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Anatomía del Ojo en Pequeños Animales

Introducción
La comprensión de la anatomía ocular es imprescindible para el veterinario dedicado
a la práctica clínica en los pequeños animales, en los que es frecuente la patología del ojo. La
gran mayoría de los diagnósticos oftalmológicos están basados en lo que el clínico observa,
ya sea normal o anormal y además, pocas ramas de la cirugía veterinaria requieren la preci-
sión que necesita la cirugía ocular. Por estas razones, el objetivo del presente trabajo no es
realizar una exhaustiva revisión anatómica del ojo, sino proporcionar bases anatómicas de
utilidad en la práctica clínica diaria.

Conceptos generales
El ojo es el órgano de la visión y está formado por el globo ocular y sus anexos como
son los músculos oculares, los párpados, y el aparato lagrimal. La mayor parte de estas
estructuras están alojadas en la órbita. El globo ocular tiene una forma aproximadamente
esférica, aunque la córnea sobresale desde la superficie anterior debido a su menor radio de
curvatura. El punto más prominente de la córnea es el polo anterior del globo ocular, mientras
que el punto más prominente de la superficie caudal es el polo posterior. En el globo ocular
se describen una serie de líneas imaginarias que tienen interés para la comprensión de la
disposición anatómica de algunas estructuras (Fig. 1); el eje óptico une los polos anterior y
posterior del globo ocular, el ecuador del globo es la línea que le rodea, equidistante entre
ambos polos; los meridianos son líneas que forman un ángulo recto con el ecuador y que
pasan a través de los polos.
El globo ocular tiene tres capas o túnicas que, dispuestas en aposición, forman la envoltura
que rodea el interior del globo, en parte líquido y en parte gelatinoso. Las tres túnicas son, del
exterior al interior, la túnica fibrosa que protege y da forma al globo; la túnica vascular
relacionada con la nutrición del globo y la regulación de la forma del cristalino y del tamaño
de la pupila y la túnica nerviosa implicada en la transformación de los estímulos visuales en
impulsos nerviosos para su interpretación en el encéfalo.
El interior del globo ocular está relacionado con la refracción de los rayos de luz que entran
en él. En esta función tiene también una gran importancia la córnea, aunque es una parte
integrante de la túnica fibrosa. Tras la córnea, la luz atraviesa el humor acuoso, el cristalino y
el cuerpo vítreo.

Fig.1 Visión medial del globo ocular derecho 1- Polo anterior.


2-Polo posterior. 3- Eje óptico. 4- Ecuador. 5- Meridiano
6- Nervio óptico. 7- Limbo.

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Anexos oculares
Párpados
Los párpados son dos pliegues móviles de naturaleza músculofibrosa que resbalan
sobre la superficie rostral del globo ocular para limpiar, lubricar y proteger la córnea,
ocluyéndola durante los períodos de sueño. El párpado superior es el más extenso y el más
móvil. Los bordes libres de ambos párpados delimitan una abertura, la abertura palpebral y se
unen en los ángulos medial y lateral del ojo formando las comisuras palpebrales medial
(nasal) y lateral (temporal). En el ángulo medial del ojo se sitúa una prominencia triangular
cubierta por mucosa, la carúncula lagrimal, que presenta pelos finos y unas pequeñas
glándulas sebáceas.
Los párpados están formados por tres capas: la piel, una capa músculofibrosa intermedia, y
una membrana mucosa, la conjuntiva palpebral.
La piel, continuación de la piel de la cara, cubre la superficie anterior de los párpados. Es
delgada y está cubierta con pelos cortos, además de por otros más largos sólo presentes en el
párpado superior. Las raíces de los pelos más largos se encuentran asociadas con glándulas
sebáceas (glándulas de Zeis) y con glándulas sudoríparas modificadas (glándulas de Moll).
Por otra parte, el borde dorsomedial de la órbita presenta algunos pelos táctiles prominentes,
que corresponderían a las pestañas del hombre. En ocasiones los pelos pueden presentar una
orientación anómala contactando con la córnea o la conjuntiva, proceso denominado
triquiasis y caracterizado por lacrimación excesiva (epífora), conjuntivitis o queratitis.
La capa músculofibrosa está constituida por el músculo orbicular, la aponeurosis del músculo
elevador del párpado superior, el septo orbital y el músculo tarsal. Hacia el borde libre estos
componentes son sustituidos por el tarso, una condensación fibrosa que estabiliza el extremo
del párpado. Los extremos de los dos tarsos se insertan en el borde de la órbita mediante los
ligamentos palpebrales medial y lateral, que aseguran que la abertura palpebral se mantenga
alargada cuando el ojo se cierra por la acción del músculo orbicular. Profundamente al tarso
se encuentran una serie de glándulas sebáceas, las glándulas tarsales o de Meibomio. El
número de éstas oscila entre 20 y 40 para cada párpado y son observables por transparencia a
través de la conjuntiva como pequeñas columnas de unos 3 mm de longitud alineadas
verticalmente. Las glándulas tarsales se abren en el borde libre del párpado y producen la
capa más superficial del film lagrimal, de carácter lipídico. Algunos individuos presentan
distiquiasis, caracterizada por la presencia de pelos que se originan en folículos
anormalmente localizados junto a la abertura de las glándulas tarsales, y que provocan
blefarospasmo, epífora, conjuntivitis y queratitis. Algunas afecciones de carácter congénito
de los párpados son el coloboma de párpados, caracterizado por una formación defectuosa de
los párpados, el anquiloblefaron o fusión de los dos párpados a lo largo de su borde y la
presencia de aberturas palpebrales anormalmente grandes o pequeñas.
Otros procesos que pueden afectar a los párpados son el entropión y el ectropión El entropión
es una inversión del borde de los párpados, que resulta generalmente en una triquiasis y en
una inhibición del drenaje lagrimal. El ectropión es una eversión del borde de los párpados,
causando la exposición anormal de la córnea y la conjuntiva. Ambas afecciones muestran una
predisposición por determinadas razas caninas.
La blefaritis es la inflamación de los párpados: su etiología es variada. Entre las blefaritis son
comunes los orzuelos, inflamaciones supurativas de las glándulas de Zeis y Moll asociadas al
folículo piloso, debidas a una infección por Staphylococcus, y que aparecen en forma de uno
o varios abscesos en el borde libre de los párpados. El chalazión, u orzuelo interno, es la
inflamación de las glándulas meibomianas.

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Túnica conjuntiva
La superficie posterior del párpado se encuentra cubierta por la conjuntiva palpebral,
una membrana mucosa delgada y transparente. La conjuntiva palpebral se refleja en la base
de los párpados, a nivel del borde orbitario, para continuarse sobre la esclerótica como la
conjuntiva bulbar, que termina en el limbo. El espacio potencial que queda entre los párpados
y el globo ocular es el saco conjuntival y el área de reflexión es el fórnix conjuntival (Fig. 2).
La conjuntiva descansa sobre un estroma de tejido conjuntivo laxo que le permite gran
movilidad y que es rico en fibrocitos, mastocitos, células plasmáticas, linfocitos y
macrófagos. Cerca del borde palpebral tiene un epitelio escamoso estratificado, que se vuelve
más delgado en el fórnix donde hay gran cantidad de células caliciformes, la conjuntiva
bulbar es muy delgada y se continúa con el epitelio anterior de la córnea.
La abundante vascularización de la conjuntiva procede de las arterias conjuntivales anteriores
y posteriores, ramas de las arterias ciliares anteriores. La transparencia de la conjuntiva hace
visibles los vasos sanguíneos, especialmente cuando están congestivos en procesos
inflamatorios, frecuentes por la exposición al medio externo. En el síndrome del ojo rojo es
importante diferenciar la hiperemia de origen conjuntival de la ocasionada por otros procesos
como queratitis, uveítis, escleritis o glaucoma. En este sentido, tras la instilación de un
colirio a base de epinefrina se produce la vasoconstricción de los vasos conjuntivales
desapareciendo rápidamente el rubor del ojo, respuesta que no se produce en los restantes
procesos citados.
Entre las malformaciones conjuntivales destacan el quiste dermoide o reemplazo de la con-
juntiva por tejido cutáneo, y el simblefaron congénito o adhesión de la conjuntiva palpebral a
la conjuntiva bulbar o a la córnea.

Fig. 2: Esquema de las tres túnicas del ojo.1. Limbo; 2. Fornix


superior; 3. Fascia muscular profunda; 4. Músculo recto dorsal; 5.
Cápsula de Tenon; 6. Coroides; 7. Esclerótica; 8. Ora serrata; 9
Túnica interna (retina); 10. Cristalino; 11. Eje óptico; 12. Eje
visual; 13.Area cribosa; 14. Disco óptico; 15. Retina; 16. Cuerpo
ciliar; 17. Iris; 18. Córnea; 19. Conjuntiva; 20. Músculo recto
ventral; 21. Nervio óptico; 22. Músculo retractor del bulbo; 23.
Vaina del nervio óptico

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Fig. 3 Anatomía del párpado normal ▲

Tercer Párpado
Entre la carúncula lagrimal y el globo ocular se encuentra el tercer párpado, o pliegue
semilunar de la conjuntiva. También llamado membrana nictitante, el tercer párpado está bien
desarrollado en los carnívoros y puede observarse en su mayor parte si los párpados superior
e inferior se retraen con los dedos. Cuando el ojo está en posición normal su mayor parte está
oculta dentro de la órbita, y sólo su borde libre es visible ventromedialmente a través de la
abertura palpebral. Es muy móvil y puede llegar a cubrir totalmente la cara anterior de la
córnea, protegiéndola y colaborando en la difusión del film lagrimal.
A diferencia de los verdaderos párpados, el tercer párpado está cubierto por conjuntiva sobre
sus dos caras. Está sustentado por un cartílago hialino con forma de T, cuya parte más ancha
se sitúa en el borde libre del pliegue y cuyo extremo se dirige hacia la órbita,
ventromedialmente al globo ocular (Fig. 4). Este extremo de la pieza cartilaginosa está
rodeado por una glándula lagrimal, la glándula superficial del tercer párpado, que vierte su
secreción por numerosos conductos microscópicos al fórnix conjuntival inferior:
ocasionalmente esta glándula puede prolapsarse por debilidad del tejido conjuntivo
periférico. De igual manera el tercer párpado puede sufrir una inversión o una eversión de
origen congénito o adquirido.
La superficie bulbar del tercer párpado presenta, como el resto de conjuntiva, nódulos
linfáticos que a éste nivel son especialmente prominentes (Fig. 4). Pueden alcanzar un
diámetro de 0,5 cm. en afecciones crónicas, llegando a hacer protrusión en la abertura
palpebral.
El tercer párpado se mantiene retraído por un músculo liso, bajo influencia simpática. Sus
movimientos están producidos principalmente de forma pasiva por la retracción del globo
ocular, lo que provoca su deslizamiento en dirección dorsolateral sobre la córnea
acompañado por la glándula y llegando a impedir a veces la visión.

