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Rito de la dedicación de la

Nueva Catedral

Ecce Homo
1
RITOS INICIALES
Entrada en la Iglesia
(Monición Inicial)
Todos se reúnen en un sitio adecuado desde donde pueda dirigirse la procesión hacia el templo.
El obispo y los presbíteros concelebrantes y ministros, revestidos con sus respectivas vestiduras
litúrgicas, van a la puerta principal, donde están todos reunidos. El obispo deja el báculo, se quita la
mitra y saluda al pueblo con estas u otras palabras tomadas preferentemente de la sagrada Escritura:

La gracia y la paz estén con todos ustedes,


en esta santa Iglesia de Dios.
Todos:

Y con tu espíritu.
Luego, el obispo se dirige al pueblo con estas palabras:

Llenos de alegría, queridos hermanos, nos hemos reunido para


consagrar el altar y dedicar esta catedral, con la celebración del
sacrificio del Señor. Participemos activamente, oigamos con fe la
palabra de Dios, para que nuestra diócesis, renacida en la misma fuente
bautismal y alimentada en la misma mesa, crezca para formar un templo
espiritual y, reunida junto al mismo altar, aumente su amor cristiano.
El obispo, recibe la mitra y el báculo. Los delegados de quienes edificaron la iglesia hacen entrega
de los planos de la obra. Luego, el Obispo abre las puertas de la catedral. Abierta la puerta y cortada
la cinta, el obispo invita al pueblo a entrar en la iglesia, con estas palabras:

Entrad por las puertas del Señor con acción de gracias, por sus atrios
con himnos.
Se entonan los gozos al Ecce Homo para hacer la entronización de la imagen en la Nueva Catedral.
Sigue la procesión de entrada. No se llevan cirios. No se quema incienso, ni durante la procesión ni
en la misa antes del rito de incensación del altar y de la iglesia. Delante irá el crucífero con la reliquias
de los santos, al que siguen los seminaristas, los presbíteros concelebrantes, el Obispo y finalmente
los fieles laicos.

Saludo de bienvenida del Obispo.

Lectura del mandato Pontificio de su Santidad el Papa


Francisco.

2
Bendición y aspersión del agua.

Terminada la lectura del mandato pontificio, el obispo bendice el agua para rociar al pueblo en señal
de penitencia y en recuerdo del bautismo, y para purificar las paredes y el altar de la Catedral.
Los seminaristas llevan el agua al obispo, que está de pie en la cátedra. El obispo invita a todos a
orar con estas palabras:

Queridos hermanos, al dedicar a Dios nuestro Señor esta templo y éste


altar, supliquémosle que bendiga esta agua, creatura suya, con la cual
seremos rociados, en señal de penitencia y en recuerdo del bautismo,
y con la cual se purificará toda ésta construcción y el nuevo altar. Que
el mismo Señor nos ayude con su gracia, para que, dóciles al Espíritu
Santo que hemos recibido, permanezcamos fieles en su Iglesia.

Y todos oran, por unos instantes, en silencio. Luego, el obispo continúa:

D ios, Padre nuestro, fuente de luz y de vida,


que tanto amas a los hombres
que no sólo los alimentas con solicitud paternal,
sino que los purificas del pecado con el rocío de la caridad
y los guías constantemente hacia Cristo, su Cabeza;
y así has querido, en tu designio misericordioso,
que los pecadores, al sumergirse en el baño bautismal,
mueran con Cristo y resuciten inocentes,
sean hechos miembros suyos y coherederos del premio eterno;
santifica con tu bendición ✠ esta agua, creatura tuya,
para que, rociada sobre nosotros y sobre esta Iglesia,
sea señal del bautismo,
por el cual, lavados en Cristo,
llegamos a ser templos de tu Espíritu;
concédenos a nosotros y a cuantos en esta iglesia celebrarán
los divinos misterios, llegar a la celestial Jerusalén.
Por Jesucristo nuestro Señor.
Todos:

Amén.

El Obispo, acompañado por los dos obispos concelebrantes principales y cuatro diaconos, rocía con
agua bendita al pueblo y las paredes de la catedral, pasando por la nave de la misma; de regreso,
rocía el altar. Mientras tanto, se canta. Después de la aspersión, el Obispo regresa a la cátedra y,
terminado el canto, dice, de pie, con las manos juntas:

3
Dios, Padre de misericordia,
esté presente en esta casa de oración
y, con la gracia del Espíritu Santo,
purifique a quienes somos templo vivo para su gloria.

Todos:

Amén.

