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REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

MINISTERIO DEL PODER POPULAR PARA LA EDUCACION UNIVERSITARIA


UNIVERDAD NACIONAL EXPERIMENTAL RÓMULO GALLEGOS
SAN JUAN DE LOS MORROS-EDO. GUÁRICO
ÁREA Cs. DE LA SALUD “MEDICINA”
MEDICINA GENERAL

Facilitadora: Bachiller:

Dra. Virginia Suárez Gilmar K. Pazos Gómez


3er año. Sección G07 C.I: 20.673.511
Relación Médico-Paciente

La relación médico-paciente es un proceso interpersonal, intersubjetivo y


que enfrenta en una relación dinámica al paciente, que se reconoce por lo menos
socialmente como tal, con el médico a quién también se reconoce como tal. Es el
campo de acción médica y se configura dentro de un contexto transferencia-
contratransferencia. El “símbolo cura” y el “símbolo curación” se ponen al servicio
de la dinámica. Aquel que adopta el papel de enfermo, por cualquiera que sea la
razón, se siente así mismo, por lo menos temporalmente, incompleto, debilitado y
abierto al miedo, la amenaza de la enfermedad física o mental lo despoja de sus
defensas “normales”, y lo vuelve más frágil. Por supuesto, si la enfermedad es
severa, carga con el miedo final de la muerte misma, del no ser; y apela en forma
global y casi manifiesta, que el médico lo “cure” con su acción o con su
medicamento.
La interacción que se establece entre el médico y el paciente durante el curso de
la enfermedad (aguda o crónica), es una relación interpersonal de tipo profesional
que sirve de base a la gestión de salud, esta relación puede influir en el curso de
la enfermedad y en la eficacia del tratamiento.

Este encuentro no se trata solamente de una interacción entre dos seres


para obtener algo, sino de una relación más estrecha, interpersonal, que
compromete lo profundo de las personas. El enfermo y el médico se reúnen para
el logro de algo que importa “la salud del paciente”.

La sociedad confiere roles al paciente y al médico. Un paciente, por


definición, es incapaz de realizar sus papeles sociales normales; la sociedad le
encarga al médico implícitamente el devolver a la persona afectada su
funcionamiento completo.
En el caso de la relación con el paciente terminal, el mayor esfuerzo del
médico está en presentar la verdad en la comunicación del estado mórbido
asociado a la esperanza, en construir un itinerario con el paciente durante la
enfermedad.

Existen dos dimensiones importantes en la actitud profesional del médico; la


primera es la tendencia a tratar a todos sus pacientes de manera similar, por
supuesto que no prescribiendo terapias idénticas, sino más bien visualizándolas
en algún sentido como miembros iguales de un universo de salud y de
enfermedad; la segunda es la norma de la especificidad funcional, que obliga al
médico a limitar su atención y sus actividades a un ámbito rígidamente circunscrito
a lo estrictamente “médico”. La línea que separa el ámbito médico del no médico
es, entonces, cambiante y, puede verse envuelto en una serie de preocupaciones
globales que las que se comparan más con la de un sacerdote-hechicero (los
médicos son descendientes directos de éstos personajes), que con las de un
técnico hospitalario.

En la época actual se han dado cambios en la tecnología, en la


organización de los servicios de salud y en su costo; los cuales han dado origen a
la medicina tecnificada (al grado que se concibe un hospital sin médicos, pero no
sin máquinas) y comercializada; y ante esta situación la relación médico-paciente
ya no es buena ni mala, simplemente dejó de existir.