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Fig.4 Esquema del tercer párpado mostrando las
relaciones del cartílago A), los folículos linfoides (B) y la
glándula (C)

Aparato Lagrimal
El aparato lagrimal está formado por la glándula lagrimal propia, la glándula
superficial del tercer párpado, las glándulas tarsales y las células caliciformes de la
conjuntiva, que son las estructuras responsables de la elaboración del film lagrimal. El
conjunto se completa con un sistema de conductos que conducen la secreción lagrimal hacia
el vestíbulo nasal para su evaporación. La secreción lagrimal es indispensable para mantener
el estado de transparencia normal de la córnea, y se extiende sobre ésta por los movimientos
de parpadeo. Una insuficiente producción de lágrimas puede resultar en una inflamación de la
conjuntiva y de la córnea, la queratoconjuntivitis seca.
La glándula lagrimal se sitúa entre el globo ocular y la pared dorsolateral de la órbita (Fig 5).
Es aplanada, lobulada, y tiene un diámetro variable entre 12 y 15 mm. Su secreción serosa
representa el 70 0/o del total del film lagrimal, y es recogida por entre 3 y 5 conductos
microscópicos que drenan en el fórnix dorsal del saco conjuntival.
La glándula superficial del tercer párpado (Fig. 5) produce también un porcentaje
significativo del componente seroso lagrimal. El perro no presenta la glándula profunda del
tercer párpado o glándula de Harder.
Las células caliciformes de la conjuntiva producen el componente glucoproteico de las
lágrimas que es el que contacta directamente con la córnea. Las glándulas tarsales secretan su
componente lipídico superficial, que previene la excesiva evaporación desde la superficie
corneal y extiende la secreción uniformemente.
El fluido lagrimal puede incrementarse por la acción de drogas parasimpático-miméticas, o
bien de manera refleja tras la estimulación de la córnea, de la conjuntiva o de la mucosa
nasal.
El fluido lagrimal producido en exceso tiende a acumularse en el ángulo medial del ojo, en la
laguna lagrimal, una depresión que rodea la carúncula lagrimal, desde donde se dirigirá al
sistema de conductos a través de los puntos lagrimales (Fig. 5). Los puntos lagrimales son
dos diminutas aberturas, cada una de ellas localizada en el extremo de cada párpado próximo
a la carúncula lagrimal, y a una distancia de 2 a 4 mm del ángulo medial del ojo y de 1 mm
del borde libre de los párpados. Cada abertura conduce a un corto y delgado conducto, el
canalículo lagrimal. En ocasiones puede haber una ausencia o falta de perforación congénita
de alguno de los puntos lagrimales, generalmente el inferior: también pueden obstruirse por
procesos inflamatorios, en concurrencia con la obstrucción de los canalículos. Los dos
canalículos, dorsal y ventral, confluyen en el saco lagrimal, que ocupa una fosa en la
superficie orbitaria del hueso lagrimal. Del saco lagrimal parte el conducto nasolagrimal (Fig.
5); éste, muy largo, se dirige en dirección rostral formando un arco cóncavo dorsalmente, y se
aloja inicialmente en el canal lagrimal de los huesos lagrimal y maxilar; su porción más
rostral se sitúa sobre la superficie nasal del hueso maxilar, cubierto por la mucosa. El conduc-

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to desemboca ventrolateralmente en el vestíbulo nasal, por detrás del pliegue alar.
Frecuentemente hay una abertura accesoria a nivel del canino superior.
Los canalículos lagrimales pueden ser canulados desde los puntos lagrimales con fines
diagnósticos o terapéuticos. La abertura nasal del conducto nasolagrimal puede ser
igualmente cateterizada en el 50% de los perros.

Fig. 5 Ojo izquierdo del perro mostrando el tercer párpado


y el aparato lagrimal. 1. Canalículo superior; 2 Carúncula
lagrimal; 3. Conducto nasolagrimal; 4. Glándula del tercer
párpado; 5. Punto lagrimal inferior; 6 Tercer párpado; 7.
Posición del fornix conjuntival; 8. Pupila; 9. Glándula
lagrimal.

Músculos Extraoculares
Los músculos extraoculares, constituidos por fibras musculares estriadas, generan los
movimientos de rotación y de traslación anteroposterior del globo ocular (Fig. 6).
Los siete músculos extraoculares (Fig. 7) son:
 Músculo recto dorsal
 Músculo recto ventral
 Músculo recto lateral
 Músculo recto medial
 Músculo oblicuo dorsal.
 Músculo oblicuo ventral
 Músculo retractor del globo ocular
Adicionalmente, existe el músculo elevador del párpado superior que a pesar de ser un
músculo motor de los párpados y por lo tanto no formar parte de los músculos extrínsecos del
ojo, está localizado en la cavidad orbitaria, internamente a la periórbita y dorsalmente al
músculo recto dorsal. Está inervado por el nervio oculomotor. Los músculos rectos se
originan en el vértice de la órbita y se nombran según su zona de inserción a nivel de la
región ecuatorial del globo ocular (músculo recto dorsal, ventral, lateral y medial). El
músculo recto lateral está inervado por el nervio abducens, mientras que los tres restantes lo
son por el nervio oculomotor.
El músculo retractor del globo ocular es el único responsable del movimiento de traslación
anteroposterior. Consta de cuatro fascículos que se originan en el vértice de la órbita y se
extienden de forma divergente hasta insertarse en la parte posterior del globo ocular, por lo
que también puede generar movimientos de rotación del globo ocular. Está inervado por el
nervio abducens y por pequeñas ramas procedentes del nervio oculomotor.
El músculo oblicuo dorsal se origina en el borde dorsomedial del canal óptico y se dispone
entre el músculo recto dorsal y el recto medial. Su tendón de inserción atraviesa una tróclea
muscular, fijada a la pared orbitaria medial, modificando su dirección para terminar en la
esclerótica (Fig. 6). El músculo oblicuo dorsal está inervado por el nervio troclear.
El músculo oblicuo ventral es el único músculo extraocular que no se origina en el vértice
orbitario sino que lo hace en una pequeña depresión del hueso palatino, cerca de la unión de

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las suturas palatomaxilar y palatolagrimal. El músculo se dirige dorsolateralmente y emite
dos tendones que abrazan al tendón del músculo recto lateral para insertarse en la región dor-
solateral del globo ocular. El músculo oblicuo ventral está inervado por el nervio oculomotor.

Fig. 6 Movimiento producido por los músculos extraoculares.

Fig. 7 Músculos extrinsecos del ojo. Vision laterocaudal. 1. M. recto dorsal; 2. M. recto lateral; 3M. recto
ventral; 4. M. oblicuo ventral; 5. M. recto medial; 6. Nervio óptico; 7 M. retractor del bulbo; 9. Tróclea.

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Órbita ocular
La órbita es una cavidad cónica cuyo vértice está representado por el orificio de salida
del canal óptico y cuya base se localiza en la región craneofacial. Está limitada por el margen
orbitario y por unas paredes. En su interior se localizan, entre otras estructuras, el globo
ocular y sus anexos (Fig. 8).

Margen orbitario
El margen de la órbita es la base del cono y se dispone rostrolateralmente. Presenta
una forma casi circular y por su centro pasa el eje orbitario, dirigido hacia la abertura del
canal óptico. El margen orbitario está compuesto por dos porciones, la porción ósea y la
porción ligamentosa (Fig. 9). La porción ósea ocupa aproximadamente 4/5 del total de la
circunferencia, y la porción ligamentosa, dispuesta lateralmente, ocupa el resto del perímetro
orbitario, aunque en perros braquicefálicos esta porción es proporcionalmente mayor.
La porción ósea está representada dorsomedialmente por el hueso frontal que emite una
prolongación ósea ventrolateral, el proceso cigomático del hueso frontal. Ventrolateralmente,
el margen orbitario esta formado por el hueso cigomático, cuya prolongación dorsolateral es
el proceso frontal del hueso cigomático. Ambos procesos no contactan en el perro y en el
gato. Una pequeña porción del margen orbitario situada ventromedialmente, está formada por
el hueso lagrimal, aunque en las razas braquicefálicas lo está por el hueso maxilar.
La porción ligamentosa está representada por el ligamento orbitario, constituido por tejido
fibroso y algunas fibras musculares lisas. El ligamento une el proceso cigomático del hueso
frontal y el proceso frontal del hueso cigomático, cerrando lateralmente el margen orbitario.

Fig. 8 Contenidos de la órbita

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Fig. 9A Huesos del cráneo. Se observa la órbita ósea incompleta

Fig. 9B Paredes de la órbita izquierda.

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Paredes Orbitarias
Mientras que en el ser humano la órbita es una cavidad limitada totalmente por
estructuras óseas, en el perro únicamente la pared medial y el techo están delimitados por
huesos, estando el resto formado por tejidos blandos (Fig. 8 y Fig. 9 A y B).
La porción más rostral de la pared medial está formada por el hueso frontal y la porción más
caudal está constituida por el hueso preesfenoides, donde se encuentra el canal óptico.
Ventralmente a ambos huesos, se encuentra la porción más dorsal de la lámina vertical del
hueso palatino. El hueso lagrimal forma una pequeña porción de la órbita ósea, situada
rostroventral y medialmente.
La región medial del techo orbitario está constituida por el proceso cigomático del hueso
frontal que presenta internamente una fosa que aloja la glándula lacrimal.
En la pared caudomedial de la órbita podemos encontrar cuatro orificios que permiten el paso
de estructuras vasculonerviosas desde la cavidad craneana o desde zonas extracavitarias
situadas más caudalmente hacia la región orbitaria (Tabla l). En el vértice de la órbita se
localizan el canal óptico y ventralmente a él, la fisura orbitaria y el orificio alar rostral.
Rostrodorsalmente al canal óptico aparecen los orificios etmoidales.
La cresta orbital ventral del hueso frontal constituye el límite entre la cavidad orbitaria y la
fosa pterigopalatina, situada ventralmente a la anterior
Como ya se ha citado anteriormente, el suelo y la región orbitaria lateral están formados por
tejidos blandos.
La mayor parte del suelo de la órbita canina está ocupado por la glándula salival cigomática,
que se extiende sobre los 2/3 más laterales. El tercio más medial lo forma el músculo
pterigoideo medial. Cerca del vértice, la arteria y el nervio maxilar (y sus ramas), cruzan el
suelo de la órbita (Fig. 8).
Dorsolateral y lateralmente, la órbita está delimitada por la superficie medial del músculo
temporal y por el ligamento orbitario. Inmediatamente caudal a la órbita los músculos
temporal y masetero rodean a la rama de la mandíbula, por lo que cuando se abre la boca, la
rama mandibular se desplaza rostralmente, comprimiendo el contenido orbitario. Por este
motivo signos de dolor al abrir la boca pueden ser indicativos de patología retrobulbar
principalmente abscesos retrobulbares; estos, debido a la ausencia de hueso en el suelo de la
órbita, pueden drenarse hacia la cavidad bucal mediante disección roma por detrás del último
molar. Por otra parte la inflamación o atrofia de los músculos masetero y temporal produce
exoftalmos o enoftalmos respectivamente, al modificarse la relación topográfica entre estos
músculos y el contenido orbitario.