Luego, se canta el himno Gloria a Dios en el cielo.

Oración Colecta

Oremos.

D ios todopoderoso y eterno,


derrama tu gracia sobre este lugar
y socorre con tu auxilio a cuantos te invocan,
para que la eficacia salvadora de tu palabra
y de los sacramentos
confirme el corazón de tus fieles.

Por nuestro Señor Jesucristo.


Todos:

Amén.
LITURGIA DE LA PALABRA
(Monición)
Conviene celebrar la proclamación de la palabra de Dios de la siguiente manera: un ministro lleva el
leccionario al obispo. El obispo, de pie y con la mitra puesta, toma el leccionario, lo muestra al
pueblo y dice:

Resuene siempre en esta casa la palabra de Dios, para que conozcáis


el misterio de Cristo y se realice vuestra salvación dentro de la Iglesia.

Todos:

Amén.
Luego, lectores y salmista se acercan al obispo; él entrega el leccionario al primer lector. Y lectores
y el salmista se dirigen al ambón, llevando el leccionario a la vista de todos.

4
Primera Lectura

Lectura del libro de Nehemías


8, 1 – 10

Todo el pueblo se congregó como un solo hombre en la plaza que está


delante de la puerta del Agua. Dijeron al escriba Esdras que trajera el
libro de la Ley de Moisés que Yahveh había prescrito a Israel. Trajo el
sacerdote Esdras la Ley ante la asamblea, integrada por hombres,
mujeres y todos los que tenían uso de razón. Era el día uno del mes
séptimo. Leyó una parte en la plaza que está delante de la puerta del
Agua, desde el alba hasta el mediodía, en presencia de los hombres,
las mujeres y todos los que tenían uso de razón; y los oídos del pueblo
estaban atentos al libro de la Ley. El escriba Esdras estaba de pie sobre
un estrado de madera levantado para esta ocasión.

"Esdras abrió el libro a los ojos de todo el pueblo - pues estaba más alto
que todo el pueblo - y al abrirlo, el pueblo entero se puso en pie. Esdras
bendijo a Yahveh, el Dios grande; y todo el pueblo, alzando las manos,
respondió: «¡Amén! ¡Amén!»; e inclinándose se postraron ante Yahveh,
rostro en tierra."

Y Esdras leyó en el libro de la Ley de Dios, aclarando e interpretando el


sentido, para que comprendieran la lectura. Entonces (Nehemías - el
gobernador - y) Esdras, el sacerdote escriba (y los levitas que
explicaban al pueblo) dijeron a todo el pueblo: «Este día está
consagrado a Yahveh vuestro Dios; no estéis tristes ni lloréis»; pues
todo el pueblo lloraba al oír las palabras de la Ley. Díjoles también: «Id
y comed manjares grasos, bebed bebidas dulces y mandad su ración a
quien no tiene nada preparado. Porque este día está consagrado a
nuestro Señor. No estéis tristes: la alegría de Yahveh es vuestra
fortaleza.

Palabra de Dios

5
Salmo

Sal 84(83) 2 – 13

R. Dichosos los que viven en tu casa alabándote siempre.

¡Qué deseables son tus moradas,


Señor de los ejércitos!
Mi alma se consume y anhela
los atrios del Señor,
mi corazón y mi carne
retozan por el Dios vivo. R.

Hasta el gorrión ha encontrado una casa;


la golondrina, un nido
donde colocar sus polluelos:
tus altares, Señor de los ejércitos,
Rey mío y Dios mío. R.

Dichosos los que viven en tu casa,


alabándote siempre.
Dichosos los que encuentran en ti su fuerza
al preparar su peregrinación: R.

Cuando atraviesan áridos valles,


los convierten en oasis,
como si la lluvia temprana
los cubriera de bendiciones;
caminan de baluarte en baluarte
hasta ver a Dios en Sión. R.

Señor de los ejércitos, escucha mi súplica;


atiéndeme, Dios de Jacob.
Fíjate, oh Dios, en nuestro Escudo,
mira el rostro de tu Ungido. R.

