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La muerte en el budismo: enseñanzas y formas de afrontarla

La forma de entender la muerte siempre adquiere un cariz diferente cuando se mira a través
del prisma de una relación. Pese a que se trata de una misma realidad, no es lo mismo pensar
en el fallecimiento de un ser querido para personas ateas, cristianas o de distintas confesiones.
Y el este sentido, la forma de entender la muerte en el budismo es especial por su carácter
espiritual y reflexivo.

El budismo es una de las religiones más extendidas en Asia, el continente más poblado del
mundo. Cerca de mil millones de personas profesan su fe en esta religión a lo largo y ancho del
planeta, lo que implica una manera no solo de entender la existencia de una deidad, sino la
traducción mundana de la vida y, sobre todo, la muerte como una parte de ella.

Pese a que la muerte en el budismo es concebida como un sufrimiento, tal y como se explica
en una de sus Cuatro Nobles Verdades, su concepción dista mucho de la de religiones más
próximas como el cristianismo, y por supuesto de las formas agnóstica y atea de afrontar y
vivir un fallecimiento.

A diferencia de como se vive en el hinduismo, que cree en la reencarnación como el resultado


de todo lo realizado en vida, el budismo concibe un renacimiento distinto: no se trata de un
alma que va ocupando distintos cuerpos cuando llega su muerte física, sino una relación de
causas y efectos que hace que se manifieste la existencia previa de otros individuos.

Es decir, el karma no determina en qué nos vamos a convertir tras nuestra muerte en función
de cómo nos hayamos comportado en vida. Precisamente la muerte en el budismo se percibe
de una manera distinta, como una liberación de todas esas causas y efectos que determinan
una existencia perpetua en el hinduismo.

Cómo se afronta la muerte en el budismo


La muerte en el budismo, al igual que otros muchos aspectos de la vida para los seguidores de
su credo, tiene un punto de partida fundamental: la meditación. La única forma que se percibe
en el budismo de afrontar la muerte, que no es sino una etapa más en nuestro camino vital,
supone que nos conozcamos a nosotros mismos tanto que sepamos cómo recorrerlo, pues
mirando a nuestro interior sabremos la forma adecuada tanto de vivir como de morir.

Fuera del budismo, lo más habitual es que las personas no estén preparadas para afrontar la
muerte. Es complicado prepararse para algo que no sabemos cómo es, que no está planificado,
por lo que excepto en contados casos (como cuando el duelo se vive por anticipado) la manera
budista de poder vivirlo de forma positiva es prepararnos para ello a un nivel muy profundo.

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La meditación y la contemplación proporcionan una paz interior que ayuda en situaciones


límite de la vida. Independientemente de si cada uno de sus practicantes contempla el final de
la existencia física como el inicio de una nueva vida o no, el estado de abstracción alcanzado
permite no solo pensar en ello como un sufrimiento, pues todo en la vida lo es, sino como algo
inevitable en una vida en la que todo se transforma y nada permanece.

Un refugio espiritual
La forma de comprender la muerte en el budismo da una muestra de lo que esta religión
supone para millones de personas. En contraposición a los valores más extendidos en las
sociedades occidentales de hoy en día, el budismo experimenta con mayor naturalidad, pese a
la incertidumbre del más allá, la existencia humana y su inevitable final.

Estar más preparado para la muerte, haber allanado el camino por medio de la meditación y la
contemplación, no implica desearla. El budismo trata de, por medio de su espiritualidad y
rituales de introspección, dotar de un significado a cada existencia. Los dolores y miedos que
llegan en las últimas fases de la vida pueden relativizarse como parte de un todo, como
realidad innegociable y como parte fundamental de un mismo camino: el de una existencia
espiritualmente rica, en la que todo lo superfluo se subordina a un ascetismo voluntario y en la
que el fallecimiento se afronta desde un punto de vista constructivo, reflexivo y espiritual.

La muerte según Carl Gustav Jung

El Periodista John Freeman entrevista a C.G. Jung para el programa de la BBC “Face to Face”
(1959)

En esta entrevista a Carl Gustav Jung sobre la muerte, el prestigioso psiquiatra nos muestra un
punto de vista caracterizado por su experiencia. Aportando interesantes reflexiones acerca de
cómo la muerte se presenta ante nuestras vidas. Dejando cuestiones abiertas sobre si la
muerte realmente es un final, y de qué tipo de final estaríamos hablando.

Existencia Psiquica
Habla sobre la Psique como un fenómeno que está más allá de las limitaciones del espacio y el
tiempo únicamente, y que por lo tanto es capaz de continuar más allá de la vida práctica.

La muerte como un objetivo

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Para Jung intentar evadir la muerte es una forma de alejarse de la vida, una huida de sus
propósitos naturales. Cuando en una edad ya avanzada la idea de la muerte se tiene más
presente, Jung ha observado en sus pacientes cómo esta idea es una amenaza para sus
consciencias de que se acerca un final total.

Jung dice “La vida se comporta como si continuara”. En esta frase radica la fuerza de una
energía, que nos lleva a vivir cada día con una voluntad que está por encima de nuestra idea
de la muerte. Por eso Jung aconseja que se siga gozando como si se fuese a vivir por siglos, es
la manera de vivir apropiadamente, de pensar acuerdo a las líneas de la naturaleza. Cuando se
vive con miedo, se mira hacia atrás en vez de hacia adelante, entonces la persona se petrifica y
muere antes de tiempo.