Tabla 1. Orificios de la órbita canina. Localización y estructuras relacionadas


Orificio Localización Estructuras Relacionadas
Canal lagrimal Hueso lagrimal Conducto nasoligramal
Etmoidal (1 ó +) Sutura frontoesfenoidal N.A. y V. etmoidales
Canal óptico Ventral a la cresta N. óptico (II)
orbitoesfenoidal A. oftámica interna
(caudoventral al anterior)
Fisura orbitaria Presfenoides N. oculomotor(III)
(caudoventral al anterior) N. troclear ((IV)
N. oftálmico (rama del V)
N. abducens (VI)
Raama anastomótica de A.

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oftálmica int + A carótida int.
V orbitaria
Alar rostral Presfenoides N. maxilar (rama de V)
(caudoventral al anterior) A. y V. maxilares

Contenido orbitario
En la cavidad orbitarla encontramos las siguientes estructuras:
 Globo ocular.
 Nervio óptico.
 Fascia orbitaria.
 Músculos extraoculares.
 Cuerpo adiposo orbitario.
 Glándula lagrimal.

Elementos vasculonerviosos relacionados con el globo ocular: arteria oftálmica interna, vasos
ciliares, venas vorticosas, nervios ciliares, ganglio nervioso ciliar, plexo venoso oftálmico,
nervio abducens, nervio troclear, nervio oculomotor, nervio oftálmico.
Otras estructuras: glándula salival cigomática, nervio y vasos maxilares, nervio frontal (rama
oftálmica), nervio cigomático temporal y nervio cigomático facial, nervio infraorbitario.
Procedemos a continuación al estudio de algunas de las anteriores estructuras no tratadas en
otros apartados.

Fascia orbitaria
La fascia orbitaria es una capa fibrosa que envuelve el globo ocular y sus estructuras
relacionadas. Consta de dos componentes, la periórbita, más externa y la vagina bulbi, más
interna (Fig. 10).

Periórbita
La periórbita es una fuerte membrana fibrosa de forma cónica que envuelve al globo
ocular, a excepción de su porción rostral, y a todas sus estructuras asociadas, separándolas de
los restantes componentes orbitarios. En el hombre, que posee una cavidad orbitaria ósea, la
periórbita y el periostio de los huesos forman una sola estructura. En el perro, esto sólo suce-
de en la región medial y dorsal, confundiéndose con el periostio de los huesos frontal y
preesfenoides. El vértice de la periórbita está firmemente adherido a los márgenes del canal
óptico y de la fisura orbitaria, rodeando a los músculos extrínsecos del ojo y a las estructuras
vasculonerviosas que discurren por los citados orificios. La base del cono que forma la
periórbita se fusiona por una parte con el periostio de los huesos faciales, y por otra, forma
una lámina de tejido conjuntivo, el septo orbitario, que se extiende hasta fusionarse con el
tarso de los párpados (Fig. 10).
En el perro, la periórbita contiene gran cantidad de fibras musculares lisas, que forman el
músculo orbital, y que le confieren un cierto grado constante de tono muscular. La
prolongación rostral de estas fibras constituye los músculos tarsales de los párpados. La
estimulación simpática de estas fibras musculares periorbitales produce una marcada
exoftalmia, mientras que una lesión simpática, como sucede en el Síndrome de Claude
Bernard Horner, produce enoftalmia.

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Vagina bulbi
La vagina bulbi, denominada antiguamente cápsula de Tenon, es una fina cápsula
fibrosa que envuelve al globo ocular desde el limbo hasta el nervio óptico. La vagina bulbi se
dispone por encima de la esclerótica aunque existe una pequeña separación entre ambas, el
espacio epiescleral (o de Tenon), por donde discurren finas trabéculas fibrosas que fijan las
dos capas. Rostralmente la vagina bulbi se fija a la unión córneoescleral y, a nivel del
ecuador del globo ocular, en las zonas donde se insertan los músculos extraoculares, se
continúa con sus fascias (Fig. 10).
Posteriormente, la vagina bulbi se continúa con la fascia que envuelve a los nervios y vasos
ciliares y con la dura madre del nervio óptico (Fig. 10).

Fig. 10 Fascias del ojo. Divisiones de la periórbita.

Cuerpo adiposo orbitario


El cuerpo adiposo orbitario es un acumulo de tejido adiposo que rellena los espacios
huecos del interior de la órbita protegiendo las estructuras y actuando como lubricante en los
continuos movimientos del globo ocular.
El cuerpo adiposo se puede localizar tanto interna como externamente a la periórbita. En el
primer caso, se sitúa en el polo posterior del globo, alrededor del nervio óptico, rellenando el
espacio existente entre los distintos músculos extraoculares, la periórbita y el mismo nervio
óptico (Fig. 10). En el segundo caso, lo hace ventral y lateralmente a la periórbita, siendo es-
pecialmente abundante en los individuos obesos.

Glándula salival cigomática


La glándula salival cigomática, como ya se ha citado, forma parte del suelo de la
órbita, si bien se encuentra externamente a la periórbita (Fig. 8). Tiene una forma más o
menos piramidal, y su superficie lobulada está cubierta por una delgada cápsula fibrosa y una
capa de tejido adiposo. El conducto excretor principal se localiza ventromedialmente y
desemboca en el vestíbulo bucal, aproximadamente 1 cm por detrás de la abertura del
conducto parotídeo, caudalmente al último molar superior.

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Túnica fibrosa
La túnica fibrosa es la capa más externa y resistente del globo ocular (Fig. 2). Debido
a su alto contenido en fibras de colágeno resiste la presión intraocular manteniendo a la vez la
forma externa del ojo y evitando deformaciones. La túnica fibrosa está constituida por la
esclerótica, capa opaca que abarca los 3/4 posteriores del globo ocular y la córnea, estructura
transparente que ocupa el 1/4 anterior del globo ocular. En animales de vida nocturna, la
córnea puede llegar a ocupar el 35% de la superficie total del globo ocular mientras que en
los animales domésticos los límites son del 17% al 3O%.
La zona de unión entre ambas estructuras es el limbo corneal o unión esclerocorneal (Fig. 2),
donde la esclerótica se solapa unos milímetros por encima de la zona periférica corneal
permitiendo así una mejor fijación de la córnea.

Córnea
La córnea es una lente cóncavo-convexa, transparente y ligeramente elíptica cuyas
dimensiones muestran variaciones entre especies y razas.
Sus dimensiones en un perro adulto son de 13 a 17 mm en el diámetro horizontal, de 12 a l6
mm en el diámetro vertical y de 0,6 a 1 mm de grosor en la periferia, siendo algo menor en el
centro. El elevado poder de refracción total de la córnea (43 dioptrías, lo que representa el
70% del total ocular), se debe a su disposición entre un medio gaseoso (aire) y un medio
liquido (humor acuoso).

Estructura
Estructuralmente, la córnea del perro consta de 4 capas: epitelio anterior, estroma,
membrana limitante posterior y epitelio posterior (Fig. 11).
Hasta ahora se consideraba la existencia de una quinta capa, la membrana limitante anterior o
membrana de Bowman, por extrapolación de la estructura corneal humana a la de los
animales domésticos. Actualmente se tiende a considerar que si bien existe una zona de cierta
similitud histológica, esta zona no reúne todas las características de la membrana de
Bowman, perfectamente descritas en el hombre y primates, por lo que en los animales
domésticos, excepto en los bóvidos, no se considera su existencia como tal. Esta zona de
similitud estructural pertenece a la porción más anterior del estroma y se la denomina como
CFZ (cell free zone) o zona libre de células.

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Fig. 11 Estructura de la córnea. A: 1. epitelio anterior; 2. Estroma; 3. Membrana limitante posterior o de
Descemet; 4. Epitelio posterior o endotelio. B: 1 Capas celulares del epitelio anterior; 2. Lámina basal; 3.
Láminas del estroma corneal; 4. Fibroblastos; 5 Terminaciones nerviosas.

Epitelio anterior
El epitelio anterior, la capa más externa de las que forman la córnea, es un epitelio
estratificado plano no queratinizado, continuación del epitelio de la conjuntiva bulbar.
Consta de una lámina basal, una capa de células basales, una capa de células intermedias y
una capa de células escamosas o superficiales.
Tanto la capa de células intermedias como la de células superficiales están formadas por
varios estratos celulares con lo que el epitelio corneal globalmente está constituido por 7 a 17
estratos celulares dependiendo de la especie.
Entre las células basales y la lámina basal así como entre las restantes células epiteliales hay
gran cantidad de uniones tipo hemidesmosoma, desmosoma y mácula ocludens, que
proporcionan al epitelio su gran cohesión.
En la superficie lagrimal de las células más superficiales existen microvellosidades cuya fun-
ción es fijar el film precorneal (muy importante para el metabolismo y protección corneales)
y aumentar la superficie de intercambio metabólico.

Estroma
La sustancia propia de la córnea o estroma corneal constituye el 90% de su espesor
total.

14
La unidad estructural básica del estroma corneal es la microfibrilla de colágeno (compuesta
por varias agrupaciones de moléculas de tropocolágeno ordenadas paralelamente pero con un
desplazamiento de 1/4 de su longitud).
Las microfibrillas de colágeno se disponen en bandas y varias bandas dispuestas
paralelamente forman una lámina. La superposición de varias láminas constituye el estroma
corneal y cada lámina ocupa todo el diámetro corneal.
Todas las microfibrillas de colágeno de una misma banda se disponen perfectamente
paralelas entre ellas; sin embargo, las láminas se disponen en distintas direcciones aunque
siempre en un plano horizontal. Entre las láminas se localizan distintas ramas nerviosas, la
sustancia fundamental y los fibroblastos (Fig. 11).
En el estroma corneal se pueden diferenciar varias zonas según su organización, la CFZ, el
1/3 anterior y los 2/3 posteriores.
La CFZ (Cell Free Zone) o zona libre de células está situada inmediatamente por debajo de la
lámina basal, carece de células y presenta pocas microfibrillas de colágeno, de inferior
diámetro y dispuestas totalmente al azar. Esta capa correspondería a la membrana limitante
anterior o de Bowman de los primates, del hombre y de los bóvidos.
El tercio anterior del estroma corneal presenta la organización típica del estroma, aunque las
láminas se disponen más oblicuas a la superficie apareciendo ramificaciones y
entrecruzamientos entre ellas.
Los dos tercios posteriores del estroma responden rigurosamente al patrón de estructuración
citado anteriormente.