Con respecto a la tecnología el filósofo Martín Heidegger, manifestó: “…El


desarrollo de la técnica se efectúa cada vez con mayor velocidad y no podrá ser
detenido en parte alguna. En todas las regiones de la existencia el hombre esta
cada vez más estrechamente cercado por las fuerzas de los aparatos técnicos y
de los autómatas. Los logros del mundo técnico son conocidos y públicamente
admirados por el camino más rápido. Pero una cosa es haber leído u oído algo, y
otra cosa es reconocerlo, es decir, pararse a pensarlo. Se admira incluso la
audacia de la investigación científica y no se piensa nada al respecto. Lo
verdaderamente inquietante, con todo, no es que el mundo se tecnifique
enteramente. Mucho más inquietante es que el ser humano no esté preparado
para esta transformación universal; que aún no logremos enfrentar
meditativamente lo que propiamente se avecina en esta época. Para todos
nosotros las instalaciones, aparatos y máquinas del mundo técnico son hoy
indispensables. Dependemos de los objetos técnicos; nos desafían incluso a su
constante perfeccionamiento. Sin darnos cuenta nos encontramos tan atados a los
objetos técnicos que caemos en relación de servidumbre con ellos. La revolución
de la técnica es tal que puede llegar a que el pensar calculador sea el único válido
y practicado”. Sin lugar a dudas es una reflexión tan atinada y aplicable a la época
actual que pareciera la hubiera hecho hace a penas unos cuantos días.

La ciencia moderna fuerza a la naturaleza a que le brinde respuestas,


parecería que la estuviera torturando. Cuando los pacientes padecen
enfermedades no bien entendidas dentro del control terapéutico de la medicina
moderna, el problema principal del médico y el paciente es el de adaptarse a las
experiencias tensionantes causadas por la “incertidumbre”. Es preciso reconocer
que el avance de la ciencia se ha dado en forma pareja con un retroceso en el
cuidado general de la salud y en la prevención de las enfermedades.

La medicina sólo constituye uno de los aspectos de la vida social, que nos
plantea problemas a través de la ciencia, la racionalización, la automatización y la
especialización (ya no se consulta a un médico sino aun grupo de especialistas).
Aparece también el problema de la comercialización de la medicina. La medicina
privada de antaño ha dejado de existir. Ahora es la medicina empresarial. Ésta no
ha resuelto el problema de la asistencia médica de manera universal, pues es
inaccesible para la mayor parte de la población. Por ello la antigua asistencia
pública se ha transformado, ahora, en las diversas modalidades de medicina
social. Para apoyar a la medicina empresarial han surgido los seguros privados de
salud. Éstos tampoco resuelven el problema, pues son caros y se otorgan con
muchas cláusulas limitantes. Son un negocio y no un servicio. Los seguros
privados de salud tienden a racionar la oferta de servicios, mientras que los
sistemas sociales de salud tienden a racionar la demanda. Paralelo a la
industrialización de la medicina aparece el fenómeno de la burocratización, que
nuevamente ocurre en todos los ámbitos, pero que en el campo de la medicina
despierta mayor interés, en el que se da el caso de la desintegración de la
persona, resultante de la objetivización de una multiplicidad de datos; y esto es tal
que ahora el hombre es considerado un recurso, un recurso humano. Para un
amplio segmento de la población general, la relación médico-paciente se está
sustituyendo; el paciente no contrata los servicios de una persona profesional sino
de una institución profesional.

El mercado se ha llenado de miles de medicamentos gracias al asombroso


logro de la química moderna. Algunos de ellos son verdaderamente
sorprendentes. Imposible aprenderse los nombres comerciales de todos. Muchos
de estos medicamentos nuevos son variedades de un mismo medicamento
original, sólo que más caros. La industria farmacéutica es violentamente
competitiva. Se difunden en la prensa verdades a medias para pregonar las
bondades del medicamento que se vende y los defectos del medicamento de la
competencia. Se desorienta al público. La intención es que pacientes “bien
informados” exijan o le rechacen al médico ciertos medicamentos. Las revistas
científicas de temas médicos están plagadas ahora de esta propaganda.