En los comentarios que Jung realiza en el libro Taoista chino “El secreto de la flor de oro”, se
encuentran estas curiosas aportaciones en las que habla sobre la muerte:

“Para el alma la muerte es tan importante como el nacimiento y, como éste, un elemento
integrante de la vida. No se tiene el derecho de preguntar al psicólogo lo que acontece
finalmente con la conciencia desligada. Sea cual fuere la posición teórica que adoptara,
sobrepasaría sin esperanza los límites de su competencia científica.”

“Hace poco, recibí una carta de una antigua paciente, que describe con palabras sencillas pero
justas la trasposición necesaria: “De lo malo me ha venido mucho bueno. El mantenerme
calma, no reprimir, estar atenta, y al mismo tiempo aceptar la realidad —las cosas como son, y
no como yo las querría— me ha procurado un raro discernimiento, y también fuerzas pocos
comunes, que antes ni siquiera hubiera podido imaginar. Pensaba yo siempre que, si se
aceptan las cosas, la abruman a una de alguna manera; ahora bien, esto no es de ningún modo
así, y sólo al aceptarlas puede adoptarse una posición hacia ellas. De modo que jugaré ahora al
juego del vivir, aceptando lo que cada vez me traen el día y la vida, bueno y malo, sol y
sombra, que constantemente cambian, y así acepto también mi propia naturaleza con su
positivo y negativo, y todo se hará más viviente. ¡Qué tonta era! ¡Cómo he querido forzar todo
según mi cabeza!”.

“DUELO Y MELANCOLÍA”, DE SIGMUND FREUD


Freud trata en este texto de explicar la melancolía tomando como referencia el duelo, un
afecto que considera normal.

Dado que el tema que interesa a Lacan es otro, la relación entre la constitución del objeto en
el deseo y en el duelo, ese es el eje que guiará mi comentario. La cuestión del objeto en el
duelo, en el texto de Freud. Y en este sentido, la pérdida es un punto central. Lacan afirma que
Freud es el primero que destacó el objeto del duelo.

Veamos qué plantea Freud.

Nos dice que el duelo es la reacción frente a la pérdida de una persona amada o de una
abstracción que haga sus veces (la patria, la libertad, un ideal, etc.). Nunca se nos ocurrirá
considerarlo un estado patológico, ni remitirlo al médico para su tratamiento. (Esto ha
cambiado y hoy si se hace)

Duelo y melancolía coinciden en sus características a diferencia de un punto. Comparten el


dolor, la pérdida de interés por el mundo exterior (en lo que no recuerde al muerto), la
pérdida de la capacidad de escoger un nuevo objeto de amor y el extrañamiento respecto al

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trabajo productivo que no tenga relación con la memoria del muerto. Pero en la melancolía
aparece además una perturbación del sentimiento de sí, un rebajamiento de sí que no se da en
el duelo.

Estos factores forman parte de la realización del trabajo del duelo que se produce del siguiente
modo. La realidad muestra que el objeto amado ya no existe y es necesario entonces retirar
toda la libido de sus enlaces con el objeto. Sin embargo, a este trabajo se opone el hecho de
que el humano no abandona de buen grado una posición libidinal. Este trabajo se realiza
entonces pieza por pieza, con un gran gasto de tiempo y energía de investidura y durante ese
tiempo la existencia del objeto perdido continúa en lo psíquico. El trabajo del duelo absorbe al
yo. Es una operación lenta y dolorosa y una vez cumplido el trabajo del duelo, el yo se vuelve
otra vez libre y desinhibido.

Freud plantea entonces que en la melancolía puede ocurrir también una pérdida de un objeto
amado, muerto o perdido de forma más ideal, pro ejemplo, como objeto de amor (novia
abandonada). Y en otras ocasiones aunque se supone una pérdida, no se sabe lo que se perdió.
Esto puede ocurrir aun conociendo la pérdida que ocasiona la melancolía. Es decir, el sujeto
puede saber a quién perdió pero no lo que perdió en él. La melancolía se refiere por tanto a
una pérdida de objeto sustraída de la conciencia, algo en lo que se diferencia del duelo.

En el trabajo que el melancólico realiza ante la pérdida, Freud añade a los aspectos ya
analizados en el duelo, un enorme empobrecimiento del yo. Si en el duelo el mundo se hace
pobre y vacío, en la melancolía eso le ocurre al yo. Describe al yo como indigno, moralmente
despreciable y se hace reproches, se denigra y espera repulsión y castigo. Freud firma que el
melancólico es realmente tan falto de interés e incapaz de amar como dice pero que esto es la
consecuencia del trabajo interior que devora su yo. También en otras de sus autoimputaciones
parece tener razón y que capta la verdad con más claridad que otros no melancólicos. Afirma
que Hamlet hizo una apreciación así de sí mismo y de los demás: “Dad a cada hombre el trato
que se merece y ¿quién se salvaría de ser azotado?” (Afirmación que le plantea a Polonio
cuando le pide que aloje a los actores.)

En el melancólico por tanto, aunque se puede afirmar que ha sufrido una pérdida en el objeto,
de sus declaraciones sobre sí mismo, surge una pérdida en su yo. Vemos que una parte del yo
se contrapone a la otra, la aprecia críticamente y la toma por objeto. (Instancia crítica o
conciencia moral) Los autorreproches son en el fondo, reproches contra el objeto de amor que
se vuelven sobre el yo propio.

El proceso es el siguiente: se elige un objeto, una ligadura de la libido a una persona; una
afrenta o desengaño por parte de la persona amada lleva a conmover ese vínculo de objeto; la
libido libre, en lugar de dirigirse a otro objeto, se retira sobre el yo. Y ahí sirve para establecer
una identificación del yo con el objeto resignado: la sombra del objeto cae sobre el yo que será
juzgado por una instancia particular (superyó) como el objeto abandonado. La pérdida del
objeto se transforma en pérdida del yo y el conflicto entre el yo y el objeto, en una bipartición
entre el yo crítico y el yo alterado por la identificación. La identificación narcisista con el objeto
se convierte entonces en el sustituto de la investidura de amor.