Membrana limitante posterior o Membrana de Descemet


La membrana de Descemet representa la membrana basal del epitelio posterior
aunque enormemente desarrollada. Las células epiteliales sintetizan a lo largo de toda la vida
esta membrana por lo que esta va aumentando de grosor con la edad.

Epite1io posterior o Endotelio


El endotelio corneal esta compuesto por una única capa de células cuboidales que
limitan interiormente la córnea con el humor acuoso de la cámara anterior.
La superficie celular humoral presenta gran cantidad de poros y esta provista de pequeñas
microvellosidades aunque en menor número de las observadas en el epitelio anterior.
Las paredes laterales de las células endoteliales suelen presentar distintos tipos de uniones
celulares tipo zónula ocludens, mácula ocludens y mácula adherens aunque no suelen poseer
uniones con la membrana de Descemet.

Inervación
La córnea en general y sobre todo el epitelio anterior, son estructuras altamente
sensibles cuyos estímulos son recogidos por ramas del nervio ciliar largo (rama del nervio
oftálmico).
Las ramas nerviosas proceden de la esclerótica y penetran en la córnea a nivel medio del
estroma, distribuyéndose ampliamente en sentido rostral. Al penetrar en la córnea, los nervios
se desmielinizan aunque mantienen las vainas de Schwan, que sólo pierden cuando desde el
estroma entran en el epitelio anterior, donde las ramas nerviosas acaban en forma de
terminaciones nerviosas muy sensibles distribuidas entre las células de la capa intermedia.
Aparte de las fibras sensoriales colinérgicas, algunas especies como el perro y el gato poseen
fibras adrenérgicas distribuidas también en la porción anterior de la córnea aunque se
desconoce su función.
Las capas más profundas de la córnea están poco inervadas; esto explica el hecho de que
lesiones corneales profundas producen menos dolor que otras más superficiales.

15
Función protectora
La gran sensibilidad de la córnea es uno de los factores más importantes para la
protección del ojo, puesto que cuando la córnea es tocada o irritada, se produce
inmediatamente una serie de reflejos protectores como son el parpadeo casi instantáneo, la
retracción del globo ocular y el prolapso de la membrana nictitante.
Una acción defensiva adicional de la córnea, aunque no relacionada con su sensibilidad
nerviosa, la llevan a cabo las proteínas corneales frente a las quemaduras por sustancias
ácidas. Cuando un ácido contacta con la córnea, sus proteínas precipitan inmediatamente por
acción del ácido. Esta precipitación actúa como una barrera física evitando una diseminación
del ácido hacia estructuras corneales más profundas. Por este motivo, existen autores que
citan la posibilidad de utilizar para cauterizaciones ácido fénico o ácido tricloroacético sin
riesgo de perforación. Por el contrario, los álcalis no provocan la precipitación de las
proteínas corneales, y un contacto corneal con álcalis produce lesiones de gravedad.

Metabolismo corneal
La córnea en estado fisiológico es avascular a excepción de una pequeña franja
periférica de 1-2 mm donde se encuentran capilares límbicos. Por este motivo, la nutrición
corneal se produce por medio de la difusión de metabolitos y oxígeno a partir de tres fuentes:
el humor acuoso, que proporciona la mayor parte de metabolitos energéticos, principalmente
glucosa; el film lagrimal, que proporciona la totalidad del oxígeno necesario para el
metabolismo aerobio corneal; y los capilares límbicos, que proporcionan una pequeña
cantidad de oxígeno y el resto de metabolitos necesarios.

Transparencia corneal
La característica más destacable de la córnea es su transparencia. Esta propiedad se
consigue gracias a la coexistencia de una serie de factores, tales como:
 La perfecta estructuración de las microfibrillas de colágeno en el estroma corneal.
 La avascularidad de la córnea.
 La superficie epitelial no queratinizada.
 La ausencia de pigmentación.
 EI equilibrio de varios factores fisiológicos, sobre todo el grado óptimo de
deshidratación.

El hecho de que la córnea mantenga constantemente un grado óptimo de deshidratación es


un factor difícil de conseguir teniendo en cuenta que el estroma corneal es altamente
hidrofílico, por lo tanto, favorece la imbibición de agua procedente tanto del film lagrimal
como del humor acuoso. Este acumulo intraestromal de agua provoca la desestructuración
tisular, con la consiguiente pérdida de transparencia por edema corneal.
Para evitar dicha imbibición de agua, el epitelio y el endotelio corneales (de carácter
lipofílico) actúan no solo como barreras físicas pasivas sino que mediante un sistema de
bombeo iónico desplazan iones Na y Cl del estroma hacia el film lagrimal y humor acuoso,
manteniendo así un equilibrio osmótico que posibilita un grado de deshidratación estable.
Esta bomba iónica esta catalizada por el enzima NaK-ATPasa activada, que se encuentra en
elevadas concentraciones a nivel del epitelio y endotelio pero prácticamente ausente en el
estroma. Por lo tanto, el uso de fármacos inhibidores del enzima o la falta de energía pueden
bloquear el funcionamiento de la bomba iónica epitelio-endotelial conduciendo al edema de
la córnea. En caso de edema corneal, para favorecer esta acción deshidratante se puede
recurrir a la osmoterapia instilando varias veces al día, soluciones hipertónicas.

16
La presión intraocular (PIO) favorece también la entrada de agua hacia el interior de la
córnea, siendo un factor adicional contra el que tiene que luchar el endotelio corneal aparte
de la ya citada fuerza osmótica del estroma. En condiciones normales el endotelio puede
contrarrestar ambas fuerzas pero algunas condiciones patológicas como un aumento de la
PIO (glaucoma) o una lesión endotelial, desembocan fácilmente en un edema corneal. Esta
sobrecarga del endotelio explica el hecho de que una pequeña lesión endotelial (cirugía
intraocular, depósito de sustancias, ADN virus tipo 1) produce un edema corneal de mayor
intensidad que una lesión epitelial de mayor tamaño (por ej. úlcera superficial).
Otros procesos responsables de la pérdida de la transparencia corneal son: depósito de
pigmentos (melanina), opacidad corneal, quemaduras químicas, depósito de lípidos y
depósito de sales de calcio, etc.

Mecanismo de cicatrización de las heridas corneales


Todas las capas de la córnea tienen la capacidad de regenerarse a excepción de la
membrana de Descemet, que depende del endotelio para su regeneración. El mecanismo de
regeneración depende de la profundidad de la herida.
En las lesiones superficiales, se ven afectadas las capas más superficiales del epitelio. La
cicatrización se produce por un sistema de elongación-migración celular seguido
posteriormente por una multiplicación celular. Sin embargo, si la lesión es de tamaño
reducido, se subsana simplemente con la de elongación-migración. Esto explicaría que
pequeñas lesiones epiteliales fluoresceína (+) al cabo de 24hs. no presenten retención del
colorante, puesto que la herida ha cicatrizado por simple elongación-migración celular.
En las lesiones profundas, se ven afectados el epitelio basal y la sustancia propia corneal
conduciendo a la inflamación y a la opacidad corneal. Las células epiteliales superficiales se
regeneran rápidamente pero al no existir lámina basal, que se regenera con mucha mayor
lentitud, se pueden desprender con suma facilidad. Al cabo de un tiempo de haberse
producido la lesión se observa una invasión neovascular procedente del limbo que permite la
llegada de nuevos fibroblastos responsables de la síntesis de colágeno que se va depositando
al azar, lo que producirá una cicatriz corneal final opaca. La curación completa no se produce
hasta que la cicatriz corneal no se ha minimizado y ha desaparecido la neovascularización.
Las lesiones perforantes de la cámara anterior afectan a todas las capas corneales incluido el
endotelio. El punto de perforación endotelial se tapona a partir de la fibrina del humor
acuoso, la cual va disolviéndose a medida que el endotelio se va regenerando. Las restantes
capas cicatrizan de la forma ya reseñada y la membrana de Descemet se sintetiza a partir de
las células endoteliales ya regeneradas.

Neovascularización corneal
Como ya se ha citado anteriormente, la córnea en estado fisiológico es avascular, a
excepción de una pequeña porción periférica donde pueden observarse capilares límbicos.
Por lo tanto, la aparición de cualquier tipo de neovascularización corneal (ya sea superficial o
profunda) implica la existencia de un proceso patológico (traumatismo, uveítis anterior,
queratoconjuntivitis, etc.).
La invasión neovascular hacia la córnea está inducida por la coexistencia de al menos dos
factores: por una parte la disminución de la cohesión tisular corneal, producida directa o
indirectamente por el proceso patológico; y por otra, la liberación de un factor vaso
estimulante activado o inducido por la lesión tisular, que estimula la invasión neovascular. Se
han barajado como posibles factores las siguientes sustancias: ácido láctico, dióxido de
carbono, histamina, etc.

17
Fármacos y estructura corneal
El movimiento de fármacos a través de la córnea es de gran importancia clínica
debido al extensivo uso de productos farmacológicos tópicos a nivel ocular. Por este motivo y
para utilizar los fármacos más adecuados es importante poseer unas nociones mínimas sobre
la estructura corneal y el comportamiento de las distintas capas corneales frente a los fár-
macos.
Para que el fármaco pueda atravesar una córnea intacta, consistente en una capa externa
lipídica (el epitelio), una capa central hidrofílica (el estroma) y una capa interna otra vez
lipídica (el endotelio), el fármaco debe ser igualmente hidro y liposoluble, como por ejemplo
el cloranfenicol y los alcaloides. Productos polares (hidrosolubles), como la fluoresceína,
únicamente penetran y se fijan en la córnea si ha desaparecido el epitelio, como en el caso de
una úlcera corneal. Pero en el caso de una úlcera muy profunda en la que haya desaparecido
el estroma corneal dejando al descubierto la membrana de Descemet (liposoluble como el
endotelio), la fluoresceína no se fijará superficialmente y sólo lo hará en las paredes laterales
de la úlcera, lo que debido a la poca fijación del colorante, nos podría inducir a error a la hora
de valorar la intensidad de la ulceración.

Malformaciones congénitas
La córnea sufre distintas alteraciones de carácter congénito, entre las que destacan el
quiste dermoide, la microcórnea y la megalocórnea así como la persistencia de la membrana
pupilar con adherencias corneales (Fig. 12).

