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REFLEXIONES EN TORNO AL “CONFLICTO”, DENTRO DEL ÁMBITO DE LA CONCILIACIÓN

Por: Carlos Guillermo Martínez Chaves

TEMAS: Teoría del Conflicto


REFLEXIONES EN TORNO AL “CONFLICTO”,
DENTRO DEL CONTEXTO A LA CONCILIACIÓN
- Ensayo Conceptual -

Autor: CARLOS GUILLERMO MARTÍNEZ CHAVES

I. PRESENTACIÓN:

Una verdad de perogrullo es que en toda dinámica interaccional, ya sea


interpersonal o intergrupal, en todos los ámbitos, se hace natural la presencia del
conflicto, de la disputa o controversia y, lo que es peor, de estilos de manejo donde
se definen y radicalizan posturas que conllevan al rompimiento de las relaciones, a
la búsqueda de sanciones o castigos, a demandas judiciales innecesarias, a la
violencia física, verbal o psicológica y a un sin número de formas de manejo que
buscan en el fondo proteger aquellos intereses o formas de pensar individuales,
intereses y pensamientos que se han sentido vulnerados, como es el caso, por
ejemplo, del prestigio, el estatus, la estabilidad (laboral, emocional o económica),
el reconocimiento o cualquier otro motivo o valor vital. Es decir, regularmente se
buscan fórmulas que generen soluciones unilaterales, de beneficio puramente
personal, de naturaleza “yo gano – usted pierde”, donde se revelan los vencedores
y los vencidos, las víctimas y sus victimarios. Visto así pareciera que nuestra
tendencia a solucionar los conflictos radica en polarizar a los seres humanos como
si realmente existieran personas absolutamente “buenas” y, por antítesis, otras
“malas”.

Ahora bien, si a ello le agregamos el clima de intolerancia en que vivimos, la


desconfianza por el otro, el uso reiterado y casi exclusivo de normas
sancionatorias, las tendencias estandarizadas de quienes manejan políticas y/o
toman decisiones excluyentes que afectan sensiblemente a una, por no decir a
ambas, de las partes que interactúan, el mal uso de la autoridad o del poder y en
general las demás fuentes detonantes de conflictos, sumadas a la falta de
identidad y sentido de pertenencia que se puede tener frente al contexto en el cual
se opere, hacen prever un panorama oscuro frente al clima de convivencia u
desarrollo productivo afectando sensible y obviamente la misión de los diferentes
sectores sociales y de las relaciones interpersonales.
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Por: Carlos Guillermo Martínez Chaves

Hoy por hoy es claro que todas las instancias socio económicas, policulturales y
étnicas que tengan plenamente identificados los focos situacionales gestores de
conflictos y los mecanismos para resolverlos, generan ambientes propicios para el
desarrollo del talento humano, productivo, económico, institucional y social,
elementos contundentes para protagonizar la paz y, por supuesto, crear climas
proactivos.

II. Pero… ¿QUÉ ENTENDEMOS POR CONFLICTO?

A. EL CONCEPTO DE “CONFLICTO”

Es posible que el “popurrí” de situaciones o inconvenientes que vivimos a diario


con otras personas, de alguna manera reflejan lo que hemos dado por denominar
como “problemas” y que normalmente se presentan en todo tipo de espacio de
relación humana, entre los diferentes miembros de una comunidad social,
educativa, laboral, vecinal, familiar, etc.

Aunque muchas veces hemos tenido o presenciado situaciones peores, aquí solo
se pretende ilustrar lo que usualmente se ha identificado como “conflicto”.
Justamente de eso se trata el presente tema: tener algunos referentes de análisis
que permitan comprender la Dinámica del Conflicto y, en consecuencia,
aprender a mirar, con óptica menos subjetiva, los problemas a los que
cotidianamente nos vemos abocados en nuestras múltiples relaciones con
diversidad de personas con que, de manera permanente o transitoria, nos
relacionamos.

