
Pero hay que decir que ello constituye no sólo una manipulación del gusto en general, sino
también una manipulación de la propia novela policial, de sus válidas y legítimas
manifestaciones, una prostitución de sus mecanismos expresivos y sus temas. Los auténticos
conformadores del género policial (no hay que olvidarlo) fueron artistas de la talla de Edgar
Allan Poe y Wilkie Collins. Y desde sus orígenes hasta nuestros días, el género ha producido
una buena porción de obras maestras.
Carlos Coriolano Amador. En 1899 el hombre más rico de Antioquia trajo de Francia el
primer carro que rodó en Colombia.
El carro desembarcó en Puerto Colombia. Llegó en cajas desde París y tomó el rumbo del río
Magdalena hasta Puerto Berrío. De allí siguió a Medellín a lomo de mula, pero en Barbosa la
recua no pudo seguir y el final del recorrido tuvo que hacerse en andas.
El carro era un De Dion Bouton, pequeño automóvil francés de dos puestos, de fabricación
tan incipiente como lo era la industria automotriz en el momento. Carlos Coriolano Amador,
precavido, le importó también chofer francés.
Años después, cuando el auto no era ninguna rareza, gracias a que varios habían sido
importados ya, se inició algo parecido a una fiebre de automovilismo. Las carreras se
efectuaban en un descampado llamado el "Frontón del Jai Alai". Para 1916, había unos 13
automóviles registrados en Medellín, frente a 60 coches tirados por caballos. En 1909, 13
pudientes ciudadanos de la naciente villa juntaron tres mil dólares para traer de los Estados
Unidos el primer Pullman que pisó suelo colombiano.
Fuente: La Revista de El Espectador. (2001). Llegó el automóvil. No. 53, 22 de julio. Bogotá,
Colombia: El Espectador.
Se anunció que São Paulo iba a tener tranvías eléctricos. Los tímidos vehículos tirados por
burros, que cortaban la modorra de la ciudad provinciana, iban a desaparecer para siempre.
Nunca más veríamos, en la bajada de la ladera de San Antonio, frente a nuestra casa, el
tranvía bajar solo, equilibrado por el volante del conductor. Y el par de burros siguiéndolo.
Una fiebre de curiosidad tomó las familias, las casas, los grupos. ¿Cómo serían los nuevos
tranvías que andaban mágicamente, sin impulso exterior? Yo tenía noticias, por el negrito
Lázaro, hijo de la cocinera de mi tía, venida de Río, que era muy peligroso ese asunto de la
electricidad. Quien pusiese los pies en las vías se quedaría allí pegado o sería destrozado
fatalmente por el tranvía... Un amigo de casa informaba: El tranvía puede andar hasta a
velocidades de nueve puntos. Pero ahí se produce una disparada de todos los diablos. Nadie
aguanta. !
Es capaz de saltar de las vías! Y matar a todo el mundo... La ciudad adquirió el aspecto de
revolución. Todos se conmovían, intentaban ver. Y los más aventurados querían llegar hasta
la temeridad de entrar en el tranvía, ! hasta andar en el tranvía eléctrico!
Me parece que no es preciso demostrar que la novela policial es popular, porque esa
popularidad es tan flagrante que no requiere demostración. Para explicarla - aquellos que
niegan al género su significación artística - se fundan en la evidencia de que la novela policial
ha sido y es uno de los productos predilectos de la llamada “cultura de masas”, propia de la
moderna sociedad capitalista.
Pero hay que decir que ello constituye no sólo una manipulación del gusto en general, sino
también una manipulación de la propia novela policial, de sus válidas y legítimas
manifestaciones, una prostitución de sus mecanismos expresivos y sus temas. Los auténticos
conformadores del género policial (no hay que olvidarlo) fueron artistas de la talla de Edgar
Allan Poe y Wilkie Collins. Y desde sus orígenes hasta nuestros días, el género ha producido
una buena porción de obras maestras.
La ciudad puede ser perfectamente un tema literario, escogido por el interés o la necesidad de
un autor determinado. Ahora pululan escritores que se autodenominan o son señalados por
alguna “crítica” como escritores urbanos. No obstante, considero que muchos de ellos tan
sólo se acercan de manera superficial a ese calificativo y lo hacen equívocamente al pretender
referirse a la ciudad a través de una mera nominación de calles, de bares en esas calles, de
personajes en esos bares de esas calles, como si la descripción más o menos pormenorizada
de esas pequeñas geografías nos develara una ciudad en toda su complejidad.