En cuanto la relación médico-paciente, como forma especial de relación


humana, está determinada por ciertas características como son:

a) Respeto al enfermo: Este se funda en dos ideas centrales: “primero, que el


hombre es persona, por lo tanto tiene dignidad y no precio, y segundo que todos
los seres humanos son iguales y merecen igual consideración y respeto”. Dada la
situación del enfermo, siempre es el profesional de salud el responsable de que
determinados valores inherentes a la dignidad personal se materialicen de forma
adecuada en cada caso: la confidencialidad, el respeto a su intimidad, y el derecho
a la información y a la participación en la decisión médica.

b) Respeto y confianza mutua: Estos son imprescindibles en el trato entre


paciente y profesional; sin embargo, en la actualidad este punto de partida no
siempre se cumple debido a una evolución sociocultural que impone mayor
conocimiento y responsabilidad del paciente en todos los procesos de
autocuidado, y mayor exigencia de eficacia. De otro lado existe mala o escasa
información y confusión por el gran número de profesionales que participan en un
solo proceso terapéutico, etc.

c) Respeto por la autonomía del paciente: La participación del enfermo en la


relación clínica ha seguido una evolución progresiva desde ser un sujeto pasivo,
hasta tomar un papel protagónico. Para poder intervenir en las decisiones, el
paciente debe conocer su situación clínica en la forma más completa que le sea
posible. La importancia de esto ha hecho que el proceso de comunicación sea una
parte esencial de la relación médico-paciente.

Factores que intervienen en el acto médico:

Debemos considerar que cada acto médico es singular, único, histórico,


irrepetible, sin vuelta atrás y que está rodeado de una serie de factores que varían
de acuerdo a las coyunturas, tanto del escenario como de la situación y tanto del
médico como del paciente; sin embargo, es necesario resaltar las características
que deben tenerse en cuenta en este encuentro para que se convierta en un "acto
humano". Las más importantes son:

• Las circunstancias reales del encuentro.

• La edad del médico y la del paciente (niño, adolescente, adulto).


• La personalidad del médico, que es quizás el factor más importante en el
desarrollo de esta relación.

• La diferencia y diversidad socio-cultural. En nuestra realidad, esta diferencia


entre el pensamiento científico del médico y el pensamiento mágico de los
pacientes, dificulta muchas veces establecer una buena comunicación.

Escenario de la interacción:

La interacción médico-paciente tiene lugar, como en toda comunicación


social, en un ambiente determinado o en un marco inmediato en el que se integran
una serie de circunstancias complejas de todo tipo.

Han sido descritas algunas características que influyen no solamente en el


ambiente de dicha relación, sino también en el médico y en el enfermo a través de
la personalidad de ambos, modificando los papeles que cada uno de ellos
representan en la interacción.

 Características ecológicas: La importancia de las características geofísicas


y biológicas que rodean a los elementos de la relación, de alguna manera
influyen en el comportamiento. Aunque su contribución no sea quizás la
más importante, no puede negarse que la altura, el clima, la posición
geográfica, la estación, la flora y la fauna determinan formas de reacción y
rasgos generales en los habitantes de un determinado lugar.

 Características sociales y económicas: Los sistemas económicos, la


condición social, los movimientos migratorios, los asentamientos humanos,
la violencia, el empleo, los problemas familiares, las instituciones son otros
factores que influencian en algún grado la relación médico-paciente.
 Características culturales: Son quizás las de mayor efecto y además son
responsables de dificultades, si no son tomadas en cuenta. Las dificultades
tienen como base las diferencias culturales entre el médico y el paciente.
Más que los elementos extrínsecos, como los usos y las costumbres, que
ayudan notablemente en la relación, son los elementos intrínsecos los que
influyen poderosamente en la comunicación, así como también influyen las
creencias, las normas y los valores.

 Características médico-asistenciales: Son las que conforman externamente


la relación, pudiendo llegar a entrar en conflicto con la diversidad. Prueba
de ello son las políticas sanitarias mal aplicadas que intentan modificar los
aspectos culturales y que pueden resultar nocivas para la salud.

Todas estas características son interdependientes, evolucionan de manera


diferente y pueden ser causa de perturbaciones en la relación médico-paciente.

