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República de Colombia

Corte Suprema de Justicia

CORTE SUPREMA DE JUSTICIA


SALA DE CASACIÓN LABORAL

LUIS GABRIEL MIRANDA BUELVAS


Magistrado Ponente

SL7884-2015
Radicación n.° 36887
Acta 016

Bogotá, D.C., veintiocho (28) de mayo de dos mil


quince (2015).

AUTO

Téngase como representante judicial de la Empresa


Colombiana de Petróleos S.A. “ECOPETROL S.A.” a la
doctora Claudia Janeth Wilches Rojas, con T.P. No. 46.860
del Consejo Superior de la Judicatura, en su condición de
apoderada general, de conformidad con el certificado de
existencia y representación adjunto.

SENTENCIA
Radicación n°.36887

Resuelve la Corte el recurso de casación interpuesto


por ambas partes contra la sentencia del 15 de febrero de
2008 proferida por el Tribunal Superior de Bucaramanga,
dentro del proceso laboral adelantado por GENARINA
ALVARADO DE MORA, en nombre propio y en el de su hija
menor XIRIS MARÍA MORA ALVARADO, SANDRA
MILENA Y HEIDI MORA ALVARADO, JORGE LUIS MORA
CASTRO, JANET MORA CASTRO, CARLOS ARTURO
MORA CASTRO, LUZ MARINA MORA CORDERO y MARÍA
CONCEPCIÓN MORA AMARÍS contra la EMPRESA
COLOMBIANA DE PETRÓLEOS – ECOPETROL -, al que
fue acumulado el promovido por ÁLVARO MORA MORA.

I. ANTECEDENTES

Ante el Juzgado Laboral del Circuito de


Barrancabermeja, los actores demandaron a Ecopetrol para
que, previa declaratoria de que el trabajador ÁLVARO
MORA MORA falleció en accidente de trabajo atribuible a
culpa de la empleadora, fuera condenada a la
indemnización total y ordinaria de perjuicios materiales
(lucro cesante y daño emergente) y morales y la indexación.

En sustento de sus pretensiones afirmaron que el


señor Álvaro Mora Mora, nacido el 24 de junio de 1944,
falleció el 4 de agosto de 1994 como consecuencia de un
accidente de trabajo sufrido el día anterior, al incendiarse la
Planta de Aromáticos ubicada dentro del complejo industrial
de la demandada en Barrancabermeja; que en razón a su
cargo de Supervisor «gozaba del régimen especial salarial y

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prestacional consagrado para los directivos en el Acuerdo No.


01, vigente en la fecha del accidente»; que el trabajador
fallecido se encontraba legalmente casado con Genarina
Alvarado de Mora, nacida el 23 de marzo de 1956, con
quien convivía; que dentro del matrimonio procrearon 3
hijas (Sandra Milena Mora Alvarado, Heidi Mora Alvarado y
Xiris María Mora Alvarado, nacidas el 22 de marzo de 1977,
15 de abril de 1979 y el 15 de octubre de 1981,
respectivamente); que de la misma manera el causante tuvo
3 hijos con Herminda Castro G. (Janeth Mora Castro, Carlos
Arturo Mora Castro y Jorge Luis Mora Castro, nacidos el 4
de julio de 1969, 20 de octubre de 1970 y 1 de abril de
1972, en su orden); también tuvo con Silvia Cordero
Bandera una hija, Luz Marina Mora Cordero, nacida el 1º de
diciembre de 1966; que María de la Concepción Mora
Amarís era la madre del causante; y que agotaron la
reclamación administrativa.

Igualmente, expresaron que la cónyuge sobreviviente y


sus hijos, como la madre, dependían económicamente del
trabajador fallecido; que el accidente se debió a culpa de la
empleadora, toda vez que el incendio que causó la muerte
de varios trabajadores ocurrió cuando algunos de ellos
trataban de limpiar el filtro de una de las motobombas, por
causa de escapes de la nafta gasificada al ponerse en
contacto con el aire y el fuego del horno que la gasificaba.

Agregaron que las distintas investigaciones, tanto


internas como externas, demuestran que el siniestro se
debió a una serie de fallas, por acción y omisión, de los
Directivos de la empresa, entre las que se destaca que la

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Planta de Aromáticos presentaba planeación y construcción


inapropiadas, obsolescencia y mal mantenimiento de
algunos de sus componentes, ineficiente mantenimiento de
los dos hidrantes contra incendio, deficiente diseño del
sistema de tuberías de conducción, así como carencia de
efectivos controles de seguridad y de instalaciones
automáticas de agua entre las motobombas, falta de
pruebas rutinarias o diarias para detectar escapes de gas,
falta de adiestramiento del personal de la Planta y de la
organización contra incendios, carencia de un sistema de
seguridad apropiado, falta de implementación de
procedimientos adecuados para el manejo de la planta e
incumplimiento de los existentes, carencia de personal de
seguridad industrial y de un Cuerpo de Bomberos cercano,
existencia de un inadecuado sistema de válvulas de
seguridad; que el Programa de Salud Ocupacional no se
encontraba actualizado y que el Comité Paritario de
Medicina, Higiene y Seguridad Industrial era inoperante;
que no había control serio de las formas de trabajo en frío o
en caliente y que hubo negligencia de la demandada en la
atención médico – hospitalaria.

A la demanda inicial se acumuló la presentada a su


vez por Álvaro Mora Mora, hijo extramatrimonial del
trabajador fallecido.

La sociedad demandada se opuso a las pretensiones de


los demandantes; admitió los hechos relativos a la
inexistencia de instalaciones automáticas de agua entre las
motobombas y la reclamación administrativa; los restantes
los negó o dijo que no eran tales; adujo que era cierta la

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ocurrencia del accidente, pero que de ninguna manera su


causa podía atribuirse a su falta de diligencia y cuidado,
pues acató todas las normas técnicas nacionales e
internacionales recomendadas en operación de refinería de
petróleo, además de haber establecido programas de
capacitación del personal operativo y directivo y de llevar a
cabo una estricta vigilancia en el cumplimiento de las
normas de seguridad industrial y bienestar social. Agregó
que cubrió las prestaciones asistenciales y económicas
previstas para el caso de muerte del trabajador por
accidente de trabajo o enfermedad profesional en el artículo
204 del Código Sustantivo del Trabajo --en la forma como
estaba redactado antes de ser derogado por el artículo 98
del Decreto 1295 de 1994-- y propuso las excepciones de
prescripción, inexistencia de la obligación, cobro de lo no
debido, pago y culpa del actor.

II. SENTENCIA DE PRIMERA INSTANCIA

Fue proferida el 4 de diciembre de 2006, y con ella el


Juzgado declaró que el trabajador Álvaro Mora Mora falleció
en accidente de trabajo por culpa atribuible a Ecopetrol;
declaró probada la excepción de prescripción respecto de la
demanda acumulada de Álvaro Mora Mora y profirió las
siguientes condenas:

“TERCERO: CONDENAR a la EMPRESA COLOMBIANA DE


PETRÓLEOS (…) a pagar a los demandantes que a continuación
se relacionan por perjuicios del orden material padecidos como
consecuencia de la culpa comprobada en la ocurrencia del
accidente de trabajo del señor ÄLVARO MORA MORA (q.e.p.d.),
las siguientes cantidades:
PERJUICIOS DEL ORDEN MATERIAL
Genarina Alvarado de Mora $273.162.582.41
Xirys Mora Alvarado $32.793.442.42

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Sandra Mora Alvarado $20.987.240.69


Heidi Mora Alvarado $26.270.574.68
TOTAL $352.213.840.48
CUARTO: CONDENAR a la empresa demandada a pagar a cada
uno de los demandantes Genarina Alvarado de Mora, y sus
hijas de nombre Sandra Milena, Xirys María y Heidi Mora
Alvarado, además de los hijos Jorge Luís Mora Castro, Janeth
Mora Castro, Carlos Arturo Mora Castro, Luz Marina Mora
Cordero, al igual que su madre, señora María de la Concepción
Mora Amarís el valor de TREINTA Y CINCO (35) SALARIOS
MÍNIMOS LEGALES VIGENTES, a la ejecutoria de esta sentencia
a título de PERJUICIOS MORALES de conformidad con lo
expuesto en la parte motiva de esta providencia.
QUINTO: Sobre la condena de perjuicios materiales y morales se
pagará un interés legal moratorio del 6% anual desde la
ejecutoria de la sentencia”.

Las costas las dejó a cargo de la demandada.

III. SENTENCIA DE SEGUNDA INSTANCIA

La alzada se surtió por apelación de uno de los


demandantes (Álvaro Mora Mora) y de la demandada y
concluyó con la sentencia acusada en casación, por medio
de la cual el Tribunal modificó el fallo impugnado en los
siguientes términos:

“PRIMERO: ADICIONAR el numeral tercero de la resolutiva de la


sentencia de primera instancia para AUTORIZAR a ECOPETROL
a deducir del monto de la condena por concepto de perjuicios de
orden material las sumas que de igual naturaleza canceló a las
beneficiarias de la condena, incluyendo el pago de las mesadas
pensionales, atendiendo los parámetros establecidos en esta
decisión.
SEGUNDO: REVOCAR parcialmente el numeral cuarto de la
resolutiva de la sentencia de primera instancia en cuanto a la
condena impuesta a favor de MARÍA CONCEPCIÓN MORA
AMARÍS cuyo derecho de niega (sic) para absolver a
ECOPETROL de toda condena respecto de esta accionante.

