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COLOMBIA FRENTE A LA PROBLEMÁTICA MIGRATORIA DE

VENEZOLANOS, Y SU POSICIÓN.

Mediadas políticas y de comercio Internacional ante la migración de


Venezolanos: En la segunda mitad de la década de los 90, la población
venezolana, en su mayoría, presentaba un descontento general por la manera
como los gobiernos elegidos hasta ese entonces, habían gestionado la
administración pública y los recursos públicos, desviados para satisfacer la
opulencia de la “oligarquía”. Por lo anterior, Venezuela respiraba un aire de
deseos radicales, de sueños que parecían más una utopía que un anhelo de
cambio social, un tapiz que esperaba por el artista indicado para que se plasmara
en él todo lo que no era y no había podido ser. El nombre de Hugo Chávez, más
que de un simple ciudadano, se tornaba como el comodín para terminar el juego
de intereses de una clase política corrupta y transgresora del interés general. Un
coronel retirado de las fuerzas armadas cuya última operación militar no fué, en
esencia militar, un esfuerzo para defender la soberanía de una nación, sino para
castigar un gobierno manipulado por los intereses de unos pocos latifundistas; y
¿de qué forma?, mediante la toma del poder haciendo uso de las armas, utilizando
las fuerzas militares para dicho objetivo, un golpe de estado. Ese hecho,
acontecido en 1992, fue una historia con puntos suspensivos, que retomaría su
curso en las elecciones de 1998, y sería Él, Hugo Chávez Frías, candidato a la
presidencia, quien se encargaría de continuar con un relato lleno de cambios
radicales que llenaría tanto las expectativas de una sociedad hambrienta de
justicia, que su persona en sí misma, se proclamaría como el “segundo libertador
de América”. Su fuerza para mover masas, y sus políticas populares, que
descrestaban a los más necesitados, a las clases menos favorecidas, terminaría
con una aplastante victoria sobre el resto de sus oponentes de derecha. Fué éste
hecho lo que marcaría el inicio de “una muerte anunciada”, ya que para nadie era
un secreto, ni en Venezuela, ni en el resto de Latinoamérica, que la doctrina usada
como campaña por Chávez, tenía sus bases en el socialismo utópico, y cuyos
objetivos eran acabar con las clases sociales, generando una sociedad más
equitativa donde las fuentes de riqueza y los medios de producción fueran
distribuidas según las necesidades del pueblo venezolano; “la misma filosofía de
los soviet de Petrogrado durante la revolución bolchevique en octubre de 1917 en
Rusia, por la cual se formaría la primera nación donde la clase Obrera
(proletariado) se hacía al control del poder político, legislativo y económico”
entones nacería la URSS; y como la historia no esconde nada, durante su ápice
en la segunda guerra mundial y la guerra fría, acabaría a finales de los noventa
con la muerte anunciada de una de las naciones más pobres, y con un
descontento aún más marcado y generalizado que en toda su historia. Ahora en
Venezuela se escribiría la misma historia, no tan extensa, pero si con las mismas
consecuencias.

Expropiaciones masivas de la propiedad privada, control general de los medios de


producción y comunicación, intimidaciones de partidos de oposición, juicios
irregulares y desapariciones misteriosas de personajes que se oponían al mal
llamado socialismo del siglo XXI, represión del derecho de expresión, el derecho
universal a ser informados (el periodismo), inversiones opulentas del gasto público
en armamentos y formación de un ejército como si fuera a iniciarse la tercera
guerra mundial, entre otras medidas, desencadenarían una serie de problemáticas
sociales tan graves, como nunca se hubiera visto en Venezuela, ni en América
Latina, Venezuela divida en dos polos, uno que pertinazmente seguía apoyando
las políticas inútiles a cambio de un bienestar efímero y cínico, y por otro lado, y
en mayoría latente, el pueblo que moría de hambre, o enfermo, porque los rubros
utilizados para atender dichas demandas de primera necesidad, fueron invertidos
en maquinaria de guerra.