La ciudad es, en sí misma, un tema literario. Además, es el escenario donde transcurren y han
transcurrido miles y miles de historias de hombres y mujeres. La ciudad es la materia prima
de los sueños y las pesadillas del hombre moderno, el paisaje en el cual se han formado
sentimental e intelectualmente muchas generaciones de narradores en todo el mundo.
Esa condición de escenario ambulante y permanente hace que la ciudad sea casi un
imperativo temático o, mejor, el espacio natural de la imaginación narrativa contemporánea.
Por supuesto que existen otros temas y otros imaginarios, distintos a los urbanos; pero quiero
señalar de forma especial la impresionante presencia de lo citadino en la literatura y, en este
caso, primordialmente en la cuentística universal del presente siglo.
Frente a la pregunta de qué es lo urbano en literatura, habría que contestar que urbano no es
necesariamente lo que sucede o acontece dentro de la urbe. Una narración puede ubicarse
legítimamente en la ciudad pero estar refiriéndose a una forma de pensar, actuar y expresarse
"rural” o ajena al universo comprendido por lo urbano. Esto último, lo urbano, posee sus
maneras específicas de manifestarse, sus lenguajes, sus problemáticas singulares: en
definitiva, un universo particular. En consecuencia se podría afirmar que la narrativa urbana
es aquella que trata sobre los temas y los comportamientos que ha generado el desarrollo de lo
urbano, y siempre a través de unos lenguajes peculiares.
Esta definición no pretende ser exhaustiva ni excluyente, pero es útil para delimitar ese
universo esquivo y manoseado de lo urbano.
Fuente: Tamayo, S., Guido L. (1999). Prólogo al texto cuentos urbanos. Colección el pozo y
el péndulo. Bogotá, Colombia: Panamericana.
La ciudad puede ser perfectamente un tema literario, escogido por el interés o la necesidad de
un autor determinado. Ahora pululan escritores que se autodenominan o son señalados por
alguna “crítica” como escritores urbanos. No obstante, considero que muchos de ellos tan
sólo se acercan de manera superficial a ese calificativo y lo hacen equívocamente al pretender
referirse a la ciudad a través de una mera nominación de calles, de bares en esas calles, de
personajes en esos bares de esas calles, como si la descripción más o menos pormenorizada
de esas pequeñas geografías nos develara una ciudad en toda su complejidad.
La ciudad es, en sí misma, un tema literario. Además, es el escenario donde transcurren y han
transcurrido miles y miles de historias de hombres y mujeres. La ciudad es la materia prima
de los sueños y las pesadillas del hombre moderno, el paisaje en el cual se han formado
sentimental e intelectualmente muchas generaciones de narradores en todo el mundo.
Esa condición de escenario ambulante y permanente hace que la ciudad sea casi un
imperativo temático o, mejor, el espacio natural de la imaginación narrativa contemporánea.
Por supuesto que existen otros temas y otros imaginarios, distintos a los urbanos; pero quiero
señalar de forma especial la impresionante presencia de lo citadino en la literatura y, en este
caso, primordialmente en la cuentística universal del presente siglo.
Frente a la pregunta de qué es lo urbano en literatura, habría que contestar que urbano no es
necesariamente lo que sucede o acontece dentro de la urbe. Una narración puede ubicarse
legítimamente en la ciudad pero estar refiriéndose a una forma de pensar, actuar y expresarse
"rural” o ajena al universo comprendido por lo urbano. Esto último, lo urbano, posee sus
maneras específicas de manifestarse, sus lenguajes, sus problemáticas singulares: en
definitiva, un universo particular. En consecuencia se podría afirmar que la narrativa urbana
es aquella que trata sobre los temas y los comportamientos que ha generado el desarrollo de lo
urbano, y siempre a través de unos lenguajes peculiares.
Esta definición no pretende ser exhaustiva ni excluyente, pero es útil para delimitar ese
universo esquivo y manoseado de lo urbano.
Fuente: Tamayo, S., Guido L. (1999). Prólogo al texto cuentos urbanos. Colección el pozo y
el péndulo. Bogotá, Colombia: Panamericana.
Un día de verano de 1414, el emperador de China y casi toda la corte esperaban en la puerta
Fengtien la llegada de un viajero extranjero. Venía con una flota China enviada a Malindi, en
las costas más orientales del océano Índico. El año anterior había visitado la ciudad imperial
un personaje parecido, pero no se había organizado una bienvenida semejante. No era para
menos; los barcos arribaban trayendo a una celebridad de ascendencia divina: el mítico chilin,
o unicornio, descrito por un testigo como "de más de cuatro metros de alto, con el cuerpo de
un ciervo, la cola de un buey y un cuerno carnoso, sin hueso, con manchas luminosas como
una neblina roja o púrpura". Lo que había llegado a China era una jirafa.
