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II Jornadas de Sociología:

"Balances y desafíos de una década larga (2001-2015):


aportes y debates desde la Sociología",
Universidad Nacional de Cuyo,
Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, Mendoza.

Diego Heras: dfheras@gmail.com


Fernanda Riquelme: fernandarique77@hotmail.com
Franco Palermo: frankopalermo@gmail.com

Mesa: Sistema Penal y Derechos Humanos.

“Políticas penales para jóvenes en Mendoza.


Tensiones entre el paradigma de protección de derechos y la
profundización del encierro: el caso Cacheuta.”

Introducción
En el presente trabajo nos centramos en el análisis de las tensiones existentes en
el sistema de responsabilidad penal juvenil entre las políticas de protección de derechos
y las medidas punitivas. Ello en el marco de la problemática de sujetos transgresores a
la ley penal y haciendo foco, aunque no limitándonos por entero a ello, en la situación
de los jóvenes menores de 18 años. Hablar de jóvenes en conflicto con la ley en la
provincia de Mendoza nos lleva al análisis de la Dirección de Responsabilidad Penal
Juvenil (DRPJ), su evolución, sus cambios y su estructura. Debemos agregar que dicha
Dirección, perteneciente al Ministerio de Desarrollo Social y Derechos Humanos, es el
ámbito laboral de dos de los autores de este trabajo, por lo que un intento de análisis
involucra también un esfuerzo por repensar las propias prácticas.
Al centrarnos en un análisis sobre políticas, nuestro recorte empírico se focaliza
en la mencionada DRPJ, como ámbito especializado del Poder Ejecutivo, sin embargo
su accionar se encuentra estrechamente vinculado a los dispositivos especializados del
Poder Judicial, concretamente los Juzgados Penales de Menores. Además haremos
referencia a normas legales, antiguas y recientes, a veces contradictorias, por lo que
utilizaremos la expresión Sistema de Responsabilidad Penal Juvenil para referirnos al

1
entramado institucional más complejo vinculado al conjunto de los Poderes del Estado
que atiende, afecta y decide en materia de nuestra problemática.
El motivo de no restringirnos exclusivamente a la problemática de niños y
jóvenes en conflicto con la ley penal se encuentra justificado en un análisis mas amplio
del sistema penal, expresado esto en el título de nuestro trabajo: “caso Cacheuta”. Es
que en el Distrito Campo Cacheuta, del departamento de Lujan de Cuyo, ubicado en el
piedemonte mendocino, el gobierno provincial ha construido un nuevo centro de
reclusión para jóvenes imputables. En dicho emplazamiento funciona desde el año 2007
el Complejo Penitenciario III Almafuerte para adultos, ámbito laboral de otro de los
autores de este trabajo, y se espera para principio del año 2016 la inauguración de una
prisión federal.
El hecho de pretender internar jóvenes en dicho lugar nos parece sintomático de
cierta concepción de la política penal juvenil tendiente a profundizar el encierro, la
incapacitación y a desdibujar la necesaria especificidad de la justicia penal. Proponemos
el abordaje de este conjunto de problemáticas como caso, en función de la hipótesis de
la experiencia que arroja el Penal Almafuerte, la cual será de gran utilidad para prever
escenarios posibles en caso de inaugurarse el centro de reclusión juvenil.
Con este caso, intentaremos -es nuestro objetivo principal- pensar e ilustrar las
tensiones políticas que mencionamos al principio de esta introducción y que pueden
plantearse como tensiones entre paradigmas: el paradigma de protección integral de
derechos, propuesto desde los más diversos ámbitos y plasmado en un conjunto de leyes
y, el paradigma de la situación irregular, del cual haremos referencia a una de sus
características, la tendencia a la inhabilitación de las personas por medio del encierro
dispuesto desde una legalidad que, en el fondo, oculta un poder discrecional en manos
de los funcionarios.
I.- Análisis normativo.
a).- Tratados Internacionales. El giro paradigmático: la privación de la
libertad como último recurso. Prioridad en la aplicación de medidas alternativas.
Durante el siglo XX y, especialmente, en su segunda mitad, se produjeron una
serie de acuerdos internacionales sobre derechos humanos que fueron generando
profundos cambios ideológicos, jurídicos y políticos. Se fue consolidando lo que hoy
denominamos paradigma integral de protección de derechos.
En nuestro ámbito, mencionaremos por su impacto la Convención sobre los
Derechos del Niño (CDN, 1989); las Reglas Mínimas de las Naciones Unidas para la

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administración de justicia de menores (Reglas de Beijing, 1985); las Reglas de las
Naciones Unidas para la protección de los menores privados de libertad (1990); las
Directrices de las Naciones Unidas para la prevención de la delincuencia juvenil
(Directrices de Riad, 1990); y las Reglas Mínimas de las Naciones Unidas sobre las
medidas no privativas de la libertad (Reglas de Tokio,1990). Es posible trazar dos líneas
interpretativas importantes que se vinculan entre sí y que surgen de la lectura de tales
instrumentos: por un lado, se prioriza la aplicación de medidas alternativas a la
privación de la libertad, y por el otro se establece como principio rector en la
administración de justicia que la privación de la libertad debe ser dispuesta como
“último recurso”, luego de haber probado el fracaso de las primeras.
Medias alternativas.
La CDN (art. 40 inc. 4) establece diversas medidas sancionatorias, además de la
privación de la libertad. Precisamente, hace referencia al cuidado, las órdenes de
orientación y supervisión, el asesoramiento, la libertad vigilada, la colocación en
hogares de guarda y los programas de enseñanza y de formación profesional, de modo
de asegurar el bienestar de los adolescentes.
Estas medidas o disposiciones son ampliadas en las Reglas de Beijing (regla
18.1) donde se establecen medidas resolutorias tales como órdenes de prestación de
servicio a la comunidad; sanciones económicas, indemnizaciones y devoluciones;
órdenes de tratamiento intermedio u otras formas; órdenes de participar en sesiones de
asesoramiento colectivo y en actividades análogas y otras. Además, se establece que no
se sustraiga al adolescente de la supervisión de sus padres, a menos que sea
estrictamente necesario (regla 18.2).
Por su parte, el artículo 8 de las Reglas de Tokio prevé las sanciones verbales,
como la amonestación, la represión y la advertencia; penas privativas de derechos o
inhabilitaciones; la confiscación; la suspensión de la sentencia o la condena diferida; la
obligación de acudir regularmente a un centro determinado y el arresto domiciliario.
El derecho internacional coincide en que deberá demostrarse que las medidas
mencionadas son improcedentes antes de disponer de la privación de la libertad, es
decir, que previamente deberá realizarse un cuidadoso estudio (Reglas de Beijing, regla
17.1, inc. b.) que tenga en cuenta el principio de proporcionalidad, el bienestar del
adolescente y los derechos de las víctimas (CDN, art. 37, inc. b y art. 40, inc. 4; Reglas
de Beijing, reglas 5, 17 inc. a) y 19; Reglas de las Naciones Unidas para la protección
de los menores privados de libertad, reglas 1 y 2 y Reglas de Tokio, regla 3.2).-

