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Disciplinamiento: la construcción de un concepto

Disciplinamiento: la construcción
de un concepto1

Adriano Prosperi

En torno a este concepto se recoge el estado actual de una temática que es al


mismo tiempo de carácter general y preciso. Se trata de encontrar la definición
conceptual de una época y un proceso histórico, teniendo presente que no es
un término filosófico o lógico, sino un concepto historiográfico que resume el
estado actual del conocimiento, las hipótesis de trabajo con las cuales parten los
estudios y las conjeturas sobre cómo avanzar en las investigaciones. Y se trata
también de resolver el problema que articula lo individual y lo colectivo per-
mitiendo la sobrevivencia y recuperación de la narrativa historiográfica como
forma de conocimiento y no solo como divulgación.
Tracemos una sumaria información sobre el origen del término. El con-
cepto Sozialdisziplinierung es de origen alemán y fue propuesto por Gerhard
Oestreich (1910-1978). Su fecha de nacimiento se estableció en el ensayo
«Strukturprobleme des europäischen Absolutismus» de 1969, sin embargo,
los orígenes son aún más lejanos. En un reciente número de Past and Present
un ensayo de Peter N. Miller, «Nazis and Neo-Stoics», reconstruyó el sur-
gimiento de la idea de disciplina en la obra de Oestreich2 indicando un texto
de 1940 cuando este era asistente en el Instituto de Ciencias de la Guerra en
la Universidad de Berlín. Es aquí donde se encuentra la primera formulación
del concepto «disciplinamiento social»; nada de escandaloso en sí mismo. No
obstante, somos invitados a reflexionar sobre la fascinación en torno a la larga
duración del régimen nazi que se hizo aplaudir por intelectuales de gran peso
como el filósofo Martin Heidegger y que, al joven historiador, sugirió la idea de

1
Texto publicado con el título «Disciplinamento», Historia. Saggi presentati in occasione dei
vent’anni della Scuola Superiore di studi storici, a cura di Paulo Butti de Lima (San Marino:
AIEP, 2010), 73-88. Traducción del italiano al español de Rafael Gaune y revisión de Verónica
Undurraga.
2
Peter N. Miller, «Nazis and Neo-Stoics: Otto Brunner and Gerhard Oestreich Before and
After the Second World War», Past and Present 176: 1 (August 2002): 144-186.

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FORMAS DE CONTROL Y DISCIPLINAMIENTO

un poder político capacitado de imponer «desde arriba» modelos de disciplina


militar a las corrompidas sociedades burguesas. Esto es la confirmación de algo
que sabemos: los conceptos y los términos historiográficos no nacen en los
laboratorios ascéticos de la ciencia, y el término «disciplina social», posee una
preparación inquietante.
En los años en que los plenipotenciarios nazis circulaban por los museos de
los países ocupados, seleccionando las piezas para las colecciones privadas de los
jerarcas del Reich, la cultura alemana soñó un mundo en donde un poder total
pudiese modificar la identidad cultural y la libertad de los pueblos. Y aquellos
historiadores alemanes que no eligieron la emigración, o no fueron obligados,
siguieron el camino de la historiografía decimonónica alemana dedicada a es-
tudiar al Estado. Gerhard Oestreich, produjo después estudios sobre la historia
de los derechos humanos y algunos ensayos sobre los problemas de las estruc-
turas del Estado moderno3. A él se debe la identificación de la importancia del
neoestoicismo en el nacimiento del Estado moderno, con particular referencia
a la función desarrollada por Justo Lipsio en la orientación de las elecciones
políticas de su tiempo y, sobre todo, en la influencia de sus ideas en la organi-
zación del modelo de ejército moderno4. La disciplina interior, promovida por
el neoestoicismo, podía garantizar el espíritu de obediencia y la eficiencia de la
moderna máquina de guerra sometida a una inmóvil voluntad estatal superior.
El modelo de «disciplina social» se promovía, entonces, como la respuesta de
la cultura alemana del Estado a la tradición francesa de historia de la sociedad
observada «desde abajo» de los movimientos revolucionarios y las clases subal-
ternas. En esto, la posición de Oestreich expresaba una tendencia cultural y una
tradición académica más amplia, que se puede resumir recordando los nombres
de Otto Hintze y Otto Brunner. En Italia, esta tradición fue propuesta en parti-
cular por Pierangelo Schiera baja la sigla de «historia constitucional y social»5.
Otros historiadores, en las décadas setenta y ochenta del siglo XX, inves-
tigaron sobre los factores históricos de la disciplina y adoctrinamiento «desde
arriba», a través de un poder estatal y una voluntad política como aspectos deci-
sivos en el nacimiento del nuevo orden europeo de las relaciones entre Estados
y religión en los siglos XVI y XVII; aunque, en este caso, se puede hablar de un
acercamiento de la historiografía alemana a la gran tradición de la historiogra-
fía clásica sobre el Estado realizada por Ranke y, sobre todo, por la reflexión
de Max Weber sobre la sociedad y religión. En este sentido, una definición que

