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91-105
POLÍTICAS DE LA HOSPITALIDAD*
HOSPITALITY POLICIES
Resumen
“Políticas de la hospitalidad” presenta una reflexión sobre el don, la ofrenda y el perdón,
en referencia con la relación de comunidad que el estar-con-otro-en-el-mundo inaugura,
en la experiencia de las relaciones de alteridad en el tiempo del encuentro en la contem-
poraneidad, donde la hospitalidad, en tanto comprensión de la responsabilidad para con
el otro, conlleva la vivencia de una política de la diferencia.
Palabras clave
Alteridad, política, desconstrucción, comunidad, diferencia, responsabilidad.
Abstract
“Hospitality Policies” presents a reflection on gift, offering and forgiveness regarding the
community relationship that being-with-other-in-the-world inaugurates, in the experience
of otherness relationships in the time of the meeting in the contemporary world, where
hospitality, while understood as the responsibility for one another, brings the experience
of a politics of difference.
Key words
Otherness, politics, deconstruction, community, difference, responsibility.
*
Artículo de investigación para este número monográfico.
**
Docente Facultad de Humanidades y Filosofía, Universidad de Nariño.
92 MARIO MADROÑERO MORILLO
Hace algunos años, el encuentro con Emma- Toda civilización que acepta el ser,
nuel Lévinas se produjo a partir de Derrida; la desesperación trágica que com-
el ensayo que dedicara al pensamiento de porta y los crímenes que justifica,
Lévinas y la preocupación por una intangible merece el nombre de bárbara. Desde
responsabilidad para la filosofía serían, para entonces, la única vía que se abre
ese momento, cuestiones que abrirían posi- para dar satisfacción a las exigencias
bilidades inauditas para la comprensión que legítimas del idealismo sin entrar
sobre ésta se daba. Años después, en Tumaco, no obstante en sus procedimientos
en las márgenes de un curso sobre lectura y habituales es medir sin temor todo
escritura, el encuentro se produjo otra vez y el peso del ser y su universalidad,
en momentos en los que el desaliento para reconocer la inanidad del acto y del
con la filosofía provocaba algo más que un pensamiento que no pueden hacer las
impoder pensar. Las palabras de Lévinas veces de un acontecimiento que en la
expuestas en Totalidad e infinito provocarían consumación misma de la existencia
la singular experiencia del pensar que el en- rompe esta existencia, acto y pen-
cuentro con otro dona en la exterioridad de samiento que, por consiguiente, no
la relación misma, y que permite comprender deben enmascararnos la originalidad
la hospitalidad como lugar en el que lo que de la evasión. Se trata de salir del ser
Lévinas propone como una “desnucleación por una nueva vía corriendo el riesgo
del mundo sustancial del Yo” (Lévinas, de invertir algunas nociones que al
1987, p. 216) corresponde a lo inaudito de sentido común y a la sabiduría de las
la responsabilidad del encuentro en el que la naciones les parecen más evidentes
evasión conlleva comprender la responsabili- (Lévinas, 1999, p. 117).
dad también inaudita de una hospitalidad sin
reservas. Como recuerda Derrida: Cuestión que permite diferenciar la épica del
ser y la profética de la alteridad en la peregri-
En esta profundidad es donde nos nación y paso en un “humus apaciguado no
haría temblar el pensamiento de sobre un suelo, sino alrededor de un volcán
Emmanuel Lévinas. En el fondo de más antiguo” (Derrida, 1989, p. 112), que en
la sequedad, en el desierto que crece, la ex-cedencia ética conlleva el encuentro con
este pensamiento que no quiere ser otro: “Sin intermediario y sin comunión, ni
ya, en su fundamento, pensamiento mediatez, ni inmediatez, tal es la verdad de
del ser y de la fenomenalidad, nos nuestra relación con el otro, la verdad ante
hace barruntar una desmotivación y la que el logos tradicional es para siempre
una desposesión inauditas (Derrida, inhospitalario” (Derrida, 1989, p. 123).
1989, p. 112).