Fig. 12 Tipos de membranas iridopupilares que pueden permanecer en el ojo adulto como
membranas pupilares persistentes

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Esclerótica
La esclerótica, que junto con la córnea forma la túnica fibrosa del globo ocular, es
una capa de sostén y protección de las estructuras intraoculares (Fig. 2). Está compuesta por
tejido conjuntivo fibroso denso, rico en fibras elásticas y colágeno y con pocas células.
Las relaciones anatómicas de la esclerótica son: internamente, la supracoroides;
externamente, los músculos extraoculares y la cápsula de Tenon; rostralmente, la conjuntiva
bulbar, la córnea y la red trabecular del ángulo iridocorneal; y caudalmente, el nervio óptico.
El grosor de la esclerótica varía enormemente según la zona del globo. El ecuador es la zona
más delgada, mientras que la zona más gruesa se encuentra en la región del plexo venoso
escleral. La esclerótica esta perforada por numerosos orificios que dan paso a estructuras
vasculonerviosas. El orificio más importante aloja al nervio óptico y no se trata exactamente
de un orificio sino que las fibras esclerales se van adelgazando, separándose entre si, for-
mando una fina red llamada área cribosa escleral (Fig. 2), siendo la zona más débil de la
túnica fibrosa. El área cribosa puede estar situada centralmente en el fondo del ojo pero lo
más habitual es que se encuentre desplazada lateral o medialmente. Otros orificios igual-
mente importantes alojan a los nervios ciliares cortos y largos, la arteria ciliar larga posterior,
las venas vorticosas, vasos ciliares anteriores y el plexo venoso escleral.

Estructura
La composición histológica de la esclerótica es parecida a la de la córnea; sin
embargo, la esclerótica presenta una disposición más irregular de las fibras de colágeno,
posee gran cantidad de fibras elásticas, un mayor grado de hidratación y contiene vasos
sanguíneos y linfáticos. La zona límbica de la esclerótica está pigmentada normalmente en la
zona lateral o medial y raramente en la zona dorsal y ventral.
Estructuralmente, la esclerótica consta de tres capas: la episclera, el estroma y la lámina
fusca.
La episclera es una membrana de tejido conjuntivo laxo que presenta algunos melanocitos y
fibras nerviosas y que se dispone recubriendo externamente al estroma escleral. La episclera
está muy desarrollada entre el limbo y la zona de inserción de los músculos extraoculares,
donde se une superficialmente con la cápsula de Tenon.
El estroma es una capa de tejido conjuntivo fibroelástico muy poco vascularizado a excep-
ción de la zona límbica, rica en vasos sanguíneos y linfáticos. Presenta algunos melanocitos y
el grado de hidratación es muy superior al del estroma corneal.
La lámina fusca es la capa más interna de la esclerótica, estando en continuidad con la lámina
supracoroidea (perteneciente a la túnica vascular) y sin una delimitación neta entre ambas. La
densidad de fibras de colágeno es inferior a la del estroma, mientras que la concentración de
fibras elásticas, fibroblastos y melanocitos va aumentando. El nombre de lámina fusca
proviene de la coloración que le proporciona el gran número de melanocitos.

Vascularización
La vascularización de la esclerótica se localiza principalmente a nivel epiescleral,
proviene de los vasos ciliares anteriores y presenta una red superficial y una profunda. A
nivel perilímbico se aprecia el plexo venoso escleral encargado del drenaje de humor acuoso
de la cámara anterior.

19
Inervación
La inervación escleral es aportada por los nervios ciliares y en la región más
anterior colaboran además los nervios conjuntivales.

Túnica vascular
La túnica vascular del ojo, también llamada úvea, se sitúa profundamente a la
esclerótica, a la que se fija fuertemente. Está constituida, en una secuencia postoanterior, por
tres zonas íntimamente relacionadas: la coroides, el cuerpo ciliar y el iris. La coroides yace
bajo la esclerótica desde el nervio óptico hasta el limbo, y el iris se proyecta en la cámara
anterior del ojo (Fig. 2). La principal función de la túnica vascular es la de proporcionar
vascularización, aunque también soporta al cristalino, regula su curvatura y ajusta el tamaño
de la pupila por medio de la musculatura del cuerpo ciliar y del iris.

Iris

El iris es la parte más pequeña y más anterior de la túnica vascular. Situado entre la
córnea y el cristalino, el iris divide el espacio existente entre ellos en las cámaras anterior y
posterior, comunicadas por una abertura central, la pupila, y ocupadas por el humor acuoso.
El iris tiene forma anular, y está unido en su periferia a la esclerótica por medio del ligamento
pectinado y al cuerpo ciliar. Es más grueso en el borde ciliar (0,4mm) que en el borde pupilar
(0,09mm). La abertura central que presenta es la pupila, y a través de ella la luz entra hacia la
parte posterior del ojo.

Estructura
El tamaño de la pupila, y por tanto la cantidad de luz que llega a la retina, está
regulado por los músculos lisos del iris (Fig. 13). El músculo esfínter de la pupila, próximo al
borde pupilar, está formado por fibras musculares circulares cuya contracción, bajo control
parasimpático, provoca el cierre de la pupila. Las fibras del músculo dilatador de la pupila se
disponen radialmente y su contracción, bajo control simpático, produce la abertura de la
pupila (ver apartado inervación del ojo). En el perro la pupila permanece circular, tanto en la
dilatación como cuando se produce su contracción. En el gato, por el contrario, la disposición
dorsoventral de las fibras musculares hace que en la contracción se disponga como una
hendidura vertical.
El iris está formado por tres capas: la más anterior es un epitelio que se continúa a través del
ángulo iridocorneal con el epitelio posterior de la córnea; la intermedia es de tejido
conjuntivo, y contiene los dos músculos lisos; la capa posterior es un epitelio pigmentado,
prolongación de la capa pigmentada de la retina, por lo que también se le llama parte irídica
de la retina.
El color del iris depende de la cantidad de células pigmentadas presentes y del tipo de
pigmento. Si las células se encuentran en gran número, el iris es de color marrón oscuro; si su
cantidad es menor, el iris es amarillento: si son escasas, el iris aparece azulado. En los
individuos albinos el pigmento está también ausente en la parte irídica de la retina, y el iris es
totalmente apigmentado: su color es rojo debido a que puede observarse la sangre presente en
los capilares.

20
Vascularización
La irrigación del iris proviene de las arterias ciliares posteriores largas que a nivel del
borde ciliar forman un círculo incompleto, el círculo arterial mayor del iris. Desde este
círculo parten radialmente hacia el borde pupilar pequeños vasos que en algunas especies se
anastomosan constituyendo el círculo arterial menor del iris, pero que en el perro está muy
pobremente desarrollado.

Alteraciones congénitas
El iris sufre frecuentes alteraciones de carácter congénito, aunque no suelen afectar
significativamente a la visión. Entre ellas se encuentran la persistencia de la membrana
pupilar (Fig. 12), el coloboma de iris, o la aniridia. Una afección adquirida es la atrofia,
ocasionada por el envejecimiento del animal o de manera secundaria al glaucoma, y que
reduce la respuesta pupilar a la luz.

Cuerpo ciliar
El cuerpo ciliar es la porción intermedia y más gruesa de la túnica vascular del globo
ocular (Fig. 2). Se localiza entre el iris, situado más rostralmente y la coroides, situada
caudalmente, formando una estructura anular con una serie de pliegues radiales.
En una sección sagital, el cuerpo ciliar presenta la forma triangular, relacionado en su cara
externa con la esclerótica. Internamente, está relacionado en su porción rostral con el origen
del iris, el ángulo iridocorneal, la red trabecular uveal y el humor acuoso, y en su porción
posterior con la coroides, la retina y el cuerpo vítreo. Finalmente contacta con el ecuador del
cristalino y el ligamento zonular en la zona del cuerpo ciliar más próxima al eje óptico (Fig.
13).
Visto desde el polo posterior del ojo, el cuerpo ciliar es asimétrico, siendo más amplio en la
región temporal y dorsal que en la nasal y ventral.
Clásicamente, se ha dividido el cuerpo ciliar en dos porciones, la corona ciliar y el círculo
ciliar.
La corona ciliar o pars plicata, situada anteriormente y en continuidad con la cara posterior
del iris, está constituida por dos grupos de pliegues radiales, los procesos ciliares, de mayor
tamaño, y separados por unas depresiones en las que se sitúan los pliegues ciliares, de menor
tamaño (Fig. 14). Los procesos ciliares de los carnívoros, de 70 a 80 en el perro, son
estructuras delgadas en forma de digitaciones con los extremos redondeados, y revestidas por
unas fibras que fijan el cristalino, llamadas fibras zonulares o zónula ciliar (Fig.14). La
zónula ciliar, aunque reviste muy íntimamente los procesos ciliares, no se inserta en ellos
sino que lo hace más posteriormente, en el circulo ciliar.
El círculo ciliar, o pars plana, se sitúa alrededor de la corona ciliar y se extiende hasta la
zona periférica más anterior de la retina. Esta zona de la pars plana adyacente a la retina
posee unas pequeñas estrías radiales y se denomina ora serrata. En la pars plana se localizan
los orígenes de los procesos ciliares y de las fibras zonulares.

21
Fig. 13 Sección de la porción anterior del ojo. 1. Cámara anterior; 2. Cristalino; 3. Fibras zonulares. 4. Ángulo
Iridocorneal; 5. Cuerpo ciliar; 6. Esclerótica; 7. Músculos ciliares; 8. Plexo venoso escleral; 9. Córnea; 10. Iris
con los músculos esfinter y dilatador de la pupila.

Fig. 14 Visión posterior del cuerpo ciliar, zónula ciliar y cristalino. 1. Ora serrata; 2. Pliegues ciliares; 3.
Fibras zonulares anteriores; 4. Fibras zonulares posteriores; 5. Parte óptica de la retina; 6. Parte ciega de la
retina; 7. Proceso ciliares menores; 8. Procesos ciliares mayores; 9. Cristalino; 7 y 8 corona ciliar.

22
Estructura
Histológicamente se puede observar en el cuerpo ciliar un epitelio que corresponde a
la porción ciliar de la retina y un estroma. El estroma ciliar es una capa de tejido conjuntivo
muy vascularizada e inervada y con numerosos melanocitos.
En el estroma se encuentra el músculo ciliar. El músculo ciliar es un músculo liso localizado
en las porciones más externas del cuerpo ciliar (Fig. 13). El hecho de que esté menos
desarrollado en los animales domésticos que en el hombre determina la menor capacidad
acomodatoria (capacidad de enfoque) del cristalino de las especies domésticas. El músculo
ciliar presenta básicamente dos grupos de fibras musculares orientadas de distinta forma, las
fibras meridionales, de situación periférica, y las fibras circulares más internas y rostrales. El
músculo ciliar está inervado por fibras parasimpáticas y simpáticas, que controlan la
deformación del cristalino.
El estroma del cuerpo ciliar está profusamente vascularizado, en continuidad con la capa
vascular coroidea. Sin embargo hay que destacar, a nivel de los procesos ciliares, una densa
red capilar con poros endoteliales, incluida en una lámina de tejido conjuntivo laxo. Esta red
capilar es la responsable de elaborar el humor acuoso. En el cuerpo ciliar y por delante de las
fibras circulares del músculo ciliar, se encuentra el círculo arterial mayor del iris. El drenaje
venoso del cuerpo ciliar se realiza a través de las venas coroideas y vorticosas.