3
Véase la colección póstuma Strukturprobleme der frühen Neuzeit. Ausgewählte Aufsätze (Berlin:
Duncker & Humblot, 1980).
4
Neostoicism and the Early Modern State (Cambridge: Cambridge University Press, 1982).
5
Otto Brunner, Per una nuova storia costituzionale e sociale (Milano: Vita e Pensiero, 1968).

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Disciplinamiento: la construcción de un concepto

frecuentemente ha sido recordada en materia de disciplina es la de Max Weber:


«por disciplina (Disziplin) debe entenderse la probabilidad de encontrar obe-
diencia para un mandato por parte de un conjunto de personas que, en virtud de
actitudes arraigadas, sea pronta, simple y automática»6. Y es así como el centro
de la disciplina, observó Weber, es la disciplina del ejército. La historiografía
alemana ha utilizado estas categorías para retomar el nacimiento y desarro-
llo del Estado moderno, ampliando los criterios de la historia del absolutismo
como forma de poder estatal de la Edad Moderna, e invirtiendo de este modo
los aspectos culturales-religiosos y la comunicación de las prácticas de obedien-
cia en la población. Entre los historiadores que han esbozado propuestas sobre
esta temática se encuentran Heinz Schilling7 y Wolfgang Reinhard8; en el caso
de Reinhard, el concepto propuesto es de «confesionalización»9.
La historiografía alemana contribuyó a la investigación sobre la época de
la Reforma y de la temprana Edad Moderna con obras de síntesis difundidas
y traducidas, como la de Schilling, pero también con estudios de historia del
derecho, administración de justicia, historia de la cultura de la razón de Esta-
do, historias del sistema fiscal, entre otras. Podemos recordar en particular los
estudios de Michael Stolleis10 sobre el derecho público y las finanzas, donde el
protagonista de estas investigaciones es la política como el dominio estatal, la
fuerza del ejército, la administración financiera y el ejercicio de la soberanía.
Es el poder político del príncipe que utiliza la disciplina religiosa para hacer
efectiva la soberanía en el territorio y en los súbditos. La «confesión» es el do-
cumento de identidad colectivo garantizado por el príncipe cristiano, a quien
la concesión luterana del poder político reconoce la investidura divina para
tener bajo control una humanidad tendiente al mal. Esta preocupación sobre la
dimensión política hizo renacer, sobre todo en el lado protestante berlinés, una
tradición rankeana. Sin embargo, la historiografía católica también participó
en esta tendencia al considerar la disciplina sostenida por la religión como un
momento esencial de la génesis del Estado moderno. Basta tener presente el