Nótese que en la vida cotidiana a estos “hechos” o “situaciones” las hemos


identificado como: problemas, pleitos, encuentros, inconvenientes, líos, peleas,
disputas, diferencias, controversias, riñas, luchas, choques, debates, discusiones,
polémicas, pugnas, confrontaciones, enfrentamientos, o..., cualquier cantidad de
otros términos que permiten referirnos esencialmente a... “El Conflicto”

Una idea propuesta para irnos acercando a una definición aproximada, sin que por
supuesto pretenda agotar las posibilidades de su significado, nos invita a pensar
que un conflicto tiene que ver con el hecho de que entre, por lo menos, dos
personas se presenta una situación coyuntural que tensiona y/o rompe (temporal o
permanentemente) la armonía vinculante en su relación (personal, afectiva,
comercial, educativa, laboral, social, etc.), rompimiento motivado por diferencias
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(de opinión, de afectos, de valores, de criterios, de intereses, de asuntos


económicos, etc.) surgidas entre aquellas, las cuales se pueden expresar en
varias formas (verbal, física o psicológicamente) observándose, en muchos casos,
diversos niveles de intensidad (de la discusión a la agresión) y para cuyo
desenlace se busca obtener algún tipo de solución (que satisfaga individual o
conjuntamente) al problema generado.

Por supuesto que en este intento de definición, el concepto de conflicto solo se ha


circunscrito al contexto de las relaciones interpersonales solamente, ya que el
conflicto tiene otras dimensiones de análisis y merece ser contemplado también
en desde la naturaleza intrapersonal, cultural, etc.

B. LOS ELEMENTOS DEL “CONFLICTO”

Tener una idea previa del significado de la palabra conflicto es necesaria, pero
insuficiente para comprender su dinámica...: ¿Cuál fue el problema en concreto?,
¿Cuándo sucedió?, ¿Cómo sucedió?, ¿Dónde sucedió?, ¿Qué causas se le han
atribuido?, ¿Quiénes están involucrados?, ¿Cómo ha sido la relación entre las
partes, antes y durante el conflicto?, ¿Cuáles eran las pretensiones de cada una
de ellas?, ¿A medida que pasaba el tiempo, el conflicto se iba complicando?, ¿El
conflicto tendió a resolverse, solucionarse, disolverse o evitarse?, etc., etc., …son
algunas de las preguntas que nos ponen a tono para desentrañar los elementos
constitutivos de un conflicto

Es una tendencia muy común, cuando las personas hablan de algún problema
propio o ajeno, que se apunte la mirada a buscar responsables y causas, y lo que
es peor, a juzgar rapidísimo e inclusive despiadadamente a alguna de las partes
en conflicto.

En términos de comprender un conflicto vale decir que, una cosa es entender el


“problema concreto tal y como sucedió” y otra, muy distinta por cierto, es juzgar a
las partes inmersas en él o a los acontecimientos; igualmente una cosa es lo que
pasó y otra, también muy distinta, son las razones de porqué pasó lo que pasó.
Cuando se le atribuyen causas y se hacen “diagnósticos” apresurados a los
conflictos, sin suficiente información, el problema tiende a ser distinto a lo que
realmente está pasando o sucedió y, por supuesto, se complica la construcción de
alternativas de arreglo efectivo a ese conflicto.

El “problema en concreto” se refiere en esencia al relato exacto de lo que pasó en


términos de lo que es o fue el hecho o hechos en concreto, el momento, el
lugar y las circunstancias que lo rodearon.
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Usualmente en los conflictos podemos distinguir, al menos, dos tipos de “actores”


-tomando el lenguaje del arte escénico-, v. gr.: Los principales o “protagonistas” y
los otros que son “secundarios”, aunque a veces son “coprotagonistas”. Distinguir
la diferencia es fundamental, no solo para entender el problema, sino para ver las
alternativas de arreglo.

