“Para transformar la realidad en El Salvador necesitamos un partido que siga fiel a la misión revolucionaria de cambiar

este sistema. Su composición, su organización y funcionamiento deben ser coherentes con esa misión porque, hay que
admitirlo: ¡se rompió la coherencia entre la misión, la estructura y el funcionamiento del partido!” Schafik Hándal

Desde el 2009 se intensificó la contraofensiva del imperialismo y las fuerzas reaccionarias de cada país en
América Latina, con el objetivo de aplastar cualquier movimiento revolucionario o fuerza de izquierda, en
especial contra aquellas que lograron ocupar distintas cuotas de poder en el Estado. Sus acciones han pasado
desde desarrollar golpes de Estado de nuevo tipo, proceso de judicialización de la política, guerra económica a
los gobiernos progresistas y de izquierda, entre otros. En fin, hay una ofensiva de espectro completo para
avasallar, inhibir y desaparecer cualquier expresión que atente contra el estatus quo; cada vez esa agresividad
imperialista se recrudece e incluso no descarta la desaparición física de las organizaciones populares y
revolucionarias.

La experiencia latinoamericana de las izquierdas ha demostrado que quienes resisten son aquellos proyectos
que han tenido la decisión y la voluntad política de impulsar transformaciones radicales. El imperialismo en su
estrategia de recuperar su dominación en la región no ha distinguido entre la izquierda progresista
(moderada) y la revolucionaria.

Y estamos claros que en El Salvador no descansarán hasta extinguir al FMLN como instrumento de la clase
trabajadora y fuerza revolucionaria. Las clases dominantes desarrollan diferentes maniobras legales,
mediáticas y de facto para atacarnos y destruirnos. Para enfrentar estas estrategias enemigas, se requiere un
FMLN que no se posicione ni a la derecha, ni a ser más de lo mismo, es decir, ni reformismo, ni continuismo.
Estamos llamados a reconstruir un partido que sea capaz de estar estrechamente vinculado al pueblo
salvadoreño manteniendo la firmeza revolucionaria para enfrentar a los enemigos más poderosos: el
imperialismo y la oligarquía de este país.

El resultado del 3 de febrero presenta un gran desafío para el FMLN: reconstruir el instrumento de lucha de la
izquierda salvadoreña, diezmado por una forma de hacer política electorera y obediente a mantener políticas
neoliberales en nombre de una mal entendida estabilidad de nación. La base de nuestro partido se encuentra
rotundamente descontenta por los métodos y estilos de trabajo empleados derivando en graves problemas.

No son recientes los llamados de muchos militantes veteranos y jóvenes que identificaron estos errores,
insuficiencias y vicios, expresándose en diferentes espacios partidarios, pero que no fueron escuchados e
incluso, fueron censurados, maltratados y excluidos con el argumento que atentan contra la disciplina. Hasta
los lineamientos resultantes del Primer Congreso del FMLN no fueron implementados, a pesar que en ellos se
recogía el sentir y pensar de la militancia sobre los problemas identificados.

¡Es momento que la militancia reflexione concienzudamente y no dejarse llevar por la frustración y el enojo,
sino que opte por una izquierda verdadera con el horizonte revolucionario desde la práctica partidaria y en las
formas de lucha!
 La militancia del FMLN sólo puede decidir entre tres caminos:
La derecha dentro del FMLN:
El primero, es el camino de la
derecha descarada que detrás del
discurso de “cambio real” en el
FMLN, lo que realmente pretenden es
desnaturalizarlo como partido
revolucionario y socialista;
Pragmatismo para pactar con la gran
empresa privada;
Abandono de las luchas de los
trabajadores por seguir negociando
con las élites empresariales y la
derecha política;
Postura sumisa y entreguista ante los
intereses imperiales;
Abandono de la solidaridad entre los
pueblos (especialmente con Cuba y
Venezuela) para quedar bien con los
grandes centros de poder mundial;
Renuncia a los idearios, símbolos
(color de la bandera) e historias de
lucha del pueblo;
Instrumentalización de los anhelos y
sueños de la base partidaria;
Menosprecio al pensamiento
revolucionario mundial y nacional
para presentarse como “renovado y
viable” ante el empresariado;
Fomento del clientelismo político y
apadrinamiento para crear adeptos y
aduladores, en vez de militantes;
Hipócritamente señalan errores, pero
no asumen la responsabilidad de sus
acciones, aunque tengan gran culpa
de estos (pactos con la ANEP, FMI,
Embajada de EE UU, además de
impulsar negocios propios durante el
tiempo que estuvieron en el
Ejecutivo).
Condena la imposición en la toma de
decisiones, pero aplica el mismo error
y tampoco esclarece cómo corregir
esta desviación.
Este camino lleva a la desaparición
del FMLN como opción revolucionaria
y lo convertiría en un partido viable
para los oligarcas.
“Revolución es sentido del momento histórico; es cambiar todo lo que debe ser cambiado”
#NiReformismo
Más de lo mismo:
El segundo es otro camino reformista
con apariencia revolucionaria, que se
encarna en nuevos representantes
del continuismo:
Reduce la democracia revolucionaria
y la sustituye por la verticalidad en la
toma de decisiones disfrazándolas de
“consenso”;
Justifica y defiende la dualidad de
funciones públicas y partidarias, a
sabiendas que genera privilegios
personales y separa a la dirección de
la base;
Desprecia el pensamiento crítico y
cierra los espacios de debate para no
recibir críticas;
Impide el fortalecimiento de la
dirección colectiva en todas las
estructuras;
No fomenta la solidez ideológica y
política de la militancia, sólo fomenta
el activismo electoral;
No combate los sectarismos
dogmatismos e intereses grupales
que debilitan la unidad partidaria;
Promueve relaciones clientelares
entre dirigentes y militantes;
Descuida el trabajo social y el
liderazgo popular del partido;
Son presa de una visión
institucionalista de la lucha política y
social que impide fomentar el poder
popular;
Abandono de la modestia como
principio revolucionario por parte de
algunos dirigentes;
Padece desviación electorera,
producto del culto a la democracia
burguesa y a la función pública.
#NiContinuismo
La izquierda verdadera:
El tercer camino es el de la izquierda
verdadera:
Comprometida con la reconstrucción
revolucionaria del FMLN que implica
una autocrítica sin contemplaciones
para poder superar nuestros errores y
recobrar la credibilidad ante nuestro
pueblo;
Apuesta por el fomento del
pensamiento y la práctica
revolucionaria desde la base hasta la
dirección;
Impulsa la democracia interna en la
toma de decisiones con énfasis en la
participación de la militancia;
Fortalece los organismos de base como
principal espacio de formación del y la
militante;
Promueve una política de formación de
cuadros comprometidos con el
proyecto histórico del FMLN;
Fomenta una relación de diálogo y
coordinación permanente y directa con
las organizaciones populares;
Exige y práctica un comportamiento
ético y modesto en la militancia del
FMLN para que no abandone su origen
popular;
Lucha por la construcción de la unidad
basa en la solidez ideológica, política y
orgánica del Partido;
No asume la vía electoral como
exclusiva forma de lucha, sino que
comprende la integridad de las formas
de lucha que involucren al pueblo como
protagonista principal;
Comprende las tecnologías de la
comunicación como campo en disputa;
El trabajo territorial desde los comités
es principal prioridad para el FMLN
revolucionario;
Tiene claridad que su lucha es
anticapitalista, antineoliberal,
anticolonial, antipatriarcal y
antiimperialista.
Fidel Castro
#ElPoderALaMilitancia