MODIFICAR la condena por perjuicios morales ordenada por el


a quo para fijarlos en la suma de DOS MILLONES DE PESOS
($2.000.000) a favor de cada uno de los restantes designados y
deberá cancelar la accionada dentro de los diez días siguientes
a la ejecutoria del presente proveído”.

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No impuso costas en la instancia.

Consideró que no existía controversia respecto de la


condición de trabajador que ostentaba Álvaro Mora Mora en
la empresa Ecopetrol hasta el día del accidente en el que
perdió la vida, cuando realizaba labores propias de su
desempeño laboral.

Explicó que el legislador ha reglado, en punto de


accidentes de trabajo, dos clases de responsabilidades en el
orden laboral: una, la que emana del riesgo creado por
virtud de la vinculación laboral y asegurado por el sistema
general de riesgos profesionales, con consecuencias propias
y edificadas en el principio de la responsabilidad objetiva, de
tal manera que la sola materialización del riesgo determina
la prestación asistencial económica; y la otra, que surge del
accidente de trabajo y se edifica en la culpa del empleador,
bajo las previsiones del artículo 216 del C.S.T., el cual
transcribió, en desarrollo del artículo 1604 del C.C., la cual
es asumida directamente por el empleador y cuya
indemnización no se encuentra tarifada porque depende de
la magnitud del daño producido al trabajador o a sus
beneficiarios. En sustento de lo afirmado citó la sentencia de
esta Sala del 26 de febrero de 2004, radicación 22175.

Posteriormente, señaló:

“Entrando pues en el estudio del material probatorio recaudado,


se destaca el acta de fecha 9 de septiembre de 1994 (fls. 124 a
127) emitida por el ministerio del trabajo y seguridad social que
consigna las evidencias encontradas en las visitas realizadas
los días 6, 7, 8 y 9 de septiembre de 1994 a las instalaciones
de ECOPETROL S.A. estableciendo que el equipo en general

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Radicación n°.36887

afectado por el incendio había sido prácticamente retirado y


repuesto.
Refiere también el informe que la entrevista con el jefe de contra
incendio, señor LUIS FERREIRA, permitió establecer problemas
de presión en el sistema hídrico de contra incendio el día 3 de
agosto de 1994 durante el incidente en la planta de aromáticos,
a pesar de afirmar que en términos generales el sistema
cumplía con las necesidades de la planta.
Colocada a disposición de los funcionarios del ministerio la
válvula comprometida en el accidente se observó un
taponamiento en el cierre de esta y la situación irregular del
vástago doblado por exceso de fuerza; como fue la conclusión
del equipo de salud ocupacional de ECOPETROL (fls. 130 a
143) al destacar el análisis del funcionario del ministerio del
trabajo y seguridad social, en la revisión de la válvula de
succión (comprometida en el incendio).
Se consigna en el informe que “la empresa ECOPETROL ha
elaborado permanentemente panorama de riesgos en las
diferentes plantas, olvidándose de ejecutar las modificaciones y
corregir total o parcialmente las condiciones ambientales
peligrosas para evitar los accidentes y/o aparición de
enfermedades profesionales o de registrar la información
pertinente que permita conocer la desaparición o disminución
del riesgo y que modifique la relación sistematizada en función
del desarrollo del programa de salud ocupacional (fls. 134 y
135).
Señala el informe que los procedimientos para la ejecución de
los procesos industriales establecidos por la empresa
contemplan de manera separada y no expresa paso a paso las
actividades a realizar, tanto las de carácter industrial como las
de seguridad industrial, como se recomienda; de tal manera que
no se omitan aquellas actividades previamente establecidas
para evitar los accidentes de trabajo; que el manual de manejo
de productos químicos y toxicología no está integrado como un
manual de operaciones, sino como una herramienta de consulta;
y que el personal operativo se ha acostumbrado a convivir con
el riesgo y solamente se dan cambios sensibles cuando se
presentan los accidentes.
Dice el informe que ECOPETROL ha desarrollado actividades
aisladas en salud ocupacional, faltando una atención adecuada
en el control y/o minimización de los riesgos; y que si la
empresa realizara auditajes a las operaciones y a los equipos
contra incendio, mediante programas de inspecciones, los
equipos no habían (sic) fallado ante la emergencia de la planta
de aromáticos (salió barro de las mangueras); y que no se
habían ejecutado simulacros desde 1991 en esta área (fls 141 y
142).
Más adelante en oficio AG262 (fl.162) se amplía el informe
técnico relacionado con el accidente, para endilgarlo a la falta
de prevención de riesgos y a la no aplicación de las medidas de
seguridad industrial; cuestiona el programa de salud
ocupacional de la empresa puesto que el día del accidente el
sistema hídrico, que tiene por fin evitar esta clase de siniestros,
no funcionó; además, que el programa de salud ocupacional

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prevé una auditoría que no realiza; lo que habría evitado el


accidente”.

Examinó el testimonio de Héctor Manuel Jiménez


Arrieta, el que consideró de vital importancia, al igual que el
de Jorge Amado Mantilla y Pedro Orlando Calderón Díaz.

De igual manera, analizó el documento «parada general


planta aromáticos», elaborado con anterioridad al accidente,
el cual dijo refleja la alta tasa de accidentalidad de la
referida planta y el taponamiento con partículas metálicas y
calamilla de las líneas de fondo de las torres, inconveniente
detectado en inspecciones anteriores.

Sostuvo que el informe del Ministerio del Trabajo y


Seguridad Social dejaba en evidencia «la precaria seguridad
de la refinería tras verificar que antes de la fecha de los
hechos se dejaron de celebrar quince reuniones del comité de
medicina, higiene y seguridad industrial» (folio 137). Además,
estimó que el sistema contra incendio era deficiente según el
informe de folios 78 a 84.

Seguidamente expresó:

“La (sic) circunstancias que determinaron el accidente


generaron las conclusiones que se consignaron (fls. 80 a 98,
cuaderno 2); ausencia de procedimientos adecuados para la
limpieza de filtros y válvulas que no permitió su cierre
hermético; por lo que la recomendación fue instalar válvulas de
accionamiento remoto, revisiones e implementación de cortinas
de agua contra incendio.

La prueba analizada establece la culpa de la empresa en el


accidente del 3 de agosto de 1994, y da derecho a los
beneficiarios del trabajador a obtener la indemnización plena
de perjuicios prevista en el artículo 216 del CST, conforme lo
dedujo el juez de primera instancia y es consecuente con las
conclusiones a que llegó la corporación en el análisis de las

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Radicación n°.36887

pruebas allegadas a asuntos que se desataron sobre el mismo


accidente industrial”.

Citó la sentencia de la Corte del 29 de noviembre de


1982, alusiva al alcance del artículo 216 del CST, para
determinar que «se debe descontar del monto de la condena
por perjuicios materiales, los dineros cancelados por
ECOPETROL por la muerte del trabajador, aun las sumas
recibidas por concepto de pensión; pues quienes resultaron
gananciosos con la condena por perjuicios materiales, la
cónyuge GENARINA ALVARADO DE MORA y los menores
SANDRA MILENA MORA ALVARADO, HEIDI MORA
ALVARADO y XIRIS MORA ALVARADO, son y fueron
beneficiarios con el pago de indemnizaciones y la pensión por
muerte del trabajador; de lo contrario las víctimas recibirían
doble indemnización propiciando un enriquecimiento sin
causa; pues tendrían a su favor la pensión vitalicia, para la
cónyuge, las temporales en el caso de los menores, y un pago
indemnizatorio total de igual naturaleza al recibido, y que
comprende a lo que habría devengado el trabajador de haber
permanecido sano durante su vida probable».

Respecto de la condena por perjuicios morales señaló


que se equivocó el juzgador de primer grado en su
estimación, «pues a pesar de que los mismos parten de una
valoración subjetiva del inapreciable daño que en este sentido
sufren los familiares del trabajador; debe de atender el
prudente arbitrio bajo parámetros razonables». En
consecuencia, resolvió con fundamento en «directrices
jurisprudenciales», tasar dichos perjuicios en $2’000.000
para la cónyuge y para cada uno de los hijos del trabajador:
en relación a la madre del trabajador fallecido, María
Concepción Mora, revocó la condena por ese concepto «por

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no ser beneficiaria de la indemnización generada por el


accidente de trabajo del hijo, como lo ha sostenido la doctrina
jurisprudencial» (sentencia del 18 de agosto de 1999,
radicación 12058).

IV. EL RECURSO DE CASACIÓN

Fue interpuesto por ambas partes, concedido por el


Tribunal y admitido por la Corte.

