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La ecología política de la privatización de YPF: el debate parlamentario de 1992

Ignacio Mariano Sabbatella

Instituto Gino Germani (Universidad de Buenos Aires)

ignaciosabbatella@yahoo.com.ar

(54-11) 4218-5074

Uruguay 765 – Avellaneda - Provincia de Buenos Aires - CP 1870

Resumen

Es conocido que el advenimiento del régimen de acumulación neoliberal se tradujo


en Argentina en un programa que incluyó la reforma del Estado, la apertura
económica, la desregulación de los mercados y la privatización de las empresas
públicas. Abundan las investigaciones sobre la aplicación de la economía política del
neoliberalismo, así como sus efectos sociales y laborales. Una dimensión que ha
sido estudiada en menor medida es la ecología política de aquel programa: la
trasformación de los recursos naturales considerados hasta entonces “estratégicos”
en “commodities” o “mercancías exportables”. Nuestra investigación se centra en el
caso del petróleo.
Tras la desregulación del sector petrolero en los primeros meses de gobierno, en
1992 el menemismo llevó adelante la aprobación de la ley 24.145 de Federalización
de los hidrocarburos y privatización de Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF). En
el debate parlamentario no sólo se expusieron las magras condiciones financieras de
la empresa estatal, sino que los legisladores oficialistas también procuraron
implantar la nueva caracterización del petróleo como un “bien mercantil exportable”.
Asimismo, establecieron su relación con los cambios en la forma estatal bajo el
nuevo régimen de acumulación. Por otra parte, legisladores de la oposición
defendieron la valoración estratégica de las fuentes de energía fósiles.
En este trabajo serán expuestos una parte de los resultados alcanzados en la tesis
de maestría. En el marco del análisis de la mercantilización de los hidrocarburos
como objetivo general, aquí será trabajado como objetivo específico la indagación
por las concepciones vertidas durante la sanción de la privatización de YPF en
cuanto al petróleo, la forma del Estado y el régimen de acumulación del capital. A tal
fin, asumiremos como marco teórico el Marxismo Ecológico y la Ecología Política, y
utilizaremos una metodología cualitativa de análisis de contenido.

Código del eje Temático: 3 (Energía, Transporte e Industrias)


Eje temático: Recursos agotables - Petróleo

1
1) Introducción

El presente artículo es apenas un extracto de una investigación más amplia que se


condensó en mi tesis de maestría: “La Ecología Política de la privatización de YPF:
mercantilización de los hidrocarburos y valoraciones alternativas”, presentada a
mediados de junio de 2011. Por esa razón, es necesario clarificar el marco teórico y
metodológico utilizado, el objetivo general y los objetivos específicos en pocas
líneas.
El tema de estudio se refiere a la reforma estructural del sector de hidrocarburos en
Argentina operada desde fines de la década del ochenta del siglo pasado. Al cabo
de pocos años, el sector fue totalmente desregulado y la empresa estatal
Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF) fue privatizada en sucesivas etapas.
El marco teórico se encuadra en la Ecología Política1, cuyo propósito es estudiar la
relación entre la sociedad y la naturaleza: tanto la forma en la cual el hombre se
apropia y utiliza su entorno natural, como las representaciones e ideologías que
prevalecen en dicho vínculo. Esa relación se establece en el marco de determinadas
relaciones sociales de producción y reproducción. Bajo la formación social capitalista
el intercambio con el mundo natural se funda preponderantemente en la apropiación
privada y en la mercantilización del mismo. Por esa razón, consideramos necesario
partir desde las categorías del Marxismo Ecológico, teoría que añade una segunda
contradicción del capitalismo: no sólo la relación contradictoria entre capital-trabajo
sobre la cual se centró el marxismo tradicional, sino también la relación capital-
naturaleza2.
Desde una perspectiva ecológico-política analizamos el modo en que se produjo la
transición de la concepción del petróleo y gas como “recursos estratégicos” hacia su
consideración como simples mercancías exportables o commodities. La primera
acepción formaba parte del acervo de la ideología del nacionalismo petrolero, cuyos
orígenes se remontaban al descubrimiento del primer yacimiento de Comodoro
Rivadavia en 1907 y a la creación de YPF en 1922. El predominio de aquella
ideología se correspondía con un determinado régimen de acumulación capitalista a
escala nacional, denominado industrialización por sustitución de importaciones, y
una forma de Estado interventor, que controlaba la actividad a través de YPF3.
A partir de la dictadura cívico-militar de 1976, ese régimen fue desmontado a favor
de un patrón de valorización financiera y primarización de la economía, marcando el
inicio de la hegemonía neoliberal a nivel nacional como parte de un proceso mundial

1
Tomamos como referentes de esta corriente a Alimonda (2009), Leff (2003 y 2004) y a Martínez
Alier (2005 y 2009). Además, sumamos los aportes de Galafassi (1998, 2006 y 2009)).
2
Véase entre otros: O´Connor (2001), Altvater (2003), Sabbatella (2010) y Sabbatella y Tagliavini
(2010).
3
El régimen o patrón de acumulación de capital “alude a la articulación de un determinado
funcionamiento de las variables económicas, vinculado a una definida estructura económica, [una]
peculiar forma de Estado y las luchas entre los bloques sociales existentes” (Basualdo, 2007: 6). El
Estado, entendido como forma de relaciones sociales capitalistas (Holloway, 1992), se articula en sus
diferentes modalidades históricas con cada régimen de acumulación. La noción forma de Estado se
diferencia de aparato de Estado, como el conjunto de instituciones en las que descansa, y “remite a
las configuraciones particulares que asume el Estado capitalista a través de sus metamorfosis
históricas” (Bonnet, 2008: 20). Existe una correspondencia, aunque no automática, entre forma de
acumulación y forma de Estado, que en todo caso está sujeta a las relaciones de fuerza que se
cristalizan en cada momento histórico.
En nuestra investigación, el establecimiento a nivel histórico de un régimen de acumulación y su
forma estatal correspondiente supone también la difusión de una ideología o representación
hegemónica sobre la apropiación social de la naturaleza.