6
Max Weber, Economía y sociedad. Esbozo de una sociología comprensiva (México: Fondo de Cultura
Económica, 1964), 43.
7
«Confessional Europe», en Handbook of European History, 1400-1600, editado por Thomas A.
Brady, Heiko A. Oberman y James D. Tracy (Leiden: Brill 1994-95), 641-682.
8
«Gegenreformation als Modernisierung? Prolegomena zu einer Theorie des konfessionellen
Zeitalters», Archiv für Reformationgeschichte LXVIII (1977): 226-252 y «Confessionalizzazione
forzata? Prolegomeni ad una storia dell’età confessionale», Annali dell’Istituto storico italo-ger-
manico in Trento 8 (1982): 13-37.
9
Konfessionalisierung. Ernst Walter Zeeden se refirió a Konfessionsbildung.
10
[N. del T] Véanse en español los siguientes libros de Michael Stolleis El ojo de la ley. Historia de
una metáfora (Madrid: Marcial Pons, 2011) y La textura histórica de las formas políticas (Madrid:
Marcial Pons, 2011).

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FORMAS DE CONTROL Y DISCIPLINAMIENTO

modo en que Wolfgang Reinhard –una de sus obras más comprometidas es una
historia del poder político– propuso aplicar a la Contrarreforma la categoría
disciplina social y considerarla como la forma católica de «modernización». Lo
que está al centro de tales propuestas y discusiones es la «modernidad» de la
Edad Moderna (die Moderne), punto de referencia esencial para todo este dis-
curso. Recordemos que, en la tradición historiográfica de origen protestante, la
Edad Moderna se abría con la rebelión de Lutero contra Roma en nombre de la
libertad de consciencia. La Iglesia católica y los países que negaban la Reforma
se sitúan entonces en una posición reaccionaria, de oposición a la historia y de
pura negación.
La historiografía católica recogió con Hubert Jedin una precisión de Ernst
Troeltsch11 que, en una importante conferencia de 1906 sobre el significado del
protestantismo para el mundo moderno, distinguió el protestantismo liberal
dieciochesco de la etapa luterana como fase de esclavitud: momento de tran-
sición desde el medioevo a la Edad Moderna. Jedin, por su parte, en su ensayo
«¿Reforma católica o Contrarreforma?» (1946)12, situó el momento tridentino
del catolicismo en una fase que fue definida de transición/conservación pero
no reaccionaria. La propuesta de Jedin dio voz a la nueva presencia de la Igle-
sia católica en el mundo de la postguerra, la caída de Alemania y la sujeción al
poder nazi de la Iglesia protestante. El esquema weberiano del nexo exclusivo
de la modernidad con el espíritu del protestantismo ascético, debía ceder con el
ascenso económico y social de los países católicos. El origen de estudios sobre
el movimiento religioso de reforma en el mundo católico, y sobre las conse-
cuencias de la reproducción del Concilio de Trento, instaló la importancia y
la complejidad de los procesos que sucedieron en la Europa católica, entre la
segunda mitad del siglo XVI y la primera mitad del siglo XVII, mientras el mun-
do protestante estaba bajo ataque y la Contrarreforma avanzaba no solo con
la fuerzas de las armas, sino con las obras de la conquista espiritual por parte
de los misioneros, especialmente jesuitas; esto último, también es «disciplina
social» y «modernización». Y, una vez concebido que el catolicismo tridentino
participó en el nacimiento del mundo moderno, se necesitaba entender qué
características asimilaron la vía católica a la vía de la Reforma: es aquí que se
reafirmó la propuesta del «disciplinamiento» o «social discipline».
Si la interpretación romántica del mundo moderno había puesto el acen-
to sobre los orígenes del individualismo y la revolución contra las cadenas de

11
[N. del T.] Véase una recopilación de textos de Ernst Troeltsch en Schriften zur Bedeutung des
Protestantismus für die moderne Welt (1906-1913) (Berlin, New York: W. de Gruyter, 2001).
12
[N. del T.] Véase una síntesis de la obra de Hubert Jedin en José Goñi Gaztambide, «Monse-
ñor Hubert Jedin in memoriam», Scripta Theologica 13 (1981): 231-238.

