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Introducción
Ver <<]ohn, RAwrs» de Alan RYAN en: The Return ofthe Great Theory in the
272 Eduardo Hernando Nieto
«Supongamos, para fijar las ideas, que una sociedad es una aso-
ciación más o menos autosuficiente de personas que en sus rela-
ciones reconocen ciertas reglas de conducta que reconocen como
obligatorias y que en su mayoría actúan de acuerdo con ellas. Su-
pongamos además que estas reglas especifican un sistema de co-
operación planeado para promover el bien de aquellos que toman
parte en él.» 6
Sin embargo, esta visión individualista tendría dos vertientes, una pri-
mera acentuaría el aspecto metafísico señalando a los hombres como
agentes de su destino y los operadores de la vida social no estando so-
metidos a ninguna fuerza externa que los dirija. Toda dependencia de
un hombre hacia otro sería meramente contingente. La segunda vertien-
te, esto es, el individualismo moral señalaría que son solamente los hom-
bres quienes diseñan las instituciones socio-políticas y que solo debemos
de tomar en cuenta su interés particular para tomar tales acuerdos.
Ahora bien, si bien nadie puede dudar de que las instituciones sociales y
políticas van a ser construídas en favor del individuo y no para ninguna
comunidad específica o para una cultura en particular (siendo así una
propuesta moral individualista), la teoría rawlsiana podría descartar de su
KuKATHAS, Chandran & RAwLS, Philip Pettit, A theory of ]ustice and its Critics
(Cambridge: Polity Press, 1990), pp.10-1l.
De hecho, van a ser los autores comunitaristas quienes señalarán a La teoría de la
justicia, como una teoría que se basa también en el individualismo metatisico.
" RAwLs, John, Op. cit.
!bid.
Por cierto, que el tema de la sociedad bien ordenada tiene un mayor desarrollo
en la tercera parte de La Teoría de la Justicia, Capítulo VIII, El sentido de la Justicia,
pp. 410-417.
lO Jbid., p. 19
De <<la teoría de la justicia>> al <<liberalismo político»: John Rawls ... 275
ll
!bid.
l1
!bid., p.20.
!bid.
14
!bid., p.24.
lii
!bid.
ló
A este respecto dice RAWLS : <<mi propósito es elaborar una teoría de la justicia
276 Eduardo Hernando Nieto
que represente una alternativa al pensamiento utilitario en general y, por tanto, a todas
sus diferentes versiones. Creo que, en esencia, el contraste entre el punto de vista
contractual y el utilitario sigue siendo el mismo en todos estos casos. En consecuencia,
compararé la justicia como imp,ucialidad con variantes familiares del intuicionismo,
perfeccionismo y utilitarismo, con objeto de mostrar, del modo más simple, las
diferencias subyacentes.» Ibid., p.34.
17
CAMPS, Victoria, Introdw.:ción al trabajo de John RAwLs Sobre las Libertades,
(Barcelona : Paidos, 1990), p. 1O.
IX Ibid.
Ver también de SA>IT!Al;o Nr:--~o, CARLOS, Ética y Derechos Humanos, (Buenos
Aires : Astrea, 1989), Cap. III y de John RAwLs , <<Kantian Contructivism in Moral
Them:v", en The ]ournal of Philosophy, setiembre 1980, vol LXXVII, No. 9
De <<la teoría de la justicia>> al <<liberalismo político>>: John R.awls ... 277
1
" Pensamos por ejemplo en las conductas de los paganos quienes actuaban
inspirados siempre por el deseo de inmortalidad que se veía reflejado en actividades tan
específicas como los juegos olímpicos, o en los comportamientos de los cristianos
quienes anhelando reencontrase con Dios practicaban la caridad y el altruismo como
norma de vida.
2o RAwLS, John, !bid., p.36.