2
liderado por EEUU y el capital financiero. La doctrina del neoliberalismo se había
constituido en la salida de la crisis de sobreacumulación de mediados de los setenta
a través de un conjunto de mecanismos de “acumulación por desposesión” (Harvey,
2007). En Argentina no se consolidó en toda su dimensión hasta 1989, cuando
asumió la presidencia Carlos Menem y se viabilizó la conformación de un bloque
social de poder integrado por acreedores externos y grupos económicos locales,
liderados por la fracción financiera del capital.
En lo que atañe al sector en estudio, la consolidación del régimen neoliberal significó
el desplazamiento definitivo del nacionalismo petrolero. Desde el Estado se operó el
pasaje discursivo hacia la mercantilización del petróleo y gas: fueron despojados de
todo sesgo estratégico en función de la libre apropiación y comercialización en
manos del capital petrolero.
Por tanto, el objetivo general de la investigación era comprender de qué manera se
había realizado la transformación de la concepción predominante de los
hidrocarburos durante la desregulación y privatización de la actividad petrolera en el
período 1989-2001. En términos específicos, fueron indagadas tanto las
representaciones de los principales actores políticos y privados, así como la relación
establecida entre el Estado y el capital. A su vez, fueron identificadas y analizadas
las valoraciones alternativas de actores opositores con el fin de evaluar el grado de
conflictividad en el proceso de imposición de la representación mercantil.
En sus primeros seis meses de gobierno, Menem dictó tres decretos que
desregularon el mercado de hidrocarburos: 1055/89, 1212/89, 1589/894. Al mismo
tiempo, dieron inicio a la nueva concepción de los hidrocarburos como “recursos
económicos” y del petróleo, específicamente, como “un bien comerciable
internacionalmente”5. Ya no tenía vigencia su consideración estratégica sino su
valoración económica presente, como piedras basales de la Revolución Productiva6.
Esta valoración requería “una nueva cultura empresaria, nuevos valores, nuevas
pautas de conducta”: un rápido aumento de la producción, eficiencia, generación de
saldos exportables, generación de divisas, participación activa del capital privado e
internacional, precios libres en toda la cadena productiva y de comercialización,
acumulación de capital y tecnología, inserción en los flujos de la economía
internacional y reglas de juego estables.
Un año más tarde, comenzó el proceso de transformación de la empresa estatal.
Aquí presentamos los debates que tuvieron lugar en la Cámara de Senadores y en
la Cámara de Diputados de la Nación durante 1992 en relación a la sanción del
proyecto de ley de “Federalización de los hidrocarburos y privatización de YPF”
enviado por el Poder Ejecutivo. Realizamos un relevamiento de archivo periodístico

4
A través de ellos se abrieron la privatización de áreas secundarias y de recuperación asistida, la
libre disponibilidad de los hidrocarburos extraídos; la eliminación de las cuotas de crudo; la
reconversión de los contratos en concesiones o asociaciones; la libre importación y una mayor
flexibilidad de las exportaciones; hasta el 70% de libre disponibilidad de las divisas obtenidas por
exportaciones; libertad de precios del petróleo y derivados; libre instalación de refinerías y bocas de
expendio.
5
Una afirmación extrema de este argumento la pronunció el Secretario Julio César Aráoz cuando se
negaba a emplear el mecanismo de capitalización de deuda externa en la privatización: “el petróleo
es cash en todo el mundo” (Clarín, 20 de septiembre de 1989). En un tono similar se expresaba el
Ministro de Obras y Servicios Públicos, Roberto Dromi: “Aquellos que vengan a invertir tendrán que
traer dólares porque el petróleo es una moneda de cambio corriente” (Clarín, 5 de octubre de 1989).
6
“Revolución productiva” y “salariazo” fueron dos de las promesas electorales de Menem. Aunque su
definición era difusa se enlazaba con la identidad histórica del peronismo, vinculada a la producción,
el mercado interno y beneficios para los trabajadores.

3
y de documentos oficiales para luego aplicar un análisis de contenido cualitativo7 con
el fin de observar las concepciones predominantes de los senadores y diputados
nacionales en relación a los hidrocarburos, al rol del Estado y del sector privado, y la
función de YPF.

2) El debate parlamentario de 1992

2.1) La transformación y privatización de YPF

Según el relevamiento que hecho en diarios de circulación nacional, autoridades


nacionales y empresarios coincidían en que el estado de YPF hacia fines de los 80 y
principios de los 90 era más que crítico. Algunos de los adjetivos utilizados para
describir ese estado eran “calamitoso” y “quebranto” y aseguraban que la empresa
se encontraba “desinvertida”, con “superabundancia de personal” y “plagada de
corrupción”. Para Octavio Frigerio, quien condujo YPF hasta enero de 1990, dicha
situación se debía a “la política de años de endeudamiento irresponsable, falta de
inversiones y precios políticos para los combustibles, que impidieron su
capitalización” (Clarín, 25 de junio de 1989)8. En este marco, se hablaba la
necesidad de un “redimensionamiento” de la empresa y no era una sentencia
exclusiva del menemismo, también era ampliamente compartida por el radicalismo y
por dirigentes sindicales.
El 31 de diciembre de 1990 se estableció a través del decreto 2.778 el Plan de
Transformación Global de YPF. La empresa fue convertida en YPF Sociedad
Anónima de capital abierto, es decir que a partir de ese momento se regía por el
derecho privado9, pudiendo participar tanto el sector estatal como el privado
mediante la colocación de sus acciones en las bolsas de valores. Continuaría siendo
una empresa estatal en la medida que el Estado mantuviese la mayoría de las
acciones de su capital. Entre sus considerandos, se justifica tal medida en la

Regularización de la grave situación económica y financiera de la empresa con el objeto de


alcanzar una gestión eficiente y transformarla en una empresa competitiva dentro de un
mercado desregulado y desmonopolizado.

A tal fin, el decreto dictaba el desprendimiento de todos aquellos activos que no


fuesen “empresarialmente estratégicos y económicamente viables”. El Plan
contemplaba la asociación en distintas áreas de exploración y explotación del país;
la venta de refinerías, ductos, vehículos y equipamiento; cierre de plantas y
racionalización de personal.
Con la entrada en vigencia del Régimen de Convertibilidad por el cual, entre otras
determinaciones, el Gobierno asumía compromisos de ajuste ante el Fondo
Monetario Internacional (FMI), la urgencia fiscal del Estado se tornó un motivo
7
“Es una técnica de interpretación de textos, ya sean escritos, grabados, pintados, filmados (…) se
basa en la lectura (textual o visual) como instrumento de recogida de información, lectura que a
diferencia de la lectura común debe realizarse siguiendo el método científico, es decir, debe ser,
sistemática, objetiva, replicable, y válida”, según la definición que aporta Andreu Abela (2001: 2).
8
Las razones que llevaron a YPF a una compleja situación financiera y organizativa son de índole
histórica que no podrán ser analizadas aquí.
9
Fueron eliminadas las restricciones burocráticas dado que a la empresa no se le aplican las leyes de
obras públicas, de contabilidad, de procedimientos administrativos y sus normas complementarias y
reglamentarias, ni legislación y normativa administrativa alguna aplicable a las empresas en que el
Estado tenga participación.