Coroides
La coroides es la porción posterior de la túnica vascular y envuelve enteramente al
hemisferio posterior del globo ocular exceptuando la zona correspondiente a la lámina
cribosa, donde está ausente. Rostralmente se continúa con el cuerpo ciliar (Fig. 2).

Estructura
La coroides consta de varias caras, que desde el exterior al interior son la
supracoroides, la capa vascular, el tapetum lucidum, la capa coroidocapilar y la membrana
basal (Fig. 15).
La supracoroides es la capa de transición entre la esclerótica y la coroides. Está pigmentada y
presenta fibras de colágeno que atraviesan el virtual espacio pericoroideo para unirse con la
lámina fusca de la esclerótica.
La capa vascular de la coroides contiene una densa red de vasos sanguíneos situados en un
tejido conjuntivo altamente pigmentado. La red está formada por las arterias ciliares
posteriores largas, y es drenada por las venas vorticosas.
Una red capilar dispuesta más profundamente, que constituye la capa coroidocapilar, es la
responsable de la nutrición de las capas más externas de la retina, localizada internamente a
la coroides.
En el fondo del ojo o fundus, dorsalmente, la coroides forma un área triangular de un color
variado que refleja la luz, denominada tapetum lucidum (Fig. 16).
Esta área se dispone entre la capa vascular y la capa coroidocapilar y permite el paso de
capilares entre los dos estratos. El tapetum lucidum, que se desarrolla después del
nacimiento, es rico en células, los iridocitos. Estas células se disponen en varias capas
llegando hasta 15 en la zona central pero reduciéndose en la periferia, y contienen cristales de
guanidina dispuestos en forma que cuando la luz incide sobre ellos la dividen en sus
componentes resultando en una característica iridiscencia. El tapetum lucidum vuelve los
ojos del animal brillantes cuando mira hacia la luz. Se piensa que esta estructura es una
adaptación a la visión nocturna, pues la luz reflejada aumentaría la estimulación de las células

23
fotosensibles de la retina, ayudando a la visión en lugares oscuros. En este sentido, seria más
efectivo en el gato que en el perro.
La coroides está íntimamente unida a la capa pigmentada de la retina (Fig. 15) de la que la
separa la membrana basal. La retina es apigmentada en la zona correspondiente al tapetum
lucidum para permitir el paso de la luz para su reflexión.

Fig. 15 Organización de la coroides y de la retina. 1. Capa supracoroidea; 2. Capa vascular; 3. Tejido


conjuntivo (en lugar de Tapetum lucidum); 4. Capa coroidocapilar; 5. Capa pigmentada de la retina (sin
pigmento a nivel del Tapetum lucidum); 6. Capa neuroepitelial; 7. Capa de células ganglionares de la retina; 8.
Capa de células ganglionares del nervio óptico; 8. Fibras del nervio óptico; 10. Célula glial de soporte.

Fig. 16 Visión esquemática del fondo de ojo del perro. 1. Vena retiniana; 2. Arteria retiniana; 3. Tapetum
lucidum; 4. Disco óptico; 5. Zona sin Tapetum lucidum.

24
Túnica Interna
La túnica interna o túnica nerviosa del globo ocular, la retina, contiene las células
receptoras sensibles a la luz y es el más complejo anatómica e histológicamente, de los
tejidos oculares. Es una extensión del encéfalo, al que permanece unida por medio del nervio
óptico. La retina se extiende en forma de copa desde el borde pupilar y termina donde el
nervio óptico penetra en el globo ocular atravesando la coroides (Fig. 2). Únicamente sus dos
tercios posteriores son alcanzados por la luz que penetra por la pupila, por lo que esta parte,
la parte óptica de la retina, está provista de células fotorreceptoras. El tercio restante, la parte
ciega de la retina, está formado sólo por la delgada capa pigmentada que continúa hacia el
iris. La ora serrata es el borde que se forma en la unión de las partes óptica y ciega de la
retina, debido a la brusca disminución del espesor de la retina (Fig. 2).

Estructura
Clásicamente se describen 10 capas en la estructura histológica de la retina. Nueve de
ellas constituyen su parte nerviosa, mientras que la décima la más externa y más próxima a la
coroides, es la capa pigmentada (Fig. 15). La presencia de pigmento en la retina, así como en
la coroides absorbe la luz y hace que la parte posterior del ojo sea oscura de manera que la
pupila aparece de un color negro. Las paredes negras del interior del globo ocular absorben
así la luz dispersa y reflejada previniendo que incida continuamente sobre la retina, lo que
producirla una visión borrosa. Las capas de la parte nerviosa de la retina se pueden
simplificar, desde el exterior hacia el interior: en el estrato neuroepitelial, el estrato de
células ganglionares de la retina y el estrato de células ganglionares del nervio óptico (Fig.
15).
El estrato neuroepitelial contiene las células fotorreceptoras, los conos y los bastones. Los
bastones están relacionados con la visión nocturna, los conos lo están con la visión diurna y
son capaces de discriminar entre los colores; en el perro, el 95% de los fotorreceptores son
bastones, por lo que su visión de los colores sería mínima. Las dendritas de los
fotorreceptores hacen sinapsis con las células del estrato ganglionar de la retina y éstas a su
vez con las células ganglionares del nervio óptico, cuyos axones forman las fibras de dicho
nervio. La posición de las capas de la retina indica que la luz pasa a través de todas ellas,
excepto la más externa, la capa pigmentada, antes de alcanzar y estimular a los conos y los
bastones.
Las capas pigmentada y nerviosa de la retina derivan respectivamente de las capas externa e
interna de la vesícula óptica embrionaria. Aunque el espacio entre las dos se oblitera
postnatalmente, en ocasiones se produce una delaminación, el desprendimiento de retina.
El área donde los axones se concentran para dejar el ojo, el disco óptico, se observa
fácilmente cuando se visualiza el fundus con el oftalmoscopio y en las razas grandes está
incluido en el tapetum lucidum (Fig. 16). El disco óptico mide de 1 a 2 mm de diámetro y es
una zona ciega, pues no contiene células fotorreceptoras. A unos 3 mm de él,
dorsolateralmente existe por el contrario un área de máxima resolución óptica la mácula, rica
en conos y débilmente visible con el oftalmoscopio. El eje visual es la línea imaginaria que
une la mácula, el centro del cristalino y el objeto visualizado. Esta línea no coincide con el
eje óptico, debido a que la mácula es algo dorsal al polo posterior del globo ocular.

25
Vascularización
Las arterias de la retina, ramas de las arterias ciliares posteriores cortas, son 15 ó 20 y
se extienden radialmente desde el disco óptico hacia la periferia (Fig. 16). Las venas son de
mayor calibre y en un numero generalmente de 3 se disponen en forma de Y invertida
centrada en el disco óptico (Fig. 16). Adicionalmente, existen otras siete vénulas que
penetran también a nivel del disco óptico.
La observación de la retina permite al clínico examinar los vasos del individuo: numerosas
enfermedades hemorrágicas del perro de origen auto inmune, neoplásico o metabólico,
causan hemorragias retinianas.

Alteraciones Congénitas
Entre las alteraciones congénitas de la retina destacan la atrofia retiniana progresiva
generalizada, la atrofia retiniana progresiva central y la anomalía del ojo del collie.

Angulo iridocorneal
El ángulo iridocorneal o ángulo de filtración es un término utilizado para incluir todas
aquellas estructuras asociadas con la base del iris, la porción rostral del cuerpo ciliar, la
porción periférica interna de la córnea y la interna de la esclerótica (Fig. 13).
El ángulo iridocorneal se encuentra en la periferia de la cámara anterior del globo ocular, y
abarca los 360º de la región situada por debajo del limbo corneal. Esta zona de la cámara
anterior desempeña un importante papel relacionado con la presión intraocular (PIO). El
humor acuoso, responsable de mantener esta presión estable, tras ser elaborado por los proce-
sos ciliares del cuerpo ciliar y pasar a la cámara anterior a través de la apertura pupilar, es
reabsorbido a nivel del ángulo iridocorneal. La ruptura del equilibrio entre la elaboración y la
reabsorción provoca un acumulo del humor acuoso que conduce al aumento de PIO, el
glaucoma.
El ángulo irido-corneal consta de las siguientes estructuras: el ligamento pectinado, la red
trabecular, el plexo venoso escleral y el plexo nervioso.

Ligamento pectinado
Al observar mediante gonioscopía el ángulo iridocorneal, la estructura visible más
destacable es el ligamento pectinado. El ligamento pectinado está constituido por una serie de
fibras pigmentadas, finas y largas, llamadas fibras pectinadas, que unen la base del iris a la
porción interna y periférica de la córnea. Los espacios existentes entre las distintas fibras, por
donde drena el humor acuoso, se denominan espacios de Fontana.
Histológicamente, podemos diferenciar dos tipos de fibras pectinadas ordenadas en dos
hileras, la principal, formada por las fibras pectinadas primarias y la hilera accesoria, formada
por las fibras pectinadas accesorias, más delgadas y situadas más posteriormente.
Estructuralmente, cada fibra pectinada está constituida por una porción central, el “core”,
formado básicamente por fibras de colágeno, una capa externa de células mesoteliales (el
endotelio de la cámara anterior) y una capa intermedia de fibras elásticas y melanocitos.

Red trabecular
Posteriormente a la hilera accesoria de fibras pectinadas, se puede observar una red
mucho más compleja denominada red trabecular. En la red trabecular se pueden considerar
dos porciones, una porción uveal y una porción córneoescleral (Fig. 17).
La poción uveal se extiende desde el cuerpo ciliar hasta la región del limbo corneal donde sus
ramificaciones de fijación se entrelazan con las del ligamento pectinado. Es una lámina fina

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perforada por numerosos orificios anchos y orientados radialmente y cuyas trabéculas son
utilizadas por fibras nerviosas mielinizadas y no mielinizadas, para llegar al iris y al cuerpo
ciliar. La estructura histológica de la porción uveal es similar a la descrita anteriormente para
el ligamento pectinado.
La porción córneoescleral o ligamento cribiforme es una delgada lámina perforada por
numerosos orificios microscópicos que se extiende sobre la cara interna del limbo corneal.
Esta porción forma un tamiz de tejido conjuntivo por donde el humor acuoso es sometido a
más resistencia en su trayecto de drenaje desde la cámara anterior hasta el plexo venoso
escleral.

Plexo venoso escleral


El plexo venoso escleral (Fig. 17), alojado en el espesor de la esclerótica e
inmediatamente por detrás del limbo corneal, es una red vascular constituida por dos a cuatro
venas paralelas relacionadas por gran cantidad de anastomosis.
El humor acuoso, después de cruzar la porción córneoescleral de la red trabecular, llega al
plexo venoso escleral a través de las venas trabeculares. Finalmente, el plexo vierte su
contenido en las venas vorticosas y en las venas ciliares anteriores.
Además, el humor acuoso puede drenar hacia la circulación general mediante pequeños
canalículos (vía responsable del 5% del volumen drenado en el perro y del 40% en el gato) o
bien, filtrándose entre la esclerótica y el músculo ciliar hasta el espacio pericoroideo.