Más adelante Rawls afirmará que <das estructuras de las doctrinas teleológicas es
radicalmente equívoca : ya desde un principio relacionan erróneamente lo justo y lo
bueno. No intentaremos dar forma a nuestra vida atendiendo primero al bien,
independientemente definido. No es nuestro propósito el de revelar principalmente
nuestra naturaleza, sino más bien los principios que admitiríamos que gobernasen las
condiciones básicas en que han de formarse estos propósitos y la manera en que deben
de perseguirse. Porque el yo es anterior a los fines que por él se afirman ; incluso un tln
dominante tiene que ser elegido entre muchas posibilidades. No hay modo de sobrepasar
la racionalidad deliberativa. Invertiríamos, pues, la relación entre lo justo y lo bueno
propuesta por las doctrinas teleológicas y consideraríamos lo justo como prioritario. La
teoría moral se desarrolla, entonces, actuando en sentido contrario.»
!bid., p. 506.
Vale la pena añadir que otra corriente teleológica que no es mencionada
directamente pero que marco el rumbo de la política y el derecho cristiano fue el
tomismo y la doctrina del derecho natural.
21 Sin embargo, vale la pena señalar que el utilitarismo fue la corriente que hizo
278 Eduardo Hernando Nieto
desarrollar al Derecho penal al colocar las sanciones penales como un remedio que
tendería a disminuir el crimen, esto es, que si bien es cierto un delincuente podría
beneficiarse de su acción la pena que le esperase sopesada con el beneficio que podría
obtener le haría inclinar la balanza -esto pensando de modo racional- por evitar el
crimen.
Ver de D.D RAPHAEL, Moral Philosphy, (Oxford: Oxford University Press,
1985 ), p.41.
22
El Utilitarismo es la doctrina que apunta a la maximización de la ti::licidad por el
mayor número de personas. ·
De «la teoría de la justicia» al <<liberalismo político»: John Rawls ... 279
una correcta conducta humana, cada uno de estos principios sirve como
standard o criterio de una clase adecuada de actos correctos o deberes.
Dichos principios -éste mantiene-, son evidentes per-se, y se los recono-
ce como verdaderos por proceder de una intuición racional» 23 .
Así pues, se podía tener una lista de principios que deberían de ser
evidentes y entre estos principios que seleccionaba el intuicionismo po-
díamos encontrar :
2Y
!bid., p.25.
~o
!bid., p.l35.
" Como atirma el mismo Rawls este artilugio del velo de ignorancia es un «recur-
so» que esta implícito en los trabajos de Kant particularmente en la estructuración de
su imperativo categórico pues esta ley universal no tiene en cuenta el lugar que ocupa-
mos en la sociedad.
lbid.
282 Eduardo Hernando Nieto
pios de justicia: detrás de esta idea están las ideas kantianas de au-
tonomía y razón práctica» 32 .
2
' BELTRÁ:--1 PEOREIRA, Elen<l, «El Neoliberalismo: La Filosofía política de John
Rawls>>, en Fernando VELLESPÍ}l editor, Historia de la Teoría Política, Vol. 6 (Madrid:
Alianza, 1995 ), p. 113.
-" Esta explicación con términos muy elementales la hemos extraído en gran parte
de la entrevista <<Filosoth y Política» que concedió el Profesor de Jurisprudencia de la
Universidad de Oxford, Ronald Dworkin al periodista británico Bryan Magee. Bryan
Magee, Los Hombres det1'ás de las Ideas, algunos creadores de la filosojla contemporánea
(México: Fondo de Cultura Económica, 1993, segunda reimpresión), pp.254-276.