6
Segunda lectura

Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro


2, 4 – 10

HERMANOS:

Acercándoos a Él, piedra viva, desechada por los hombres, pero


elegida, preciosa ante Dios, también vosotros, cual piedras vivas, entrad
en la construcción de un edificio espiritual, para un sacerdocio santo,
para ofrecer sacrificios espirituales, aceptos a Dios por mediación de
Jesucristo. Pues está en la Escritura: He aquí que coloco en Sión una
piedra angular, elegida, preciosa y el que crea en ella no será
confundido. Para vosotros, pues, creyentes, el honor; pero para los
incrédulos, la piedra que los constructores desecharon, en piedra
angular se ha convertido, en piedra de tropiezo y roca de escándalo.
Tropiezan en ella porque no creen en la Palabra; para esto han sido
destinados. Pero vosotros sois linaje elegido, sacerdocio real, nación
santa, pueblo adquirido, para anunciar las alabanzas de Aquel que os
ha llamado de las tinieblas a su admirable luz vosotros que en un tiempo
no erais pueblo y que ahora sois el Pueblo de Dios, de los que antes no
se tuvo compasión, pero ahora son compadecidos.

Palabra de Dios.

7
Evangelio

✠ Lectura del santo Evangelio según san Mateo.

16, 13 – 19.

L legado Jesús a la región de Cesarea de Filipo, hizo esta pregunta a


sus discípulos: «¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del
hombre?» Ellos dijeron: «Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías,
otros, que Jeremías o uno de los profetas.» Díceles él: «Y vosotros
¿quién decís que soy yo?» Simón Pedro contestó: «Tú eres el Cristo, el
Hijo de Dios vivo.» Replicando Jesús le dijo: «Bienaventurado eres
Simón, hijo de Jonás, porque no te ha revelado esto la carne ni la
sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo a mi vez te digo que
tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del
Hades no prevalecerán contra ella. A ti te daré las llaves del Reino de
los Cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que
desates en la tierra quedará desatado en los cielos.

Palabra del Señor.

Homilía

8
Terminada la homilía, se dice el Credo. En cambio, se omite la oración de los fieles, ya que en su
lugar se cantan las letanías de los santos.

Creo en Dios, Padre todopoderoso,


Creador del cielo y de la tierra.
Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor,
que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo,
nació de Santa María Virgen,
padeció bajo el poder de Poncio Pilato,
fue crucificado, muerto y sepultado,
descendió a los infiernos,
al tercer día resucitó de entre los muertos,
subió a los cielos
y está sentado a la derecha de Dios, Padre todopoderoso.

Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos.


Creo en el Espíritu Santo,
la santa Iglesia católica,
la comunión de los santos,
el perdón de los pecados,
la resurrección de la carne
y la vida eterna. Amén.

9
ORACIÓN DE DEDICACIÓN Y UNCIONES
(Monición)
Letanías de los Santos
Después, el obispo invita al pueblo a orar, con estas palabras:

Oremos, queridos hermanos, a Dios Padre todopoderoso, quien de los


corazones de los fieles ha hecho para sí templos espirituales, y
juntemos nuestras voces con la súplica fraterna de los santos.

El diácono dice:

Pongámonos de rodillas.

E, inmediatamente, el obispo se arrodilla ante su sede; también los demás se arrodillan. Entonces,
se cantan las letanías de los santos, a las que todos responden.

Señor, ten piedad. Señor, ten piedad


Cristo, ten piedad. Cristo, ten piedad
Señor, ten piedad. Señor, ten piedad
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros
San Miguel, ruega por nosotros
Santos Ángeles de Dios rogad por nosotros
San Juan Bautista, ruega por nosotros
San José, ruega por nosotros
San Pedro, ruega por nosotros
San Pablo, ruega por nosotros
San Andrés, ruega por nosotros
San Juan, ruega por nosotros
Santa María Magdalena, ruega por nosotros
San Esteban, ruega por nosotros
San Ignacio de Antioquía, ruega por nosotros
San Lorenzo, ruega por nosotros
Santas Perpetua y Felicidad, rogad por nosotros
Santa Inés, ruega por nosotros
San Gregorio, ruega por nosotros
San Agustín, ruega por nosotros
San Atanasio, ruega por nosotros
San Basilio, ruega por nosotros
San Martín, ruega por nosotros
San Benito, ruega por nosotros