La pérdida del objeto también saca a la luz la ambivalencia de los vínculos de amor. En este
conflicto, si el amor por el objeto se refugia en la identificación narcisista, el odio se ensaña
con ese objeto sustitutivo denigrándolo, haciéndolo sufrir y ganando en este sufrimiento una
satisfacción sádica.

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Las tres premisas de la melancolía son: pérdida del objeto, ambivalencia y regresión de la
libido al yo. La tercera es el factor eficaz de la melancolía.

Freud afirma que pasado el tiempo el yo ha liberado su libido del objeto perdido. El duelo
vence la pérdida de objeto que mientras persiste absorbe todas las energías del yo. Para cada
uno de los recuerdos y situaciones que muestran a la libido anudada con el objeto perdido, la
realidad revela que el objeto no existe y el yo, que podría compartir ese mismo destino, se
deja llevar por la suma de satisfacciones narcisistas que le procura estar con vida y de este
modo desata su ligazón con el objeto perdido. Este proceso de desasimiento de la libido se
produce muy lentamente. El duelo mueve al yo a renunciar al objeto declarándolo muerto y
ofreciéndole como premio el permanecer con vida.

Lacan plantea en estos capítulos la cuestión del fantasma y del objeto de deseo en el mismo. Y
plantea que el objeto viene a ocupar el lugar de lo que permanece oculto para el sujeto,
aquello que sacrifica de sí mismo, la libra de carne empeñada en su vínculo con el significante.
Podemos decir, lo que pierde por su entrada en el discurso. Es decir, el objeto de deseo cubre
esa pérdida. Y por otro lado, la pérdida del objeto que se produce en el duelo, produce un
agujero en lo real. Ese agujero muestra el lugar donde se proyecta el significante faltante, el
falo. (Privación, pérdida real de un objeto simbólico)

El objeto del fantasma cubre el agujero que sin embargo la pérdida deja al descubierto. El
duelo toca esa pérdida que estaba velada.

Duelo:
El duelo, claro está, tiene que ver con pérdidas, con cambios, con finales, con terminaciones y
las situaciones vitales que implican el final de algo abundan, proliferan, son constantes a lo
largo de nuestra vida.

Veamos algunos ejemplos:

- Evolutivamente: infancia, pubertad, adolescencia y emancipación, se suceden gracias a


renuncias y pérdidas.

- Afectivamente: desde el nacimiento hasta la muerte todo son procesos de duelo, con mayor
o menor consciencia: el parto, el destete, 1er. día colegio, enamoramientos, formación de la
pareja, creación del propio hogar, divorcios, emancipaciones de los hijos, “emancipaciones” de
los pacientes, etc.

- Socialmente: los cambios de status también van a tener que ver con todo esto: universidad,
empleo, ascensos profesionales, despidos, situación de paro o cambios de trabajo y la
jubilación son fuentes constantes de reequilibrio.

- Corporalmente: el envejecimiento, la enfermedad, perdida de la juventud y estado de forma.

Señalo estas manifestaciones concretas, que lejos de ser excluyentes, se solapan entre sí,
intensificando el estado de frustración latente o manifiesta, siendo por tanto frecuentes
motivos de consulta.

CONSIDERANDO EL DUELO

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A) La pérdida Esperada: Aquí podemos situar los fallecimientos de personas que padeciendo
algún tipo de enfermedad crónica o cíclica no alteran con su padecimiento de forma
importante la vida cotidiana de los que le rodean.

Es el caso de personas que han sufrido reiterados ataques al corazón, sin que ninguno de ellos
haya dejado secuelas que hayan requerido cuidados especiales, pero que dejan a toda la
familia alerta y en la creencia de que en cualquier momento ocurrirá el definitivo.

El fallecimiento en este supuesto no va a traer grandes dificultades a la hora de elaborar el


duelo. Los familiares o seres queridos han tenido ya tiempo suficiente para ir “saneando” cada
uno a su forma la relación con el enfermo, por lo que no suele resultar culpógena.

Es el mismo caso de personas de edad avanzada que con sus sucesivos achaques nos van
avisando, preparando, de la inminencia de su fallecimiento.

B) La Pérdida “Deseada”: El entrecomillado del término quiere poner de manifiesto el carácter


ambivalente del deseo.

Esta situación es típica en familiares cercanos de enfermos fallecidos tras larga y penosa
convalecencia.

Procesos interminables de cáncer, enfermedades degenerativas, largas parálisis, procesos


terminales de enfermedades inmunológicas, demencias, etc. terminan por crear tal estado de
perturbación ambiental que en un silencio compartido descubren sus deseos de que todo
termine ya, cuando antes “porque la situación es insostenible”.

Una vez ocurra el fallecimiento en este supuesto, pueden presentarse los remordimientos, la
culpa, “apariciones del fallecido”, escuchar su voz, sus gritos, haciendo muy angustiosa la vida
del familiar superviviente.

C) La Pérdida Repentina: Bajo este epígrafe voy a considerar aquellos fallecimientos


acontecidos de forma inesperada, “a destiempo”, que son vividos por sus allegados como “una
cruel manifestación de la vida” y que van traer como consecuencia una sensación de vacío, de
falta de despedida.