4
poderoso para vender los activos de YPF y sancionar una ley de privatización. Hacia
el año 1992 la premura era de estado público. La situación quedó expuesta por el
Ministro de Economía, Domingo Cavallo: “si no se aprueba antes de octubre no se
podrá cumplir con la meta del superávit primario de 1.536 millones de dólares
comprometido con el FMI” (Clarín, 19 de septiembre de 1992).
YPF había sido objeto de numerosos ataques y críticas, incluso con anterioridad de
que asumiera el gobierno menemista, tal como ha sido descrito en trabajos
periodísticos y académicos precedentes. Empero, pretendemos volver observable
adicionalmente la forma en la cual la empresa fue adecuada a la estrategia de
desregulación del mercado petrolero. Con ello queremos decir que YPF no fue
privatizada únicamente a causa de su precaria situación económica u organizativa o
a la emergencia fiscal del Estado, sino que también tenía una estrecha relación a la
transformación de la concepción de los hidrocarburos iniciada con los decretos
desreguladores. El discurso de la “eficiencia” y la “competitividad” al cual debía
ajustarse la empresa se engarzaba con la mutación del mercado y la libre circulación
del petróleo como commodity. Queda claro en el considerando citado y es ratificado
en una nota periodística firmada por José Estenssoro, quien asumiera el cargo de
interventor de YPF en agosto de 1990:

La ‘Federalización de hidrocarburos y transformación empresaria de YPF’, se ha


convertido realmente en un proyecto de ley sobre el que se articula el proceso de
cambio ya logrado en estos primeros años de gestión gubernamental y la ineludible
necesidad de que YPF consolide definitivamente su presencia en un mercado
desregulado y competitivo. No compartimos la idea que considera como un ‘bien
estratégico de la Nación’. Se trata más bien de un recurso que, correcta y
económicamente administrado, puede convertirse en factor decisivo de transformación
económica y que se comercializa en los mercados del mundo de una manera similar a
los de los cereales y metales (Estenssoro, 1992: 20).

Nuevamente, la transformación de YPF quedaba inserta en la desregulación más


amplia del sector que se implementara desde mediados de 1989, con un abierto
rechazo a la concepción estratégica de los hidrocarburos. En definitiva, Estenssoro
resumía en esta cita los tres pilares de la política petrolera menemista: el petróleo
como mercancía exportable, la desregulación del mercado y la privatización de la
empresa estatal. A su vez, en el mensaje anexo al envío del proyecto de ley de
privatización de YPF, el Poder Ejecutivo definió el nuevo rol estatal. En el mismo
afirmaba que “la corriente generalizada es que los estados desinviertan de las
actividades productivas y de servicios para concentrarse en ejercer el adecuado
contralor de tales actividades en manos privadas” (Petrotecnia, febrero de 1991: 24-
26). El Estado debía desentenderse de la explotación de hidrocarburos para ofrecer
esos activos a los capitales nacionales e internacionales como nuevas
oportunidades de negocios rentables.
Esta política no sólo se pergeñó desde el Poder Ejecutivo, sino que tuvo una
adhesión considerable por parte del bloque oficialista y otros bloques aliados en
ambas cámaras del Congreso de la Nación, cuyos fundamentos corroboraremos en
los discursos plasmados en el debate de la ley de “Federalización de los
hidrocarburos y privatización de YPF”.
Al momento de llevar a cabo el análisis del diario de sesiones, nos encontramos con
extensos discursos fundados en argumentos históricos, políticos, económicos,
partidarios, etcétera, de manera que era preciso extraer los elementos más
sobresalientes a los fines de nuestra investigación. Por esa razón, nos propusimos

5
como método establecer una serie de preguntas que serían respondidas por las
intervenciones de cada legislador:

a) ¿Cuál fue su voto y qué argumentos esgrimió?


b) ¿Cuál era su concepción sobre los hidrocarburos?
c) ¿Qué rol le asignaba al Estado en la economía en general y cuál
particularmente en el sector de hidrocarburos? ¿Qué papel había jugado YPF
y cuál debía jugar a partir de ese momento?
d) ¿Cuál era su postura respecto a la federalización, es decir, la transferencia
del dominio de los hidrocarburos a las provincias?

Una vez hallados los pasajes destacados, confeccionamos secuencialmente una


matriz con las posturas de cada legislador, luego otra matriz con las posturas
globales de cada partido y por último, reunimos en una matriz de nivel conceptual
superior las tres principales corrientes político-ideológicas reflejadas en las sesiones
legislativas: nacionalismo petrolero, liberalismo y neoliberalismo (ver Matriz Nº 1).
Pese a que el menemismo tuvo la intención de discutirlo más temprano, el proyecto
no llegó al recinto del Senado hasta el 24 de junio de 1992 ya que encontró
reticencias en su propio bloque. El proyecto enviado por el Ejecutivo sufrió algunas
modificaciones hasta lograr las adhesiones necesarias10: no sólo contemplaba la
privatización de YPF sino también la federalización de los hidrocarburos, juntamente
a la reparación de las deudas contraídas por parte de la Nación con las provincias
petroleras por regalías mal liquidadas y a la mejora de los ingresos jubilatorios. Una
de las alteraciones más importantes que se introdujeron al proyecto original la
constituyó la cláusula por medio de la cual el Estado Nacional retenía como mínimo
el 20% del paquete accionario mientras no se sancionara una nueva ley que
permitiese la reducción de ese porcentaje11. Se trató de una concesión hacia
miembros del propio bloque que no veían con agrado la total enajenación de la
empresa a manos privadas.
César Mac Karthy abrió la sesión en el Senado como miembro informante del bloque
oficialista. Realizó un repaso histórico de la extracción y propiedad del petróleo en
Argentina privilegiando los pasajes “privatistas”, por ejemplo reivindicando los
contratos de Frondizi ya que, desde su perspectiva, condujeron al aumento de la
producción y el ahorro de divisas en importación. A continuación, señaló que la
limitación de recursos por la que atravesaba el Estado dificultaba la capitalización de
YPF, dejando como saldo el estancamiento de la producción. Agregó que “la
estructura regulatoria de la actividad se había convertido en una traba a la expansión
del sector” (Diario de sesiones, 1992: 1264). En ese sentido, se refirió a la necesidad
de que YPF se encuadrara dentro de las nuevas reglas del mercado, tal como
10
El mensaje del Poder Ejecutivo al Senado de la Nación enviado el 21 de agosto de 1991 afirma que
el proyecto de ley sigue en lo sustancial los lineamientos del presentado por el diputado nacional José
Luis Manzano, quien se había encargado de negociar las modificaciones fundamentalmente con los
legisladores de las provincias petroleras.
11
La participación hasta un mínimo del 20% le permitía al Estado Nacional designar dos directores en
la empresa y su voto afirmativo para: 1) Decidir su fusión con otra u otras Sociedades; 2) Aceptar que
YPF Sociedad Anónima, a través de la cotización de sus acciones en Bolsas de Comercio o
Mercados de Valores, sufriera una situación de copamiento accionario consentido u hostil que
represente la posesión del Cincuenta y Uno por Ciento (51%) del Capital Social de YPF Sociedad
Anónima; 3) Transferir a terceros, la totalidad de los derechos de explotación concedidos en el marco
de la Ley Nº 17.319, sus normas complementarias y reglamentarias, y la presente, de modo tal que
ello determine el cese total de la actividad exploratoria y de explotación de YPF Sociedad Anónima; 4)
La disolución voluntaria de YPF Sociedad Anónima.