Fuente: Sabadell, M. (2002). Made in China, en revista Muy Especial, p. 28. Madrid, España.
Partiendo del texto de Sabadell es posible plantear, como rasgos característicos de la sociedad
china del siglo XV, el gobierno imperial, el empleo de transporte marítimo y:
Respuestas: A.
El pensamiento mitológico.
B.
El culto al emperador.
C.
La religión monoteísta.
D.
La filosofía materialista.
Comentarios Correcto: el texto menciona que la celebridad que fue recibida por el
para respuesta:
emperador de China y casi toda la corte era de ascendencia divina: el mítico
chilin, o unicornio. Estas expresiones dadas al invitado (que era una jirafa)
reflejan que un rasgo característico de la sociedad china del siglo XV era el
pensamiento mitológico.
Pregunta 17
3,33333 de 3,33333 puntos
Texto: Continuo (ensayo).
Competencia evaluada: Comprender cómo se articulan las partes de un texto para darle un
sentido global (Nivel literal e inferencial).
RESPONDA LA SIGUIENTE PREGUNTA DE ACUERDO CON LA SIGUIENTE
INFORMACIÓN
Me parece que no es preciso demostrar que la novela policial es popular, porque esa
popularidad es tan flagrante que no requiere demostración. Para explicarla - aquellos que
niegan al género su significación artística - se fundan en la evidencia de que la novela policial
ha sido y es uno de los productos predilectos de la llamada “cultura de masas”, propia de la
moderna sociedad capitalista.
Pero hay que decir que ello constituye no sólo una manipulación del gusto en general, sino
también una manipulación de la propia novela policial, de sus válidas y legítimas
manifestaciones, una prostitución de sus mecanismos expresivos y sus temas. Los auténticos
conformadores del género policial (no hay que olvidarlo) fueron artistas de la talla de Edgar
Allan Poe y Wilkie Collins. Y desde sus orígenes hasta nuestros días, el género ha producido
una buena porción de obras maestras.
De quienes niegan a la novela policial su significación artística, se puede decir que lo hacen
porque:
Respuestas: A.
Consideran que ella es producto de una “manipulación del gusto”.
B.
Consideran que en ella se alimenta y reproduce una ideología popular.
C.
Plantean una fuerte polémica entre elitismo y comercialismo.
D.
Reconocen que ha producido obras maestras de carácter popular.
Comentarios Correcto: el texto menciona de forma explícita en el primer párrafo que
para respuesta:
aquellos que niegan a la novela policial su significación artística - se fundan
en la evidencia de que esta ha sido y es uno de los productos predilectos de la
llamada “cultura de masas”. De lo expuesto se infiere que el género es
predilecto de las masas, por reproducir la ideología popular.
Pregunta 18
3,33333 de 3,33333 puntos
Texto: Continuo (crónica).
Competencia evaluada: Comprender cómo se articulan las partes de un texto para darle un
sentido global (Nivel literal e inferencial).
RESPONDA LA SIGUIENTE PREGUNTA DE ACUERDO CON LA SIGUIENTE
INFORMACIÓN
El tranvía
Se anunció que São Paulo iba a tener tranvías eléctricos. Los tímidos vehículos tirados por
burros, que cortaban la modorra de la ciudad provinciana, iban a desaparecer para siempre.
Nunca más veríamos, en la bajada de la ladera de San Antonio, frente a nuestra casa, el
tranvía bajar solo, equilibrado por el volante del conductor. Y el par de burros siguiéndolo.
Una fiebre de curiosidad tomó las familias, las casas, los grupos. ¿Cómo serían los nuevos
tranvías que andaban mágicamente, sin impulso exterior? Yo tenía noticias, por el negrito
Lázaro, hijo de la cocinera de mi tía, venida de Río, que era muy peligroso ese asunto de la
electricidad. Quien pusiese los pies en las vías se quedaría allí pegado o sería destrozado
fatalmente por el tranvía... Un amigo de casa informaba: El tranvía puede andar hasta a
velocidades de nueve puntos. Pero ahí se produce una disparada de todos los diablos. Nadie
aguanta. !
Es capaz de saltar de las vías! Y matar a todo el mundo... La ciudad adquirió el aspecto de
revolución. Todos se conmovían, intentaban ver. Y los más aventurados querían llegar hasta
la temeridad de entrar en el tranvía, ! hasta andar en el tranvía eléctrico!
