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PROGRAMA
Miércoles 31
Cristología conciliar
a) Nicea
b) Constantinopla
c) Éfeso
d) Calcedonia
e) Últimos grandes concilios.
Mt 10 32Por todo aquel que se declare por mí ante los hombres, yo también me
declararé por él ante mi Padre que está en los cielos; 33pero a quien me niegue ante
los hombres, lo negaré yo también ante mi Padre que está en los cielos.
Rm 10 9 Porque si confiesas con tu boca que Jesús es Señor y crees en tu corazón que
Dios le resucitó de entre los muertos, serás salvo.
1Co 8 6 Para nosotros un solo Dios, el Padre, del cual todas las cosas y hacia el cual
también nosotros y un solo Señor, Jesucristo, por quien todas las cosas y por el cual
también nosotros.
Flp 2 6El cual, siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios,
7al contrario, se despojó de sí mismo tomando condición de siervo, hecho semejante
a los hombres y apareciendo en su porte como hombre; 8se humilló a sí mismo, hecho
obediente hasta la muerte y muerte de cruz. 9Por eso Dios lo sobre-exaltó 10y le
otorgó el Nombre-sobre-todo-nombre; de modo que al nombre de Jesús toda rodilla
se doble en los cielos, en la tierra y en los abismos, 11y toda lengua confiese: Jesús
Cristo Señor, para gloria de Dios Padre.
Flp 2 6 o]j evn morfh/| qeou/ u`pa,rcwn ouvc a`rpagmo.n h`gh,sato to. ei=nai i;sa qew/|(
7 avlla. e`auto.n evke,nwsen morfh.n dou,lou labw,n( evn o`moiw,mati avnqrw,pwn
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10 i[na evn tw/| ovno,mati VIhsou/ pa/n go,nu ka,myh| evpourani,wn kai. evpigei,wn kai.
katacqoni,wn
11 kai. pa/sa glw/ssa evxomologh,shtai o[ti ku,rioj VIhsou/j Cristo.j eivj do,xan qeou/
patro,jÅ
Jn 1 1 En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba ante Dios, y el Verbo era Dios.
2Este estaba en el principio ante Dios. 3 Por medio de él se hizo todo, y sin él no se
hizo nada de cuanto se ha hecho. 4En él estaba la vida, y la vida era la luz de los
hombres. 5Y la luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió. 6Surgió un hombre
enviado por Dios, que se llamaba Juan: 7este venía como testigo, para dar testimonio
de la luz, para que todos creyeran por medio de él. 8No era él la luz, sino el que daba
testimonio de la luz. 9El Verbo era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre,
viniendo al mundo. 10 En el mundo estaba, el mundo se hizo por medio de él, y el
mundo no lo conoció. 11Vino a su casa, y los suyos no lo recibieron. 12Pero a cuantos
lo recibieron, les dio poder de ser hijos de Dios, a los que creen en su nombre. 13Estos
no han nacido de sangre, ni de deseo de carne, ni de deseo de varón, sino que han
nacido de Dios. 14Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, y hemos
contemplado su gloria; gloria como del Unigénito del Padre, lleno de gracia y de
verdad. 15Juan da testimonio de él y grita diciendo: “Este es de quien dije: El que
viene detrás de mí se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo”. 16Pues
de su plenitud todos hemos recibido, gracia sobre gracia. 17Porque la ley se dio por
medio de Moisés, la gracia y la verdad nos han llegado por medio de Jesucristo. 18A
Dios nadie lo ha visto jamás. Dios unigénito, que está en el seno del Padre, es quien
lo ha contado.
Textos conciliares
Concilio de Nicea
Concilio de Constantinopla
Pues, no decimos que la naturaleza del Verbo, transformada, se hizo carne; pero tampoco que
se trasmutó en el hombre entero, compuesto de alma y cuerpo; sino, más bien, que habiendo
unido consigo el Verbo, según hipóstasis o persona, la carne animada de alma racional, se
hizo hombre de modo inefable e incomprensible y fue llamado hijo del hombre, no por sola
voluntad o complacencia, pero tampoco por la asunción de la persona sola, y que las
naturalezas que se juntan en verdadera unidad son distintas, pero que de ambas resulta un
solo Cristo e Hijo; no como si la diferencia de las naturalezas se destruyera por la unión, sino
porque la divinidad y la humanidad constituyen más bien para nosotros un solo Señor y
Cristo e Hijo por la concurrencia inefable y misteriosa en la unidad... Porque no nació
primeramente un hombre vulgar, de la santa Virgen, y luego descendió sobre Él el Verbo;
sino que, unido desde el seno materno, se dice que se sometió a nacimiento carnal, como
quien hace suyo el nacimiento de la propia carne... De esta manera [los Santos Padres] no
tuvieron inconveniente en llamar madre de Dios a la santa Virgen. (DH 250-251)
Fórmula de unión
Queremos hablar brevemente sobre cómo sentimos y decimos acerca de la Virgen madre de
Dios y acerca de cómo el Hijo de Dios se hizo hombre necesariamente, y no por modo de
aditamento, sino en la forma de plenitud tal como desde antiguo lo hemos recibido, tanto de
las divinas Escrituras como de la tradición de los Santos Padres, sin añadir nada en absoluto
a la fe expuesta por los Santos Padres en Nicea. Pues, como anteriormente hemos dicho, ella
basta para todo conocimiento de la piedad y para rechazar toda falsa opinión herética. Pero
hablamos, no porque nos atrevamos a lo inaccesible, sino cerrando el paso con la confesión
de nuestra flaqueza a quienes quieren atacarnos por discutir lo que está por encima del
hombre.