6
vimos. Para Mac Karthy las transformaciones iniciadas en 1990 permitieron a
Argentina el paso de país autoabastecido a país exportador neto y celebró que el
petróleo se hubiera consagrado como el principal producto de exportación.
El bloque de la Unión Cívica Radical (UCR), la segunda minoría, manifestó una
férrea oposición al proyecto a través de un dictamen de minoría, cuyas firmas
estaban encabezadas por el senador José Genoud. En el mismo, adjudicaron la
premura del oficialismo por sancionar la ley a “razones de caja” y remarcaron en el
proyecto la ausencia de política exploratoria. Cada uno a su turno, Genoud e Hipólito
Solari Yrigoyen, definieron al petróleo como un “recurso no renovable” y a Argentina
como “un país con petróleo pero no petrolero”, por lo cual resulta necesario una
actividad extractiva “inteligente y racional”12. Defendieron la capacidad estatal de
intervenir en el mercado, aunque rechazaron ser “estatistas” y admitieron la
imposibilidad de reeditar un “Estado providencial”. No rechazaron la participación del
capital privado en el mercado de hidrocarburos ni tampoco en el paquete accionario
de YPF, pero siempre que estuviera subordinado a la política oficial y que la
empresa estuviese controlada por el Estado. Conrado Storani y Luis León, a
diferencia de sus correligionarios, pronunciaron sendos discursos con tintes
indiscutiblemente nacionalistas. Storani rememoró “la presencia de la bandera
argentina, de los surtidores de YPF a lo largo y ancho del país (que) redobló la
cerviz a los orgullosos detentadores del poder económico del pasado en la
Argentina” (DS, 1992: 1340) y calificó al poder económico, representado por los
empresarios nacionales y las multinacionales, como “apátrida” ya que “se llevan la
plata afuera y no vuelven más”. León, por su parte, describió a YPF como una
empresa que “custodia los valores de la Nación” y como una “avanzada de nuestra
nacionalidad”13. Las intervenciones de los senadores radicales las encuadraremos
en la corriente del “nacionalismo petrolero”, aunque está claro que son muy distintos
los matices entre los dos primeros y los últimos.
Al menos llamativa es la alocución de Sapag, referente del Movimiento Popular
Neuquino. Rescató nostálgicamente la importancia sociodemográfica y económica
de YPF14 pero luego consideró “acuciante” la “necesidad de abrirla a la competencia
en un mundo que cambia cada día con hechos extraordinarios e impensados, dando
lugar a la participación del capital y la iniciativa privada”. Además, enfatizó que la
situación de emergencia que atravesaba el país daba lugar a que el programa
económico encarado por el gobierno nacional no debía ser obstruido (DS,
1992:1286).

12
Cabe destacar un pasaje de Solari Yrigoyen respecto a la relación entre mercado y medioambiente,
relación que nosotros hemos trabajado en términos de capital-naturaleza: “A propósito del mercado,
tengo que decir que a las leyes del mercado el medio ambiente les es absolutamente extraño,
indiferente. Que haya un medio ambiente sano o un medio ambiente dañado no les interesa” (DS,
1992: 1331).
13
Reproducimos el cierre de León que pareciera reeditar el lenguaje del apogeo del nacionalismo
petrolero: “Voy a votar en contra de este proyecto de ley: prefiero que haya algunos jubilados pobres
y que se mantenga la independencia de mi país (…) Un día mi hijo me preguntó en una estación de
servicio: “¿quién es ese?” “Mosconi –le respondí-, un gran general cuyas ideas todavía sirven para
defender la Patria”. Mañana le voy a decir que Mosconi perdió la guerra con Shell y Esso” (DS,
1992:1351).
14
“Pueblos enteros se crearon con su impulso; actualmente ciudad pujantes con habitantes
esforzados y laboriosos (…) Construyó caminos, levantó hospitales y escuelas, llevó progreso,
bienestar y trabajo a los rincones más alejados, a las zonas de climas más rigurosos y lugares de
difícil acceso (…) Hasta allí llevó la presencia de la patria, fue signo de desarrollo, fuente de progreso,
símbolo de soberanía y esperanza de grandeza (DS, 1992: 1285)

7
Tampoco resultó sencillo para el oficialismo lograr la media sanción faltante en la
Cámara de Diputados, obteniendo quórum unos meses después, el 23 de
septiembre15.
La intervención del diputado neuquino Oscar Parrilli, miembro informante del
dictamen de mayoría, resulta esclarecedora respecto a la transformación que
estudiamos. En cuanto al discutido viraje de la ideología peronista, señaló que al
momento de asumir Menem en 1989 “nos cambiaron las preguntas, los instrumentos
y las acciones con las que contaba el peronismo para dar respuesta a un gobierno
nacional y popular, tal como lo hicimos en las décadas del 40 y del 50” (DS, 1992:
3163).
En esa línea, el diputado ensayó un análisis histórico sobre las transformaciones
económico-políticas a nivel mundial y el papel asignado al petróleo:

Desde 1907, cuando se descubrió el petróleo en Comodoro Rivadavia, en la Argentina


hubo consenso casi unánime respecto de que la exploración, producción y
comercialización del petróleo y sus derivados debían estar en manos de una empresa
estatal para asegurar la oferta de un recurso estratégico y el autoabastecimiento sin
consideraciones de costos económicos.
La política de estatización del recurso y de una empresa petrolera estatal fue correcta
en 1920, pero teniendo en cuenta que por ese entonces las denominadas “siete
hermanas” manejaban el petróleo en el mundo (…)
Frente a la actual situación internacional del petróleo apreciamos que todos estos
principios que sosteníamos –y no nos avergonzamos de ello en las décadas del 30, 40
y 50- necesitan ser modificados. En esa época había una escasez mundial de petróleo
y una fuerte demanda con motivo de la industrialización de las décadas del 30 al 50.
Además, se produjeron en esos tiempos la primera y segunda guerras mundiales en
las que sin lugar a dudas el recurso energético del petróleo era fundamental para
sostener este tipo de actitudes bélicas. Pero lamentablemente la empresa estatal no
logró en la República Argentina el autoabastecimiento que había sido el primer
objetivo en las décadas del 30 y del 40 (DS, 1992: 3165).