10
Santos Francisco y Domingo, rogad por nosotros
San Francisco Javier, ruega por nosotros
San Carlos Borromeo ruega por nosotros
San Juan María Vianney, ruega por nosotros
San Antonio María Claret ruega por nosotros
Santa Catalina de Siena, ruega por nosotros
Santa Teresa de Jesús, ruega por nosotros
San Juan Pablo II ruega por nosotros
San Juan XXIII ruega por nosotros
San Pablo VI ruega por nosotros
Santa Laura Montoya ruega por nosotros
San Josemaría Escrivá de Balaguer ruega por nosotros
Santos y Santas de Dios, ruega por nosotros
Beatos Mártires de san Juan de Dios ruega por nosotros
Beato Padre Marianito ruega por nosotros
Beato Jesús Aníbal Gómez ruega por nosotros
Beato Pedro María Ramírez ruega por nosotros
Beato Jesús Emilio Jaramillo ruega por nosotros
Beato Álvaro del Portillo ruega por nosotros
Beatos mártires Claretianos rueguen por nosotros
Muéstrate propicio, líbranos, Señor
De todo mal, líbranos, Señor
De todo pecado, líbranos, Señor
De la muerte eterna, líbranos, Señor
Por tu encarnación, líbranos, Señor
Por tu muerte y resurrección, líbranos, Señor
Por el envío del Espíritu Santo, líbranos, Señor
Nosotros, que somos pecadores, te rogamos, óyenos
Para que gobiernes y conserves
a tu santa Iglesia, te rogamos, óyenos
Para que asistas al Papa
y a todos los miembros
del clero en tu servicio santo, te rogamos, óyenos
Para que concedas paz y concordia
a todos los pueblos de la tierra, te rogamos, óyenos
Para que tengas misericordia
de todos los que sufren, te rogamos, óyenos
Para que nos fortalezcas y asistas
en tu servicio santo, te rogamos, óyenos
Jesús, Hijo de Dios vivo, te rogamos, óyenos

11
Cristo, óyenos. Cristo, óyenos
Cristo, escúchanos. Cristo, escúchanos.

Concluido el canto de las letanías, el Obispo, en pie y con las manos extendidas, dice:

Te pedimos, Señor,
que, por la intercesión de la santa Virgen María
y de todos los santos,
aceptes nuestras súplicas,
para que este lugar que va a ser dedicado a tu nombre
sea casa de salvación y de gracia,
donde el pueblo cristiano,
reunido en la unidad,
te adore con espíritu y verdad
y se construya en el amor.

Por Jesucristo nuestro Señor.

Todos:

Amén.
Todos se colocan de pie.

(Monición)
Colocación de las reliquias
Un presbítero lleva las reliquias al Obispo de los santos:

San Antonio María Claret


San Josemaría Escrivá de Balaguer
Santa Laura Montoya
y beatos

Jesús Aníbal Gómez


Pedro María Ramírez
Álvaro del Portillo
Mártires Claretianos
quien las coloca en el sepulcro preparado para recibirlas. Mientras tanto, se hace un canto adecuado.
Mientras tanto, un albañil cierra el sepulcro, y el obispo regresa a la cátedra.

12
Oración de Dedicación
(Monición)
Hecho lo anterior, el obispo, de pie y sin mitra, junto al altar, dice en voz alta:

O h Dios, santificador y guía de tu Iglesia,


celebramos tu nombre con alabanzas jubilosas,
porque en este día tu pueblo quiere dedicarte, para siempre,
con rito solemne, esta casa de oración,
en la cual te honra con amor,
se instruye con tu palabra
y se alimenta con tus sacramentos.

Este templo hace vislumbrar el misterio de la Iglesia,


a la que Cristo santificó con su sangre,
para presentarla ante sí como Esposa llena de gloria,
como Virgen excelsa por la integridad de la fe,
y Madre fecunda por el poder del Espíritu.

Es la Iglesia santa, la viña elegida de Dios,


cuyos sarmientos llenan el mundo entero,
cuyos renuevos, adheridos al tronco,
son atraídos hacia lo alto, al reino de los cielos.
Es la Iglesia feliz, la morada de Dios con los hombres,
el templo santo, construido con piedras vivas,
sobre el cimiento de los Apóstoles,
con Cristo Jesús como suprema piedra angular.

Es la Iglesia excelsa,
la Ciudad colocada sobre la cima de la montaña,
accesible a todos, y a todos patente,
en la cual brilla perenne la antorcha del Cordero
y resuena agradecido el cántico de los bienaventurados.

Te suplicamos, pues, Padre santo,


que te dignes impregnar con santificación celestial
esta iglesia y este altar,
para que sean siempre lugar santo
y una mesa siempre lista para el sacrificio de Cristo.

13
Que en este lugar el torrente de tu gracia
lave las manchas de los hombres,
para que tus hijos, Padre, muertos al pecado,
renazcan a la vida nueva.

Que tus fieles, reunidos junto a este altar,


celebren el memorial de la Pascua
y se fortalezcan con la palabra y el cuerpo de Cristo.