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Disciplinamiento: la construcción de un concepto

la autoridad, ahora estaba en primer plano la obra de control e intervención


desarrollada por las iglesias para uniformar, educar para la obediencia y cons-
truir instituciones de educación y control (colegios, hospitales, cárceles, entre
otras). Una obra vasta y capilar que predispone a los pueblos a la obediencia
del soberano y empareja el camino a las formas estatales de control: desde los
libros parroquiales nacerá el registro estatal y desde la disciplina del fiel nace-
rá la obediencia del súbdito. La propuesta de Wolfgang Reinhard fue hablar
de «modernización» para la Contrarreforma, aunque subrayando el valor no
necesariamente positivo de la modernización: existe también una mala moder-
nización, observó Reinhard, refiriéndose a las formas de ejercicio del poder
de las autoridades de la Iglesia católica. No solo se trata de las críticas de los
reformadores a la Iglesia católica –como el nepotismo, los abusos del clero y el
peso de las clientelas nobiliarias en la curia romana– sino también, y en primer
lugar, del uso de la fuerza para plegar las consciencias y las formas violentas de
lucha contra el disenso por parte de la Inquisición.
El estudio de las formas asumidas por la disciplina social colocó en pri-
mer plano estas instituciones, subrayando la intervención de las iglesias en la
elaboración y aplicación de formas de gobierno capilar en la sociedad. Ronnie
Po-chia Hsia en un volumen dedicado a un cuadro comparativo de la historia
europea entre 1550 y 1750, presentó una lectura de la acción de la «disciplina
social» desarrollada en los distintos países europeos luteranos, calvinistas y ca-
tólicos. El análisis formulado del proceso de «confesionalización» nos lleva a
los estados territoriales de Alemania, a las ciudades del Sacro Imperio Romano,
a los dominios de los Habsburgo católicos, a Brandeburgo-Prusia, donde el cal-
vinismo y el pietismo estuvieron al servicio de la razón de Estado, deteniéndose
en las formas de propaganda confesionales donde el avance católico en Alema-
nia supo medirse con una gran riqueza de propuestas. Para evaluar la eficacia
de los modelos de la disciplina religiosa y social en la población, comparó las
actas de las visitas pastorales realizadas por católicos y protestantes, eviden-
ciando aspectos comunes y divergentes, pero sobre todo revelando el hecho
de que en ambas partes se utilizó un instrumento elaborado por la tradición
eclesiástica para el gobierno de la población. Es particularmente interesante la
sección donde resume los aspectos de la interacción entre religión popular y
religión oficial, demostrando cómo el catolicismo recoge aspectos del mundo
mágico popular a diferencia del protestantismo; por ejemplo, con el impulso
otorgado a los peregrinos y al culto de los santos, mientras castigaba duramente
la brujería13. Se trata de un diseño analítico de los diversos rostros de la religión

Social Discipline in the Reformation. Central Europe 1550-1750 (London-NewYork: Routledge,


13

1989).

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FORMAS DE CONTROL Y DISCIPLINAMIENTO