Comienza a oscurecer, ya están encendidas las vitrinas de la Carrera Trece, en los andenes se
agolpa la multitud; voy en un bus que lucha por abrirse paso en la congestión vehicular. Entre
la ciudad y yo está el vidrio de la ventanilla que devuelve mi imagen, perdida en la masa de
pasajeros que se mueven al ritmo espasmódico del tránsito. Ahora vamos por una cuadra sin
comercio, la penumbra de las fachadas le permite al pequeño mundo del interior reflejarse en
todo su cansado esplendor: ya no hay paisaje urbano superpuesto al reflejo. Sólo estamos
nosotros, la indiferente comunidad que comparte el viaje.
Un semáforo nos detiene en una esquina. Otro bus se acerca lentamente hasta quedar paralelo
al nuestro; ante mí pasan otras ventanillas con otros pasajeros de otra comunidad igualmente
apática. Pasan dos señoras en el primer puesto. Serán amigas -pienso-, quizás compañeras de
trabajo. Pero no hablan entre ellas. Sigue pasando la gente detrás de las otras ventanas,
mezclando su imagen real con nuestro reflejo. Creo verme sentado en la cuarta ventanilla del
bus que espera la señal verde junto a nosotros. Es mi reflejo, intuyo; pero no es reflejo: soy yo
mismo sentado en el otro bus. Con temor y asombro, él y yo cruzamos una mirada cómplice,
creo que nos sonreímos más allá del cansancio del día de trabajo. Los dos vehículos arrancan
en medio de una nube de humo negro.
Fuente: Pérgolis, J., Orduz, L. y Moreno, D. (1999). Reflejos, fantasmas, desarraigos. Bogotá
recorrida. Bogotá, Colombia: Arango Editores.
Las expresiones serán amigas y quizás compañeras de trabajo, ubicadas en el tercer párrafo,
se han impreso en letra cursiva con la intención de:
Respuestas: A.
Introducir comentarios que el autor del texto hace para sí mismo.
B.
Evidenciar la participación de uno de los personajes en el texto.
C.
Señalar diálogos entre el autor y el narrador del texto.
D.
Formular interrogantes del autor del texto hacia sus lectores.
Comentarios Correcto: las expresiones en cursiva “Serán amigas -pienso-, quizás
para respuesta:
compañeras de trabajo” están separadas por un comentario que el autor del
texto se hace para sí mismo –pienso-, por ello, esta opción es la respuesta
adecuada.
Pregunta 20
0 de 3,33333 puntos
Texto: Continuo (ensayo).
Competencia evaluada: Identificar y entender los contenidos locales que conforman un
texto (nivel literal).
RESPONDA LA SIGUIENTE PREGUNTA DE ACUERDO CON LA SIGUIENTE
INFORMACIÓN
Me parece que no es preciso demostrar que la novela policial es popular, porque esa
popularidad es tan flagrante que no requiere demostración. Para explicarla - aquellos que
niegan al género su significación artística - se fundan en la evidencia de que la novela
policial ha sido y es uno de los productos predilectos de la llamada “cultura de masas”,
propia de la moderna sociedad capitalista.
Pero hay que decir que ello constituye no sólo una manipulación del gusto en general,
sino también una manipulación de la propia novela policial, de sus válidas y legítimas
manifestaciones, una prostitución de sus mecanismos expresivos y sus temas. Los
auténticos conformadores del género policial (no hay que olvidarlo) fueron artistas de la
talla de Edgar Allan Poe y Wilkie Collins. Y desde sus orígenes hasta nuestros días, el
género ha producido una buena porción de obras maestras.
Empieza por una suerte de revelación. Pero uso esa palabra de un modo modesto, no
ambicioso. Es decir, de pronto sé que va a ocurrir algo y eso que va a ocurrir puede ser, en el
caso de un cuento, el principio y el fin.
En el caso de un poema, no: es una idea más general, y a veces ha sido la primera línea. Es
decir, algo me es dado, y luego ya intervengo yo, y quizá se echa todo a perder.
Elijo “si se trata de un cuento porteño”, lugares de las orillas, digamos, de Palermo, digamos
de Barracas, de Turdera. Y la fecha, digamos 1899, el año de mi nacimiento, por ejemplo.
Porque ¿quién puede saber, exactamente, cómo hablaban aquellos orilleros muertos?: nadie.