Que resuene aquí la alabanza jubilosa


que armoniza las voces de los ángeles y de los hombres,
y que suba hasta ti la plegaria por la salvación del mundo.
Que los pobres encuentren aquí misericordia,
los oprimidos alcancen la verdadera libertad,
y todos los hombres sientan la dignidad de ser hijos tuyos,
hasta que lleguen, gozosos, a la Jerusalén celestial.

Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,


que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo
y es Dios, por los siglos de los siglos.

Todos:

Amén.

14
(Monición)
Unción del altar y de los muros de la Catedral
Luego, el obispo se quita la casulla y toma un gremial, va al altar con otros ministros, uno de los
cuales lleva el recipiente con el crisma, y procede a la unción del altar. El obispo, de pie ante el altar,
dice en voz alta:

El Señor santifique con su poder


este Altar que vamos a ungir con aceite perfumado,
para que exprese con una señal visible
el misterio de Cristo y de la Iglesia.
Luego, vierte el crisma en el medio y en los cuatro ángulos del altar, y unge también toda la mesa.

Terminada la unción del altar, el obispo se lava las manos. Luego se quita el gremial y se pone la
casulla.

(Monición)
Incensación del altar y de la Iglesia
Después del rito de la unción, se coloca sobre el altar el brasero para quemar incienso. El Obispo
hecha incienso en el brasero, diciendo:

Suba, Señor, nuestra oración


como incienso en tu presencia
y, así como esta casa se llena de suave olor,
que en tu Iglesia se aspire el aroma de Cristo.
Entonces, el obispo echa incienso en los incensarios e inciensa el altar. Luego, vuelve a la cátedra,
es incensado y se sienta. Los ministros, pasando por la nave de la iglesia, inciensan al pueblo y los
muros. Mientras tanto, se canta un canto adecuado.

(Monición)
Iluminación del altar y de la Iglesia
Terminada la incensación se retira el brasero, y algunos ministros secan con toallas la mesa del altar
y la tapan, si es necesario, con un lienzo impermeable; luego, cubren el altar con el mantel y lo
adornan con flores; colocan adecuadamente los candelabros con los cirios requeridos para la
celebración de la eucaristía.

Después, un ministro se acerca al obispo, el cual, de pie, le entrega un pequeño cirio encendido,
diciendo en voz alta:

Brille en la Iglesia la luz de Cristo


para que todos los hombres lleguen a la plenitud de la verdad.
El Obispo va al altar y enciende los cirios. También se encienden todas las lámparas de la iglesia,
en señal de alegría. Se hace un canto adecuado, en honor de Cristo, luz del mundo.

15
LITURGIA EUCARISTICA
Los ministros preparan el altar como de costumbre. Mientras se llevan los dones, se hace un canto
adecuado. Cuando todo esta preparado, el obispo va al altar, deja la mitra y lo besa. La Eucaristía
continúa como de costumbre, pero no se inciensan los dones ni el altar.

El obispo se acerca al altar, toma la patena con el pan, y manteniéndola, un poco elevada sobre el
altar, dice en secreto:

Bendito seas, Señor, Dios del universo,


por este pan,
fruto de la tierra y del trabajo del hombre,
que recibimos de tu generosidad y ahora te presentamos;
él será para nosotros pan de vida.

Después deja la patena con el pan sobre el corporal. Después el sacerdote toma el cáliz y,
manteniéndolo un poco elevado sobre el altar, dice en secreto:

Bendito seas, Señor, Dios del universo,


por este vino,
fruto de la vid y del trabajo del hombre,
que recibimos de tu generosidad y ahora te presentamos;
él será para nosotros bebida de salvación.
Después deja el cáliz sobre el corporal. A continuación, el obispo, inclinado, dice en secreto :

Acepta, Señor, nuestro corazón contrito


y nuestro espíritu humilde;
que éste sea hoy nuestro sacrificio
y que sea agradable en tu presencia,
Señor, Dios nuestro.
Después, el Obispo de pie en el centro del altar y de cara al pueblo, extendiendo y juntando las
manos, dice una de las siguientes fórmulas:

En el momento de ofrecer
el sacrificio de toda la Iglesia,
oremos a Dios, Padre todopoderoso.
El pueblo responde:

El Señor reciba de tus manos este sacrificio,


para alabanza y gloria de su nombre,
para nuestro bien y el de toda su santa Iglesia.