El otro miembro informante, el diputado mendocino Nicolás Becerra, también reflejó


en su discurso el cambio de época a la hora de fundamentar la privatización de YPF.
La industrialización por sustitución de importaciones llevada a cabo por el peronismo
se enmarcaba en la paralización del comercio internacional y el proteccionismo de la
posguerra. Aquel “modelo de desarrollo autónomo” precisaba “un Estado fuerte que
supliera al incipiente empresariado nacional” y la propiedad imprescriptible e
inalienable de los recursos energéticos consagrada en la Constitución de 1949. No
obstante, Becerra reafirmó la coherencia del peronismo en la relación Estado-
privados: “siempre creímos que la actividad privada es más productiva que la
actividad del Estado. Así lo decía el general Perón en su mensaje a la Asamblea
Legislativa en 1954” (DS, 1992: 3177)
Además de exponer en la Cámara, Becerra pidió la inserción de su discurso
completo donde dejó una de las mejores definiciones de la nueva doctrina respecto
al petróleo, similar a la que esbozó Estenssoro y que analizáramos anteriormente:

15
La obtención del quórum no estuvo exento de controversias. Diputados de la oposición acusaron al
diputado Rafael Flores (PJ, Santa Cruz) por haber apoyado su pierna enyesada en la banca contigua
habilitando la presencia de un legislador más. Por otra parte, dos diputados negaron haber estado
presentes al momento de la formación del quórum de 131 diputados, pese a que la presidencia de la
Cámara los mencionó en el listado: Galván y Molinas.

8
En la actualidad el crudo es un “bien transable” en el comercio internacional como lo
son los metales o los cereales, con precios de referencia para múltiples oferentes y
compradores. Ya no es un recurso estratégico sino apenas un bien más en la
economía (DS, 1992: 3434)16.

A su turno, otro diputado justicialista, Carlos Soria, manifestó que Argentina padeció
de “estatitis” aguda durante muchas décadas ya que el Estado fue lanzado a realizar
tareas que no le correspondían pero sirve para algunas cosas y no para otras (DS,
1992: 3285). Además, el diputado Aceñolaza asimiló a YPF con la “patria
contratista”, “estructura burocrática, pesada e ineficiente” y como “chivo expiatorio de
la deuda externa” (DS, 1992: 3410).
En síntesis, el bloque del PJ contó con pocas y largas intervenciones dirigidas a dar
cuenta de un cambio de época y a exponer los lineamientos básicos de la doctrina
neoliberal en la relación Estado, mercado y petróleo.
Por su parte, la UCR nuevamente ejerció una férrea oposición a través de una gran
cantidad de oradores. El primero de ellos, Rodolfo Quezada, pareció responder
directamente a la última aseveración de Becerra:

Resulta clara la insensatez de quienes afirman que el petróleo es una mercadería más
y que las reservas no tienen valor, o valor cero, mientras no se extrae el crudo. Al
contrario, se trata de una materia prima poder (sic), de un producto no renovable cada
día más estratégico mientras no se descubra un sustituto, que además es escaso en la
República Argentina (DS, 1992: 3188).

El bloque radical coincidió en consagrar al petróleo a un canon estratégico, en


defender la política petrolera en manos del Estado aunque no necesariamente
monopolizando la actividad, con un aparato estatal equilibrado17 y la importancia de
conservar el control de YPF. Debemos destacar otra vez los matices entre las
mayoritarias posturas moderadas y las marcadamente nacionalistas enunciadas por
Daniel Salvador, quien equiparó la privatización con “un plan imperialista para cobrar
la deuda externa” (DS, 1992: 3294), y Alejandro Armendáriz, quien promovió “la
nueva batalla del petróleo” y la defensa de la “dignidad nacional” (DS, 1992: 3317).
Desde el bloque de la UCeDé se argumentó que YPF había cumplido un rol
destacado en sus orígenes impidiendo la conformación de un oligopolio en el sector
pero que se había convertido con el paso de las décadas en un “enfermo terminal”.
Esto se debía a que en lugar de actuar como una empresa productora, eficiente y
rentable se había convertido en una empresa “política”. En tal sentido, criticaron su
tarea sociodemográfica a diferencia de otros bloques18. Con todo, expresaron la
necesidad de contar con una empresa testigo que asegurase la libre competencia en
el mercado. El énfasis estaba puesto en evitar el monopolio como el “peor defecto”
16
En la misma página, Becerra afirmaba: “Después de la desregulación operada en el sector
petrolero, en el año 1991 y por primera vez en nuestra historia, el petróleo se convirtió en el principal
producto de exportación desplazando a los cereales por un valor de 800 millones de dólares, de los
cuales 600 millones fueron por ventas de YPF”.
17
La diputada Ángela Sureda grafica esta postura: “El Estado patrón, dueño de todo, afecta la libertad
de los aquí vivimos; pero no deseamos un Estado enclenque o semiparalítico, ya que no va a poder
defender el interés común” (DS, 1992: 3311)
18
Al respecto, subrayamos las palabras del diputado Fernando Zamora: “YPF sustituyó al Estado
nacional (…) construyó caminos cuando en realidad no los necesitaba para su tarea específica;
construyó escuelas y hasta puso en funcionamiento varios registro civiles. O sea que en forma
habitual reemplazó al Estado, por lo que evidentemente no podíamos tener una empresa petrolera
eficiente” (DS, 1992: 3202).