3
Por lo tanto, conforme lo establecido en los instrumentos legales internacionales
en caso de aplicarse una sanción privativa de la libertad, ésta debe considerarse como
último recurso1 de conformidad con el principio de excepcionalidad (CDN 37b, Beijin
regla 19, Reglas de la habana regla 19). En caso de que la sanción deba ser aplicada, la
misma debe ser armónica con el principio de proporcionalidad (artículo 40.4 de la
CDN), además deben contemplarse las circunstancias del niño, el tipo de delito y la
infracción. Así mismo, en ningún caso debe ser dispuesta en función de criterios de
alfabetización de los niños, y otros criterios tutelares. El espíritu que rige esta norma es:
frente al hecho delictivo tener en cuenta la proporcionalidad entre la falta y la sanción.
Así también, verificados dichos requisitos, la sanción debe tener un plazo de
duración. La CDN en su artículo 37 prohíbe las penas perpetuas sin excarcelación o
capitales. Aplicada la sanción como último recurso y con un plazo determinado, se
suma a ello que en todo caso deberá permitirse la revisión periódica de la privación de
la libertad.
b).-Incidencia en el derecho nacional. Cambios y persistencias.
La reforma constitucional del año ´94 incorporó, a través del artículo 75 inc. 22,
2° cláusula, a tratados internacionales sobre derechos humanos, otorgándoles jerarquía
superior a las leyes, manteniendo incólume la primera parte de la CN en relación a los
derechos y garantías. De este modo el marco jurídico interno se vio modificado debido
al ingreso de normas internacionales que establecen derechos, garantías y obligaciones
que los Estados se encuentran obligados a cumplir, amplificando la protección jurídica
de niños, niñas y adolescentes.
En este anclaje del paradigma de la protección integral en territorio argentino se
produjo una primera manifestación de cambio en el plano legal en el año 2005 (once
años después de la reforma del ´94), la sanción de la ley 26.061 de Protección Integral
de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes, una especie de “reglamentación” de la
CDN. De este modo, dejaron de ser considerados los niños como objetos de tutela del
Estado para pasar a ser sujetos de derechos, no podrían ser judicializados por razones
sociales, económicas o culturales. En los casos mencionados, dichas problemáticas
deberán ser tratadas y resueltas por el Poder Ejecutivo y no por el Poder Judicial.

1 En texto propulsado por el Consejo Federal de Niñez, Adolescencia y Familia el 20 de mayo de 2011,
en la Ciudad de Buenos Aires, acordaron profundizar los compromisos asumidos el 18 de abril de 2008,
en el Acta “Una política respetuosa de los Derechos Humanos para los Adolescentes Infractores de la Ley
Penal”. También en, Regla 19 de Beijing, “El confinamiento de menores en establecimientos
penitenciarios se utilizará en todo momento como último recurso y por el más breve plazo posible.”

4
En este sentido es necesario destacar que la ley 26.061 no es una ley que
modifique o suplante a la vieja ley del régimen penal juvenil, lo cual sigue siendo una
deuda pendiente en nuestro país. Sin embargo, aborda y establece condiciones para el
tratamiento de jóvenes en conflicto con la ley, de forma que las consecuencias de su
implementación en la provincia no tardaron en hacerse sentir. Casi inmediatamente a su
publicación se presentó un Habeas Corpus por medio del cual se ordenó el reintegro de
la libertad para aquellos adolescentes menores de 16 años (inimputables) que se
encontraban internados en DRPJ. Fue el paso hacia una paulatina modificación de las
prácticas judiciales y los criterios por los cuales se privaba de libertad. Paralelamente se
procedió a la creación de los Órganos de Protección de Derechos o Servicios Locales de
Protección de Derechos, con la finalidad de evitar la judicialización generalizada de una
cantidad de situaciones que deben ser resueltas en el marco del Poder Ejecutivo.
No obstante todas las reformas producidas en el marco internacional, no puede
soslayarse que en nuestro país aún persiste legislación proveniente de nuestra última
dictadura militar, nos referimos a la ley 22.278(Publicada en el Boletín Oficial el día 28-
08-80), reformada posteriormente por la ley 22.803 (B.O. 09-05-83), que otorga
amplios poderes a los jueces penales de menores para decidir sobre la internación o no
de un jóven. Se trata de la persistencia de la antigua concepción basada en el
“tratamiento tutelar”, un fuerte resabio del paradigma de la Situación Irregular, en tanto
importa la aplicación de un “Derecho Penal de Autor” contrario al “Derecho Penal de
Acto”, donde este último castiga al individuo por lo que hace a los demás y no por lo
que es o como es en su vida particular. En contraposición a esta ley, la Convención
sobre los Derechos del Niño y las Reglas de Beijing para la Administración de Justicia
de Menores recomiendan la organización de una justicia especializada, flexible y
diversa, para juzgar a las personas menores de 18 años.
La ley 22.278 no sólo es cuestionada por juristas y doctrinarios nacionales, sino
que también ha sido objeto de observaciones críticas y condenas por organismos
internacionales. Se destacan los siguientes aspectos: no posee garantías o límites para
decidir sobre una internación, dotando a los jueces de facultades extraordinariamente
discrecionales, tampoco se establece el límite temporal de una internación. Entendemos
esta ley, en el marco de la herencia de la más cruenta dictadura militar en la Argentina
(1976-1983), es fiel reflejo de aspectos, represivos, punitivos y restrictivos.
Concretamente la Corte IDH interpeló al Estado Nacional a adecuar su
legislación a los tratados internacionales y expuso de este modo su postura y criterio

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respecto de la ley 22.278, estableciendo lo siguiente: “Los artículos 2 y 3 de la Ley
22.278 facultan a los jueces a disponer tutelarmente del niño que incurra en delito,
durante la investigación y la tramitación del proceso, con independencia de la edad que
tenga. No se prevé determinación o limitación temporal para las medidas que,
discrecionalmente, se ordenen sobre los niños infractores de la ley. Según el artículo 4
de esta Ley, al cumplir 18 años de edad, y luego de haber sido sometido a tratamientos
tutelares por lo menos por un período de un año, el juez puede imponer a éstos las
penas previstas en el Código Penal de la Nación, el cual es aplicable a adultos. Este
sistema deja un amplio margen de arbitrio al juez para determinar las consecuencias
jurídicas de la comisión de un delito por personas menores de 18 años, tomando como
base no sólo el delito, sino también otros aspectos como “los antecedentes del menor,
el resultado del tratamiento tutelar y la impresión directa recogida por el juez”2.
c).-La provincia.
La provincia de Mendoza fue una de las primeras en adecuar su legislación al
giro de concepción establecido en los tratados internacionales. Lo hizo mediante la ley
N° 6.354, “Régimen Jurídico de Protección de la Minoridad”, publicada en el B.O. para
fecha 28 de diciembre del año 1995. Ello significó en su momento un avance
trascendental en la República Argentina para la consideración jurídica de la niñez y
adolescencia, en tanto y en cuanto acomodó el procedimiento en materia de Justicia
Penal Juvenil a los parámetros fundamentales de la Convención sobre los Derechos del
Niño, plasmados en los arts. 37 y 40.
Luego de que se sancionara ésta ley provincial, en el año 2005 se sancionó a
nivel nacional la citada ley 26.061, que no entró en vigencia de inmediato en nuestro
territorio sino que se hizo de forma paulatina, debió a que la Suprema Corte de Justicia
de la provincia dictó para fecha 27 de Febrero de 2007 la acordada N° 20.062 mediante
la cual dispuso la “suspensión transitoria de la ley nacional”, hasta tanto se pusieran en
marcha los mecanismos procedimentales para hacerla efectiva.
Otro de los aspectos que indicó la acordada fue la conformación de una comisión
de expertos que fijó los lineamientos de la implementación de la ley y recién entró en
vigencia en nuestra provincia en el año 2008, luego de la firma de un protocolo entre los
poderes Ejecutivo y Judicial. A partir de este año se puso en marcha un sistema bajo la

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Corte Interamericana de Derechos Humanos, “Caso Mendoza y otros vs. Argentina”, sentencia del
14/05/2013.