de Estado y de las modificaciones de la carta confesional de Europa, por con-


secuencia de las guerras europeas y de las medidas adoptadas para eliminar las
minorías religiosas (desde los moriscos en España hasta los hugonotes en la
Francia de Luis XIV).
Lo interesante del cuadro diseñado por Po-chia Hsia consiste en los di-
versos modos de asociación entre confesiones religiosas/formas de vida social y
entre cultura/poder. La represión calvinista de las emociones y de la violencia,
por ejemplo, fue medida por la variación de las tendencias entre homicidios y
suicidios. El mismo Po-chia Hsia abordó posteriormente, en una obra de sín-
tesis, una identificación del mundo católico al nacimiento (1540) y abolición de
la Compañía de Jesús (1770) bajo el título de «renovación católica» (Catholic
Renewal). Un astuto editor católico prefirió cambiar la etiqueta de La Contrarre-
forma escribiendo como subtítulo: El mundo de la renovación católica14. Se trata de
una operación de reescritura de un antiguo concepto ampliamente evitado por
la historiografía católica por su significado negativo15. Asociada a la idea de una
«renovación» el concepto asume, entonces, un valor positivo. La síntesis que el
historiador de la «social discipline» ofrece del mundo católico evidencia el im-
pulso misionero que llevó a una expansión del catolicismo en la Edad Moderna.
Un balance de los resultados obtenidos por la historiografía de la disci-
plina social fue realizado en la revista Archiv für Reformationgeschichte (2003)
para cuatro realidades distintas: Hungría, Francia, Italia y la península ibérica.
Es particularmente interesante el balance sobre Italia por una razón histórica
e historiográfica. La razón histórica es la especial relación que articula la his-
toria italiana a la presencia de la Iglesia como Estado y capital religiosa de una
religión mundial. Desde los tiempos de un célebre capítulo de los Discorsi de
Maquiavelo, cada propuesta en Italia de dar vida a un Estado unitario se midió
con la presencia hostil de esa realidad. Del mismo modo, el catolicismo como
religión mundial fue plasmado por las características culturales típicamente ita-
lianas. A esta realidad histórica corresponde una especial tendencia historiográ-
fica: no es casual que Italia siendo un país claramente católico, tenga una gran
tradición de estudios históricos dedicados a las tendencias reformistas radicales
–los herejes italianos, rebeldes a cada forma de comunión eclesiástica, como los
definió Delio Cantimori16– y a la emigración religionis causa. Se puede decir que

14
La Controriforma. Il mondo del rinnovamento cattolico (1540-1770) (Bologna: Il Mulino, 2001).
15
El término nació en la obra del jurista de Gotinga J.F. Pütter a fines del siglo XVIII para indi-
car las contrarreformas: la reconquista de los territorios alemanes convertidos a la Reforma
protestante.
16
[N. del T.] Véase el importante texto escrito por Delio Cantimori, Eretici italiani del Cinque-
cento e prospettive di storia ereticale italiana del Cinquecento [1939], editado por Adriano Prosperi
(Torino: Einaudi, 2009).

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Disciplinamiento: la construcción de un concepto

la relación entre Italia como nación moderna y Europa fue encontrada aquí: en
la afirmación de los valores de la tolerancia y libertad religiosa, como también,
en el conflicto entre cultura y ciencia moderna con la Iglesia católica que cuenta
con nombres ilustres como el de Galileo.
La historiografía católica encontró en el clima de una Italia en ascenso eco-
nómico-social, y gobernada por el partido de los católicos, la fuerza para derribar
aquel paradigma historiográfico. Es así que la propuesta del concepto «discipli-
namiento social» conoció una discreta fortuna en la Italia de fines del siglo XX:
una fase en que declinó la hegemonía historiográfica francesa y se sustituyó por
la «historia constitucional y social» alemana. Sin embargo, esto no fue una sim-
ple operación de importación cultural. En Italia, escribió Paolo Prodi, el nuevo
concepto se anunció como el que superaba las viejas vallas historiográficas17.
Para evaluar las ambiciones internas, en la formulación de la nueva termi-
nología, basta leer el balance que Prodi propuso en la presentación de las actas
de un seminario que tenía como temática la disciplina del alma, del cuerpo y de
la sociedad18. El esfuerzo de imponer en la sociedad una disciplina pertenece al
campo de poder, en consecuencia, coincide con la política. En la sociedad oc-
cidental las fuerzas que se oponen con la finalidad de controlar la sociedad son
dos: el poder espiritual y temporal. De su contraste nace la «fibrilación» de la
sociedad occidental hecha de revoluciones continuas derivadas de la imposibili-
dad de afirmación de un solo poder. El esquema historiográfico, planteado por
Prodi, recogía en un diseño teórico general los resultados de sus investigaciones
sobre la historia del papado como forma de poder de las dos almas19 y anticipa-
ba las vastas teorizaciones presentadas en sus obras sucesivas sobre la historia
del juramento20 y la justicia21.
Podemos indicar algunas ponencias presentadas en el seminario con el
objetivo de reflexionar sobre el método, los orígenes del concepto y su desarro-
llo historiográfico en el siglo XX. Pierangelo Schiera, por ejemplo, parte desde