9
que puede tener una economía, de allí la importancia de contar con legislación
antimonopólica. No escaparon al tradicional libreto del Estado liberal que debe
garantizar la educación, la salud, justicia, seguridad y defensa nacional y nada
expresaron sobre la forma de apropiación del petróleo ni su representación.
Ausencia que acentuaremos más adelante.
El ex interventor de YPF, Octavio Frigerio, quien en ese entonces era diputado por el
Movimiento de Integración y Desarrollo (MID), desarrolló un discurso similar al PJ.
Aunque recalcó la evolución de YPF hacia una empresa cada vez más rentable,
manifestó que la privatización se trataba de una iniciativa necesaria para culminar el
proceso de transformación del sector iniciado en 1989. El Estado debe transferir al
sector privado las actividades en las que se desempeña como empresario con el fin
de “acelerar la acumulación de capital de riesgo, de capital productivo en la
transformación económica argentina” (DS, 1992: 3326). En el caso de los
hidrocarburos, el capital privado convierte al recurso geológico en “riqueza
aprovechable” y en “palanca transformadora de excepcional capacidad
multiplicadora de riqueza” (DS, 1992: 3326/8). Si bien su compañero de bancada,
Aníbal Hardy, coincidió que el petróleo “en lugar de permanecer inútil en las
entrañas de la tierra se convierta en una palanca del desarrollo” (DS, 1992: 3360),
su voto fue negativo. Expuso la necesidad de que YPF fuese redimensionada,
modernizada y que se privatice parte de sus activos pero que debía continuar en
manos del Estado como instrumento primordial de la política petrolera.
La Democracia Progresista santafesina19 y el Partido Renovador salteño también
coincidieron con el análisis del oficialismo sobre la ley en tratamiento, aunque con
alocuciones menos teóricas. El petróleo había dejado de ser estratégico ya que se
estaban desarrollando recursos sustitutivos y la desregulación traía consigo el
incremento de la producción y de los saldos exportables. De igual forma,
cuestionaron el sobredimensionamiento, incapacidad e ineficiencia del Estado, el
cual únicamente debe atenerse a fijar políticas y controlar las unidades productivas
pero no realiza actividades económicas por su propia cuenta.
Un caso paradójico constituye el Movimiento Popular Neuquino. Remarcaron todas
las virtudes de YPF: su importancia económica y sociodemográfica, su “valor
afectivo”, la retrataron como “fuente de progreso” y “símbolo de soberanía”. Pero
señalaron, al mismo tiempo, el gigantismo y el endeudamiento de la empresa que
obligaba a privatizar y desregular.
Por último, nos queda mencionar algunos conceptos vertidos por otros bloques
menores. El Partido Federal, representado por Andrés Fescina, expresó que en un
país que no es petrolífero, con pocas reservas, el aumento de la producción y de la
exportación, amenaza la soberanía y: “tenemos que sentir dolor por las
generaciones futuras que nos obligan a mirar por encima de los zapatos para
imaginar el futuro. Debemos apoyarlas desde este presente para consolidar el
mañana” (DS, 1992: 3244). Por esa razón, presentó un proyecto de ley para que los
recursos provenientes de las ventas de las fuentes energéticas sean acumulados
para reinvertírselos en nuevas fuentes energéticas.
Luis Zamora, diputado por el Movimiento Al Socialismo (MAS), denunció al proyecto
como un “gigantesco acto de corrupción que viene a completar el saqueo de
nuestras riquezas” (DS, 1992: 3250), dados los acuerdos firmados con el FMI y las
19
El diputado Alberto Natale, referente de la Democracia Progresista, finalmente votó negativamente
el proyecto debido a que propuso al menos dos modificaciones que no fueron tenidas en cuenta: la
licitación pública como forma de desprenderse de YPF en lugar de la venta por acciones y la
adopción de prevenciones para impedir la identidad en la titularidad entre quienes explotan el petróleo
y quienes lo destilan.

10
necesidades de abastecimiento de EEUU20. A su vez, atacó la política petrolera de
Menem porque estimula la extracción y la venta de los excedentes al exterior, pero
en cambio no estimula la exploración. Defendió a YPF y promocionó su proyecto de
nacionalización de toda la industria petrolera, puesta bajo el control de los
trabajadores.
El Movimiento Dignidad e Independencia (MODIN) también ensayó una defensa de
YPF a la que calificó como la “gallina de los huevos de oro” y “el más preciado bien
de nuestra patria”. Debe ser una empresa testigo que garantice el cumplimiento de
los objetivos nacionales en materia petrolera, mida el nivel de explotación racional
de los recursos naturales no renovables y tenga una constancia cierta de los costos.
Por medio de sus representantes, Orlando Gallo y Martín Mendoza, el MODIN
reprendió la política de maximización de ganancias del capital privado y la falta de
un “interés patriótico nacional” para preservar y moderar los recursos no renovables,
especialmente el petróleo como insumo clave de la industria petroquímica y de la
agricultura. Sin embargo, no rechazaban la participación del sector privado siempre
que estuviese bajo la regulación estatal.
Otros bloques que recuperaron la noción estratégica del petróleo, el rol regulador del
Estado e YPF como empresa testigo fueron la Unidad Socialista, la Cruzada
Renovadora sanjuanina, el Movimiento Peronista y el Movimiento Popular Fueguino.
Decíamos más arriba que condensamos las posturas individuales y partidarias en
tres grandes corrientes. Es pertinente aclarar una vez más que el agrupamiento
conceptual no necesariamente agota la riqueza de los debates y que existen dentro
de cada corriente matices bien marcados. Sin embargo, este nivel conceptual nos
permite analizar las aún vigentes posturas del Liberalismo y del Nacionalismo
Petrolero, al mismo tiempo que señalamos la emergencia de una nueva corriente: el
Neoliberalismo (ver Matriz Nº 1).
Comenzamos por el Liberalismo, donde el bloque de la UCeDé se ubica como su
mejor representante. Su formulación clásica para el Estado es la provisión de
seguridad, educación, salud, justicia y defensa nacional. En todo caso, es función
estatal impedir la formación de oligopolios y asegurar un mercado libre. Aboga una
economía de libremercado por lo cual busca desarmar los mecanismos de
intervención estatal. Para YPF se reserva un rol de empresa testigo que impida la
formación de oligopolios; siempre como empresa productora, no como herramienta
política.
La composición del Nacionalismo Petrolero es la más heterogénea. Conviven en ella
bloques totalmente distintos pero que en el caso de la política petrolera encuentran
importantes coincidencias: la UCR, el Socialismo santafesino, el MAS, el Movimiento
Peronista, el Movimiento Popular Fueguino y el MODIN. Tal como hemos repasado
en la breve historia del petróleo argentino en el capítulo primero, esta corriente
adjudica al crudo el mote de “recurso estratégico”. Si detallamos un poco más, se lo
representa como un recurso no renovable o extinguible e insustituible, que no debe
ser exportable ya que el país cuenta con lo mínimo para su autoabastecimiento, de
manera que debe primar la racionalización extractiva y la protección de reservas. Su
carácter estratégico equivale al poder, a la autodeterminación, a la soberanía y a la

20
“Se habla de la libre disponibilidad del petróleo. Si se quiere, se lo vende a las destilerías, se lo
exporta, se lo almacena; en fin, se quieren satisfacer las necesidades de reserva de los EEUU. No es
casual toda esta política. EEUU necesita reservas y está inclusive avanzando en la inyección de
petróleo en yacimientos e importa el 50%. Y tiene que importar justamente porque la explotación
capitalista, irracional, despilfarró las reservas que EEUU tenía” (DS, 1992: 3255).

