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“Año de la Lucha Contra la Corrupción e Impunidad”

FACULTAD DE INGENIERIA
ESCUELA ACADÉMICO PROFESIONAL DE INGENIERÍA CIVIL

EXPERIENCIA CURRICULAR:

FILOSOFÍA

AUTOR (A):

CASIQUE GUERRERO, Miriam Nataly

ASESOR:

Mg. Carlos Joaquín, BRIONES ZAVALETA

MOYOBAMBA-PERÚ

2019

Produce un texto argumentativo sobre dilemas éticos y morales en la actividad profesionales.


Médicos, abogados, maestros, ingenieros. En su vínculo con la gente, los profesionales suelen
enfrentarse a situaciones en las que deben dirimir cuestiones morales surgidas a partir de que un
deber entra en conflicto con otro. Por medio del planteo de hipótesis, la autora reflexiona sobre los
modos de instrumentar una evaluación que conduzca a la acción correcta.

Problemas y dilemas

Estas historias narran algunos de los tantos problemas éticos con los que se enfrentan los
profesionales en su práctica laboral. En el lenguaje de la ética, esta clase de problemas
aparentemente irresolubles recibe el nombre de dilemas, que surgen cuando dos deberes entran
en conflicto. La única forma de cumplir con un deber es no cumpliendo con el otro. Según las
circunstancias, un deber desplazará a otro, pese a que el desplazado habría sido cumplido si no
hubiera existido conflicto alguno con el que finalmente prevaleció.

Juego de valores

La diferencia entre un dilema moral y otra clase de problemas es que en el dilema se ponen en juego
ciertos valores (¿está moralmente obligado el médico a ocultar la verdad a la familia?), mientras
que los problemas corrientes tratan sobre hechos (¿ocultó el médico la verdad a la familia?). Aunque
los hechos son muy importantes en el momento tomar decisiones morales, éstas involucran juicios
de valor que no están presentes en los hechos.

Es claro entonces que si usted es el médico de la primera historia se enfrenta con un serio conflicto
entre valores morales. ¿Debería decidir respetar el secreto médico y seguir el deber de
confidencialidad, y evitar llegar a forzar al padre de la niña a someterse a una intervención a la que
se niega? ¿O debería decidir ser honesto y defender lo que le conviene a la pequeña, aun a costa de
violar la confidencialidad, aun a costa de no respetar el derecho moral del padre a la privacidad, que
en este caso se expresa en su controvertido rechazo a donar? ¿No debería respetar, acaso, el
derecho moral y legal del padre a decidir sobre su propio cuerpo?

Si usted es el abogado de la segunda historia, no hacer nada va a preservar el valor de


confidencialidad propio del vínculo profesional-cliente.

También va a lograr que su cliente se sienta bien. Usted se está limitando a defender los intereses
de su cliente.

¡Al fin y al cabo, para eso fue contratado y no para ir haciendo justicia por el mundo! Y además, lo
que no es poco, se asegura de que su cliente no le va a hacer un juicio de mala práctica por violar
sus deberes profesionales.

Pero si usted finalmente elige estos valores, lo hará a costa de la libertad de alguien que estará
encerrado de por vida por un crimen que no cometió.

Si es el profesor de la tercera historia, debe decidir entre cumplir con una de sus obligaciones
institucionales en su carácter de docente de la Universidad o que su alumna se sienta bien.

Y en relación con los otros alumnos, puede considerar que, si deja pasar la acción incorrecta, no
trata de manera semejante a sus alumnos, dándole una ventaja adicional que colisiona con el
principio de equidad. Si es la ingeniera de alimentos de nuestra última historia, puede pensar que
el puesto de responsabilidad que ocupa en la empresa la obliga a comportarse con fidelidad hacia
la compañía. También puede pensar que tiene un deber de ser leal a su superior, que le está
pidiendo callar. Sin embargo, ¿no debería usted, que es profesionalmente responsable frente a la
sociedad, cuidar de la salud general, independientemente de los intereses de la compañía?

Condenados a decidir

las cuestiones morales involucran cuestiones de valor. En ninguna de estas historias el profesional
puede escapar de tomar una decisión moral. Y no tomar decisión alguna es una forma de decidir.
Los genuinos dilemas morales implican siempre un conflicto entre valores que queremos preservar
o que, por lo menos, creemos que merecen un mínimo de respeto -valores como la lealtad a un
colega, sacrificar algún valor moral, el derecho de su cliente a la privacidad y a la confidencialidad,
el bienestar del cliente, el bien público, la veracidad, la integridad personal, entre otros.

Pues bien, ¿cómo decidir? A grandes rasgos, podemos decir que hay dos modos básicos de tomar
una decisión: o decidimos un curso de acción guiándonos por principios o decidimos qué hacer
atendiendo a las consecuencias.

John Rawls, tal vez el filósofo político más importante del siglo XX -recientemente fallecido-, propuso
justificar nuestras decisiones por medio de lo que llamó el "equilibrio reflexivo". Este dice algo así
como lo que sigue: en ética existen, por un lado, los principios generales (no se debe mentir, el
profesional debe guardar confidencialidad hacia su cliente) y, por otro, los juicios particulares que
intuimos visceralmente (el abogado no puede permitir que el inocente pase el resto de su vida en
la cárcel en lugar del cliente). Rawls propone comparar entre sí los principios generales con los
juicios particulares, de modo que en caso de que sean incompatibles puedan ser paulatinamente
modificados hasta que el nivel general de los principios se encuentre en equilibrio con el nivel
particular de los juicios.

Alcanzar esa coherencia en nuestra vida moral no es fácil, por cierto. Jean Paul Sartre decía que
estamos condenados a ser libres. Tal vez se trate de incorporar esta práctica reflexiva no sólo en
calidad de médicos, abogados, maestros o ingenieros, sino simplemente como personas. De hacer
de la reflexión ética, en suma, nuestra práctica cotidiana.

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