El escenario contextual en el que se desarrolla la relación, estará determinado


por unos factores: los referidos al enfermo, al médico, a la enfermedad y al marco
mencionado.

Estos factores contribuyen de manera diferente si la relación se produce en el


dormitorio del paciente, en el consultorio particular, en una sala hospitalaria o si el
tipo de atención se da en establecimientos del Ministerio de Salud, en la
Seguridad Social, en una clínica privada, etc. Todo ello puede facilitar o dificultar la
relación, generando confianza, conciencia, o libertad.

Los médicos durante los años de formación y luego en el cotidiano, al


convivir y adentrarse en el pensamiento de otros médicos, sea de manera directa
o a través de diferentes formas de interrelación profesional, aprenden a tomar
decisiones de distinta naturaleza en todo el proceso de relación con sus pacientes.
Todo este procedimiento se encuentra íntimamente vinculado con la prudencia
colectiva de autorregulación constante que la caracteriza como una profesión de
gran antigüedad y prestigio. El conocimiento, la aplicación de destrezas y la toma
de decisiones coloca a los médicos en una posición de relativa fortaleza frente a
los enfermos y es desde éste ámbito donde surge y brota el objetivo fundamental
de la ética: asegurar que las acciones médicas sean utilizadas para el beneficio
de los enfermos, que se evite abusar de esta fuerza y que la práctica médica se
lleve a cabo dentro de un marco de valores aceptados por los médicos y la
sociedad.

Aún cuando podrían sumarse algunos más, se acepta que son cinco los
principios fundamentales que giran alrededor de la relación médico- paciente.

1. Los médicos tienen la obligación de respetar la autonomía de los pacientes


sobretodo en su derecho a tomar decisiones de acuerdo a sus valores y creencias.

2. Tienen la obligación de resguardar el principio de no-maleficencia, en el sentido


de evitar el daño.

3. Deben mantener el principio de beneficencia.

4. Utilizar el secreto profesional como sustento de la confidencialidad.

5. Buscar que sus decisiones sean justas y adecuadas para sus enfermos.

La ética en la relación médico-paciente


 Empatías
¿Cuál debe ser el tipo de relación entre las personas principalmente implicadas en
el acto médico, es decir, el profesional y el paciente? El Dr. Francisco Maglio,
conocido infectólogo, antropólogo y miembro de diversos comités de ética médica
(Unidad Académica de Medicina Universidad Nacional de Entre Ríos), nos brinda
algunos lineamientos basados en su vasta experiencia y su profundo conocimiento
del ser humano.
Desde la fría bata blanca, distante y aséptica, hasta la cercanía excesiva que
confunde los roles, existe una actitud que hace posible el respeto y la dignidad en
la relación médico-paciente: la empatía; esta no consiste en "querer" al otro, ya
que no estamos obligados a ellos, pero sí ponerse en su lugar, sentir con su piel,
ver con sus ojos.
Es necesario personalizar al otro, al paciente. La cómoda actitud pseudo-
profesional de tratar al paciente como un "objeto médico" tiende a cosificarlo. Si lo
despersonalizo, me despersonalizo: si niego al otro, desaparece el yo.
En el otro extremo se encuentra la tendencia a super-subjetivizar. Es una actitud
de excesiva responsabilidad, capaz de llenar de angustia al profesional,
interfiriendo en su buen juicio. "Hay que estar con el enfermo sin ser el
enfermo" (Unamuno).
Una relación digna y respetuosa se basa además en la aceptación del enfermo,
más allá de aquello que el enfermo "hace". Muchas patologías cargan al paciente
de ciertos antivalores a los ojos de la sociedad, de la cual el profesional es un
miembro irrenunciable. El paciente vale y debe ser valorado por lo que es, una
persona, un sujeto, y no por lo que hace. El médico debe ser justo, sin ser juez. La
actitud moralizante de algunos profesionales no tiene ningún fundamento en las
ciencias de la salud, cuyo objetivo es prevenir y curar las enfermedades, y no
juzgar actitudes morales.