Detengámonos un momento porque a estas alturas es necesario precisar algunos


aspectos importantes.

a. Las partes, -actores, protagonistas, responsables, o cualquier otro apelativo-


son aquellos que están involucradas o “actúan” todo el conflicto, son
responsables del mismo y, además, son los que tienen en sus manos la
potestad de arreglo, de tomar la decisión de resolver o solucionar sus
diferencias de manera directa.

b. Por su parte, los que podemos llamar los “actores secundarios” dentro del
conflicto, son aquellos terceros que actúan aparentemente de manera
“pasiva”, es decir, que no son implicados directos en sí mismos del conflicto.
Más bien su rol activo es “mantener prendida la hoguera” del conflicto, alentar
a quienes pelean, ya sea en la forma de manejo y/o siendo cómplices de las
razones de quienes respaldan.

c. En tercer lugar, vale notar aquí, ahora sí, el tema relativo a las causas del
conflicto. Y sobre ello es necesario hacer dos precisiones:

 Por un lado que “...las causas pertenecen a quienes protagonizan el


conflicto”, y ello para referirnos a que no hay causas de conflictos que
sean absolutamente ajenas a ambas partes que los protagonizan. Lo cual
significa que así haya aspectos externos que de alguna manera facilitan o
generan la aparición de un conflicto (por ejemplo, una discusión por el
incumplimiento de alguna norma o procedimiento académico o laboral el
cual no fue establecido por las partes) quienes lo protagonizan forman
parte de la causa.

 Y por otro lado, es necesario diferenciar entre “...las causas de un


conflicto y los factores “detonantes”, situaciones o hechos que
facilitan su manifestación”, y ello por cuanto, en el escenario de la
comprensión integral del conflicto, se cae en la tentación de atribuir
causas, y por supuesto responsables, a factores que facilitan la aparición
de un problema que ya estaba, sin que necesariamente ese factor haya
sido la causa real de la querella.
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Un aspecto más que contemplar con respecto a los actores del conflicto:
...muchas de las problemáticas al interior de las instituciones escolares, laborales,
familiares, comunitarias, etc., tienen que ver con el tejido de la multiplicidad y
complejidad de relaciones sociales en su interior. Y esto es un elemento de suma
importancia a tener en cuenta en el análisis de la conflictividad, para no caer en el
error reiterado de unilateralizar, en ocasiones, la responsabilidad del conflicto a
personas o grupos específicos.

En cuanto a la relación de las partes es bien necesario entender que el asunto de


entrada no es juzgar la actuación ni la relación de las partes, cosa bien importante
por cuanto quienes operan como facilitadores del arreglo de conflictos ni son
jueces ni, mucho menos, les es conveniente ponderar una relación que no se
conoce en detalle aún. La intención de la pregunta de “cómo es o era una relación”
es la de tratar de establecer el tipo de vínculo que ha caracterizado la relación de
las partes y no cómo la valoramos. El tipo de vínculo permite observar, por lo
menos, la intensidad de las emociones o afectos puestos en juego en la relación y,
por supuesto, en el conflicto al igual que al manejo que se le ha dado al mismo. A
su vez permite establecer posteriormente alternativas de alianza para las fórmulas
de arreglo posterior.

Por su parte, es importante observar el hecho de que al interior de lo que se


denominan las pretensiones, se alojan los intereses, deseos, necesidades,
afectos, emociones, principios y, hasta los valores personales de cada una de las
partes en conflicto. Todos estos aspectos normalmente se materializan en deseos
y expectativas de logros o “ganancias” concretas ya sean físicas, sociales o
personales.

De hecho para poder observar en concreto las pretensiones de las partes -hay
algunas pretensiones que no se pueden traducir en fórmulas de arreglo
cuantificable- es necesario dejar claro, al menos, los siguientes interrogantes:

 ¿Cuáles son los intereses, deseos y expectativas que tienen las partes en
conflicto?
 ¿Cuál es (son) el (los) aspecto(s) que quieren solucionar y cómo?
 ¿Qué condiciones ponen las partes para llegar a arreglar el problema?
 ¿Qué sentimientos, afectos o emociones están en juego?

Sigamos avanzando. Es muy común, sobre todo cuando los conflictos no se


abordan tan pronto como aparecen, que estos se vayan complicando a medida
que transcurre el tiempo.
En el análisis del conflicto hay que observar varios aspectos importantes:
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 Un conflicto, usualmente puede agrupar una serie de problemas que han


tenido las partes... entre ellas mismas.