De <<la teoría de la justicia» al «liberalismo político>>: John Rawls ... 283
Sin embargo, estos dos principios poseen como dice Rawls un orden
lexicográfico, es decir que el primer principio (el de la libertad) debe te-
ner prioridad sobre el segundo (el de la justicia). Esta ordenación signi-
fica que cualquier violación a las libertades básicas iguales protegidas por
el primer principio no pueden ser justificadas por mayores ventajas socia-
les y económicas. Una libertad solo puede ser limitada por otra. 35 Asi-
mismo Rawls señala que las libertades básicas del primer principio esta-
rían comprendidas por la libertad política (el derecho a votar y ser elegi-
bies para ocupar puestos públicos) y la libertad de expresión y la libertad
de reunión; la libertad de conciencia y de pensamiento; la libertad de la
persona que incluye la libertad frente a la opresión psicológica, la agre-
sión física y el desmembramiento (integridad de la persona); el derecho
a la propiedad personal y la libertad respecto al arresto y detención arbi-
trarios, tal y como está definido por el concepto de estado de derecho.
Estas libertades habrán de ser iguales conforme al primer principio. 36
El orden lexicográfico por cierto, también se utiliza en el ségundo
principio aunque de manera inversa, esto es, que la igualdad de oportu-
nidades b) se antepone al denominado principio de la diferencia a).
Este segundo principio establece además la prioridad de la justicia sobre
la eficiencia y el bienestar es decir que se impone al «principio de la efi-
ciencia», y la idea de maximizar la suma de ventajas en la sociedad.37
Ahora bien, por más tentadores que apareciesen ambos principios, las
críticas no se harían esperar y así por ejemplo el primer principio de las
libertades básicas enfrentó desde un inicio grandes críticas, como las del
profesor H.L.A Hart, en la medida en que no se explicaba con claridad
>x HART, H.L.A, «Rawls on Liberty and its Priority» en Norman Daniels, Reading
Ra1vls, (Nueva York: Basic Books, 1975) pp. 249-252.
Justamente en el ensayo de Rawls Sobre las Libertades, se dedicará a responder a
los argumentos levantados por Hart.
'" En realidad lo que está diciendo Rawls ahora es que la libertad no es un bien
cuantificable que puede incrementarse o disminuirse sino que es un bien sustantivo que
puede sin embargo concretarse en alguna manera. (Ejemplo a través de la numeración de
la libertades básicas)
40
RAwLS, John, Sobre las Libertades... lbid., pp. 34-35.
41
BELTHÁ>J, Elena, lbid., p. 104.
42
BARRY, Brian, La Teoría Liberal de la justicia, (México: Fondo de Cultura
Económica, 1993)
De «la teoría de la justicia>> al <<liberalismo político>>: John Rawls ... 285
Se entiende pues, que estos principios son principios liberales que in-
tentan garantizar la justa igualdad de oportunidades, limitando de algu-
na forma la acumulación excesiva de propiedades y de riqueza mante-
niendo además el acceso a la educación para todos. 45
Pero después de conocer la naturaleza de estos principios ¿por qué
tendrían que ser escogidos? Rawls encontrará que estos principios; com-
parativamente hablando, son superiores a las propuestas utilitarias,
perfeccionistas, egoístas, etc. 46 Igualmente presentan ciertas ventajas pal-
pables porque son principios que estarían inmersos en una estrategia que
se colocaría en la opción menos privilegiada detrás del velo de ignoran-
cia. Esto significa que el sujeto rawlsiano se pone en el supuesto de que
la elección que tendría que efectuar sería llevada a cabo no por él mismo
sino por nuestro peor enemigo y en esas circunstancias lo que busca la
T] es elevar los mínimos a lo máximo, en otras palabras deberíamos po-
der elegir lo máximo de lo mínimo (criterio llamado MAXIMIN) y es
precisamente esta elección la que efectuaría un hombre racional y libre
porque de tocarnos el peor lugar en la jerarquía social por lo menos ten-
dríamos asegurada las más importantes libertades.
