Вы находитесь на странице: 1из 3

Coloquio Juan Acha 20/08/2019

Alessandro Valerio Zamora

Juan Acha. Sobre la Estetología

Juan Acha planteo durante su vida una serie de linderos teóricos que abarcaron los campos del
arte, la estética, el diseño, las artesanías y lo que el mismo denomino cultura estética. Este sistema
de análisis de la cultura de fin de siglo propone una disruptiva entre una concepción Occidental de
cómo se debe mirar, teorizar el arte y la estética, para generar nuevos diálogos intrínsecos al
contexto latinoamericano y no exento a este. Esta mirada reúne la historia, la crítica y la teoría del
arte desde y para latinoamerica.

Con ello acuñó el concepto de Estetología a finales de la década de los ochenta y a inicios de los
noventa como bien apunta Alberto Arguello Grunstein en su ensayo De la estetología y sus
descentramientos. Una postura ética y crítica, en resistencia quien declara: “Juan Acha al transitar
de la noción de aparato institucional de las artes a la de formación estética incide en la cuestión
fundamental que lo llevaría a plantear la necesidad de una estetología.” (Arguello, 2019, p. 79)

Esta necesidad se convierte en motor motivacional para plantear una serie de diferencias entre lo
estético y lo artístico, tomando en cuenta que lo estético está relacionado al gusto. Aquí habría que
entender lo estético desde una visión Kantiana que Acha dejaría claro al tener en cuenta que lo
estético deviene en la cotidianidad y que según la mirada y su gusto puede juzgar o apreciar una
situación u objeto como estético sin necesidad de que esté relacionado a lo artístico. Para ello
plantea el concepto de una ecoestética, con este neologismo se puede entender que con su prefijo
eco evoca a una dimensión ecosistemica de la estética, es decir una relacionada al ambiente o al
ámbito de un ecosistema cultural-natural en el cual se han caracterizado y articulado como estéticos
a los objetos que nos rodean, dependiendo de cada contexto y a una serie de condiciones humanas
y biológicas predeterminas.

Lo artístico acá va más allá, de un hábito hacia un determinado gusto que ejerce la cultura en su
cotidianeidad, y contiene una serie de mecanismos dentro del aparato institucional de las artes
abarcando: la obra artística, la institucionalidad (museos, galerías, ferias, universidades), el mercado
del arte, la historia del arte, la teoría del arte, profesionales del campo (directores de museos,
artistas, curadores, museógrafos, mediadores, el público especializado y no especializado), entre
otros factores que permean este aparato. Todo esto conlleva a una aglomeración de problemáticas
que engloba los mecanismo de producción, distribución y consumo de las obras artísticas
planteados por Acha.

La proyección de una estetología devenía en una solo ambición la de integrar, como afirma en
Nuestra realidad Estética, según Arguello: “veía a la estetología como la salida digna de la historia
del arte y aun como “la salvación” para llevar a buen puerto los estudios sobre arte y estética”
(Arguello, 2019, p. 85) Esta afirmación de Acha se enmarca en un contexto determinado y es el
devenir de una modernidad que se observa a si misma desde un posición crítica, propia del contexto
latinoamericano en el cual muchos proyectos del modernismo progresivo nunca se cumplieron,
nunca su infraestructura fue tangible y operativa como en algunos países de “primer mundo”.
Esta modernidad tardía implica una visión vivencial propia del fracaso de los preceptos modernos
en América latina, ejemplos como las líneas férreas del Caribe y Atlántico, una explotación laboral
paralela con industrias del monocultivo, una arquitectura que se instaura sin considerar el
imaginario local, un imperialismo cultural que devino de, según Acha, un desarrollismo. Todo esto
devino en una re consideración de un despertar de lo nacional, de lo propio. Esto desde la cultura y
la filosofía, a ello se le suman desde la pedagogía y teología de la liberación Paul Freire y Enrique
Dussel, por mencionar algunos ejemplos en otros países de latinoamericanos.

Dentro de la cultura, en este caso las artes y su aparato institucional surge la preocupación de parte
de Acha de ampliar esa visión de historia del arte como cronológica y europeizante a integrar otros
campos de la visualidad y específicamente de las imágenes que conviven en el entramado
latinoamericano de finales de siglo veinte hasta la actualidad. Unas décadas después este mundo
de las imágenes ha sido considerado también por otros autores como los estudios visuales y el
estudio de la cultura visual.

Entre ellos José Luis Brea quien confiere una amplia tesis de lo que implican los Estudios Visuales,
acuñados en varias publicaciones, estos devienen de varios factores como la ampliación del campo
de estudio. Al igual que Acha el estudio de las imágenes ya no se restringe al campo del arte sino
que integra los estudios culturales de las imágenes. Tomando en cuenta otras disciplinas que hacen
uso de la visualidad como herramienta operativa, las imágenes masivas en la esfera popular
consecuencia de la globalización y el capitalismo tardío, la publicidad, imágenes en circuitos de
mediación institucional, entre otras. Poniendo en tela de duda como un supuesto más de la
posmodernidad, la autonomía del arte y sus instituciones. Con esto afirma Brea: “En ese ámbito,
junto con al abierto por toda la estetización y semiotización creciente de los espacios de vida
cotidiana, aflora un territorio cada vez más vasto de prácticas de producción de significado cultural
a través de la visualidad -lo que se ha denominado cultura visual-“(Brea, 2005, p. 19)