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orbita de la Dirección de Niñez Adolescencia y Familia, dependiente del Ministerio de
Desarrollo Social de la provincia, cuya cabeza central es el Órgano Administrativo de
aplicación de la Ley (OAL) y los servicios locales de Protección de Derechos. En lo
tocante en materia penal en jóvenes imputables, continuaron siendo los Juzgados
Penales de Menores los órganos facultados para disponer de las sentencias y medidas
reparatorias.
II.- “Nuevos hechos”. Eterna crisis del encierro. El anuncio de Cacheuta.
En el año 2012 surgieron dificultades en la DRPJ relacionadas a las condiciones
de encierro de los jóvenes que quedaron evidenciadas en una serie de motines, lo cual
suscitó la intervención por parte de personal penitenciario provincial en la institución
(sector de “máxima seguridad”). No es nuestro objetivo el análisis de dicha situación,
pero diremos que la política de “mano dura” que la justificó solo generó el
empeoramiento de las condiciones de encierro y del sector intervenido en particular.
Entre los hechos de violencia ocurridos en Octubre de 2012, se destacó mediáticamente
los operadores habían sido heridos en el sector de máxima seguridad y siete fugas
producidas, sin ningún tipo de referencias a los niños que resultaron lesionados o
heridos.
En el marco de dichos acontecimientos y, en busca de una “solución”, se lanza
mediáticamente a principios de 2013, la propuesta del Poder Ejecutivo de construir otra
cárcel para adolescentes en la provincia, alejada del centro urbano o de la metrópoli.
Dicha iniciativa puede entenderse como repuesta a ciertas demandas sociales de “mayor
seguridad” o “mano dura”, debido a que es difícil encontrar otro tipo de justificación.
Como mostramos en los cuadros referidos a población internada y la cantidad de
ingresos (ver Anexo), no había condiciones objetivas de superpoblación ni
hacinamiento en el establecimiento de la DRPJ distintas a las conocidas, o mejor dicho,
las condiciones eran las mismas desde hacía tiempo y no habían variado fuertemente
durante los años previos. En tales circunstancias se entendía que era necesaria la mejora
del establecimiento existente y de las condiciones de internación, pero no era esperable
la propuesta de construcción de un nuevo edificio de máxima seguridad en la misma
zona del penal de adultos.
Después del lanzamiento mediático de la propuesta poco se supo en la provincia
del futuro de la misma, no hubo ningún proyecto que ingresara para ser tratado en la
Legislatura Provincial como hubiera correspondido. Tampoco se produjo ningún
tratamiento de la cuestión en la Comisión Bicameral de Seguridad ni en la Comisión de

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Derechos y Garantías del Senado de la Provincia. No obstante ello, la iniciativa siguió
en marcha de manera sigilosa, se produjo un acto administrativo de trascendencia
concerniente a la licitación de la obra y se inició la construcción, a pesar de las cartas
elevadas al gobernador de la provincia por parte de organismos de derechos humanos.
Mientras que en la DRPJ se dejó de hablar del tema, el cual parecía haber quedado en
una mala idea surgida del apuro.
Sin embargo, a fines del año 2014 se comienza a escuchar que la obra estaba
casi terminada y que era inminente la apertura de la nueva cárcel en Campo Cacheuta,
construida en el término de dos años y con un costo aproximado a los 36 millones de
pesos, con 10 celdas dobles, es decir con capacidad para 20 internos; ello según lo
expresado por autoridades del Ministerio de Desarrollo Social en notas periodísticas.
Este año el jefe de Gabinete del Ministerio de Desarrollo Social y Derechos Humanos se
refirió a la problemática de los jóvenes y la administración del encierro del siguiente
modo: “sacando a los más conflictivos, las instalaciones del ex-Cose podrían pasar a
funcionar como centro semi-abierto”3. intentando con este argumento justificar la
iniciativa. Sin embargo desde el mismo Ministerio no se presentaron proyectos, ni se
produjo ninguna imputación presupuestaria, ni de recursos humanos para avanzar en esa
supuesta “apertura” del establecimiento existente.

a).- La “acción” del poder ejecutivo. La DRPJ: entre el encierro y el trabajo


territorial. Descentralización.
De conformidad con los principios establecidos en los tratados internacionales,
la DRPJ en los últimos años ha generado algunos dispositivos y equipos técnicos
direccionados a consolidar un sistema penal juvenil respetuoso de los derechos
humanos, adecuándose a los estándares previstos en la Constitución Nacional y en la
normativa internacional mencionada, es decir, priorizar la aplicación de medidas
alternativas a la privación a la libertad y utilizar ésta como último recurso. En este
proceso se contó con las directivas y aportes en materia de capacitación de la Secretaría
Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia (SENAF) dependiente del Ministerio de
Desarrollo Social de la Nación.

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En relación a ello la Subsecretaria de Niñez, Adolescencia y Familia, Dolores Alfonso, manifestó que
“la nueva idea para el Sistema de Responsabilidad Penal Juvenil será trabajar en centros con poblaciones
pequeñas y especializadas. Es decir, no recibirá el mismo tratamiento un menor que haya ingresado al
sistema por un homicidio a otro que lo hizo por un tenencia de drogas”.

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Sin embargo, después de los sucesos de fines de 2012, el Poder Ejecutivo optó
por dos respuestas: una, la construcción de una cárcel para jóvenes de máxima
seguridad que tuviera menor repercusión mediática en caso de fugas y motines y, la
otra, la descentralización de la DRPJ de la dependencia de la DINAF. Es decir, se buscó
mayor autonomía y poder de decisión por parte de las autoridades del Sistema Penal.
Estas reformas en la organización del DRPJ, fueron el dictado de leyes y decretos que
modificaron el organigrama institucional, su ubicación, tratamiento y su
funcionamiento.
En este contexto, paradójicamente, fue sancionada la ley 8.550 publicada en el
B.O. para fecha 23/07/2013 y que consta de seis artículos. Uno de ellos trata de la
restructuración de la "Dirección de Niñez, Adolescencia y Familia" (DINAF). La DRPJ
se descentraliza del organismo mencionado, estableciendo que “las relaciones de la
DRPJ con el Poder Ejecutivo, se cumplirán por intermedio del Ministerio de Desarrollo
Social y Derechos Humanos, a través de la Subsecretaría de Familia”. Asimismo en el
artículo 3º establece: “La DRPJ se organizará en tres Unidades de Intervención: a)
Unidad de Medidas Alternativas a la privación de la libertad; b) Unidad de Internación
Juvenil; y c) Unidad de Externación e Inclusión Social y Programa de Protección
Integral de jóvenes infractores inimputables”. Esta ley tuvo por finalidad jerarquizar la
DRPJ en direcciones, dotarla de autonomía presupuestaria, funcionamiento y
tratamiento específico e independiente de otras áreas.
En este apartado no realizaremos una descripción completa de la DRPJ,
queremos mostrar cuáles son sus dispositivos principales y diferenciarlos según la
modalidad de abordaje que está definida en función de si los jóvenes se encuentran
privados o no de libertad. La Dirección posee un dispositivo denominado Unidad de
Internación (UI), donde se albergan jóvenes en infracción a la ley penal privados de
libertad. La población albergada en dicho centro es variable, en la actualidad alrededor
de cien jóvenes (Ver Cuadro N°1 del Anexo). Este centro de reclusión es antiguo y
popularmente conocido en la provincia, de acuerdo a las distintas denominaciones que
ha ido recibiendo “Correccional Reta”, “COSE” (Centro de Orientación Socio
Educativa), Sistema y luego Dirección de Responsabilidad Penal Juvenil (DRPJ) o
simplemente, por facilidad de la sigla, el ex-COSE.
También, es parte de la DRPJ la Unidad de Medidas Alternativas a la Privación
de la Libertad (UMA) creada en el año 2005, que trabaja territorialmente en el
acompañamiento a los jóvenes y a sus familias. Con la creación de dicha Unidad, la