La primera crítica que salta a la vista parece bastante obvia: ¿por qué
tendríamos que ser tan timoratos y escoger según él el criterio
maximin?, ¿acaso no podríamos ser los mejores dotados para elegir prin-
cipios más beneficiosos y obviar por ejemplo el principio de la diferen-
cia?, ¿no serían los principios de justicia unos obstáculos para nuestro
propio desarrollo?, pues bien más o menos algunas de estas ideas están
en el argumento que baraja otro famoso profesor de Harvard, llamado
Robert Nozick 47 que propugnaba una crítica desde la llamada Nueva
!bid., p.50.
44
RAwLS, John, TJ, !bid., p.28l.
4:i
!bid., pp. 78-79.
4ó
KuKATHAS & PETIT, Ibid., p.44.
47
NozrcK, Robert, Anarchy, State and Utopia, (New York: Basic Books, 1974),
286 Eduardo Hernando Nieto
SI
Michael Sandel, Introducción a Liberalism and its critics, !bid., p.3.
52
!bid., p.4
!bid., p.S
54
!bid.
" Detlnitivamente la neutralidad y la apertura son las dos características de las
sociedades liberales contemporáneas y particularmente dentro del mundo anglosajón,
como certeramente lo anunciara algunos ai'ios atrás el recordado profesor de la
Universidad de Chicago Allan Bloom en un libro emblemático para el movimiento
comunitario :
« .... La reciente educación de la apertura ha rechazado todo esto. No presta
atención a los derechos naturales o a los orígenes históricos de nuestro régimen que
288 Eduardo Hernando Nieto
ría, Rawls construía un sujeto que no podía ser capaz de decidir sobre
nada y esto por la sencilla razón de que los objetos de elección no esta-
ban nunca flotando en el aire sino que se trataban siempre de valores,
sentimientos, costumbres, etc., es decir objetos que estaban ubicados
dentro de una comunidad específica y en un tiempo también determina-
do. Si separábamos; como lo hacía Rawls; al sujeto de sus fines (esto es
a «lo justo» de «lo bueno») , no era posible ni siquiera la posibilidad de
plantear al contractualismo como fórmula habida cuenta de que no era
posible ningún de tipo de elección (que se entiende es la base del con-
trato). Ahora bien, por las mismas características de los principios a los
que se llegaban tras la posición original era evidente que tenían que ha-
ber sido escogidos dentro de una tradición en particular; y dicha tradi-
ción no era otra que la tradición liberal-democrática que proponía tales
principios como los correspondientes a una sociedad bien ordenada. Por
lo tanto, mal podía Rawls plantear su teoría como una propuesta filosó-
fica o metafísica que se mostrase universal y abstracta (como el impera ti-
vo categórico kantiano) cuando en realidad los valores guías (léase prin-
cipios) tenían una historia y un contexto determinado. Esto finalmente
despojaba a los principios de una validez planetaria al tiempo que se im-
ponía como una crítica aún más aguda que aquellos quienes por ejemplo
destacaban la arbitrariedad de los principios56 (esto es, por ejemplo por-
que se privilegiaba a la libertad por sobre la igualdad) y que colocaban
paradójicamente a la TJ en la misma línea que el intuicionismo y su in-
justificado listado de derechos morales.
ahora es enseñado como que se haya esencialmente quebrado ....... está abierto a todos
los hombres, a todas las clases de vida, a todas las ideologías. No existe otro enemigo
que aquél que no se está abierto a todos. Pero cuando no hay objetivos compartidos o
una visión del bien público, ¿es posible mantener un contrato social ?>>
BLOOM, Allan, The Closing ofthe American Mind (New York: Simon and
Schuster, 1987), p. 27.
56
Por ejemplo el mismo Rawls señalaba que las libertades básicas no podían incluir
ni el derecho a poseer los medios de producción (socialismo) ni tampoco el derecho a la
libre contratación (libertarianismo), sin dar sin embargo mayores explicaciones del por
qué.
Ver TJ, !bid., p .69.