Fig. 17 Ángulo Iridocorneal y estructuras relacionadas. 1. Córnea; 2. Endotelio; 3. Ligamento pectinado;4.


Iris;5. Cristalino; 6. Proceso ciliar; 7. Cuarpo ciliar; 8. Plexo venoso escleral; 9. Porción corneoescleral de la red
trabecular; 10. Espacio de Fontana; 11. Limbo; 12 Porción uveal de la red trabecular.

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Plexo nervioso
Gran cantidad de fibras nerviosas mielinizadas y no mielinizadas se distribuyen por
las estructuras del ángulo iridocorneal. Los nervios ciliares cortos y largos cruzan la
esclerótica para formar a nivel del limbo el plexo pericorneal. De este plexo surgen fibras
sensitivas para la región del limbo corneal y córnea, así como fibras vegetativas destinadas al
plexo venoso escleral.

Humor acuoso
El humor acuoso es un fluido transparente que rellena el segmento anterior del ojo. Su
índice de refracción es de 1.335 y su densidad es ligeramente superior a la del agua.
El humor acuoso desempeña dos importantes funciones: proporciona nutrientes y oxígeno a
la córnea y al cristalino, siendo a la vez, el medio a través del cual estas estructuras eliminan
del espacio intraocular los productos catabólicos: mantiene la presión intraocular, lo que
permite una perfecta disposición espacial de los distintos componentes oculares a la vez que
proporciona firmeza y esfericidad al globo ocular.
El humor acuoso se produce a nivel de los procesos ciliares a través de un doble mecanismo.
Por una parte, mediante un mecanismo pasivo de ultrafiltración, difusión y diálisis a partir de
la densa red capilar fenestrada de los procesos filiares, y por otra parte por mecanismos de
síntesis activa a partir de las células epiteliales del cuerpo ciliar, en la que interviene la
enzima anhidrasa carbónica (de ahí el interés de la utilización de productos inhibidores de la
anhidrasa carbónica para disminuir la producción de humor acuoso). Estas estructuras
constituyen la barrera hemoacuosa, la cual permite el paso únicamente de sustancias de bajo
peso molecular.
El ritmo de formación de humor acuoso debe ser el mismo que el de su eliminación para
mantener una presión intraocular estable: si se rompe este equilibrio, se desencadena el
glaucoma.
A partir del cuerpo ciliar, el humor acuoso se dirige desde la cámara posterior hacia la
anterior a través del orificio pupilar mediante convección térmica puesto que la córnea, al
estar en contacto con el medio externo, posee una temperatura inferior. Finalmente el humor
acuoso es drenado hacia la circulación general a través del ángulo iridocorneal (Fig. 18).
El humor acuoso posee unos niveles de proteínas muy inferiores a los del plasma sanguíneo,
asemejándose en cuanto a su composición al líquido cerebroespinal. Por otra parte,
modificaciones en la composición sanguínea pueden reflejarse también en la composición del
humor acuoso, como en el caso de la hiperglucemia por diabetes mellitas, en el que se
aprecian niveles más elevados de azucares en el humor acuoso.
La composición del humor acuoso es variada. Algunas sustancias como proteínas.
Inmunoglobulinas, enzimas y lípidos, se encuentran en mucha menor concentración que en el
plasma debido a la barrera hemoacuosa. Cuando ésta barrera está alterada por un proceso
inflamatorio, se produce la libre entrada de proteínas como el fibrinógeno. Los niveles de
azúcares en el humor acuoso representan el 80% de los niveles plasmáticos y se requieren
para el metabolismo tanto de la córnea como del cristalino. Algunos iones, como el sodio,
aparecen en gran cantidad.

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Fig. 18 Flujo (flecha) del humor acuoso. 1. Cámara anterior; 2. Cristalino; 3. Cámara posterior; 4. Cuerpo
Ciliar; 5.Esclerótica; 6. Plexo veneoso escleral; 7. Ligamento pectinado; Córnea.

Cristalino

El cristalino es una lente biconvexa transparente y blanda, situada entre el iris y el


cuerpo vítreo, y fijada periféricamente al cuerpo ciliar a través de las fibras zonulares (Fig.
13). No está inervado y tras el nacimiento carece de vascularización. Por otra parte, es la
estructura del organismo que posee mayores cantidades de proteínas, glutatión y anhidrasa
carbónica.
El cristalino forma parte del conjunto de estructuras responsables del poder de refracción del
ojo, es decir, de las estructuras que son cruzadas por la luz antes de estimular a los
fotorreceptores retinianos (córnea, humor acuoso, cristalino, cuerpo vítreo y retina óptica).
Aunque el cristalino es el segundo medio más importante de refracción (14 Dioptrías) tras la
córnea (43 Dioptrías), su importancia radica en la posibilidad de poder modificar su poder de
refracción gracias a la acción del músculo ciliar, posibilitando el enfoque de los rayos de luz
sobre la retina permitiendo la obtención de una imagen nítida.
El cristalino posee dos caras, la cara anterior y la cara posterior, separadas por el ecuador. La
cara posterior es más convexa que la anterior y se sitúa en una fosa del cuerpo vítreo llamada
fosa hialoidea o patelar. Los puntos de intersección entre el eje óptico y la cara anterior y
posterior se denominan respectivamente polos anterior y posterior del cristalino.

Estructura
Estructuralmente, el cristalino presenta una cápsula, un epitelio lenticular y unas
fibras lenticulares (Fig. 19).

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Fig. 19 Estructura del cristalino en un perro adulto. 1. Cápsula; 2. Córtex lenticular; 3. Núcleo adulto; 5.
Núcleo embrionario; 6. Fibra, 7. Epitelio.

Cápsula
La cápsula cristaliniana que envuelve completamente al cristalino, no es más que la
lámina basal del epitelio del cristalino aunque enormemente desarrollada. La cápsula está
constituida principalmente por láminas de proteínas y mucopolisacáridos que le proporcionan
gran elasticidad. El grosor de la cápsula varía según la región del cristalino. La zona más
gruesa se localiza cerca del ecuador y la más delgada a nivel de los polos posterior y anterior.
La cápsula posterior, unas 15 veces más delgada que la anterior, está relacionada con el
cuerpo vítreo a nivel de la fosa hialoidea y del ligamento hialoidocapsular.
La cápsula del cristalino desempeña un importante papel en la acomodación visual, ya que en
ella se fijan las fibras de la zónula ciliar.

Epitelio Lenticular
En el adulto, el epitelio del cristalino se localiza únicamente bajo la cápsula anterior
(Fig. 19). El epitelio posterior únicamente existe en fase embrionaria y va desapareciendo
progresivamente después de haber elaborado las fibras embrionarias primarias.
El epitelio rostral está constituido por una capa de células cúbicas, con tendencia a aplanarse
al aproximarse al polo anterior, de gran capacidad mitótica, sobretodo en la región ecuatorial.
De estas células derivan las fibras lenticulares.

Fibras lenticulares
A nivel del ecuador del cristalino, las células del epitelio se alargan anterior y
posteriormente para formar las fibras lenticulares o fibras cristalinianas secundarias.
En las fibras más superficiales puede observarse el núcleo a nivel ecuatorial. El conjunto de
estos núcleos forma un arco dirigido caudo-cranealmente denominado arco lenticular (Fig.
19).

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Tanto en la cara anterior como en la posterior, los extremos de las fibras se unen
ordenadamente con los extremos de fibras del lado contrario, formando las suturas. Las
suturas, por tanto, no son más que las líneas de unión de fibras opuestas en un determinado
punto del cristalino. Aproximadamente las suturas tienen forma de Y en la cara anterior y de
Y invertida en la cara posterior (Fig. 20).
Las fibras lenticulares se van formando durante casi toda la vida del animal. Así pues, las
libras recién formadas, fibras cristalinianas secundarias, van desplazando a otras fibras
secundarias más antiguas y éstas a su vez desplazan a las fibras primarias elaboradas por el
epitelio posterior embrionario, formando globalmente una estructura laminar concéntrica
cronológicamente ordenada. Gracias a esta característica, se ha establecido una clasificación
del cristalino por distintas zonas según su etapa de formación. En el centro del cristalino se
ubica la porción más antigua llamada núcleo embrionario. Más externamente, y por este
orden, se encuentran el núcleo fetal, el núcleo adulto y finalmente el córtex lenticular (Fig.
19)
En una sección sagital, las fibras lenticulares presentan una forma hexagonal formando una
estructura muy compacta. Los mecanismos por los cuales las fibras lenticulares se unen tan
íntimamente entre si son: la morfología hexagonal, que les permite una perfecta
estructuración tridimensional muy compacta: una superficie celular recubierta de
circunvoluciones muy semejante a la que presenta el córtex cerebral: unas uniones tipo
interdigitación: unas uniones celulares clásicas tipo desmosoma: y por último se ha descrito
la existencia de un cemento intercelular.
El gradual endurecimiento de las fibras lenticulares nucleares, debido a la compresión de las
fibras neoformadas y a la deshidratación, es un proceso característico del envejecimiento del
animal y se denomina esclerosis nuclear, mostrando un núcleo denso y menos transparente.
Otros procesos responsables de la desorientación o desorganización de las fibras lenticulares
como la vacuolización, precipitación de proteínas cristalinianas, etc. producen una pérdida de
transparencia denominada cataratas.

Malformaciones congénitas
El cristalino puede sufrir malformaciones congénitas, entre las que destacan: la
persistencia de la arteria que involuciona parcialmente, observándose un punto en la cápsula
posterior del cristalino unido a un filamento suspendido en el cuerpo vítreo; la afaquia, o la
falta de cristalino; la microfaquia consistente en un cristalino muy pequeño y esférico en el
interior de un ojo de tamaño normal; el lenticonus posterior o protrusión globular localizada
en la capsula posterior del cristalino: la catarata congénita y la persistencia de la membrana
pupilar (Fig. 12) en la que permanecen fibras adherentes entre el iris y el cristalino.

Zónula ciliar
La zónula ciliar o ligamento zonular es una estructura compuesta por gran cantidad de
fibras, las fibras zonulares, que insertándose en el circulo ciliar del cuerpo ciliar y revistiendo
los procesos filiares, fijan al cristalino a nivel de su ecuador.
Según su localización, se distinguen dos tipos de fibras zonulares. Las fibras zonulares
anteriores, más numerosas y de mayor grosor se originan en la cápsula anterior del cristalino
se insertan en la porción más posterior del circulo ciliar. Las fibras zonulares posteriores, se
originan en la cápsula posterior del cristalino y se cruzan con las anteriores, insertándose en
la zona más anterior del círculo ciliar o incluso en los pliegues ciliares (Fig. 14).
Por otra parte, existen unas pequeñas fibras que procedentes del epitelio ciliar se fijan en las
fibras zonulares principales, fortaleciendo su inserción. Otras fibras, también de pequeño
tamaño, unen fibras zonulares entre sí.