 En ocasiones, un conflicto entre dos puede estar expresando problemas que


tienen las personas en sí mismas, o con terceros, y que en un momento o
por una situación coyuntural o “detonante” entre esas dos personas se facilita
la aparición de aquel.

 Visto linealmente en un solo episodio, un conflicto puede pasar de la


discusión – por ejemplo por diferencias de opinión - a la agresión verbal,
física o psicológica - tránsito del plano “ideativo” al “emotivo” -, donde la
confrontación de criterios se convierte en confrontación de emociones,
mezclándose asuntos que afectan el contexto general de la relación
interpersonal.

 Visto como proceso cíclico (en espiral), un conflicto tiene períodos de


manifestación y períodos de latencia alternados, donde el conjunto de
problemas que lo matizan –producido por asuntos de criterio o
interpersonales- se expresan en momentos coyunturales y de acuerdo al
grado de vulnerabilidad de cada una de las partes en un momento específico.

En síntesis, un conflicto se complica cuando...

 …hay un cúmulo de eventos “problemáticos” a los cuales, obviamente, no se


les ha dado una solución acertada, peor aún, cuando se involucran más de dos
en el conflicto,

 …se reacciona emocionalmente más que racionalmente, convirtiéndose el


contacto en ataques y defensas mutuas. Por supuesto que las alternativas de
solución tienen la condición “gana – pierde”,

 …se cambia del escenario de la diferencia de ideas u opiniones, al plano de la


relación, es decir, se complica toda el continente de relación posible con el otro.

Y como aspecto final al tema, es menester tomar el punto relacionado con el


arreglo del conflicto. Casi por tendencia natural se podría afirmar que los seres
humanos, así como tendemos a satisfacer nuestras necesidades de manera
gratificante, no estamos llamados a dejar problemas sin buscarle algún tipo de

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desenlace. Frente a los problemas nos podríamos preguntar... ¿se resolvería?,


¿se solucionaría?, ¿se disolvería? o ¿se evitaría?

Frente a esto, con absoluta seguridad existen y variadas alternativas de arreglo


del conflicto. Por ahora es necesario tocar, al menos ligeramente, este tema.
Al respecto y de entrada, hay que hacer una precisión fundamental: Una cosa es
la forma de arreglar el conflicto y otra, muy diferente por cierto, es el resultado de
ese arreglo; lo cual significa que...

 la forma designa al método, esto es:

- Si el arreglo es directo entre las partes,


- si el arreglo se logra, gracias a la colaboración de un tercero facilitador, o
- si el arreglo se hace por intervención de un tercero, quien toma la decisión
por las dos partes en conflicto.

 el resultado designa el efecto, esto es, si el conflicto se...

- … resolvió
- … solucionó
- … disolvió
- … evitó

Aquí vamos a tocar el tema del resultado del arreglo ya que, como se mencionó,
los métodos de solución se tocan más adelante.

Aunque el asunto es más complejo de lo que en teoría parece, vamos a intentar


diferenciar, en síntesis, los conceptos “resolver”, “solucionar”, “disolver” y “evitar”.

Podemos decir que el conflicto se…

a) …resuelve, cuando las partes, de mutuo acuerdo, dan una solución que
satisface sus necesidades e intereses de manera recíproca, respetando las
diferencias entre ellas y expuestas en el problema y las normas de su entorno
social. Ello implica que, como consecuencia del arreglo del conflicto, ambos
ganan y ambos conceden de manera equitativa y, obviamente, ese conflicto no
tiende a repetirse.

b) …soluciona, cuando el arreglo beneficia más a una de las partes con


respecto de la otra, se tiende a unilateralizar la responsabilidad del conflicto a
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una de ellas, hay un ganador y, por ende, un perdedor, es decir, uno cede más
que el otro. Frecuentemente no se tienen en cuenta las necesidades e
intereses de ambas partes, sino más bien las de alguna de ellas. Las formas
estandarizadas de solución de conflictos se basa en tomar como referentes
criterios externos, como es el caso, por ejemplo, de las normas colectivas o las
leyes sociales. En muchas formas de solución de conflictos se pueden generar
otros conflictos colaterales o derivados de la misma naturaleza de la solución.