V. ALCANCE DE LA IMPUGNACIÓN

La actora persigue que se case parcialmente la


sentencia impugnada, en cuanto en su numeral primero
adicionó el numeral tercero de la sentencia de primer grado
en el sentido de «AUTORIZAR a ECOPETROL a deducir del
monto de las condenas por concepto de perjuicios de orden
material las sumas que de igual naturaleza canceló a las
beneficiarias de la condena, incluyendo el pago de las
mesadas pensionales, atendiendo los parámetros
establecidos en esta decisión», y el numeral segundo en
cuanto modificó «la condena por perjuicios morales ordenada
por el a quo para fijarlos en la suma de DOS MILLONES DE
PESOS», para que, en sede de instancia, se confirme el fallo
proferido por el a quo respecto de la señora Genarina
Alvarado de Mora.

Con ese propósito presentó un solo cargo, que fue


replicado.

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Por su parte, la demandada pretende que se case la


sentencia recurrida en lo referente a todas y cada una de las
condenas impartidas por concepto de las sumas derivadas
de los perjuicios morales y materiales, así como los intereses
moratorios del 6% anual que sobre esas sumas deben
reconocerse, para que, en sede de instancia, se revoquen
esas condenas impuestas por el juez de primer grado y, en
su lugar, se le absuelva de las pretensiones de la demanda.

Con esa finalidad formuló un cargo, el que fue


replicado.

Por razones metodológicas, primero se examinará la


acusación de la demandada, pues a pesar de que afirma
pretender la casación parcial del fallo, visto en su contexto
lo que al final se persigue es la absolución total de la
demandada por todos los conceptos del libelo introductor
del proceso.

VI. CARGO ÚNICO DE LA DEMANDADA

Acusa la sentencia por la violación indirecta. en la


modalidad de aplicación indebida, del «Art. 216 del Código
Sustantivo del Trabajo, en relación con los artículos 1, 10, 13,
14, 18, 19, 21, 199, 204, 209, 212, 213, 260, 289, 292 y 305
del C.S.T.; Art. 3º L. 48/68; Art. 1604 C.C.; Art. 54ª (Art. 24
Ley 712/2001), Arts. 60 y 61 del C.P. del T. y S.S».

Le atribuye al Tribunal los siguientes errores de hecho:

“1. Dar por establecido, no siendo cierto, que la empresa no


había actuado con la debida diligencia y cuidado que los

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hombres emplean ordinariamente en la ejecución de sus propios


negocios, en el mantenimiento y verificación de los equipos
pertenecientes a la planta de aromáticos, a fin de prevenir la
ocurrencia del accidente de trabajo donde el Sr. Álvaro Mora M.
perdió la vida, configurándose una culpa patronal en su
acaecimiento.
2. No dar por demostrado, no estando (sic), que la
ocurrencia del accidente de trabajo también pudo derivar
por culpa de la propia víctima”.

Denuncia la apreciación errónea del acta de visita


efectuada por el Ministerio de la Protección Social y el
Informe rendido a ese respecto (folios 124 a 128 y 130 a
143); la comunicación dirigida al doctor José Nelson Mejía
Landinez (folios 162 y 163); el documento «Parada General
Planta Aromáticos» (folios 78 a 117); el documento «análisis
de falla incendio P-1311 A» (folios78 a 98, 2º cuaderno), y los
testimonios de Héctor Manuel Jiménez Arrieta (folios 184 a
186, 2º cuaderno), Jorge Enrique Amado Mantilla (folios 29
a 33, 2º cuaderno) y Pedro Orlando Calderón Díaz (folios 21
a 26 del 2º cuaderno).

En la demostración afirma que no es objeto de


discusión que el señor Álvaro Mora Mora trabajó al servicio
de la demandada, que sufrió un accidente de trabajo y que
falleció como consecuencia de las quemaduras padecidas;
que la empresa reconoció una indemnización, así como una
pensión de sobrevivientes a favor de Genarina Alvarado de
Mora y algunas de sus hijas. Lo que se controvierte, aduce
la censura, es la conclusión equivocada del Tribunal
respecto de la culpa patronal en la ocurrencia del accidente
de trabajo.

Seguidamente, manifiesta:

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“Es cierto que existen varios informes, documentos, visitas y


otras inspecciones que se hicieron a raíz de la conflagración que
se presentó en la planta de aromáticos de propiedad de mi
representada, todos los cuales están reseñados en el capítulo
de pruebas erradamente valoradas y de las cuales se dice que
existió negligencia de parte de ECOPETROL en la ocurrencia de
ese siniestro, más sin embargo, las mismas también parten de
conjeturas de quienes elaboraron esos informes o visitas en las
instalaciones de la demandada días después de ocurridos los
hechos.
A folio 124 a 127 obra acta levantada por la Subdirección de
Inspección y Vigilancia de la División de Vigilancia y Control del
Ministerio del Trabajo y Seguridad Social, de fecha 9 de
septiembre de 1994, prueba valorada por el Tribunal y de la
cual, por ejemplo, se puede extractar:
“…Los funcionarios del Ministerio en asocio de los miembros de
la organización sindical realizamos una visita al lugar de los
hechos encontrando que el equipo en general afectado por el
incendio había sido prácticamente retirado y repuesto, también
se determinó que la operación en desarrollo de la cual se
produjo el accidente era de carácter rutinario dentro de las
instalaciones de la planta teniendo en cuenta que se encontraba
“recién arrancada”, es decir, colocada en funcionamiento una
vez había sido sometida a reparación general (…).
En esta misma visita el funcionario delegado por el Ministerio
encontró que una de las válvulas tenía “…un taponamiento en
el cierre de la válvula y la situación irregular del vástago de la
misma el cual fue doblado por exceso de fuerza, sin que se
produjese el sellamiento de la válvula”, equipo que como se verá
más adelante evitó que no se pudiera detener el flujo de
combustible (gasolina) que fue el que llegó a los hornos y generó
el referido incendio.
En todos los informes que se levantaron después de acaecido el
siniestro se plasmaron toda clase de recomendaciones,
sugerencias, opiniones, etc., de lo que debió haberse o no
efectuado o tenido en cuenta, a fin de evitar que volviera a
presentarse otro accidente de trabajo, como por ejemplo, que “…
los procedimientos para la ejecución de los procesos
industriales establecidos por la empresa contemplan de manera
separa y no expresa paso a paso las actividades a realizar,
tanto de carácter industrial como las de seguridad industrial,
como se recomienda …, que el manual de manejo de productos
químicos y toxicología no está integrado como manual de
operaciones, sino como herramienta de consulta y que el
personal operativo se ha acostumbrado a convivir con el riesgo
y sólo se dan cambios sensibles cuando se presenta los
accidentes (…).
Que si la empresa hubiera realizado auditajes a las operaciones
y a los equipos contra incendio, mediante programas de
inspecciones, los equipos no habría fallado, más sin embargo,
esa consideración que surge de la declaración que quedara
consignada por el Sr. Luís Ferreira, en el acta realizada a raíz
de la visita efectuada por la Subdirección de Inspección y
Vigilancia…del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social (fl.

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125), no consagra expresamente que hubiera fallado el sistema


contra incendio como categóricamente concluye el Tribunal si se
produjo, por cuanto, lo que textualmente consigna el acta fue:
“A las 2:00 pm. de ese mismo día nos entrevistamos con el Jefe
de Contraincendio, señor Luís Ferreira quien nos manifestó la
existencia de algunos problemas de presión en el sistema
hídrico de contraincendio el día 3 de agosto de 1994, durante el
incendio de la planta de Aromáticos. Sin embargo manifestó que
en términos generales el sistema de contraincendio cumplía con
las necesidades de la planta…”.
Una cosa es que se hubieran presentado algunos problemas y
otra muy diferente es que no funcionara o no cumpliera con las
necesidades de la planta de aromáticos, pero como también se
analizará más adelante, la baja presión se debió a un simulacro
de incendio que se estaba llevando a cabo en otra
dependencia”.

Afirma que la documental de folio 162, sobre la


ampliación del informe técnico que rindiera el Profesional
Especializado de la Subdirección Preventiva de Salud
Ocupacional –Dirección Técnica de Riesgos Profesionales,
fue erróneamente apreciada por el Tribunal al sostener que
el accidente de trabajo se debió «a la falta de de prevención
de riesgos y a la no aplicación de las medidas de seguridad
industrial; cuestiona el programa de salud ocupacional de la
empresa puesto que el día del accidente el sistema hídrico,
que tiene por fin evitar esta clase se (sic) de siniestro, no
funcionó», puesto que del informe primigenio que obra a
folios 130 a 143 se tiene información que establece todo lo
contrario.

Después de transcribir apartes del aludido informe,


dice que la planta de aromáticos había sido sometida a una
inspección y mantenimiento general por espacio de 40 días,
«donde fueron revisados todos los equipos y como trabajo
principales se habían revisados igualmente las válvulas, no
por ello podía concluirse, como equivocadamente lo hizo, que
todo estaba casi dispuesto para que ocurriera el accidente de

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trabajo»; de la misma manera copia fragmentos del informe,


contenidos en las páginas 13, 16 y 17.