Es decir, que yo puedo proceder con comodidad. En cambio, si un escritor elige un tema
contemporáneo, entonces ya el lector se convierte en un inspector y resuelve: “No, en tal
barrio no se habla así, la gente de tal clase no usaría tal o cual expresión”.
El escritor prevé todo esto y se siente trabado. En cambio, yo elijo una época un poco lejana,
un lugar un poco lejano; y eso me da libertad, y ya puedo fantasear o falsificar, incluso. Puedo
mentir sin que nadie se dé cuenta, y sobre todo, sin que yo mismo me dé cuenta, ya que es
necesario que el escritor que escribe una fábula “por fantástica que sea” crea, por el momento,
en la realidad de la fábula.
Fuente: Biblioteca digital ciudad Seva. (2010). Cómo nace un texto. Consultado el 07 de julio
de 2014, en:http://www.ciudadseva.com/textos/teoria/opin/borges4.htm
De lo planteado en el texto, puede inferirse que, para Jorge Luís Borges, el principio y el fin
de un cuento:
Respuestas: A.
Son los momentos en los que puede dejar a un lado su saber sobre historia.
B.
Son las etapas de la escritura que menos dificultad le ocasionan.
C.
Son los momentos que mayor dedicación de tiempo le exigen al autor.
D.
Son las etapas en las que debe acudir a sus conocimientos sobre literatura.
Comentarios para Correcto: el principio y el fin de un cuento requieren, según Borges, de
respuesta:
mayor dedicación de tiempo, ya que no dependen de la habilidad de él
mismo, sino de una suerte de revelación, algo que le es dado.
Pregunta 22
3,33333 de 3,33333 puntos
Texto: Continua (cuento).
Competencia evaluada: Comprender cómo se articulan las partes de un texto para darle un
sentido global (Nivel literal e inferencial).
RESPONDA LA SIGUIENTE PREGUNTA DE ACUERDO CON LA SIGUIENTE
INFORMACIÓN
Ciudad y literatura
La ciudad puede ser perfectamente un tema literario, escogido por el interés o la necesidad de
un autor determinado. Ahora pululan escritores que se autodenominan o son señalados por
alguna “crítica” como escritores urbanos. No obstante, considero que muchos de ellos tan
sólo se acercan de manera superficial a ese calificativo y lo hacen equívocamente al pretender
referirse a la ciudad a través de una mera nominación de calles, de bares en esas calles, de
personajes en esos bares de esas calles, como si la descripción más o menos pormenorizada
de esas pequeñas geografías nos develara una ciudad en toda su complejidad.
La ciudad es, en sí misma, un tema literario. Además, es el escenario donde transcurren y han
transcurrido miles y miles de historias de hombres y mujeres. La ciudad es la materia prima
de los sueños y las pesadillas del hombre moderno, el paisaje en el cual se han formado
sentimental e intelectualmente muchas generaciones de narradores en todo el mundo.
Esa condición de escenario ambulante y permanente hace que la ciudad sea casi un
imperativo temático o, mejor, el espacio natural de la imaginación narrativa contemporánea.
Por supuesto que existen otros temas y otros imaginarios, distintos a los urbanos; pero quiero
señalar de forma especial la impresionante presencia de lo citadino en la literatura y, en este
caso, primordialmente en la cuentística universal del presente siglo.
Frente a la pregunta de qué es lo urbano en literatura, habría que contestar que urbano no es
necesariamente lo que sucede o acontece dentro de la urbe. Una narración puede ubicarse
legítimamente en la ciudad pero estar refiriéndose a una forma de pensar, actuar y expresarse
"rural” o ajena al universo comprendido por lo urbano. Esto último, lo urbano, posee sus
maneras específicas de manifestarse, sus lenguajes, sus problemáticas singulares: en
definitiva, un universo particular. En consecuencia se podría afirmar que la narrativa urbana
es aquella que trata sobre los temas y los comportamientos que ha generado el desarrollo de lo
urbano, y siempre a través de unos lenguajes peculiares.
Esta definición no pretende ser exhaustiva ni excluyente, pero es útil para delimitar ese
universo esquivo y manoseado de lo urbano.
Fuente: Tamayo, S., Guido L. (1999). Prólogo al texto cuentos urbanos. Colección el pozo y
el péndulo. Bogotá, Colombia: Panamericana.
La ciudad puede ser perfectamente un tema literario, escogido por el interés o la necesidad de
un autor determinado. Ahora pululan escritores que se autodenominan o son señalados por
alguna “crítica” como escritores urbanos. No obstante, considero que muchos de ellos tan
sólo se acercan de manera superficial a ese calificativo y lo hacen equívocamente al pretender
referirse a la ciudad a través de una mera nominación de calles, de bares en esas calles, de
personajes en esos bares de esas calles, como si la descripción más o menos pormenorizada
de esas pequeñas geografías nos develara una ciudad en toda su complejidad.