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Estructuralmente, las fibras zonulares están constituidas por microfibrillas de colágeno que se
originan en la lámina basal del epitelio ciliar no pigmentado, sin llegar a penetrar en la lámina
basal.
El mecanismo de acomodación visual se produce gracias a la capacidad del cristalino de
variar su poder de refracción modificando su diámetro antero-posterior. Cuanto más esférico
esté el cristalino, más corta será la distancia focal, lo que permitirá que objetos próximos
queden enfocados sobre la retina.
Cuando los músculos ciliares se contraen bajo el estímulo nervioso parasimpático (nervios
ciliares cortos) disminuye la tensión de la zónula, lo que produce un aumento de la
esfericidad del cristalino debido a la tensión inherente de la cápsula no contrarrestada por la
tensión zonular.

Cámara vítrea
Después de pasar a través del cristalino, los rayos de luz entran en la cámara vítrea,
ocupada por el cuerpo vítreo. El cuerpo vítreo es una estructura formada principalmente por
un componente líquido, el humor vítreo con un 98% de agua y mucopolisacáridos. Su índice
de refracción tiene un valor aproximado de 1.335. La estructura del cuerpo vítreo está
reforzada por fibras de vitreína, similares a las fibras de colágeno que le dan su aspecto
gelatinoso y que se condensan superficialmente formando la membrana hialoidea. El cuerpo
vítreo representa aproximadamente el volumen del globo ocular, y ocupa el espacio entre el
cristalino y la retina empujando a ésta contra la coroides. Contrariamente a lo que ocurre con
el humor acuoso, el humor vítreo no se reemplaza, manteniendo su volumen constante.
El canal hialoideo atraviesa el cuerpo vítreo desde el disco óptico hasta el centro de la fosa
hialoidea donde se localiza el cristalino. El canal hialoideo tiene una forma fusiforme y es un
resto del cuerpo vítreo embrionario comprimido por la formación desde la retina del cuerpo
vítreo definitivo. En el embrión, la arteria hialoidea discurre a través del canal hialoideo para
vascularizar el cristalino, si bien regresa tras el nacimiento.
Entre las anomalías más frecuentes del cuerpo vítreo se encuentra la retención de cantidades
variadas de humor vítreo embrionario, interfiriendo con la visión, o la persistencia de la
arteria hialoidea, que puede provocar una catarata posterior.
Los vasos retinianos son una fuente potencial de hemorragia, acumulándose la sangre entre la
membrana hialoidea y las estructuras adyacentes, y pudiendo ocasionar un desprendimiento
de retina.

Vascularización del ojo


El ojo está vascularizado fundamentalmente por una rama que emite la arteria maxilar
ventral a la órbita y rostral al canal alar, la arteria oftálmica externa (Fig. 21). La arteria
oftálmica interna contribuye adicionalmente a la irrigación ocular, especialmente en el perro;
este vaso atraviesa el agujero óptico desde la cavidad craneal y se anastomosa con alguna de
las ramas de la arteria oftálmica externa. Las divisiones de la arteria oftálmica externa se
distribuyen por el globo ocular, los músculos oculares y otras estructuras situadas
externamente a la órbita y relacionadas o no con el ojo.
Las ramas de la arteria oftálmica externa que vascularizan el globo ocular atraviesan la
esclerótica y alcanzan la túnica vascular y la retina. Entre ellas destacan:

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 Arterias ciliares posteriores cortas: penetran cerca del nervio óptico e irrigan la zona
próxima de la coroides. Algunas de ellas formarán las arterias retinianas.
 Arterias ciliares posteriores largas: atraviesan la esclerótica a nivel del ecuador del
globo ocular para irrigar la tunica vascular.
 Arterias ciliares anteriores: atraviesan la esclerótica en la zona próxima al limbo y
vascularizan la porción anterior de la coroides, el cuerpo ciliar y el iris. Son los vasos
que forman el círculo arterial mayor del iris y también los responsables de la nutrición
por difusión de la córnea. Algunas de sus ramas alcanzan la conjuntiva.

El drenaje venoso se efectúa por medio de las venas vorticosas, que atraviesan la
esclerótica a nivel del ecuador del globo. Las venas retinianas confluyen en venas satélites de
las arterias ciliares posteriores cortas.
Los músculos oculares están vascularizados por ramas vasculares procedentes también de la
arteria oftálmica externa. Estas ramas alcanzan los músculos proximalmente, la ausencia de
ramas vasculares grandes distalmente reduce la hemorragia cuando se cortan los músculos en
la enucleación.
Las principales ramas de la arteria oftálmica externa que abandonan la órbita para
vascularizar estructuras situadas externamente a ella son la arteria lagrimal y la arteria
etmoidal externa. La arteria lagrimal discurre inicialmente sobre la pared lateral del cono
orbital y. tras irrigar la glándula lagrimal, cruza el margen orbitario dorsolateralmente para
ramificarse en las zonas próximas de los parpados y la conjuntiva. La arteria etmoidal externa
abandona la órbita atravesando el agujero etmoidal y vasculariza la parte posterior de la
cavidad nasal.
Los párpados están además vascularizados por otras ramas de la arteria maxilar, como la
arteria malar y la temporal superficial. La arteria malar discurre sobre el suelo de la órbita y
emite las arterias palpebrales mediales para los párpados superior e inferior. La arteria
temporal superficial emite las arterias palpebrales laterales también para ambos parpados.

Inervación del ojo


La inervación del ojo y sus anexos depende de varios nervios craneales. La mayoría
de ellos llegan al globo ocular atravesando el vértice de la órbita, aunque alguno alcanza
directamente las estructuras accesorias.
El nervio óptico, el II par craneal, se forma con los axones de las células ganglionares de la
retina y sale de la órbita a través del agujero óptico.
Los nervios oculomotor (III par craneal), troclear (IV) y abducens (VI) penetran en la órbita
atravesando la fisura orbitaria para llegar a los músculos oculares. La inervación de los
músculos esqueléticos del ojo se completa con una rama del nervio facial (VII par craneal) y
el nervio aurículopalpebral (rama del VII), que inerva al músculo orbicular.

Inervación sensorial
La sensibilidad de las estructuras oculares es captada por dos importantes ramas del
nervio trigémino (V par craneal), el nervio oftálmico y el nervio maxilar. El nervio oftálmico
llega a la órbita atravesando la fisura orbitaria e inmediatamente se divide en tres ramas, los
nervios frontal, lagrimal y nasociliar.
El nervio frontal recoge la sensibilidad de la zona medial del párpado superior.
El nervio lagrimal se distribuye por los parpados y la conjuntiva a nivel del ángulo medial del
ojo.

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El nervio nasociliar, el más grueso de las tres ramas, se divide a su vez en los nervios ciliares
largos, el nervio infratroclear y el nervio etmoidal. Los nervios ciliares largos se ramifican en
la coroides, el cuerpo ciliar, el iris, la córnea y la conjuntiva bulbar. El nervio infratroclear se
distribuye en la zona próxima a la comisura medial de los párpados. El nervio etmoidal se
dirige a inervar la porción caudal de la cavidad nasal atravesando el orificio etmoidal desde el
vértice de la órbita.
La otra rama del V par craneal, el nervio maxilar, emite también una importante rama para la
inervación ocular, el nervio cigomático. Este entra en la órbita a través del agujero alar rostral
y se divide en los nervios cigomaticofacial y cigomaticotemporal. El nervio cigomaticofacial
inerva la piel y la conjuntiva del parpado inferior, junto a la comisura lateral. El nervio
cigomaticotemporal se distribuye por la piel y la conjuntiva del parpado superior.
Los nervios sensoriales de la órbita proporcionan la ruta aferente de los reflejos palpebral y
corneal que provocan el parpadeo por la acción del músculo orbicular cuando se tocan los
párpados o la córnea.

Inervación vegetativa
La musculatura lisa del ojo y las estructuras glandulares están inervadas por el sistema
nervioso autónomo.
Las fibras nerviosas simpáticas post ganglionares parten del ganglio cervical craneal llegan a
la órbita junto con el nervio oftálmico y. a través de los nervios ciliares largos inervan al
músculo orbital y al músculo dilatador de la pupila. El tono del músculo orbital mantiene el
globo ocular protruido el tercer parpado retraído y la fisura palpebral abierta. La dilatación de
la pupila (midriasis) tiene lugar en estados de miedo o excitación. Por otra parte otras fibras
simpáticas postganglionares inervan la glándula lagrimal a través del nervio lagrimal. La
pérdida de la inervación simpática por un daño de las regiones torácica o cervical ocasiona el
hundimiento del globo ocular (enoftalmos) la protrusión del tercer párpado, la contracción de
la pupila (miosis) y una disminución de la secreción lagrimal; el conjunto de estos síntomas
forma el síndrome de Horner.
Las fibras parasimpáticas presinápticas llegan a la órbita incluidas en el nervio oculomotor.
Las fibras postinápticas parten del ganglio ciliar y. formando los nervios ciliares cortos
inervan al músculo ciliar y al músculo esfínter de la pupila. Su acción controla la
acomodación del cristalino y la contracción pupilar en respuesta a la luz. Otras fibras
parasimpáticas presinápticas llegan a las proximidades de la órbita incluidas en el nervio
facial. Dichas fibras tras hacer sinapsis en el ganglio pterigopalatino llegan a la glándula
lagrimal por medio del nervio cigomáticotemporal.
Debido a la decusación de las vías aferentes, ambas pupilas se contraen cuando la luz incide
sólo sobre un ojo. En el perro la decusación alcanza sólo al 75% de las fibras y la contracción
de la pupila del ojo contralateral (reflejo pupilar consensuado) no es tan completa como la del
ojo estimulado (reflejo pupilar directo).

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Fig. 20 Relación entre las fibras lenticulares y las suturas anterior y posterior. 1. Fibra; 2. Sutura anterior; 3.
Sutura posterior:
.

Fig. 21 Vascularización del ojo.


1. Arteria oftálmica externa; 2.
Arteria maxilar; 3. Arteria
oftálmica externa; 4. Arteria malar;
5. Arteria lagrimal; 6. Arterias
ciliares posteriores cortas; 7.
Arterias retinianas; 8 Arterias
ciliares posteriores largas; 9.
Arterias ciliares anteriores; 10.
Circulo arterial mayor del iris; 11.
Ramas musculares; 12. Arteria
etmoidal externa; 13. Venas
vorticosas; 14. Ramas palpebrales
de las arterias malar, lagrimal y
temporal superficial; 15. Nervio
óptico.

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