Insiste en que Ecopetrol «sí había tomado las medidas


necesarias para evitar que su planta de aromáticos pudiera
llegar a presentar un riesgo, ya que, efectuó trabajos que
implicaron 40 días de labores donde la plata (sic) quedó
totalmente fuera de servicio, con un costo de quinientos tres
millones, trescientos veintisiete mil pesos (503.327.000) y un
total de 148.340 horas hombre», por lo que no cabe «insinuar
o concluir de culpa suficientemente comprobada del patrono
como así lo refiere el Art. 216 sobre la cual se estructura la
condena fulminada».

Agrega que el accidente ocurrió el 3 de agosto, es decir,


un mes después de que la planta quedara fuera de servicio
entre el 7 de junio y el 8 de julio, fecha última en la que
entró en operación, por lo que mal podría tildarse de
descuidada a la empresa demandada y culposa del percance
sucedido, toda vez que está plenamente acreditado que
había procedido de manera adecuada y diligente.

Transcribe el artículo 216 del C.S.T., y luego señala


que los accidentes no necesariamente resultan de la
conducta del empleador, pues también son producto de la
imprudencia de los trabajadores, quienes omiten las más
mínimas normas de seguridad; agrega que todos los
informes dan cuenta de la excesiva fuerza con la que se
trató de cerrar la válvula que transportaba combustible y
que llevó a que dejara de funcionar y consecuentemente que
el combustible llegara a los hornos (folio 131).

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Finalmente, se refiere a los testimonios de Héctor


Manuel Jiménez Arrieta (folio184 a 186), Jorge Amado
Mantilla (folio 29 y ss.) y de Pedro Orlando Calderón Díaz
(folio 21 a 26).

VII. LA RÉPLICA

Aduce que 6 fueron los muertos que dejó el trágico


accidente ocurrido el 3 de agosto de 1996 en la Planta de
Aromáticos de Ecopetrol, por la falta de previsión y
adecuado mantenimiento de la bomba 1311.

Agrega que la empresa culpa a la víctima pero no lo


demuestra, por lo que no lo podía deducir el Tribunal;
además, el hecho de que se hiciera una parada general a la
Planta de Aromáticos y mantenimiento no libera ni exonera
de culpa a la empresa.

VIII. CONSIDERACIONES

No es objeto de controversia que el señor Álvaro Mora


Mora laboró al servicio de la demandada a través de un
contrato de trabajo a término indefinido, desde el 24 de
junio de 1968 hasta el 4 de agosto de 1994, cuando se
produjo su deceso como consecuencia de un accidente de
trabajo causado por el incendio de la llamada ‘Planta de
Aromáticos’.

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Radicación n°.36887

El juzgador de la alzada, al examinar las pruebas


documentales y testimoniales, concluyó que la empleadora
no tomó las precauciones necesarias para la ejecución de la
tarea encomendada al trabajador, de allí que estimó que la
empresa demandada incurrió en culpa comprobada en la
ocurrencia del accidente en el que falleció el señor Álvaro
Mora Mora.

Por su parte, la censura cuestiona las inferencias del


Tribunal, pues alega que existen varios informes,
documentos, visitas y otras inspecciones atinentes al
referido accidente de trabajo y de las cuales se busca
derivar negligencia de la demandada en la ocurrencia del
siniestro, pero que las mismas parten de meras conjeturas
de quienes elaboraron los informes o efectuaron las visitas a
las instalaciones de la empresa, toda vez que la empresa sí
había tomado las medidas necesarias para evitar que su
planta de aromáticos pudiera constituir un riesgo para su
trabajadores.

Así las cosas, al examinar las pruebas documentales


denunciadas como erróneamente apreciadas, las cuales
según la censura desvirtúan las conclusiones del Tribunal
acerca de la culpa de la empleadora en el siniestro,
encuentra la Corte que la decisión impugnada no se exhibe
desatinada, por lo menos en una forma manifiesta que
amerite su quebrantamiento, toda vez que de acuerdo a las
previsiones del artículo 7º de la Ley 16 de 1969, que
modificó el 23 de la Ley 16 de 1968, el error de hecho para
que se configure es indispensable que venga acompañado de
las razones que lo demuestran; además, que su existencia

18
Radicación n°.36887

aparezca notoria, protuberante y manifiesta, lo cual no


ocurre en el caso que se examina.

Adicionalmente cabe decir que esta Sala ha reiterado


que el artículo 61 del Código Procesal del Trabajo y de la
Seguridad Social, le concede al Juez del Trabajo la facultad
de formar libremente su convencimiento, lo cual le permite
establecer su juicio sobre los hechos debatido en el proceso
con las pruebas que más lo convenzan, atendiendo los
principios que orientan la crítica de la prueba.

Se afirma lo anterior, porque los hechos objeto de


controversia y que tienen que ver con el accidente en el que
perdieron la vida varios trabajadores, entre ellos el aquí
causante, ya fueron examinados por esta Sala en sentencias
como las del 13 de mayo y 9 de septiembre de 2008
(Radicaciones 30193 y 32866). Por ello, lo planteado en esos
pronunciamientos encaja perfectamente en el caso que en
esta oportunidad se estudia. En efecto, en el citado radicado
32866, se dijo sobre las pruebas del infortunio alío
estudiado, que es el mismo de que aquí se trata:

“El Tribunal deduce la existencia de culpa patronal de una


multiplicidad de factores, como la planeación inadecuada del
trabajo con evaluación de riesgos; alta corrosión en el sistema;
ausencia de procedimientos adecuados para limpieza de filtros
en el área donde se estaba prestando el servicio; diseño
inadecuado de líneas de succión y ubicación de filtros; ausencia
de rutinas para drenar cabezales de agua de contra incendio;
etc.

El recurrente trata de desvirtuar las conclusiones del fallo


haciendo referencia básicamente al informe sobre la
investigación administrativa del accidente de trabajo adelantada
por la misma empresa convocada a proceso y que fue el que
sirvió de apoyo esencial al Tribunal en sus razonamientos.

19
Radicación n°.36887

1.- Para la Corte no se equivocó en forma evidente el


sentenciador Ad quem en la apreciación de esa documental,
como para fundamentar un yerro fáctico manifiesto que pudiera
dar al traste con la legalidad de la sentencia. En efecto, ese
informe no desvirtúa de manera contundente la convicción del
Tribunal. De su contenido se desprende que previamente a la
realización de los trabajos que generaron el accidente no se hizo
una adecuada evaluación de los peligros que éstos entrañaban
en forma específica; allí se presenta un cuadro de análisis sobre
causa-efecto de accidente y se consigna que hubo “baja
evaluación de riesgos” y que la planeación fue deficiente (fl. 116
cuaderno de anexos).

A folio 114 se lee que entre las “hipótesis más probable de todas
las analizadas” están que no hubo planeación con evaluación del
riesgo; que para la repetición del trabajo de limpieza del filtro no
se analizó el cambio de condiciones entre el trabajo realizado en
la mañana y el que generó la explosión a horas del medio día;
que se presentaba alta corrosión en el equipo; ausencia de
procedimientos detallados para limpieza de filtros en operación,
etc., y aunque el informe habla de hipótesis no desvirtúa el
recurrente con todas las pruebas a que alude, que esos hechos
hubieran sido las causas del percance, y dejar así sin piso
fáctico el fallo del Tribunal que viene amparado por las
presunciones de legalidad y acierto. No elabora el censor ante la
Corte con fundamento en el acervo probatorio, una
argumentación convincente respecto a que la causa real del
accidente haya sido distinta a las consideradas por el Tribunal
con base en el informe criticado.

Adicionalmente, en el informe se consigna que las máquinas


presentaban alta corrosión y suciedad en las líneas y un sistema
inadecuado de depresionamiento de equipos (116), y la válvula
de succión dañada; de ahí las recomendaciones que hicieron los
expertos que analizaron las causas del accidente e incluso la
misma constancia que deja el Departamento de Aromáticos que
aparece a folio 100, sobre los correctivos adoptados después del
siniestro.

2.- Ahora bien, el documento que obra a folios 141 a 144 y que
fue anexado al informe, en nada contradice la conclusión del
Tribunal, porque los trabajos realizados no incluyeron la bomba
P-1311 A que fue donde se presentó el accidente del compañero
y padre de los demandantes, y la descripción de labores que
obra a folios 136 a 140, tampoco desvirtúan el deficiente
mantenimiento que encontró el Tribunal en la bomba que generó
el percance fatal.
De él sólo se puede derivar que se efectuó una revisión general a
la planta donde ocurrió el infortunio laboral, pero en la medida
en que como se dejó visto, no prueba trabajos de mantenimiento
específicos en el equipo que presentó la falla, no tiene la
virtualidad de probar diligencia por parte de la empresa con el
propósito de evitar el accidente de trabajo.

20
Radicación n°.36887

3.- Respecto del informe de la Superintendencia de


Mantenimiento de junio de 1994 (fls. 690 a 108 cdno. principal),
tampoco muestra con la nitidez que exige el recurso
extraordinario que el equipo P-1311A hubiese sido objeto de
mantenimiento y revisión o que estuviere relacionado entre los
que fueron objeto de inspección dentro del programa llevado a
acabo en esa fecha. Por lo demás, así se pudiera demostrar que
en esa ocasión el equipo se revisó esto no socava el
razonamiento del Tribunal, en cuanto la falta de mantenimiento
adecuado fue apenas una de las varias concausas que en su
criterio confluyeron en la producción del lamentable hecho.
(…)
Se ha insistido, que para una eventual prosperidad del recurso
extraordinario, se exige que se desvirtúen todos los soportes
fácticos y jurídicos de la decisión porque uno solo que
permanezca en pie sirve de soporte a la legalidad de la
sentencia.