Las paradojas del deseo en el tiempo del
Desposesión que, en la subversión y revo- encuentro soportan la experiencia de la se-
lución del pensar, provoca la apertura de la paración del ser, su cesura, que en el silencio
memoria en la desconstrucción de la presen- precipita la comprensión de la discreción de
cia, el ser, el mundo, el otro y que conlleva la singularidad en la acogida del levantamien-
en la remoción ontológica fundamental que la to de la presencia. La anástasis del tiempo
constituye una vivencia que desborda incluso del encuentro hace solícito el temblor del
el éxtasis de la comprensión de la libertad en pensar y la memoria presente por ejemplo en
tanto hecho de razón y que permite a Lévinas el saludo, el santo y seña, como schibolett de
proponer por ejemplo que: la despedida, tras el con-tacto con lo imposi-
ble y que se presenta en la experiencia –que provoca una relación entre singularidades
desborda la dimensión erótico-ontológica– de entre la moción de la evasión del ser, que
la relación de alteridad en una comunidad. Vi- sin reducirse a una necesidad infundada en
vencia de tal experiencia ética del encuentro la carencia, va a desobrar la necesidad de
que se puede apreciar en la escritura de Paul conservación misma, al provocar en ésta
Celan, al exponer que: una abertura:
con otro provoca y que en la “fisión del nudo El lugar del encuentro sería entonces el
‘misterioso’ de la ‘interioridad’”(Lévinas, espaciamiento del tiempo, intervalo que se
1987, pp. 216-217), responde a la deuda presenta en el saludo, santo y seña de una
comunitaria, en la exposición de una poética despedida de la historia de la presencia, en la
del encuentro que se vivencia en el intervalo que el don conlleva un compartir el tiempo en
de la creación, y que en la fluxión y fluctua- la ex-posición al otro, la naturaleza, el mundo,
ción temporal propuesta en la anacrusis del ya no como emplazamientos del ser, sino
estar-con-otro, en la hospitalidad vivida como como lugares de partición y expropiación,
cruce de caminos, permite decidir la acogida; en los que la “gozosa errancia del graphein”
de esta manera la interrogación se ahonda, (Derrida, 1989, p. 402) desborda la huella
pues ¿qué conlleva acoger a otro, en la di- en la apertura del designio, en la vivencia
mensión singular del encuentro? ¿Y cómo del testimonio. La exposición heteroestésica
hospedar a otro sin las reservas que la lógica de tal vivencia conlleva la comprensión de
de la inmunidad expone en una relación la corporeidad fuera de las márgenes que la
que desconstituye la soberanía de la razón? lógica del sacrificio impone, pues en el ‘dar a
Pues como designa Lévinas, la moción de la manos llenas’ el desborde de la vacuidad, del
‘desnucleación del mundo substancial del Yo’ nihilismo, por la remoción de infinito que se
provoca una apertura singular de la identidad: precipita en la apertura del éxtasis de la pre-
sencia en el reconocimiento, despliega el ser
El sujeto se aliena en la responsabi- fuera de límites, en la evasión. “Salir del ser
lidad dentro de los trasfondos de su por una nueva vía” implicaría este moverse
identidad con una alineación que no singular que la comprensión de la alteridad
vacía al Mismo de su identidad, sino ofrece en la vivencia de un encuentro en el
que lo constriñe con una asignación presente en comunidad, en el que habitar
irrecusable, lo constriñe como perso- poéticamente en la tierra conlleva convivir en
na a la cual nadie podría reemplazar. el exilio y el desplazamiento, un nomadismo
La unicidad como algo fuera del del pensar y el ser que desborda el lugar del
concepto, psiquismo en tanto que ser y que en su indirección y desorientación
grano de locura, el psiquismo ya extática permite experimentar la dislocación,
como psicosis que no es un Yo, sino el fuera de sí, en la remoción de presencia e
yo bajo la asignación. Asignación a identidad, en la intempestividad del estar de
la identidad para la repuesta propia cuerpo presente con otro.