11
defensa nacional. Significa, además, el trasfondo de nuestra civilización por su
importancia en el desarrollo industrial.
El Estado cumple el rol de empresario a través del manejo de YPF y del mercado de
combustibles; es quien fija la política energética, sobre todo la exploración y la
protección de las reservas. Captura y distribuye la renta petrolera, aunque buena
parte de sus partidarios admite la necesidad de reducir el tamaño de su estructura.
El sector privado no está excluido pero se subordina a la política estatal. El mercado
librado a la maximización de ganancias conlleva una explotación irracional, la caída
de las inversiones y la degradación ambiental. YPF debe ser una empresa testigo e
instrumento de la política energética, siempre con una mayoría accionaria estatal.
Asimismo, el Nacionalismo Petrolero rescata la importancia sociodemográfica y
económica que tuvo históricamente la empresa, además de un valor afectivo21.
El Neoliberalismo, representado por el Partido Justicialista, acompañado
parcialmente por bloques menores (Partido Renovador, MID y en alguna medida de
la Democracia Progresista), hunde sus raíces en el Liberalismo en cuanto al rol que
asigna al Estado, al sector privado y a YPF. Pero queremos destacar una diferencia
esencial. El Liberalismo no tiene una concepción propia sobre el petróleo y hasta
podríamos decir de los recursos naturales en general. Esta ausencia de discurso no
es casual y allí radica una de las novedades del Neoliberalismo, doctrina a la cual sí
le interesa la relación entre economía y naturaleza22. El petróleo es un commodity:
es un producto de exportación, un bien transable, riqueza aprovechable. Debe
incrementarse su producción, en lugar de protegerse sus reservas. La acción estatal
se dirige a la captación de la renta petrolera por medio del sistema impositivo
(regalías e impuestos) y garantiza la competencia y transparencia en la actividad
privada. El Estado no realiza actividades económicas sino que debe transferirlas al
sector privado. De manera que YPF debía convertirse en una empresa testigo
privada para alcanzar eficiencia, competitividad, rentabilidad, credibilidad y
encuadrarse en las nuevas reglas del mercado.

Matriz Nº 1

Sector Privado /
Petróleo Estado Privatizaciones YPF

21
Son permanentes las alusiones a las “joyas de la abuela”.
22
Aquí no señalaremos más que esta diferencia que consideramos sustancial para comprender los
cambios en el régimen de acumulación neoliberal. Una comparación más detallada podremos
realizarla en futuras investigaciones.

12
Provisión de Economía de libre Empresa testigo -
seguridad, mercado empresa
educación, salud, productora, no
justicia y defensa herramienta política
nacional. Impedir la
Liberalismo formación de
oligopolios y
asegurar un
mercado libre

Recurso estratégico Intervención estatal Participación empresa testigo -


- Manejo de YPF y privada subordinada instrumento de la
del mercado de a la política estatal política energética -
combustibles - mayoría accionaria
fijador de políticas estatal - importancia
Nacionalismo energéticas - sociodemográfica y
petrolero capturador y económica regional
distribuidor de la - valor afectivo
renta petrolera

Commodity Captación de la Transferencia de Empresa testigo


renta petrolera por todas aquellas privada - eficiencia,
medio de sistema actividades que el competitividad,
impositivo - Estado no está en rentabilidad,
protección de la condiciones de credibilidad -
Neoliberalismo competencia y desarrollar y que encuadramiento en
transparencia en la pueden ser mejor mercado
actividad privada realizadas por el desregulado
capital privado -
eficientización

Finalmente, nos queda enumerar parte de la letra más destacada de la ley


sancionada (Ley 24.145):
• aprobó lo dispuesto por el Decreto Nº 2.778 del Poder Ejecutivo Nacional de
fecha 31 de diciembre de 1990 que transformó a Yacimientos Petrolíferos
Fiscales Sociedad del Estado en YPF Sociedad Anónima,
• dividió el capital social de la empresa en acciones Clase “A” en un 51% para
el Estado Nacional; acciones Clase “B” que podían adquirir los Estados
provinciales hasta un 39%; acciones Clase “C” que podía adquirir el personal
hasta un 10% bajo el régimen de Propiedad Participada23; y acciones Clase
“D”, aquellas que el Estado Nacional y las provincias le vendieran al capital
privado.
• La venta de al menos el 50% de las acciones en las bolsas de valores en un
plazo máximo de 3 años.
• La ampliación de la lista de activos de la empresa a venderse.
• Los recursos que obtuviera el Estado Nacional por la venta de las acciones
Clase "A" se destinarían íntegramente al aumento de los haberes
previsionales.

23
La ley 23.696/89 de Reforma del Estado estipuló la implementación del Programa de Propiedad
Participada que otorgaba el 10% de las acciones de las empresas públicas privatizadas a sus
trabajadores.

13
Además, decíamos al comienzo de este apartado que la ley contemplaba también la
federalización de los hidrocarburos, es decir la transferencia del dominio sobre los
mismos a las provincias en cuyos territorios se encuentren. Si bien no es un aspecto
que hace directamente al análisis de nuestro problema de investigación, supone un
cambio fundamental en el sector que culminaría en la década siguiente, espacio
temporal en el cual abordaremos la tesis doctoral. Por esa razón, dedicaremos un
breve análisis a la denominada “provincialización” en el apartado siguiente.

2.2) La federalización o provincialización de los hidrocarburos

La ley 24.145 determinó en su artículo 1º la transferencia del “dominio público de los


yacimientos de hidrocarburos del Estado Nacional a las Provincias en cuyos
territorios se encuentren”. Es decir, la Nación dejaba de controlar la entrega de
permisos de exploraciones y de concesiones de explotación a favor de las provincias
petroleras, excepto en los yacimientos que se hallaren entre las 12 y las 200 millas
marinas. Sin embargo, la norma estableció una serie de condiciones: que la
transferencia se realizaría después de sancionada y promulgada una nueva ley que
modifique la ley 17.319 de hidrocarburos, previamente elaborada por una “Comisión
de Provincialización”; pero no serían transferidas hasta el vencimiento de los
respectivos plazos legales y/o contractuales las áreas asignadas a YPF SA; las
concesiones de explotación de hidrocarburos otorgadas a empresas privadas; y los
permisos de exploración y concesiones de explotación que se otorgasen en el futuro,
como consecuencia de la reconversión de contratos celebrados con respecto a
áreas asignadas a YPF SA.
La federalización era un viejo anhelo de las provincias desde el comienzo mismo de
la historia petrolera argentina. Las sucesivas administraciones provinciales y sus
élites locales, fundamentalmente en Salta, Mendoza y Jujuy, habían mantenido una
actitud celosa respecto a sus recursos naturales y hasta llegaron a la confrontación
con los distintos gobiernos nacionales. En buena parte de los casos, preferían la
negociación directa con las petroleras transnacionales y la no intromisión de la
empresa estatal.
Esta parte de la ley fue acordada entre el gobierno de Menem y las provincias
productoras a través del Pacto de Luján el 24 de mayo de 1990, por el cual se
reconocía el dominio y jurisdicción de los Estados provinciales sobre los recursos
naturales renovables y no renovables, superficiales y subyacentes, que se
encuentren en su territorio. El pacto habilitó el apoyo de los gobernadores nucleados
en la Organización Federal de Estados Productores de Hidrocarburos (OFEPHI) a la
política petrolera en general y a la privatización de YPF en particular. Allí negociaron
también la cancelación de las deudas contraídas por regalías mal liquidadas y la
participación provincial en la venta de los activos de YPF.
Resulta llamativo que la federalización tuvo casi la totalidad de las adhesiones de los
oradores de ambas cámaras, tanto del oficialismo como de la oposición, de
provincias productoras y no productoras24. Sus promotores esperaban que las
provincias pudiesen captar una mayor porción de la renta petrolera y que la
24
Podemos dar cuenta de la existencia de rechazos aislados. El diputado por el Movimiento Peronista
Moisés Fontela consideró que “el poder de policía se regala, se destruye, se atomiza en las 23
provincias. El Estado nacional ni siquiera podrá llevar estadísticas de las reservas ni de la producción
de petróleo” (DS, 1992: 3212). También los radicales Victorio Bisciotti, quien atribuyó un “falso”
federalismo a la ley ya que las provincias son débiles antes las transnacionales petroleras, y Daniel
Salvador, que adjudicó esta “tibia” federalización a desviar la atención de la cuestión central que era
la privatización de YPF.