17
Paolo Prodi, «Controriforma e/o riforma cattolica: superamento di vecchi dilemmi nei nuovi
panorami storiografici», en Crisi e rinnovamenti nell’autunno del Rinascimento a Venezia, edita-
do por Vittore Branca y Carlo Ossola (Firenze: Olschki 1991), 11-21. Véase la recopilación
orgánica de las intervenciones de Prodi sobre estos temas en Christianisme et monde moderne.
Cinquante ans de recherches, traducción y edición de Antonella Romano (Paris: Seuil/Gallimard,
2006), 85-99.
18
Disciplina dell’anima, disciplina del corpo e disciplina della società tra Medioevo ed età moderna, edi-
tado por Paolo Prodi con la colaboración de Carla Penuti (Bologna: Il Mulino, 1994).
19
[N. del T.] Véase el libro de Paolo Prodi, Il Sovrano Pontefice. Un corpo e due anime: la monarchia
papale nella prima età moderna (Bologna: Il Mulino, 1982).
20
[N. del T.] Véase el libro de Paolo Prodi, Il sacramento del potere. Il giuramento politico nella storia
costituzionale dell’Occidente (Bologna: Il Mulino, 1992).
21
[N. del T.] Véase el libro de Paolo Prodi, Una historia de la justicia. De la pluralidad de fueros al
dualismo moderno entre conciencia y derecho [2000] (Buenos Aires: Katz, 2008).

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FORMAS DE CONTROL Y DISCIPLINAMIENTO

Max Weber que en Economía y Sociedad define disciplina como concepto socio-
lógico fundamental relacionado con el «poder»22. Sin embargo, principalmente
Wolfgang Reinhard realizó una caracterización de los tres conceptos historio-
gráficos: «disciplinamiento social», «confesionalización» y «modernización».
La conclusión de su ensayo fue que «en la historia del ‘disciplinamiento social’
parece desaparecer la idea de un proceso unitario y realizado exclusivamente
desde las autoridades»23. Así, ampliando el discurso a la noción de «microfísica
del poder» de Michel Foucault, Reinhard concluía proponiendo una reformu-
lación del concepto «disciplinamiento social» y «confesionalización» abrién-
dose a la historia de la sociedad y a la antropología microhistórica.
El problema era cómo un modelo nacido desde la tradición prusiana del
Estado luterano podía servir para explorar los comportamientos, ideas y prác-
ticas de una sociedad protomoderna como la italiana, caracterizada por una
variedad de culturas sobres las cuales se extendió la obra unificadora del cris-
tianismo oficial.
Aquellas viejas vallas historiográficas continúan mostrándose resistentes,
así como también perdura en la realidad la diferencia entre los países conquis-
tados por la Reforma, como definición del movimiento guiado por Lutero,
Zuinglio, Calvino, y los conquistados por el catolicismo en la edad tridentina.
En cuanto a la naturaleza de este catolicismo, ha sido largamente debatida la
cuestión de si se trató de una simple reacción defensiva y agresiva de una ins-
titución eclesiástica, como sostuvo Benedetto Croce en 1924, o de un proceso
independiente y precedente en relación a la acción protestante: un proceso do-
tado de un alma religiosa capaz de alimentar pensamientos y sentimientos en
modo creativo.
La historia de esta discusión es larga y el lenguaje que registra los éxitos
y problemas funciona como las dos caras de Jano; por un lado, refleja el esta-
do de las investigaciones, y por otro, expresa las relaciones que en el presente
se crean entre las iglesias y la sociedad. Desde esta perspectiva un caso ejem-
plar –en algún modo las premisas de este desarrollo– se formuló finalizando la
Segunda Guerra Mundial con la propuesta de Hubert Jedin, en un opúsculo
impreso en Suiza que ofrece un exhaustivo balance del estado de la cuestión.
Propuso, de un lado, una historia de los conceptos que aún hoy se utilizan, y del
otro, una propuesta historiográfica para el uso de estas nociones. Como observa

