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En este libro, publicado en el 2016, Zizek realiza un profundo análisis de la lucha entre el
Islam y occidente, más específicamente, desde las situaciones posteriores a los ataques del
13 de noviembre de 2015 en París. Al buscar las causas de este conflicto que ha tomado
mayor fuerza en Europa desde el inicio de la crisis de refugiados, el autor a lo largo de los
primeros seis capítulos estudia el problema hasta la postulación de su tesis central; la lucha
que mantiene occidente es realmente, una lucha consigo mismo.
Como abrebocas del problema, con El doble chantaje retoma las fases propuestas por E.
Kübler-Ross sobre las situaciones catastróficas: negación, ira, negociación, depresión y
aceptación, yendo la ira en ascenso estos últimos años y desapareciendo la aceptación,
sobretodo luego de el 13N en Europa. La razón de su afirmación sobre la incapacidad
europea de la aceptación se basa en la condena radical que ha estado rondando por el
continente europeo estos años: hay que acabar con el estado islámico, sin peros. Sin duda
es un choque civilizatorio, pero no solo entre el islam y Europa, Zizek expone que
constantemente dentro de occidente y oriente ha ido creciendo el choque civilizatorio como
Rusia y EEUU, los sunnitas y chiitas. En este escenario ISIS solo es una excusa para cubrir
estas luchas y ponerlo en el centro de la amenaza cuando la verdadera intención es luchar
contra el enemigo de cada bando. No obstante, surge la duda de que hacer con los
refugiados, Zizek retoma dos caminos que se han puesto de manifiesto: la antiinmigración y
la solidaridad, sin embargo, su respuesta es concreta, lo que realmente debe hacerse frente
a la situación es reconstruir la sociedad global misma, así, “los refugiados no se verían
obligados a vagar por el mundo” (p.15)
Su cuarto capítulo, El obsceno envés de las religiones, se centra en aplicar estos mismos
exámenes sobre el islam al judaísmo y cristianismo al analizar el universo obsceno de estos
y los paralelismos entre estas tres religiones. Para ello comienza retomando las violaciones
a niños ocurridas en Rotherham, Inglaterra donde los delincuentes fueron pakistaníes y la
izquierda se esforzó en desdibujar la división racial. Sin embargo, esta violencia racial y
religiosa tiene un fuerte paralelismo con las constantes acusaciones de pedofilia a la iglesia
católica, es decir, debajo del acto mismo, dice Zizek lo que se ve es “el carácter ritualístico y
cultural de una costumbre simbólica” (p.39) que afecta al inconsciente institucional por lo
que aceptar este lado ritual de la institución es un requisito para sus integrantes.
En cuanto a los hechos cada vez más continuos, de violencia en occidente el autor retoma
el concepto de Benjamin, “violencia divina” para ejemplificar los medios sin un fin,
simplemente irracionales. Estas reacciones dejan mucho que pensar en cuanto a la
búsqueda de un mensaje oculto en esas rebeliones contra el sistema, que muestran ser
incapaces de articularse y caen en lo que Lacan llama un ‘pasar a la acción’, “que no se
puede traducir en palabras o reflexión y que va acompañado de una frustración intolerable”
(p.48) El término en sí mismo alude a dos conclusiones, es divina por su carácter destructor
y de ella no hay nada emancipador.
En La economía política de los refugiados Zizek evalúa las causas del problema de los
refugiados atribuyendo la principal al nuevo orden mundial, lo cual ejemplifica diciendo
“abandonados a su suerte, los africanos no conseguirán cambiar sus sociedades ¿por que
no? porque nosotros, los europeos, se lo impedimos” (p.51) Zizek sostiene esta idea con
muchos ejemplos, como los de Libia, Irak, el Congo, Haití… y prosigue con la necesidad de
eliminar de la ecuación a las empresas extranjeras para desmoronar las guerras étnicas, las
masas de los refugiados, las crisis alimentarias, todos estos consecuencias del
neoliberalismo económico que priva a las economías globales de su autonomía
convirtiéndolas en “estados fracasados”, situación que ejemplifica claramente el
colonialismo económico. Por otro lado, un punto importante que aclara el autor es que estos
estados fracasados provienen de las mismas divisiones a las que se vieron obligados luego
de la primera guerra mundial, convirtiéndose en estados artificiales, por ende, lo único que
pretende ISIS es volver a juntar lo que fue separado, teniendo en la mira a Europa como la
causa de sus problemas.
La suma de estos hechos lo que hacen es traer a la escena un nuevo tipo de apartheid al
que Zizek se refiere como una cúpula, donde en el interior está Europa envuelta en
abundancia y separada del exterior, el cual aún puede ver por medio del vidrio de la cúpula
misma. No obstante, está separada de este exterior lleno de guerra y hambre, por lo que los
refugiados, citando a Grishkovets, “nunca sentirán gratitud hacia la gente en cuyos países
han conseguido entrar con todos sus problemas, porque esos mismos países convirtieron a
las naciones de los emigrante en un baño de sangre” (p.57)
Referencias
Žižek, S. (2016). La nueva lucha de clases. Los refugiados y el terror (1st ed.). Barcelona:
Anagrama.