c) …disuelve cuando el conflicto se extingue ya que, por consenso de las partes


o por intervención de un tercero, se pierde el valor atractivo del objeto o la
situación conflictualizante. Por supuesto que en la disolución ninguna de las
partes gana o pierde, ya que el “objeto” del conflicto pierde su valor potencial
para las dos partes, lo que lleva a que tampoco el factor de conflicto
permanezca potencialmente en el tiempo.

d) ...evita, sobre todo cuando, se pretende rehuir a la ansiedad que produce el


conflicto mismo o la posibilidad de su manejo agresivo. Normalmente esta
alternativa de arreglo deja potenciado el conflicto y su causa en el tiempo.
Igualmente se opta por esta alternativa cuando un nuevo interés, de mayor
valor, surge dentro del proceso de confrontación o intento de arreglo.

Es importante señalar que cada una de estas formas de arreglo cumple su misión
y tiene su efecto particular. Por supuesto que no se trata de optar,
indiferentemente, por una de ellas. Su elección depende, en esencia, del tipo de
conflicto, de las características de las partes y del entorno social en que aquel se
presente.

C. MAPA DEL CONFLICTO: VARIABLES DE ANÁLISIS

La capacidad de investigación del conflicto, como habilidad intelectual, hace


particular énfasis a la capacidad de análisis y de síntesis del conflicto de las
partes, ya que los conocimientos conceptuales de orden jurídico, psicológico,
social y económico no son suficientes para comprender el problema y sus
alternativas de solución. Quien analiza el conflicto, como es el caso por ejemplo
del Conciliador, también debe estar dotado de herramientas intelectuales que lo
faculten para indagar todas las variables que se le articulan y que constituyen los
conflictos y,. desde allí, tener la capacidad de concretar los asuntos que, en
últimas se van a Conciliar.

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Ello implica que tenga un “mapa de vuelo” para investigar la sustancia del
problema. Para efectos prácticos aquí proponemos algunas variables a considerar
dentro del estudio del conflicto, las cuales pueden surgir de la exposición
espontanea de las partes o bien, cuando no son explícitas, del grupo de preguntas
que el Conciliador orienta para comprenderlo:

En consonancia con lo anterior, vale la pena entonces esquematizar,


complementar e interrelacionar, todas aquellas variables, interdependientes por
supuesto, que configuran, a mi parecer, el conflicto:

Donde cada variable significaría:

 Las Partes de la Controversia. Se trata de identificar las características tanto


del solicitante de la Conciliación, como del solicitado. Además de las
condiciones formales de identificación y capacidad jurídica para mediar, se
hace necesario explorar lo que cada uno siente emocionalmente con el
problema, la forma en que lo han concebido, es decir, como lo tienen armado
en su cabeza, y la forma como lo han venido manejando de manera individual.

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 El Problema. El problema se refiere al conjunto de “hechos” (económicos,


comportamentales, familiares, laborales, comerciales, vecinales, etc.) relatados
por las partes

 Los Antecedentes. De manera particular, los antecedentes se refieren en este


contexto a la historia de la relación vinculante más no así a las causas que le
dieron origen al problema. De suyo es el estudio de la finalidad y forma en que
se estableció el vínculo (jurídico y metajurídico), así como, la forma en que este
se ha venido desarrollando hasta el momento en que se presentó el problema
motivo de la búsqueda de la Conciliación o de cualquier fórmula de solución al
problema.

 La Causas. A diferencia de los antecedentes, las causas se refieren a aquellos


aspectos (actuaciones o personas) que le dieron origen al problema. Es
necesario advertir, a raíz de la experiencia, que en el orden causal de los
problemas, hay que distinguir tres clases: Las causas reales, es decir, aquellas
que realmente fomentaron objetivamente con la aparición del conflicto, las
causas atribuidas, atribuidas subjetiva e individualmente por cada una de las
partes y que normalmente apuntan a designar responsables y los factores
detonantes, que normalmente son factores exógenos a las actuaciones de las
partes pero que facilitan que entre ellos aparezca o se manifieste un conflicto.

