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Comer de forma saludable no sólo depende del tipo de alimentos que se consuman, sino que los

hábitos y costumbres que se sigan a la hora de alimentarse cumplen un papel importante de cara a
lograr mantener una buena salud. Es tan necesario conocer los alimentos que reportan beneficios
como aquellos que son más perjudiciales o que están menos recomendados, de manera que se
pueda establecer una dieta variada y equilibrada que no excluya nutrientes, vitaminas y minerales
necesarios para que el organismo lleve a cabo sus funciones.

Alimentarse no se debe tomar únicamente como la acción de obtener la energía necesaria para el
día a día, ya que la suma del consumo de productos saludables y buenos hábitos puede ayudar a
conservar la salud y a prevenir enfermedades.

Aunque existan una serie de recomendaciones generales en cuanto a buenos hábitos alimentarios,
entre los que se incluye el número de comidas recomendadas, la rutina diaria comprende
responsabilidades y compromisos de todo tipo (profesionales, personales, etcétera) que en
muchas ocasiones imposibilitan que se puedan seguir a rajatabla estas pautas, que dependen en
gran medida de las obligaciones horarias del día a día.

Otros factores, como la cultura y los hábitos en el ámbito territorial o familiar, también pueden
llegar a comprometer el seguimiento exhaustivo de todas las recomendaciones sobre prácticas
saludables relacionadas con la alimentación. Sin embargo, aunque no se puedan cumplir de forma
absoluta estas pautas, es importante intentar seguirlas en la medida de lo posible. Se pueden
considerar buenas prácticas alimentarias las siguientes opciones:

Consumir frutas y verduras: Aunque esto tenga que ver más con establecer dos ejemplos de
alimentos saludables, es importante convertir en un hábito el consumo de frutas y verduras, ya
que contienen la mayoría de vitaminas y nutrientes esenciales para el correcto funcionamiento del
organismo

Llevar una dieta variada y equilibrada: No se debe excluir casi ningún alimento de una dieta
saludable. Algunos alimentos son más sanos que otros, pero la clave está en priorizar e
incrementar el consumo de productos saludables, mientras se reduce la ingesta de otros
alimentos que, consumidos en exceso, pueden ser perjudiciales. La dieta mediterránea es un claro
ejemplo de dieta variada y equilibrada.

Realizar cinco comidas al día: Los expertos recomiendan cinco, pero las diferentes
responsabilidades personales y profesionales pueden dificultar el cumplimiento absoluto de esta
pauta. Lo importante es no distanciar excesivamente en el tiempo las comidas para evitar
atracones.

Ingerir pequeñas cantidades: Esto dependerá del tipo de comida, ya que no se comerá lo mismo
en un desayuno que un almuerzo. No se trata de pasar hambre, sino de evitar los atracones, ya
que el metabolismo trabaja mejor con pequeñas cantidades.
Establecer un horario regular para las comidas: Esta medida favorecerá de forma natural el
autocontrol, ya que el apetito estará regulado por el horario de las comidas y no al revés. Además,
la comida entre horas o picoteo incrementa el riesgo de consumir alimentos hipercalóricos.

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