La ciudad es, en sí misma, un tema literario. Además, es el escenario donde transcurren y han
transcurrido miles y miles de historias de hombres y mujeres. La ciudad es la materia prima
de los sueños y las pesadillas del hombre moderno, el paisaje en el cual se han formado
sentimental e intelectualmente muchas generaciones de narradores en todo el mundo.
Esa condición de escenario ambulante y permanente hace que la ciudad sea casi un
imperativo temático o, mejor, el espacio natural de la imaginación narrativa contemporánea.
Por supuesto que existen otros temas y otros imaginarios, distintos a los urbanos; pero quiero
señalar de forma especial la impresionante presencia de lo citadino en la literatura y, en este
caso, primordialmente en la cuentística universal del presente siglo.
Frente a la pregunta de qué es lo urbano en literatura, habría que contestar que urbano no es
necesariamente lo que sucede o acontece dentro de la urbe. Una narración puede ubicarse
legítimamente en la ciudad pero estar refiriéndose a una forma de pensar, actuar y expresarse
"rural” o ajena al universo comprendido por lo urbano. Esto último, lo urbano, posee sus
maneras específicas de manifestarse, sus lenguajes, sus problemáticas singulares: en
definitiva, un universo particular. En consecuencia se podría afirmar que la narrativa urbana
es aquella que trata sobre los temas y los comportamientos que ha generado el desarrollo de lo
urbano, y siempre a través de unos lenguajes peculiares.
Esta definición no pretende ser exhaustiva ni excluyente, pero es útil para delimitar ese
universo esquivo y manoseado de lo urbano.
Fuente: Tamayo, S., Guido L. (1999). Prólogo al texto cuentos urbanos. Colección el pozo y
el péndulo. Bogotá, Colombia: Panamericana.
La ciudad puede ser perfectamente un tema literario, escogido por el interés o la necesidad de
un autor determinado. Ahora pululan escritores que se autodenominan o son señalados por
alguna “crítica” como escritores urbanos. No obstante, considero que muchos de ellos tan
sólo se acercan de manera superficial a ese calificativo y lo hacen equívocamente al pretender
referirse a la ciudad a través de una mera nominación de calles, de bares en esas calles, de
personajes en esos bares de esas calles, como si la descripción más o menos pormenorizada
de esas pequeñas geografías nos develara una ciudad en toda su complejidad.
La ciudad es, en sí misma, un tema literario. Además, es el escenario donde transcurren y han
transcurrido miles y miles de historias de hombres y mujeres. La ciudad es la materia prima
de los sueños y las pesadillas del hombre moderno, el paisaje en el cual se han formado
sentimental e intelectualmente muchas generaciones de narradores en todo el mundo.
Esa condición de escenario ambulante y permanente hace que la ciudad sea casi un
imperativo temático o, mejor, el espacio natural de la imaginación narrativa contemporánea.
Por supuesto que existen otros temas y otros imaginarios, distintos a los urbanos; pero quiero
señalar de forma especial la impresionante presencia de lo citadino en la literatura y, en este
caso, primordialmente en la cuentística universal del presente siglo.
Frente a la pregunta de qué es lo urbano en literatura, habría que contestar que urbano no es
necesariamente lo que sucede o acontece dentro de la urbe. Una narración puede ubicarse
legítimamente en la ciudad pero estar refiriéndose a una forma de pensar, actuar y expresarse
"rural” o ajena al universo comprendido por lo urbano. Esto último, lo urbano, posee sus
maneras específicas de manifestarse, sus lenguajes, sus problemáticas singulares: en
definitiva, un universo particular. En consecuencia se podría afirmar que la narrativa urbana
es aquella que trata sobre los temas y los comportamientos que ha generado el desarrollo de lo
urbano, y siempre a través de unos lenguajes peculiares.
Esta definición no pretende ser exhaustiva ni excluyente, pero es útil para delimitar ese
universo esquivo y manoseado de lo urbano.
Fuente: Tamayo, S., Guido L. (1999). Prólogo al texto cuentos urbanos. Colección el pozo y
el péndulo. Bogotá, Colombia: Panamericana.