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provincia de Mendoza se puso a la vanguardia en materia de protección de derechos de
jóvenes, generando un dispositivo alternativo a la privación de libertad, para todos
aquellos casos en que la causa judicial no amerite dicha medida excepcional o de última
instancia. El impacto que produjo el nuevo dispositivo fue rápidamente visible,
disminuyendo la cantidad de jóvenes privados de libertad y la cantidad de ingresos a la
Unidad de Internación que pasó de 514 ingresos en 2004 a 360 en 2005 y en los años
siguientes continuó disminuyendo aunque más lentamente (ver Cuadro N°2 del Anexo).
Recientemente, y en el marco de la descentralización de la DRPJ, se creó la
Dirección de Externación y Promoción de Derechos, que al igual que la Unidad de
Medidas Alternativas, realiza un seguimiento y abordaje territorial, solo que con el eje
puesto en los jóvenes que atravesaron un período de internación. Mencionaremos aquí
que el trabajo de acompañamiento territorial a jóvenes que recuperan su libertad tiene su
antecedente en el Programa de Articulación de Redes, que viene funcionando desde el
año 2009, con el objetivo principal de acompañar a los jóvenes en la elaboración y
sostenimiento de un proyecto de vida protector y brindar herramientas para que puedan
mejorar su evaluación de las situaciones de riesgo y en consecuencia disminuir la
reincidencia.
En este corto repaso hemos descripto tres direcciones de línea, una que es un
dispositivo de privación de libertad, otra que trabaja con jóvenes en conflicto con la ley
penal que no han sido privados de libertad, y la tercera cuyo objetivo principal es
trabajar con los jóvenes que recuperan su libertad luego de un período de internación.
Cabe agregar que las condiciones materiales en las que se encuentran albergados
los jóvenes en esta cárcel ubicada en el centro urbano de la provincia de Mendoza son
precarias, toda vez que se trata de un edificio viejo y que cuenta con escaso presupuesto
para su mantenimiento y mejoras. Esta situación ha motivado en los últimos años tres
acciones de Habeas Corpus hacia el Poder Ejecutivo interpelándolo, entre otras
medidas, al mejoramiento de las condiciones de habitabilidad en la que se encuentran
los adolescentes allí albergados.
A grandes rasgos consideramos que Las dos direcciones destinadas al trabajo
territorial representan el esfuerzo institucional de adaptación a los cambios normativos
que se vienen consolidado en nuestro país en las últimas dos décadas y que plantean que
la privación de la libertad de adolescentes debe intentar evitarse y solo puede ser
considerada una medida excepcional y de ultimo recurso.

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b).-La reacción del poder judicial. Habeas Corpus preventivo. La
resistencia es posible.
La pretendida inauguración de la cárcel para adolescentes en Campo Cacheuta,
no se ha podido concretar hasta el momento gracias a un recurso de Habeas Corpus
colectivo presentado por el Procurador de Personas Privadas de Libertad de la
Provincia, la Comisión Provincial de Prevención de la Tortura de Mendoza y la ONG
Xumek. El habeas contó en anexo con varias adhesiones, como un documento elaborado
por trabajadores de la DRPJ con más de 50 firmas y otro redactado por familiares de
jóvenes internados.
Luego de la presentación del Habeas, la resolución de la autoridad judicial
estableció una cantidad importante de condiciones que el Poder Ejecutivo deberá
cumplir antes de poder utilizar el lugar para internar jóvenes. De esta forma, en caso de
garantizar estos requisitos se podrá abrir este centro. Actualmente, los directivos de la
DRPJ han intentado cumplir las medidas impuestas por el Poder Judicial para habilitar
dicho centro.
La cárcel de Cacheuta se encuentra aislada del núcleo urbano de la ciudad, de
manera que los jóvenes se encontrarían aislados, con las consecuencias que ello trae
aparejado para ellos y para sus familias. Las características de esta cárcel son las de un
centro penitenciario de máxima seguridad, similar a las cárceles de adultos en la
provincia. Dos aspectos principales para destacar es que necesariamente se agravará la
situación de los jóvenes allí alojados debido a las irregularidades en la construcción de
las celdas la cuales no cuentan con sanitarios ni acceso a agua; sumado a ello, en el
proyecto de obra, no se previó ningún espacio para la realización de actividades
educativas, culturales, talleres, etc. Existe solamente un espacio abierto para realizar
actividades deportivas.
III.-La contradicción entre las políticas publicas de protección de derechos
y el proyecto Cacheuta.
Como venimos dando a entender, entendemos a este proyecto de nueva cárcel
como un síntoma de la contradicción sostenida entre las políticas que se adecuan al
paradigma de protección integral y aquellas que, al contrario, son expresión de las
inercias y resistencias aún presentes, encuadradas dentro del viejo paradigma de
situación irregular.

a).- Lineamientos de la SENAF

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Intentaremos mostrar ahora cómo los lineamientos impartidos desde el propio
poder ejecutivo nacional, a través de la SENAF, que ha realizado diversas
capacitaciones para el personal de la DRPJ en los últimos siete años, resultan
incompatibles con la iniciativa Cacheuta4. Para ello vamos a enumerar algunas de las
pautas centrales que fueron aportadas desde la Secretaría y en particular de la Dirección
Nacional para Adolescentes Infractores a la Ley Penal5. En negrita enunciaremos
características del proyecto Cacheuta (aún a riesgo de cierta redundancia) de modo que
resulte fácilmente visible el contraste:
1) Cuando se trata de una medida penal, que restringe o priva de su libertad
ambulatoria a un adolescente, debe evitarse que ello suponga la vulneración de otros
derechos como educación, salud, trato digno, fortalecimiento de sus vínculos familiares,
entre otros. La accesibilidad a los derechos deber ser una preocupación constante de
quienes tienen a su cargo la gestión de estos dispositivos.
El establecimiento construido en Campo Cacheuta aún no dispone de
espacio para escuela, talleres ni otro tipo de capacitación. El espacio tampoco
contempla lugar para enfermería u otras instalaciones que garanticen el correcto
acceso a los servicios de salud.
La distancia respecto de las zonas urbanas dificultará seriamente las visitas
de los familiares.
2) Además de garantizar los derechos elementales, se deben implementar
acciones que permitan neutralizar o disminuir los efectos “de-socializadores” que puede
tener la permanencia de un adolescente en una institución total durante un tiempo
prolongado.
La acción de traslado a un centro pequeño y aislado aumentará los efectos
de-socializadores propios de las instituciones totales6.
3) Cuando se habla de accesibilidad a los derechos, la institución debe disponer
de mecanismos eficaces para garantizarlos. Se debe garantizar el derechos a la

4
Tomamos como referencia aquí lo elaborado por trabajadores de la DRPJ en el Documento “La reforma
del régimen penal juvenil” en marzo de 2015.
5
Fichas de Trabajo para los Equipos de los Dispositivos Penales Juveniles, material elaborado por la
Dirección Nacional para Adolescentes Infractores a la ley Penal (2006-2010) dependiente de la
Subsecretaría de Derechos para la Niñez, la Adolescencia y la Familia, q depende de la Secretaría
Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia SENAF – Ministerio de Desarrollo Social de la Nación.
6
El sociólogo Erving Goffman ideó este concepto para designar un “lugar de residencia o trabajo, donde
un gran número de individuos en igual situación, aislados de la sociedad por un período apreciable de
tiempo, comparten en su encierro una rutina diaria, administrada formalmente” (Goffman, Internados,
1961: Introducción). Ejemplos típicos de instituciones totales son las cárceles y los hospitales
psiquiátricos.

