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materiales e inmateriales ordenados bajo una dirección para el logro de fines económicos
o benéficos (art. 5 L.C.T.) ni mucho menos una unidad técnica o de ejecución que pueda
denominarse como un establecimiento (art. 6 ley cit.) a su respecto.
El cuidado de un familiar enfermo no permite calificar el objeto de la
prestación como productivo. Ello implica que el trabajo de la actora para el cuidado de un
familiar de la demandada no constituye trabajo en la empresa y, en consecuencia, por
definición, se encuentra excluido del ámbito del contrato y de la relación de trabajo (conf.
arts. 21 y 22, L.C.T).
Desde el punto de vista jurídico laboral el concepto de “dependencia”
es uno de los más complejos y ha dado lugar a las más diversas interpretaciones sin que
se hayan podido alcanzar todavía en muchos aspectos principios generales absolutos por
parte de doctrina y jurisprudencia; y por las razones antes expuestas, en el caso no estimo
probada la existencia de una relación regida por la Ley de Contrato de Trabajo.
Del mismo modo se expidió la Sala VI en autos “Cruz, Mercedes c/
Federico, Salvador J.” (sent. del 28-9-2006 publicada en Revista de Derecho Laboral y
Seguridad Social, año 2006, fascículo 24, pág. 2207) y en “Espíndola, Virginia I. c/
Ballweg, María del Huerto E.” (sentencia del 11-5-2007, Revista de Derecho Laboral y
Seguridad Social nº 1, enero 2008, pág. 62, y CARPETAS DT, 4878); en este último caso
se resolvió que “las tareas dedicadas al cuidado, atención y asistencia de otra persona
en el domicilio de esta última, no pueden ser encuadradas en la esfera del derecho
laboral, toda vez que no puede considerarse al demandado como titular de una
organización de medios instrumentales destinados a la producción de bienes, ni a la
prestación de servicios” (art. 5 L.C.T.).
Desde esa perspectiva, la solución adoptada en primera instancia
debería mantenerse.
III. Lo expuesto sella la suerte de la queja respecto de la imposición de
costas en el orden causado.
La existencia de distintos criterios jurisprudenciales y doctrinarios sobre
el encuadre de tal vinculación -algunos consideran que se trata de supuestos ajenos a un
contrato de trabajo dependiente, en tanto que otros estiman que hay una relación regida
por la L.C.T.- justifica suficientemente en los términos de la segunda parte del art. 68 ya
citado, por lo que las costas deben ser impuestas por su orden.
En consecuencia, la imposición de costas efectuada en la instancia
anterior no resulta arbitraria y debería ser confirmada.
IV. Sugiero imponer las costas de alzada en el orden causado (conf. art.
68, segundo párrafo, del C.P.C.C.N.) y regular a la representación letrada de la parte actora y
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Año del Bicentenario de la Declaración de la Independencia Nacional
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