 Los Motivadores. Se denominan motivadores al grupo de necesidades,


intereses, deseos, expectativas, emociones, afectos y valores que, en llevaron
a las partes a establecer la relación vinculante, mismos motivadores que fueron
objetivamente, o se sintieron subjetivamente vulnerados, por la otra parte de la
controversia y que están en la antesala de las pretensiones invocadas en la
audiencia de Conciliación.

 El Manejo. Se refiere a todas aquellas actitudes, comportamientos o


actuaciones de las partes en conflicto frente a la presencia del mismo y que de
alguna manera se presentan hasta antes de buscar una solución. De alguna
manera tiene que ver con todas las conductas que se mantienen para lograr un
fin individual, de naturaleza estratégica, normalmente para doblegar, anular o
vencer a la contra parte.

 Las Pretensiones. Usualmente se puede caer en confundir los Motivadores


con las Pretensiones. Una cosa es lo que se quiere lograr u obtener,
usualmente de manera materializada económicamente, y otra muy distinta, la
necesidad, el interés o la razón que justifica lo que se desea obtener. Ello es
necesario advertirlo ya que muchas veces no guarda una estrecha relación
entre lo que se expresa en las pretensiones y las razones objetivas, esto es,
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los perjuicios, necesidades e intereses vulnerados realmente ya que pueden


estar cargados de emociones y sentimientos subjetivos.

 Animo, alternativas y estilos naturales de definición del conflicto. Dentro


del análisis del conflicto se hace imperioso investigar si hay ánimo para
arreglar el problema de manera consensuada, lo cual es diferente a determinar
si las partes están interesadas en arreglar el problema. La diferencia es crucial
ya que en el primer caso se puede detectar si hay disposición de acuerdo tipo
gana – gana, pero en el segundo caso lo que se busca es lograr triunfar sobre
el otro. En el segundo caso la labor del Conciliador es tratar de persuadir la
búsqueda de soluciones de mutuo beneficio. Así mismo, es necesario revisar
cómo las partes usualmente, según su tendencia natural, tienden a enfrentar y
resolver los problemas históricamente o que están haciendo paralelamente a
cuando acuden a la Conciliación o qué piensan hacer si no logran llegar a un
acuerdo en la Conciliación.

 Efectos de las alternativas y estilos naturales de definición del conflicto.


También se hace necesario revisar qué efectos, en sí mismo o en terceros, ha
ocasionado esas formas naturales que las partes han utilizado para resolver
sus problemas. Ello permite ser cauteloso en las fórmulas de arreglo que se
van a plantear y en la posibilidad de que las partes mismas involucren en el
repertorio sus hábitos la alternativa de Conciliación como otra forma de
solución a sus conflictos.

 El Contexto. Los nueve factores precedente señalan las variables endógenas


de las partes en conflicto. Ahora bien, llamamos contexto a las condiciones
exógenas a las partes, que de alguna manera se constituyen en factor
detonante del problema, no su causa real, mismas condiciones que de alguna
manera van a incidir en la probabilidad de arreglo. En esencia, son todas
aquellos aspectos que hay que observar de época, lugar, condición social,
cultural, económica, etc. presentes en el momento en que se da la relación y el
problema.

D. LA DINÁMICA DEL “CONFLICTO”

Hasta el momento hemos tratado dos aspectos referentes: el concepto de


“conflicto” y sus elementos constitutivos. En este último y breve punto queremos
proponer algunos criterios de reflexión que faciliten el análisis de lo que podemos
denominar la dinámica del conflicto, esto es, presentar engranados y en
movimiento los elementos constitutivos vistos en el punto anterior.

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Pues bien. Vale la pena en este momento hacer una comparación. Una cosa son
las partes que componen un carro (sistema mecánico, eléctrico, motor, caja de
cambios, etc.) y otra, diferente, es cómo opera en conjunto (desde el
funcionamiento de arranque, movimiento, dirección, detención, etc.). En su debida
comparación, con el conflicto pasa algo similar: una cosa son sus elementos
constitutivos y otra cómo opera aquel.