22
Pierangelo Schiera, «Disciplina, Stato moderno, disciplinamento: considerazioni a cavallo fra
la sociologia del potere e la storia costituzionale», Disciplina dell’anima, 21-46.
23
«Così, tra le altre cose, anche nella storia del ‘disciplinamento sociale’ sembra andar via via
svanendo l’idea di un processo unitario e realizzato esclusivamente dall’autorità», Wolfgang
Reinhard, «Disciplinamento sociale, confessionalizzazione, modernizzazione. Un discorso
storiografico», Disciplina dell’anima, 123.

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Disciplinamiento: la construcción de un concepto

Paolo Prodi, revisitando la obra de Jedin en 1980, la formulación jediniana del


binomio «Reforma católica/Contrarreforma», en el que predomina el primer
término, permitió desvincularse de los límites de una Contrarreforma represiva
y desarrollar investigaciones de larga duración de un autónomo movimiento
reformista católico.
El paso sucesivo consistió en abandonar la difícil convivencia de esos dos
conceptos, que traían consigo una herencia de conflictos ideológicos inconcilia-
bles, abrazando en consecuencia el vasto y sosegado paisaje de la historia social.
Se trataba de avanzar hacia una nueva historia social capaz de conectar la dimen-
sión del poder político y el peso de las instituciones, para contrastar tendencias
y estudiar la historia de una producción mental y cultural «desde abajo», con
los lentes de la microhistoria o de una historia sin tiempo. Así, la propuesta de la
categoría «disciplinamiento» ofrecía la posibilidad de indagar las estructuras de
desarrollo de la sociedad moderna24. Como examinó Wietse De Boer25, reprodu-
cir en Italia la premisa de la historiografía alemana de los términos «confesiona-
lización» y «disciplinamiento» no era una operación inocente26. La proposición
de Prodi tenía sus razones polémicas: el predominio en las investigaciones sobre
el siglo XVI italiano, dominados por Delio Cantimori, de los grupos heréticos27
y la propuesta historiográfica de la microhistoria de Carlo Ginzburg.
Es fácil profetizar que algo de los viejos dilemas aún quedarán vivos, al
menos hasta que exista la presencia de la Iglesia católica en el panorama político
y cultural de un país que no puede superar las antiguas fragilidades. La cuestión
que ayer hizo particularmente viva la discusión en torno al concepto historio-
gráfico «Reforma/Contrarreforma», hoy de «disciplinamiento», tiene un peso
interrogativo que se impone en los estudios de historia desde hace mucho tiem-
po: cuáles son las razones históricas y los momentos fundantes de la hegemonía
de la Iglesia de Roma sobre la sociedad. La pregunta no es nueva: la realizó,
entre otros, Benedetto Croce en su Storia dell’età barocca in Italia, escrita en la
Italia postliberal de 1924, mientras la victoria política de Mussolini sucedía a
través de la alianza de un movimiento reaccionario con las jerarquías católicas
en contra de la amenaza revolucionaria social. La misma pregunta apareció en
la profunda crisis de las instituciones de la República italiana en los años de