Comienza a oscurecer, ya están encendidas las vitrinas de la Carrera Trece, en los andenes se
agolpa la multitud; voy en un bus que lucha por abrirse paso en la congestión vehicular. Entre
la ciudad y yo está el vidrio de la ventanilla que devuelve mi imagen, perdida en la masa de
pasajeros que se mueven al ritmo espasmódico del tránsito. Ahora vamos por una cuadra sin
comercio, la penumbra de las fachadas le permite al pequeño mundo del interior reflejarse en
todo su cansado esplendor: ya no hay paisaje urbano superpuesto al reflejo. Sólo estamos
nosotros, la indiferente comunidad que comparte el viaje.
Un semáforo nos detiene en una esquina. Otro bus se acerca lentamente hasta quedar paralelo
al nuestro; ante mí pasan otras ventanillas con otros pasajeros de otra comunidad igualmente
apática. Pasan dos señoras en el primer puesto. Serán amigas -pienso-, quizás compañeras de
trabajo. Pero no hablan entre ellas. Sigue pasando la gente detrás de las otras ventanas,
mezclando su imagen real con nuestro reflejo. Creo verme sentado en la cuarta ventanilla del
bus que espera la señal verde junto a nosotros. Es mi reflejo, intuyo; pero no es reflejo: soy yo
mismo sentado en el otro bus. Con temor y asombro, él y yo cruzamos una mirada cómplice,
creo que nos sonreímos más allá del cansancio del día de trabajo. Los dos vehículos arrancan
en medio de una nube de humo negro.
Fuente: Pérgolis, J., Orduz, L. y Moreno, D. (1999). Reflejos, fantasmas, desarraigos. Bogotá
recorrida. Bogotá, Colombia: Arango Editores.
La ciudad puede ser perfectamente un tema literario, escogido por el interés o la necesidad de
un autor determinado. Ahora pululan escritores que se autodenominan o son señalados por
alguna “crítica” como escritores urbanos. No obstante, considero que muchos de ellos tan
sólo se acercan de manera superficial a ese calificativo y lo hacen equívocamente al pretender
referirse a la ciudad a través de una mera nominación de calles, de bares en esas calles, de
personajes en esos bares de esas calles, como si la descripción más o menos pormenorizada
de esas pequeñas geografías nos develara una ciudad en toda su complejidad.
La ciudad es, en sí misma, un tema literario. Además, es el escenario donde transcurren y han
transcurrido miles y miles de historias de hombres y mujeres. La ciudad es la materia prima
de los sueños y las pesadillas del hombre moderno, el paisaje en el cual se han formado
sentimental e intelectualmente muchas generaciones de narradores en todo el mundo.
Esa condición de escenario ambulante y permanente hace que la ciudad sea casi un
imperativo temático o, mejor, el espacio natural de la imaginación narrativa contemporánea.
Por supuesto que existen otros temas y otros imaginarios, distintos a los urbanos; pero quiero
señalar de forma especial la impresionante presencia de lo citadino en la literatura y, en este
caso, primordialmente en la cuentística universal del presente siglo.
Frente a la pregunta de qué es lo urbano en literatura, habría que contestar que urbano no es
necesariamente lo que sucede o acontece dentro de la urbe. Una narración puede ubicarse
legítimamente en la ciudad pero estar refiriéndose a una forma de pensar, actuar y expresarse
"rural” o ajena al universo comprendido por lo urbano. Esto último, lo urbano, posee sus
maneras específicas de manifestarse, sus lenguajes, sus problemáticas singulares: en
definitiva, un universo particular. En consecuencia se podría afirmar que la narrativa urbana
es aquella que trata sobre los temas y los comportamientos que ha generado el desarrollo de lo
urbano, y siempre a través de unos lenguajes peculiares.
Esta definición no pretende ser exhaustiva ni excluyente, pero es útil para delimitar ese
universo esquivo y manoseado de lo urbano.
Fuente: Tamayo, S., Guido L. (1999). Prólogo al texto cuentos urbanos. Colección el pozo y
el péndulo. Bogotá, Colombia: Panamericana.
Del enunciado “La ciudad es la materia prima de los sueños y las pesadillas del hombre
moderno” se puede inferir que:
Respuestas: A.
La problemática y el presente del hombre moderno se pueden estudiar a partir de la
literatura urbana.
B.
La imaginación es una diferencia fundamental entre el hombre moderno y el
hombre antiguo.
C.
El hombre moderno desarrolla su capacidad para soñar únicamente si vive en la
ciudad.
D.
El estado mental del hombre moderno depende del grado de desarrollo expresado
en la ciudad.