Confesamos, consiguientemente, a nuestro Señor Jesucristo Hijo de Dios unigénito, Dios
perfecto y hombre perfecto, de alma racional y cuerpo, antes de los siglos engendrado del
Padre según la divinidad, y el mismo en los últimos días, por nosotros y por nuestra
salvación, nacido de María Virgen según la humanidad, el mismo consustancial con el Padre
en cuanto a la divinidad y consustancial con nosotros según la humanidad. Porque se hizo la
unión de dos naturalezas, por lo cual confesamos a un solo Señor y a un solo Cristo. Según la
inteligencia de esta inconfundible unión, confesamos a la santa Virgen por madre de Dios,
por haberse encarnado y hecho hombre el Verbo de Dios y por haber unido consigo, desde la
misma concepción, el templo que de ella tomó. Y sabemos que los hombres que hablan de
Dios, en cuanto a las voces evangélicas y apostólicas sobre el Señor, unas veces las hacen
comunes como de una sola persona, otras las reparten como de dos naturalezas, y enseñan
que unas cuadran a Dios, según la divinidad de Cristo; otras son humildes, según la
humanidad. (DH 271-273).
Concilio de Calcedonia
1. Ἑπόμενοι τοίνυν τοῖς ἁγίοις πατράσιν 1. Siguiendo, pues, a los santos Padres,
3. τὸν κύριον ἡμῶν Ἰησοῦν Χριστὸν 2. que hay que confesar a un solo y mismo
Hijo
4. συμφώνως ἅπαντες ἐκδιδάσκομεν,
3. y Señor nuestro Jesucristo:
5. τέλειον τὸν αὐτὸν ἐν θεότητι
5. perfecto en la divinidad,
6. καὶ τέλειον τὸν αὐτὸν ἐν ἀνθρωπότητι,
6. y perfecto en la humanidad;
7. θεὸν ἀληθῶς καὶ ἄνθρωπον ἀληθῶς
7. verdaderamente Dios, y verdaderamente
8. τὸν αὐτὸν, ἐκ ψυχῆς λογικῆς καὶ
hombre,
σώματος, 8. de alma racional y cuerpo;
9. ὁμοούσιον τῷ πατρὶ κατὰ τὴν θεότητα, 9. consustancial con el Padre según la
10. καὶ ὁμοούσιον τὸν αὐτὸν ἡμῖν κατὰ divinidad,
τὴν ἀνθρωπότητα, 10. y consustancial con nosotros según la
11. κατὰ πάντα ὅμοιον ἡμῖν χωρὶς humanidad,
16. ἕνα καὶ τὸν αὐτὸν Χριστόν, υἱόν, 16. que se ha de reconocer a un solo y mismo
Cristo Señor, Hijo unigénito
κύριον, μονογενῆ,
17. en dos naturalezas,
17. ἐν δύο φύσεσιν,
18. sin confusión, sin cambio, sin división, sin
18. ἀσυγχύτως, ἀτρέπτως ,ἀδιαιρέτως,
separación.
ἀχωρίστως γνωριζόμενον·
22. οὐκ εἰς δύο πρόσωπα μεριζόμενον ἢ 22. no partido o dividido en dos personas,
διαιρούμενον,
23. sino uno solo y el mismo Hijo unigénito,
23. ἀλλ᾽ ἕνα καὶ τὸν αὐτὸν υἱὸν καὶ
μονογενῆ,
II Concilio de Constantinopla
Si alguno dice que uno es el Verbo de Dios que hizo milagros y otro el Cristo que padeció,
o dice que Dios Verbo está con el Cristo que nació de mujer o que está en Él como uno en
otro; y no que es uno solo y el mismo Señor nuestro Jesucristo, el Verbo de Dios que se
encarnó y se hizo hombre, y que de uno mismo son tanto los milagros como los sufrimientos
a que voluntariamente se sometió en la carne, ese tal sea anatema. (DH 423).
En efecto, la unión se entiende de muchas maneras: los que siguen la impiedad de Apolinar
y de Eutiques, inclinados a la desaparición de los elementos que se juntan, predican una
unión de confusión; los que piensan como Teodoro y Nestorio, gustando de la división,
introducen una unión habitual. Pero la santa Iglesia de Dios, rechazando la impiedad de
una y otra herejía, confiesa la unión de Dios Verbo con la carne según composición, es decir,
según hipóstasis. Porque la unión según composición en el misterio de Cristo no sólo guarda
inconfusos los elementos que se junta, sino que tampoco admite la división. (DH 425).
Si alguno, confesando que la unión se hizo de dos naturalezas: divinidad y humanidad, o
hablando de una sola naturaleza de Dios Verbo hecha carne, no lo toma en el sentido en que
lo enseñaron los santos padres, de que de la naturaleza divina y de la humana después de
hecha la unión según la hipóstasis, resultó un solo Cristo, sino que por tales expresiones
intenta introducir una sola naturaleza o sustancia de la divinidad y de la carne de Cristo,
sea anatema. (DH 429).
II Concilio de Nicea