Es el caso de enfermedades galopantes (se ha ido en 5 días), ataques repentinos, y


fundamentalmente accidentes de cualquier tipo (circulación – deportivos - domésticos).

Es obvio que la ambivalencia en el caso de Pérdida Deseada como la falta de saneamiento en la


Repentina van a dar lugar frecuentemente a duelos enquistados.

Una vez señalado lo anterior es necesaria una reflexión sobre cuando una pérdida o duelo
deviene en patológica y hace recomendable nuestra intervención.

Realmente si el proceso, la relación, el vínculo entre el fallecido y sus allegados era sano,
fluido, respetuoso y comprensivo, el duelo con su doble manifestación de frustración y tristeza
tendrá las mismas características de fluidez y terminará abocando con el transcurso del
tiempo, en un inequívoco sentimiento de agradecido recuerdo.

Quiero señalar que esta idea de agradecido recuerdo es para mí el termómetro del término de
una relación (padres – parejas – terapeutas – pacientes) convirtiéndose por tanto en el
objetivo último en el trabajo del duelo.

Visto lo anterior la Hipótesis Central de mi trabajo podría presentarse de la siguiente forma.

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1. El sentimiento de agradecido recuerdo es el único indicador de la sana elaboración del duelo


(padres – cónyuges –terapeutas – pacientes).

2. Cualquier otro sentimiento (indiferencia, rencor, culpa, rabia, alegría, depresión, vacío)
distinto al agradecido recuerdo evidencia un duelo atascado, no realizado.

3. Detrás de cualquiera de los sentimientos señalados como indicativos de un duelo no cerrado


está LA CULPA.

4. LA CULPA es un proceso intrapersonal no interpersonal por lo que no es necesaria la


presencia del fallecido para sanearla.

5. Cuando una relación contaminada por la CULPA se vive desde la comprensión y el perdón
deja paso a una inequívoca sensación de “agradecido recuerdo”.

Después de estas pequeñas premisas queda patente hacia dónde debemos verter nuestros
esfuerzos y cuál va a ser nuestro objetivo a la hora de trabajar el duelo: LA CULPA.

Me parece importante detenernos a examinar más detenidamente las distintas formas,


sentimientos o mecanismos en que se puede disfrazar el sentimiento de culpa.

O dicho más claramente qué actitudes y sentimientos o mecanismos de defensa manifiesta un


sentimiento de culpa camuflado.

1. Los mecanismos de Defensa:

1.1. Negación. “En realidad es como si no hubiera pasado nada, sigue entre nosotros como
antes”. “Su habitación está igual que siempre”. “Seguimos poniendo los domingos su comida
favorita”. “Hablamos con él a cualquier hora, con la misma fluidez que antes”.

1.2. Racionalización. “Es ley de vida”. “La muerte en realidad no es algo real”. “Tenemos que
salir adelante como si no hubiese pasado nada”. “Es absurdo malgastar el tiempo en
autocompadecerse”. “La vida continúa”. “Llorar no sirve para nada”. “No podemos quedarnos
anclados en el pasado”.

1.3. Transformación en contrario. (Exageración hipomaníaca del acontecimiento vivenciándolo


casi como una gran suerte). “Ya tenemos un mediador en el cielo. En el fondo es lo mejor que
nos podía pasar. Como era una santa parece que desde entonces nuestra casa está santificada.
Mi marido está feliz, se pasa todo el día llevándole flores y dice que desde entonces su vida
tiene sentido”...

2. Sentimientos que ocultan o camuflan la culpa.

2.1. Indiferencia. “en realidad no me ha afectado ni para bien ni para mal”. “Está como
ausente, parece que le da lo mismo”. “Que es bueno que es malo, nunca se sabe”. Es fácil
apreciar en este tipo de verbalizaciones un fuerte contenido racional cercano al mecanismo de
defensa recientemente analizado.

2.2. Rencor: Entendido como el intento mantenido de consolidar al otro (al fallecido) como
único responsable de la deteriorada relación “Era un cabrón”. “Justo castigo a su puta
maldad”. “El que la hace la paga”. “A todo cerdo le llega su San Martín”. “Toda su vida fue un
egoísta”. “Me jodio la vida pero el que se va a joder ahora es él”... En fin, un largo etc. de
expresiones similares que sitúan inequívocamente al bueno y al malo de la película, como si de

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algo objetivo se tratara. Como expondré posteriormente, este supuesto, el del rencor, va a ser
el más dificultoso a la hora de abordarlo y devolverlo en forma de culpa.

2.3. La Depresión. “Desde que ocurrió no ha vuelto a salir de casa”. “No quiere saber nada de
nadie”. “Me paso el día llorando”. “Tengo todo el día un pellizco en el estómago que no me
deja de vivir”. “Es como si me acompañara (o persiguiera) a todas partes”.

En este supuesto a diferencia del anterior va a ser mucho más sencillo conectar al paciente con
los sentimientos de culpa. Es más, los anteriores comentarios suelen venir acompañados de
otros como “no le di todo lo que pude” “si hubiera sabido desde el principio que era una
enfermedad, lo hubiera tratado de otro modo”. “Me he dado cuenta de su generosidad y de
mi egoísmo”. “No me dio tiempo a decirle todo lo que en verdad sentía o pensaba de él”...

En este supuesto la CULPA ocupa ya un primer plano convirtiéndose en emergente. Por tanto,
sintetizando nos encontramos con 4 salidas a una situación de pérdida.

Supuesto 1.- La relación era fluida, sana, rica en comunicación y madura. En este caso después
de un tiempo prudencial (hasta 2-3 años) de rabia y tristeza profundas por la frustración de la
pérdida del ser querido, comenzará a ser cada día más consistente el sentimiento de
agradecido recuerdo al que me refería anteriormente.

