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Breve análisis del “Decálogo del Abogado” de Eduardo Couture y los valores
católicos que los sustentan
Introducción
“¿Por qué estudiar Derecho si ya hay tantos abogados?”, “¿acaso quieres tener
tu consorcio al estilo Jhasmany Torrico?”, “¿para qué Derecho?, si en este país no existe
justicia”… y un largo etcétera de frases de similar estilo fueron las que amigos y familiares
me dijeron cuando les conté que me decidí por estudiar la Carrera de Derecho.
Debo decir que tales interrogantes no se me hicieron del todo extrañas, y para nada
me sorprendieron. La historia republicana1 y la literatura criolla2 en Bolivia no hicieron
otra cosa que crear una imagen del abogado como “el tinterillo”, “el abogado picapleitos”,
“el leguleyo”, o peor aún como un parásito que vive a costillas de la desgracia ajena.
Lamentablemente ese imaginario social en torno a la figura del abogado aún sigue vigente
hasta nuestros días.
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Entonces, ¿qué explica el elevado número de estudiantes que esta Carrera en la
mayoría de las universidades de nuestro país?, ¿será que el prestigio de “ser abogado” y
la posición económica que conlleva pueden hacer “soportable” los estereotipos y
prejuicios que esta profesión carga?
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sino a la sociedad misma en su conjunto, radica ahí la importancia para analizar el estrecho
vínculo y amplias similitudes entre ser un buen católico y ser un abogado probo.
Las profesiones tienen, desde otra perspectiva, una trayectoria histórica, una
dinámica de constitución y de transformación. Frente a ello Eduardo Couture (1904-
1956), jurista uruguayo considerado parte de los padres del Derecho Latinoamericano,
elaboró el “Decálogo del Abogado”, mismo que citamos y analizamos a continuación:
Eduardo Couture
El Abogado que no estudia a diario, que no se actualiza, es día a día, menos Abogado.
Pero esto sucede con todas las profesiones u oficios. De forma que, todos aquellos que
emprendemos un oficio, pretendemos ser mejores hoy y esto solo se logra con el estudio
constante y actualizado.
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4.- LUCHA: Tu deber es luchar por el Derecho, pero el día que encuentres en conflicto
el Derecho con la Justicia, lucha por la Justicia.
Esta es la labor por excelencia del Abogado, debe luchas por defender las normas, luchar
por llegar a una verdad, y por sobre todo, luchar para velar por la Justicia. Es el deber
cotidiano de todo Abogado, la lucha diaria en la aplicación correcta de las normas
jurídicas.
5.- SE LEAL: Leal como tu cliente al que no puedes abandonar hasta que comprendas
que es indigno de ti. Leal para con el adversario, aun cuando él sea desleal contigo, leal
para con el Juez que ignora los hechos, y debe confiar en lo que tú le dices y que, en
cuanto al Derecho, alguna que otra vez debe confiar en el que tú le invocas.
6.- TOLERA: Tolera la verdad ajena en la misma medida en que quieres que sea
tolerada la tuya.
Donde hay dos Abogados, hay tres verdades; popular refrán que está profundamente
ligado a este mandamiento. Así como tú expones tu verdad, y esperas que esta sea
escuchada, analizada y tolerada; así debes escuchar, analizar, tolerar y adicional, aprender
todo lo que puedas de las verdades ajenas.
7.- TEN PACIENCIA: El tiempo se venga de las cosas que se hacen sin su
colaboración.
Todo juicio, tiene procedimientos debidamente estipulados, con tiempos y pautas que el
Abogado debe seguir, para cumplir con todos los requisitos y poder llevar su verdad al
éxito. Un Abogado sin paciencia, no logrará sus metas, ya que no podrá seguir los
procedimientos, etapas ni normas.
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8.- TEN FE: Ten fe en el Derecho, como el mejor instrumento para la convivencia
humana; en la Justicia, como destino normal del Derecho, en la Paz como substitutivo
bondadoso de la Justicia; y sobre todo, ten fe en la Libertad, sin la cual no hay Derecho,
ni Justicia, ni Paz.
Uno de los mandamientos más difíciles de aplicar hoy en día, en especial por la sociedad
actual, donde el poder y el dinero suelen definir el curso de muchas cosas, incluyendo la
Justicia en muchos casos. Un Abogado debe comprometerse en su actuar a respetar estos
principios de Justicia, Paz y Libertad acorde a la correcta aplicación del Derecho, o su
carrera perderá el rumbo.
9.- OLVIDA: La Abogacía es una lucha de pasiones. Si en cada batalla fueras llenando
tu alma de rencor llegaría un día en que la vida sería imposible para ti. Concluido el
combate, olvida tan pronto tu victoria como tu derrota.
10.- AMA TU PROFESIÓN: Trata de considerar la Abogacía de tal manera que el día
que tu hijo te pida consejo sobre su destino, consideres un honor para ti proporcionarle
que sea Abogado.
Los hijos son el orgullo de los padres, poder sentirse orgulloso de que tu hijo elija tu
misma carrera, quiere decir que tu pasión por el Derecho es tal, que quieres compartirlo
con tus hijos, que pase a la siguiente generación y el legado pueda continuar.
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Conclusiones
Bibliografía