14
descentralización condujera a la democratización de la toma de decisiones. Incluso,
muchos legisladores consideraron que el término “transferencia” debía ser cambiado
por “reconocimiento” o “restitución” del dominio sobre los yacimientos de
hidrocarburos ya que “las provincias vienen antes que la Nación” y ellas nunca
habían delegado tal potestad. Hubo quienes hablaron en términos históricos de una
apropiación ilegítima por parte de la Nación25.
Asimismo, fueron particularmente cuestionados los dilatados tiempos que se
manejarían y las excepciones interpuestas para dicha transferencia, los cuales
supondrían yacimientos agotados al momento que las provincias se hicieran cargo
de su manejo.
No queremos dejar de mencionar la presentación de un proyecto alternativo
denominado “Transformación de YPF SA en YPF SA con Participación Estatal
Mayoritaria”, que llevaba las firmas de los diputados justicialistas Víctor Sodero
Nievas, Dante Camaño, Francisco Toto, Humberto Romero y Claudio Mendoza.
El proyecto contempla una división distinta del capital accionario -33,33% para la
Nación, 41,31% para las provincias petroleras y 25,36% para las provincias no
petroleras- y limita la enajenación de las acciones tanto de la Nación como las
provincias hasta el 49%, reservando la mayoría estatal en el 51%.
Por un lado, preveía la privatización de buena parte del paquete accionario pero
manteniendo a YPF como empresa testigo bajo control estatal. Por otro, a partir de
la crítica al “provincialismo o feudalismo”, proponía “un proyecto federal, asociativo,
integrador, nacional y abierto”, porque estipulaba la “participación efectiva de todas
las provincias en las utilidades todos los años hasta que se agote la explotación”
(DS, 1992: 3372). Esto significa que existían concepciones alternativas tanto a la
forma de privatizar como a la forma de llevar adelante la mentada federalización de
los hidrocarburos, aunque no tuvo mayores adhesiones el proyecto.
Un paso clave en la provincialización se estableció con la Reforma Constitucional de
1994. El artículo 124 de la nueva carta magna consagra el dominio provincial no sólo
sobre sus hidrocarburos sino sobre toda los recursos pertenecientes a sus límites
territoriales: “Corresponde a las provincias el dominio originario de los recursos
naturales existentes en su territorio”. El dominio equivale a propiedad y significa que
las provincias pueden establecer políticas a nivel local en la medida que no entren
en conflicto con las políticas nacionales. La jurisdicción -el poder para legislar- se
mantiene en el Congreso de la Nación.
Con todo, aún no se había cumplido con lo dispuesto en la ley 24.145. La
transferencia a las provincias debería esperar doce años más con la sanción de la
“ley corta de hidrocarburos” Nº 26.197 de 2006, cuyos fundamentos y resultados
estudiaremos en detalle en la tesis de doctorado.
3) Reflexiones finales

En cada situación histórica existe una adecuación, no siempre pura ni automática,


entre régimen de acumulación, forma de Estado y la difusión de una ideología o
representación hegemónica sobre la apropiación social de la naturaleza a partir de
25
“El dominio de los yacimientos es y debió se siempre de las provincias y no de la Nación, aunque
ésta se los haya apropiado ilegalmente”, aseveró el diputado Ricardo Molinas del socialismo
santafesino (DS, 1992: 3225). Por su parte, el senador del Movimiento Popular Neuquino Sapag fue
aún más contundente: “La federalización de los hidrocarburos es la reparación del injusto
avasallamiento que significó la ley de hidrocarburos; es la restauración de un derecho arbitrariamente
conculcado; es la restitución histórica a un inconstitucional despojo; es el reintegro de un poder nunca
delegado y es la devolución de un dominio jamás cedido” (DS, 1992: 1280).

15
una determinada configuración de las relaciones de poder entre los distintos
sectores sociales.
El registro de los debates en torno a la enajenación de YPF nos permitió acercarnos
al discurso hegemónico construido en ambas cámaras del Poder Legislativo
Nacional en torno a los cambios operados en la política económica a nivel interno y
externo.
El régimen de acumulación neoliberal, basado en la hegemonía del capital financiero
y en el ajuste estructural, tiene como forma ineludible el Estado mínimo,
desregulador y privatizador. Se establece un proceso de mercantilización de la
naturaleza, subsumida al valor de cambio. Este patrón es inaugurado en Argentina
con el golpe militar de 1976 pero se desenvuelve en toda su plenitud en la década
de los 90. En América Latina, la privatización de la petrolera estatal argentina sólo es
asimilable a los casos de Bolivia y de Perú pero no deja de ubicarse en la oleada
neoliberal a nivel mundial.
Durante el trámite de aprobación de la venta de YPF, el bloque parlamentario
mayoritario y sus aliados manifestaron explícitamente los cambios operados en la
economía mundial y la necesidad de deshacerse de la empresa estatal que hasta
entonces había administrado el petróleo y gas como insumos estratégicos de la
industria y de la provisión de energía para el transporte, la producción y los hogares.
El advenimiento del neoliberalismo no sólo significaba el impulso de las políticas de
apertura, desregulación y privatización sino también la transformación de las
concepciones, representaciones y discursos hegemónicos de los bienes de la
naturaleza en simples commodities. Si bien existió una disputa conceptual de parte
de los bloques opositores, no fue suficiente para detener la sanción de la ley que
pusiera al petróleo y gas bajo el dominio del capital petrolero.

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Diarios:
Ámbito Financiero
Clarín
El Cronista Comercial
La Nación
Página 12

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Revista Mercado
Revista Petrotecnia
Revista Proyecto Energético

Leyes y Decretos
Decretos desregulatorios de 1989:
Decreto 1055
Decreto 1.212
Decreto 1589
Decreto 2778/90 (Plan de Transformación de YPF en Sociedad Anónima)
Ley 24.145 de 1992 (Federalización de los hidrocarburos y privatización de YPF)

Diario de sesiones
Ley 24.145 (1992)

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