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PRINCIPIO DE COMPLEMENTARIEDAD
DE LA CORTE PENAL INTERNACIONAL
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DR © 2003. Instituto de Investigaciones Jurídicas - Universidad Nacional Autónoma de México
Esta obra forma parte del acervo de la Biblioteca Jurídica Virtual del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM
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lación. Para estos Estados era muy claro que la Corte únicamente debería
de tener competencia cuando un sistema judicial nacional no pudiera in-
vestigar o enjuiciar a los presuntos responsables. Esta postura quedó esta-
blecida en el artículo 17 del Estatuto en el numeral 3, y hubo consenso
total respecto a la misma.
En realidad lo que ellos buscaban era que la Corte tuviera una jurisdic-
ción subsidiaria a la de los sistemas de administración de justicia nacio-
nales, y no complementaria como el Estatuto finalmente estableció.
En segundo lugar estuvieron los Estados que adoptaron la postura de
que la Corte tuviera un campo de acción más amplio. Llamaremos a éstos
‘‘Estados integracionistas’’. La principal preocupación de los Estados in-
tegracionistas consistía en que la Corte pudiera ejercer su jurisdicción
cuando las jurisdicciones nacionales no fueran eficientes en la adminis-
tración de justicia o cuando no existieran los mecanismos para una apro-
piada administración de justicia. Sobre todo, su inquietud radicaba en que
la Corte pudiera evitar la impunidad de los ‘‘criminales’’ que son presen-
tados ante tribunales y los cuales mediante procesos fraudulentos escapan
de la acción de la justicia, o son protegidos por medio de la promulgación de
leyes de amnistía (o de autoamnistía) o del otorgamiento de indultos, de per-
dones, exoneraciones, etcétera.3
Durante las reuniones preparatorias, que precedieron a la Convención
en Roma hubo consenso sobre tres aspectos: se acordó en que el principio
de complementariedad debería insertarse en el preámbulo del Estatuto de
Roma, dada su importancia y trascendencia. Asimismo, que una de las
causas de inadmisibilidad sería que un caso presentado ante la Corte no
tuviera la gravedad suficiente para justificar la intervención de la misma, 4
y, finalmente, que la Corte tendría jurisdicción sobre aquellos casos en
que los Estados fueran incapaces de investigar o enjuiciar en un asunto
determinado.5
Respecto a este último punto, sí se presentaron cuestionamientos im-
portantes respecto a la determinación y delimitación del principio de ‘‘in-
capacidad de un Estado para investigar o enjuiciar’’. Para que se conside-
rara que un Estado era incapaz de investigar se debía establecer que la
3 Holmes, John T. ‘‘The Principle of Complementarity’’; Lee, Roy S. The International Crimi-
nal Court. The Making of the Rome Statute. Issues, Negotiations, Results, La Haya, Kluwer Law
International, 1999, p. 45.
4 Este principio quedó contemplado en el Estatuto de Roma, en su artículo 17, numeral 1, frac-
ción d.
5 Estatuto de Roma, artículo 17, numeral 3.
La última parte del párrafo deja abierta una ventana amplísima para
establecer qué puede ser entendido por ‘‘otras razones’’ que impidan lle-
var a cabo el juicio además de aquellas previstas.
9 Nos encontramos con una situación similar si analizamos el artículo 37 del Reglamento de la
Comisión Interamericana de Derechos Humanos, que se refiere al agotamiento de los recursos inter-
nos. En dicho artículo se establece que la Comisión únicamente podrá admitir una petición cuando
previamente se hayan interpuesto y agotado los recursos de la jurisdicción interna. Pero en el numeral
2, inciso a menciona que no será necesario cubrir con ese requisito cuando: ‘‘a. No exista en la legis-
lación interna del Estado de que se trata el debido proceso legal, para la protección del derecho o
derechos que se alega han sido violados’’.
10 Escobar Hernández, Concepción, ‘‘Concurrencia de Jurisdicciones y Principio de Comple-
mentariedad’’, en García Adrán, M., López Garrido, D. (coords.), Crimen Internacional y Jurisdic-
ción Universal (El Caso Pinochet), Valencia, Tirant lo Blanch, 2000, p. 261.