Supuesto 2.- Relación de TEMOR con sentimiento de CULPA que imposibilita la elaboración del
duelo, originando trastornos en la línea de la depresión. Las personas aquí ubicadas, que
como veremos, son todas las que no se encuadran en el supuesto 1, cronifican esta situación
inconclusa con la correspondiente pérdida de energía, disponibilidad y vitalismo. A ellos está
dedicado este modelo de intervención.

Supuesto 3.- El individuo en cuestión se ha protegido en un mecanismo de defensa de los ya


señalados y no sólo no elabora el duelo sino que evita a toda costa que los demás lo hagan.

Ante esta estrategia tendrá primero el terapeuta que ayudarle a trabajar, delicada y
prudencialmente su intelectualización para una vez “conectado” trabajarlo ya como en el
supuesto 2.

Supuesto 4.- Relación de desamor con sentimientos de CULPA proyectados en forma de


RENCOR y que requieren su desmantelamiento mediante la “reapropiación e inversión de los
sentimientos proyectados” (KEN WILBER).

Dejo, por tanto, en manos de la habilidad del terapeuta, el bonito pero laborioso trabajo de
deshacer la proyección en términos de responsabilidad, momento en el cual ya estaríamos
ubicados en el supuesto dos. En un proceso de duelo obstruido por un sentimiento de culpa”.

Conforme ha transcurrido el tiempo y he ido trabajando con el modelo, me he interesado por


la forma en que otros compañeros “especialistas en duelos” daban a sus intervenciones y
sobre todo su abordaje ante la CULPA.

Y quiero señalar una importante diferencia de posicionamiento entre sus formas de trabajo y
la que yo aquí presento.

Lo que yo entiendo por CULPA ellos lo describen como DEUDA, (sentirse en Deuda) y esto que
aparentemente pueda definirse como problema exclusivamente semántico, no lo es, así de
sencillo y simple.

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Detrás de esta concepción, hay dos contenidos muy diferentes que se pueden resumir
claramente. Mientras la DEUDA es un concepto mercantil y que surge desde lo intelectual, la
CULPA es de contenido afectivo y por tanto se ubica en el terreno emocional.

Por eso, los intentos de solucionar la DEUDA (CULPA) con un análisis exhaustivo de “Debes” –
“Haberes” con el objetivo de concluir “Nada te debo” no van a evitar que la persona quede
liberada en la relación y mucho menos, facilitar el que aparezca el sentimiento de agradecido
recuerdo.

OBJETIVOS: - Aceptación. - Conexión. - Saneamiento. - Agradecido recuerdo.


- Reutilización de la experiencia.
Una vez analizados los diferentes tipos de pérdida, así como los distintos mecanismos de
defensa o reacciones patológicas (rencor – culpa), voy a presentar los objetivos a conseguir en
un proceso de duelo:

1) Aceptación: Es una invitación a pisar tierra, deshaciendo fundamentalmente la Negación


como procedimiento defensivo.

Ya no cabe seguir pensando o imaginando que nada sucedió, que la familia sigue unida, que
todo continúa como antes.

Su ausencia vivida como falta, como vacío dará lugar a la siguiente fase.

2) Conexión con el dolor y la rabia:

Va a ser inherente a la conciencia de pérdida. La consecuencia de la frustración va a


manifestarse en forma alternativa entre estos 2 sentimientos.

3) Limpieza, saneamiento de la relación y fundamentalmente de LA CULPA. Como adelantaba


anteriormente, tengo la creencia de que este paso es fundamental y su no elaboración es
origen de cantidad de duelos no resueltos.

4) Despedida agradecida.

El trabajo con el perdón a uno mismo y por extensión al fallecido reconvierte la CULPA en
comprensión y la comprensión en agradecimiento. Esta elaboración del agradecimiento origina
de forma instantánea un profundo sentimiento de paz y serenidad. La vivencia no deja lugar a
dudas.

5) Reutilización de la Pérdida como un legado de sabiduría susceptible de revertir a la


humanidad.

Este último objetivo quizás puede parecer ambicioso incluso utópico. Sin embargo he sido
testigo de cómo familias afectadas por diferentes duelos, han sido capaces de condensar sus
experiencias y ofrecerlas de forma desinteresada a otras familias o personas afectadas, con un
resultado espectacular.

Es evidente que si tenemos en cuenta los objetivos señalados como integrantes de un todo
continuo, de un proceso, entonces cada uno de ellos se convierte en consecuencia del anterior
y condición necesaria del siguiente por lo que es impensable llevar a término un duelo sin
atravesar los diferentes estadios intermedios (dolor – rabia – culpa – perdón –
agradecimiento).

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PREPARANDO LAS SESIONES

(Breve resumen recordatorio de las cuatro sesiones del proceso MAR)

Antes de comenzar la sesión nº 1 necesito hacerme una composición del sistema familiar para
ir creando hipótesis y medios de trabajo. Antes de encontrarme con la familia trato de conocer
los siguientes datos:

- nº de miembros que componen la familia nuclear y sus fechas de nacimiento.

- nº de familiares que convivan con el fallecido.

- Fecha y motivo de la muerte.

- Enfermedades o accidentes o acontecimientos especiales que se hayan dado en el sistema


familiar con posterioridad al fallecimiento.

- Reacción de los distintos miembros de la familia ante la propuesta de intervención familiar.

PRIMERA SESION: el árbol.

Versión de abordaje familiar

Teniendo como objetivo fundamental la ACEPTACION DE LA PERDIDA, utilizo el Genograma o


Árbol Genealógico como instrumento valiosísimo para esta toma de conciencia.