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seguridad personal, a la integridad física, psíquica y espiritual; derecho a la salud en
orden al buen estado de salud integral; derecho a la educación, derecho al acceso a la
información pública, derecho a sostener sus vínculos familiares: comunicarse con la
familia y recibir visitas; derecho a solicitar al juez, asesor y defensor de su causa todo
aquello que crea necesario; derecho de defensa, derecho a ser oído, lo que también
incluye el derecho a la apelación de la medida ante una autoridad superior a la del
Centro.
La distancia geográfica y simbólica que supone Cacheuta dificultará la
concreción de estos derechos, tal como lo dijimos en el punto 1. A modo de ejemplo
imaginemos ¿cómo se acreditará la denuncia de un joven ante abusos de
autoridad, o torturas cuando sus defensores se encuentren a mayor distancia?
Todo quedará sujeto al problemático y escaso recurso de movilidad, siempre
dependiente de la coyuntura económica.
4) Respecto a las estrategias de egreso, dado que la aplicación de medidas de
privación de la libertad para adolescentes es último recurso y por el menor tiempo
posible, hay una exigencia técnica ineludible: preparar las mejores condiciones de
egreso desde el primer momento del ingreso a los Centros de Régimen Cerrado.
Preguntamos ¿Se puede estar pensando en el egreso del joven al momento
de tomar la decisión de trasladarlo a un centro de máxima seguridad?
5) El propósito del proyecto institucional en un dispositivo residencial es generar
un cambio cualitativo en la vida de los jóvenes internados a partir de la generación de
aprendizajes y experiencias que permitan fortalecer el pleno ejercicio de su ciudadanía y
la concreción de un proyecto de vida en el seno de la comunidad. Por ello es
fundamental que los agentes del sistema penal interioricen la idea de que la medida de
privación de libertad no implica pérdida de ningún otro derecho.
Es realmente difícil pensar en fortalecer el ejercicio de la ciudadanía desde
el destierro y la invisibilización social.
6) La importancia del ordenamiento de sectores de convivencia según criterios
técnicos: se trata de sustituir progresivamente los sectores homogéneos, determinados
en su composición por incompatibilidades de convivencia entre los internos. El
ordenamiento tradicional de los sectores de internación obedece a criterios de afinidad,
“ranchada” o peligrosidad, que tienden a fijar al joven internado en lo negativo de su
identificación. Se trata de organizar la convivencia de acuerdo a criterios que generen

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procesos positivos de integración horizontal. Este cambio de perspectiva es muy
importante para que el joven pueda responsabilizarse de su propia rehabilitación.
Cacheuta supone justamente la creación de un “sector” aislado y destinado
a una homogeneidad dada por la “suposición de peligrosidad”.
7) Dado el principio de especialidad que supone la gestión de estos dispositivos,
se debe contar con personal capacitado para trabajar con adolescentes infractores. La
capacitación debe ser continua y permanente.
¿Cómo se capacita al personal que supuestamente deberá trabajar con los
internos más peligrosos? Es difícil pensar que en tales circunstancias se refuercen
los aspectos que definen al operador terapéutico. En cambio es de suponer que la
capacitación, al igual que otros servicios como el educativo, sea fácilmente
cooptada por los establecimientos penitenciarios para adultos colindantes.
8) Se debe trabajar para fortalecer los dispositivos alternativos a la medida de
privación de libertad, promoviendo la reducción de las tasas de encierro mediante la
facilitación de la inserción comunitaria de los adolescentes, y mejorar las condiciones
de egreso mediante el trabajo en territorio.
Ni dispositivo alternativo, ni facilidad para la inserción comunitaria, ni
posibilidad de trabajo en territorio. Todo lo contrario.
9) Se propone que “libertad” es contar con opciones, por lo que las instituciones
del sistema penal deben ordenarse de tal modo que restituyan una variedad básica de
opciones para una vida que ha contado con pocas posibilidades de elección. La posición
hegemónica que supone al joven incapaz, irresponsable, peligroso vulnera la finalidad
ética del Estado. Lo que el Estado debe proveer a todos sus ciudadanos,
independientemente de sí han infringido la ley o no, o cuál de ellas, es una cantidad de
opciones básicas para que puedan desarrollar sus proyectos de vida.
En un establecimiento tan pequeño se prevé menos opciones, menos talleres,
menos diversidad que en el actualmente existente. En consecuencia menos
“libertad” y mayor vulneración de la finalidad ética del Estado.
10) Las instituciones que asisten a adolescentes y jóvenes infractores de la ley
penal, deben constituirse en un espacio tiempo presente que garantice los aprendizajes
sociales necesarios para la construcción de un proyecto de vida lo más autónomo
posible en el seno de una comunidad.

14
¿Cómo se podría trabajar técnicamente para ayudar al joven a plantearse
un proyecto de vida autónomo desde el interior de una institución total férrea que
genera un estilo de vida en todo aspecto contrario a la autonomía subjetiva?
Muchos de estos conceptos volcados en las capacitaciones de SENAF son
compartidos por amplios sectores sociales, autores y especialistas que seguiremos
citando. Así, Gomes Da Costa plantea la necesidad de direccionar las prácticas sociales
en el marco de medidas socio-educativas7 que tiendan a reintegrar al joven en su
comunidad y en su proyecto de vida. Por ello, garantizar los derechos de los jóvenes
debe entenderse en el marco de medidas socioeducativas que logren la
responsabilizacion del joven frente a la comisión del delito8 o la infracción de una
norma. Por el otro lado, para que estas medidas puedan tener éxito, los centros de
privación de libertad deben garantizar el cumplimiento de los derechos de los jóvenes
para que sus experiencias no sean estigmatizantes, ni perjudiciales para su integridad
psíquica y física. Al contrario, deberán promover su autonomía y el posible ejercicio de
su ciudadanía.
Lo interesante de este material de SENAF en particular es que proviene
justamente del órgano ejecutivo especializado en la materia a nivel nacional y, sin
embargo, resultan extremadamente contradictorios con el proyecto Cacheuta.
b).-El problema irresoluble de acudir a la noción de peligrosidad
En la línea de los desarrollos que venimos haciendo, vemos que la construcción
de nuevas cárceles se sostiene en ciertos conceptos como “seguridad” y “peligrosidad”
que, aplicados desde una ideología del control social, dan lugar a lecturas como la
siguiente: Los jóvenes de sectores sociales desfavorecidos son peligrosos y/o
delincuentes, por lo que lo más “seguro” es aislarlos de la sociedad, apartarlos,
incapacitarlos e invisibilizarlos.
Dichas construcciones ideológicas quedan efectivamente plasmadas en la
realidad. Así puede constatarse, por ejemplo y en términos generales, que los únicos

7
Entendemos medidas “socio-educativas”, por un lado, “debe ser una reacción punitiva de la sociedad al
delito cometido por el adolescente y, al mismo tiempo, debe contribuir a su desarrollo como persona y
como ciudadano” En Gomes Da Costa, Antonio Carlos. Pedagogía y justicia. Editorial Losada. Buenos
Aires.
8
Entendiendo por delito “todo comportamiento (acción u omisión) penado por la ley con arreglo al
sistema jurídico de que se trate; y teniendo en cuenta que se considera menor a todo niño o joven que, con
arreglo al sistema jurídico respectivo, puede ser castigado por un delito en forma diferente a un adulto”.
En Reglas mínimas de las Naciones Unidas para la administración de la justicia de menores (más
conocidas como Reglas de Beijing), que fueron adoptadas por la Resolución A/RES/40/33, de 29 de
noviembre de 1985. En Perez Vaquero, Carlos. La Justicia Juvenil en el Derecho Internacional.
Publicando en www.derechoycambiosocial.com. ISSN: 2224-4131.