de la responsabilidad en medio de la
imposibilidad de hacerse reemplazar Al final del Zaratustra, en el mo-
sin carencia. A este mandamiento mento del “signo”, cuando das Zei-
mantenido sin relajo sólo puede chen Kommt (cuando sobreviene),
responderse “heme aquí”, donde el distingue Nietzsche, en la mayor
pronombre “yo” está en acusativo proximidad, en un extraño parecido
declinado previamente a toda decli- y una complicidad última, en la
nación, poseído por el otro, enfermo, víspera de la última separación, del
idéntico. Heme aquí: decir propio gran Mediodía, al hombre superior
de la inspiración que no es ni el don (höherer Mensch) y al superhombre
de bellas palabras ni de cánticos. (Übermensch). El primero es aban-
Constricción a dar a manos llenas donado a su angustia con un último
y, por consiguiente, a la corporeidad movimiento de piedad. El último
(Lévinas, 1987, p. 217). –que no es el último hombre– se
despierta y parte, sin volverse hacia forma que escribir no significa detenerse en
lo que deja tras de sí. Quema su texto la meta, sino sobrepasarla sin cesar (Jabes,
y borra las huellas de sus pasos. Su 1990, p. 321). Como la escritura entre dos
risa estallará entonces hacia una resurrecciones que Derrida propone desde sí,
vuelta que ya no tendrá la forma de más allá y más acá, como Zaratustra al borde
la repetición metafísica del huma- de la danza, entre dos eternidades; frente al
nismo ni sin duda en mayor medida, advenir más abismal, ante el que la risa ex-
“más allá” de la metafísica, la del presa el ánimo del hálito redoblado de quien
memorial o de la custodia del sentido se levanta otra vez, cada vez y la única, en la
del ser, la de la casa y de la verdad. resurrección diseminada, en la que el tiempo
Danzará, fuera de la casa, esta aktive de toda contemporaneidad se desmembra,
Vergeszlichkeit, este “olvido activo” ya que el spiritus o logos, en la instancia
y esta fiesta cruel (grausam) de la propiamente humana de la pneumatología,
que habla la Genealogía de la moral desarticula la palabra en la voz del corazón
(Derrida, 1989, pp. 173-174). que, en cada latir, escribe en el aire mismo
lo otro que la provocación de escritura dona,
La remoción de sí en la danza del ser ‘fuera pues es la transmutación y metamorfosis del
de la casa’, en el tiempo de la moción de aire, del aliento la que expresa en un soplo la
lo infinito, ex-pone el ser inspirado que, en apertura del signo, del enigma, de la visión,
el desahogo de sí, del peso que la totalidad de la imagen que conjura, evoca y celebra un
precipita sobre su contemporaneidad, res- canto que, en la risa, abre los oídos a son de
ponde al otro en el encuentro de gestos que tambor batiente; cuando el latir de un cora-
desbordan la mímesis de la representación, zón hace que la lengua vibre y el soplo del
en la apertura de la remembranza, al mostrar canto evoque la presencia de palabras que,
ahí lo otro de la anamnesis, lo que borra el en la desarticulación esencial de las lenguas,
registro por el movimiento que la provoca- diga lo inaudito entre dos eternidades, en un
ción de la danza-escritura instaura tras la instante de gracia.
disolución de la memoria por la saturación
y sobresignificación de lo oído, de lo que Este pensamiento del don excesivo,
dicho contramarca y sella en la archiescritura, del agradecimiento imposible o del
que clausura el tiempo del aparecer de una mercado aneconómico no es quizá
voz, de una palabra, de una forma, de una tan ajeno, en el fondo, al núcleo de
figura, de una imagen en el corazón de la pro- cuestiones que nos reúnen durante
vocación misma de voces a corazón abierto, esta década. Por último, este don
sin coartada y a “cuerpo descubierto”, en la –sépanlo ustedes– me llega al cora-
comprensión heteroestésica de la originarie- zón. Llega al corazón de aquello a
dad y su paradoja; pues la re-presentación lo que le tengo cariño, al corazón de
del espíritu deja sin aliento, ya que el pensar aquello por lo que me mantengo, allí
resuena como el último suspiro de quien se donde el trabajo del pensamiento y
despide y saluda desde “la parte del más allá” de la escritura se mantiene todavía
(Guimarães Rosa, 1969, p. 69) cuando, como en mí, me mantiene, me mantiene
dice Edmond Jabes: “Escribir es sentir pasión en vida y, por eso, tengo empeño en
por el origen; es tratar de llegar al fondo. hablar del corazón, desde el fondo
El fondo siempre es el comienzo. Seguro del corazón. Digo, en efecto, con
que también, en la muerte, una multitud de insistencia “me mantiene en vida”
fondos constituye lo más escondido; de tal pues la vieja palabra vida sigue
identidad conllevan la dislocación de la razón dirigida a sus padres, escrita tras recorrer las
y su pérdida que en la remoción y solicitud tierras de la memoria, de un holocausto del
de comunicación va a desbordar la propiedad que su madre es sobreviviente. Situación que
que sostiene la comprensión, cimentada en afianza una comprensión de la comunicación
una lengua mítica y profética a la vez, y que que sobrepasa la lengua y que expresa, otra
en la temporalidad del pro-nunciar, del pro- vez, de esta manera:
vocar, va a inaugurar la exposición del ser
fuera de la morada del significado, para que Se trataba de otro saber, otro cono-
en la significancia, en la apertura del designio cer, ese conocimiento o pre-conoci-
y el sentido, la desistencia invierta la econo- miento y pre-lenguaje, transmitido
mía del imperativo categórico al desconstituir en los millares de lenguajes que
el mandato en la provocación del ruego, en la conectan a un niño y sus padres sin
oración y dispersión de voces presente en la palabras. Un conocimiento que yace
equivocidad diferencial del habla, expuesta como una nube oscura sobre el hori-
al hablar-pensar-con-el-otro. Como en la zonte. Aterrador y seductor (Govrin,
experiencia que Michal Govrin expone: 1998, p. 32).