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A pesar de que muchos le asignaron durante años un lugar más bien secundario, la
historieta ha sabido sobrevivir a los tiempos y convertirse hoy enel Noveno Arte.
Ha habido grandes y reconocidos cultores de este género, tanto en Europa como en las
Américas, entre los cuales destacan los estadounidenses Will Eisner y
Art Spiegelman, los argentinos Oesterheld, Franquin, Trillo, Breccia y Altuna, o
ilustradores contemporáneos como el escandinavo Jason, el italiano Milo Namara o
Guido Crepax, entre muchos otros.
2. Características de una historieta
Las historietas pueden estar acompañadas de texto y otros signos típicos del lenguaje-
cómic.
Viñetas. Los recuadros en los que tiene lugar la acción (y la ilustración) de la historia, y que
sirven para separarla del resto del contenido de la página. Entre una viñeta y otra se
considera que transcurrió un intervalo de tiempo, que puede ser largo (años) o brevísimo
(segundos) a conveniencia del autor.
Ilustraciones. Los dibujos que transmiten al lector lo que ocurre. Estos pueden ser de diversa
naturaleza, desde dibujos simples y caricaturescos hasta ilustraciones pseudofotográficas y
de enorme realismo.
Globos de texto. No siempre aparecen en las historietas, pero sirven para englobar los
diálogos de los personajes y dejar en claro quién dice qué. También se los conoce
como fumetti o bocadillos.
Íconos y signos propios. Los cómics emplean una simbología propia que constituye su
lenguaje para representar movimiento, emociones, etc. Este tipo de signos son
convencionales (hay que aprender qué significan) pero constituyen un lenguaje bastante
universal. Existe una vertiente nipona (heredera del manga) y otra occidental y más
tradicional.
Los pasos para elaborar una historieta son, en principio, simples, pero metódicos. Como
todo en la vida, hacerlo con maestría requerirá práctica, pero podemos ordenarlos en
tres grandes momentos:
Creación. Una vez sepamos qué hacer, podemos empezar por rotular la hoja, es decir,
organizar las viñetas en la hoja según el estilo de nuestra narrativa. Uno más convencional
requerirá viñeta tras viñeta en una relación de dos o tres por página, mientras que una más
vanguardista puede romper el flujo narrativo o emplear la página entera. Hecho eso,
deberemos añadir en cada viñeta la ilustración que deseamos: contar lo que ocurre.
Revisión. Una vez contada la historia, deberemos añadir los detalles mínimos: los signos que
esclarecen la situación, el texto en los bocadillos, el texto de soporte, etc. Es el momento de
revisar que la acción sea lógica y que no haga falta ninguna aclaración para seguir el hilo
narrativo. Entonces podemos añadir texturas y otros aspectos más decorativos.
Una fábula es una creación literaria generalmente breve, escrita tanto en prosa como
en verso y protagonizada por animales, objetos animados o personas, que a efectos del
relato poseen capacidades comunicativas similares.
Dicha enseñanza se encuentra por lo general resumida, al final del relato, en una moraleja
o enseñanza. No debe confundirse la fábula con el sermón, la parábola o los apólogos (que
son géneros didácticos también) ni con el cuento o el poema (que en tanto formas de arte
carecen siempre de moraleja).
Inicio. En el que se presenta a los personajes y se establecen los puntos iniciales del
relato, como su ubicación geográfica o temporal, etc. Suele ser breve y al grano.
Complicación. Es el desarrollo de la trama que conduce hacia una situación de
problemática moral o ética, derivada de las características o de las acciones iniciales
del personaje.
Desenlace. Ya sea feliz o no, es la parte final del relato en donde se dan las
consecuencias y se enuncia la moraleja o enseñanza final que aporta al lector este
relato.
3. Tipos de fábula
4. Ejemplo de fábula
-Esta carga es tan pesada que no podré soportarla un minuto más. Si en algo me
aprecias, caballo, pon sobre tu lomo un par de estos fardos.
-Lo siento, asno -respondió el caballo- pero yo no nací para llevar esos cargamentos tan
pesados, sino para galopar libre y hermoso por los caminos.
Y dicho eso, siguió como si nada. Un rato más tarde, totalmente agotado, el asno se
derrumbó y murió de tanta fatiga. Al darse cuenta de lo sucedido, el mercader agarró todo
lo que el asno portaba y lo puso sobre el lomo del caballo, junto a la piel del desdichado
asno. Nada más sentir la pesada carga sobre sus espaldas, se dijo el caballo:
-¡Qué tonto he sido! ¡Por no aliviar un poco el sufrimiento del burro, me veo ahora obligado
a cargar con todo lo que él llevaba encima e incluso su propia piel!
Y la moraleja de esta historia es que quien no ayuda al prójimo por creerse superior o mejor
que él, se acabará perjudicando a sí mismo y tarde o temprano ocupará su lugar.
5. Moraleja