5.- Finalmente, se ha de señalar que en virtud de la restricción


impuesta por el artículo 7° de la Ley 16 de 1969, la prueba
testimonial no es apta para estructurar yerro fáctico en casación
del trabajo, salvo que se hubiera establecido previamente esa
clase de error en medio de convicción que sí lo sea, lo que no
ocurre en este caso”.

De consiguiente, por tratarse de la misma situación de


hecho a la anunciada en el radicado de que se ha hecho
cita, y sustentarse el Tribunal en aquél caso en medios de
convicción que replican los aquí cuestionados, las
conclusiones probatorias en aquel asunto y en el aquí
expuesto no pueden diferir sustancialmente como para que
allá se tuviere que valorar el pleito de manera
diametralmente distinta a la estudiada en esta ocasión. Por
lo anotado, el cargo no prospera.

IX. CARGO ÚNICO DE LA DEMANDANTE

Acusa la sentencia recurrida por interpretación


errónea del artículo 216 del Código Sustantivo del Trabajo,
«en relación con los artículos 19, 55, 56, 57 numeral 2 del
mismo Código del Trabajo; y 63, 1494, 1603, 1604, 1613 del

21
Radicación n°.36887

Código Civil; 34 de la Ley 57 de 1987; 8º de la Ley 153 de


1887; y 46 y 255 de la Ley 100 de 1993».

En su demostración reseña, inicialmente, la parte


pertinente del fallo acusado en cuanto determinó «descontar
del monto de la condena, por perjuicios materiales, los
dineros cancelados por ECOPETROL por la muerte del
trabajador, aún las sumas recibidas por concepto de
pensión», para luego indicar que la interpretación que hizo el
Tribunal del artículo 216 del C.S. del T., el cual transcribe,
contraría la de esta Corte, expresada en múltiples
sentencias.

Asevera que el citado precepto autoriza solamente el


descuento de las prestaciones consagradas en el Capítulo II
del Título VIII del Código Sustantivo del Trabajo -- artículos
199 a 226--, sin que ninguna de esas normas consagre el
derecho a la pensión de jubilación o la de sobrevivientes,
puesto que ésta tiene distinta fuente a la emanada de la
reparación total y ordinaria de perjuicios por la muerte del
trabajador en accidente de trabajo ocasionado por culpa
comprobada del empleador.

Alude a la sentencia de la Corte del 12 de noviembre


de 1993, radicación 5868, y a otras posteriores, para
señalar que la Corporación «ha reiterado que de la
indemnización total y ordinaria por perjuicios no deben
descontarse las prestaciones pagadas en razón de la
responsabilidad objetiva del empleador», así lo estimó en la
sentencia del 13 de mayo de 2008, radicación 30193, en la

22
Radicación n°.36887

que se examinó el caso de los trabajadores de la empresa


fallecido en el mismo accidente.

Se refiere a los preceptos denunciados del Código Civil


y luego expresa:

“Entonces, si el señor Álvaro Mora Mora murió como


consecuencia del accidente de trabajo ocurrido el 3 de agosto de
1994 por culpa del empleador, tal como quedó comprobado en
las instancias y no se discute, esa muerte tiene dos tipos
diferentes de reparación; Una derivada del simple hecho de la
muerte, aun si hubiese sido natural, que genera entre otras
prestaciones la pensión de sobrevivientes, pues el señor Mora
trabajó 26 años al servicio de ECOPETROL; y otra por la muerte
ocurrida en el accidente de trabajo por culpa comprobada de
ECOPETROL, que comprende la indemnización total y ordinaria
por perjuicios (daño emergente, lucro cesante y morales). Pues
la primera nunca repara el daño causado a sus causahabientes
por la muerte del esposo y padre, sino que se reconoce y paga
por el largo tiempo que él había trabajo.
(…)

En consecuencia, como el Tribunal resolvió que el artículo 216


permite el descuento de la pensión reconocida a la demandante,
cuando esta no es una prestación social que se pague como
consecuencia del accidente de trabajo ocurrido por culpa del
empleador, incurrió en su errónea interpretación”.

En relación con la tasación de la condena por


perjuicios morales anota que la decisión del Tribunal
constituye un retroceso en la compensación del dolor
sufrido por quienes perdieron al esposo y padre en accidente
de trabajo por culpa del empleador, en tanto la propia Corte
desde la sentencia del 9 de marzo de 1993, radicación 5247,
los había fijado dentro de su arbitrio en la suma de
$3.000.000. Agrega, que el “arbitrio judicial” no puede servir
de fundamento para adoptar decisiones como la que se
examina, puesto que conduce a arbitrariedad y a decisiones
caprichosas.

23
Radicación n°.36887

X. LA RÉPLICA

Afirma que el artículo 216 del C.S. del T. claramente


establece que estando obligado el empleador al
reconocimiento y pago de la indemnización total y ordinaria
de perjuicios por la culpa suficientemente probada en la
ocurrencia del accidente de trabajo, de ésta puede
descontarse el valor de las prestaciones en dinero, pagadas
en razón de la misma causa.

Agrega que el citado artículo dispuso que lo que podía


descontarse del monto de las indemnizaciones es el valor de
las prestaciones en dinero «pagadas en razón de las normas
consagradas en este capítulo», por lo que alude es a las
prestaciones sociales previstas en el artículo 204 del C.S. T.

Respecto del monto de los perjuicios morales, afirma


que no se puede considerar como una interpretación
errónea de un precepto legal, puesto que el mismo Tribunal
afirmó que deben estimarse dentro de parámetros de
razonabilidad, lo cual escapa a cualquier vulneración legal.

XI. CONSIDERACIONES

Estimó el juzgador de segundo grado que del monto de


las condenas impuestas a la demandada por concepto de
perjuicios materiales se debían deducir los dineros
reconocidos por ésta misma a cada beneficiario, cónyuge e
hijas, a título de prestaciones asistenciales y económicas, y

24
Radicación n°.36887

aún la pensión de sobrevivientes por concepto de la muerte


del trabajador, inferencia que la censura cuestiona por
cuanto considera que la pensión de sobrevivientes se
reconoce y paga por el tiempo laborado, mientras que la
indemnización plena de perjuicios se deriva de la culpa del
empleador en el accidente de trabajo.

Para desatarse la controversia propuesta en el cargo


debe partirse del hecho de no haber discusión alguna en
que la parte actora en el proceso recibió de la demandada
las prestaciones asistenciales y económicas que aquélla
adujera al contestar la demanda y que estaban previstas en
el artículo 204 del Código Sustantivo del Trabajo, antes de
que fuera derogado por el artículo 98 del Decreto 1295 de
22 de junio de 1994. El cuestionamiento, entonces, es
posible reducirlo a elucidar si son o no compatibles o
acumulables las dichas prestaciones con la indemnización
plena de perjuicios de que trata el artículo 216 del Código
Sustantivo del Trabajo. Ello, por cuanto para el Tribunal y
la empresa deben descontarse éstas en la forma como lo
dispone el mentado artículo 216; en tanto que, para los
demandantes recurrentes, la causa o fuente que les da
origen es distinta.

Así las cosas, es necesario recordar que en sentencia


de 12 de noviembre de 1993 (Radicación 5868), aludiéndose
por la Corte a la posibilidad de que el empleadora dedujera
o descontara de la mencionada indemnización plena de
perjuicios lo pagado por el Instituto de Seguros Sociales por
razón de la pensión de sobrevivientes prevista en ese
entonces en sus acuerdos, hizo una remembranza

25
Radicación n°.36887

ilustrativa a lo que adelante se habrá de considerar, en los


siguientes términos:

“Apoyada en lo resuelto por la Sala en sentencia de 10 de marzo


de 1993, radicación 5480, Polímeros Colombianos pretende que
del monto de la indemnización plena y ordinaria de perjuicios a
que se le condenó sea descontado el valor equivalente a la
pensión de sobrevivientes reconocida por el Instituto de Seguros
Sociales a María Ofelia Alvarez de Osorio durante su vida
probable, en su condición de viuda, y a Juan Carlos Osorio
Alvarez, en su carácter de hijo, hasta cuando llegue a la mayoría
de edad, y la cual les reconoció la entidad por razón del
accidente de trabajo en que perdió la vida José Rogelio Osorio
estando al servicio de la recurrente.
“Así se expresó en lo pertinente el fallo invocado como precedente
por la impugnante:
“"A este respecto, le asiste razón al recurrente en sentir de la
Sala, dado que los aludidos artículos 216 del C. S. del T. y 83,
inciso 2º del Acuerdo 155 de 1963 del I.S.S., establecen la
obligación patronal de pagar al trabajador que haya sufrido un
accidente de trabajo por culpa suficientemente comprobada por el
empleador la indemnización total y ordinaria de perjuicios, pero
por supuesto autorizan a descontar del monto de dicha
indemnización el valor de las prestaciones en dinero sufragadas
por el patrono o, si es el caso, por el I.S.S. cuando éste haya
asumido el riesgo, ello con el fin de evitar que la víctima del
accidente reciba un valor superior al que le corresponda y
obtenga consiguientemente, un enriquecimiento sin causa.
“"Desde luego, tratándose de las prestaciones del I.S.S., es
conocido que ellas bien pueden consistir en pensiones
prácticamente vitalicias como acontece en el asunto de los autos,
de forma que su valor monetario mal puede tasarse imponiendo
un límite temporal artificial o arbitrario, como la fecha de una
sentencia, pues el juzgador no puede desconocer que la mesada
seguirá pagándose aún después de la emisión del acto procesal.
Por lo tanto, de aceptarse lo decidido por el Tribunal, el
trabajador demandante terminaría percibiendo un doble
resarcimiento siendo que la ley permite solo uno, dado que
recibiría la pensión de invalidez vitalicia y paralelamente un pago
indemnizatorio total que comprende las cifras que se calcula
habría devengado de haber permanecido sano durante toda su
vida probable".
“Empero, ocurre que por sentencia de 9 de agosto de 1979,
radicación 6666, sobre la cuestión jurídica debatida expresó un
criterio diferente, al decir:
“"Conforme al artículo 83 del Acuerdo 155 de 1963 del Instituto
de Seguros Sociales, aprobado por el Decreto 3170 de 1964,
cuando el patrono es declarado culpable de la ocurrencia de un
accidente de trabajo y se le condena al resarcimiento pleno de
perjuicios a la víctima de éste, el Instituto tiene derecho al
reembolso de las sumas que le hubiere satisfecho al accidentado

26
Radicación n°.36887

y su monto es descontable del de la indemnización


correspondiente.
“"Pero si el Instituto no es parte en el juicio respectivo, lo previsto
en dicho artículo 83 no da base para que judicialmente se
disminuya la carga patrimonial del empresario derivada de la
condena al pago de indemnización plena de perjuicios, desde
luego que él no puede lucrarse con el aprovechamiento en
beneficio suyo de un valor pecuniario que en realidad le
pertenece a persona distinta: el Instituto de Seguros Sociales.
“"Lo que acontece en la hipótesis que se analiza es que el
Instituto puede reclamarle judicial o extrajudicialmente al
beneficiado con la condena al pago de los perjuicios plenos, el
monto de lo recibido por éste último a título de simple
indemnización laboral y como asegurado por el riesgo de
accidente de trabajo o enfermedad profesional.
“"Pero nunca podrá deducirse del monto de la condena dispuesta
contra el patrono culpable del siniestro lo pagado a sus expensas
por el Instituto o la víctima de él, porque tal rebaja constituiría un
enriquecimiento sin causa para el empleador y un
empobrecimiento ilegítimo e irreparable para la entidad de
seguridad social que atendió al percance del trabajador por el
aspecto meramente laboral" (G.J., Tomo CLIX, pág. 457).
“Y además de estos dos fallos que expresan criterios encontrados
en torno al punto de a favor de quién puede autorizarse el
descuento de lo pagado por el Instituto de Seguros Sociales al
trabajador accidentado o enfermo, o a sus beneficiarios, por
razón de las prestaciones en dinero que reconoce de acuerdo sus
reglamentos, cabe traer a colación las sentencias de 24 de mayo
de 1978, radicación 6190 (G. J., Tomo CLVIII, págs. 255 a 269), y
de 9 de febrero de 1984, radicación 9952, en las cuales la Sala
por medio de una de sus Secciones consideró procedente el
descuento en favor del patrono condenado a pagar la
indemnización total y ordinaria de perjuicios; descuentos que, en
cambio, negó pudiera hacerse en favor del empleador culpable
del daño causado por el accidente de trabajo o la enfermedad
profesional, mediante su otra Sección en la ya citada sentencia
de 9 de agosto de 1979 y en los fallos de 15 de marzo de 1985,
radicación 9981, y 21 de marzo de 1991, radicación 4097.
“Salta a la vista, pues, la rotunda divergencia en el entendimiento
y alcance que al segundo inciso del artículo 83 del Acuerdo 155
de 1963, por el cual se expidió el Reglamento del Seguro Social
Obligatorio de Accidentes de Trabajo y Enfermedades
Profesionales, aprobado mediante el Decreto 3170 de 1964, le
han dado las dos Secciones de la Sala. Esta norma debe
entenderse, desde luego, en armonía con lo dispuesto en el
artículo 216 del Código Sustantivo del Trabajo, por cuanto es esta
disposición legal la que establece que al existir culpa
suficientemente comprobada del patrono en la ocurrencia del
accidente de trabajo o de la enfermedad profesional, quedará
éste obligado a la indemnización total y ordinaria de perjuicios,
"pero del monto de ella debe descontarse el valor de las
prestaciones en dinero pagadas en razón de las normas
consagradas en este capítulo".

27
Radicación n°.36887

“Y como es un imperativo de certidumbre y seguridad jurídica el


que simultáneamente en un determinado momento histórico unas
mismas normas jurídicas no puedan tener diferente significación
y alcance, habiéndose por ello dado a la Sala de Casación
Laboral de la Corte, en su carácter de Supremo Tribunal de
Casación, el poder y el deber de unificar la jurisprudencia
laboral, caso en el cual las dos Secciones o Salas de Decisión en
que las dividió el Decreto Ley 1819 de 1964 deberán actuar
conjuntamente, previa convocatoria de la Sección que esté
conociendo del asunto, en cumplimiento del artículo 7º del
mencionado decreto se convocó a la Sala Plena.
“En ejercicio de esta función unificadora de la jurisprudencia, la
Sala de Casación Laboral de la Corte Suprema de Justicia luego
de sopesar los diferentes argumentos en pro y en contra de
ambas tesis jurídicas, concluyó que no sólo por expresarlo así
claramente el mentado artículo 83 del Acuerdo 155 de 1963 sino,
y ésta fue la razón principal que tuvo la Sala, porque nadie puede
asegurar su propia culpa ni muchísimo menos obtener algún
beneficio de ella, el genuino sentido de lo dispuesto en los
artículos 216 del Código Sustantivo del Trabajo, que la recurrente
acusa de indebidamente aplicado por el fallo, y del artículo 83
del susodicho Acuerdo, que se dice inaplicado, es el de que el
Instituto de Seguros Sociales no ha asumido, ni racionalmente
podrá asumirlo, el riesgo de daño al trabajador que le sobrevenga
por causa de un accidente de trabajo o de una enfermedad
profesional en cuya ocurrencia se compruebe suficientemente la
culpa del empleador; y que por ello quien está habilitado para
obtener la devolución de lo que pague por concepto de las
prestaciones que cubren los perjuicios derivados de la
responsabilidad objetiva del patrono en la producción del
accidente o la enfermedad profesional, es el Instituto de Seguros
Sociales.
“Por esto precisamente el artículo 83 en comento dispone que:
“"El otorgamiento de las prestaciones establecidas por el presente
reglamento por parte del Instituto exonera al patrono de toda otra
indemnización según el Código Sustantivo del Trabajo o según el
derecho común por causa del mismo accidente o por enfermedad
profesional. Pero si el riesgo se hubiere producido por acto inten -
cional o por negligencia o culpa del patrono procede rá a
demandar el pago de esta indemnización, la que quedará a su
favor hasta el monto calculado de las prestaciones que el Instituto
acordare por accidente o enfermedad, debiendo entregar a los
beneficiarios el saldo, si lo hubiere.
“"Lo dispuesto en el inciso anterior no es óbice para que la víctima
o sus causahabientes instauren las acciones pertinentes de
derecho común para obtener la indemnización total y ordinaria
por perjuicios, de cuyo monto deberá descontarse el valor de las
prestaciones en dinero pagadas por el Instituto de acuerdo con
las normas de este reglamento".
“O sea, es únicamente el Instituto de Seguros Sociales el que está
facultado, cuando otorga las prestaciones al afiliado o sus
beneficiarios, para demandar el pago de la indemnización que
según el Código Sustantivo del Trabajo o según el derecho
común, queda obligado a pagar el empleador cuando el