De «la teoría de la justicia>> al <<liberalismo político>>: John Rawls ... 289
que estaba hecha para sujetos libres y racionales57 y que al mismo tiem-
po utilizaba el análisis de la teoría de la elección racional para conocer la
naturaleza «racional» de los principios sx. Definitivamente, el sentido del
velo de ignorancia y el privilegio de lo «justo» sobre lo «racional» con-
firmaban esta supremacía de lo racional, es decir, de la búsqueda de la
satisfacción de nuestro interés privado sobre el colectivo en base a un
cálculo instrumental para medir nuestros beneficios. El velo de ignoran-
cia servía entonces para morigerar esta característica de los seres huma-
nos en la posición original mientras que los principios resultado del
Contrato apuntaban a consolidar una sociedad bien ordenada, es decir
una comunidad liberal en la cual a pesar del individualismo latente se
pudiese compartir ciertas tareas de manera común. Empero, este privile-
gio del sujeto racional en la TJ produjo más bien una andanada de críti-
cas que señalaban por ejemplo que el modelo rawlsiano solamente esta-
blecería una «sociedad de desconocidos» 59 y quizá hasta una «sociedad
de enemigos» 60 • La crisis moral y social de las sociedades postin-
dustrializadas alimentaron entonces esta crítica a los modelos
individualistas y racionalistas cuya decadencia se vislumbraba en buena
medida como fruto del comportamiento de estos sujetos maximizadores
y poco altruistas. El velo de ignorancia era una mera abstracción y la
realidad distaba mucho de la idílica posición original. Al mismo tiempo,
parecía también un poco contradictorio el que los sujetos racionales de-
cidiesen contar con un principio como el de la diferencia que quizá no
calzaba de manera apropiada con la racionalidad instrumental. En fin to-
das estas críticas motivaron un replantiamiento en la TJ que se comenzó
a gestar particularmente en un ensayo publicado en 1985 y que culmi-
naría con su obra Liberalismo Político. 61 El primer paso importante iba a
será ya la justicia racional sino una justicia razonable o sustantiva que aho-
ra sí tendrá un espacio claro y concreto dentro de la posición original.
La justicia como imparcialidad necesitará de la razonabilidad para
que pueda ser percibida como una justicia cierta y real alejándose de la
abstracción de los sujetos kantianos que prácticamente no podían ser
considerados como seres de carne y hueso. 67 Ahora bien, el apelar a la
razonabilidad ponía en serios aprietos al profesor de Harvard pues si
consideramos que la razonabilidad formaba parte de la posición original
(Cuál era el actual sentido del velo de ignorancia? aún más, ¿en base a
qué criterios podía aseverar Rawls que los seres humanos eran mitad ra-
cionales y mitad razonables ?, ¿por qué tendríamos que seguir a Rawls y
no a Hobbes, quien era el abanderado del modelo racionalista y que no
creía que los seres humanos tuviesen un solo poro de razonabilidad ?
Si bien, la razonabilidad no podía identificarse con el altruismo, no
distaba mucho de éste y por eso el nuevo modelo dejaba la abstracción
kantiana por cierto idealismo romántico, quizá más próximo a Hegel de
lo que Rawls creyese. De hecho el LP, poseía una gran dosis de
Sittlichkeit o eticidad:
ó? Esto por la simple razón de que el velo de ignorancia al ocultar un sin tin de
caracteres que describen e identifican a los seres humanos nos hacía perder también
nuestro sentido de humanidad.
6
x LP~ lhid.
69 !bid., p.ll.
292 Eduardo Hernando Nieto
70
RAwLs, John, «Justice as Fairness: Política! not Metaphysical>>, !bid., p.l94.
71
LP, !bid., p. 146.
72
!bid.
De «la teoría de la justicia>> al <<liberalismo político»: John Rawls ... 293
versal que pudiese servir para evitar los peligros y los conflictos del
relativismo. Welcome Nihilism (bienvenido nihilismo) podría ser quizá el
libro que faltase para concluir así la trilogía del senil profesor de Harvard
y de su senil teoría de la Justicia.
Conclusión