En este punto se quiere señalar la importancia que merece el imaginar modelos


dinámicos referentes de análisis que faciliten la comprensión de cómo opera un
conflicto para, de esta manera, poder entender que cada conflicto se vive de
manera individual, según los protagonistas del mismo.

De alguna manera pensemos que la dinámica del conflicto se parece a algo así
como una “danza bailada asimétricamente por una pareja”, donde la “cumbia”
(que para nuestro caso sería “el problema” dentro del conflicto), es danzada a
ritmo de “guabina” por parte del bailarín (parte “A” del conflicto) y, a su vez, es
danzada a ritmo de “tango”, por parte de la bailarina (parte “B” del conflicto).
Imaginemos ¿qué pasaría?

En el siguiente esquema podemos ilustrar los aspectos recurrentes que movilizan,


y por tanto dinamizan, el conflicto:

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La diferencia interpretativa que distorsionó el ritmo natural de la “cumbia”, radica


en las diferencias de las condiciones internas (valorativas, cognitivas y de manejo)
inherentes a cada protagonista del conflicto.

En esencia cabe advertir que así como cada ser humano tiene su propia e
inigualable huella dactilar, así mismo cada persona experimenta internamente de
manera singular los problemas que enfrenta y eso es lo que, en últimas, le
imprime valor dinámico al conflicto.

En la ilustración anterior mostramos cómo, frente a un hecho confrontativo, las


personas advertimos una serie de sentimientos de frustración, temor, ira, etc.,
que devienen de la forma en que afrontamos y vivenciamos las propias
necesidades, nuestros afectos y emociones, nuestros intereses, expectativas y,
sobre todo, nuestros valores más vitales.

Normalmente los seres humanos tenemos diferentes umbrales de tolerancia a la


frustración, de formas de soportar y manejar las barreras internas y externas que
la realidad nos presenta, sobre todo a través de las relaciones con los demás.
Esto hace que recurramos a una serie de emociones y sentimientos que cada cual
percibe de forma distinta y, en consecuencia, optemos por reacciones también
singulares.

Movilizado el mundo valorativo o motivacional interno, a partir de la confrontación


con el “otro”, la “versión” del hecho o problema empieza a configurarse de manera
subjetiva en cada una de las partes en conflicto. Esa versión, en ocasiones, puede
estar más o menos pegada al suceso objetivo, pero en otras ocasiones y entre
más intenso el “dolor” interno que provoca el hecho problemático y menor la
capacidad para separar el hecho de la relación, la versión involucra la irremediable
y negativamente el otro, lo cual conlleva a que nos separemos del suceso objetivo
y entremos al plano de la pugna interpersonal, v. gr., esto se evidencia cuando en
el calor de una discusión, muchas veces tendemos a descalificar, ofender o atacar
a la otra persona.

Es por ello que nuestra esfera cognitiva matiza de manera singular la forma de
percibir, de pensar y de manejar el conflicto y, por derivación, la relación con la
persona con la cual me he conflictualizado.

Tanto la experiencia emocional como la cognitiva, ordenan la forma, verbal o física


subsecuente, de reacción de la persona ya sea de manera reactiva hacia la otra
persona, agresión extrapunitiva, o reactiva hacia sí mismo, agresión intrapunitiva,
lo cual, como resultado, busca escasamente solucionar el hecho, evitar los
problemas o a la persona de la contienda o disolver la relación misma.
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Si explicásemos el conflicto como un proceso, cuya consecuencia implica


crecimiento y desarrollo psicológico y espiritual –justamente para lo que está
hecho el conflicto–, tendríamos que afirmar que la función valorativa y emocional
del conflicto permite el reconocimiento, aceptación y manejo adecuado de
nuestras emociones, igualmente, permite cognoscitivamente aprender a separar el
problema de la relación bajo una apreciación reflexiva de los hechos que
suscitaron el conflicto y, desde el punto de vista del manejo, actuar constructiva y
conjuntamente con la contraparte lo cual implica avanzar adaptativamente
intentando resolver el conflicto de manera concertada y reestructurar la relación.

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BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA

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