De manera somera, y aunque la debilidad económica, política y de relaciones


internacionales del país vecino ya eran evidentes, fue la muerte del gestor de esa
“magnífica obra”, (Hugo Chávez), lo que empeorarían los síntomas sociales y la
polarización de Venezuela, con un heredero al trono del socialismo del siglo XXI,
como Nicolás Maduro, cuya ignorancia iría más allá de lo que puede soportar un
ser humano y una nación entera; es el comienzo de una migración sin
precedentes, que tocaría las zonas nerviosas más importantes de una Colombia,
que aunque no era ajena a los futuros resultados, no estaba preparada para ver
por sus carreteras familias Venezolanas al sol inclemente, o a la lluvia incesante,
con una juventud moribunda en sus sueños en su propio país, pero con la valentía
de ningún otro, dejando atrás padres, madres, hermanos, hijos, amigos, en busca
de una ayuda y una mejor oportunidad en un país “hermano” pero carente de lo
necesario para cubrir incluso sus propias necesidades. Entonces es cuando inicia
la película de individuos deambulando en las principales ciudades buscando
puentes o predios abandonados donde pasar la noche, parques, zonas verdes,
todo como lugar de pernoctar de familias hermanas de una nación que colapsaba
cada día más.

Lo anterior, no es más que un preámbulo para analizar la posición de Colombia


frente a esa problemática, tan desmesurada e incontrolable que según cifras de
Migración Colombia hay más 1.200.000 venezolanos en las calles Colombianas,
solo de las ciudades de Bogotá, Cali, Medellín y los Santanderes, con cifras aún
no inferidas a nivel nacional. Frente a esta situación El Gobierno nacional expide
el decreto 1288 de 2018, con el fin no solo de controlar la migración de
Venezolanos, sino de dar los mínimos requisitos de supervivencia a esta población
como lo es el acceso a programas sociales, salud y educación para los menores
de edad; en ese decreto se establece el PEP (permiso especial de permanencia),
como documento alternativo de identificación y atreves del cual, se es posible a
ser beneficiarios de las ayudas humanitarias.

La CIDH, celebró esta medida adoptada por Colombia, e instó a los países
vecinos a que implementaran medidas similares para proteger los derechos
mínimos de los venezolanos. Pero no solo ha sido el gobierno, los distritos y
municipios los que han girado su atención a ésa problemática, la asociación de
Venezolanos en Colombia, ha contribuido con el gobierno nacional para
suministrar apoyo logístico y de información para consolidar cifras más cercanas a
la realidad sobre los migrantes Venezolanos y sus necesidades. Prueba de ello es
que en 2017 el Ministerio de Salud giro a Norte de Santander 10.000 millones de
pesos más para ser primer filtro fronterizo, a través de hospitales y centros de
salud, en el control migratorio, como una medida de control sanitario en pro de
evitar epidemias.

Y es que Colombia está soportando una carga muy grande frente a la migración
de Venezolanos, esto debido a que Migración Colombia pudo establecer que las
tasa de migrantes desde 2017 a 2108 aumentó en un 110%, cifra que como
muestra poblacional, se ve reflejado en cifras entregadas por el ministerios de
salud, en cuanto al número de ciudadanos atendidos por el sistema salud
nacional, ejemplo: En 2014 fueron atendidos 125 Venezolanos,1475 en 2015,
4258 en 2016, 24.727 en 2017, y más de 114.000 en 2018.

Pero las necesidades y cifras no solo están por el lado de la salud, el mercado
comercial, de servicios, y en general, en el mercado laboral también ha habido
repercusiones, aunque no en el sentido estricto de un desplazamiento deshonesto
e irregular frente a los Nacionales Colombianos.

La necesidad, ha obligado a que los Venezolanos se presenten como una opción


de bajo costo en las nóminas de algunos pequeños empresarios, quienes sin
escrúpulos han ofrecido a esa población largas jornadas de trabajo y sueldos
miserables, por ello las autoridades colombianas en cabeza del ministerio del
trabajo, han impuesto como medio para evitar dicho vejamen, una multa de 5.0000
salarios mínimos ($3.906.000.000) para cualquier unidad económica que adopte o
reincida en ésa práctica, más que injusta, criminal.