28
Radicación n°.36887

accidente o la enfermedad profesional se producen por acto


intencional o culposo suyo; pero nunca podría ser el mismo
empleador responsable del daño que sufren el trabajador o sus
beneficiarios, por culpa patronal suficientemente comprobada,
quien a la postre resulte beneficiado al permitírsele descontar de
la suma a la que se prueba asciende el perjuicio una prestación
otorgada por el Instituto de Seguros Sociales, el cual está dicho
no le ha asegurado sus actos dolosos o culposos sino que lo ha
subrogado en el cubrimiento de los riesgos inherentes al trabajo
de los que el patrono o empleador responde por su actividad
objetiva como tal y sin que medie culpa alguna de su parte.
“Al respecto resulta oportuno hacer un poco de historia y
recordar cuál fue el recorrido que doctrinaria y legislativamente
tuvo el tema relativo al cubrimiento de los riesgos originados en el
trabajo subordinado antes de expedirse las leyes sociales que en
nuestro país disciplinan esta materia. En una primera época,
antes de la expedición de la Ley 57 de 1915, el trabajador tenía
que probar la culpa en que había incurrido su patrono, el daño
sufrido, la relación de causalidad entre el hecho dañoso, el
perjuicio y el monto de este último. Después de la ley se avanzó
en el sentido de presumir la culpa en el patrono y fijar mediante
una tarifa el monto del perjuicio. Y final mente, en la época actual
y desde la expedición de las Leyes 6a. de 1945 y 64 de 1946,
vigentes para los trabajadores oficiales, la Ley 90 de ese mismo
año y el Código
Sustantivo de Trabajo, se mantuvo la tarifa legal correspondiente
a la reparación del daño dentro del concepto de la
responsabilidad objetiva del patrono, momento en el que se
elimina el concepto de culpa para simplemente hacer responder al
empleador oficial o particular por los perjuicios que se originan de
dicha responsabilidad objetiva y por la sola circunstancia de que
el trabajador resulte afectado en su salud, o inclusive pierde su
vida, al desarrollar su labor en actividades de las que el empresa-
rio obtiene provecho.
“Pero nuestra legislación positiva, separándose de la orientación
seguida en otros países y avanzando mucho más en su función
tuitiva, consagró al lado de las prestaciones e indemnizaciones
tarifadas en la ley de modo rígido, la posibilidad de que si el
trabajador o sus beneficiarios no quedaran conformes con esta
indemnización prefijada legalmente, instauraran la acción
enderezada a establecer que existió culpa suficientemente
comprobada del patrono en la ocurrencia del accidente de trabajo
o de la enfermedad profesional, para así obtener la
indemnización total y ordinaria de perjuicios, la que no está
contenida en una tabla o tarifa en la que se fije el perjuicio en
forma predeterminada sino que equivaldrá a la suma que el
trabajador accidentado o enfermo o sus beneficiarios, en caso de
fallecer, logren demostrar en el juicio.
“De este monto de la indemnización total y ordinaria de
perjuicios se autoriza descontar, como es apenas obvio, "el valor
de las prestaciones en dinero pagadas en razón de las normas
consagradas en este capítulo", según las voces del artículo 216
del Código Sustantivo del Trabajo, y desde luego sólo para
aquellas hipótesis en que el patrono previamente ha pagado el

29
Radicación n°.36887

valor de las prestaciones en dinero y posteriormente resulta


condenado como culpable del accidente o de la enfermedad
profesional.
“Y en los términos del artículo 83 del Acuerdo 155 de 1963 y
para los casos en que el Instituto de Seguros Sociales otorgó las
prestaciones establecidas en el Reglamento General del Seguro
Social Obligatorio de Accidentes de Trabajo y Enfermedades
Profesionales, queda facultado para demandar al empleador por
el valor de la indemnización que éste debe pagar por habérsele
comprobado suficientemente la culpa en la producción del
accidente o de la enfermedad profesional, puesto que la entidad
de previsión social no asegura los daños causados por dolo o
culpa del patrono. Que es la hipótesis que prevé el primer inciso.
“La otra situación que puede darse y que contempla el segundo
inciso del artículo 83, es el supuesto de hecho según el cual "la
víctima o sus causahabientes instauren las acciones pertinentes
de derecho común para obtener la indemnización total y ordinaria
por perjuicios", caso en el cual del monto de ella y por el mismo
Instituto deberá descontarse el valor de las prestaciones en
dinero pagadas de acuerdo con las normas del reglamento.
“Quiere esto decir que en ninguna de las hipótesis consagradas
por los artículos 216 del Código Sustantivo de Trabajo y 83 del
Acuerdo 155 de 1963, le es dado a quien causó el perjuicio
descontar suma alguna del valor de las prestaciones en dinero
pagadas por el Instituto de Seguros Sociales, pues ello conduciría
a que el empleador culpable resultara a la postre obteniendo
beneficios del daño que causó, o al menos exonerándose de la
responsabilidad en un riesgo producido por su acto intencional o
culposo. Y es apenas obvio que nadie puede alegar en su favor
su propia torpeza, ni muchísimo menos puede lucrarse del daño
ajeno que él causó, conforme resulta de los principios generales
de derecho expresados en los antiguos pero siempre actuales
brocardos latinos: "Non auditur propiam allegans turpitudinem"
(El que alega su propia torpeza no debe ser oído) y "Nemo debet
lucrari ex alieno damno" (Nadie debe lucrarse del daño ajeno)”.

En breves palabras: primeramente, la responsabilidad


patronal estuvo vista desde una óptica eminentemente
civilista, por ende, el trabajador tenía la carga de probar
ante el empleador --que era el único llamado a indemnizar--
el daño, la culpa, la relación de causalidad y el monto del
perjuicio; en un segundo momento, cuando la disciplina se
empezó a perfilar con autonomía e identidad, el legislador
tarifó la indemnización y creó la presunción de culpa,
manteniendo los restantes elementos: daño, nexo de
causalidad y responsable único. Y posteriormente, al

30
Radicación n°.36887

crearse el concepto de aseguramiento social, el mismo


legislador separó los móviles del daño --en de carácter
objetivo y de carácter subjetivo—y por tanto, la posibilidad
de reclamar del responsable la indemnización o las
prestaciones derivadas de aquél, así: por vía de dicho
aseguramiento, el Instituto de Seguros Sociales asumió la
responsabilidad objetiva por los infortunios laborales de sus
afiliados; en tanto que, el empleador conservó, como
resultaba obvio, la responsabilidad subjetiva ante el
infortunio laboral de su trabajadores, manteniéndose las
cargas o exigencias de prueba frente al primero sobre daño
y nexo de causalidad, pues el monto de la indemnización lo
fijó la ley; así como las de daño, culpa, monto de la
indemnización y nexo de causalidad ante el segundo.

De esa manera, cuando la responsabilidad fue única y


propia del empleador, éste pudo cruzar, deducir o descontar
las diversas prestaciones derivadas del infortunio; pero al
producirse la asunción de riesgos por el ente de seguridad
social, además del empleador seguir respondiendo por su
culpa o dolo en la producción o generación del accidente de
trabajo o la enfermedad profesional, el ente de seguridad
social contó con la posibilidad de repetir en su contra lo
pagado por concepto de las prestaciones otorgadas de
conformidad con sus reglamentos.

No obstante, bien se recuerda igualmente, las


empresas dedicadas a la industria petrolera, entre ellas
obviamente la demandada, no fueron objeto de la mentada
asunción de riegos por el I.S.S., pues por distintas razones
lo cierto es que apenas hasta 1993 fue que la afiliación de

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Radicación n°.36887

sus servidores a la seguridad social se hizo obligatoria. A ese


respecto vale traer a colación lo memorado por la Corte en
múltiples sentencias, entre ellas, la CSJ SL, del 22 de nov.
de 2007, rad. 29.571), así:

“(…) Al efecto, basta observar que mediante Decreto 1993 de 24


de octubre de 1967, que aprobó el Acuerdo 257 de 13 de
septiembre de ese año, expedido por el Consejo Directivo del
Instituto de Seguros Sociales, se ordenó la inscripción a la
entidad para el cubrimiento de los riesgos de Invalidez, Vejez y
Muerte, entre otros, de los ‘patronos’ que ‘tienen que inscribirse e
inscribir a sus trabajadores’ que cumplieran actividades
industriales extractivas del petróleo y sus derivados, la cual se
cumpliría ‘en las fechas que determine, por resolución, la
Dirección General del Instituto Colombiano de los Seguros
Sociales’, para decirlo en las palabras de la citada disposición.
“El aludido decreto, como lo señala la empresa en su réplica,
luego de algunas vicisitudes vino a concretarse en la Resolución
número 4250 de 28 de septiembre de 1993, por medio de la cual
la Presidencia de la entidad de seguridad social resolvió fijar
como fecha de iniciación de inscripción en el Régimen de los
Seguros Sociales Obligatorios, entre ellos los de Invalidez, Vejez y
Muerte, ‘para las personas naturales y jurídicas, de derecho
privado y sus contratistas independientes y para los trabajadores
de los citados empleadores, que se dediquen a la actividades
extractivas de la industria del petróleo y su derivados …’, el 1º
de octubre de 1993, atendiendo ‘las zonas geográficas en donde
el Instituto haya extendido cobertura y llamado a inscripción’.
“Luego, entonces, no es equivocado afirmar que a la luz de las
disposiciones que han reglado la inscripción de los empleadores
al Instituto de Seguros Sociales y, consecuentemente y no al
contrario, como parece entenderlo el recurrente, de los
trabajadores de la industria del petróleo con independencia del
área, lugar o dependencia que a éstas prestara sus servicios
aquellos, tal y como brilla al ojo se desprende de los textos en
cita, ésta apenas vino ser forzosa para esa clase de empleadores
a partir del 1º de octubre de 1993 dependiendo de ciertas zonas
geográficas (…)

Pero ello no significó que sus trabajadores quedaran


desprovistos de los derechos, garantías y beneficios
derivados de la seguridad social, sencillamente fue que en el
entre tanto los empleadores de esta clase de empresas las
asumieron según lo previsto en el Código Sustantivo del
Trabajo, el contrato de trabajo, las convenciones colectivas
de trabajo o las pactos colectivos que entre éstas, sus

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Radicación n°.36887

sindicatos de trabajadores y sus mismos trabajadores se


hubieren suscrito. Por eso, en materia de riesgos laborales,
bien podría decirse que se presentaba una mixtura entre las
reglas del estatuto sustantivo laboral y las convencionales
en la vigencia de sus distintos instrumentos.

