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LA "MALA CONDUCTA"
EN LA ESCUELA
oí
¡^ ' Por supuesto que ante una situación crítica, como veremos a continuación, una ¡n-
gj tervención puede ser reactiva o de control de una conducta que potencialmente ponga
ID en peligro al niño o a quienes lo rodean. Pero de ninguna manera esa es la meta de la
< intervención.
vos (o directamente expulsivos), se produce una situación muy parti-
cular; es como si le dijeran a la familia: "Mire, hagan un tratamiento y
cuando deje de tener autismo lo traen y vemos cómo lo integramos".
Por supuesto que en ninguna escuela dicen semejante barbaridad, pero
los mensajes -más o menos políticos, más o menos amables, más o
menos elegantes- suelen significar ni más ni menos que eso. En estos
casos la escuela no asume una función educadora y muestra sus pro-
fundas dificultades para atender a la diversidad. Ante la perplejidad, la
respuesta puede ser la negación de las diferencias en escuelas apadri-
nadas por Procusto, como comentábamos en capítulos anteriores.
Una u otra interpretación del berrinche de Martín no supone me-
ramente un "pequeño equívoco sin importancia". En la medida en que
intentemos evitar reduccionismos y producir una lectura con sentido,
asumiendo la complejidad, el entramado intersubjetivo y los diversos
factores puestos en juego -biológicos, sociales, históricos, cultura-
les- podremos ser capaces de aceptar estos desafíos a los que nos
convocan las conductas desajustadas al contexto de cientos de chicos
como Martín.
CONDUCTAS DESAFIANTES
E INTERVENCIÓN COMUNICATIVA
José es un niño con autismo con buen nivel cognitivo y mucho po-
tencial para el aprendizaje. Cuando comenzamos a trabajar con el
equipo terapéutico tenía tres años y medio, decía muy pocas palabras 5
y presentaba un repertorio significativo de conductas desafiantes, la o
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2 Plantean Carretal. (1996:39-40) que aunque la mayor parte de los problemas de conduc- ^
ta a los que nos enfrentamos responden a la intervención comunicativa, se deben desear- :
tar posibles factores sensoriales u orgánicos subyacentes a dichas conductas. —i
comportamiento pueden tener muchas finalidades y requerirán por
lo tanto de diversas intervenciones. Asimismo la intervención implica
cambiar la manera en que los sujetos ¡nteractúan, de tal modo que
intervenir supone cambiar sistemas sociales y no individuos aislados.
Consecuentemente la intervención supone una perspectiva ecológica,
constructiva y educativa de enfrentar esta problemática.
PROGRAMA DE INTERVENCIÓN
COMUNICATIVA: LINEAMIENTOS GENERALES
< 3 El programa Educautisme es promovido por Bélgica, España, Francia, Grecia, Luxem-
u, burgo, Portugal y Reino Unido. El material en español puede conseguirse en el Departa-
|3¡ mentó de Educación, Universidades e Investigación del Gobierno Vasco. El módulo para
:3 la formación docente sobre problemas de comportamiento puede bajarse completo de
< <http-.//www.hezkuntza. ejgv.euskadi.net>.
Cuando se debate acerca de las formas de intervención apropia-
das es importante aclarar qué sucede cuando nos enfrentamos ante
una posible situación de crisis. Volvamos al caso de José: al principio
del tratamiento los episodios de gritos, berrinches y agresiones eran
frecuentes. Hemos dicho más arriba que la intervención ha de ser
proactiva y que no tiene sentido pretender enseñar algo a José duran-
te un episodio crítico.
¿Entonces qué podemos hacer si se presenta una conducta desa-
fiante que puede manifestarse como un berrinche o una explosión de
ira? Carr apela al sentido común y enumera cinco procedimientos que
pueden utilizarse para el control de crisis:
1) Cuando sea posible, ignorar la conducta problemática: en la
escuela la maestra integradora se acerca para indicarle a José que
el recreo finalizó y deben bajar al aula. José muestra los primeros
indicios 4 de pataleta frente a ella, comienza a mover la cabeza, sus
manos y se tira al suelo. Antes de que finalice esa fase, 3 la maes-
tra ¡ntegradora da media vuelta y conversa con la maestra de sala,
acompañando al trencito de alumnos que se dirigen al aula cantando
una canción. José, al ver la escena del tren y notar que se queda
solo en el patio, se incorpora y camina hacia el tren, emprendiendo el
regreso a la sala. Cabe consignar que ha habido un trabajo previo de
evaluación funcional de la conducta -que desarrollamos a continua-
ción- y esta es una de las intervenciones planeadas por el equipo y la
integradora frente a ciertas situaciones de crisis. En este análisis de
conductas desafiantes, la integradora había percibido que José, antes
de continuar sus berrinches en el suelo, le dirigía la mirada -paradó-
jicamente, una habilidad intersubjetiva deseable y adaptativa-. De ese ¿
modo se decidió ignorar o retirar la atención en las fases iniciales de o
los berrinches y comenzar a enseñar conductas comunicativas fun-
cionalmente equivalentes.
UJ
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4 Un trabajo muy sugerente presentan Langdon. Carr y Owen-DeSchryver (2008) acerca o
de la intervención sobre los precursores de las conductas disfuncionales. °
5 Whitaker eí al., en una Guía de la Sociedad Nacional de Autismo del Reino Unido (ÑAS) _i
(citado en Escribano, 2003) identifican cuatro fases en el desarrollo de una conducta j>
socioculturalmente ¡napropiada: fase desencadenante, fase de intensificación, fase de '
explosión, fase de recuperación. —i
2) Proteger al sujeto o a los otros de las consecuencias físicas de
la conducta.