 Veracidad y virtudes
La relación se basa también en el derecho del paciente a conocer la
realidad de su situación, por lo cual el médico tiene el deber de decirle la verdad.
Pero deberá también evaluar, en base a pautas culturales vigentes, el mejor
momento para decirla. La experiencia en el manejo de tantos casos en que el
decir la verdad es un proceso angustiante aunque necesario, nos hace aprender a
decir esa verdad en forma escalonada cuando sea dolorosa. El deber del médico
es presentar los hechos en forma verídica pero desde una perspectiva siempre
esperanzada.
Hay que saber que el paciente también tiene el derecho a no saber, si así lo
desea, lo cual no es poco frecuente.
Según el Dr. Maglio, la relación médico-paciente debe basarse en lo que este
profesional denomina las "tres C": comunicación, comprensión y confianza.
El médico que se interese por construir una relación con las características que
hemos repasado, necesita desarrollar virtudes tales como:
• La integridad: si la relación entre el médico y el paciente es "una confianza que
se encuentra con una conciencia", la integridad consiste en ser fieles a esa
confianza. El paciente puede perdonar un error, pero no perdona el abandono.
• La ecuanimidad: el profesional debe poder atender con la misma dedicación y
esmero a todos sus pacientes, ricos y pobres, niños o adultos, lo cual es bastante
fácil desde el discurso, pero en la experiencia concreta no lo es tanto.
• El respeto a la persona, que tiene dignidad y no precio, es un fin en sí mismo y
no un medio, un sujeto y no un objeto. Respeto a la privacidad, por el cual debe
ser preservado de miradas indiscretas, por las cuales se "viola" simbólicamente
sus cuerpos enfermos. La imprescindible confidencialidad, por el cual el secreto de
consultorio es comparable al secreto de confesión.
La tarea de todo profesional de la salud es confortar al paciente, acompañarlo y
ayudarlo en la búsqueda del significado de su sufrimiento. Cuando se significa el
sufrimiento, este desaparece, y sólo queda el dolor físico. Así como en el
sufrimiento del parto, que cuando se escucha el llanto del bebé se disipa aunque
siga doliendo.
Juramento Hipocrático

“El acto de juramento que vais a realizar y mediante el cual se os admite


como miembros de la profesión médica, constituye una invocación a Dios, o a
aquello que cada cual considere como más alto y sagrado en su fuero moral,
como testimonio del compromiso que contraéis para siempre.

En el momento de ser admitidos entre los miembros de la profesión médica,


os comprometéis solemnemente a consagrar vuestra vida al servicio de la
Humanidad y JURÁIS Conservar el respeto y el reconocimiento a que son
acreedores vuestros maestros.

o Ejercer vuestro arte con conciencia y dignidad.


o Hacer de la salud y de la vida de vuestros enfermos la primera de vuestras
preocupaciones.
o Respetar el secreto de quien se os haya confiado a vuestro cuidado.
o Mantener, en la máxima medida de vuestros medios, el honor y las nobles
tradiciones de la profesión médica.
o Considerar a los colegas como hermanos.
o No permitir jamás, que entre el deber y el enfermo se interpongan
consideraciones de raza, religión, nacionalidad, de partido o de clase.
o Tener absoluto respeto por la vida humana desde el instante de la
concepción.
o No utilizar, ni aún bajo amenazas, los conocimientos médicos contra las
leyes de la humanidad”.

“Si cumpliereis íntegramente con este Juramento, que podáis gozar de vuestra
vida y de vuestro arte y disfrutar de perenne estima entre los hombres. Si lo
quebrantáis, que vuestra conciencia y el honor de la profesión médica en la que
acabáis de ingresar o lo demanden.”
BIBLIOGRAFÍA

http://www.fmed.uba.ar/depto/microbiologia/eljuhi.pdf

http://www.facmed.unam.mx/eventos/seam2k1/2002/ponencia_procel_2k2.htm

http://medicinaunp2008.blogspot.com/2008/09/relacion-medico-paciente.html

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