15
jóvenes que son privados de libertad (aunque cada tanto puede aparecer una de esas
“excepciones que confirman la regla”) son los jóvenes de sectores pobres y marginados.
A su historia de marginalidad y exclusión, en relación a su condición de clase, se suma
la estigmatización social y el aislamiento punitivo por parte del Estado. Por lo
desarrollado afirmamos que dicha estigmatización resultaría fuertemente reforzada en
caso de ponerse en funcionamiento el establecimiento Cacheuta. Esto es fácil de
visualizar si consideramos la población actual que se encuentra privada de libertad
(alrededor de 100 jóvenes, según mostramos en la Introducción y en los datos del
Anexo) frente a la capacidad de la nueva cárcel (20 jóvenes) Es decir que del total de
jóvenes internados habría que trasladar solo a algunos, uno de cada cinco
aproximadamente, lo cual plantea un problema de principal importancia: ¿a quiénes
trasladar?, ¿con qué criterios? Nosotros decimos que no puede haber respuesta correcta
a esas dos simples preguntas que no resulte violatoria de la Constitución Nacional. Sin
embargo la respuesta que las autoridades provinciales han hecho pública es que se
trasladará a los más peligrosos 9. La condición de peligrosidad no puede ser establecida
desde criterios técnicos objetivos por tratarse de una construcción ideológica. Luego la
evaluación de qué joven es más peligroso que otros resultará necesariamente subjetiva,
discrecional o caprichosa. Lo más grave es la doble estigmatización que supondría para
aquellos jóvenes que resulten elegidos y trasladados: socialmente serán tratados como el
grupo más peligroso de los peligrosos.
Lo nocivo del encierro10
La experiencia demuestra que los programas socio-educativos que se realizan
fuera del establecimiento penitenciario, resultan más eficaces que aquellos que se
inscriben en contextos de encierro. Este último recurso, suele influir negativamente en
el desarrollo psico-social del adolescente, en tanto que afecta su desarrollo madurativo y
de personalidad al tiempo que lo aísla de su contexto social habitual, agudizando su
estado de vulnerabilidad.

9
“Selectividad a la hora de escoger quiénes serán alojados en el nuevo establecimiento, lo que trae como
consecuencia la estigmatización a causa de esa misma selectividad y etiquetamiento de “peligrosidad”,
violando lo prescripto en el Art. 2.2 de la Convención de los Derechos del Niño (Los Estados Partes
tomarán todas las medidas apropiadas para garantizar que el niño se vea protegido contra toda forma de
discriminación o castigo por causa de la condición, las actividades, las opiniones expresadas o las
creencias de sus padres, o sus tutores o de sus familiares). Las autoridades, como veremos más adelante,
han adelantado que el nuevo establecimiento servirá para alojar a los jóvenes “con mayor conflictividad”.
En articulo “Rechazo a la cárcel para jóvenes en Cacheuta”. Comisión Provincial de Prevención de la
Tortura y otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes. Año 2015.
10
Volvemos a tomar aquí como referencia lo elaborado por trabajadores de la DRPJ en el Documento “La
reforma del régimen penal juvenil” en marzo de 2015.

16
La formación de la personalidad del individuo tiene su etapa de mayor
intercambio con el contexto socio afectivo en la edad de la adolescencia, dado que se
manifiesta un proceso de identificación con modelos diferentes a los paternos y la
búsqueda del “anti modelo” en el proceso de formación de su propia identidad. En esta
etapa concluyen algunos elementos de formación de los que en la vida adulta será la
personalidad. Vivir o transitar esa etapa en un contexto de encierro condiciona
necesariamente esta estructuración, con las ya demostradas consecuencias psicológicas,
sociales y contextuales que produce el aislamiento tanto afectivo, como social y
sensorial en la formación de la personalidad. Esto último agrava la exclusión social y la
desvinculación del contexto.
Volviendo al concepto de institución total, un edificio carcelario pequeño,
diseñado desde el concepto de máxima seguridad y aislado de todo contexto urbano, se
constituye en un modelo extremo de ello. Las dificultades o, lisa y llanamente la
imposibilidad de trabajar terapéuticamente y en dirección a la habilitación social de
personas en una institución total han sido profusamente investigadas y expuestas por la
sociología y la psicología en general.
Las instituciones totales generan etiquetamiento negativo y estigmatización. Es
sabido, como figura en Las Directrices de las Naciones Unidas para la prevención de la
delincuencia juvenil (las llamadas Directrices de Riad), que la Asamblea General adoptó
y proclamó en su resolución 45/112, de 14 de diciembre de 1990, que calificar a los
jóvenes como “extraviados, delincuentes o pre-delincuentes contribuye a menudo a que
desarrollen pautas permanentes de comportamiento indeseable”. Ello sucede porque, en
un segundo momento dichas etiquetas estigmatizantes son pasibles de ser reivindicadas
positivamente por el propio adolescente, dando lugar a lo que se conoce en sociología
como “profecía auto cumplida”.
IV.-La experiencia de la “distancia”. El Complejo Penitenciario III
Almafuerte.
El Complejo Penitenciario III Almafuerte fue inaugurado en el año 2007, en sus
comienzos, fue diseñado con finalidad poder materializar la concepción de corrección
del “criminal”, como un “modelo de prisión resocializadora”, orientada a la
“recuperación del individuo”, intentando cumplir con las exigencias de la ley 24.660 y
Reglas Mínimas para el Tratamiento de los Recluso.

17
No obstante su reciente creación recientemente fueron otorgadas por la
Comisión IDH Medidas Cautelares11 respecto del funcionamiento del Complejo
Almafuerte, lo que constituye un indicador que refleja el distanciamiento de la idea
inicial de “corrección” y su inclinación hacia la “incapacitación o bloqueo de las
personas”12. En la resolución de la Comisión se pone de relieve varios hechos: la
superpoblación y el hacinamiento, las condiciones de vida inhumanas de los presos y el
ejercicio de la violencia. La intervención de la Comisión IDH puede ser visualizada
como un claro distanciamiento de las normas legales y las concepciones originarias en
relación a dicho complejo penitenciario.
En el Complejo Almafuerte comienzan a producirse modificaciones que
evidencian tensiones en el paradigma de protección de derechos y se inclinan hacia la
profundización del encierro13. Así: a) Superpoblación y hacinamiento: 1200 personas
actualmente privadas de libertad cuando fue creado para 600 personas; b) Cupos de
trabajo y Educación: la población aumentó y los programas de tratamiento poseen la
misma capacidad; c) La creación de estrategias adaptativas que se apartan de lo
disciplinario y se acercan más a la incapacitación o a la declaración abierta del
abandono de la idea de resocialización: esto se refleja con la creación de la “Junta” de
Alto Riesgo14 en el seno de los programas de tratamiento. Esta junta, que es un equipo
interdisciplinario, implica aceptar que aquello que no se puede corregir o normalizar, se
debe gestionar; d) La presencia de la sectorización en todo el establecimiento como
forma moderna de aislamiento, no tanto por corrección, sino más bien por
neutralización, como forma de “gestión de poblaciones riesgosas”, “regulación de la
población”, un indicador del apartamiento de la disciplina, de la supuesta “mejora”, y
más cerca del aniquilamiento y degradación.
a).-La distancia. Desplazamiento y tendencias. Desplazamiento del escenario
del castigo.
Del suplicio en la economía del castigo tradicional a las prisiones urbanas en la
economía política del castigo liberal, economía del poder de castigar, castigar mejor y
universalmente. Del acto público al acto privado, administrativo, así fue la

12
Las medidas cautelares N° 35-14, por resolución N° 17/15 en fecha 14/05/2015, denominada “Asuntos
Complejos Penitenciarios Almafuerte y San Felipe de Argentina”.
13
Entendiendo que tanto el Paradigma de Protección de derechos, como el paradigma de la situación
irregular incluyen a jóvenes y a niños, en este caso, aclaramos que las tensiones son entre modelos de
protección de derechos o de respeto hacia los derechos de las personas privadas de libertad y la violación
hacia esos derechos.
14
La idea de alto riesgo debe ser asociada a la peligrosidad y también a la de arbitrariedad.