16
Oración sobre las ofrendas

D ígnate aceptar, Señor,


las ofrendas que te presenta la Iglesia,
exultante de gozo, para que tu pueblo,
reunido en esta santa casa,
obtenga por estos misterios la salvación eterna.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

Todos:

Amén

17
PREFACIO
El Misterio del Templo de Dios

V. El Señor esté con ustedes. R. Y con tu espíritu


V. Levantemos el corazón. R. Lo tenemos levantado hacia el Señor
V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios. R. Es justo y necesario

En verdad es justo y necesario,


es nuestro deber y salvación
darte gracias, Padre santo
siempre y en todo lugar.

Porque has creado el universo como templo de tu gloria,


para que tu nombre sea glorificado por doquier,
pero aceptas que se te consagren
lugares para los divinos misterios:
por lo cual, consagramos jubilosos a tu gloria,
esta casa de oración, levantada con el trabajo de los hombres.

Aquí se vislumbra el misterio del templo verdadero


y se prefigura la imagen de la Jerusalén celestial:
porque hiciste del cuerpo de tu hijo,
nacido de la purísima Virgen María,
un templo a ti consagrado,
en el que habita la plenitud de la divinidad.

Y tú has hecho de la iglesia la ciudad santa,


edificada sobre el cimiento de los apóstoles,
con Cristo mismo como piedra angular,
que se va construyendo con piedras escogidas,
vivificadas por el espíritu y unidas por la caridad;
En ella tú serás todo para todos
y la luz de Cristo brillará indeficiente.

Por él, nosotros, señor,


con los ángeles y todos los santos,
te alabamos y te cantamos, llenos de alegría.
Santo, Santo, Santo...

18
PLEGARIA EUCARISTICA III
El Obispo que preside, con las manos extendidas, dice:

CP Santo eres en verdad, Padre,


y con razón te alaban todas tus criaturas,
ya que por Jesucristo, tu Hijo, Señor nuestro,
con la fuerza del Espíritu Santo,
das vida y santificas todo,
y congregas a tu pueblo sin cesar,
para que ofrezca en tu honor
un sacrificio sin mancha
desde donde sale el sol hasta el ocaso.
Junta las manos y, manteniéndolas extendidas sobre las ofrendas, dice:

CC Por eso, Padre, te suplicamos


que santifiques por el mismo Espíritu
estos dones que hemos separado para ti,
Junta las manos y traza el signo de la cruz sobre el pan y el cáliz conjuntamente, diciendo:

de manera que sean


el Cuerpo y ✠ la Sangre de Jesucristo,
Hijo tuyo y Señor nuestro,
Junta las manos.

que nos mandó celebrar estos misterios.

En las fórmulas que siguen, las palabras del Señor han de pronunciarse con claridad, como lo
requiere la naturaleza de éstas.

Porque él mismo,
la noche en que iba a ser entregado,
Toma el pan y, sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar, prosigue:

tomó pan,
y dando gracias te bendijo,
lo partió
y lo dio a sus discípulos, diciendo:

Se inclina un poco.

19
"TOMAD Y COMED TODOS DE ÉL,
PORQUE ESTO ES MI CUERPO,
QUE SERÁ ENTREGADO POR VOSOTROS".
Muestra el pan consagrado al pueblo, lo deposita luego sobre la patena y lo adora haciendo
genuflexión. Después prosigue:

Del mismo modo, acabada la cena,


Toma el cáliz y, sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar prosigue:

tomó el cáliz,
dando gracias te bendijo,
y lo pasó a sus discípulos, diciendo:
Se inclina un poco.

"TOMAD Y BEBED TODOS DE ÉL,


PORQUE ÉSTE ES EL CÁLIZ DE MI SANGRE,
SANGRE DE LA ALIANZA NUEVA Y ETERNA,
QUE SERÁ DERRAMADA POR VOSOTROS
Y POR TODOS LOS HOMBRES
PARA EL PERDÓN DE LOS PECADOS.

HACED ESTO EN CONMEMORACIÓN MÍA".


Muestra el cáliz al pueblo, lo deposita luego sobre el corporal y lo adora haciendo genuflexión.
Luego dice:

Éste es el Sacramento de nuestra fe.


Y el pueblo prosigue, aclamando:

Anunciamos tu muerte,
proclamamos tu resurrección.
¡Ven, Señor Jesús!
Después, con las manos extendidas, dice:

CC Así, pues, Padre,


al celebrar ahora el memorial
de la pasión salvadora de tu Hijo,
de su admirable resurrección y ascensión al cielo,
mientras esperamos su venida gloriosa,
te ofrecemos, en esta acción de gracias,
el sacrificio vivo y santo.