Al haber más controles en ese aspecto, y por temor de hacerse acreedores de


sanciones, las empresas han optado por soslayar del mercado laboral a los
Venezolanos, aun cuando unos pocos, y gracias al decreto 1288/2018, podrían
perfectamente, de manera regular y legal, ejercer funciones bajo lo reglamentado
por el código sustantivo del trabajo en cuanto a los mínimos requisitos y derechos
del trabajador. Lo anterior lo que ha provocado es el aumento exponencial de la
informalidad, pues esa población, al verse excluida del mercado laboral, opta por
utilizar los pocos recursos obtenidos mediante la caridad y la mendicidad, en
artículos y mercancías para la venta informal en las calles, y de ésta manera,
obtener el mínimo vital para su alimentación y su hospedaje en “latas de sardinas”,
habitaciones infrahumanas donde se asilan hasta 10 personas de nacionalidad
Venezolana en un área de 4mts cuadrados.

Empero después de la segunda mitad del año 2017 y la primera de 2018, Julián
Vásquez, Coordinador del observatorio regional del mercado laboral de la
Universidad Latinoamericana, señaló que el 70 % de la población Venezolana que
migró a Colombia, llegó con expectativas de quedarse y conseguir una estabilidad,
de igual manera su análisis concluyó que ya hay unos 4000 Venezolanos que
hacen parte formal de la fuerza de trabajo en algunas empresas del sector de
servicios, unos 80.000 están buscando trabajo y más de 100.000 están en la
informalidad.

Esas cifras de dicho análisis, no segmenta si la mano de obra ya empelada es


calificada o no, es decir, si diferencia de un profesional, técnico de una persona
con la mínima educación básica, por lo que entrar a detallar dicha información
resultaría muy por fuera de la realidad, debido a que las empresas, y a nivel
general, la fuerza económica no está midiendo la calificación intelectual si no la
productividad con respecto a la mano de obra de los nacionales. Las empresas
han optado por dejar los cargos de dirección y confianza a Nacionales
Colombianos más por una cuestión de doctrina y preferencia sobre los
profesionales Venezolanos. De la mano de obra venezolana, empelada con los
requisitos mínimos exigidos por la ley, más del 85% de los 4.000 mencionados en
el análisis de Julián Vásquez, se encuentra en el sector servicios, y el restante se
encuentra en el sector industrial.

Pero que tanto ha impactado el empleo de venezolanos en las empresas en las


intenciones de búsqueda de una estabilidad laboral de los mismos Colombianos?
Según Iván Jaramillo, Coordinador del observatorio laboral de la universidad del
Rosario, el empleo de Venezolanos en el mercado laboral, no debe ser
interpretado como una amenaza para los desempleados Colombianos, sin dejar
de mencionar que efectivamente las probabilidades de conseguir trabajo de
manera efectiva se vea reducida por la disposición incondicional, aún sobre sus
derechos básicos, de Venezolanos al momento de aplicar a una oferta laboral.
Dice Jaramillo que ello debe ser un motivo para dejar la zona de confort de
algunos cargos y funciones, y la oportunidad de evaluar nuestro desempeño frente
a la oportunidad que un ente económico nos ha dado. Debemos evaluar la
competencia laboral, tanto entre nacionales como Venezolanos, como un motivo
para ser mejores y capacitarnos más, especializarnos para aumentar nuestra
productividad. Ciudades como Cali, Medellín y Bogotá, que hoy por hoy reúnen el
60% del PIB del país, han decidido ser más considerados con los Venezolanos, en
atención a la crisis humanitaria de la que son víctimas, y a ser coparticipes de las
medidas adoptadas por el Gobierno para mitigar de cierta manera las
necesidades de esta población. Lo que si se ha podido establecer mediante los
análisis de los observatorios laborales, es que la migración de Venezolanos, y sus
intenciones por participar del mercado laboral Colombiano, no ha repercutido en
las variaciones salariales, ya que estas obedecen más a la productividad y el
mercado en el que se desenvuelve cada ente económico, por lo que sería falso
afirmar lo contrario.

Por último, y para concluir con el tema, resaltando que hay mucha más
problemática por la crisis humanitaria de la República Bolivariana de Venezuela,
es necesario recordar que en la crisis no solo son los Venezolanos los
protagonistas, también lo somos nosotros, por que como seres humanos que
somos los Colombianos, al igual que los son los Venezolanos, se deben generar
redes de ayudas inmediatas y efectivas, por caridad, por compasión, y sobre todo
por se trata de vidas humanas, las que lo están padeciendo.

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