24
Paolo Prodi, «Il binomio jediniano ‘riforma cattolica e controriforma’ e la storiografia italia-
na», Annali dell’Istituto storico italo-germanico in Trento 6 (1980): 85-98.
25
[N. del T.] Véase el texto de Wietse De Boer, The Conquest of the Soul: Confession, Discipline, and
Public Order in Counter-Reformation Milan (Leiden, Boston, Köln: Brill, 2001).
26
Wietse De Boer, «Social Discipline in Italy: Peregrinations of a Historical Paradigm», Archiv
für Reformationsgeschichte 94 (2003): 294-307.
27
[N. del T.] Una discusión historiográfica en torno a las propuestas de Delio Cantimori en
Vincenzo Lavenia, «Bibliografia ragionata», Eretici italiani, 486-487.

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FORMAS DE CONTROL Y DISCIPLINAMIENTO

la lucha social y política marcada por la muerte de Aldo Moro (1978). Se tra-
tó entonces de interrogar las fuentes históricas, y reconsiderar en su conjunto
los frutos de exploraciones particulares surgidas después de la Segunda Guerra
Mundial y más o menos reconducibles bajo la bandera de la Reforma católica.
La reconstrucción de un país derrotado y destruido se produjo bajo la guía
de un fuerte partido católico. El viento de crecimiento económico y esperanza
social-política se advirtió también en los estudios históricos, delineándose un
nuevo interés por la historia religiosa italiana y por el tiempo tridentino del
catolicismo, ese que se encarnó en las parroquias y diócesis. No obstante, en el
tiempo de la crisis, mientras emergían las profundas resistencias al encuentro
entre el centro católico, liderado por Aldo Moro, y la izquierda marxista, se
descubría otro rostro del catolicismo italiano, aquel del poder monárquico del
papa-rey, y del ejercicio de una soberanía sobre Italia que usaba otros medios en
relación a la interpretación efectuada por el laicado católico al alto magisterio
de doctrinas sociales impartido por la jerarquía. Esto, sin duda, era la conquista
directa de un dominio que se ejercitaba sobre las consciencias, originando res-
puestas desde un entusiasmo religioso militante contra el individualismo mo-
derno y la idea de libertad de consciencia. Más allá de las presencias capilares
de instituciones como la parroquia, emergía la red móvil de las misiones para
conquistar las masas populares; la de los confesores movilizados para proteger,
guiar consciencias perplejas por los peligros de la libertad y amueblar el mundo
interior con imágenes y pensamientos de una disciplina de la obediencia; la
de una magistratura de comisarios de la fe, o inquisidores, destinada a ejercer
funciones de vigilancia contra los peligros de la desobediencia, de la preferencia
personal, de la herejía28.

Adriano Prosperi, Tribunali della coscienza. Inquisitori, confessori, missionari [1996] (Torino: Ein-
28

audi, 2009). [N. del T.] Para otros escritos y ensayos de Adriano Prosperi sobre las dimensio-
nes del disciplinamiento religioso véanse «Riforma cattolica, crisi religiosa, disciplinamento:
un percorso di ricerca», Annali dell’Istituto storico-italo-germanico in Trento 19 (1993): 401-415;
«L’inquisitore come confessore», Disciplina dell’anima, 177-214; «Riforma cattolica, Contro-
riforma, disciplinamento sociale», Storia dell’Italia religiosa, 2. L’età moderna (Bari: Laterza,
1994), 3-48; «Croci nei campi, anime alla porta. Religione popolare e disciplina tridentina ne-
lle campagne padane del ‘500», Il piacere del testo. Saggi e studi per Albano Biondi, a cura di Adriano
Prosperi (Roma: Bulzoni, 2011), 83-118; Salvezza delle anime, disciplina dei corpi. Un seminario
sulla storia del battesimo, a cura di Adriano Prosperi (Pisa: Edizioni della Normale, 2006).

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