20
Dirige tu mirada sobre la ofrenda de tu Iglesia,
y reconoce en ella la Víctima
por cuya inmolación quisiste devolvernos tu amistad,
para que, fortalecidos con el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo
y llenos de su Espíritu Santo,
formemos en Cristo un solo cuerpo y un solo espíritu.
C1 Que él nos transforme en ofrenda permanente,
para que gocemos de tu heredad
junto con tus elegidos:
con María, la Virgen Madre de Dios,
san José, su castísimo esposo,
los apóstoles y los mártires,
y todos los santos,
por cuya intercesión
confiamos obtener siempre tu ayuda.
Te pedimos, Padre,
que esta Víctima de reconciliación
traiga la paz y la salvación al mundo entero.
Confirma en la fe y en la caridad
a tu Iglesia, peregrina en la tierra:
a tu servidor, el Papa Francisco
a mí, indigno siervo tuyo,
a mi hermano Oscar José, Obispo de Iglesia de Valledupar
al orden episcopal, a los presbíteros y diáconos,
y a todo el pueblo redimido por ti.

C2 Atiende los deseos y súplicas de esta familia


que te consagra esta Iglesia:
que sea casa de salvación y de los
sacramentos celestiales;
resuene aquí el Evangelio de la paz
y se celebren los sagrados misterios,
para que tus fieles, fortalecidos con la
palabra de la vida y con tu gracia,
en su peregrinación por la ciudad temporal,
merezcan llegar a la Jerusalén eterna,
en la cual reunirás en torno a Ti,
Padre misericordioso, a todos tus hijos
Dispersos por el mundo.

21
A nuestros hermanos difuntos
y a cuantos murieron en tu amistad
recíbelos en tu reino,
donde esperamos gozar todos juntos
de la plenitud eterna de tu gloria,
Junta las manos y dice:

por Cristo, Señor nuestro,


por quien concedes al mundo todos los bienes.

El Obispo toma la patena con el pan consagrado y el cáliz y, sosteniéndolos elevados, dice:

CC Por Cristo, con él y en él,


a ti, Dios Padre omnipotente,
en la unidad del Espíritu Santo,
todo honor y toda gloria
por los siglos de los siglos.
El pueblo aclama:

Amén.

22
RITO DE LA COMUNIÓN
Una vez que ha dejado el cáliz y la patena, el Obispo, con las manos juntas, dice:

Fieles a la recomendación del Salvador


y siguiendo su divina enseñanza,
nos atrevemos a decir:
Extiende las manos y, junto con el pueblo, continúa:

P adre nuestro, que estás en el cielo,


santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.
El Obispo, con las manos extendidas, prosigue él solo:

Líbranos de todos los males, Señor,


Y concédenos la paz en nuestros días,
para que, ayudados por tu misericordia,
vivamos siempre libres de pecado
y protegidos de toda perturbación,
mientras esperamos la gloriosa venida
de nuestro Salvador Jesucristo.
Junta las manos.
El pueblo concluye la oración, aclamando:

Tuyo es el reino,
tuyo el poder y la gloria, por siempre, Señor.
El Obispo, con las manos extendidas, dice en voz alta:

Señor Jesucristo,
que dijiste a tus apóstoles:
“La paz os dejo, mi paz os doy”,
no tengas en cuenta nuestros pecados,
sino la fe de tu Iglesia
y, conforme a tu palabra,

23
concédele la paz y la unidad.
Junta las manos

Tú que vives y reinas


por los siglos de los siglos.
Todos:

Amen.
El Obispo, extendiendo y juntando las manos, añade:

La paz del Señor esté siempre con ustedes.


El pueblo responde:

Y con tu espíritu
Luego el Diacono dice:

Dense fraternalmente el saludo de la paz.


Y todos se dan la paz.

El Obispo, toma el pan consagrado, lo parte sobre la patena, y deja caer una parte del mismo en el
cáliz, diciendo en secreto:

El Cuerpo y la Sangre de nuestro Señor Jesucristo,


unidos en este cáliz,
sean para nosotros
alimento de vida eterna.
Canto: “Cordero de Dios”

El Obispo, con las manos juntas prosigue en secreto:

Señor Jesucristo, Hijo de Dios vivo,


que por voluntad del Padre,
cooperando el Espíritu Santo,
diste con tu muerte la vida al mundo,
líbrame, por la recepción de tu Cuerpo y de tu Sangre,
de todas mis culpas y de todo mal.
Concédeme cumplir siempre tus mandamientos
y jamás permitas que me separe de ti.