A lo largo de la 1ª sesión se van viendo los diferentes roles y actitudes hacia la pérdida del ser
querido y en que se puede traducir su falta aquí y ahora.

Al finalizar encomiendo distintas tareas que el grupo familiar deberá realizar en su domicilio,
todas ellas encaminadas a la reconstrucción del pasado y la asunción del presente.

SEGUNDA SESION: El dolor y la rabia.

Se trata, en definitiva, de profundizar y detallar la relación de cada cual con el fallecido.

Les invito a que a través del dibujo puedan de forma individual, expresar su relación con el
ausente para luego compartirlo con el grupo familiar en un clima de intensa expresividad
emocional.

Para finalizar esta sesión, vuelvo a prescribir una serie de tareas a realizar en casa y que
culminaran en un escrito individual sobre situaciones de ambivalencia y culpa.

Esto, junto con la foto preferida del familiar ausente, será el material con el que trabajar la
siguiente sesión.

TERCERA SESION: La culpa (Silla Caliente)

Es el momento culmen del proceso, la foto preferida del fallecido descansa en un cojín situado
frente al lugar donde cada miembro de la familia va a ir abriendo al fallecido los motivos y
situaciones de culpa.

En este cambio sucesivo de lugar, cojín caliente, se convierte en escenario improvisado de


compresión, acercamiento y perdón.

Una vez todos han hecho su trabajo, la familia tumbada en el suelo y con un sentimiento de
unidad escuchan unas canciones alusivas a la perdida y al agradecido recuerdo.

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Esta tercera sesión termina con una fantasía dirigida en la que el fallecido se presenta bajo una
imagen de sabio iluminado dejándoles un legado, recomendación o testamento psicológico
que les ayudara a vivir más plenamente.

El sentimiento de agradecido recuerdo es ya una realidad que ellos comparten entre sí y con el
terapeuta.

También en esta ocasión, llevaran a casa distintas tareas:

Escribir una carta de agradecimiento para luego ir a leerla al cementerio y finalizar con un
homenaje familiar al ausente, es una secuencia que cala profundamente, tanto a nivel
personal, como colectivo.

CUARTA SESION: El agradecimiento.

Después de escucharles como les fue la realización de las tareas encomendadas, cada uno va
leyendo en voz alta su carta de agradecimiento invitando a los demás a que le escuchen con la
intención de, si es posible, identificarse con su contenido.

Esa y otras tareas, llevan al sistema familiar hacia una sensación de abundancia y gratitud,
momento en que planteo la posibilidad de hacer realidad el testamento psicológico recibido,
expresándose entre ellos agradecimientos pasados o presentes.

En este momento de especial intensidad emocional, es en ocasiones de gran trascendencia


pues se sanean a través del perdón y el agradecimiento situaciones inconclusas que interferían
en sus relaciones afectivas.

A continuación el grupo familiar es invitado a reflexionar sobre todo lo ocurrido y sintetizando


experiencias y tomas de conciencia, se plantean como pueden ellos ayudar a otras familias que
estan o hayan estado en una situación parecida.

El último objetivo: la reutilización de la pérdida como legado susceptible de revertir al entorno


es un hecho señalado y valorado por el sistema terapeuta-familia y que da pie a la elaboración
de un nuevo duelo.

Nuestro trabajo, nuestra relación ha terminado.

GESTALT Y DEPRESION – ABORDAJE TERAPEUTICO


Es como estar metido en un túnel, o un bosque tupido. Solo. Sin esperanzas de poder salir
algún día, más bien pensando que no se es capaz de salir o con la convicción de que no existe
salida alguna, y con la seguridad absoluta de que nadie podrá ayudarte. Llega un momento en
que ya no da miedo, en que ya no provoca seguir luchando. Sólo tienes ganas de morirte y no
tienes fuerzas para matarte, sólo te queda desearlo.

• La persona deprimida tiene una visión constreñida de su realidad que le lleva a contactar de
un modo inhibido e incluso a interrumpir el contacto con su entorno más inmediato como
puedan ser las personas más significativas.

Cuando se instaura y asienta el proceso es frecuente que quien lo sufre se exprese con frases
como: “no sé qué tengo, pero no estoy bien”; “si todo va bien aparentemente, ¿por qué me
encuentro así?”; “nadie me comprende”; “soy un estorbo”; “¿cómo se puede convivir con una

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persona en mi estado?”; “me gustaría ser como los demás, que no sufren como yo”, y así un
largo etcétera de lamentos y reproches hacia uno mismo cuando no dirigidos al entorno.

• Conforme evoluciona la depresión, se entra en un círculo vicioso de malestar, tristeza,


sentimiento de culpa, falta de apoyo y la sensación de un vacío que nada ni nadie puede llenar.
• En la experiencia depresiva la persona se encuentra aislada. El deprimido es incapaz para
apoyarse en sus propios recursos y realizar cambios que le permitan encontrar una solución
creativa.

¿QUE CAUSA LA DEPRESIÓN?


• La depresión se origina tanto por factores biológicos como ambientales.

• Los cambios en la química del cuerpo influyen en el estado de ánimo y los procesos de
pensamiento, estos factores biológicos contribuyen en algunos casos a la depresión.

• Algunas enfermedades crónicas graves, como la enfermedad cardiaca o el cáncer

• Las cambios importantes y los principales factores de estrés en la vida, como la muerte de un
ser querido, la pérdida de un empleo, ruptura de pareja, un divorcio, el envejecimiento, el
crecimiento de nuestros hijos, etc. pueden contribuir a provocar la depresión.