18
transformación de la pena. Pero la prisión siempre ocupó lugares significativos o
centrales en las sociedades y hasta particulares estéticas de diseño y arquitectura.
Actualmente la tendencia a erradicar las prisiones de los centros urbanos
situándolas a distancias considerables no implica una transformación de la pena (ya que
sigue siendo la prisión el castigo), pero si una transformación del modo en que se
ejecuta la pena. Partimos de la base de que el aislamiento o distanciamiento social
facilita el uso indiscriminado y con escaso control de los poderes estatales.
El castigo a los familiares puede ser visualizado como un castigo que va más allá
del cuerpo del recluso, la producción de un dolor intencional a los familiares por el
costo que implica el traslado, el tiempo que insume, y a su vez, el aislamiento social que
facilita la aplicación de vejaciones al momento del ingreso, tanto como la irracionalidad
y el aumento de las restricciones.
Actualmente esta tendencia se visualiza en nuestra provincia con la
concentración de la punitividad en el Distrito Campo Cacheuta, departamento de Lujan
de Cuyo, piedemonte mendocino, en absoluta soledad, lo cual implica una distancia
significativa en relación a los sectores de donde provienen la mayoría de las familias de
los reclusos.
En suma, la construcción de Almafuerte en el año 2007, la cárcel para jóvenes
en el año 2015 y próximamente la prisión federal, ejemplifica la intención planificada
del Poder Ejecutivo de construir una zona penitenciaria en Cacheuta. Esto ultimo,
simbolizado con el anuncio del gobernador en julio del año 2013 de la construcción de
un barrio penitenciario en Agrelo, distrito vecino de Campo Cacheuta. Nos
preguntamos, entonces, ¿es posible que este distrito se convierta en un tiempo no muy
lejano en una Ciudad Penitenciaria?.
b).-“Nuestro presente”. Pretendidas interpelaciones.
En este sentido cabe destacar que se habla mucho de lo que “les pasa” a los
presos y a sus familiares en relación con la distancia, pero se dice poco de “lo que nos
pasa” con este tipo de políticas, es decir, que implicancias tienen estas políticas de
aislamiento y de disciplinamiento en nuestros quehaceres diarios. Esto último ha podido
ser experimentado por uno de los integrantes de este escrito que trabaja en Complejo
Almafuerte. Alguna de las consecuencias en las intervenciones técnicas ya visibles, son:
-La escasa frecuencia de las visitas necesarias para tratar de aportar cambios
orientados a la reducción del daño.

19
-Las visitas de los equipos técnicos se han tornado esporádicas, no sistemáticas,
dispersas y no coordinadas con otros organismos, muchas veces se reiteran los lugares y
no se cubren todos los espacios.
-Dificultad en la construcción de la información. Esta situación trae dificultades
en la construcción de datos, en el acceso a la información, en la circulación de la misma.
-Se suma a ello, la creación de hace unos años del “sistema de videoconferencia”
utilizado por Defensores Oficiales del fuero provincial, sistema que tiene por fin evitar
la concurrencia a los establecimiento penales, despersonalizar el trato y aumento de la
atención telefónica, lo que a su vez ha contribuido a una significativa disminución de las
visitas y monitoreo de los centro de detención.
Ante esta posible ”Ciudad Penitenciaria” la cual no sólo agrava la situación de
los reclusos, jóvenes y familiares sino también nuestra prácticas profesionales con
respecto a garantizar la protección y el cumplimiento de los derechos de las personas
allí albergadas, cabe preguntarse qué pasará con las defensorías oficiales y los
organismos de protección de derechos de personas en contexto de encierro: a) ¿Se
privilegiará en un futuro más o menos inmediato la atención telefónica, por video
conferencia por sobre la atención personal?; b) ¿Permaneceremos en los centros urbanos
“alienados” de la Ciudad Penitenciaria?, c) ¿Atención primaria por medio de
videoconferencias o llamadas telefónicas?, d) ¿el trabajo con números duros como
estadísticas?, e) ¿Hacia un “call center” de protección para presos y familiares?. La
tendencia a una “virtual protección”.
Y finalmente: ¿podemos ignorar esta experiencia acumulada y dejar que suceda
algo similar en el régimen penal para niños, adolescentes y jóvenes?

Conclusiones:
En el plano legal, se puede afirmar que existe un desparejo o distorsionado
anclaje del paradigma de protección integral en nuestro país, su adopción mediante la
ley 26.061, y con anterioridad a nivel provincial mediante la ley 6.354, pero también la
tozuda y fuerte persistencia de la vigente la ley 22.278. A treinta años de la aparición
del giro del paradigma positivizado en los textos internacionales aún queda mucho por
recorrer. La necesidad de una reforma legal que ponga límites a la actividad de los
jueces y establezca un proceso rodeado de garantías para los jóvenes igual o más que
para los adultos, ello especialmente en el marco de la ley 22.278. El uso de otra
terminología también puede generar o producir nuevas percepciones y representaciones

20
de la problemática más acorde con el tratamiento que se espera del paradigma
emergente.
Los plexos normativos analizados en este trabajo instan a que sea
imprescindible avanzar en la reforma del régimen penal juvenil en el país, de manera
que se posibilite la integración social del adolescente en la comunidad de un modo
constructivo, que implique el uso de las sanciones privativas de la libertad como último
recurso, derogar las facultades de disposición tutelar que poseen actualmente los jueces
Penales de Menores y establecer sanciones especiales y diferenciadas para los
adolescentes responsables de la comisión de un delito. En este sentido, consideramos
indispensable la sanción de una nueva ley de justicia penal juvenil, teniendo en cuenta
la necesidad de adoptar una norma sustantiva que reemplace el viejo Régimen Penal de
la Minoridad, cuya importancia radica en la regulación de aquellas cuestiones de fondo
que no pueden ser previstas por las normas provinciales.
No obstante ello, y más allá de la dialéctica fracaso-reforma de toda reforma
legal, en el plano de las políticas y prácticas institucionales es posible visualizar la
mutación de las mismas a pesar de la persistencia del antiguo régimen legal basado en el
paradigma de la situación irregular. Es decir, la creación de la Unidad de Medidas
Alternativas en el año 2005 constituyó un paso significativo en nuestra provincia
tendiente a direccionar las políticas públicas y el sistema judicial juvenil en
cumplimiento con los principios internacionales que proclaman un mayor uso de
medidas alternativas y la utilización de la privación de la libertad a casos excepcionales.
Si bien aún resta mucho por transitar, resulta indudable la influencia que ejerció este
tipo de programa en la disminución de los niveles de dolor o encierro tal como se
observa del gráfico dos en el año que fue puesto en vigencia. En fin, su creación es
prueba evidente de que las políticas institucionales pueden ser modificadas sin la
necesidad de reformas profundas a nivel nacional o provincial.
Más cerca de nuestro presente, puede observarse ciertas contradicción en torno a
los paradigmas propuestos de análisis en la confección de políticas de Estado, que dejan
entrever que en este pretendido “hacer o soluciones inmediatas” que proclaman los
actores políticos se observa claramente la “falta de un saber qué hacer”. Esto puede
corroborarse fácilmente con dos medidas adoptadas que se contraponen entre sí. Por un
lado la construcción de un establecimiento de encierro con características más similares
a una prisión que a un espacio de internación, e incluso se trata de una prisión deficitaria
debido a la falta de espacios de tratamiento y las condiciones de alojamiento de las