Acha décadas anteriores ya indagaba y teorizaba sobre estos preceptos de la visualidad,


específicamente en el contexto latinoamericano. De aquí la importancia de su obra en la actualidad
no solo para contextualizar dichas problemáticas sino para ejercer una autonomía de pensamiento
y con ello la posibilidad de ampliar el arte y conservar sus cualidades libertarias y humanas. Al inicio
de su ensayo Arguello nos comenta sobre las intenciones axiológicas que motivaron a Acha a
formular dichos preceptos teóricos: “perfilo una ciencia del arte que superara los anacronismos,
insuficiencias, y desviaciones de la historia del arte, la sociología y los enfoques marxistas
dogmáticos que tienen por objeto de estudio el arte.”(Arguello, 2019, p, 76)

Con ello Acha propone una amplitud de los estudios de la imagen y su cultura, pero más allá de esto
evoca en un llamado hacia una posición libertaria de frente a la producción, distribución y consumo
de las imágenes que tanto nos dominan, consumimos y condicionan a diario. En cuanto a la
amplitud de una historia del arte, Acha, comenta en su texto Las culturas estéticas de América
Latina: “ Redefinir la historia del arte, significa actualizar sus principios, medios y fines, con la
intención , sobre todo, de liberarla de todo organismo o proclividad de tomar la realidad estética
por una mera sucesión de objetos, cuyos estilos nacen, crecen mueren sin vinculaciones: ni con la
historia del país que los alberga ni con la sociedad que los condiciona” (Acha, 1993, p.13). Acá el
autor decide romper con esta idea de la historia del arte tautológica y cronológica para expandirla
e integrarla a los contextos donde se gestan las obras de arte latinoamericano. Ambos preceptos: el
de un posición política y filosófica ante la cultura estética y la consideración por ampliar el campo
de estudio de la historia del arte deben emerger desde nuestra cotidianeidad para desplazarse
coherentemente hacia los campos de la cultura y la estetología, justo para entender una forma más
humana y contextual de aproximarse a la problemática y no continuar con un emancipamiento
político, cultural y social en que tanto insisten los imperios actuales sobre nuestra cultura estética.

Dicha posición ya previene algunos problemas al incursar dichas investigaciones estéticas, propias
de nuestro contexto, tal cual afirma Acha: “ la vinculación de la religión con nuestras estéticas
nacionales; las relaciones de nuestro sistemas estéticos productores con la idea de identidad
nacional (o latinoamericana) y con la realidad concreta del país; y en nuestras valoraciones en
contraposición con las europeas” (Acha, 1993, p 16). Estas problemáticas van a converger en un
contexto donde la estructura y posicionamiento político en lo que afirma Althusser, los nuevos
aparatos ideológicos del estado van a ser la Educación o Escuela y estos condicionaran los métodos
de producción del capitalismo maduro, mediante procesos de reproducción de patrones sociales.
Empezando claro cuando el pensamiento y la apertura al conocimiento es más abierto a la
experiencia, la educación pre y escolar. Los valores que giran alrededor de la idea de identidad
nacional se fecundan en la educación estatal, de ahí pocos serán los que ingresen a universidades y
muchos menos los que ejerzan un posicionamiento crítico frente a los actuales modelos de
producción no solo del arte, el diseño y las artesanías sino de toda la producción local.

Acha también sigue dejando huella en todas las Universidades del continente, asunto que se recalcó
bastante en su Coloquio, realizado en el aula Magna del CENART. Su labor como docente en acción,
aporto no solo por su capacidad de síntesis en cuanto a sus esquemas tan usados en los estudiantes
de primer ingreso de Artes y Diseño. Según afirma Gutiérrez Chong en su ensayo El maestro Juan
Acha:

“Una de las propuestas fundamentales a la cultura visual y al arte mexicano en lo general por parte
de Juan Acha fue la necesidad de sistematizar constantemente una teoría analítica que permitiera,
desde diversos razonamientos y metodologías, el entendimiento y las interpretaciones más
especializadas de los múltiples procesos del arte mexicano; sin duda, fue uno de los primeros que
lo advirtió de esa manera: que no se trataba solamente de su pasada, fecunda y orgullosa tradición,
como hasta hoy se afirma, sino que era eso y mucho más. Así lo señalaba y precisaba Acha con su
singular lógica deductiva. Su inteligencia visual lo llevó a ser uno de los primeros interesados por la
fotografía “mexicana” y sus otras dimensiones artísticas, que debatía y argumentaba desde su
primigenia concepción entre el objetivo de un registro y el documento como soporte teórico y
conceptual, o su apasionada defensa de los diseños, incluyendo el arquitectónico, por su
importancia cotidiana implícita, y para forjar criterios de gusto por su inmediatez, “gusto”, palabra
y concepto visual que por él entendí y hoy día es materia fundamental por su estrecho vínculo con
la estética en todas la escuelas de arte con las que tengo relación” (Gutierrez,2019, p 73).

Acha sigue siendo uno de los teóricos más importantes para el continente Latinoamericano, su
intención por integrar su teoría de la Estetologia con las prácticas culturales actuales fue coherente
con su labor como docente y como autor de los textos que hoy en día seguimos aplicando a nuestras
prácticas artísticas y culturales.

Вам также может понравиться