• Otros factores que conducen a la pérdida de identidad o autoestima.

DISTINCIÓN ENTRE TRISTEZA Y DEPRESIÓN


• Tristeza, sentimiento de dolor producido por un motivo concreto y definido que va siendo
menos intenso con el paso del tiempo.

• Depresión, sentimiento de profunda tristeza o desesperación sin motivo concreto y que


interfiere en las actividades de la vida cotidiana, retrayéndose de familiares y amigos.
DEFINICION DE DEPRESION

• La depresión describe un tono afectivo de tristeza acompañado de sentimientos de


desamparo y amor propio reducido. En la depresión todas las facetas emocionales, cognitivas,
fisiológicas y sociales pueden verse afectadas.

TIPOS DE TRANSTORNOS DEPRESIVOS

• Dicotomía depresión Endógena-no Endógena o reactiva : Depresión endógena, conlleva a la


condición psicótica, de carácter no reactivo y de origen biológico. Depresión no-endógena o
reactiva, conlleva a la condición neurótica, de carácter reactivo y de origen psicológico.

• Dicotomía depresión Bipolar-Unipolar : Depresión bipolar, se alterna un episodio depresivo


con uno de índole maniaca. Depresión unipolar, cuando únicamente cuenta con el polo
depresivo.

• Trastorno depresivo mayor : Incapacidad absoluta para trabajar, estudiar, dormir, comer o
realizar cualquier tipo de actividad cotidiana o que producían placer.

Distimia : Es un nivel menos grave de depresión.Es muy fácil confundir un estado de distímia
con estrés o cansancio. Los síntomas han sido descritos como un "velo de tristeza"

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• Depresión posparto: Sensación de tristeza, llanto repentino y dificultades de la


concentración, suelen manifestarse aproximadamente a los 4 días posteriores a dar a luz, y
desaparecen alrededor de los 10 días.

• D.A.E (Desorden Afectivo Emocional) : Es la depresión que ocurre en la misma temporada


cada año, por lo general durante los meses de otoño o de invierno.

• Depresión Doble : Distimia con un episodio de depresión mayor.

• Depresión Atípica: Las personas con depresión atípica generalmente comen y duermen con
exceso, tienen un sentido general de pesadez, y un sentimiento muy fuerte de rechazo.

TEORIAS QUE EXPLICAN LA DEPRESIÓN

El psicoanálisis ve la depresión como una agresión hacia el yo en el que el sujeto siente una
ambivalencia de amor y odio. La psicoterapia cognitiva de Beck, plantea que la depresión es
una distorsión cognitiva que el paciente sufre como consecuencia de una experiencia de
pérdida ocurrida en un momento de su vida y que no puede elaborar en la forma adecuada.
Seligman y su teoría del desamparo aprendido, según la cual el paciente se siente
incompetente para evitar las situaciones de sufrimiento y por ello se culpa a sí mismo La teoría
conductual, asume que la depresión es consecuencia de un insuficiente refuerzo de algunas
conductas que propician la satisfacción, una escasa disponibilidad de refuerzos adecuados en
el entorno y de la pérdida de efectividad de los refuerzos disponibles. Mathews, consideró la
depresión como un fracaso en la autorregulación Salzman y Coyne quienes aseguraron que la
depresión ocurría porque las personas sentían haber perdido al aprecio y el afecto de ciertas
figuras muy importantes de su entorno.

LA DEPRESION DESDE EL PUNTO DE VISTA GESTALTICO


• La depresión es vista como un conflicto entre dos polaridades de la personalidad, “perro de
arriba" y "perro de abajo”

• La depresión tiene lugar por una interrupción o un bloqueo de la autorregulación


organísmica en el límite de contacto entre el organismo y su entorno.

• La depresión ocurre cuando hay una interrupción en el Ciclo de Autorregulación-


Organísmica.

ABORDAJE TERAPEUTICO
Aspectos Generales de la Psicoterapia Gestalt

• Gestalt da más importancia a la vivencia fenomenológica. La experiencia es la principal vía de


aprendizaje y de cambio.

• Trabajar el Aquí y Ahora, Toda experiencia pasada y toda situación futura repercute en el
momento presente.

• Toma al hombre en forma holística, como una unidad integrada, insertado en su entorno. El
ser humano se desequilibra en forma global donde lo que ocurre en el plano emocional afecta
al cuerpo y viceversa.

• Somos organismos autorregulados en los que la homeostasis hace que nos ajustemos
creativamente al entorno para satisfacer mejor nuestras necesidades.

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• Da gran importancia al cuerpo porque el cuerpo expresa emociones, transmite importantes


informaciones sobre el individuo su personalidad y sus trastornos y es además un importante
vehiculo para la integración de los aspectos disgregados de la personalidad.

TÉCNICAS USADAS EN GESTALT


Pretenden desarrollar en el paciente una consciencia de su experiencia personal, la capacidad
de vivir en el presente y la habilidad para hacerse cargo de sus propias responsabilidades sin
incurrir en juegos y manipulaciones.

Tipos de técnicas : Expresivas, su objetivo es reunir energía suficiente para completar la


acción. Se pide a la persona que “haga” o “diga” algo, que preste atención a lo concreto.

Supresivas: su objetivo, sacar la emoción que hay debajo. Integrativas Combinación de las dos
anteriores cuyo objetivo es integrar las partes alienadas del individuo.

BLOQUEO MANEJO/ESTRATEGIA
La depresión utiliza una serie de bloqueos, los cuales tenemos que tener en cuenta y
manejarlos con alguna estrategia específica, de acuerdo al ciclo de la experiencia.