21
celdas. Pero por otro lado, y paralelamente a ello, se promulgaba la ley 8.550 que
descentraliza a la DRPJ, jerarquiza a la misma dotándola de autonomía y autarquía
financiera, lo que implica del algún modo el cumplimiento del principio de especialidad
en el marco de la problemática penal juvenil, el que no solo debe llevarse a cabo en el
ámbito de la legislación existente o en un proceso penal, sino también en la
organización política institucional. De este modo puede pensarse que las últimas
respuestas políticas que emanan del Poder Ejecutivo en relación a los conflictos que
suscitan con los jóvenes en conflicto con ley penal están marcadas por ciertas
reacciones de tipo histéricas ante los hechos que adquirieron notoriedad en el año 2012
Y la pregunta que queda flotando es cuál de estas iniciativas va a ser fortalecida,
financiada, priorizada, puesta efectivamente en marcha
Frente a ello, debemos destacar que la puesta en marcha de una nueva cárcel
resulta antagónica a la integración social del adolescente en la comunidad de un modo
constructivo y contraproducente al trabajo técnico que se viene realizando en los
programas de medidas alternativas a la privación de la libertad, acorde al cambio de
paradigma de protección integral en ruptura con el paradigma de situación irregular. En
este sentido si bien es necesario el mejoramiento de las condiciones de internación de
los jóvenes, creemos conveniente no el alejamiento de su familia y comunidad sino el
acercamiento, siendo una posibilidad la regionalización del centro de detención exCose
en pequeñas unidades y distribuidas en zonas cercanas a su centro de vida.
Una unidad aislada físicamente del sistema penal responde a una concepción
estática de seguridad que se centra en el control físico de los residentes y la idea de
contención como eje central, la que es un obstáculo insalvable para ajustarse a la
normativa y legislación vigente, e impide llevar adelante el Proyecto Institucional,
ubicando siempre a los agentes en situaciones de riesgo más o menos graves de sufrir
daños, transgredir normas o ser sancionados. Esto claramente evidenciado en el caso
Almafuerte.
En este sentido se puede observar tanto a nivel nacional como provincial ciertas
continuidades y discontinuidades sobre el anclaje del paradigma de protección de
derechos, lo que permite visualizar de algún modo sobre la ausencia de una política de
Estado que organice y planifique más allá del color de turno. Ante la falta de
consolidación de este nuevo paradigma, Paradigma de protección integral, se observa
cíclicamente en la Dirección de Responsabilidad Penal Juvenil, procesos de
cristalización de viejas prácticas, aggiornadas en “viejos” paradigmas como el de la

22
situación irregular. Esto es visualizado en la cárcel de Cacheuta como intento de
cristalización de las “viejas” prácticas ligadas al encierro, la discrecionalidad en el uso
del poder punitivo y la estigmatización de adolescentes.

ANEXO
Cuadro N°1
Medias mensuales y anuales de presentes. Unidad de Internación. DRPJ período
2007-2014 y primer trimestre 2015
Año/mes Ene Feb Mar Abr May Jun Jul Ago Set Oct Nov Dic Media Anual
2007 140 154 142 128 146 143 142 144 139 150 140 135 142
2008 131 161 165 168 165 154 149 131 117 104 103 94 137
2009 95 100 98 108 116 122 111 121 126 123 124 110 113
2010 100 117 122 130 127 133 121 119 113 116 108 89 116
2011 75 81 87 92 96 97 91 88 95 101 98 90 91
2012 82 85 84 91 101 100 101 110 115 119 127 107 102
2013 100 92 93 94 103 103 100 101 93 79 73 65 91
2014 63 75 84 83 89 76 65 77 83 78 85 64 77
2015 74 84 94

23
Cuadro N°2
Cantidad de ingresos y reingresos por año. Unidad de Internación. DRPJ
período 2004-2014

2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013 2014
Ingr. primarios 274 137 205 166 148 163 135 162 197 134 144
Reingresos 240 223 120 127 116 70 74 65 71 78 67
Total 514 360 325 293 264 233 209 227 268 212 211

Gráfico N°1

Ingresantes al DRPJ según condición de ingreso.


Período 2004-2014
300
274

250 240
223
205
197
200
166 163 162
148 144
150 137
127
135 134 Ingr. primarios
120 116
Reingresos
100 78
70 74 71
65 67

50

0
2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013 2014

Gráfico N°2

24
Total de ingresos por año

600
514
500

400 360
325
293
300 264 268
233 227
209 212 211
200

100

0
2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013 2014

Bibliografía:
-Amicus Curiae. Perez Esquivel, Adolfo y Aldo Etchegoyen. Comisión Provincial por
la Memoria de la Provincia de Buenos Aires. En Habeas Corpus Preventivo Colectivo-
Jóvenes Privados de la libertad. Autos N°69/15. 16 de Marzo de 2015.

- Articulo elaborado por Trabajadores de la Dirección de Responsabilidad Penal Juvenil.


La reforma del régimen penal juvenil. Anexado al habeas corpus presentado por “Caso
Cacheuta”. Marzo 2015.

-Comisión Provincial de Prevención de la Tortura y otros tratos o penas crueles,


inhumanos o degradantes. Rechazo a cárcel para jóvenes en Cacheuta. Año 2015.
Disponible en: http://www.fcp.uncu.edu.ar/upload/rechazo-a-carcel-en-cacheuta-
mendoza-cppt.pdf.

- Consejo Federal de Niñez, Adolescencia y Familia el 20 de mayo de 2011. Ciudad de


Buenos Aires. Con base en Acta: Una política respetuosa de los Derechos Humanos
para los Adolescentes Infractores de la Ley Penal. 2008. Disponible en:
http://www.desarrollosocial.gob.ar

25
- Fichas de Trabajo para los Equipos de los Dispositivos Penales Juveniles. Material.
Dirección Nacional para Adolescentes Infractores a la ley Penal (2006-2010).
Subsecretaría de Derechos para la Niñez, la Adolescencia y la Familia. Secretaría
Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia SENAF. Ministerio de Desarrollo Social de
la Nación.

- Goffman, Erving. Internados, 1961: Introducción.

- Gomes Da Costa, Antonio Carlos. Pedagogía y justicia. Editorial Losada. Buenos


Aires.

-Habeas Corpus Preventivo Colectivo-Jóvenes Privados de la libertad. Procurador de las


Personas Privadas de Libertad, miembros de la ONG Xumek: miembros del Comité
local para la prevención de la tortura y otros tratos crueles, inhumanos y degradantes.
Autos N°69/15. 16 de Marzo de 2015.

-Manual sobre “Derechos de niñas, niños y adolescentes. Seguimiento de la aplicación


de la Convención sobre los derechos del niño. Justicia Restaurativa en el Sistema de
Responsabilidad Penal Juvenil: conceptos, perspectivas y mecanismos procesales para
su implementación”. Secretaría de Derechos Humanos. Ministerio de Justicia,
Seguridad y Derechos Humanos de la Nación. Buenos Aires. Enero de 2010.

- Perez Vaquero, Carlos. La Justicia Juvenil en el Derecho Internacional. Publicando en


www.derechoycambiosocial.com . ISSN: 2224-4131

-Instrumentos internacionales sobre Derechos de la Niñez:


Convención sobre los Derechos del Niño de las Naciones Unidas (1989)
Comité de los Derechos del Niño Observación General No. 10 (2007) sobre “Derechos
de los niños en la justicia de menores”.
Directrices de las Naciones Unidas para la Prevención de la Delincuencia Juvenil:
Directrices de Riad (1990).
Reglas mínimas de las Naciones Unidas para la Administración de la Justicia de
Menores: las “Reglas de Beijing” (1985).

26
Reglas de las Naciones Unidas para la Protección de los Menores Privados de Libertad
(1990).
Resolución 1997 / 30 de las Naciones Unidas – Administración de la justicia de
menores: las “Directrices de Viena” (1997).
Directrices sobre la justicia en asuntos concernientes a los niños víctimas y testigos de
delitos, resolución del Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas 2005/20

27

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