Situación que se prolongó, incluso, hasta la vigencia de


las normas que rigen el Sistema de Seguridad Social
Integral, pues a pesar de que en ellas se previó el
cubrimiento de los riesgos profesionales --llamados hoy
‘riesgos laborales’ por la Ley 1562 de 2012--, bajo la
sujeción de principios propios (artículo 2º Ley 100 de 1993)
que en líneas generales, inspirados en el principio
constitucional rector del trabajo de «garantía a la seguridad
social» (artículo 53 de la Constitución Política), persiguen
como objeto prevenir, proteger y atender a los trabajadores
de los efectos de las enfermedades y los accidentes que
puedan ocurrirles con ocasión o como consecuencia del
trabajo que desarrollan (artículo 1º Decreto 1295 de 1994 y
1º de la Ley 1562 de 2012), para el caso de los servidores de
la Empresa Colombiana de Petróleos ECOPETROL que
hubieren ingresado a prestar sus servicios a la entidad con
anterioridad a la vigencia de la Ley 100 de 1993 --1º de abril
de 1994--, no les resultaron aplicables de manera directa,
por fuerza de las excepciones previstas en el artículo 279 de
la misma.

Y se dice que de manera directa, por cuanto, para la


Corte, la exclusión de la aplicación de la normativa general
de la seguridad social a los servidores de la demandada en
el proceso, como lo fue el causante, quien falleció el 4 de

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agosto de 1993, es decir, antes de que entrara siquiera en


vigencia la aludida disposición que ordenó la afiliación de
los trabajadores del sector petrolero al Instituto de Seguros
Sociales, y, por supuesto, antes de que se les excluyera a
éstos expresamente de la aplicación de la Ley 100 de 1993,
si bien tiene sustento constitucional y legal, en modo alguno
lo puede ser en desmedro de aquéllos como si se tratara de
un mecanismo de discriminación, desigualdad o inequidad.
Todo lo contrario, si a la empresa demandada se le permitió
no afiliar a sus trabajadores al Instituto de Seguros Sociales
en su pertinente momento, y al entrar a regir la Ley 100 de
1993 se les excluyó a éstos de su aplicación, lo debió ser, en
sana lógica, no porque dicho empleador quedaba liberado
del reconocimiento y pago de dichos derechos a sus
servidores, sino todo lo contrario, porque se advirtió que el
conjunto de la normatividad ya enunciada, que regulaba su
particular situación, les resultaba igual o más favorable que
la establecida, inicialmente por los Acuerdos del ente de
seguridad Social, y posteriormente por la Ley 100 de 1993.
Pensar lo contrario, sin duda, rompe reglas mínimas del
sentido común, y por ende, de principios básicos del
derecho del trabajo y de la seguridad social,

Tal entendimiento que adopta ahora la Corte, lo ha


tenido también la Corte Constitucional frente a situaciones
similares a la aquí estudiada, como lo fue frente a la
exclusión de la normativa pensional establecida en la Ley
100 de 1993 a los afiliados al Fondo Nacional de
Prestaciones Sociales del Magisterio, creado por la Ley 91 de
1989, en la que dijo:

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Radicación n°.36887

“el establecimiento de regímenes pensionales especiales, como


aquellos señalados en el artículo 279 de la Ley 100, que
garanticen en relación con el régimen pensional, un nivel de
protección igual o superior, resultan conformes a la Constitución,
como quiera que el tratamiento diferenciado lejos de ser
discriminatorio, favorece a los trabajadores a los que cobija. Pero
si se determina que al permitir la vigencia de regímenes
especiales, se perpetúa un tratamiento inequitativo y menos
favorable para un grupo determinado de trabajadores, frente al
que se otorga a la generalidad del sector, y que el tratamiento
dispar no es razonable, se configuraría un trato discriminatorio
en abierta contradicción con el artículo 13 de la Carta”.

De todo lo que viene de decirse lo que ha de concluirse


es, simple y llanamente, para este caso, que la empresa
demandada no podía, como tampoco lo podía hacer empresa
alguna al afiliar a su trabajadores a la seguridad social,
descontar, cruzar, compensar o deducir prestaciones
surgidas del riesgo creado del trabajo, esto es, por
responsabilidad objetiva ante accidentes de trabajo o
enfermedades profesionales (hoy laborales) por ella misma
cubiertas, con las propias a su situación culposa o dolosa
en los infortunios sufridos por sus trabajadores, o sea,
cuando su responsabilidad quedó probada estuvo revestida
de un inequívoco matiz subjetivo. Se rectifica así, cualquier
pronunciamiento en contrario que hubiera adoptado la
Corte con anterioridad.

Por consiguiente, se casará en este aspecto el fallo


atacado.

Por otra parte, también determinó el ad quem reducir


la cuantía de la condena por los perjuicios morales por
considerar que la misma debía obedecer al prudente arbitrio
del juez bajo parámetros razonables. Al respecto, cumple
advertir que esta Sala ha precisado que el daño moral se
produce bajo determinadas circunstancias y para precisas

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personas, y en los que no existen parámetros ciertos para


cuantificar el resarcimiento, como si ocurre con los
perjuicios materiales; sin embargo, en atención a las
características del suceso y a sus repercusiones, es posible
tasarlo mediante el reconocimiento de una suma de dinero,
al prudente arbitrio del juez, tal como lo concibió el juzgador
de alzada; así lo ha clarificado en sentencias como la del 30
de junio de 2005, radicación 22656, 4 de agosto y 27 de
octubre de 2009, radicaciones 34806 y 36392, en su orden.

XII. CONSIDERACIONES DE INSTANCIA

Líneas atrás se dejó dicho que el Tribunal incurrió en


el yerro jurídico de permitir la deducción o descuento de
prestaciones cubiertas, por su naturaleza, por
responsabilidad objetiva en la ocurrencia del infortunio que
segó la vida del causante, de las propias a la culpa patronal
de la empleadora, esto es, de la responsabilidad subjetiva en
el in suceso de la misma empresa. Sin requerirse
consideraciones adicionales a las allí consignadas se
confirmará en este aspecto el fallo de primer grado. Y a ello
se agrega que la decisión resulta uniforme para todos los
demandantes, por contar con la calidad de litis consortes
cuasi necesarios al proceso, dado que, con independencia
de su participación en el proceso, a ellos les afecta lo
decidido en el pleito (artículo 52, inciso tercero, Código de
Procedimiento Civil). En suma, se confirmará el numeral
tercero de la sentencia dictada el 4 de diciembre de 2006
por el Juzgado Laboral del Circuito de Barrancabermeja.

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Las costas de las instancias quedarán como fueron


fijadas en ellas. En casación estará a cargo de la
demandada. En su liquidación, inclúyanse como agencia en
derecho la suma de seis millones quinientos mil pesos
($6.500.000).

XIII. DECISIÓN

En mérito de lo expuesto, la Corte Suprema de


Justicia, Sala de Casación Laboral, administrando justicia
en nombre de la República y por autoridad de la ley, CASA
la sentencia proferida por el Tribunal Superior de
Bucaramanga el 15 de febrero de 2008, en cuanto mediante
el numeral primero ADICIONÓ el tercero de la dictada a su
vez por el a quo para autorizar a ECOPETROL «deducir del
monto de la condena por concepto de perjuicios de orden
material las sumas que de igual naturaleza canceló a las
beneficiarias de la condena, incluyendo el pago de las
mesadas pensionales». NO LA CASA EN LO DEMÁS. En
sede de instancia, CONFIRMA ÍNTEGRAMENTE la dictada
el 4 de diciembre de 2006 por el Juzgado el Juzgado Laboral
del Circuito de Barrancabermeja, dentro del proceso
ordinario laboral adelantado por GENARINA ALVARADO
DE MORA, XIRIS MARÍA MORA ALVARADO, SANDRA
MILENA MORA ALVARADO, HEIDI MORA ALVARADO,
JORGE LUIS MORA CASTRO, JANETH MORA CASTRO,
CARLOS ARTURO MORA CASTRO, LUZ MARINA MORA
CORDERO y MARÍA CONCEPCIÓN MORA AMARÍS contra
la EMPRESA COLOMBIANA DE PETRÓLEOS –
ECOPETROL -.

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Costas como se indicó en la parte motiva.

Cópiese, notifíquese, publíquese y devuélvase al


Tribunal de origen.

CLARA CECILIA DUEÑAS QUEVEDO


Presidenta de Sala

JORGE MAURICIO BURGOS RUIZ

ELSY DEL PILAR CUELLO CALDERÓN

RIGOBERTO ECHEVERRI BUENO

GUSTAVO HERNANDO LÓPEZ ALGARRA

LUIS GABRIEL MIRANDA BUELVAS

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