Según el que sea podríamos utilizar las siguientes técnicas : Desensibilización; Bloquea la
sensibilidad a las sensaciones o sentimientos. El individuo tendría que conectar con alguna
escena de su vida donde se originó este bloqueo.

• Facilitar al paciente que tome contacto con sus zonas de relación completando la frase:
Ahora me doy cuenta de….

• Tocarse a sí mismo. • Movimiento del cuerpo.

• Presentar atención a su experiencia sensorial, luego que acentúe cada vez más hasta que
explote.

• Comentar las distracciones del paciente y su conciencia de ellas. Pregunta: ¿Qué


experimentas?

• Enseñar a respirar. • Experimentar los límites corporales.

• Que se mire en el espejo.

Proyección
Atribuir a otras personas, actitudes, pensamientos, emociones, creencias o situaciones que le
son propias mediante lo cual quien proyecta no asume ninguna responsabilidad sobre sus
propios actos, pensamientos o emociones.

• Facilitar re-identificación, mediante el trabajo de silla vacía y asumir la responsabilidad de


cada palabra y acción que diga o haga para obtener un Yo más Fuerte.

• Identificación en el lenguaje por preguntas. Ejercicios verbales como: yo me tenso. Preguntas


sobre cómo se siente.

• Trabajar los temores de los introyectos y hacer que estos salgan.

• Identificación de la proyección corporal en el lenguaje y la experiencia.

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• Experimentar para resaltar la experiencia. Introyección; La persona utiliza “debeismos”

• Trabajo con polaridades, sillas, dialogo externo

• Mitos y refranes • Canalizar a proceso creativo.

• Proverbios y cuentos.

• Trabajar con el cambio de la palabra Debo por Quiero.

• Expresar la energía que se lleva por dentro.

• Ejercicios de respiración.

• Ejercicios físicos: las posturas y los movimientos.

Retroflexión
Consiste en hacerse a sí mismo en términos agresivos lo que le gustaría hacerles a los otros. Es
importante localizar introyectos.

• Facilitar la carga energética sobre un objeto neutro que simbolice o represente una figura o
situación molesta o temida.

• Realizar un trabajo con la agresión vs ternura. Dándose amor a sí mismo, tocando las partes
lastimadas de su cuerpo.

• Trabajo de polaridades. • Bioenergética.

• Golpes a un cojín

• Estructura corporal. Movimiento expresivo.

• Metáforas Proflexión; Consiste en hacerles a otros, sin que lo pidan, lo que le gustaría que le
hiciera a él.

• Hacer la petición directa de la necesidad.

Deflexión
Implica evitar el contacto una vez iniciada la acción tendiente a cerrar la Gestalt.

• Identificar la escena que provoca miedo, buscar la asociación con introyectos.

• Crear una escena agradable y enfrentar la situación o confrontar

• Manejar fantasías

• Hacer un dialogo externo

• Crear un cambio de roles y aclarar el fondo o la figura confusa.

• Prestar atención a cualidades y sensaciones.

• Juegos. Confluencia; Es confundir los propios límites del “Yo” en los de otro para buscar
aceptación y/o reconocimiento de este y evitar responsabilizarse de la acción a efectuar.

• Facilitar la diferenciación individual e invitar al paciente a expresarse en lo que hasta este


momento no se había atrevido.

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• Favorecer la separación del sí mismo y del ambiente.

• Trabajar las creencias falsas, aumentando autoestima.

• Llevar el contacto dosificando juegos.

• Elaboración de nuevos conceptos. Preguntas: ¿Cómo sabes que está de acuerdo?

• Analizar rigidez de postura y flexibilidad, hipersensibilidad, estilo de contacto.

Fijación
Consiste en recordar una experiencia que se queda rondando y molestando en nuestra
cabeza, dejado situaciones inconclusas.

• Buscar figuras alternativas y anclajes en fantasías o en el ámbito corporal y facilitar el sentido


del comportamiento, alcanzando el sentido de identidad.

• Desvinculación. Dejar que se pierda la intensidad del contacto y renunciar a la experiencia


cumbre.

• Restablecer el límite del sí mismo y separarse del entorno.

• Validar la realidad de los sentimientos de tristeza, enojo o decepción.

Postergación
El individuo no cierra su Gestalt

• Trabajar las polaridades de exageración, aprender la diferencia que existe entre sostener una
experiencia hasta el final y estancarse en ella tratando de obtener algo más de una situación
terminada o agotada.

• Facilitar el proceso de quedarnos con lo que nos nutre y eliminar lo que es toxico

• Hipnosis. • Fantasía

• Cambio de zonas. Ayuda a que perciba sensaciones. Incluir la nueva experiencia en el sí


mismo con conciencia, asimilarlo y cerrar.

• Llevar fuera de sí a la persona. • Expresiones verbales.

• Respiración.

• Examinar un objeto y tomar una posición


de interés.

La psicoterapia Gestalt tiene algunas características bastante eficaces para el tratamiento de la


depresión. La importancia del Aquí y Ahora, la vivencia fenomenológica, el considerar al
hombre de forma holística, la homeostasis, la importancia al cuerpo y la integración como
objetivo último de la terapia son algunas de las razones de la eficacia de esta disciplina. La
intervención con psicoterapia Gestalt llevará a la persona a una consciencia de la experiencia
que está viviendo, pasando por la asimilación de recursos propios y/o aprendizaje de
habilidades que le permitan dar respuestas a las circunstancias presentes, generando
responsabilidad de sus pensamientos sentimientos y emociones que parecían negadas y sin
recurrir a juegos o manipulaciones.

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