24
El Obispo hace genuflexión, toma el pan consagrado y, sosteniéndolo un poco elevado sobre la
patena, lo muestra al pueblo, diciendo:

Este es el cordero de Dios,


que quita el pecado del mundo.
Dichosos los invitados a la cena del Señor.
Añade, junto con la Asamblea:

Señor, no soy digno


de que entres en mi casa,
pero una palabra tuya
bastará para sanarme.
Luego dice en secreto:

El Cuerpo de Cristo me guarde para la vida eterna.


Y comulga reverentemente el Cuerpo de Cristo. Cuando el obispo toma el cuerpo de Cristo, se
empieza el canto para la comunión.

Después toma el cáliz y dice en secreto:

La Sangre de Cristo me guarde para la vida eterna.


Y bebe reverentemente la Sangre de Cristo

Luego se acercan los Presbíteros, a comulgar y luego se procede a repartir la comunión entre los
fieles. Mientras tanto se entona un canto.

25
Inauguración de la capilla del Santísimo Sacramento
(Monición)

Conviene hacer la inauguración de la capilla de la reserva de la santísima eucaristía de la siguiente


manera: Después de la comunión, se deja sobre la mesa del altar el copón con el santísimo
sacramento. El obispo va a la cátedra y todos oran, por unos instantes, en silencio. Luego, el obispo
dice la oración después de la comunión.

Aclamación:

V. Bendito, alabado y adorado sea Jesús en el santísimo sacramento


del altar.
R. Sea para siempre bendito y alabado.

Luego dice la oración de bendición, con las manos extendidas:

S eñor, Padre santo,


que has dado a los hombres el verdadero pan del cielo,
dígnate bendecirnos a nosotros y a este sagrario, ✠
destinado a la reserva del sacramento
del Cuerpo y la Sangre de tu Hijo,
y haz, con esta bendición,
que, al adorar a Cristo aquí presente,
nos unamos constantemente a su misterio de redención.
Por Jesucristo nuestro Señor.

Amén.

Luego el obispo pone incienso e inciensa el sagrario.

Oración después de la comunión

D anos, Señor, por la eucaristía que hemos recibido,


un constante y altísimo conocimiento de ti,
para que podamos adorarte siempre en este santo lugar
y disfrutar un día de la gloria con tus santos.
Por Jesucristo nuestro señor.

Todos:

Amén.

26
Después, el obispo vuelve al altar e inciensa, de rodillas, el santísimo sacramento y, tomando el velo
humeral, recibe el copón en sus manos, cubiertas con dicho velo. Se ordena la procesión, en la cual,
marchando todos detrás del crucífero, se lleva el santísimo sacramento con cirios e incienso a la
capilla de la reserva.
Mientras tanto, se canta un canto adecuado.

Cuando la procesión llega a la capilla de la reserva, el obispo coloca el copón dentro del sagrario,
dejando la puerta abierta, impone incienso e inciensa arrodillado el Santísimo Sacramento. Después
de unos momentos de oración en silencio, cierra la puerta del sagrario. Un ministro enciende la
lámpara que arderá continuamente delante del santísimo sacramento.

Condecoraciones por parte de algunas instituciones.


Palabras de agradecimiento por parte del Señor Obispo.
Luego el obispo se regresa al altar o a la cátedra e imparte la bendición del fin de la eucaristía.

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Bendición final y despedida
El obispo toma la mitra y dice:

El Señor esté con ustedes.


Todos:

Y con tu espíritu.
Entonces, el obispo, con las manos extendidas sobre el pueblo, lo bendice diciendo:

El Dios, Señor de cielo y tierra,


que os ha congregado para la dedicación de esta iglesia,
derrame sobre ustedes una copiosa bendición celestial.
Todos:

Amén.
El obispo:

Y, ya que quiso reunir en su Hijo


a todos sus hijos dispersos por el mundo,
haga de vosotros templo suyo
y morada del Espíritu Santo.
Todos:

Amén.
El obispo:

Para que así, purificados de todo pecado,


Sientan que Dios viene a ustedes y en ustedes hace su morada, y
puedan alcanzar así la herencia eterna de los santos.
Todos:

Amén.
El obispo toma el báculo y prosigue:

La bendición de Dios todopoderoso,


Padre✠, Hijo✠ y Espíritu Santo✠, descienda sobre todos ustedes.
Todos:

Amén.
El Diacono despide a la asamblea diciendo:

Pueden ir en paz.
Todos:

Demos gracias a Dios.

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