Comentarios Correcto: la literatura urbana es la materia prima de los sueños (presente) y
para respuesta:
las pesadillas (problemáticas) del hombre moderno, esto es posible ya que es
el escenario donde transcurren y han transcurrido miles y miles de historias
de hombres y mujeres.
Pregunta 28
3,33333 de 3,33333 puntos
Texto: Discontinuo (aviso publicitario).
Competencia evaluada: Comprende cómo se articulan las partes de un texto para darle
un sentido global (nivel literal e inferencial).
RESPONDA LA PREGUNTA DE ACUERDO CON LA SIGUIENTE
INFORMACIÓN
Con el texto “La vida está buena cuando tus chicos tienen más para divertirse y vos
menos para preocuparte” y la imagen de las niñas sonriendo, un aviso publicitario busca
que con la adquisición del producto el consumidor logre:
Respuestas: A.
Librarse de la preocupación de la atención a las labores domésticas.
B.
Facilitar las tareas en el hogar para poder disfrutar de los momentos divertidos
con la familia.
C.
Integrar a los hijos en las labores del hogar.
D.
Generar espacios de diversión mientras se atienden las labores del hogar.
Pregunta 29
3,33333 de 3,33333 puntos
Texto: Continuo (ensayo).
Competencia evaluada: Comprender cómo se articulan las partes de un texto para darle un
sentido global (Nivel literal e inferencial).
RESPONDA LA SIGUIENTE PREGUNTA DE ACUERDO CON LA SIGUIENTE
INFORMACIÓN
Me parece que no es preciso demostrar que la novela policial es popular, porque esa
popularidad es tan flagrante que no requiere demostración. Para explicarla - aquellos que
niegan al género su significación artística - se fundan en la evidencia de que la novela policial
ha sido y es uno de los productos predilectos de la llamada “cultura de masas”, propia de la
moderna sociedad capitalista.
Pero hay que decir que ello constituye no sólo una manipulación del gusto en general, sino
también una manipulación de la propia novela policial, de sus válidas y legítimas
manifestaciones, una prostitución de sus mecanismos expresivos y sus temas. Los auténticos
conformadores del género policial (no hay que olvidarlo) fueron artistas de la talla de Edgar
Allan Poe y Wilkie Collins. Y desde sus orígenes hasta nuestros días, el género ha producido
una buena porción de obras maestras.
La relación entre el título y el contenido del texto anterior está dada por:
Respuestas: A.
La exposición de dos puntos de vista diferentes acerca de la novela policial.
B.
El anticipo de la novela popular y su popularidad, como tema a desarrollar.
C.
La polémica planteada con respecto al elitismo y el comercialismo.
D.
El elitismo y el comercialismo como características de la cultura de masas.
Comentarios Correcto: el título del texto es: novela policial, y la polémica de elitismo y
para respuesta:
comercialismo. El contenido del texto habla de la popularidad de la novela
policial abordada desde dos puntos de vista polémicos (diferentes).
Pregunta 30
3,33333 de 3,33333 puntos
Texto: Continuo (crónica).
Competencia evaluada: Comprender cómo se articulan las partes de un texto para darle un
sentido global (Nivel literal e inferencial).
RESPONDA LA SIGUIENTE PREGUNTA DE ACUERDO CON LA SIGUIENTE
INFORMACIÓN
Llegó el automóvil
Carlos Coriolano Amador. En 1899 el hombre más rico de Antioquia trajo de Francia el
primer carro que rodó en Colombia.
El carro desembarcó en Puerto Colombia. Llegó en cajas desde París y tomó el rumbo del río
Magdalena hasta Puerto Berrío. De allí siguió a Medellín a lomo de mula, pero en Barbosa la
recua no pudo seguir y el final del recorrido tuvo que hacerse en andas.
El carro era un De Dion Bouton, pequeño automóvil francés de dos puestos, de fabricación
tan incipiente como lo era la industria automotriz en el momento. Carlos Coriolano Amador,
precavido, le importó también chofer francés.
Años después, cuando el auto no era ninguna rareza, gracias a que varios habían sido
importados ya, se inició algo parecido a una fiebre de automovilismo. Las carreras se
efectuaban en un descampado llamado el "Frontón del Jai Alai". Para 1916, había unos 13
automóviles registrados en Medellín, frente a 60 coches tirados por caballos. En 1909, 13
pudientes ciudadanos de la naciente villa juntaron tres mil dólares para traer de los Estados
Unidos el primer Pullman que pisó suelo colombiano.
Fuente: La Revista de El Espectador. (2001). Llegó el automóvil. No. 53, 22 de julio. Bogotá,
Colombia: El Espectador.