3] Contener momentáneamente al sujeto durante los episodios de
la conducta problemática.
4) Retirar a todo el que corra peligro del lugar donde sucede la
crisis.
5) Proporcionar señales que susciten una conducta no problemáti-
ca. Consigna Carr que de ninguna manera los procesos de control de
una crisis constituyen una forma de intervención, ya que la interven-
ción supone un programa sistemático y secuenciado con una finalidad
educativa. Tal como planteamos en el capítulo anterior, lo deseable
sería que del control externo se pase al autocontrol y progresivamente
a procesos de autorregulación personal.
Hay que señalar que cualquier niño con desarrollo típico, en su
escuela, en el aula o en otro contexto, puede presentar conductas de-
safiantes. Sin embargo también es oportuno mencionar que mientras
mayores sean los problemas de comunicación y lenguaje en los niños,
mayores son las posibilidades de aparición de conductas inapropiadas
al contexto. Por ello, como señala Carr, es más probable que a los
niños con alteraciones en el desarrollo de la comunicación se los eti-
quete como "agresivos", "problemáticos" u "hostiles".
La ¡dea que subyace al programa es que la enseñanza de ha-
bilidades comunicativas -dentro del marco de la filosofía de la co-
municación total- logra sustituir la conducta inadecuada por medio
del uso funcional de signos equivalentes a la misma. La modalidad
de intervención supone una investigación sistemática de dichas con-
ductas y una evaluación cuidadosa de los formatos comunicativos
alternativos a desarrollar, que podemos describir en los siguientes
pasos:
ce
UJ
1) Evaluación funcional: descripción
Ficha 001
Reacción social: La maestra de sala le dice a José que otro día van a volver a
jugar con bloques. Que ahora van a cantar una canción. La maestra integradora
trata de que José no se lastime ni lastime a los compañeros con las patadas.
cr Después de unos minutos lo saca del aula. José sigue llorando. Van a hacer
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Q una "recorrida" por los pasillos. José llora un rato más. Cuando vuelven al aula,
~z.
UJ José se incorpora a la actividad que estaban haciendo sus compañeros y la
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ü_ maestra:
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Ficha 002
Conducta desafiante: Al salir del aula, en un Fiall donde los chicos se encuentran
con sus padres, José divisa a su papá. Ni bien lo ve rompe en llanto y comienza
a pegarse con sus manos en la cabeza. La maestra ¡ntegradora trata de cal-
marlo. Lo alza. José le pega en la-cara a la maestra ¡ntegradora.
Ficha 024
Ya no nos basta con que una actividad sea útil, interesante, apreciada,
divertida, halagadora, para que nos entreguemos a ella. Es necesa-
rio además que nos sea provechosa en el registro de las emociones
o; y las relaciones intersubjetivas. "¿Cómo podría enseñarle algo? No me
Q quiere...", decía Alain (citado por Meiríeu, 1996 bl. Los dispositivos di-
£ dácticos mejor pensados chocarán contra una pared si el alumno no
< se siente bien reconocido o querido o bien tratado; si el aprendizaje lo
o: separa de sus allegados o lo sumerge en tensiones y angustia; o inclu-
°- so, y más sencillamente todavía, si no encuentra placer en ellos [...].
i_n
< Un profesor cargado de conocimientos y de instrumentos didácticos,
=2 que no consigue comunicar ni crear un vínculo humano y fuerte, será
definitivamente menos eficaz que un pedagogo peor armado, pero con
el que uno se siente a gusto.
MAMA
CANTAR PATIO
PAPA
cu
LLI
a
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QL
Q-
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Figura 17: Agenda de José con alternativas sobre quién viene a buscarlo a la
escuela ("puede ser mamá o puede ser papá"].
La flexibilidad de José ha aumentado significativamente. Incluso
en ocasiones la mamá podía llamar porteléfono y avisar que tenía que
quedarse a almorzar en el comedor de la escuela. Con la integradora
José buscaba el pictograma de "comer" y lo incorporaba a la agenda
sin presentar problemas.
Por supuesto que como todo proceso de aprendizaje y desarrollo,
el ciclo está siempre abierto. Surgen novedades, formas nuevas de
comprender y comunicarse, nuevas conductas funcionales, otras dis-
funcionales -como en el caso de cualquier alumno-, nuevas formas
de ¡nteractuar con los otros y con el mundo.
Una conducta desafiante que apareció posteriormente fue la de re-
volear el material (por ejemplo, crayones y hojas) en algunas situacio-
nes de aula. Un análisis funcional de ese tipo de conductas permitió
tomar conciencia de que las actividades escolares que le resultaban
más complejas no podían, en un principio, exceder los quince minu-
tos de "trabajo". Pasado ese tiempo aparecían de manera sistemática
situaciones de llanto o berrinches o conductas como arrojar el ma-
terial. Se decidió entonces utilizar un pictograma de "descanso" que
promediados diez minutos de actividad la maestra integradora le daba
a José, le avisaba que iban a descansar y colocaba una actividad más
sencilla en la agenda. Los tiempos de actividad fueron aumentándose
y José aprendió a usar el pictograma de "descanso" y también a pe-
dirlo verbalmente. Esto que se cuenta en breves líneas por supuesto
que ha sido un trabajo progresivo, a lo largo del tiempo. José está
actualmente en tercer grado de escuela común. En este proceso de
inclusión educativa todos los implicados hemos aprendido algo. Entre
otras cosas, José nos ha enseñado que el ser tan sistemático puede ¿
convertirse en una ventaja para el aprendizaje, en la medida en que o
la familia, los docentes y los terapeutas sean consistentes y perse- ^
verantes y estén dispuestos a la construcción conjunta de un mundo ^
simbólico cada vez más significativo para José. ^
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